Capítulo 11. Leucemia.
Miré el reloj de la mesita de noche. Pasaban de las tres de la mañana. Al día siguiente tendría que ir a la escuela y al finalizar las clases tendría que ir al entrenamiento, pero de todas manera no podía dormir. ¿Quién podría dormir sabiendo que su madre estaba enferma de cáncer? Sin embargo, Lily insistió en que su enfermedad no iba a detener la vida de su familia, por lo que nos dijo a Jazmín y a mí que debíamos continuar con nuestras actividades normales. Jazmín no dejaría su club de baile y yo no dejaría ni el de fútbol ni el de computación, aunque tanto mi hermana como yo deseábamos dejarlo todo para estar con nuestra madre todo el tiempo, pero ella no nos dejó.
Esta batalla es solo mía.- había dicho Lily.- Y por tanto, debo lucharla yo. Así que ustedes no tienen por qué dejar sus actividades solo porque estoy enferma.
Genzo no dijo nada, ni siquiera nos miró. En ese momento, lo sentí más distante que nunca de mí... Mamá continuó diciendo que Gwen le había hecho ya una cita con el doctor Jean Lacoste, uno de los más reconocidos oncólogos del mundo (un oncólogo es un especialista en cáncer), y que dicho doctor le daría a ella una forma definitiva de tratamiento. Sin embargo, eso tampoco nos dio mucho consuelo...
Suspiré. Decidí levantarme y conectarme a Internet para poder investigar un poco más sobre la leucemia. No tenía mucha idea de lo que era eso, solo sabía que mi tía Chiara, la hermana mayor de Lara y Lily, había muerto de esa misma enfermedad mucho antes de que mamá conociera a papá. Eso era todo, y definitivamente tampoco me hacía sentir mucho mejor. Mientras esperaba a que mi computadora se encendiera, escuché unos pasos que se detuvieron justo detrás de la puerta de mi cuarto. Por un momento pensé que se trataba de papá, y molesto y frustrado, triste como estaba, iba a gritarle a mi padre que si iba a regañarme por querer encontrar consuelo en una computadora que entonces hiciera el papel que le correspondía y que me brindara su apoyo ahora que tanto lo necesitaba. Pero no era Genzo, se trataba de Jazmín.
Llevo como cuarenta minutos armándome de valor para despertarte.- me confesó mi hermana.
¿Y eso?.- me sorprendí.
Quería que me dejaras usar tu computadora, la mía no quiere conectarse a Internet.- me respondió Jaz.
Quieres investigar sobre la leucemia, ¿cierto?.- aun no podía llamarla "la enfermedad de mamá".
Sí.- asintió mi hermana.
Noté que Jazmín llevaba en las manos la coneja de peluche rosada que ella siempre cargaba cuando era una niña. No me burlé ni mucho menos, yo entendía lo que era desear el volver a ser solo un niño... Deseé en ese momento el no haber guardado el oso de peluche café con el que dormía cuando tenía tres años...
Mi computadora estaba lista y conectada a Internet. Entré a un buscador y tecleé la palabra "leucemia". Inmediatamente aparecieron en la pantalla al menos unos 20,000 sitios en Internet con información sobre tan terrible enfermedad. Entré al primero que encontré y mi hermana comenzó a leer en voz alta lo que decía.
La Leucemia es una enfermedad que involucra a los leucocitos.- comenzó a decir Jazmín.- Y es mejor conocida como el cáncer de la sangre. Se divide en varias clasificaciones, entre ellas están la forma aguda y la forma crónica, así como en las variedades mielocíticia y linfocítica, según la clase de leucocitos que estén involucrados...
Mi hermana continuó leyendo, pero las palabras eran frías e incomprensibles para nosotros.
Como que esta página está hecha para doctores.- comenté.- Mejor abramos otra.
En el tercer sitio web al que entramos encontramos al fin algunas respuestas a lo que queríamos saber: que la leucemia es el cáncer de la sangre, que afecta a los glóbulos blancos, las células que se encargan de las defensas del cuerpo, los cuales comienzan a producirse de manera descontrolada y que es tremendamente mortífera. Al final, lo único claro que Jazmín y yo sacamos fue que la enfermedad era una de las peores formas de cáncer, cuya tasa de supervivencia era tremendamente baja... El tratamiento consistía en medicamentos potentísimos, cuyo nombre en común era el de quimioterapéuticos, los cuales mataban tanto a las células buenas como a las malas... Fue suficiente. Jazmín se dejó caer en la cama y yo cerré la página.
No es nada bueno, ¿verdad?.- comenté, solo por decir algo.
Es pésimo.- murmuró Jazmín.- No puedo creer que mamá pretenda que continuemos con nuestras vidas como si nada...
Creo que intenta darnos valor restándole importancia a su enfermedad.- opiné.- Pero creo que no lo va a lograr...
¿Qué vamos a hacer, Dai?.- mi hermana comenzó a llorar otra vez.- No quiero que mamá se muera...
Yo tampoco.- yo también tenía los ojos hinchados de tanto llorar.- Pero creo que no podemos hacer nada más que el apoyar a mamá...
Afortunadamente, yo en eso último me equivocaba, solo que no habría de saberlo sino hasta mucho más adelante.
Jazmín y yo nos quedamos dormidos con las manos entrelazadas, y no escuchamos la alarma de mi reloj despertador. Cuando Genzo fue a ver qué era lo que había sucedido, nos encontró a los dos ardiendo en fiebre. Bien dicen que la mente es poderosa, y que el cuerpo sufre lo que la mente vive... Ni Jazmín ni yo fuimos a la escuela ese día, los dos nos quedamos en cama, cuidados por mi madre, quien en esos momentos no sabía cómo hacerle para que su familia no se destruyera por su culpa...
Genzo fue en persona a nuestra escuela y habló con el director, con mi profesor y con la profesora de Jazmín y les contó la actual situación del hogar. Los académicos comprendieron la situación y prometieron guardar la más absoluta discreción.
Quizás sería prudente que sus hijos hablaran con un psicólogo.- comentó la profesora de Jaz.- Es obvio que Jazmín y Daisuke se han enfermado debido al impacto que les dio el saber la enfermedad tan terrible que tiene su madre.
Quizás.- admitió Genzo.- Pero mis hijos son fuertes. No necesitan de un psicólogo.
En cierto punto, podría ser desesperante la actitud de papá, pero mucho tiempo después habría de comprender que ésa era su manera de creer que tanto Jazmín como yo sabríamos afrontar cualquier tipo de adversidad. Horas más tarde, Genzo llegó a casa y le dijo a Lily que él se encargaría de nosotros, para que ella pudiese descansar. Después de poner algo de resistencia, Lily se marchó a dormir, ya que no quería dejar a sus hijos. Fue entonces cuando Genzo habló con nosotros.
Jaz.- dijo mi padre, llamándonos por primera vez en quién sabe cuanto tiempo por nuestros apodos.- Dai. Sé que para ustedes esto no es fácil, y es normal que su primera reacción sea el enfermarse, pero hay algo que todos debemos entender: mamá necesita de nuestra ayuda. Ella está pasando por algo tremendamente difícil y ahora más que nunca necesita que estemos a su lado, y no vamos a ser de mucha ayuda si le causamos más preocupaciones.
Ni Jazmín ni yo dijimos nada.
Mamá finge no querer nuestro apoyo, y dice que esta batalla es solo de ella, pero si hay algo que ella me ha enseñado es que somos una familia, nos guste o no.- continuó Genzo.- Y como tal, vamos a apoyarnos cuando uno de nosotros lo necesite. Y mamá nos necesita ahora. ¿Lo entienden?
Mi padre siempre me sorprendía. Cuando yo estaba completamente seguro de que era un egoísta y de que su familia le valía un comino, llegaba y nos decía que debíamos permanecer unidos. Pero créanlo o no, su regaño nos llegó hasta el alma. Al día siguiente Jazmín y yo despertamos más sanos que una lechuga y nos fuimos a la escuela. Como era de esperarse, todos nuestros amigos querrían saber lo ocurrido, la cuestión sería: ¿Debíamos decírselos?
No hay que decir nada sobre la enfermedad de mamá.- me dijo Jazmín, al entrar a la escuela.- No tienen por qué saberlo. Quizás solo nuestros amigos más cercanos...
Entiendo perfectamente.- respondí.- Además, ya sabes que yo suelo ser muy reservado.
Lo sé, Dai.- mi hermana me dio un beso en la mejilla.- Te veré al rato.
Liz ya estaba esperando a Jaz. La chica me sonrió dulcemente, pero yo apenas y pude reaccionar.
Ahora sí que sé que estás enfermo.- me dijo Gabriel.- No te has puesto como loco porque mi hermana te sonrió.
Uhm.- gruñí.
¿Qué te pasa?.- Gabriel se puso muy serio.- ¿Estás bien?
Le conté a mi mejor amigo sobre lo ocurrido, incluso lo que habíamos averiguado Jaz y yo sobre la leucemia. Noté que Gabriel iba poniéndose cada vez más serio.
Pensaría que es una broma de no ser porque te ves muy triste.- comentó Gabriel.- Aunque no puedo creer que sea cierto...
Pues créetelo, porque es cierto.- suspiré.- Ojalá fuera una broma...
¿Y qué van a hacer?.- quiso saber Gabriel.
Mamá irá con un especialista, quien supongo que le va a dar tratamiento.- respondí.- No sé nada más.
Entiendo.- Gabriel me pasó una mano por los hombros.- Dai, sabes que puedes contar conmigo cuando quieras, para lo que quieras.
Por algo Gabriel era mi mejor amigo. El muchacho era más travieso que el propio Bart Simpson, pero cuando se hablaba de apoyo entre amigos, nadie era más leal que él.
Gracias, camarada.- sonreí.- Y por cierto... ¿Te levantaron el castigo?
No.- gruñó Gabriel.- El profesor Takeru no cree que yo no tuve la culpa.
¿De veras no fuiste tú?.- yo me sorprendí, porque Gabo había hecho tantas travesuras que pensé que ésta era otra de ellas.
Oye.- me reclamó Gabriel.- Nunca niego cuando hago una travesura, y si te digo que esta vez no fui yo, es porque no fui yo.
Lo siento, camarada.- me defendí.- Es solo que esa travesura tuvo tu toque. ¿Quién fue entonces?
Katherine Levin.- gruñó Gabriel.
¿Esperas que te crea?.- cuestioné, sorprendido.- Katie es una niña muy bien portada.
Y por el eso el profesor no me cree, pero te juro que digo la verdad.- gruñó Gabriel.
Desgraciadamente, Katie Levin no era la única preocupación de Gabriel. Él aun estaba preocupado por la calificación de su examen.
Quizás debería de aceptar la sugerencia de Franz.- comentó Gabriel.- Tú podrías ayudarme con eso...
No lo digas ni en broma.- me enojé.- Podremos ser traviesos, pero nunca tramposos.
Sin embargo, yo después tendría que poner en duda mis propias palabras. Con tantas malas noticias había olvidado que ese día tendríamos la prueba de francés. Y como era de esperarse, me fue de la vil patada... Si no reprobaba sería un milagro.
Deberías de pedir que te den la oportunidad de presentarlo en otra ocasión.- me aconsejó Gabriel.- No estás en condiciones de presentar un examen.
Si hago eso, papá dirá que no sé afrontar mis derrotas.- repliqué.
¿Sabes? Creo que te preocupa lo que tu padre piense de ti más de lo que quieres reconocer.- comentó Gabriel.- Como que muy en tu interior buscas su aprobación.
No respondí. No estaba de humor para discutir... A la hora del receso se nos unieron Jun y Eiki, como siempre. Ellos por supuesto notaron mi estado de ánimo y yo les conté lo que pasaba. Después de todo, también son mis amigos. Jun y Eiki, como era de esperarse, me ofrecieron el pésame y su apoyo incondicional. Me sentí un tanto extraño, como si no perteneciera a ellos por primera vez, ya que todos tenían a sus familias felices y yo en cambio tenía una que amenazaba con desfragmentarse... Quise gritar, quise salir huyendo, quise dejarlo todo atrás... Pero entonces mi hermana apareció y me llevó con ella de la mano.
Perdona que te separe así de los demás.- me pidió Jazmín.- Es solo que necesitaba hablar con alguien que comprendiera como me siento.
No te preocupes.- respondí.- No hay problema yo también me estaba sintiendo incómodo. ¿No le has contado aun a tus amigas lo ocurrido?
No.- negó mi hermana.- Solo se lo he contado a Liz, Carol y Valentina.
¿Franz no lo sabe?.- me sorprendí.
No tiene derecho a saberlo.- respondió mi hermana, enojada.
Me di cuenta de que ella aun seguía molesta por la escenita de celos que Franz le había hecho por Hayate. Ni Jazmín ni yo hablamos durante un rato, nos limitamos a contemplar los cerezos en flor.
¿Sabes? Me da algo de tristeza, y mucha vergüenza.- comentó mi hermana, luego de un buen tiempo.
¿Por qué?
Porque a últimas fechas he estado tan ocupada siendo popular que no te he puesto tanta atención, Dai.- se disculpó mi hermana.- Tuvo que venir a pasarnos algo como esto para que yo regresara a buscarte.
Siempre nos pasa.- repliqué.- Pero es peor el no darse cuenta.
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Lily decidió ir sola a su cita con el doctor Lacoste. No quiso decirle a papá la fecha real de la cita, le dio una falsa, porque mamá quería ir sola por primera vez y saber a lo que se enfrentaba. El doctor Jean Lacoste era un francés de cabello negro y ojos grises, aproximadamente de la misma edad que papá, y se notaba que era buena persona aun cuando su expresión siempre era de lo más adusta.
La doctora Heffner me habló de usted.- comenzó el doctor Lacoste.- Debe saber usted entonces que padece leucemia.
Así es.- asintió Lily.- Y para empezar, quisiera saber qué tipo de leucemia tengo yo. Sé que hay varios tipos.
Habrá que hacerle otro tipo de estudios más avanzados, tanto para saber el tipo de leucemia como para averiguar si no está afectando ya a algún otro órgano del cuerpo.- respondió el doctor Lacoste.- Después, en base a eso, se definirá el tratamiento.
Según tengo entendido, el tratamiento consta de quimioterapia, ¿no es así?.- dijo Lily.
Exactamente.- el doctor estaba algo sorprendido.- No creí que lo supiera...
Mi hermana mayor falleció de leucemia hace 15 años.- explicó mi madre.- Murió tras siete dolorosos y largos meses de tratamientos fallidos. La verdad, yo quiero saber si a mí me va a pasar lo mismo.
Bueno, la medicina ha avanzado mucho en estos años.- replicó el doctor Lacoste.- Además de quizás corra con suerte y el tipo de leucemia que usted tiene sea un poco menos agresiva que la que tuvo su hermana.
Suerte. A esas alturas, Lily ya sentía que se le había agotado toda... Después de un chequeo médico, el doctor Lacoste programó a mi madre para hacerle una tomografía de cuerpo completo y un aspirado de médula ósea, los estudios complementarios, y le dio una cita con él para quince días después.
Quisiera pedirle un favor.- pidió mi madre.- No le hable a mi esposo sobre esta consulta, ni sobre las que vengan. No quiero perturbarlo más de la cuenta.
No es recomendable que una persona con una enfermedad como la suya venga sin un familiar.- advirtió el doctor Lacoste.
Lo sé.- replicó mamá.- Pero no voy a dejar que eso arruine a mi familia. Voy la luchar sola, no me importa, pero si con eso evito que mi familia se desmorone, lo voy a hacer.
Jean Lacoste supo entonces que Lily Del Valle era una mujer admirable. Pero también supo que eso no sería suficiente...
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Por la noche, volví a tener el Sueño una vez más. Y a partir de entonces, habría de tenerlo todos los días... Solo que esta vez ya iba cambiando de forma... Una vez que entraba a la habitación de mis padres y veía a Genzo sosteniendo la mano de una mujer, él me miraba con ojos suplicantes.
Daisuke, está en ti el ayudar a tu madre.- me dijo él.- Pero nadie puede obligarte a que lo hagas. Eso está en ti.
Vi entonces que la mujer que sostenía la mano de papá no era otra que mi propia madre. Lily estaba tan mal que yo juré que de un momento a otro ella moriría... Pero el mensaje de Genzo estaba claro: yo podía evitar que mamá muriera.
Tengo miedo.- confesé.
Y con esas palabras, vi que mi madre comenzaba a desaparecer. Genzo agachó la cabeza y soltó la mano de mamá... Yo comencé a gritar.
¡No, esperen!.- pedí.- ¡No quise decir que no iba a ayudarla! ¡Por favor, mamá, no me dejes!
Pero ya era demasiado tarde...
En eso, me desperté. Frente a mí, una mujer de ojos negro obsidiana y cabello negro muy corto me miraba fijamente.
¿Un mal sueño, Daisuke?.- me preguntó Kirei Nieminen, mi madrina.
No respondí. Mientras respiraba agitado, me di cuenta de que de mí dependía el salvar a mi madre de su terrible destino.
Notas:
Jean Lacoste es un personaje creado por Lily de Wakabayashi.
Bart Simpson es un personaje creado por Matt Groening, de la serie animada "Los Simpson".
