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Ron se sintió bastante preocupado cuando irrumpieron en la mansión Malfoy sin que nadie les saliera al encuentro. Hasta donde sabía, la mayoría de los mortífagos habían sido capturados y vencidos, sin embargo, lo que le provocaba esa sensación de intranquilidad no eran los guardias, después de todo, eran un grupo más que cualificado para vérselas con ellos, sino los cabecillas; que no habían sido vistos en ninguna parte. Eso aunado a que no percibía ningún sonido que pudiera indicar que Hermione y Harry –o Malfoy para lo que importaba – estaban vivos o luchando en algún lugar. Quizás fue el silencio lo que en verdad lo asustó. No lo sabía. Cada minuto la situación empeoraba. Ya habían entrado al ala oeste y no había señales de que alguien pudiera estar allí esperándolos.

Era imposible disimular la preocupación que lo embargaba. Incluso Neville, siempre optimista, se veía sombrío. Siguieron avanzando y a lo lejos notaron las grandes puertas de roble del salón de baile. El corazón de Ron latía cada vez más rápido, dirigió un breve vistazo a Neville y sonrió al verlo tan pálido y tenso. Neville sintió el peso de su mirada, lo miró a su vez y asintió. Así que ese era el lugar. Se acercaron en silencio. Ron oraba mentalmente porque su mejor amiga estuviera bien. Ni un sonido. El aire frío del corredor los golpeaba despiadadamente. Casi deseó escucharla gritar, maldecir, moverse, respirar, cualquier cosa que le dijera que estaba viva.

Como si sus súplicas hubieran tenido respuesta, luz blanca tan intensa que dolía mirarla ocasionó que las puertas del salón se disolvieran con estruendo. Tan pronto como se repusieron a la intensidad de la luz, Ron y Neville intercambiaron una mirada aterrorizada y corrieron hacia la habitación.

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-Parece que ahora estás sola e indefensa Granger. Has perdido y no hay nada que puedas hacer. Aunque, si quieres vivir, podrías ayudarme a escapar... -comentó una voz baja y serena a su derecha.

Hermione sabía que no había escape posible. Draco estaba inconsciente, tal vez muy herido, era imposible saberlo. Harry probablemente no estaba en mejor condición. Ella estaba desarmada y, por si las cosas no fueran lo suficientemente complicadas, no había forma posible de localizar a su atacante. Vio a su alrededor, e hizo un recuento de sus recursos. Todo cuanto tenía era la capa de Malfoy, el cuerpo inanimado de su propietario y... la varita de Draco... que debía estar en algún lugar debajo de él... Las ideas se le agotaban. La única posibilidad de ganar tiempo era hablar.

-¿Te das cuenta de que toda resistencia es ya inútil Lestrange? –preguntó en voz baja para no alterarlo- El ministerio debe haber cubierto ya todo el lugar. ¿Qué podrías hacer contra un grupo de aurores armados y altamente eficientes? Estás a su merced –Miró a su alrededor esperando encontrar una señal del hombre. Disimuladamente observó a Draco tratando de ubicar su varita.

-En ese caso querida, tú serás mi boleto de salida- respondió la voz.- Parece que no contabas con esto ¿verdad? Apuesto a que ni tú ni ese repulsivo conspirador se imaginaron que podía volverme invisible. Es un conjuro complicado, lo reconozco, pero valió la pena cada minuto que perdí aprendiéndolo. –la voz parecía estar más cerca- Es un buen momento para salir ¿vendrás?

-Ahora que tú tienes el control, no tengo opción ¿me equivoco?- respondió con dureza- sólo quisiera despedirme de Malfoy- ninguna respuesta se escuchó, por lo que ella supuso que su captor no se opondría. Se inclinó hacia delante y pretendiendo abrazarlo, lo registró hasta dar con la varita. La capa, que cubría las acciones de sus manos, ahora ocultaba entre sus pliegues la varita de Malfoy. Soltó el broche que la mantenía firme por si era necesario deshacerse de ella.

Se escuchó el eco de pasos en el pasillo. Probablemente se trataba de sus amigos. Levantó la cara sólo para encontrarse viendo de frente la varita de Lestrange que le susurró al oído "Ni lo pienses."

La tomo del brazo con fuerza para levantarla y la hizo andar hacia la ventana. Al dirigir una última mirada al joven rubio tendido en medio del salón, notó una sombra a su lado. La figura extendía su mano hacia ella en un claro intento por despojarla de la varita. 'He leído antes sobre estos hechizos. Al volverte invisible, pierdes tangibilidad. No es posible sostener ningún objeto. Sin embargo, su hechizo no debe ser lo suficientemente fuerte o no podría sostener la varita. ¡Lestrange puede ser  herido por medios físicos! Es invisible al ojo, pero no deja de ser sólo una ilusión, por eso su sombra se proyecta en la dirección contraria a la luz. Pura física. Sé cómo localizarlo. Un punto débil después de todo.' Tratando de no alarmarlo, tomó con la mano izquierda la varita y con la derecha el borde de la capa. Lo que sucedió a continuación, le pareció parte de una toma en cámara lenta: con fuerza y velocidad nacidas de la desesperación, arrojó la capa a la cara de su agresor y antes de que este pudiera quitársela de los ojos, ella levantó su varita y le dirigió un hechizo purificador tan concentrado que la fuerza del impacto destruyó las puertas con gran estrépito. En un grito mudo, el hombre se disolvió en la potente luz que emanaba de su varita. No quedaron ni rastros de él ni de su capa, simplemente una silueta dibujada en el fino piso del salón, indicaba que alguna vez estuvo allí.

Neville y Ron se precipitaron en la habitación con las varitas en alto y seguidos por varios magos y brujas. Habían llegado temiendo lo peor. Sin embargo, al llegar, descubrieron a la mayoría de los 'peces gordos' atados y fuera de combate y a sus dos mejores agentes en condiciones deplorables. Malfoy había perdido por completo el color. Su palidez habitual se había convertido en un tono translúcido casi albino y Hermione, contemplaba la varita que sostenía con expresión ausente frente al cuerpo exánime del joven rubio mientras acariciaba la cabeza de Harry.

Un grupo de sanadores arribó sin dilación y atendieron a los presos y a los heridos en la batalla. A pesar de que tenía algunas cortadas y raspones, Hermione insistió en que no era nada serio, y urgió a los paramédicos a que atendieran a Harry y a Malfoy. Harry fue reanimado en breve y se levantó ligeramente adolorido pero muy sonriente para abrazar con fuerza a Hermione. Tras examinarlo, los galenos intercambiaron entre sí miradas que parecían confirmar la gravedad de su estado. Acto seguido, lo colocaron en una camilla y lo llevaron junto a los otros heridos levitándolo durante todo el camino.

Compañeros encargados del traslado de prisioneros, hicieron acto de presencia para llevarse a los cautivos a celdas temporales de máxima seguridad. Los aguardaba un juicio severo y debían mantenerlos custodiados.

Finalmente, en la habitación sólo quedaron Harry, Hermione y Ron.

El pelirrojo miró a su amiga de reojo y notó que estaba pálida y cansada. Temblaba. Guiado por el instinto, la abrazó con fuerza. Sus quejas podían esperar. Lo que ella necesitaba en este momento era un amigo. Pudo sentir que Hermione le devolvía el abrazo con fuerza y dejó escapar un suspiro. Se sintió reconfortada entre los brazos de Ron. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. El reencuentro con Malfoy turbaba sus pensamientos. Su destino había sido el de morir en lados opuestos del campo de batalla. Durante mucho tiempo lo supieron y a eso se habían resignado; sin embargo, el mismo traicionero destino que decidió sus suertes, había cruzado sus caminos y los había convertido en una misma senda. Vio cómo retiraban a Malfoy del lugar. Era el ser más ruin y egoísta que hubiera conocido, 'Sin embargo', admitió pesarosa, 'mantuvo su palabra y el final hizo lo correcto.' Su expresión distante y meditabunda preocupó a sus amigos.

Ron estrechó su abrazó y besó su frente con dulzura. Harry revolvió el cabello de su amiga y ella le dirigió una tenue sonrisa. Miró a Ron de buen humor y preguntó:

-¿Les interesaría cenar en mi casa ahora que todo ha terminado? Sé que no soy la mejor cocinera que hayan conocido, pero supongo que puedo preparar algo que les guste más que las galletas de Hagrid- sonrió de buen humor a la vez que les tendía las manos.- Creo que se lo han ganado.

-Si una cena en la acogedora casa de la directora del departamento de Planeación y Emergencia  de los 'Indecibles' es lo único que obtendré por mis desinteresados servicios a la comunidad, tal vez debería caminar de empleo-bromeó Ron- ¿tú que opinas Harry?

-No sé Ron, cualquier cosa es mejor que la comida de Hagrid, aunque fuera de esta habitación no admitiré tal cosa- sonrió con picardía

Hermione se acercó a sus dos mejores amigos sonriendo y los envolvió en un abrazo. Acto seguido dio a cada uno un beso en la mejilla. La sonrisa de Ron creció un par de centímetros.

-Eso cambia las cosas. Después de meses de trabajo, nada suena tan tentador como pasar la velada charlando en casa de una amiga. ¿Cierto?

-Totalmente de acuerdo Ron, y ¿qué mejor que una amiga que sabe cómo convencer a un hombre?

Hermione les interrumpió juguetona:

-Si aún les interesa venir, ayúdenme a buscar una chimenea. De verdad quiero llegar a casa. Hace hambre.

Los tres rieron como antaño. Ella disfrutó el sentimiento de dicha que la invadió y estaba decidida a lograr que ellos olvidaran, si tan solo un momento, las penurias de los últimos meses. Apenas podía creer que la guerra había terminado. Mientras Harry y Ron discutían animadamente, ella dirigió a Malfoy un último pensamiento. 'No es la última vez que volveremos a encontrarnos; uno debe ceder, pero ¿quién?'

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Confesaré que una de las razones por las que me decidí por las cuestiones literarias a pesar de mis intereses científicos (consideré en algún momento ser médico forense o ingeniera química) es por que en matemáticas soy incapaz de realizar diferenciales o integrales de cualquier tipo… Sé que es una vergüenza, pero en vez de que yo de al mundo un tratado de álgebra, estoy dándole un FF… Supongo que no es mayor ganancia que pérdida, pero nos mantendrá entretenidos por una rato ¿no les parece? Así que, no sean muy duros conmigo…