Capítulo 16. Consecuencias.
Los días pasaron formando semanas. Mi madre había terminado ya su primer ciclo de quimioterapia. Después de eso, fue casi imposible el ocultarle a la prensa el hecho de que la esposa del vicepresidente de la FIFA estaba enferma de leucemia. Y la verdad, el esconderle algo así a la prensa sería igual de fácil que esconderle un acto de brujería a la Inquisición. Miles de reporteros estuvieron llamando a la casa con tanta frecuencia que mi hermana, fastidiada, terminó por desconectarlo.
Ya fue suficiente, ¿por qué no nos dejan en paz?.- gruñó Jazmín, muy molesta.
Supongo que eso es una gran noticia.- suspiró Deb.- Cuando me separé de Stefan no me dejaron en paz ni en mi pueblo natal en México.
Los reporteros te encuentran a donde quiera que vayas, en donde quiera que estés.- dijo mi tía Paola.- Fue gracias a un reportero chismoso como Genzo se enteró de que yo salía con Ken.
Ah, pero eso ya fue plan con maña.- replicó mi tía Lara.- Creo que a esas alturas el único que de verdad no lo sabía era el propio Genzo y en vez de decírselo de frente dejaste que ese reportero te fotografiara en compañía del Lavacoches.
No lo llames así.- protestó Paola.- Creí que nada más Lily lo decía.
Bueno, alguien tiene que decirlo en su lugar... .- fue la respuesta de Lara.
En las últimas semanas, Lily había pasado muchos más días en el hospital que los que había pasado en casa, y cuando hacía esto último era para estar recostada todo el rato. Genzo, a su vez, intentó renunciar a su puesto pero Lily no lo dejó hacerlo, así que él se la pasaba más tiempo en el hospital y en su oficina que en nuestra propia casa. Jazmín y yo comenzamos a sentirnos huérfanos. Sanae tuvo que hacer relevo y prácticamente era la que más se ocupaba de mamá, ya que ella le había pedido a mis tías que se hicieran cargo de nosotros. Mis tíos Ian y Ken (esta combinación sí que resultó rara, pero uno no escoge a su familia) se la pasaban entre correr a la prensa de la casa y en tratar de ocuparse de sus respectivas familias.
Fuera de eso, se podría decir que la vida transcurría de manera normal. Jaz ya había comenzado sus clases de baile para prepararse para la competencia, aunque en más de una ocasión a ella le entraron los ataques de llanto masivo, de los cuales solo Hayate y Taro Misaki podían sacarla. Yo no sé que hubiese hecho sin Kirei, ya que ella fue la única que realmente tuvo tiempo para escucharme... Bueno, en realidad si lo hubiera querido estoy seguro de que cualquiera otro de los adultos de la casa me hubiesen escuchado con gusto, pero mi propia manera de ser me mantenía alejado de todos.
Mis entrenamientos siguieron y a pesar de que yo jugaba cada vez mejor, el entrenador Köpke seguía sin ponerme de titular, y yo no entendía por qué. Después del primer partido y de experimentar la horrible sensación de estar en la banca decidí ponerle más empeño a mi actuación y atrapaba cada tiro que mis compañeros lanzaban con tanta precisión que nadie ponía en duda el por qué era el titular, y sin embargo, yo seguía estando en la banca...
Lamento lo de tu mamá, compañero.- me dijo Margus Hoffman en alguna ocasión.
Gracias.- gruñí.
Debe ser difícil ser tú.- comentó él, como quien no quiere la cosa.
Eso lo sé muy bien.- repliqué.- Aunque no sé por qué me lo dices tú.
Bueno, es que me he puesto a pensar.- explicó Margus.- El ser hijo del mejor portero de todos los tiempos no es cualquier cosa, todo el mundo debe esperar a que hagas algo verdaderamente increíble con tu vida, sino dirán que el hijo de Genzo Wakabayashi es un fracasado.
Ya lo sé.- gruñí, comenzando a enojarme.
Y además, con tu madre enferma.- continuó Margus.- Ha de ser difícil vivir con una moribunda, ¿no? Quizás sea más fácil que la dejen morir.
Suficiente. En ese momento comprendí cómo debió de haberse sentido Zinedine Zidane en la final de Francia contra Italia en el Mundial Alemania 2006 cuando el italiano Materazzi insultó a su madre, y miren que en realidad Margus no había dicho nada tan grave... Sin embargo, no me pude controlar y le di al chico un puñetazo en el rostro. Margus cayó estrepitosamente al suelo, pero se levantó casi inmediatamente y me regresó el ataque. Hoffman me doblaba en peso y en estatura, pero no me importaba, nadie decía que mi madre fuera una moribunda... Escuché que varias personas se reunieron a nuestro alrededor y que algunos nos animaban, mientras otros más lloraban, estas últimas muy seguramente eran niñas... De repente, sentí que alguien me tomó por los hombros y me separó de Hoffman. Hasta ese momento me di cuenta de que la nariz me sangraba.
Hoffman, Wakabayashi, ya es suficiente.- ordenó el entrenador Köpke, quien era el que me había sujetado por los hombros.- Quiero que los dos dejen de pelear ahora si no quieren que los expulse del equipo de fútbol.
Margus había sido detenido por el asistente del entrenador. Yo me limpié la nariz con la manga de mi sudadera y me zafé del entrenador Köpke. Muy seguramente y después de eso, iban a sacarme del equipo. Era lo único que me faltaba, que un idiota como Margus hubiera conseguido hacer lo que nadie había podido en años...
¡Daisuke, espera!.- me gritó Gabriel, pero no le hice caso.
¡Wakabayashi, no puedes retirarte todavía!.- me ordenó el entrenador, pero tampoco le hice caso.
La nariz me sangraba y los ojos me escurrían de lágrimas. Quería desaparecer.
Daisuke, vienes sangrando.- me dijo de pronto Liz, parándose enfrente de mí.
¿Qué haces aquí?.- me sorprendí.
Llevo persiguiéndote por unos 10 minutos al menos, pidiendo que me dejes ayudarte, pero ni caso me haces.- contestó Liz.- Estás sangrando y evidentemente necesitas que alguien te revise.
Me da lo mismo.- repliqué.
Pues quizás a ti sí, pero a mí no, me preocupas y estoy segura de que a tu hermana también.- replicó ella.
Me senté en el suelo. Liz sacó su pañuelo y me limpió el rostro.
¿Te duele?.- preguntó ella.
Solo en mi orgullo.- repliqué.
Escuché lo que Margus te dijo, lo único que lamento es que no hayas tenido más tiempo de romperle toda la cara como se lo merecía.- comentó Liz, muy molesta.
Es un idiota.- gruñí.- Y ahora, voy a quedar fuera del equipo...
Si el entrenador te saca, le voy a cambiar el shampoo por miel.- gruñó Liz.
Le puedes pedir a Katie que te ayude, ella es experta.- comenté.
¿Ella fue quien le tendió la trampa a mi hermano?.- Liz estaba sorprendida.- Deja que le ponga las manos encima...
No estamos seguros todavía.- repliqué.- Es una teoría que tiene Gabo...
Ah, sí, y es que lo había olvidado, Katie continuaba haciendo travesuras y culpando de todo a Gabriel. Para esas fechas, poco le faltaba a mi amigo para mandarla matar. Katie ya había aparecido en el cuadro de honor por su buen comportamiento y buena conducta, mientras que a Gabriel poco le faltaba para ser expulsado de la escuela. como sea, Liz terminó de limpiarme la cara y me dio un beso en la mejilla.
¿Y eso por qué fue?.- pregunté, bastante sorprendido.
Por todo lo que has tenido que aguantar.- respondió Liz, mirándome a la cara.- ¿Sabes? Siempre he pensado que eres un muchacho muy fuerte, pero es hasta ahora que lo estoy comprobando.
Gracias... .- murmuré, un tanto abochornado.
Ella y yo nos miramos fijamente a los ojos por algunos momentos, después de lo cual Liz desvió la mirada. En ese momento escuchamos que alguien se acercaba a nosotros y nos separamos, muy avergonzados.
Daisuke, he estado buscándote por todas partes.- fue Jazmín quien llegó hasta nosotros.- El entrenador quiere verte cuanto antes.
¿No pudo simplemente haberte dicho que estoy expulsado y que no me moleste en volver a presentarme a los entrenamientos?.- gruñí.
Dai, tienes que tranquilizarte.- pidió mi hermana.- Actuaste mal y debes afrontar los actos.
¿Te parece "actuar mal" el que haya golpeado al idiota que dijo que mi madre es una moribunda y que lo mejor es dejarla morir?.- grité, fuera de mí.
¿Eso dijo ese "censurado"?.- Jazmín profirió un insulto que jamás había oído en ella.- ¿Por qué no lo golpeaste más?
Evidentemente, mi hermana no había escuchado todo lo que Margus me había dicho.
Porque el entrenador me detuvo.- bufé.
Ahora verá ese hijo de su tal por cual.- Jazmín hizo el intento de irse, pero Liz la detuvo.
Oigan ustedes dos, sé que están molestos pero deben controlarse.- pidió Liz.- No van a ganar nada con golpear a Hoffman. Mejor arrójenlo por un puente.
Por un barranco es mejor.- gruñó mi hermana.
Jazmín y Liz me tendieron las manos y me ayudaron a levantarme. Los tres echamos a andar hacia el campo de juego, en donde Gabo nos estaba esperando.
Ya los iba a ir a buscar.- gruñó él.- ¿Qué fueron a buscar a Daisuke a China o qué?
No exageres.- replicó Liz.- Ni que nos hubiéramos tardado tanto.
El entrenador quiere verte, Daisuke.- me dijo Eiki.
Ya voy.- gruñí.
Buena suerte, compañero.- Gabriel me palmeó un hombro.
Me dirigí a la oficina del entrenador y toqué a la puerta. Escuché un "pase" y abrí la puerta.
Me dijeron que quería verme.- le comenté al entrenador, como si nada.
Siéntate, Daisuke, por favor.- me pidió el entrenador, muy serio.
Lo lamento mucho, entrenador.- comencé a hablar antes de darle la oportunidad a él de decir algo.- Sé que me porté muy mal, lo lamento mucho...
No es el comportamiento que esperaría de alguien como tú.- respondió el entrenador.
Sí, sé lo que me va a decir.- lo interrumpí.- Que esperaría que el hijo de Genzo Wakabayashi no debe comportarse como un patán.
No era eso lo que iba a decir.- me contradijo el entrenador.- La verdad, pensaba decirte que tú no sueles ser así. Generalmente eres más bien tranquilo, pero a últimas fechas has estado más irascible, lo cual no me sorprende.
¿No le sorprende?.- el sorprendido era yo.
No, dado como están las cosas en tu casa... .- el entrenador Köpke bajó la voz.- ¿Tu madre ha presentado alguna mejoría?
Sinceramente, no.- respondí.- Los doctores dijeron que ella primero empeoraría antes que mejorar.
Ya veo... .- el entrenador cruzó las manos.- Gabriel me contó lo que Margus te dijo. A él lo voy a suspender por tres partidos, al igual que a ti, no puedo dejar esto sin castigo, no hay excusa para armar un escándalo, pero quiero decirte que no estoy de acuerdo con lo que te dijo. Le haré una llamada de atención a Hoffman, si vuelve a comportarse de esa manera lo expulsaré sin miramientos. Eso es todo, Daisuke, quiero seguirte viendo en los entrenamientos pero no quiero que te presentes en los próximos tres partidos. ¿Está claro?
Asentí con la cabeza y me marché. Cuando salí, Margus iba saliendo de la enfermería (aparentemente había salido más lesionado que yo) y al verme quiso volver a lanzárseme encima.
¿Qué te pasa, Wakabayashi?.- me retó.- ¿Ya fuiste a quejarte con el entrenador como el niño llorón que eres?
Eiki y Jun, que ya estaban ahí, iban a lanzarse sobre Margus cuando mi hermana los empujó y se dirigió a Hoffman, dándole una fuerte bofetada en el rostro. Todos nos quedamos callados y sorprendidos.
Más te vale que no vuelvas a hablar mal de mi familia si no quieres que tus dientes terminen en el suelo, porque ten por seguro que si vuelvo a enterarme de que llamaste moribunda a mi madre yo misma vendré a quitártelos todos, de uno por uno, con una llave de tuercas.- amenazó Jazmín.
Mi hermana se dio la vuelta y se marchó dejando a un perplejo Margus con la boca abierta. Yo también estaba sorprendido, nunca había visto a Jazmín, el ejemplo de la chica perfecta, dulce, callada y sumisa, comportándose de esa manera...
Supongo que la venció el estrés.- comentó Liz, también sorprendida.
No la culpo, la verdad.- comentó Eiki.- Siempre comportándose como la muchacha perfecta, tarde que temprano iba a fastidiarse.
Claro, se me había olvidado que yo no era el único con el problema de un padre famoso. Jazmín era la hija de Lily Del Valle, ella también tenía la preocupación de que el mundo entero esperara de ella lo mismo que había hecho su madre, sino es que más. A diferencia mía, Jazmín había aceptado siempre su irrevocable destino y lo había aceptado de buena gana, pero al final de cuentas ella era también un ser humano como yo, como todos, y en algún momento la presión de tantas cosas iba a hacerla estallar...
Menos mal que lo hizo con Margus Hoffman. En ese momento no lo sabía, pero ya más adelante Jazmín tendría más motivos para desquitar su furia con alguien más...
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Nadie nos dijo que el pelo de mi madre se caería por culpa de la quimioterapia. Obvio era que Lily ya lo sabía, debido a lo sucedido con Chiara, pero había querido mantenerlo oculto...
Una mañana, mi padre despertó y no encontró a mamá en la cama. Preocupado, Genzo se levantó de un salto y comenzó a buscarla.
¿Lily?.- habló Genzo, acercándose al baño.- ¿Estás bien?
Mi padre abrió la puerta del baño y encontró a Lily llorando apoyada contra la bañera y con un mechón de cabello en las manos.
¿Qué ocurre, mi amor?.- Genzo se sentó a un lado de Lily.- ¿Qué pasa?
Se me está empezando a caer el cabello.- sollozó Lily, mirando a Genzo a los ojos.-Ya sabía que esto tarde o temprano iba a pasar, pero aun así no fue menos duro...
Genzo abrazó a Lily y trató de consolarla. Él tampoco sabía que la quimioterapia tendría ese efecto... Una de las cosas que más impactaban en Lily era su hermoso y brillante cabello castaño oscuro que le llegaba a las caderas, y el saber que iba a terminar por perderlo todo era algo que ella no podría soportar...
Genzo acarició la cabeza de Lily, y descubrió con tristeza que entre sus dedos se quedaban algunos mechones de cabello... Él suspiró. No le importaba si su esposa se quedaba calva y en los huesos, lo único que le importaba era que Lily no lo dejara nunca…
