Una luz brillante inundó la circunferencia en que el joven rubio se encontraba antes de desvanecerse por completo. Permitió que sus rodillas se doblaran y se dejó caer en el suave pasto mientras la brillante luz del sol iluminaba la inmóvil figura de Draco Malfoy. Lo observó con una sonrisa amarga. El hechizo había requerido de todas sus fuerzas. El joven Malfoy se resistió hasta el último minuto. 'Debía tener consigo la varita de Weasley para despertar a Granger' razonó '¿Por qué no la utilizó para defenderse?' observó los alrededores buscando alguna pista del paradero de la varita antes de reparar en que el rubio no llevaba sino las ropas muggle que había estado vistiendo bajo la prenda 'La varita se encontraba probablemente en la capa' sus ojos se abrieron con horror 'Ahora Granger debe tenerla consigo, pero el hecho de que no la haya utilizado aquí sugiere que desconoce ese hecho o que tiene un plan mucho más elaborado. Malfoy siempre ha jugado con la mano ganadora. Esto podría ser peligroso...'
Aplausos apagados a sus espaldas interrumpieron sus reflexiones.
Cuando la luz del círculo desapareció por completo, el mayor de los dos hombres de dejó caer de rodillas. Aún de pie en el mismo lugar y con la cabeza extrañamente gacha, Draco Malfoy permanecía rígido.
La luz de la mañana iluminaba perfectamente el lugar y la extraña escena. El recién llegado esbozó una sonrisa entre las sombras de los árboles. Empezó a aplaudir.
-Por un momento pensé que lo arruinarías. El plan contemplaba deshacernos de la sangre sucia de la forma más dolorosa posible, pero en su lugar, parece que encontramos una forma más efectiva de hacer el trabajo sucio.
El otro hombre se acercó al orador y realizó una corta reverencia.
- Entiendo que entonces mi trabajo ha concluido. Supongo que mi prenda me será devuelta.
El rostro del primero se ensombreció.
-Me temo que llegué muy tarde- dijo en voz baja- La han ejecutado- puso una mano en el hombro de su subordinado, que palidecía bajo la capucha, en ademán conciliatorio- pero se arrepentirán de haberlo hecho... –Dirigió una mirada furtiva a Draco y añadió con una sonrisa cruel- Daremos a cada quién lo suyo...
Hermione salió del claro tan pronto como fue posible. No tuvo el valor de mirar atrás porque sabía que de haberlo hecho, hubiera sido incapaz de irse sin él; de dejarlo a merced de su captor.
La luz de la mañana hacía el camino menos siniestro, pero la luz podía ser engañosa. La neblina no parecía disiparse y el bosque que crecía salvaje a su alrededor dificultaba cada paso que daba. Tenía la impresión de estar caminando en círculos, sin saber en dónde estaba o cómo salir. Observando las vagas formas de los árboles, dio rienda suelta a los pensamientos que parecían plagar su mente. Cada vez que él aparecía en su vida, enormes cambios y terribles sucesos parecían empezar. Pero de la misma manera en que los personajes de las tragedias griegas luchaban contra el destino sin éxito, ella no creía posible evitar que Malfoy formara parte constante de su vida.
Su presencia era un hecho inevitable, podía intuirlo aunque no lo viera; pero la extraña naturaleza de su relación hacía prácticamente imposible darle nombre. Apenas unos meses atrás, lo encontraba tolerable y en algún momento, se convirtió en algo imprescindible para su pequeño universo. Originalmente unidos por las circunstancias, habían desarrollado una tenue amistad basada en el respeto y la admiración; en algún momento, eso se convirtió en deseo reprimido; pero apenas unos momentos atrás –podían ser horas o minutos, ella lo desconocía- cedieron el control de todo pensamiento racional a sus hormonas y su situación se complicó un poco más. Siguió caminando por entre la bruma, buscando cualquier indicio de la salida; un suave rumor de pasos la puso en alerta.
Había alguien más en el bosque, y se movía con cautela, como si buscara algo tratando de no ser visto. Dos hombres más se le unieron. Ella intentó caminar en dirección contraria, y buscar refugio en el lecho de algún árbol, pero en cuanto se dio la vuelta, ocasionó que el ruido de las hojas secas bajo sus pies la traicionaran. Se quedó inmóvil rogando porque no lo hubieran notado.
Pero la habían oído.
Los hombres se alejaron y ella respiró con alivio al notar que se movían en otra dirección. El alivio se desvaneció. No se habían ido. La habían rodeado. Se tensó al sentir sus miradas fijas, y antes de que pudiera huir, uno de los hombres la atrapó y removió la capucha que ocultaba su rostro. El cabello castaño que caía en todas direcciones la delató.
Hermione sintió alrededor de sí los brazos de su captor y sintió que un nudo se le formaba en la garganta. Pensó en Draco.
No permitiría que la atraparan de nuevo.
Lamento mucho haberles hecho esperar tanto, pero como dirían algunos listillos, se me atravesó la vida en el proceso creativo, así que tuve que dejar mis planes de lado por un tiempo. Me apena no estar actualizando con la frecuencia que les gustaría –y yo sé perfectamente cuán frustrante puede volverse el que se aguarda con impaciencia el siguiente capítulo y no hay nada-; pero los tengo siempre presentes y estoy decidida a terminar esta historia no importando cuánto tiempo me lleve.
Quiero agradecer a mis lectores –nuevos y frecuentes- su apoyo y sus reviews, especialmente a Petit Charat, Calixta y Osaky Asil Black; que más que lectoras se han vuelto amigas.
A los que empiezan la lectura, la mejor de las suertes y prometo mantenerme en contacto. En esta ocasión les dejo varios capítulos para que tengan algo en qué pensar. La próxima edición contendrá las respuestas a sus reviews, como de costumbre.
Gracias por acompañarme en esta pequeña odisea.
Exlibris
