DIGITAL TITANOMACHY
Episodio 5: Quedarse.
-¡Esto es increíble! ¡Asombroso, inmaculado! ¡Finalmente, Yggdrassil ha recompensado todas mis grandes obras trayéndome el más grande premio: un humano! ¡Un verdadero humano! –Jijimon, el Digimon anciano cubierto de pelo, no había hecho más que dar vueltas alrededor de Nikolai desde que éste llegó. Se había sentado en una mesa junto a una cabaña, junto a Guilmon, Dorumon, V-mon, Agumon y los niños, con Kyaromon vigilándolo de cerca con suspicacia. -¡Este es un milagro, niños! ¡Hay que celebrarlo!
-No llamaría a esta situación un milagro, Jijimon. –Contestó Guilmon con amargura.
-Coincido con el lagarto amargado, señor. –Añadió el propio Nikolai con desagrado. –No sé quién es, y qué espera que yo haga, pero puedo asegurarle que no soy tan especial como crees…
-Oh, créeme, niño. No tienes una idea de lo especial que en verdad eres, ninguno de ustedes lo sabe cuándo llegan aquí, pero lo aprenderán. Puedo garantizártelo, chico. En tu destino hay una enorme grandeza que te espera… -Dijo Jijimon, empujándole el pecho a Nikolai con su bastón, quien hizo una mueca y lo apartó.
-Ya, en serio. No sé dónde diablos escuchó eso de que los humanos son salvadores o yo qué sé, pero solo soy un adolescente, y no uno muy listo, por cierto. Ahora, ¿puede decirle a su… guardaespaldas que deje de mirarme como si fuera a matarme? –Pidió Nikolai, señalando a Sunflowmon que, junto a la cabaña, lo miraba fijamente con los brazos cruzados. Aunque sus ojos eran muy minimalistas, se veía que no compartía el júbilo de Jijimon por la llegada del humano.
-Oh, discúlpalo. Sunflowmon, ¿por qué la cara larga?
-No confío en él.
-Oh, por favor. ¿No te había dicho que te comportaras con el chico? Creo que sabes muy bien lo que su mera presencia significa.
-Claro que no, no soy como tú y no voy a tratar a este mocoso como a un jefe solo porque es un humano.
-Finalmente, alguien habló con algo de cordura. –Coincidió Guilmon, a lo que él y Nikolai intercambiaron miradas fulminantes mientras que chispitas salían de sus ojos.
-Además, ya lo escuchaste. No piensa ayudarnos. Démosles los suministros que necesita y que se largue. Si Lowemon sobrevivió, significa que informará que hay un humano por aquí, y este escondite no será seguro mientras lo tengamos con nosotros.
-Entonces, creo que es hora de dejar ir este lugar, ¿no crees? –Contestó Jijimon, mirando a Sunflowmon con malicia mientras se acariciaba la barba. El lagarto verde parecía procesar lo que acababa de escuchar, al igual que el resto.
-¡¿QUÉ?!
-Ya lo sabes, Sunflowmon. Los Digimon debemos ayudar a los humanos a cumplir su destino, incluso si hay que hacer sacrificios.
-¿Quieres echar todo lo que tanto nos costó construir a la basura? ¡¿Por él?! –Sunflowmon señaló a Nikolai furioso, y el joven se encogió, incómodo. -¿Acaso perdiste la cabeza finalmente?
-Por supuesto que no, Sunflowmon. Todo lo que logramos, este lugar, siempre fue solo temporal. ¿O qué? ¿Planeabas usar a Chamelemon como sistema de camuflaje por el resto de su vida?
-No, pero…
-Es hora de irnos, Sunflowmon. Nos hemos escondido de nuestro destino demasiado tiempo. Y finalmente, ese destino ha venido y ha tocado nuestra puerta. Es nuestro deber responder al llamado.
-Hey, yo no pedí venir aquí a contestar ningún "llamado". –Intervino Nikolai, poniéndose de pie. –Solo quiero volver a casa, ya renuncié a esta cosa de la guerra porque no quiero que me maten, ¿okey? Si no van a ayudarme, está bien, pero no quiero que me sigan comprometiendo a nada sin mi consentimiento, ¿entendiste, anciano?
-¿Lo ves? El humano ya tomó una decisión, saquémoslo de aquí y sigamos con nuestras vidas. Tenemos mucho que perder si decidimos poner un pie allá afuera…
-Sunflowmon.
-No voy a permitir que vuelvas a sacrificarnos a todos por uno de tus delirios. –Sentenció el susodicho, y todos se quedaron callados. –Nos quedaremos, fin de la discusión.
-Oh, rayito de sol, tú no tomas mis decisiones.
-Lo hago desde que Leomon termina casi muerto por enviarlo a esa misión con los niños. –Los cuatro jóvenes Digimon presentes bajaron la cabeza. –Te lo advertí cientos y miles de veces, pero nunca me escuchas. Casi los perdemos, a los cinco, por tu tonta decisión de querer darles más "independencia" y que aprendieran a defenderse a sí mismos en esta estúpida misión, ¡y casi los matan por eso! ¡¿Y ahora me dices que vendamos la vida que tenemos y vayamos todos a una guerra que no podemos ganar?! ¿Todo por un humano? Lo siento, Jijimon, pero cumpliré con el deseo de Swanmon. No dejaré que los niños salgan heridos otra vez.
Nuevamente, silencio. Los cuatro Digimon Nivel Novato sentados en la mesa ni se atrevían a mirar a Sunflowmon a los ojos, algo que extrañó mucho a Nikolai, quien los miró uno por uno hasta llegar a Guilmon, y luego desvió su mirada hacia los dos Digimon mayores, que intercambiaban potentes miradas sin decir nada más.
-¿Solo vas a esconderte? –Murmuró Nikolai, a lo que Sunflowmon lo miró fijamente.
-¿Qué?
-¿Tu plan? ¿Vas a esconderte con todos aquí, por siempre?
-No, el plan es que los niños logren crecer y volverse fuertes antes de enfrentar de nuevo a la Legión Oscura, y tú no vas a usarlos como a tus soldados de guerra como si fueran herramientas…
-Pero, ¿qué sucede si no están listos a tiempo?
-¿A qué te refieres…?
-¿Si la Legión Oscura los encuentra primero? ¿Qué harás? Ya no podrán esconderse aquí. Tendrán que huir.
-Eso no ha ocurrido, ¿verdad?
-Pero ocurrirá algún día, lo sabes, ¿cierto?
-Nikolei, ¿qué estás tramando?
-Es Nikolai, y silencio, los mayores estamos hablando.
-Escúchame, humano. No sé qué pretendes, pero no eres más que un turista en este mundo, no puedes opinar sobre esta situación, porque no la entiendes.
-Es cierto, no la entiendo. No sé nada de nada, pero sé que solo esperar a "estar listos" no va a solucionar nada. Si tienen que actuar ahora, tienen que actuar ahora. Tienen que arriesgarse.
-¿Y por qué deberíamos actuar ahora? Estamos seguros aquí…
-Por ahora.
-¿Disculpa?
-Tú mismo lo dijiste, Lowemon escapó, e informará que hay un humano ayudando a los miembros restantes de la única resistencia que les causó problemas en el pasado. Obviamente no lo dejarán pasar. Por eso vinimos aquí con tanta precaución, porque deben estar buscándome. Quizás no tarden en encontrar este lugar…
-Tú… maldita rata… -Sunflowmon se acercó peligrosamente hacia Nikolai, y Jijimon se interpuso entre ambos. -¡¿Qué estás insinuando?!
-Que estás provocando que tus "niños" se sientan atados a un hogar que no es seguro, y no sabes por cuánto será "seguro". Básicamente, los mantienes encerrados aquí como si estuvieran a salvo, solo ignorando la realidad del mundo en el exterior.
-El mundo del exterior se los comería vivos. Esa es la realidad.
-¡Exacto! Pero tú no eliges si van a tener que enfrentar esa realidad o no algún día. Y digo, míralos. Sin ofender, niños, pero es obvio que no han puesto un pie afuera en un largo tiempo.
-Nunca, en realidad. –Comentó Caprimon, pero se mordió la lengua cuando Sunflowmon le lanzó una miradita asesina. Nikolai frunció el ceño.
-¿Los has mantenido encerrados aquí, toda su vida? –Preguntó, poniéndose todavía más serio. -¿Acaso siquiera saben lo que está pasando afuera?
-Están a salvo, es todo lo que importa.
-¡No saben el peligro al que se enfrentan! ¡Lo que podrían tener que enfrentar en cualquier momento!
-Eso solo sucedería, porque tú estás aquí. –Le interrumpió Sunflowmon, ensombreciendo su mirada. -No debiste haber venido, quiero que te largues.
-Bien, pretendía irme de todas formas. Pero incluso si es verdad o no, ya estoy aquí. Y si me quedo o me voy, sus enemigos seguirán buscándome por todas partes. Enfrenta la verdad y deja de ser un maldito cobarde, los estás volviendo ignorantes del destino que podrían tener, en lugar de advertirles del peligro. Eres un egoísta.
-¡Ese no es tu problema! –Sunflowmon golpeó la mesa con su enorme mano y la destrozó en pedazos. El impacto mandó a volar a Nikolai, quien rodó por el césped hasta detenerse derrapando por el suelo. Se levantó jadeando y miró a Sunflowmon, quien también jadeaba, pero ahora su furia se estaba desvaneciendo y solo se veía su arrepentimiento. –Yo…
-Sunflowmon, basta. –Kyaromon se interpuso entre el enorme monstruo y el humano. –Esto no va a arreglar nada.
-¿Estás bien? –Dorumon se había acercado a Nikolai junto con Agumon, V-mon y un ensimismado Guilmon, pero el humano solo miraba fijamente a Sunflowmon con el ceño fruncido y ojos entornados.
-Sí, lo estoy. –Finalmente, Nikolai se incorporó, acomodándose la chaqueta sin dejar de mirar al enorme monstruo que lo atacó. –Un gusto conocerte, Sunflowmon.
Y sin mediar otra palabra, comenzó a caminar hacia una choza sin mirar atrás. Los Digimon presentes intercambiaron miradas, y Sunflowmon desvió la suya antes de retirarse en otra dirección. Mientras, Chocomon, Gummymon y Pusurimon volvían con unos extraños hexágonos amarillos con símbolos digitales escritos.
-¡DigiBytes a su mesa, a la orden! –Anunciaba el erizo, hasta que se percató de que ya no había mesa. -¡Hey, qué rayos sucedió aquí!
-¿Nos perdimos la fiesta? –Preguntó Gummymon, ladeando la cabeza con curiosidad, a lo que Jijimon les miró con algo de pena.
-No, niños. No se perdieron nada. Solamente cosas de adultos.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-¿Estás bien? –Agumon, V-mon y Dorumon asomaron la cabeza dentro de la habitación, donde Nikolai intentaba relajarse sin mucho éxito en una cama hecha de paja.
-Considerando de que casi me aplastan dos veces hoy por lo menos, sí. –Nikolai intentaba acomodarse para encontrar una postura tolerable, pero finalmente se hartó y se incorporó. -¿Cuál es el problema de su amigo, el grandote? Es un completo imbécil.
-No es un imbécil, es solo muy desconfiado, y agresivo, y gruñón.
-Se parece un poco a Guilmon. –Señaló Agumon, inmediatamente recibiendo una mirada matadora del Digimon rojo.
-Oh, eso explica por qué no me cae bien.
-¡Te estoy escuchando! –Guilmon se asomó furioso por la puerta, pero finalmente ablandó su mirada con fastidio. –Y… no lo culpes. Ha pasado por muchas cosas, todos nosotros las hemos pasado.
-Y eso no es una justificación para que sea un imbécil. –Aclaró Nikolai, dándose cuenta de la ironía, pero se mordió la lengua. Todos se lo quedaron mirando. Nikolai se sonrojó. -¡Ya, déjenlo estar! Pronto ya no tendrán que soportarme de todos modos…
-¿En serio vas a irte?
-Ya oíste a su amiguito verde, y supongo que no debo recordarles esto. –Nikolai se señaló el ojo moreteado y Guilmon desvió la mirada. –Si no me quieren aquí, no tengo por qué quedarme. Y por lo que veo, su amigo el grandote prefiere esconderlos aquí hasta que los encuentren y maten a todos, o yo que sé. No es mi problema.
-Sigues siendo un egoísta a pesar de que te salvamos el pellejo, por lo que veo.
-Eso fue favor por favor, no lo olvides.
-Ya, ya… -Guilmon se permitió sonreír y se recargó contra el umbral de la puerta con una mirada pensativa. –Oye…
-Además… -le interrumpió Nikolai, mirándolo distraídamente. –Sé que ustedes no le harán caso a ese imbécil de todos modos. Estoy seguro de que son más listos que él y no van a quedarse de brazos cruzados esperando su fatal destino, ¿verdad?
Los cuatro Digimon intercambiaron una mirada, antes de sonreír.
-Leomon nos mataría si solo nos resignáramos a morir.
-¡Pero!, he de añadir que Sunflowmon no piensa resignarse. Ese tipo no conoce la palabra "rendirse". –Indicó Dorumon rápidamente.
-Esperar a que todos mueran es igual a rendirse, para mí. –Refunfuñó Nikolai.
-Nah, él es más bien… retraído. Nunca le gustó que resolviéramos nuestros problemas con la violencia. –Contó Dorumon, sentándose junto a Nikolai en la cama. –Sabía que había maneras mejores de conseguir la paz, que podíamos ser más que simples máquinas de guerra por el resto de nuestras vidas y arrastrar a nuestro mundo con nosotros a la aniquilación.
-Siempre trató de hacer una tregua con la Legión Oscura, un acuerdo en el que ambas partes salieran beneficiadas y nadie saliera herido, pero el día en el que la Resistencia Dorada cayó… él cambió. –Intervino Agumon.
-¿En qué sentido?
-Sunflowmon siempre era el pacifista que odiaba la violencia. –Dijo V-mon. –No le gustaba vernos entrenar y aunque era un enojón, jamás habría lastimado ni a una flor.
-Pero la noche en la que casi todos los que conocíamos murieron, él no mató a solo un Digimon de la Legión Oscura. –Finalmente Guilmon se unió a la historia, con un tono más oscuro de lo habitual.
-¿Eh? ¿A qué se refieren?
-Mató a docenas. –Nikolai se quedó quieto. –Él solo, con sus propias manos. El Digimon que jamás había lastimado a nadie. Hizo una masacre, para protegernos.
-Gracias a él, y a Leomon, Swanmon, Jijimon y Chamelemon, seguimos con vida. –Dorumon bajó la mirada, ensimismado. Parecía estar recordando cosas que no quería recordar. –Les debemos todo a ellos, pero Sunflowmon… nunca volvió a sonreír después de ese día. Nunca volvió a ser feliz. Creo que todavía se siente culpable, por haber sido tan ingenuo, o es incapaz de perdonarse por no haber sido capaz de mantener su integridad de no herir a otro Digimon.
-Jamás lo superó. –Concluyó Guilmon, serio. Nikolai se quedó pensativo unos instantes, logrando finalmente acostumbrarse a la picazón que le provocaba la cama de heno.
-Sigue siendo el mismo de antes. –Concluyó el joven, a lo que el resto le miró con confusión.
-¿Eh?
-Piénsenlo, un lagarto digital que vivía en su ilusión de paz y no se atrevía a dañar a nadie, decide, luego de perderlo todo, esconderse y no contraatacar, sin importar cuánto pueda estar en riesgo. Solo se limita a esperar a que algún día alguien venga a matarlo. Sigue sin querer pelear, a pesar de que "haya cambiado", sigue siendo un cobarde.
-Tú no eres nadie para llamarlo así.
-Yo soy un humano.
-Ja, claro. Dices eso como si la palabra significara poco o nada para nosotros.
-¿Quién te entiende? Tú mismo lo dijiste, soy un lastre, ¿verdad? –Nikolai sonrió con sarcasmo, a lo que Guilmon se quedó callado. –Solo sirvo para estorbar, estar parado y darles estrategias. No puedo pelear, ni puedo ayudarlos a ganar esta guerra, porque soy suave y frágil, y porque voy a abandonarlos a su suerte como un monstruo cobarde y desalmado a la más mínima oportunidad que tenga de largarme. –Nikolai desvió la mirada, apenado. –No soy el héroe que ese Jijimon les hizo creer que era. Solo soy un imbécil, un cobarde. No hice más que llorar como un bebé cuando me mandaron a la correccional, mientras que todos los demás ahí se mantuvieron firmes, algunos incluso seguían sonriendo dentro de ese infierno. No los conozco, pero estoy seguro de que si sobrevivieron dentro del reformatorio, seguirán sobreviviendo en este lugar, como verdaderos líderes. No como un niño inmaduro como yo…
Todos se quedaron en silencio, Nikolai con la cabeza baja, el resto viéndolo con pena, intercambiando miradas sin saber qué decir. Guilmon suspiró luego de mirar a Dorumon a los ojos, y estaba por abrir la boca cuando escuchó unos golpecitos contra el suelo de madera, acercándose, sonidito que reconoció al instante.
-Oh, chico. –Escuchó Nikolai, y alzó la mirada para ver al anciano asomarse por la puerta, sonriendo. Al caminar, daba golpecitos en el suelo de madera con su bastón. –Nadie nace como héroe.
Nikolai no respondió, y volvió a bajar la mirada. Jijimon se acercó en silencio, y se sentó a su lado.
-No importa qué tengas para decirme, no voy a cambiar de… -Le decía el joven, cuando una bola de pelos se le estampó en la cara y lo tumbó de espaldas en la cama.
-¡Nikolai! –Vitoreó Chocomon, riendo. -¿Estás bien?
-¡Me aterrizaste en la cara! ¡¿Qué te parece?! –Le gruñó Nikolai, quitándoselo de encima, solo para incorporarse y encarar al resto de los niños que llegaron, todos rodeándolo. –¿Qué diablos hacen aquí? Ni se les ocurra atarme de nuevo, eh.
-Oh, no. Aunque el postre está cancelado hasta que Guilmon y el resto traigan comida. –Comenzó Gummymon, a lo que los cuatro Digimon Nivel Novato presentes desviaron la mirada, algunos silbando. –De todos modos, Agumon dijo que tenías mal sabor.
-Por favor, como si el dinosaurio me hubiera probado antes como para saber a qué sé. –Comentó el joven en respuesta, pero miró incrédulo como Agumon silbaba con más fuerza, dándole la espalda, nervioso. -¿Agumon…?
-¡Bien, bien! Admito que traté de probarte antes de que, ya sabes, cosas pasaran.
-¿A qué demonios de refieres con…?
-Como quería decir... –Le interrumpió Jijimon y Nikolai le miró con malas pulgas. –Nadie nació como un héroe, al igual que nadie nace como un villano. Las decisiones que tomamos, son las que nos convierten en quienes seremos. Puedes elegir huir, y ninguno de nosotros te juzgará, pero también puedes elegir pelear, y convertirte en un héroe. No tienes que ser perfecto, y no cometer ningún error, si eso es lo que piensas. Tu solo apoyo, nos da tantas posibilidades que seguro ni puedes imaginártelas.
-Escúchame, ancianito. No quiero ser irrespetuoso, pero debes entender que yo no sé nada de estrategias, ni de planes, ni siquiera sabía dónde esconderme cuando las cosas comenzaron a estallar en pedazos por todos lados. Voy a terminar muerto si sigo con esto…
-Vas a terminar igual de muerto, si te vas. –Le contestó Jijimon sin alterarse, a lo que Nikolai se quedó pensativo un instante.
-Mierda…
-¡Lenguaje! –Jijimon le golpeó en la cabeza a Nikolai con su bastón, dejándolo quietecito del dolor. –Puede que todo parezca sombrío ahora mismo para ti y para tu vida, y no puedo prometerte mantenerte a salvo…
-¿A salvo? ¡Estoy seguro de que me causaste una contusión!
-Pero lo intentaré, con toda la vida que le queda a este viejo cuerpo mío. –Añadió con una sonrisa que parecía triste. Nikolai se lo quedó mirando fijamente. –No te pido que seas un líder, un guerrero o ni siquiera un espectador, pero considera este un trato de mutuo beneficio: te ofrecemos protección contra todo lo que el DigiMundo pueda lanzarte, si tú nos ayudas a erradicar a la Legión Oscura.
-¿En serio crees que eso es posible, anciano? ¿En serio crees que yo, un humano salido de la nada sin ningún tipo de experiencia en la guerra va a sacarlos de este infierno? Sigue soñando, viejo decrépito…
-Oh, diablos, claro que no. –Le interrumpió Jijimon, soltando una pequeña carcajada. -¿Creíste que tenía esperanzas de que tú solo lograras arrastrar a un grupo de criminales de guerra desplazados como nosotros a la victoria en una guerra contra el imperio más grande que haya existido? Oh, por favor.
-¿Entonces? –Nikolai trastabilló, mirando serio y expectante al Digimon antiguo, quien pareció sonreír emocionado. -¿Cuál es el plan?
-Los humanos, niño tonto. En plural. Ustedes siempre fueron el plan.
-¿Qué…?
-La profecía nunca se trató solo de ti. –Jijimon se puso de pie, y alargó su bastón para apartar una manta que cubría una profecía pintada sobre la pared, en la que Nikolai observó diez luces, encarando a un mismo ente que parecía de luz divina. En un lado, solo se observaba destrucción absoluta, y en otro, un paraíso. Pudo contemplar la imagen durante lo que parecieron minutos enteros, concentrándose principalmente en las cinco luces. Las cinco luces que los trajeron ahí. –La leyenda siempre predijo la llegada de diez humanos, que armarían ejércitos, colaborarían entre sí, y juntos, derrotarían a la mano de la oscuridad que se cernía queriendo poseer al Mundo Digital. Y tú, querido joven, solamente eres una de las piezas. Puedes no creerlo, quizás piensen de que se equivocaron de humano, pero dime una cosa, ¿una profecía de hace más de quinientos años se equivocaría cuando finalmente empieza a cumplirse? Eso me parece una tontería, si me preguntas a mí.
-¿Quinientos años…? –Nikolai no parecía creerlo, o no parecía querer creerlo. Se puso de pie, y se acercó al mural, para tocar con cuidado la imagen de la luz roja, donde se revelaba dentro de ella la figura de un humano masculino.
Él.
-Pero… no soy fuerte. Nunca lo fui. No pude salvar a mi madre, y no pude evitar que mi padre siguiera lastimando a las personas. Nunca logré nada en mi vida para merecer ser un héroe. ¿Cómo podría cambiarlo todo ahora…?
-Con tus decisiones, humano. –Jijimon posicionó junto a Nikolai y le dio una palmadita en la cintura. –Tus decisiones importan más que las de todos nosotros. Tú serás una de las llaves que abrirá las puertas a un futuro, uno mejor que el que nos depara si te vas. Nikolai, sé que no tengo derecho a pedírtelo, y te debo mi mundo por haber salvado a mis chicos, pero por favor, no puedes abandonar la tarea que te asignó el universo hace siglos. Sé que no quieres, sé que puedes tener miedo, y está bien, pero el secreto de ser valiente, es enfrentar esos miedos de todas formas, aunque sientas que tus piernas no puedan moverse, aunque no puedas respirar, debes hacerlo de todas formas. No por ser un héroe, no por ser un humano, solo por ser un hombre. Un ser vivo. Ese es tu propósito. Eres mucho más fuerte de lo que te permites admitir, puedo verlo en tus ojos…
Jijimon se quedó quieto al ver la mirada que había puesto Nikolai apenas mencionó la palabra "propósito". Nikolai parecía recordar algo muy importante, y no desclavaba la mirada del suelo.
"Defiende la vida."
Miró a cada uno de los Digimon presentes. Apenas los conocía, pero podía sentir que ninguno de ellos se merecía esto. Se había concentrado tanto en su situación, que había olvidado la de aquellos que lo rodeaban. Todos los presentes habían pasado por cosas horribles, pero seguían sonriéndole con algo de pena, y seguían luchando por un futuro mejor, aunque tenían todas las posibilidades en su contra. Incluso detrás de la tristeza en sus ojos, todavía podía ver su determinación, un sentimiento ardiente que no les dejaba renunciar, y que a él tampoco podía dejarlo así como así.
Pero una imagen le apareció en la cabeza. Un par de ojos rojos y brillantes lo miraban furiosamente mientras que alguien lo estrellaba contra una columna de mármol y le cortaba la respiración y todo se volvía difuso. Lo siguiente que vio, fue a la imagen de Jijimon y todos los demás Digimon reunidos en la habitación, esperando la respuesta del joven.
Nikolai desvió la mirada, pensativo y apenado.
-Tengo que pensarlo… -Se limitó a responder por ahora, y sintió un pinchazo de culpa al ver las miradas decepcionadas de la mayoría de las fantásticas criaturas en la misma habitación. Volvió a desviar la mirada.
-Está bien, hijo. –Nikolai se quedó quieto, y se estremeció al sentir la mano de Jijimon sobre su hombro. La calidez paternal que desprendía ese solo gesto era demasiado para él. –Toma todo el tiempo que necesites. No es como si hoy vaya a ser el fin del mundo, de todos modos.
Y el Digimon anciano se retiró lentamente, escuchándose los toquecitos de su bastón contra al suelo al caminar con su ayuda. Los niños que lo siguieron se despidieron algo tristes de Nikolai antes de abandonar la habitación, dejando solo a Nikolai y a sus cuatro primeros compañeros dentro. El humano mantuvo la mirada en el suelo, meditando, hasta notar que el resto seguía ahí, con él.
-¿Qué están esperando? ¿No van a irse también?
-No sin saber antes qué vas a hacer. –Contestó Guilmon con sequedad. Nikolai se enojó.
-Les dije que necesito tiempo para pensarlo.
-¿Por qué no lo admites de una vez? Piensas irte apenas te dejemos sin supervisión, ¿verdad? Simplemente vas a huir, sin importar lo que Jijimon te dijo.
-Él dijo que es mi decisión.
-¿Así que eliges morir ahí afuera que quedarte aquí? ¿En serio?
-Prefiero morir en cualquier otro lado que esperar a que me maten en este lugar. No voy a ser como ese Sunflowermon o como se llame.
-Ya te dijimos que lo dejes en paz.
-¿Y por qué, si los está condenando a todos a gradualmente morir como corderos en un corral? ¿Acaso insinúan que debo quedarme aquí, y morir con ustedes?
-En realidad, queremos que consideres la opción de que nadie se quede aquí, y nadie muera, ni aquí ni allá afuera. Que… aceptes la propuesta de Jijimon.
Nikolai se quedó mirando a V-mon a los ojos unos instantes, luego a Agumon, y por último a Dorumon, pero apenas sus ojos se encontraron con los de Guilmon, nuevamente frunció el ceño, y bufó.
-¿Para qué? Ni siquiera vale la pena. ¿Sacrificarme por nada? ¿De veras creen que nosotros solos lograremos hacer una diferencia?
-Ya hicimos una… -Contesto Agumon, alzando la barbilla. –Vencimos a Lowemon.
-Sobrevivimos ante él, el mismo Guilmon, aquí presente, lo dijo, ¿no es verdad? –El susodicho frunció el ceño y mostró los colmillos. –Apenas y pudimos salvar nuestros propios pellejos, ¿y quieren que salvemos los de todo un mundo? No somos nada. Si dicen que hay Digimon mucho peores que Lowemon, ¿cuál es el punto de intentar? ¿Qué evita que nos envíen a alguien contra el que no tengamos ninguna oportunidad, transformándolos o no? No somos rivales para ellos. Y nunca lo seremos, no así.
-Podemos mejorar. –Dijo Agumon, todavía intentando convencerse a sí mismo de lo que decía, Nikolai lo notó, y eso le hizo que su corazón se arrugara. Parecía darse cuenta de cómo sus propias palabras estaban despedazando las esperanzas de Agumon. –Podemos volvernos fuertes, encontrar nuevos aliados, construir nuevas bases. Podemos ganar, no solo sobrevivir. Podemos… -Y finalmente, se quedó sin palabras al mirar la expresión de pena en el rostro de Nikolai. Agumon dejó de sonreír, y miró a sus compañeros, amigos, hermanos, y vio en sus ojos expresiones similares a la de Nikolai, quien sintió un nudo en la garganta al ver cómo la determinación que antes brillaba con fuerza en los ojos de esos Digimon que lo salvaron empezaba a apagarse.
Por culpa de él.
-Yo… no…
-Tienes razón. –Dijo V-mon, y se acercó hacia Agumon, poniéndole una mano en el hombro. –Somos débiles, no tenemos ejército, ni un plan, ni ninguna garantía de que mañana estaremos vivos, pero ya te dijimos por qué seguimos peleando.
-Ninguno de nuestros hermanos caídos querría que nos rindiéramos. –Musitó Dorumon, sonriendo tristemente. –Y por eso jamás lo haremos, sin importar lo duro que sea. –Nikolai observó la tristeza en los ojos de Dorumon sintiendo culpa, y luego clavó sus ojos entornados en sus manos. –No vamos a obligarte a quedarte, ni dejaremos que Sunflowmon te obligue a irte. Eres libre de escoger lo que quieras para ti. Pero por favor, Nikolai… -Dorumon abrazó a Agumon y junto a V-mon comenzó a llevarlo hacia la salida. –Cuídate.
Y los tres se fueron, dejando a Nikolai solo, con Guilmon, quien no se había movido de su posición, y seguía mirando fijamente al humano con bastante seriedad. Un molesto Nikolai mostró fastidio apenas se prolongaron los segundos.
-¿Qué tanto miras?
-¿Eres feliz, haciendo esto? –Preguntó entonces el lagarto, y Nikolai se sobresaltó. -¿Hiriendo a los demás? ¿Arrastrándonos a todos hacia tu eterno pesimismo?
-No fue mi intención…
-¡No me importa cuál sea tu maldita intención! –Guilmon dio un paso enfrente y la entera casa tembló. Nikolai se mordió la lengua. El Digimon rojo bufó. –Puedes largarte. Ya no me importa. Hemos tenido suficiente de ti de todos modos. Disfruta tu vida solo.
Y sin más, Guilmon también dejó la habitación, dando un portazo y dejando a Nikolai solo en el cuarto, mirando fijamente la puerta cerrada con una expresión perdida, que desvió lentamente hacia la ventana cuando escuchó cómo ésta se abría de un chirrido, seguramente por el viento. Y vio una solitaria hoja caer arrastrada por el aire. Y no supo por qué, pero el vacío que sentía en su corazón pudo llenarse un instante, solo un instante, en el que recordó un muy bello recuerdo…
-Hey, humano…
Que fue interrumpido cuando una enorme sombra se asomó por la ventana, haciendo que Nikolai pegase un respingo y cayera de espaldas.
-¡¿Qué carajos…?! –Maldijo el chico, hasta notar la enorme cabeza de Sunflowmon asomándose por la ventana. –Oh, eres tú. ¿Vas a echarme tú mismo?
-Ya quisiera. –Le respondió Kyaromon, quien bajó del hombro del enorme lagarto de planta y aterrizó sobre el alfeizar de la ventana. Sunflowmon giró los ojos. –Pero no lo hará mientras yo esté aquí.
-¿Estaban escuchando?
-Sunflowmon estaba espiando, yo solo me aseguraba de que no destrozara la pared desde fuera para entrar y matarte cuando dijeras cosas insensibles. –Mencionó la chinchilla, y Sunflowmon pareció querer contestar un "culpable", pero estaba muy molesto como para darse el lujo de hacer bromas. –Necesitamos tu ayuda.
-Eso es clásico su especie, ¿no? –Comentó Nikolai, ladeando la cabeza, pero finalmente la desvió y se dejó caer sobre la cama con los ojos cerrados. –La respuesta es no.
-¡Oh, por favor! Solo queremos mostrarte algo. Te prometo que vas a cambiar de opinión si le das una oportunidad.
-No voy a darle una mierda, ¿saben? Este lugar nunca parece ofrecer nada bueno.
-¿Los de tu especie siempre tienen que hacerse los difíciles? –Barbulló Sunflowmon, de mal humor.
-En realidad, sí. Pero ¿sabes una cosa? Solemos actuar más rápido si nos dan algo a cambio de obedecer, ¿tienen algo así? –Indicó Nikolai, arqueando una ceja, a lo que Sunflowmon se incorporó, ofendido.
-Lo que voy a darte, va a ser no romper tu frágil cuello de cristal. –Gruñó el enorme monstruo verde de apariencia mansa, pero carácter aterrador. Nikolai retrocedió al instante.
-Bien, bien, pero más vale que sea bueno.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-¿Qué vamos a hacer ahora? –Preguntó Agumon, mientras que sus cuatro hermanos parecían perdidos en sus pensamientos y V-mon devoraba ansiosamente un DigiByte, pequeños datos se desprendían en el aire con cada mordisco.
-¿A qué te refieres con eso? –Preguntó el dragón azul con la boca llena. Guilmon lo miró con cara de pocos amigos.
-Con… todo. El humano, Leomon, nuestra misión… -Agumon desvió la mirada. -¿Qué vamos a hacer… si él se va?
-Lo mismo que hacíamos cuando él no estaba. –Se limitó a responder Guilmon, encogiéndose de hombros. –No entiendo tu pregunta.
-Sabes bien qué quiero decir, Guil. –Le contestó Agumon con algo de amargura. –Lo sabes.
Guilmon entonces ablandó su semblante, y miró sus manos. Suspiró.
-No podemos obligarlo a quedarse. O a ayudarnos.
-O sea, claro que podemos. –Aclaró V-mon, todavía tragando. –Solo que no lo hacemos porque somos buena onda.
-Exacto, y debemos seguir siendo así con él, aunque no lo agradezca. Incluso si se va, le debemos seguir vivos ahora mismo… -Recordó Dorumon.
-¿Van a seguir con eso? –Guilmon mostró nuevamente su cara de enojo. -¿Lo justificarán todo una y otra vez solo porque "él nos salvó"? Por favor, no voy a darle créditos de más por eso. Fue un golpe de suerte, él ni siquiera sabía usar esa cosa. Seguimos vivos porque Yggdrasil así lo quiso.
-Exacto. –Dorumon dio un paso al frente, serio, pero luego, se quedó quieto, estupefacto, al igual que Guilmon, quien también pareció entenderlo.
"No tienes manera de regresar."
-¿Qué pasa? –Preguntó V-mon, arqueando una ceja mientras terminaba de comer.
-Creo que finalmente puedo darle al humano las respuestas que tanto busca. –Dijo Guilmon, pareciendo excitado.
-O, por lo menos, una de ellas. –Le rectificó Dorumon, sonriendo. –Vamos, hay unas noticias que dar.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-¿Qué demonios quieren mostrarme?
-Lo descubrirás ahí, no te preocupes. –Contestó Kyaromon, muy concentrada en donde pisaba.
-¿No están buscando un lugar para matarme sin que nadie los escuche, verdad? –Comentó el joven, observando algo incómodo cómo entraban en las entrañas del árbol en el centro del campamento y comenzaban a bajar a través de sus raíces por unas escaleras.
-Anotaré eso.
-Jaja, deja de bromear. –Le replicó Kyaromon a Sunflowmon, quien arqueó una ceja, indicando que no bromeaba. Kyaromon hizo un puchero.
-¿Entonces… qué es todo esto?
-Te lo explicaremos cuando lleguemos ahí. Es solo algo… que creemos que debas ver.
-Si solo me están haciendo perder el tiempo, juro que…
-Sshhh. Silencio. –Le calló Sunflowmon, poniéndole su enorme mano al humano en la boca. –Llegamos.
Finalmente, al terminarse las escaleras, se abría una amplia habitación repleta de cajas con DigiBytes e iluminada solamente con velas. Las raíces del árbol encima se arraigaban a las paredes de piedra con viejas marcas y dibujos cuyo significado era imposible de resolver, pero eso llamó la atención de Nikolai después.
Porque ésta estaba muy centrada en lo que había en el centro de la sala.
-¿Qué… es eso? –Preguntó el joven, retrocediendo al ver al enorme e inconsciente reptil verdoso con casco y chaleco cuyo cuerpo brillaba como si fuera agua reflejada por la luz de las velas, energía que se extendía fuera de su cuerpo y viajaba a través de la tierra, al ritmo de un latido.
-"Eso" es Chamelemon. –Contestó Sunflowmon, serio. –Nuestro guardián, y la razón por la que no nos han encontrado en todo este tiempo.
Nikolai se quedó quieto un instante, y contempló con más cuidado la energía que el camaleón expelía, comprendiéndolo.
-El camuflaje que rodea al refugio… ¿lo hizo él?
-Vaya, veo que los humanos si prestan atención. –Murmuró Sunflowmon, a lo que Kyaromon le azotó débilmente el pie con su cola.
-Chamelemon fue uno de los pocos sobrevivientes de la destrucción de la Resistencia Dorada. –Explicó Kyaromon, y Nikolai volvió a mirarlo fijamente. Aunque tenía los ojos abiertos, parecía inconsciente, inerte. –Todos escapamos gracias a él, y a su habilidad.
-¿Habilidad…?
-Desde siempre, tuvo el poder de ocultar su propio cuerpo, volverse invisible a los ojos de los enemigos. Era un gran espía… podía infiltrarse en cualquier lado y conseguirnos información. Intentaba destruir al enemigo desde dentro, pero el día en el que todo ocurrió, no todos salimos tan intactos de la catástrofe. Tuvimos que escapar, con todos los niños que pudimos. Nos localizaron mientras nos retirábamos, y nos atacaron. Iban a derribarnos, si no fuera por él.
-¿Cómo?
-Su habilidad de camuflaje evolucionó. Él estaba herido, casi moribundo, y de todos modos, usó toda la energía que le quedaba para potenciar su poder al máximo, al punto de que no solo lograba recubrirse a sí mismo de camuflaje, sino a todos los que lo rodeaban. Él nos salvó, él es la razón por la que seguimos aquí, hasta el día de hoy.
-¿Qué le pasó…?
-No le bastó con salvarnos una vez. –Dijo Sunflowmon con una triste sonrisa melancólica, mientras se acercaba al lagarto inmóvil y le ponía una de sus enormes manos sobre su frente. –Buscamos escondites, en todos lados. Ningún lugar parecía un lugar seguro, hasta que encontramos este árbol hueco en medio de un enorme bosque donde la Legión Oscura nunca había puesto un pie.
-El gran problema, era visible desde arriba. –Dijo Jijimon, quien apareció bajando por las escaleras con algo de dificultad. Todos lo miraron al instante. –Eso lo convertía en un escondite a simple vista, demasiado peligroso, a no ser que nos quedáramos viviendo aquí abajo, bajo tierra, por todos estos años… Así que Chamelemon decidió resolver el problema por nosotros, de nuevo.
-Le cuesta muchísima energía, tanta, que tuvo que desactivar todas sus las otras funciones de su programa. Escuchar, oír, sentir, dormir, pensar. –Sunflowmon alcanzó un DigiByte y lo acercó a la boca de Chamelemon, abriéndosela e introduciendo el alimento. –Él… usó su habilidad para volver este sitio un lugar seguro, incluso si eso significaba no ser capaz de vivir su vida. Atrapado en un limbo, por el resto de su existencia, por nosotros. Encerrado aquí como un prisionero, por nosotros.
-Cómo… -Nikolai todavía estaba procesando lo que acababa de escuchar. -¿Cómo pueden dejar que él… se sacrifique así, día tras día, y no hacer nada al respecto…?
-Ese es el punto. –Sunflowmon borró su sonrisa. –Yo no quiero quedarme aquí, viendo cómo mi amigo desperdicia su vida por un mero refugio estratégico. Ni siquiera puede escucharnos, o hablarnos, o saber que estamos aquí. No es justo…
-Pero sigues aprovechándote de él, día tras día, insistiendo en quedarte aquí por encima de la vida de él. –Le contradijo Nikolai, entrecerrando los ojos. –Ustedes… todos ustedes, se limitaron en dejar que él se sacrificara por ustedes, sin siquiera intentar buscar otro lugar más seguro para que él no tuviera que pasar por esto. ¿Y se creen mejores que los humanos? –Al dar un paso al frente, Nikolai pareció detener el tiempo y volver el ambiente pesado. –Son igual de egoístas que nosotros.
Todos se quedaron callados, Jijimon acariciando su barba distraídamente, Kyaromon manteniendo su miradita fija al piso y Sunflowmon acariciando la cabeza de Chamelemon.
-Tienes razón. –Soltó el enorme lagarto, dejando a Nikolai incrédulo. –Nos hemos aprovechado del sacrificio de Chamelemon, todos estos años, sin hacer nada que hiciera que ese sacrificio valiera algo que solo seguir viviendo sin lograr nada, sin propósito. No es justo, nunca lo fue, pero quiero que eso se acabe. Si este lugar ya no va a ser seguro por tu culpa, entonces no tiene sentido dejar que Chamelemon siga deshaciéndose a sí mismo por este sitio. –Sunflowmon se acercó a Nikolai, quien no pudo evitar verse intimidado por la enorme figura del monstruo digital, cuyos ojos brillaban reflejados por el fuego de la caverna. –Nikolai, humano, te ofrezco un trato.
-Escucho.
-Iremos contigo. –Nikolai se quedó quieto. –Adonde sea que vayas, adonde sea que estés, estaremos contigo, a salvo.
-¿Qué?
-Tu DigiVice… Leomon está ahí adentro. Seguro. Es un lugar seguro. –Explicó Sunflowmon, a lo que Nikolai instintivamente agarró el aparato y se acercó a la pantalla, donde se veía a un pixelado Leomon descansando. –Un lugar donde los niños pueden jugar sin preocuparse por nada, un lugar donde ninguno de nosotros puede salir lastimado, donde todos pueden vivir su vida en paz…
-¿Qué estás diciendo…?
-Deja que todos se queden ahí adentro. –Sunflowmon se agachó para estar a la altura de Nikolai más o menos, mirándolo a los ojos. –Y yo te protegeré. Seré tu guardián personal. Obedeceré todas tus órdenes, y no dejaré que nada malo te pase, incluso si eso me cuesta la vida, con tal de que permitas que todos vengan con nosotros y nos mantengamos en movimiento para que el Imperio Negro no pueda alcanzarnos.
-Hey, espera un segundo…
-Si no quieres ayudarnos, está bien. Si no quieres quedarte, está bien. Te ayudaré a encontrar una forma de escapar de aquí, de vuelta a tu mundo, y te mantendré con vida hasta entonces. Es el mejor trato que obtendrás si tomas la decisión de buscar una salida. Y te lo estoy ofreciendo en bandeja de plata. –Nikolai parecía pensativo e inseguro, a lo que Sunflowmon dejó caer sus enormes manos sobre los hombros del joven. –Por favor, Nikolai. He vivido demasiado tiempo a coste de los demás. Quiero regresarles el favor, aunque sea una vez.
Nikolai miró a los ojos a Sunflowmon, logrando ver a través de todo lo que había visto de él anteriormente, descubriendo que esa imagen de rudeza, agresividad y desconfianza, enmascaraba un intenso dolor y desesperación que lo carcomía. Bajó la mirada mientras ponía su mano encima de la del monstruo digital.
-Yo…
Una explosión. El entero árbol retumbó, y la cueva se estremeció de arriba abajo. Nikolai perdió el equilibrio y cayó sentado, escuchando a lo lejos, una risa que no pertenecía a ningún Digimon que había conocido en ese lugar. Una risa desquiciada. Sintió su sangre enfriarse, y miró a Sunflowmon, quien los había protegido a todos de los escombros que caían a Chamelemon. Le devolvió la mirada a Nikolai, igual de alterado.
-Mierda. –Soltó el adolescente.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
Las risas de los sabuesos resonaban en el campamento, mientras una cabaña fue atravesada de par en par por el cuerpo de V-mon, quien rebotó contra la madera destrozada y aterrizó derrapando algo magullado junto a la mesa donde comían todos juntos, la cual levantó como si nada y la rompió contra el Gazimon que se le abalanzó, tirándolo contra la cabaña rota.
-¡Arruinaron el momento familiar, ustedes pequeños…! –Gruñía el dragón azul, pero saltó al instante para esquivar una inyección con veneno que le disparó un DemiDevimon, seguido por otro idéntico a él, e iban a disparar más si una bola de fuego no los obliga a dispersarse.
-¡V-mon! –Le gritó Agumon, acercándose corriendo. El dragón azul suspiró.
-Oh, gracias a Yggdrasil. ¡Agumon, necesitamos…!
-¡CORRE! –Le interrumpió el dinosaurio amarillo, y detrás de él aparecieron dos Raremon no muy amigables, arrasando con su toxicidad todo lo que había a su paso. V-mon palideció.
-¡Váyanse de nuestro hogar! –Gruñó Guilmon, rodeando sus garras en llamas y abalanzándose sobre un Gazimon, quien lo esquivó mientras que a sus pies, en la tierra, se abría un profundo agujero sobre el que Guilmon iba a caer, si no se agarra al borde justo a tiempo y se aferra a él con su vida.
-Oh, parece que ya no eres tan rudo, ¿verdad…? –Decía el Gazimon, quien se agachó junto al tambaleante reptil, quien sin lidiar palabra, disparó contra el sabueso una bola de fuego que logró esquivar por los pelos, pero una de sus orejas resultó chamuscada. –Tú, maldito…
-¡Cañón Metal! –Gazimon no tuvo la oportunidad de hacerle nada a Guilmon como venganza, pues una bola de hierro apareció de la nada y se le estampó en la cara con fuerza, obligándolo a retroceder tiempo suficiente como para que Dorumon bajara volando hecho una bala y recogiera a Guilmon de su delicada situación, aterrizando detrás de una cabaña, jadeando. -¿Estás bien?
-Ni un rasguño, es solo que los agujeros de esos malditos peludos me están dando problemas. Tienen el terreno a su favor. Dime que los niños están bien.
-¡Estamos bien! –Contestó Gummymon, sobre la cabeza de Dorumon, acompañado de Chocomon, Pusurimon, Caprimon y Choromon. –Pero asustados…
-Habla por ti mismo, ¡queremos pelear! –Vociferó Pusurimon, a lo que Dorumon le calló la boca.
-¿Dónde está Kyaromon?
-Con Sunflowmon y Jijimon. –Contestó Chocomon, preocupado. –No me gusta esto, Guil.
-A mí tampoco, Choc. Pero no te preocupes, todo va a salir bien. Solo tienen que… esconderse. Muy bien, ¿okey? Nosotros nos encargaremos de los chicos malos.
-¿Y si los lastiman? –Gimió Gummymon, comenzando a gimotear. -¿Y si no los volvemos a ver…?
-Eso no pasará. –Aseguró Dorumon, sonriendo con seguridad que enmascaraba el rápido latido de su corazón
-Sí, no se preocupen. Nosotros también nos escondemos muy bien…
-Oh, no lo suficiente. –El corazón de todos se detuvo, y antes de que lo supieran, Guilmon bramó de dolor cuando un enorme tajo apareció en su brazo y cayó al suelo.
Dorumon intentó reaccionar a tiempo, pero el enemigo veloz lo derribó al instante y todos los niños salieron disparados por el suelo, al tiempo que los Gazimon y DemiDevimon los rodeaban con sonrisas malvadas.
-¡NO SE ATREVAN…! –Gritó Dorumon, e intentó levantarse, pero el peso de una enorme garra cayó sobre su cabeza y lo obligó a mantenerse contra el suelo.
-Ssshhh. –Le susurró Fangmon al oído, sonriendo. Dorumon abría los ojos tanto como se le permitía, alterado, observando la larga mandíbula llena de colmillos que se cernía sobre su cabeza. –Esto acabará rápido, no se preocupen…
El zorro comenzó a abrir sus enormes fauces, acercándolas al cuello de Dorumon, quien observaba fijamente a los niños frente a él paralizados del miedo con los ojos muy abiertos, atestiguando la horrible escena de Dorumon a punto de morir degollado.
-¡ALÉJATE DE ÉL! –Que es lo que hubiera ocurrido si V-mon no aparece hecho una bala y patea el costado del zorro, quitándoselo de encima a Dorumon.
-¡Llama Bebé! –Agumon disparó tres bolas de fuego para hacer retroceder a los Gazimon y DemiDevimon, mientras llegaba corriendo a interponerse entre sus enemigos y los pequeños Digimon junto a él, mostrando una expresión feroz de furia. –Acérquense, y lo lamentarán.
-Disculpa, pero no seremos nosotros los que lo lamentemos. –Contestó Fangmon mientras se reincorporaba y sus garras cortaban la tierra bajo sus pies. Su figura demoniaca se aproximaba tétricamente y sus ojos parecían brillar con furia, mientras que Agumon tragaba saliva y se ponía en posición. –¿No te sientes lo suficientemente intimidado? Bien. Es aburrido cuando es tan fácil. Gazimon.
-¡Aliento Paralizador! –Ambos Gazimon dispararon de sus fauces rayos de energía gris que Agumon logró divisar a tiempo y salvó para eludirlo, pero en el aire Fangmon apareció encima de él y lo botó al suelo de un zarpazo.
Aterrizó cerca de él, rodeándolo con una sonrisa siniestra y soltando una risita, pero cuando iba a acometer de nuevo contra su presa V-mon se interpuso.
-¡V-Cabezazo! –El sólido cráneo del dragón azul conectó contra la cabeza de Fangmon directamente, desorientándolo y obligándolo a retroceder, momento que V-mon aprovechó para incorporarse y volver a atacar. -¡Puñetazos Bunbun!
Sin embargo, esta vez Fangmon reaccionó a tiempo y retrocedió dando un sorprendente brinco hacia atrás, aterrizando sobre sus patas delanteras e impulsándose de nuevo para retroceder y reubicarse, mientras que los DemiDevimon lo cubrían, disparando dardos venenosos desde sus alas contra V-mon, quien no tuvo la oportunidad de esquivarlos.
-¡Garras Afiladas! –Pero tampoco fue necesario, ya que Agumon, corriendo enloquecidamente, se interpuso entre los disparos y su hermano y los repelió a base de zarpazos sin control, antes de disparar una bola de fuego contra los murciélagos, uno de ellos reubicándose más alto y disparando nuevamente una ráfaga de agujas que V-mon y Agumon bloquearon y esquivaron con suma agilidad.
-Buenos movimientos… -Escucharon, quedándose quietos. –Es una pena tener que desperdiciarlos… Robo Agachadizo.
Una sombra roja pasó a través de ellos al instante, sin que ninguno de los dos pudiera reaccionar. Apenas sintieron la brisa pasar, profundos tajos aparecieron en sus espaldas, de los cuales brotaron datos antes de que las heridas pudieran curarse. Los dos reptiles cayeron de rodillas, adoloridos, mientras que Fangmon soltaba una risa silenciosa y giraba hacia ellos desde su nueva posición.
-¿Quién… eres? –Masculló V-mon, esforzándose por mantenerse de pie.
-Pueden decirme Fangmon. –Contestó el zorro, aproximándose. –Y ustedes, pequeños niños, son mis presas especiales… Me encantaría seguir jugando, pero el tiempo acorta, así que permíteme pausar su sufrimiento… Ataúd…
-¡Rompedor Ardiente! –Guilmon se abalanzó hecho una bala sobre el zorro, quien lo miró con fastidio antes de esquivar agachándose el zarpazo en llamas del lagarto, y retroceder cuando Dorumon se le abalanzó por la espalda, errando su embestida.
-Aburrido. –Suspiró el Digimon malvado, girando los ojos. –Gazimon, sean útiles, para variar.
-¡No hemos terminado con ustedes dos! –Gritó uno de los sabuesos grises, abalanzándose contra Guilmon, quien matándolo con la mirada, esquivó su cuchillazo girando hacia un costado, encestando una zancadilla seguido de un puñetazo, para rematar tomando impulso y conectando una patada giratoria directo a la cabeza del Digimon malvado, rebotándosela contra el piso.
-Yo diría que sí. –Comentó Guilmon mientras que el Gazimon intentaba levantarse adolorido, pero el segundo de su especie intervino y le enterró sus garras en el hombro al lagarto, haciéndole rugir de dolor.
Guilmon forcejeó y se lo quitó de encima, lanzándolo hacia Dorumon, quien lo interceptó y lanzó contra el suelo de un puñetazo que Guilmon completó con una patada para volver a levantarlo y que Dorumon lo terminara de una embestida propulsada por sus alas. El sabueso giró por el suelo, pero inmediatamente comenzó a levantarse cuando Fangmon intervino.
-Robo Agachadizo.
En un instante él estaba enfrente de ellos, en otro, a sus espaldas, y ellos lucían largos tajos en sus costados, que comenzaron a brotar datos.
Guilmon cayó de rodillas, pero Dorumon giró lentamente su mirada hacia el Digimon zorro, quien volteó confiado de que sus enemigos suplicarían por su vida ante sus pies, sin esperarse de que Dorumon se le abalanzara hecho una bala y le enterrara el puño en el rostro mientras almacenaba energía en sus extremidades.
-Dino Colmillo.
La explosión de energía lanzó a Fangmon a chocarse contra un árbol que el zorro cortó en dos furioso antes de volver babeando a acometer contra Dorumon, quien se elevó para bloquear su placaje sin esperar que un DemiDevimon lo interceptaría en el aire con sus alas bañadas en energía oscura. El impacto lo disparó contra tierra, pero el reptil peludo logró controlar su vuelo antes de golpearse contra el suelo y aterrizó sin problemas, pero tuvo que retroceder para esquivar los colmillos de Fangmon, y sin embargo, no evitó que una de las inyecciones que le lanzó el DemiDevimon le rozara el brazo, lastimándolo.
-Diablos… esto duele. –Musitó el reptil, y miró a Fangmon cuando éste se lanzó contra él gruñendo enloquecidamente, mordiéndole el brazo con sus feroces colmillos. Su piel no tardó en ceder y cuando Fangmon sacudió su mandíbula le destrozó los tejidos y terminó destrozándole el brazo al levantarlo y tirar a Dorumon contra el suelo.
-¿Ahora duele más? –Bromeó el zorro sonriendo mientras se acercaba con pasos lentos hacia Dorumon, quien mostrando los colmillos, miró a Fangmon a los ojos con furia. –No te preocupes… va a doler mucho más cuando te ponga las garras encima. –Y volvió a lanzarse contra Dorumon, quien entró en pánico y la placa en su cabeza brilló con tanta fuerza que cegó a Fangmon.
-Inténtalo. ¡METAL SHOOT! –La explosión de luz plateada golpeó a Fangmon directamente y se extendió a sus alrededores, espantando a los DemiDevimon mientras el campamento se iluminaba por la energía del pequeño lagarto, quien suspiró aliviado mientras cesaba su expulsión de energía pura…
Cuando vio sus ojos brillar entre el humo, fue demasiado tarde.
Las garras del zorro perforaron su pecho sin dificultad. Dorumon cayó al suelo sin producir un sonido y con los ojos muy abiertos mientras los datos salían y Fangmon se acercaba a su rostro, mostrándole sus incontables colmillos, sin dejar de sonreír.
-Dulces sueños, pequeño engendro…
-¡Bola de Fuego! –Salvando de nuevo a Dorumon por la campana, Guilmon disparó una bola de fuego contra Fangmon a quemarropa que el zorro logró destruir con su garra, pero la explosión consecuente terminó lastimando sus ojos y tuvo que retroceder. -¡Dorumon, ¿estás bien?!
-Viviré… ¡Cuidado! –Gritó Dorumon cuando los dos DemiDevimon aparecieron a la espalda del lagarto, listos para disparar agujas contra éste.
-¡V-Cabezazo! –Pero V-mon lo impidió, derribando a uno y haciéndolo chocar contra otro. El impacto fue lo suficientemente potente como para desorientar bastante al DemiDevimon afectado y que V-mon pudiera volver a atacar. -¡V-Puñetazo! –El golpe fue limpio, un mazazo contra el suelo que hizo a DemiDevimon rebotar contra la tierra. V-mon no tardó en aterrizar, tomar impulso y patear al murciélago cual balón contra un árbol, cuya corteza se agrietó al recibir al monstruo oscuro, quien se desplomó sin hacer un sonido.
-¡Colmillo Bebé! -El segundo DemiDevimon iba a contraatacar, pero Agumon apareció detrás de él de un salto y lo atrapó en sus mandíbulas, estrujándolo entre sus colmillos con una fuerza aterradora, mientras que el pobre murciégalo atestiguaba como una luz comenzaba a salir de lo profundo de la garganta del dinosaurio amarillo. -¡Llama… Bebé!
Lo escupió en llamas lejos de su vista. DemiDevimon derrapó chamuscado por el suelo y no volvió a moverse.
Los cuatro Digimon se reagruparon entonces, con Dorumon levantándose mientras la herida de su pecho comenzaba a cerrarse.
-Impresionante, veo que los discípulos de Leomon realmente sí son la gran cosa.
-No eres digno ni de pronunciar su nombre, maniaco. –Gruñó V-mon, poniéndose en guardia.
-¿No soy digno de pronunciar el nombre de un muerto, conejito? –Contestó Fangmon, mostrando su larga sonrisa tétrica. Los cuatro Digimon Nivel Novato bajaron la guardia.
-¿Muerto…? –Agumon sintió el miedo apoderarse de él, y entonces, Fangmon sonrió todavía más.
-Gazimon, si son tan amables…
-¡Booby Pit! –Un agujero salió entonces bajo los pies de los cuatro Digimon, y se hubieran desplomado por él si Dorumon no agarra a Guilmon y usa sus alas para mantenerse en alto, llamando la atención de sus enemigos para que no se percataran de que V-mon se sujetó del borde del hoyo y sujetó la mano de Agumon con fuerza para impedirle caerse.
-¡Buen intento! –Bramó Guilmon mientras Dorumon lo elevaba bastante, cargando llamas en su boca. –Pero ahora es nuestro turno. ¡Bola de Fuego!
Y desde lo alto, Guilmon comenzó a disparar múltiples proyectiles ardientes que los Gazimon y Fangmon esquivaron sin problemas, zigzagueando y maniobrando entre las llamas, hasta que Dorumon divisó a Fangmon corriendo detrás de las chozas y montarse en el techo de una. Cuando supo qué tramaba, era demasiado tarde.
-Robo Agachadizo. –El zorro se abalanzó contra ellos como una sombra roja y Dorumon vio horrorizado cómo ya estaba sobre ellos y no podrían reaccionar a tiempo.
La garra de Fangmon se alargaba hacia el rostro de Dorumon, o precisamente hacia sus ojos, y se los hubiera destrozado si una enorme mano verde no le aplasta la pata al zorro en medio del acto, dejándolo colgado en el aire.
-Muy valiente contra un niño, eh. –Escucharon Dorumon y Guilmon a la voz de Nikolai, y se quedaron perplejos al verlo sobre el lomo de un muy furioso Sunflowmon, que agarraba con firmeza la pata de Fangmon. -¿Qué tal si te metes con alguien de tu tamaño?
-Una última advertencia, lárguense de aquí si no quieren ser borrados. Ahora. –Amenazó Sunflowmon, luciendo más tenebroso que nunca pese a su apariencia inofensiva, pero Fangmon no le estaba prestando atención. Miraba fijamente a cierta criaturita en la espalda de su enemigo. -¿Qué tanto miras?
-El humano… -Fangmon, casi hipnotizado, esbozó una horrible sonrisa sin dejar de mirar a Nikolai, borrándole la de él. –Mi presa viene hacia mí, que oportuno.
-No dejaré que lo toques. –Aseguró Sunflowmon, jalando a Fangmon hacia él.
-Oh, no te preocupes… -Y de golpe, Fangmon alargó su pata y arañó con fuerza la cara de Sunflowmon, quien lo soltó al instante, pero Fangmon se aferró a él y giró por sobre su hombro, encarando a Nikolai. –No pienso rozarle ni un pelo…
-¡Aléjate de él! –Dorumon junto con Guilmon iban a abalanzarse contra el zorro, pero dos rayos de luz grises se interpusieron entre ambos.
-¡Oh, no lo harán! –Gritó uno de los Gazimon, parándose junto a su compañero en el techo de una choza, y volviendo a disparar contra el dúo, quien se vio obligado a maniobrar para esquivar los proyectiles.
-¡Oh, no! ¡Ustedes no lo harán! –Intervinieron Agumon y V-mon, saltando al techo donde ambos gemelos los encararon. –Prepárense para una buena dosis de dolor del fuerte.
Los Gazimon fruncieron el ceño y se separaron, tomando posición, mientras que Agumon y V-mon hacían lo mismo.
-¡Ni creas que vas a tocarme con esa sucia boca tuya! –Decía Nikolai, pateando las garras de Fangmon, a quien Sunflowmon contenía como podía entre sus brazos, resistiendo los constantes zarpazos y mordiscos cuyas cicatrices se curaban al instante liberando datos al aire.
-¡Tú eres todo lo que necesito! –Respondió Fangmon, y Nikolai se quedó quieto. -¡Ni creas que voy a dejarte huir ahora que te tengo frente a mí…!
-¡Quítate de encima! –Sunflowmon finalmente acertó un coletazo de su cola con pinchos sobre el rostro de Fangmon, con la fuerza suficiente como para arrancárselo y tirarlo contra el suelo. El zorro, sin embargo, se recuperó apenas tocó tierra, y esbozó una larga sonrisa con sus hileras de dientes afilados. –Rechazaste mi oferta, así que me temo que ya no saldrás de aquí con vida.
-Oh, al contrario, pequeña flor. Ustedes son los que no saldrán de aquí vivos. Porque solo necesito traer al humano conmigo. Nadie más. –Fangmon sonrió, y de entre los árboles dos siluetas enormes desfiguradas y salidas de pesadilla emergieron, expeliendo un putrefacto hedor. –Todos los demás son dispensables.
Los Raremon no titubearon en disparar contra Sunflowmon chorros de ácido que el lagarto floral esquivó con suma agilidad pero con algo de dificultad, intentó maniobrar y mantenerse lejos de los otros combates para mantener a los niños lejos del fuego cruzado.
-Felicidades, niño. Ahora sabemos que sí viene por ti. Todo esto es tu culpa. Fui un imbécil al dejar que te tuviéramos aquí…
-¿Mi culpa? Se nota que siempre fuiste un imbécil. Estaba seguro de que no me siguieron. Estuve atento a cada sonido, los otros igual.
-Pues se nota que no lo suficiente.
-En realidad, los Fangmon son temibles rastreadores. –Comentó Kyaromon, saliendo de la chaqueta del humano, específicamente del bolsillo escondido dentro de la chaqueta de Nikolai, quien la miró atónito al igual que Sunflowmon.
-¡KYAROMON! ¡¿Qué diablos haces aquí?!
-¡Quiero ayudar!
-¿Ayudar? Solo vas a estorbar. Lárgate antes de que… -Por distraerse, Sunflowmon recibió de lleno un disparo de veneno en el hombro que corroyó su piel y le hizo trastabillar, distracción suficiente como para que un sonriente y enloquecido Fangmon saltara de entre los árboles a los ellos.
-Hey, chicos. –Una figura de un enorme lobo de energía comenzó a formarse sobre el cuerpo del zorro, cuyos ojos brillaban con fuerza y cuya sonrisa parecía iluminarse. -¿Me extrañaron? Lobo Feroz.
-¡Cañón Metal/Bola de Fuego!
Fangmon expulsó su aura roja con forma de lobo contra sus adversarios, pero los dos Digimon Nivel Novato se interpusieron y dispararon contra el villano, cuyos ataques apenas lo ralentizaron y terminaron recibiendo ellos el golpe. Salieron disparados con fuerza contra el suelo, magullados, y sus tres aliados todavía en el aire los observaron aterrados.
-¡Agumon, V-…! –Sunflowmon volvió a distraerse, y tuvo que bloquear un chorro de veneno disparado directo hacia él con sus brazos, que se vieron bastante dañados, cuando de golpe, uno de los Raremon alargó su cuerpo como si de slime se tratara y alzó su enorme y desfigurada garra para dejarla caer sobre Sunflowmon con la suficiente fuerza como para enviarlo a tierra.
Un escudo de energía roja rodeó a Nikolai al estrellarse, por lo que él y Kyaromon salieron casi intactos, algo contrario que a Sunflowmon, quien gruñía mientras observaba las quemaduras en sus brazos.
-Diablos… diablos… -Sunflowmon intentó ponerse de pie, pero sus brazos ni siquiera respondían. –No puedo simplemente quedarme fuera así. No de esta manera. No los voy a decepcionar esta vez…
-¡Sunflowmon, escúchame! ¡Espera! –Kyaromon se apartó de Nikolai y corrió hacia el lagarto verde, abalanzándosele. -¡Los Raremon envenenan! ¡Seguirás debilitándote si te sobreesfuerzas demasiado! ¡Debes descansar!
-No voy a descansar, no mientras que todos cuentan conmigo. Debo protegerlos, es mi deber…
-¡Nikolai, haz algo, por favor! –Le suplicó Kyaromon desesperada al humano, quien no apartaba su mirada de su DigiVice. -¿Nikolai?
-¿Cómo sabes tanto sobre estos Digimon? –Preguntó el humano, confundiendo a la temerosa Kyaromon, quien parpadeó y frunció el ceño, vacilando al responder.
-Yo… Jijimon tiene libros sobre especies de Digimon en su biblioteca, los leo con él. La información es limitada, pero…
-Bien, en ese caso, ayuda a Sunflowmon a distraer a las masas de carne podrida gigantes, yo llamaré la atención de Fangmon.
-¿Estás loco? ¡Él va a…!
-¿Matarme? Ya escuchaste, me quiere con vida. –Nikolai bajó la mirada. –Tenías razón, todo esto es mi culpa, y voy a repararlo. No dejaré que nadie salga herido por mí. No otra vez.
Sunflowmon observó incrédulo al humano con ojos determinados frente a él, pero reaccionó justo a tiempo para sujetar tanto a Nikolai como a Kyaromon para sacarlos volando de ahí cuando los Raremon los atacaron con disparos de veneno que corroyeron por completo el suelo donde estaban hace un momento.
-No dejaré que te lleve. –Le dijo Sunflowmon a Nikolai. –No porque piense que esto no es tu culpa, sino porque Guilmon y los demás me matarían si eso pasa.
-No se preocuparían, están molestos conmigo porque me voy…
-Oh, se nota que no conoces a esos niños lo suficiente. –Contestó Sunflowmon, pero cuando Nikolai, confundido, iba a preguntar a qué se refería, una enorme masa de carne podrida se les abalanzó con un impresionante salto, estando a punto de intentar devorarlos.
-¡Mierda…!
-Cierra la boca, lo tengo controlado. –Le replicó Sunflowmon con una mirada seria, y envolvió su enorme brazo en una poderosa energía blanca. -¡Bofetada Risueña!
Una abofeteada bastó para tirar al Raremon de regreso a tierra, pero Sunflowmon al instante se encontró la sorpresa de Fangmon utilizando el cuerpo del monstruo como resorte para impulsarse contra el lagarto cubierto de una poderosa energía roja. Sunflowmon no tuvo tiempo de reaccionar.
-Te encontré. ¡Robo Agachadizo!
Rápido como una sombra, voló contra Sunflowmon y lo derribó al instante contra el suelo, fragmentándolo, mientras que el zorro aterrizaba sin problemas con Nikolai y Kyaromon se encontraban atrapados entre sus colmillos.
-¡Suéltame, tú maldito apestoso…!
-Ah, ah, ah. –Le advirtió Fangmon, apretando levemente su mandíbula. Una fina capa de energía rojiza protegió el cuerpo de Nikolai, pero Kyaromon si se quedó muy quieta al sentir los colmillos de Fangmon pinchando su delicada piel, y Nikolai enmudeció, antes de volver a mirar a Fangmon. –Estoy seguro de que no querrás intentar nada.
-Eres un maldito cobarde…
-Hay que serlo si quieres mantenerte como prioridad, humano. No tardarás en aprender cómo funcionan las cosas en este lugar. Ahora, si terminaste de forcejear, vámonos de aquí y dejemos que los Raremon terminen el trabajo.
-¡No te atrevas a herir a mi familia! –Le chilló Kyaromon, forcejeando sin importar rasgarse el pelaje con los filosos colmillos del zorro. Nikolai la miró impresionado. -¡Oscilación de Cola!
En un ímpetu furioso, Kyaromon golpeó dentro de la boca de Fangmon repetidas veces. Sus ataques eran patéticos, pero las cosquillas en su paladar ciertamente comenzaron a incomodarlo. Nikolai vio que los tontos esfuerzos de Kyaromon por liberarse surtían efecto, y entonces vio su oportunidad.
-Bien… 21% de energía… -Murmuró, mirando la pantalla de su DigiVice. –Tiene que servir…
-¡Maldita alimaña, deja de moverte o yo…!
-¡Cuida tu boca con los niños! –Le calló Nikolai, expandiendo de golpe la capa de energía que lo protegía dentro de las fauces de Fangmon, dislocándole la mandíbula y liberándose junto con Kyaromon, a quien atrapó en sus brazos y observó preocupado sus heridas que comenzaban a cerrarse.
-¡Tú… patética célula orgánica! Voy a hacerte pedazos.
-Pensé que era "primordial para tu misión". –Le respondió Nikolai con sorna, encarando al zorro mientras retrocedía lentamente con cautela.
-Dije que no te tocaría ni un pelo, pero eso no significa que no pueda desquitar mi furia con tus amiguitos. Como por ejemplo… -Otro Robo Agachadizo. Nikolai sintió una ráfaga de viento pasar justo a su lado y cuando reaccionó, Fangmon estaba detrás de él, con Kyaromon atrapada en su boca de nuevo. El joven miró sus manos sin procesar lo que acababa de suceder. El zorro le había arrancado a Kyaromon de las manos, sin que pudiera siquiera divisar cómo. –Como a esta maldita pelusa. Es importante para ti, ¿no es verdad?
-Atrévete a tocarla… -Nikolai dio un paso al frente y sus ojos se iluminaron de un rojo sangriento. –Te reto.
-Oh, ¿y qué harás al respecto, humano? ¿Suplicar? ¿Llorar por su vida? –Mientras se acercaba, apretaba de vez en cuando a Kyaromon con sus dientes, inmovilizándola y lastimándola. Su cuerpo no resistiría si llegaba a morderla de verdad. -¿O intentarás salvarla por ti mismo?
-Haré lo necesario, para asegurarme de que no lastimes a nadie.
-No te tengo miedo, humano. Sin Digimon, no eres nada. Mis tropas se aseguran de que no puedas obtener refuerzos, y dudo mucho que puedas transformar a esta bola de pelos en algo que puedas usar para salir de esta situación. Si tanto te importan las vidas de estos rebeldes, ríndete. Y prometo que sus muertes serán rápidas, y revivirán como leales soldados a la Legión Negra y a su causa.
Nikolai se mostró confundido por la última parte, pero se limitó a sonreír.
-Sin Digimon, ¿eh? –Los ojos de Nikolai comenzaron a perder su brillo, mientras que algo más parecía ganarlo. –Deberías aprender a contar.
-¿Qué…? –Fangmon lo vio llegar de reojo, e intentó reaccionar. Intentó aplastar de un bocado a la rata en su boca y abalanzarse contra aquel Digimon antes de que intentara algo. Porque lo conocía, todos lo conocían. Y sabían perfectamente lo que era capaz.
Pero no tuvo oportunidad. Apenas se movió, ya había chocado su bastón contra el suelo.
-Cuelgue de la Muerte. –Jijimon elevó un velo de luz tan poderoso que cegó a todos los presentes y se extendió alrededor de Fangmon. Nikolai solo veía blanco.
Pero entre aquel resplandor divino, sonrió, al igual que su DigiVice, cuyo brillo se hizo notar incluso dentro del destello de luz.
