¿Quién te dijo que antes todo era más fácil?
By Ceres Shamandalie
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Capítulo 3: Nuevo año, nuevas preguntasYa se fue el tren
Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
("Eterna soledad" – Enanitos Verdes)
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En el capítulo anterior…¿Quién creen que sea? – preguntó Alexandra de nuevo.
Al menos ahora sabemos lo que podría ser su apellido – dijo Lily – El nombre del escudo, "Dolcamara".
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El tren por fin se detuvo en donde debía. La estación de Hogsmeade estaba fría y húmeda debido a la tormenta que se había formado durante la tarde, aunque ahora solo caía una fina garúa.
¡Lo siento chicas! – gritó Lily entre el gentío - ¡Debo llevar a los de primero junto a Hagrid! – y desapareció, pero pronto escucharon su voz que decía "¡Primer año por aquí!"
Con esta lluvia los de primero se van a ahogar – dijo Alexandra.
Este país tiene un clima de cuarta. – dijo Thelma.
Yo opino que nos movamos de aquí antes de que parezcamos conejos de chocolate gigantes – dijo Connie, que había metido el pie en un charco de lodo gigantesco y se había manchado la mitad de la túnica con el lodo, pareciendo, en efecto, una figura de chocolate.
¡Allá están los carruajes! – gritó Maggie, y se echó a correr entre la gente para agarrar un carruaje vacío.
¿Cómo logra correr tan rápido entre toda esta gente? – se quejó Connie.
Creo que tiene que ver el hecho de que ella no es tan grande como nosotras – dijo Thelma – Mírate, pareces un conejo de chocolate gigante ¿Crees que un conejo gigante de chocolate correría así de rápido entre una multitud?
Muy graciosa Thelma – dijo Connie sarcásticamente – Espera a que te agarre...
Y Thelma empezó a correr hacia donde Maggie ya había conseguido un carruaje, mientras Connie intentaba tirarle bolas de lodo. Cuando ambas chicas llegaron, estaban cubiertas de lodo y totalmente mojadas. Maggie produjo un chorro de agua de su varita y las bañó como si se tratara de una manguera.
No deberían ensuciarse así justo ahora – les reprendió Maggie.
¡Ey, eso no vale! – dijo Alexandra, llegando detrás, jadeando por correr detrás de las chicas - ¡Me dejaron fuera!
Si tanto insistes – dijeron Connie y Thelma arrojando a Alexandra cada una bolas de lodo que le acertaron en la túnica, el pelo y el cuello.
Por qué tenía que abrir mi bocota – dijo Alexandra cuando Maggie le arrojó también a ella el chorro de agua.
Entren ya al carruaje – dijo Maggie – Mi túnica está empapada...
Bueno, bueno... – dijo Connie – Ya entramos...
Y entraron al carruaje. Maggie acercó su varita a la ropa empapada y empezó a despedir vapor. Las demás chicas la imitaron, aunque la mugre del barro no había salido por completo, y se había quedado en los pliegues de la camisa (que ya no era blanca, sino ligeramente terracota) y en los bordes de la túnica. Pero al llegar al castillo ya estaban secas. Bajaron del carruaje cubriéndose con sus capas y corrieron hacia la entrada.
Muero de hambre – dijo Alexandra, mientras todas se dirigieron al gran salón.
El gran salón estaba decorado con los estandartes de todas las casas, como de costumbre. Una multitud de sombreros negros en punta ya estaba acomodándose en cada una de las cuatro largas mesas que ocupaban casi todo el salón. En otra mesa, colocada enfrente de manera que las personas que estaban sentadas en ella pudieran mirar a las cuarto mesas restantes; estaban sentadas algunas personas mayores, los profesores de Hogwarts. Una gran silla en el medio de dicha mesa aún estaba vacía.
Cuando todos estaban ya sentados en sus respectivas mesas, unos chicos de unos once años y poco entraron guiados por la profesora McGonagall. Algunos tenían las túnicas totalmente mojadas. Un hombre gigantesco, que se llamaba Rubeus Hagrid y era guardabosques en Hogwarts, entró detrás de ellos y se acomodó en la punta izquierda de la mesa de los profesores; y detrás de él entró el profesor Dumbledore. Frente a la mesa, un hombre bajito, el profesor Flitwick de encantamientos, depositaba un banquito en el piso, y encima del banquito, colocó un ajado sombrero de mago. Parecía que no iba a suceder nada, hasta que el sombrero se movió, y una de las costuras del frente de repente comenzó a hablar. Los de primero casi gritaron del susto. En realidad estaba cantando.
"Tal vez bonito no logre ser,
pero buena memoria suelo tener,
ya casi un milenio ha de pasar
que Hogwarts fue puesto en este lugar.
Cuatro grandes magos tuvieron la idea
De educar a jóvenes brujos y hechiceras.
Eran sus nombres dignos de leyendas, canciones y demás
Pues como ellos no se ha conocido jamás a alguien más:
Godric Gryffindor el valiente,
La sabia Rowena Ravenclaw,
Salazar Slytherin y su astucia;
Y Helga Hufflepuff honrada y leal.
A mi se me encomendó la tarea
De identificar los talentos
que los jóvenes tuvieran
Así,
El valiente con Gryffindor iba,
El de agudo ingenio con Ravenclaw,
El de buen corazón con Hufflepuff
Y el de astucia y puro linaje con Slytherin terminaba.
Por años y años esto se ha repetido y
Así ha sido y así siempre será,
Pero sea cual fuera la casa
A la que pronto pertenecerás
No debes olvidar
Que Hogwarts es un solo lugar.
Utiliza el talento que tengas
Y al mundo se lo has de dar
Pero con mucho cuidado
piensa como lo harás
No sea que algún día
te vayas a equivocar"
El sombrero terminó su canción y volvió a quedarse quieto. Todo el salón aplaudió.
Que canción más rara, ¿verdad? – dijo Sirius.
Debo admitir que tienes razón Padfoot – dijo James – Tal vez sea hora de que cambien al sombrero seleccionador, realmente está un poco viejo.
No creo que el que sea viejo tenga algo que ver – dijo Remus – Es decir, funcionó durante casi mil años...
Pero su conversación se vio interrumpida por la espectacular entrada que hicieron los fantasmas de Hogwarts. Mientras los demás fantasmas hacían una presentación, El fraile gordo se acomodó en la mesa de Hufflepuff, el Barón Sanguinario en la de Slytherin, la Dama Gris en la de Ravenclaw y Nick casi Decapitado en la de Gryffindor, al lado de los Merodeadores. Peeves, el Poltergaist, se dirigió hacia los de primero y comenzó a molestarlos, pero como estaba Dumbledore, no exageró mucho.
Cuando todo estuvo calmo de nuevo, la profesora McGonagall habló:
La ceremonia de selección dará inicio – dijo – Al decir sus nombres, por favor acérquense. – y tomó un largo pergamino y lo desenrolló – "Avalon, Adrien"
Un chico que estaba casi al final de la fila se acercó al banquito y se lo colocó en la cabeza.
¡Gryffindor! – gritó el Sombrero, y la mesa de Gryffindor estalló en aplausos, mientras Adrien Avalon se acercaba a sus compañeros de casa.
"Appleyard, Sally" – volvió a llamar la profesora McGonagall, y una niña pequeña se acercó.
¡Hufflepuff! – gritó el Sombrero, y fue el turno de esta mesa en aplaudir.
Espero que este año tengamos a mucha buena gente en nuestra casa – dijo Nick a los chicos.
Ey Nick, - preguntó Remus - ¿Es normal que el sombrero seleccionador haga canciones tan raras?
Bueno, no he escuchado una así desde los tiempos de Grindewald – dijo Nick, mientras "Bernaby, Henry" iba a Ravenclaw – Pero a veces el sombrero acostumbra a cantar canciones con moralejas. Aunque es extraño, eso sí, pero de cantar esas canciones, el sombrero lo hace, cuando lo cree conveniente.
¡Gryffindor! – había dicho el sombrero a "Coledrige, Anais", y la conversación terminó entre aplausos.
"Coulee, Matthew" – dijo la profesora McGonagall.
¡Slytherin! – gritó el sombrero por primera vez, y esta mesa hizo un estruendo gigantesco.
Y así sucesivamente con todos los nuevo de primero. Cuando el último, "Zecht, William" fue enviado a Hufflepuff, la profesora McGonagall tomó el sombrero y el banquito y salió. Mientras, el profesor Dumbledore se levantó y comenzó a hablar.
¡Bienvenidos a este nuevo año en Hogwarts! – se dirigió a la multitud frente a el – Para los que aún no me conocen, soy el profesor Albus Dumbledore, director de Hogwarts – y les sonrió ampliamente - Se que muchos de ustedes están ansiosos de comenzar el delicioso banquete que les tenemos preparado, pero tengo algunos avisos importantes que darles. En primer lugar, debo recordar que el bosque prohibido, como su nombre bien lo dice, está prohibido a los estudiantes. Los de primero tengan muy en cuenta esto, y algunos otros deberían recordarlo – dijo Dumbledore mirando amistosamente a los Merodeadores – Lo segundo es que la magia no está permitida en los pasillos. Y el señor Filch me ha avisado que su lista de objetos prohibidos ha aumentado a ciento cincuenta, incluyendo a las teteras colmilludas y a las plumas sorpresa. Para más informaciones, pueden acercarse a la oficina del señor Filch, donde además se encuentra el listado de reglas del colegio para todos los interesados – Filch, que estaba parado en una esquina cercana, carraspeó – Ah, y casi lo olvido: El "bautismo" para los de primero queda prohibido desde este año. Las pruebas de Quidditch se harán al comienzo de la segunda semana; para aquellos que deseen ingresar al equipo de sus casa, Madame Hooch estará colocando unos afiches en la entrada del campo de Quidditch, uno para cada casa, donde además de poder anotarse, también sabrán quién es el capitán y los puestos que están libres.
"Por último, pero no menos importante – dijo Dumbledore, adquiriendo un tono más serio – Como todos saben, hoy hubo un incidente con el expreso de Hogwarts. Un muchacho fue encontrado tendido en las vías del tren. Aún no estamos seguros de su identidad, pero mientras tanto, se encuentra en la enfermería del colegio. Pido encarecidamente a los estudiantes que no lo molesten hasta que se recupere. Le recomiendo que no intenten ingresar a la enfermería, ya que Madame Pomfrey ha prohibido las visitas. Cuando este joven esté en mejores condiciones, y si el lo permite, todos podrán charlar amablemente con el. Ahora, creo que ya dije todo lo importante, ¡Así que comience el banquete!"
Grandes fuentes de comida aparecieron en cada mesa. Había de todo: carne asada, lechón, un gran pavo relleno de ciruelas para cada una de las mesas, varias jarras de jugo de calabaza, y los acostumbrados bombones de menta.
¿Por qué siguen poniendo esto con la comida? – preguntó Connie mirando a los bombones.
No sé, pero me muero de hambre – dijo Alexandra, sirviéndose un pedazo del pavo y probándolo, haciendo una cara como si hubiera llegado al paraíso.
Yo casi había olvidado lo de aquel joven – dijo Maggie.
Yo también - dijo Alexandra – Pero no ganaremos nada perdiendo nuestro banquete de comienzos de año hablando sobre el, no podemos hacer nada.
El problema es que tu quieres comer ahora – le dijo Connie pícaramente.
Eso no te lo voy a negar – dijo Alexandra. Ella era de esas personas que siempre comía todo lo que encontraba y nunca engordaba. – Pero Dumbledore tiene razón: Esperemos a que se despierte y luego le preguntamos.
En la biblioteca hay un libro sobre familias antiguas – dijo Lily – Tal vez allí haya algo sobre él.
¿Piensas buscar algo sobre "Dolcamara"? – le preguntó Maggie - ¿Crees que pueda estar allí?
Su escudo de armas parecía bastante viejo – dijo Lily – Así que tal vez pertenezca a una familia antigua.
Tiene sentido – dijo Maggie.
¿Eso quiere decir que...? – dijo Thelma, tragándose uno de los bombones.
¡Excursión Nocturna! – dijo Connie.
¿Por qué no podemos ir a la biblioteca en la mañana como todos los demás? – dijo Lily – Estoy reventada, ustedes no tienen que lidiar con niños berrinchudos y plagas – y siguió comiendo su pastel de papas con carne – Además, ahora soy prefecto, se supone que debo dar el ejemplo.
Ay, vamos Lily – le dijo Maggie – Sabemos que te gustaría ir ahora mismo a ver quién es. Eres demasiado curiosa para disimularlo.
Tu eres la curiosa – le dijo Lily.
¿Me vas a negar que no sientes curiosidad? – le preguntó Maggie.
Bueno tal vez tenga un poco de curiosidad... – dijo Lily.
¿Solo un poco? – dijo Maggie.
Bueno, tal vez más que un poco... – pero Maggie la miró con una cara inquisitoria – Bueno, está bien, soy muy curiosa.
Entonces ya está – dijo Maggie – Sesión de Biblioteca hoy a la media noche.
Más allá, los Merodeadores también estaban planeando.
Recorrido de Reconocimiento, chicos – dijo James – Hoy a la media noche.
Prongs, ahora soy prefecto, no creo... – dijo Remus.
¡Ay, vamos Moony! – le espetó Sirius – Si te atrapan, solo dices que nos estabas obligando a regresar a los dormitorios y punto, todos vamos a colaborar. Y en eso creo que no mentiríamos mucho, siempre te la pasas diciéndonos que debemos volver a la torre rápido.
Si, no queremos estropear nuestro récord de castigos en este año – dijo James -Además queremos probar si nuestro pequeño proyecto extracurricular funciona.
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Eterna soledad
El tiempo danza en la madrugada
Y no podes dormir
Si están todas las luces apagadas...
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La sala común ya estaba casi vacía. Solo los Merodeadores estaba riéndose de algo que no podían ver.
¿Cómo vamos a salir si esos - señalando a los Merodeadores - no se van primero? – susurró Alexandra.
Tengo una idea – le susurró Lily a las demás. Con su mano derecha se sacó discretamente uno de sus aretes (unos que le había regalado su mamá en su cumpleaños), se lo guardó en su bolsillo y dijo en voz alta - ¡Ay, no chicas! ¡Se me ha caído uno de mis artes de plata! – dijo Lily con exceso de dramatismo.
¿Los que te regalaron en tu cumpleaños? – dijo Maggie, captando rápido el punto.
¡Ay pero qué tragedia! – dijo Connie, también ultra dramática y agregando un toque de humor.
Si, deberíamos buscarlos cuanto antes - dijo Thelma.
Es decir, antes de mañana, porque mañana será un caos buscarlo entre todos los alumnos – dijo Alexandra, captando última la idea.
Deberíamos ir ahora, ¿no creen? – dijo Maggie.
Si, muchas gracias chicas – dijo Lily.
Y todas se levantaron, pero en ese momento la voz de James Potter las detuvo.
Un momento señoritas – dijo, y las cinco chicas se congelaron en sus posiciones – No es correcto que cinco chicas tan bonitas estén recorriendo los fríos, húmedos y peligrosos pasillos de esta institución.
¿Peligrosos? – se le escapó a Alexandra – Ay, vamos Potter, ¿Qué crees que se nos aparezca? ¿Un vampiro, un grim, un lethifold, un hombre lobo, un perrito caniche de orejas peludas y del tamaño de una pulga tal vez? – Los merodeadores dieron la vaga impresión de estar un tanto incómodos, pero al parecer solo fue la imaginación de Maggie, quién interrumpió a Alexandra.
No se preocupen, creemos que se cayó el arete en el hall de entrada – dijo Maggie rápidamente – Será cuestión de minutos, volveremos en unos instantes y luego nos iremos a dormir como niñas buenas. Vamos chicas – dijo Maggie, empujando a las chicas hacia el agujero del retrato y desapareciendo de la vista de los merodeadores.
Metiches – se le escapó a Alexandra en voz muy baja.
Me juego la vida a que esas no están planeando ninguna búsqueda de aretes – dijo Sirius.
A Lily le faltaba uno, ¿No lo notaste? – dijo Remus.
En ese caso, le corresponde a Prongs hacer el papel de héroe – dijo Sirius – Yo no pienso usar mi fino olfato buscando algo a esta hora, cuando podría estar haciendo otra cosa más útil.
¿Cómo vagar por los pasillos? – le dijo Remus.
Exacto – dijo Sirius descaradamente.
Padfoot tiene razón, - dijo James – Ellas están cocinando algo raro, y no me refiero a tortas de caldero.
Pues si tanto insistes, vamos a seguirlas – dijo Sirius.
Primero echemos un vistazo – dijo James – Probemos que tan efectivo es el Mapa del Merodeador.
En el pasillo del retrato...
¿Cuánto tiempo le dan a ellos antes de que comiencen a seguirnos? – dijo Alexandra.
Yo les doy cinco minutos – dijo Thelma – Eso es suficiente para perderlos.
Deberíamos tomar clases de actuación – dijo Alexandra – Eso estuvo horrible.
Debes estar bromeando – dijo Connie – Mi "perrformance" estuvo "perrfecta" – exagerando un falso acento extranjero con un tono humorístico y haciendo un gesto de actriz importante ofendida.
No te ofendas Connie – dijo Maggie, riéndose – Tu te pones muy seria a veces, pero créeme, fingir que estás seria no es tu fuerte.
Lo que sea, ellos no saben a donde vamos y de todos modos no les importa – dijo Lily, colocándose de nuevo su arete "perdido" – Ahora, vamos a la biblioteca de una buena vez...
En la torre Gryffindor...
El hall de entrada no está por allá... – le decía Sirius a unas manchitas que se movían en un pergamino colocado frente a el.
Padfoot, ¿estás seguro de que no tomas adivinación? – le dijo James – Por que si no es así, juraría que piensas de vez en cuando. – Sirius le dio un golpe no muy fuerte en la despeinada cabeza.
Te lo dije – dijo Sirius.
¿Para qué irían de paseo a estas horas? – meditó Remus.
A lo mejor quieren algo para leer de noche de la biblioteca – dijo Peter. Todos lo miraron con cara de "Estás bromeando, ¿verdad?"
Creo que el primer experimento de nuestro pequeño "proyecto extracurricular" va a tener que esperar – dijo James – Vamos a seguirlas. Han logrado llamar mi atención.
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Ya se fue el tren
Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
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Peeves, chicas – dijo Lily susurrando – Escóndanse en aquel aula – y todas se metieron en un aula vacía cercana
Nox – dijeron las cuatro chicas a las luces que venían de sus varitas, mientras Peeves se dedicaba a corretear a el gato de Annette Benning.
¡Te tengo! - le dijo Peeves al gato sujetándolo.
¿Qué creen que haga con el? – susurró Maggie.
Shhhh – le dijo Lily pegando su oído a la puerta para ver si Peeves ya se había ido lo bastante lejos para salir – Probablemente se lo tire a Filch, odia al gato de Annette desde que hizo que su gato Spots se escapara del susto.
Nunca le dura ningún gato a Filch – dijo Alexandra, cuando todas volvieron a encender a sus respectivas varitas – Si de verdad quiere asustarnos debería traer un perro o algo así.
No le des ideas Alexandra – le espetó Thelma – Si hace eso, Filch es capaz de traerse a un Doberman, a un Rotwailer o a un Pitchbull (NA: Corríjanme si escribí mal el nombre de estas razas de perro, no tengo idea de que si están bien, pero creo que se entiende la idea)
Creo que me quedo con Spots – dijo Alexandra – No me gusta la idea "Filch + perros con capacidad de destrucción masiva"
¿Creen que la biblioteca esté muy lejos todavía? – dijo Connie – Parece más cerca de día...
Creo que estamos cerca... – dijo Lily – Reconozco este pasillo, falta poco.
Allí está la puerta.- dijo Maggie – Entremos, creo que Peeves se acerca de nuevo...
Y todas corrieron a la gran sala atestada de libros y cerraron la puerta detrás suyo justo a tiempo antes de que Peeves las viera u oyera. Esperaron a que pasara y luego se movieron hacia los estantes.
¿Dónde exactamente buscamos ahora Su Majestad de la Curiosidad? – preguntó Alexandra.
En el penúltimo estante antes de la sección prohibida – respondió Lily.
Esa es una buena memoria... – dijo Thelma.
Dos escaleras más abajo...
Ya entraron a la biblioteca – dijo James, mirando el mapa del Merodeador – La pregunta ahora es ¿Para qué? ¿Qué me dices, adivino?
Ni idea – le dijo Sirius.
Que mal adivino eres – le dijo James como si estuviera ofendido.
Peeves por el pasillo a la derecha – dijo Remus.
¡La capa! – dijo James – ¡Échensela encima!
Y se la tiraron al mismo tiempo que apagaban sus varitas, y por poco se salvan de que Peeves los viera, pero Peter no dejaba de temblar, y en un descuido dejó caer su varita al suelo. Aunque no se la veía por la capa, se escuchó el sonido de la madera golpearse por la piedra. Peeves soltó al gato de Annette Benning quien se estrelló en el suelo (estaba muy mareado como para caerse de pie), mientras giraba mirando al pasillo (aparentemente) desolado.
¿Quién anda allí? – dijo Peeves juguetonamente - ¿Un gato, un sapo, una lechuza extraviada? ¿O quizás... un alumno extraviado y fuera de la cama a estas horas?
Quédate quieto Peter – le imploraba Remus en la voz más baja que podía.
Hago lo que puedo – le respondió Peter.
Vamos, alumnito no tengas miedo – decía Peeves maliciosamente - sal de donde estés...
Muévanse despacio hacia la derecha – dijo James.
Vamos, alumnito, dime donde estás... – le decía Peeves al vacío, pues los Merodeadores ya estaban lejos de su alcance.
En la biblioteca...
Nunca notas que este lugar es grande hasta que necesitas algo de él – dijo Alexandra molesta, buscando el libro "Familias antiguas del Reino Unido y Europa" en un estante.
Era Rodolfo el reno... y tenía la nariz... roja como un tomate y que brillaba sin parar...– cantaba Connie mientras trepada en una escalera buscaba el mismo libro.
¿Cuál es tu onda de cantar villancicos en Setiembre? – de preguntó Lily, trepada en una escalera más alta que Connie y que llegaba a lo más alto del estante.
No sé, se me pegó – dijo Connie – Lo bueno para ustedes es que solo me sé hasta esa parte...
Creo que sigue "Todos los otros renos se reían sin parar..." – dijo Maggie.
No le des cuerda Maggie... – dijo Thelma.
Ah claro, ya recuerdo... – dijo Connie, y continuó cantando – "Todos los otros renos se reían sin parar... pero un día de navidad Santa lo miró... y a Rodolfo lo eligió por su singular nariz..." – corearon Connie y Maggie (quién se sumó) por poco no bailaban en sus lugares.
¿Les he dicho que están locas alguna vez? – dijo Alexandra.
Perdimos la cuenta hacia la vez número 1654 – dijo Connie.
¡Lo encontré! – exclamó Maggie casi gritando, y cuatro chicas dijeron ¡Shhhhhhhhhhhh! – Lo siento – se disculpó Maggie con voz inocente.
Tráelo aquí Maggie – dijo Lily, sentándose en una mesa cercana, y todas la rodearon.
Adelántense, ya las alcanzo – dijo Alexandra.
No hagas nada extraño que nos meta en problemas - le advirtió Lily, mientras abría el libro.
"Familias antiguas del Reino Unido y Europa" por Ambrosius Pomposus era un libro gigantesco de más de cinco mil páginas. Debía tener cincuenta centímetros de alto y treinta de largo como mínimo, si no tenía mas. Era un registro de todas las familias que de una u otra manera habían perdurado a través de los tiempos, algunas inclusive eran tan antiguas que sus orígenes se podían remontar a la época de la ocupación romana.
Ojalá que esté aquí – dijo Lily, hojeando sus páginas.
Busca el índice – le sugirió Maggie.
¿Esa cosa tiene índice? – preguntó Connie – Pues debe tener el tamaño de otro libro, es enorme.
Aquí está – dijo Lily – Veamos... – y movía su índice buscando entre la lista de apellidos – No están en orden alfabético, odio cuando los índices vienen sin estar en orden alfabético... Vaya aquí hay de todo...
Ey miren, allí está la familia Black... – dijo Maggie.
Y abajo la de los Potter... – dijo Connie – Los dos tienen una marca de esas "Véanse al pie de la página" – todas miraron hacia el final de la página y con un asterisco precediendo el párrafo decía "Véase: Familias altamente enemistadas " - ¡Si, claro! – dijeron las cuatro sarcásticamente y siguieron buscando.
Finley, Berhman, Malfoy, Herman, Mompou, Quesnay, Boswell… - leía Thelma en voz alta - ¡Ey Connie, tu familia está aquí!
¿En serio? – dijo Connie un tanto perdida – Yo soy de la "alta sociedad de los arrabales de mi patria" – dijo cambiando a un tono heroico y sarcástico – O sea, de ni idea que mi tribu y yo estuviéramos allí. Realmente se aprenden muchas cosas en este lugar, ya no hará falta de que me ates para traerme, Lily.
Sabes que debes estudiar en algún momento de tu vida – le dijo Lily - ¿Dónde está? – exclamó molesta, dando vuelta una página.
¡Allí! – señaló Connie al inicio de la tercera columna de nombres.
Página 2851 – leyó Maggie, y Lily comenzó a hojear con rapidez las hojas.
Mas allá, Alexandra caminaba despacio pero sin pausa hacia la sección prohibida.
¡Alex, lo encontramos! – le dijo Lily mientras hojeaba, pero luego levantó la cabeza al ver donde estaba parada su amiga – ¡Sal de allí Alex!
Ay vamos Lily Evans, - dijo Alexandra – Ni Madame Pince ni McGonagall se van a molestar si les echo un vistazo.
Alexandra, no los toques, suelen tener una especie de alarma – le dijo Lily.
¿Cómo lo sabes? – preguntó Alexandra, desconfiada.
Gajes del oficio – le dijo Lily – Soy prefecto genia, ¿Recuerdas?
Solo uno, ¿si Lily? – rogó Alexandra con grandes, tristes y profundos ojos.
Muy bien – dijo Lily, rindiéndose - solo uno, pero no de los estantes del medio y los de arriba; son los que tratan de magia negra y siempre tienen un seguro– le dijo Lily distraídamente volviendo al libro frente a sí.
Bueno... – dijo Alexandra, tampoco prestando atención.
Aquí, página 2851 – dijo Lily, colocando el libro de manera que lo vieran todas. Decía:
Familia Dolcamara
Familia que remonta sus orígenes a la edad media. Procedente de Italia, los Dolcamara emigraron posteriormente a Portugal y luego en el período del Renacimiento, a Inglaterra, debido a una disputa que tenían con los Gaillardia (familia del sur de Italia, ver página 3581 y también el capítulo Familias altamente enemistadas ). Se caracterizan porque sus miembros generalmente se dedican a las ciencias, ya sean mágicas o muggles, muchas veces combinando ambas. Una excepción a esto es Abdel Dolcamara (1581 – 1619) quien simplemente fue a Florencia a dedicarse a ser trovador, y luego se dedicó a ser médico ambulante (muchas veces engañaba a tontos pobladores de pueblos pequeños vendiendo cosas como elíxires de amor falsos). El escudo de la familia Dolcamara refleja su dedicación a las artes y a las ciencias. Como se puede observar a la imagen en la siguiente página (todas las chicas miraron a la derecha del libro) en el escudo está representado el dragón de las luces (también llamado dragón del día por su color dorado), y bajo cuyas patas se encuentra un libro, con el cual simbolizan su dedicación a las ciencias. El dragón se encuentra al amparo de una ventana de estilo gótico, con dos dragones más pequeños sobre dos cornisas, uno de los cuales lleva una espada y el otro una lanza, a modo de guardianes. En la parte superior del arco se lee la inscripción en latín "Vitam impendere vero" que traducida significa "Una vida consagrada a la verdad", de nuevo haciendo alusión a su dedicación a las ciencias.
¡Igual que el baúl! – exclamó Maggie emocionada.
Los Dolcamara han contribuido en muchas ocasiones al avance de las ciencias mágicas, como en el mejoramiento de hechizos y en la construcción de varios artefactos mágicos. Los más famosos en la familia Dolcamara son sin duda el matrimonio de Carlina y Plinio Dolcamara (Carlina Dolcamara: 1659 – 1712 Plinio Dolcamara 1650 – 1709) Ambos esposos eran muy buenos inventores. A Carlina Dolcamara se le atribuye la invención del Falsoscopio (NA: sinónimo: Chivatoscopio) debido a su necesidad de saber si sus hijos Enriquetta y Gêrard mentían o no acerca de si entraban al laboratorio de la familia para robar un poco de poción agrandadora (invención de Plinio Dolcamara) con la que agigantaban dulces. Según algunos expertos, a los hermanos Gêrard y Enriquetta Dolcamara (Gêrard Dolcamara: 1680 – 1735 Enriquetta Dolcamara: 1685 – 1740) se debe la invención de las primeras plumas de azúcar a causa de una explosión que provocaron accidentalmente al entrar al laboratorio de sus padres y regar sobre unas plumas para escribir no solo dulces varios, sino también un par de pociones indeterminadas (la historia es cuestionada por varios historiadores, intentando confirmar si es cierta o no). Desgraciadamente, el uso del Falsoscopio creado por Carlina Dolcamara es muy cuestionado, ya que no pudo perfeccionarlo y nadie lo ha intentado, debido a la falla de que gira todo el tiempo, ya que por todos lados hay gente mintiendo acerca de alguna cosa. Plinio Dolcamara, además de inventar la poción agrandadora, también inventó el encantamiento de cambio de color, y perfeccionó el encantamiento de escudo (debido a que Carlina se enojaba con el porque siempre llegaba a casa a altas horas de la noche luego de salir de parranda y le tiraba un sin número de objetos y hechizos).
Con respecto a los Dolcamara y a su relación con el Colegio Hogwarts, se dice que Arael Dolcamara colaboró con la construcción de la sala oeste del castillo poco después de su llegada a Inglaterra a finales del siglo XIV. En cuanto a la educación, los Dolcamara habían sido autodidactas por mucho tiempo, pero con su llegada a Inglaterra, comenzaron a mandar a sus descendientes a Hogwarts, lo que originó una larga línea de Ravenclaws, con algunas excepciones. A continuación, se puede ver el árbol genealógico de los Dolcamara desde..."
Y se cortaba allí el texto al final de la página posterior al escudo de los Dolcamara. A continuación, en la otra página, comenzaba la descripción de la familia Bernoulli.
¡No está el árbol genealógico! – exclamó Thelma, disgustada.
Parece como que el texto continuaba en la página del árbol – dijo Maggie.
Miren bien chicas – dijo Lily – Vean las uniones, es como si hubieran arrancado la hoja donde estaba el árbol. Aún se pueden ver unos pequeños restos de la hoja...
¿Y si le aplicáramos un "reparo"? – sugirió Connie.
No creo que funcione, se necesita toda la hoja para que se repare, aunque esté en pedazos... – dijo Lily – ¿Dónde está Alexandra? Se está tardando mucho...
Aquí estoy... – dijo Alexandra, distraída, mirando los libros de la sección prohibida, sin saber cual elegir. De repente se concentró en uno negro del estante del medio y lo agarró.
Ven ya Alexandra – le dijo Connie – Necesitamos tu sarcasmo y mente aguda ahora.
Ya voy - dijo Alexandra, y abrió el libro.
Mas allá entre los estantes...
Realmente esas están locas – dijo Peter - ¿Se tomaron el trabajo de hacer todo eso para venir hasta acá y averiguar acerca del tipo que estaba en la vías?
De paso también nos informamos nosotros – dijo Sirius – Y no movimos ni un dedo, para variar.
Sabía que el nombre me sonaba, pero no estaba seguro – dijo James – Ahora lo que tenemos que hacer es saber quién es el amigo de la enfermería.
¿Qué hace Audrice-Fagner en la sección prohibida? – dijo Remus.
¿Qué? – se le escapó a Sirius
Miren – dijo Remus, apuntando hacia la sección prohibida.
Alexandra había entrado a la sección prohibida, y miraba a los libros con verdadero interés.
No toques los libros del medio y de arriba, por favor... – rogaba Remus por lo bajo.
¿Por qué? – preguntó tontamente Peter.
Porque esos libros suelen tener una alarma, Wormtail – explicó Remus – Es por eso que casi nos pillaron en tercero.
Ah, ya lo recuerdo... – dijo Peter.
Ya casi había olvidado eso... – dijo James con nostalgia.
Yo también – dijo Sirius - ¡Qué momentos, ¿No?
Mientras los Merodeadores estaban distraídos, Alexandra agarró uno de los libros del medio, uno de tapa negra y arabescos dorados. Lo abrió, y un sonido desgarrador emanó del libro.
¡Aaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! – gritó Alexandra por el susto, dejando caer el libro al suelo.
¡Alexandra, ¡¿QUE HAS HECHO! – exclamó Lily, quien se había llevado un susto tremendo por el sonido que hizo el libro. - ¡Tenemos que salir de aquí y rápido! – y corrió hacia la estantería, y colocó "Familias antiguas del Reino Unido y Europa" de vuelta en su lugar.
¡Rayos, activaron la alarma! – exclamó James.
Creo que sería mejor que nos movamos de una vez – dijo tranquilamente Sirius.
Los dos grupos de chicos se movieron rápidamente. Mientras las chicas avanzaban corriendo hacia la puerta de la biblioteca, los Merodeadores corrían como podían bajo la capa de invisibilidad de James. Al llegar a la puerta, intentaron salir todos a la vez, lo que hizo que Thelma se tropezara con el invisible pie de Sirius y se diera un golpe en la cabeza. Sirius no cayó, pero faltó poco para que lo hiciera y para que corriera la capa de su cabeza y la de sus amigos. Las chicas fueron por el pasillo de la izquierda, y los Merodeadores por el de la derecha.
Más adelante, Peeves había escuchado el sonido del libro, al igual que Filch y la profesora McGonagall. Los tres abandonaron lo que estaban haciendo y se levantaron, con rumbo hacia la biblioteca.
Lily, tu eres la experta – dijo Maggie mientras corrían - ¿Por donde crees que venga McGonagall?
McGonagall va a tardar un poco – dijo Lily – Su despacho es el que queda más lejos, me preocupan Filch y Peeves.
Filch está desarmado desde que Spots se marchó – dijo Thelma, agarrándose la cabeza en donde se había golpeado.
Entonces solo nos queda evadir a Peeves – dijo Connie, mientras doblaban una esquina. No muy lejos se escuchó la voz de Peeves que gritaba a todo pulmón "¡Estudiantes fuera de la cama!"
¡Allí, por ese pasillo! – exclamó Alexandra, y cambiaron de dirección.
Volviendo a los Merodeadores...
¡Saquémonos esta cosa! – dijo James - ¡No podemos correr con esto!
Ahora si ya puedo respirar – dijo Sirius, una vez que se libraron de la capa.
¡Estudiantes fuera de la cama! – aullaba Peeves dos pasillos más adelante - ¡Repitoooooo: Estudiantes fuera de la cama!
¡Peeves! – exclamó James.
¡Hay un pasillo más adelante! – dijo Remus.
¡Pero estaremos retrocediendo! – dijo Sirius.
¡No, estaremos yendo hacia la izquierda, después solo tenemos que tomar el pasillo central cerca del aula de encantamientos!
Y todos doblaron en esa esquina. Pero se encontraron a...
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH! – gritaron las cinco chicas de Gryffindor y los Merodeadores al mismo tiempo.
¡Mierda, que susto nos dieron! – le espetó Alexandra a los Merodeadores.
Pero qué vocabulario tan fino... – dijo Sirius en lo bajo con tono burlón.
Ven aquí y repite lo que dijiste en mi cara, Black – le amenazó Alexandra.
¡Ey, ey! ¡Este no es exactamente un buen momento para eso! – dijo Remus intentando calmar la situación.
Más allá escucharon a Filch que se acercaba.
Se que están cerca... – decía Filch – Salgan y seré más indulgente con ustedes pequeñas plagas...
¡En esa aula, rápido! – dijo James.
Una vez adentro, se limitaron a esperar.
Bien hecho Potter, ahora estamos encerrados – le espetó Lily.
No hables si no sabes – le dijo James, descorriendo un tapiz, revelando un pasillo secreto. - Vamos, andando – dirigió James.
El pasillo era largo y completamente hecho de piedra. Ocasionalmente habían unas pequeñas puertas que conducían a pasillos varios. James Potter iba adelante dirigiendo la fila y comprobando si era seguro salir. Dos veces casi fueron sorprendidos por McGonagall (quien se estaba volviendo loca buscando a los que hicieron semejante chirimbolo) y otra por Filch, que seguía buscándolos también.
Finalmente llegaron a un pasillo cercano a la torre Gryffindor, por donde todos salieron.
"Noche de ronda" – le dijo Lily al retrato un metro antes de que llegaran, el cual se abrió dando paso a la sala común de la torre Gryffindor. - Qué contraseña más irónica... – pensó.
Creí que nunca llegaríamos – dijo Connie tirándose en uno de los sillones.
¿Alexandra, en que demonios estabas pensando? – le regañó Lily - ¡Te dije explícitamente que los libros del medio y arriba tienen alarma!
No te entendí bien... – dijo Alexandra, un poco disminuida - Lo siento... no era mi intención... – dijo con aquella voz dulce que siempre le salía cuando hacía algo grave.
Bueno, ya no importa, ya estamos aquí... – dijo Lily, siguiendo el ejemplo de Connie.
¡Auch! – gritó Thelma cuando Maggie intentaba revisarle el golpe.
¿Te duele mucho? – preguntó inocentemente Maggie.
Ni te imaginas... – contestó Thelma.
Mañana tendrás un moretón allí, será mejor que le apliques algo... – sugirió Maggie.
¿Con qué rayos me habré tropezado? – dijo Thelma, convirtiendo un cojín cercano en una almohada con hielo y aplicándoselo en el golpe.
Conmigo no – dijo Maggie.
Tampoco conmigo – dijo Alexandra.
Conmigo menos – dijo Connie.
Pues nosotros no estábamos allí, así que con nosotros tampoco – se le escapó a Peter, y James lo pisó fuerte en el pie.
¿Y ustedes que hacían en los corredores? – preguntó Lily a los muchachos.
Eso a ustedes no les importa – dijo Sirius.
La pregunta es ¿Qué hacían USTEDES en los corredores? – preguntó James.
Citando a tu despreciable amigo, Potter – dijo Alexandra – "Eso a ustedes no les importa"
Pero siendo Lily Evans un prefecto, no creo que debería... – dijo James, cuando fue interrumpido por Connie
No nos vengas con ese cuento Potter... – exclamó - ¡Lupin también es prefecto y estaba vagando con ustedes! – dijo señalando a Remus, quién se sintió un poco avergonzado.
Creo que ese no es el punto... – comenzó James de nuevo, pero se interrumpió a si mismo al escuchar voces en el pasillo.
Alguien venía por el corredor del retrato. Una voz de mujer hablaba con otra muy ronca y de hombre.
Argus, espero que estés seguro de esto – decía la voz de Minerva McGonagall.
Los Merodeadores siempre están vagando por los pasillos de noche – dijo Filch - ¿Quién más lo haría?
Tienes razón – dijo McGonagall – Veremos si esta vez los pillamos con las manos en la masa... si no están en sus camas, juro que les doy dos meses y medio de castigo...
Ay no, esa es McGonagall – dijo Lily - ¡Rápido, suban todos a su dormitorio y pretendan estar dormidos!
Dos grupos de personas se dispersaron torpemente y chocándose entre ellos hasta llegar a las escaleras que conducían a sus dormitorios, justo antes de que la voz de Minerva McGonagall dijera "Noche de ronda" y entrara a la torre. Cuando llegó a la habitación que tenía encima la placa de "Quinto año" de los dormitorios de los chicos, encontró a sus cuatro ocupantes profundamente dormidos.
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No hay nada que perder
Cuando ya nada queda en el vaso
Y no podes saber
Que fuerte es el poder de un abrazo
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Hogwarts despertó con los rayos del sol y un frío viento del norte que precedía al otoño. El sol se colaba por los ventanales, despertando a los habitantes del castillo, e indicando que la lluvia ya se había ido. Todo indicaba que el primer día de clases en Hogwarts empezaría como de costumbre.
Dime que no tenemos con McGonagall a primera hora – le dijo Alexandra a Maggie.
Si quieres te lo digo, pero eso no lo cambia – le dijo Maggie.
La compleja ironía del destino – dijo Alexandra – La odio.
¿A quién: a McGonagall o al destino? – preguntó Connie, burlándose.
Connie, realmente me caes bien – le dijo Alexandra – No intentes cambiar eso, ¿Si?
Yo solo decía... – dijo Connie, con una cara de querer matarse de la risa.
Traten de no parecer culpables – recomendó Lily.
¿Cómo trato con esto? – preguntó Thelma, señalando al moretón que tenía en la frente.
Me hubieras pedido maquillaje o algo así – le dijo Lily.
¿Thelma usando maquillaje? – preguntó Connie – Si claro, y yo soy Rowena Ravenclaw.
Connie... – le estaba a punto de regañar Lily.
Connie tiene razón, yo no usaría maquillaje ni aunque mi vida dependiera de ello – dijo Thelma.
Que bien por ello, porque serías un insulto para las que sí lo usamos – dijo una voz siseante y malvada detrás de las chicas.
Aquí vamos de nuevo- dijo Connie, dándose vuelta con las otras chicas para ver a la que había hablado.
Detrás suyo estaba parado un grupo de chicas de cuarto para abajo vestidas como muñequitas Barbie My Scene versión Hogwarts, todas maquilladas de un color diferente y con el uniforme puesto igual (NA: ver el programa "Rebelde" para hacerse una idea). La que había hablado se llamaba Liz Parker, una alumna de cuarto año de Slytherin, que a pesar de su muy estilizado exterior, era una completa arpía por dentro. Siempre le gustaba desquitarse con Thelma y con Alexandra, quienes eran las menos "femeninas" entre las chicas (o sea, no se preocupaban por la moda, el maquillaje, los chicos, lo que dijera "Corazón de Bruja" sobre el más reciente escándalo de la cantante Aurelia Whiterspoon, o sobre quien era el jugador de Quidditch más guapo de la liga, etc., ustedes ya saben) y siempre trataba de poner a una contra la otra, intentos hasta la fecha fallidos, porque Alexandra y Thelma eran unos huesos muy duros de roer para la pequeña Liz Parker.
¡Ay, por favor, Hamilton! – gritó Liz Parker con falsa preocupación - ¿Qué fue lo que te hiciste allí? Seguro fuiste a domesticar hipogrifos con esos modales de gigantes que tienes.
También se domesticar arpías – dijo Thelma siguiendo el juego – Ten cuidado, Parker, no sea algún día te encuentre dentro del corral.
Thelma, estoy absolutamente de acuerdo con Liz – dijo Alexandra con una voz chillona y haciendo girar a todas las cabezas hacia ella, sorprendidas – Tu moretón no combina con tu vestuario, yo no puedo ser tu amiga si no lo hace.
Pues los mechones de tu pelo no combinan con tus medias – le siguió Thelma.
Tu mochila no combina con tu túnica – continuó Alexandra.
¡Eres una vergüenza para la moda! – dijo Thelma con voz chillona.
¡No, tu lo eres! – siguió Alexandra.
¡Alexandra Marié Audrice-Fagner eres una desgraciada! – dijo Thelma y simulando darle una cachetada, mientras Alexandra giró la cabeza hacia el lado contrario al que debía haberlo hecho la cachetada.
¡Mira lo que me has hecho! – gritó falsamente Alexandra - ¡Ahora nunca más podré salir en público sin una cirugía plástica antes!
¡Ahhhhh! – gritaron ambas, dando fin al espectáculo.
La cara de Liz Parker estaba roja de furia, más roja que el labial que tenía puesto. Estaba a punto de sacar la varita, cuando una chica de sexto llegó por detrás.
¿Qué está pasando aquí, Liz? – preguntó.
Hamilton y Audrice-Fagner con su habitual falta de estilo, de nuevo – dijo Liz.
La chica que había llegado se llamaba Cheryl Stearns, una chica de sexto año de Gryffindor que tenía un apego a la moda tan grande como Liz Parker. Debía ser por eso que se llevaban tan bien, aparte de que las dos eran mujeres "de mala reputación y poca moral".
Liz, el stress hace que tu piel se vea brillante y poco humectada – le regañó Cheryl – Creo que no debes pelear con Hamilton y Audrice-Fagner en las mañanas, te sacarán arrugas... hazlo en la tarde o mejor no lo hagas, no deberías enfadarte por lo que gente con falta de estilo diga...
Si, Cheryl, tienes razón – dijo Liz – Chicas, vámonos de este lugar.
Y con un chasquido de los dedos, Liz se retiró con su habitual expresión de triunfo seguido por su séquito de chicas de varias casas y diferentes edades; mientras que Cheryl pasó de largo a las chicas de Gryffindor mirándolas despectivamente pero sin dirigirles la palabra.
Liz siempre hacía lo que Cheryl le decía, adoraba a esa tipa; Cheryl Stearns era una leyenda de la moda en Hogwarts. Cheryl tenía su propio club de modas que incluía chicas desde quinto año. A Alexandra y a Thelma les divertía llamarlas "Las Plastics" por una película muggle que vieron en una ocasión. Liz había intentado ser igualita a Cheryl, por lo que fundó un club para todas las que estaban de cuarto para abajo con las potenciales a pertenecer al club de Cheryl algún día; con lo que se habían ganado el nombre de "Junior Plastics" en el vocabulario de Alexandra y Thelma. Según estos dos clubes, solo Las Plastics y las Junior Plastics tenían derecho a salir con los Merodeadores y otros chicos populares, a pesar de que a ellos no les importaba realmente quién fuera la chica, mientras la pasaran bien.
Aguafiestas – dijo Alexandra - ¡Lo estábamos pasando bien!
Señoritas, tenemos una clase a la que llegar – dijo Lily.
¡Ay, pero ya cállate! – le gritaron en broma y al mismo tiempo Alexandra y Thelma.
Por fin llegaron al aula de McGonagall. Ésta estaba esperando a sus alumnos en la puerta, al parecer tratando de identificar a un posible culpable de la revuelta. Todos pasaron, pero cuando las chicas iban a ingresar al aula, McGonagall detuvo a Thelma.
¿Qué fue lo que le pasó allí en la frente, señorita Hamilton? – le preguntó McGonagall a Thelma.
Eh.. bueno – dudó Thelma – Me caí... de la cama.
¿Se cayó de la cama? – preguntó inquisitoriamente McGonagall
Si, es que tuve una pesadilla y me agité mucho y me caí – dijo Thelma de manera no muy convincente.
Ella está en lo cierto – dijo Lily, yendo al rescate – Yo misma me encargué de ponerle hielo.
Si usted me lo asegura, señorita Evans, entonces no hay problema. Pase a ver a Madame Pomfrey después, señorita Hamilton, pero ahora todos al aula. – dijo McGonagall.
Todas corrieron hacia las dos penúltimas mesas del salón, frente al lugar de los Merodeadores, unas de las únicas mesas libres, y donde podían sentarse todas juntas.
De la que se salvaron... – le dijo James Potter a las chicas.
Cállate, Potter, este no es un buen momento – dijo Lily.
No tienen que quejarse, a nosotros nos paró también – dijo Sirius – Pero luego de un rato se convenció de que no eramos nosotros, y menos mal, porque esta vez no fue nuestra culpa.
Black, cierra el hocico – le espetó Alexandra inconscientemente.
Yo solo decía... – dijo Sirius, incómodo.
Ah, por cierto, debo pedirles un favor a los sultanes de Hogwarts – dijo Alexandra, enfadada. Todos la miraron con ojos como platos.
¿Qué se le ofrece a Alexandra Audrice-Fagner? – dijo James en tono cortés.
Alejen a su harén de nosotras o no respondo por el decrecimiento de población femenina y muy maquillada de Hogwarts – dijo Alexandra, enfadada.
Traducción Moony – pidió James.
Quiere que alejemos a Cheryl o a Liz de su camino – dijo Remus con voz aburrida leyendo la lección del día en su libro de transformaciones.
Especialmente a la segunda opción – dijo Alexandra.
Tal vez si no se metieran en el camino de ellas no se iban a meter en el suyo. – dijo Peter.
No te pedí consejos, enano – le espetó Alexandra.
Miren, - dijo Thelma, asombrosamente tranquila – Por mi no hay problema, pueden tener todos los harenes que quieran, pero no los pongan en nuestro camino o se quedan sin ninguno.
A menos que no puedan controlar ni a sus mismas "fans" – le dijo Alexandra maliciosamente a James.
Yo creo que Wormtail tiene razón – dijo James – Si no se metieran...
Nosotras no lo hacemos, ellas se meten en nuestro camino todo el tiempo, ¡Si no hicieran eso, ni siquiera recordaríamos que existen! – dijo Thelma, ahora molesta.
¿Porqué simplemente no pueden ser igual de dulces que Maggie y Connie? – dijo James – Les haría bien seguir su ejemplo, así tal vez no las provocarían tanto y terminado el asunto.
Nosotras en este entierro no tenemos vela – dijo Connie, mirando hacia el pizarrón.
Yo no entro al duelo, gracias – dijo Maggie, imitando a Connie.
Llegamos tarde a la repartición de dulzura, Potter – dijo Alexandra, ignorando el comentario de Connie y el de Maggie.
¡Silencio, clase! – dijo McGonagall luego de que todos hubieran entrado para calmar el bullicio.
Idiotas – dijeron bajito Alexandra y Thelma al mismo tiempo.
Arpías – dijeron Sirius y James.
Lily, quien no se metió en la conversación, simplemente se encogió de hombros y miró el pizarrón.
Antes de empezar la clase – dijo McGonagall – Debo informar que ayer hubo un intruso en la biblioteca, específicamente en la sección prohibida.
Auch – dijo Connie irónicamente – Justo en el blanco, Alex...
Shhhhh – dijo Maggie – Escuchen.
No hemos atrapado al culpable de esta infracción, pero lo seguimos buscando – continuó McGonagall – Al culpable no solo se le sacarán cincuenta puntos de su casa, sino que también tendrá dos meses y medio de castigos con el señor Filch. Les digo esto por si alguna vez intentan seguir este hecho, para que estén avisados de lo que les espera. Y antes que me olvide... – dijo, mirando a una alumna sentada al frente – La señorita Cambridge estará cursando con ustedes el quinto año. Trátenla con respeto y ayúdenla en lo que puedan.
Hizo que una chica de unos trece años y con el pelo teñido de color lavanda y recogido en dos trenzas se levantara. Su nombre era Karel Cambridge, una alumna de Gryffindor que era un verdadero prodigio. En solo dos años que había ido a Hogwarts ya había terminado los primeros cuatro años básicos, y ahora, a los trece, iba por el quinto, el año de las MHB. Hasta ahora, los de Ravenclaw se preguntaban cómo era que no había terminado en su casa.
Ahora, abran sus libros en la página 156, repasaremos los hechizos básicos para los MHB...
Pero falta mucho para las MHB, profesora – dijo un estudiante de Hufflepuff, casa con la que compartían la clase.
Por lo que tienen que empezar a estudiar ahora, señor Rinley – dijo secamente McGonagall.
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Yo no se...
Que nadie te dijo para que todos están aquí
Yo se, la soledad
Te da un cierto confort
No te deja mirar
Eterna soledad...
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Annabelle, en la mañana tu llevarás a Irine a King Cross – decía una voz de hombre – Ismail y yo iremos por las vías del tren para despistarlos, y después te alcanzará en la estación, yo iré hacia otro lado y los distraeré lo más que se pueda.
Saumell, no creo que deberíamos separarnos ahora, Irine está muerta de miedo, y si algo te pasara yo... – decía Annabelle rápidamente, como si estuviera desesperada.
Estaremos bien Annabelle – dijo Saumell, el dueño de la otra voz – Estaremos bien.
No, no estarán bien... – decía el observador desde donde estaba escondido – No lo hagan...
¿Pero dónde estaba realmente? Definitivamente no era el armario de las escaleras, era otro lugar, uno muy iluminado y de paredes altas, mucho más grande que el armario.
Abrió bien los ojos, y las luces de los ventanales lo encandilaron. Apenas podía sostenerse sentado, y cuando intentó ponerse de pie, casi se cayó. Una mujer, al ver que se había levantado, se acercó rápidamente para atajarlo.
¡No debería levantarse así, joven! – lo regañó - ¡Aún se encuentra muy débil!
¿Que...? ¿Quién...? ¿Quién es usted? – preguntó a la mujer - ¿Dónde estoy? Por favor, deténganlos... – pero no pudo escuchar la respuesta, porque volvió a desvanecerse.
En el pasillo cercano a la enfermería...
Odio cuando McGonagall está enojada – decía Alexandra.
Si no la hubieras hecho enojar con lo de ayer... – comenzó Lily.
Ya he dicho que lo siento mucho – dijo Alexandra – Ya he aprendido la lección...
Miércoles, siento que mi cabeza va a partirse en dos... – se le escapó a Thelma.
Madame Pomfrey debe tener algo que calme el dolor... – dijo Maggie.
Mas vale, me siento fatal... – dijo Thelma, llevándose la mano al golpe.
Al llegar a la enfermería, vieron a Madame Pomfrey como acostaba al muchacho de las vías, cerraba las cortinas de su cama y luego se levantaba, corriendo hacia la puerta, y casi atropella a las chicas.
Por favor, necesito que una de ustedes vaya a llamar al profesor Dumbledore – rogó a las cinco chicas paradas frente a ellas.
Yo iré – se ofreció Lily, y comenzó a correr por el pasillo.
¡Yo voy contigo! – le siguió Connie.
¿Qué está pasando, Madame Pomfrey? – preguntó Maggie.
El joven... está despertando – dijo Madame Pomfrey.
Madame Pomfrey, todo esto es muy fascinante, pero le imploro que me de algo para la cabeza mientras llega el profesor Dumbledore... – le rogó Thelma, a punto de caerse por el mareo que le daba el dolor.
Siéntate allí – le indicó Madame Pomfrey.
Vaya Thelma, nunca creí que tendíamos una excusa real para estar aquí – dijo Alexandra. - ¿Sabes a cuántos Madame Pomfrey ya habrá echado de aquí en lo que va de la mañana?
No deberías ser curiosa – dijo Maggie a Alexandra – Thelma toma su medicina y se va con nosotras.
Por favor, no se peleen, no estoy de humor... – dijo Thelma, mientras se recostaba en la cama.
¿Creen que podría echar un vistazo? – dijo Alexandra - ¿Para ver quién es?
Alexandra... – le regañó Maggie – Ayer casi haces que nos expulsen ¿y ahora esto?
Pero soy curiosa... – dijo Alexandra, con sus acostumbrados grandes, tristes y profundos ojos.
Ten, niña – dijo Madame Pomfrey, con un frasco lleno de pastillas de colores – Tomate dos de estos – sacó dos azules – Y uno de estos – sacó una naranja – Eso debe sacarte el dolor y el color de ese golpe, por lo menos por ahora...
Poppy, las señoritas Evans y Boswell dicen que tu me mandaste llamar – dijo la voz preocupada del profesor Dumbledore, hablando de Lily y Connie.
Si, profesor – dijo Madame Pomfrey – Es el joven... ha despertado, pero se ha desvanecido de nuevo.
¿Ha dicho algo? – preguntó el profesor Dumbledore.
Naturalmente preguntó donde estaba, y también dijo algo sobre detener a alguien, pero no pudo completar la frase, se desvaneció de nuevo – dijo apresuradamente Madame Pomfrey, pero luego se calló por un momento.
Desde la cama del joven se volvieron a escuchar sonidos. Estaba despertando de nuevo.
Señoritas, debo pedirles que se retiren – pidió amablemente el profesor Dumbledore a las chicas.
No se preocupe profesor Dumbledore, - decía Lily, empujando al resto de las chicas fuera de la enfermería – Ya nos vamos.
Gracias Madame Pomfrey... – alcanzó a decir Thelma antes de que Lily la arrojara al pasillo.
El profesor Dumbledore miró como la puerta se cerraba tras Lily Evans. Y luego concentró su atención hacia el joven. Estaba despierto, pero claramente un poco mareado. Madame Pomfrey le estaba dando una especie de tónico que lo reanimó pocos momentos después. Entonces, el profesor Dumbledore se acercó a la cama del muchacho y se sentó en una silla que Madame Pomfrey había colocado junto a la cabecera.
Tenga cuidado con el, Albus, aún está muy frágil – dijo Madame Pomfrey.
Lo tendré. Muchas gracias, Poppy – dijo el profesor a Madame Pomfrey, quién se retiró a su oficina al final del pasillo.
El muchacho ahora estaba consciente, pero un poco confuso. Miraba a la enfermería, intentando saber dónde se encontraba. Luego se fijó en el profesor Dumbledore.
¿Quién... ¿Quién es usted? – preguntó al profesor Dumbledore.
Mi nombre es Albus Dumbledore, y te encuentras en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería – respondió Dumbledore.
El Colegio Hogwarts... – murmuró el muchacho, como intentando recordar.
Fuiste encontrado en las vías de tren por donde transita el Expreso de Hogwarts, el tren que trae a los alumnos al colegio – explicó Dumbledore, por si el joven aún no entendía – Luego fuiste trasladado a la enfermería del colegio.
El joven se encontraba muy desorientado. Parecía que no entendía muy bien lo que el profesor Dumbledore le estaba diciendo.
Luego de encontrarte en las vías, fui al Ministerio de la Magia a informar de tu situación. – continuó Dumbledore, con voz tranquila- ¿Recuerdas tu nombre? Querríamos encontrar a tu familia, para informarles acerca de lo que pasó.
Yo me llamo... – se esforzó el joven – yo.. yo.. no puedo.. no recuerdo... mi nombre...
Está bien – lo tranquilizó Dumbledore – No hace falta que lo recuerde en este momento. Por favor, descanse e intente mantenerse tranquilo. Aquí está a salvo.
Dumbledore llamó a Madame Pomfrey.
Poppy, si el joven reacciona y recuerda algo, por favor, avíseme – dijo Dumbledore.
Si, no se preocupe, Albus, yo lo cuido – respondió Madame Pomfrey.
Así, el profesor Dumbledore se retiró de la enfermería. Cuando Madame Pomfrey se dio la vuelta para atender de nuevo al joven, lo vio parado al final de la cama, donde habían puesto todas sus cosas sobre una mesita ratona. Parecía concentrado en el baúl (ahora reparado) y en el escudo que se veía en la parte superior.
Vamos, joven – le dijo Madame Pomfrey – Debe descansar, aún no se ha repuesto totalmente...
Dolcamara... – leyó el joven en la tapa del baúl.
La misma voz de mujer que había escuchado en su cabeza antes de despertar volvió a sonar en su cabeza, trayendo recuerdos que ahora se encontraban sepultados en su cabeza, y que le eran imposible traer a su voluntad.
¡Ismail Ferdinand Dolcamara! – lo llamó la voz de mujer - ¿Cuántas veces te he dicho que no desordenes el laboratorio?
La mujer le había hablado... lo había llamado Ismail.
Si, niño... – le decía Madame Pomfrey – Es lo que dice en el baúl.
No... no me entiende... – le dijo el joven – Dolcamara... ese es mi nombre... Ismail Dolcamara... – pero se volvió a sentir débil y mareado, por lo que en lugar de volver a intentar levantarse, se dejó acostar por la amable enfermera.
¡Profesor Dumbledore! – gritó Madame Pomfrey asomándose por el pasillo - ¡Venga rápido!
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Eterna Soledad...
Sé que la gente busca tu consejo
Hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
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Albus Dumbledore, Minerva McGonagall y Madame Pomfrey se encontraban en la oficina del director.
Así que el joven ha recordado algo, Albus – decía la voz de Minerva McGonagall.
Así es, Minerva – dijo Albus Dumbledore – Dice que su nombre es Ismail Dolcamara. Pero no puedo decir nada más, volvió a desmayarse.
Debe de haberse golpeado muy fuerte la cabeza – dijo Madame Pomfrey – Y no puedo insistir en la pócima que le doy para que quede despierto, no es recomendable darla en altas dosis.
Está bien, Poppy – dijo Dumbledore – Trátalo como puedas, no hay apuros.
Pero ahora que sabemos su nombre, ¿Qué debemos hacer, Albus? – preguntó McGonagall.
He informado al Ministerio, ellos se encargarán de investigar – dijo Dumbledore.
Pero ahora que recuerdo... – dijo Minerva McGonagall, como acordándose de algo – Los Dolcamara iban a mandar a sus dos hijos este año a Hogwarts. Una pequeña niña y...
Un joven al que habían educado ellos mismos – finalizó Dumbledore.
¿Es eso posible? – preguntó Madame Pomfrey.
Si, Poppy, a veces las familias optan por educar ellos mismos a sus hijos – dijo Dumbledore – Y los Dolcamara estaban más que capacitados para educar a sus hijos, aunque desde que declinaron la invitación para su hijo mayor, he escrito todos los años, por si alguna vez cambiaban de opinión.
Los recuerdo... – dijo McGonagall – En mis primeros años de enseñanza, Saumell Dolcamara y Annabelle Amundsen.; ambos de Ravenclaw y con unas de las notas más altas que he visto hasta ahora.
Los que casi incendian la sala de pociones – recordó Madame Pomfrey.
Si Poppy... – dijo McGonagall - Luego de que se casaron, ambos entraron al Ministerio como Inefables. Desde entonces no he sabido de ellos.
Trabajan en un proyecto para el departamento de misterios desde hace más de una década – dijo Dumbledore, desconcertando a ambas mujeres – Además, la vida de un Inefable siempre es peligrosa. Como trabajan en el departamento de Misterios, existe el riesgo de que los sigan. Siempre hay gente interesada en los secretos que puedan saber, por lo que generalmente optan por esconderse.
Por eso no enviaron a los niños a Hogwarts – dijo Madame Pomfrey – Por si alguien les hiciera daño con el propósito de que digan algo.
Exacto, Poppy – dijo Dumbledore – Aunque este año, ambos niños planeaban asistir a Hogwarts. La más pequeña tenía edad para ir en primero, y el mayor debía ir en quinto.
¿Pero qué pasó? – dijo Minerva McGonagall - ¿Porqué simplemente este joven no fue a la estación en lugar de ir por las vías del tren y abordar después? La estación de King's Cross es mucho más segura...
Es una pregunta que me estoy haciendo desde que miré el escudo de los Dolcamara por primera vez en el Expreso de Hogwarts – dijo Dumbledore.
¿Qué será lo que le ocurrió a Ismail Dolcamara para haber terminado en las vías del tren? ¿Qué habrá detrás del misterio de los Dolcamara? ¿Será que Connie decidirá grabar un disco de villancicos con Maggie? No se pierdan el siguiente capítulo de "¿Quién te dijo que antes todo era más fácil?": "Un día Normal"
El pequeño Rinconcito de Ceres
Donde están las respuestas a tus preguntas
Hellos, hellos, hellos! De nuevo yo y mi historia más divagada que nunca... ya se, ya se, divagué mucho en esta historia, pero creo que el final es el que salva al cap 3... Bueno... YA SABEMOS QUIÉN ES EL PERSON DE LAS VÍAS! Eso es un gran adelanto, verdad? Pero qué tiene que ver con los demás, es decir... Qué tiene que ver con los Merodeadores, Dumbledore y todos los demás? Pues no se los voy a decir ahora! JAJAJA! (estoy mala hoy, verdad? ) Lo único que les digo es que esta historia hace justicia al título: antes, nada era más fácil. Bueno, bueno... pasando a otro tema... el título seguro no es tan difícil de interpretar, habla de que este año habrán muchas preguntas, y como dije en "El Pequeño rinconcito..." del cap anterior, este año va a ser muy movido... Ah, y por supuesto, ya saben que siempre espero sus sugerencias con respecto a la música, saben que pueden ponerme la letra con el nombre y el autor así se de quién es, y si va acorde, la coloco en un cap del fic... Con respecto a la música de este cap, es "Eterna soledad" del grupo argentino "Enanitos Verdes", la letra es muy buena y la melodía ni que decir (por lo menos a mi me gusta mucho) No se si el grupo es muy conocido, pero de seguro los que viven en Argentina o por lo menos en el MERCOSUR deben haber oído vagamente de ellos... Para finalizar, a modo de curiosidad, aquí va la letra:
"Eterna Soledad" (Enanitos verdes)
Eterna soledad
El tiempo danza en la madrugada
Y no podes dormir
Si están todas las luces apagadas
Ya se fue el tren
Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
No hay nada que perder
Cuando ya nada queda en el vaso
Y no podes saber
Que fuerte es el poder de un abrazo
Ya se fue el tren
Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
Yo no se
Que nadie me dijo para que todos están aquí
Yo se la soledad
Te da un cierto confort
No deja de mirar
Eterna soledad...
Sé que la gente busca tu consejo
Hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
Pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo
Ah, y por cierto, no soy dueña de la letra de "Eterna Soledad" de Enanitos Verdes, Los personajes de JK Rowling y el personaje "Alexandra Audrice Fagner" de MabruBlack, yo solo los uso por un ratito...
Nos vemos en el siguiente cap!
Ceres Shamandalie Valentine
