Capítulo 18. Ofertas tentadoras, respuestas encontradas.
Algo necesitábamos hacer con Katie Levin. O bien, la poníamos al descubierto o bien le dábamos una probada de su propio chocolate. Gabriel se moría de ganas de hacerle algo fuerte, algo como lo que ella se lo había hecho a él, pero así corríamos el riesgo de que lo atraparan a él.
¿Y qué más da?.- protestó Gabriel.- Peor no me puede ir, estoy a un paso de la academia militar.
Sí, y si te cachan haciendo una broma que sí hiciste no nada más te van a mandar a la academia militar, sino que serás desterrado para siempre.- le advertí a Gabo.
Prefiero arriesgarme a eso, con tal de vengarme.- replicó Gabriel.
De veras que esa niña te pegó fuerte en el orgullo, ¿eh?.- me burlé.- Ahhh, lo que hace el amor...
Cállate, Dai.- Gabriel me aventó un balonazo, el cual yo detuve sin mucha dificultad.- ¿Me vas a ayudar o no?
De que te ayudo, te ayudo.- suspiré.- Ya sabes que para eso, siempre estoy.
Gabriel tenía un plan malévolo para dominar el mundo. Ya me sentía yo Pinky ayudando a Cerebro... Si el plan malvado funcionaba, Katie quedaría muy mal parada, y si no funcionaba, ya nos veríamos Gabriel y yo con esos ridículos cortes de cabello que usan los cadetes...
Bueno, pues ya tengo todo listo, cuando el director llegue encontrará esa pequeña sorpresa... .- sonrió Gabriel.
¿Y a mí para qué me necesitas?.- pregunté.
Para que le tiendas la trampa a Katie.- explicó Gabriel.- Ella confía en ti.
Y yo me voy a sentir como un traidor, pero ni modo.- suspiré.- Ella se lo ganó.
Gabriel estaba muy concentrado elaborando su plan. Carol llegó hasta nosotros con cara de que traía un gran chisme.
Hola, Dai, Gabo.- saludó Carol.- ¿Cómo están?
Pues estamos, ¿y tú?.- respondí.
Pues yo bien pero... .- Carol se calló y se mordió los labios.
¿Qué pasa?.- pregunté.
Tu hermana cortó definitivamente con Franz Schneider, ¿no?.- preguntó Carol.
Hasta donde sé, sí.- algo en Carol me estaba poniendo nervioso.
¿Y ya está saliendo oficialmente con Hayate?.- insistió Carol.
No sé si sea oficial, pero ya toda mi familia y a de Tsubasa Ozhora lo saben.- respondí.- ¿Qué pasa, Carol?
Es solo que... .- Carol siguió titubeando.
Habla ya, Caroline.
Es que Franz ya anda tras otra chica... .- musitó Carol.- Y ya anda declarando sus intenciones a medio mundo...
¿Y eso qué?.- Gabriel al fin levantó la mirada.- Bien por él, Jaz ya anda muy feliz con otro chico que sí la trata bien.
Me quitaste las palabras de la boca, camarada.- dije, mirando distraídamente mi I-Pod.
Es que el problema no es él, sino la chica.- replicó Carol.
¿Pues quién es?.- cuestionó Gabriel, algo fastidiado.- ¿Francine?
No.- negó Carol.- Franz anda tras de Melissa.
Gabriel y yo nos pusimos de pie de un salto.
¿QUÉ DICES?.- gritamos al unísono.
Oh, sí, Melissa no era otra que Liz, la hermana de Gabriel, la muchacha que a mí me traía loco aunque solo fuera un baboso chico de 12 años.
Es una broma, ¿verdad?.- gritó Gabriel, zarandeando a Carol.- Dime que no es cierto.
Pues lo es.- suspiró Carol, tratando de zafarse de Gabriel.- Eso nos dijo Schester, que Schneider andaba tras de Liz. Valentina y yo no lo podíamos creer, pero el propio Franz se acercó poco después a pedirle una cita a Liz en persona.
¡Tiene que ser una broma!.- gritó Gabriel.
Tranquilízate, Gabo.- pedí, separando a mi amigo de Carol.- ¿Qué respondió Liz?
Que no está interesada, al menos no por ahora.- respondió Carol.
¿Qué?.- ahora fui yo el que zarandeó a Carol.- ¿Cómo le dijo eso? ¡Así le dio a entender que en un futuro puede querer algo con él!
Ya, tranquilícense los dos.- pidió Valentina, en esos momentos.- Caramba, que parecen un par de toros locos peleando por la vaca.
¿Llamaste vaca a mi hermana?.- gruñó Gabriel.
Fue solo una manera de decirlo.- se defendió Valentina.
Tengo que hablar con Liz.- dije, soltando a Carol y echando a andar.
¿Por qué estaba tan enojado? ¿A mí que me importaba si Schneider quería salir con Liz? Bueno, sí, ella me gustaba, pero era algo así como mi amor platónico, además, Liz es tres años mayor que yo. ¿Qué podría verle ella a un mocoso como yo? Nada, en cambio alguien como Franz Schenider... Caramba, que estaba pensando puras idioteces...
Encontré a Liz comiendo tranquilamente su almuerzo con Jazmín.
Hola, Liz, ¿puedo hablar contigo a solas?.- directo al grano, como siempre.
Eh... .- Liz miró a Jazmín dubitativamente.
Voy a comprar un refresco.- Jaz se paró y me dio una palmada en el hombro.- Ya te habías tardado en venir...
¿Qué sucede, Dai?.- preguntó Liz.
Este... .- era una idiotez. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué no saliera con Franz porque creía estar enamorado de ella? Hasta sonaba idiota... .- Es solo que escuché que...
¿Qué Franz Schneider me invitó a salir?.- me interrumpió ella.- Sí, es cierto.
Ya veo... Y... .- tartamudeé.- ¿Vas a...?
¿Por qué se me trababan las palabras en la garganta?
¿Qué si pienso aceptar salir con él?.- volvió a interrumpirme Liz.- La verdad, no, pero aun no se lo he dicho.
¡Ah!.- exclamé.- ¿Y eso por qué?
¿Por qué no se lo he dicho o por qué no voy a salir con él?.- cuestionó Liz.
Lo segundo.
Bueno, sin ofender pero no comparto los gustos de tu hermana.- respondió Liz.- A mí Franz no me parece ni remotamente interesante.
Ya veo.- no sé por qué, pero me sentí súbitamente aliviado.
Ni Liz ni yo dijimos nada por un rato.
Eres un chico muy lindo, Dai.- comentó Liz, luego de unos momentos.- Y me agradas mucho. Es solo que, tienes la edad de mi hermano...
Sí, lo sé.- musité.
Quizás ahora no es el momento, pero en un futuro pudiera ser... .- continuó ella.
¿Qué significaba eso de "en un futuro"? Muy en el fondo, lo sabía. Y no me equivocaría...
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Quizás debería hablar un poco sobre Katie y sobre su extraño comportamiento. La muchacha era la segunda hija del matrimonio entre Stefan Levin y Débora Cortés. El primogénito del matrimonio era Marco, joven y rubio jugador de fútbol, el cual a lo único que le interesaba era el convertirse en el jugador más joven de la liga sueca. Katie casi no veía a su hermano, dadas sus actividades, y su padre estaba siempre ocupado con el hijo mayor y su madre se ocupaba siendo la representante de Lily Del Valle. Desde el principio, Katie intentó refugiarse de su soledad en los estudios, pero ni el sacarse las mejores y más brillantes calificaciones había conseguido atraer la atención de su familia.
Nota mental: es curioso cómo cuando no quieres llamar la atención todo el mundo te mira, como a mí, y cuando te urge llamar la atención, nadie te toma en cuenta, como a Katie.
Sea como fuere, Katie no fue la única que resintió la falta de atención por parte de Stefan Levin. Débora, su esposa, también se cansó de esperarlo hasta tarde todas las noches, y más porque se corrió el rumor de que él la estaba engañando con Sherry, la mejor amiga de la ex novia fallecida de Levin. Deb hizo sus maletas y las de su hija menor y regresó a su pueblo natal ubicado en el corazón de México.
Fue quizás en ese momento cuando Katie le puso un alto a todo. Si no le iban a hacer caso por su buen comportamiento, entonces iba a tener que cambiar de técnica... En la escuela en donde estudió en México comenzó a hacer toda clase de travesuras y maldades para que la reportaran y así su madre le prestara atención, pero apenas y estaba por ser descubierta cuando Stefan Levin fue a México a pedirle perdón a Débora por su falta de interés y a aclararle que Sherry nunca había dejado de ser nada más que una buena amiga para él.
Así pues, a Katie no le quedó más remedio que hacer tripas corazón y mudarse otra vez. Y quizás su vida hubiera vuelto a ser la misma de no ser porque se le atravesó en su camino Gabriel Misaki.
Oh, sí, yo tenía razón...
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Genzo seguía firmando papeles, contestando llamadas, dando órdenes. Dado que el presidente de la FIFA andaba de viaje, él tenía que encargarse de todo. Padma, su eficiente secretaria, y que por cierto era la madre del hijo que Genzo y Lily estuvieron por adoptar, tampoco se daba abasto con tantos asuntos pendientes. Ella sabía sobre la enfermedad de la esposa de su jefe, y por eso siempre trataba de dejarle la menor cantidad de trabajo posible, pero eso muchas veces era imposible. Padma recibió entonces una llamada de uno de los directivos de la FIFA que pedía urgentemente hablar con Genzo.
Genzo, tienes una llamada.- anunció Padma.
Lo siento, pero espero una llamada de Lily, mantén la línea despejada.- replicó Genzo.
Se trata de uno de los directivos de la FIFA.- aclaró Padma.
Pásamela entonces.- suspiró Genzo.- ¿Hola?
Buenas tardes, Wakabayashi.- habló el directivo.- ¿Cómo va todo por allá?
Pesado, como siempre a últimas fechas.- respondió Genzo.-¿Qué ocurre?
Mira, seré breve, sé que estás ocupado.- dijo el hombre.- No sé si has escuchado que el actual presidente va a renunciar.
He oído rumores.- contestó Genzo.- Pero él a mí nunca me ha dicho nada.
Porque no quería que se supiera hasta no haber terminado el Mundial.- explicó el directivo.- Pero es cierto, quiere renunciar y entonces quedará vacante ese puesto.
Ajá.- Genzo comenzó a entender por dónde iba el asunto.
Y pues hemos considerado que quizás tú seas el más indicado para ocupar ese puesto.- comentó el directivo.- Nadie mejor que tú, de hecho.
¿Presidente de la FIFA?.- Genzo estaba sorprendido.- ¿Yo?
¿No te gustaría?
Genzo lo consideró. Claro que le gustaría tener el puesto de presidente, a sus 42 años sería el más joven presidente de la historia del fútbol, todo un logro para su carrera llena de éxitos pero... Los ojos de mi padre se desviaron hacia la fotografía que tenía en su escritorio, en donde aparecíamos Lily, Jazmín y yo.
Tengo que pensarlo.- fue la respuesta de mi padre.- Usted sabe que mi esposa está enferma de gravedad y que si no renuncié a mi puesto actual fue por petición de ella.
Eso lo sé, Wakabayashi, y de verdad que lo lamento mucho.- respondió el directivo.- Pero piénsalo, quizás no vuelva a presentarse otra oportunidad como ésta.
Genzo colgó el teléfono y se llevó las manos a la cabeza.
¿Buenas o malas noticias?.- le preguntó Padma.
No lo sé, sinceramente.- respondió Genzo.- Me siento fatal, creo que debería estar encargándome de mi familia en vez de estarme ocupando de otras cosas...
Te va a entrar la crisis de los cuarenta.- comentó Padma.
¿Qué no ésa no sería si dejara a mi esposa por una mujer más joven?.- preguntó Genzo.
Pues es más o menos lo mismo.- respondió Padma.
Yo nunca dejaría a mi esposa por otra.- protestó Genzo.- No me importa si ella está enferma, la quiero conmigo todo el tiempo, hasta el último de mis días.
No esperaba menos de mi jefe.- sonrió Padma.
Genzo volvió a ver la fotografía y se entristeció al ver mi rostro.
¿Habré hecho algo mal, Padma?.- preguntó papá.- Yo solo quería darle lo mejor a mis hijos.
No has hecho nada mal, Genzo.- negó Padma.- Jazmín y Daisuke son excelentes muchachos.
Pero Daisuke me odia.- gruñó Genzo.- Quizás lo presioné demasiado para que siguiera mis pasos, pero ¿es tan malo el desear que uno de tus hijos sea como tú?
No es malo, siempre y cuando no los obligues a ello.- respondió Padma.- Mira a Sakai, él de plano se negó a ser futbolista pero pues ni su padre ni yo podemos obligarlo. Y Daisuke no te odia.
Quizás tengas razón.- suspiró Genzo.- Dejaré que Daisuke siga su camino, no me va quedar de otra...
El teléfono volvió a sonar. Genzo esperó que se tratara de Lily, pero solo se trataba del presidente de la FIFA, quien quería saber cómo iba todo por allá...
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Mamá nunca se dio cuenta de que tomé prestadas algunas cosas de su cofre, entre ellas la fotografía de mi tía Chiara y varias cartas dirigidas a mi abuela Emily. En ellas, Lily le contaba a su madre la impotencia que sentía por no haber podido ayudar a su hermana mayor.
¿Pero ayudarla cómo?.- cuestionaba Kirei, quien me ayudaba a descifrar el misterio.- ¿No dice otra cosa?
No.- negué. Había leído las cartas tantas veces que ya casi me las sabía de memoria.
Kirei había conocido a mi madre después de la muerte de Chiara, al igual que Genzo, Paola, Sanae, Gina, Hikaru, Tsubasa, Susuke, Taro, Ken, Ian y todo aquel con el que tenía contacto en la actualidad, de manera que solo Lara y Lily podían decirnos la verdad de lo ocurrido con mi tía fallecida.
Pues eso sí que se pone complicado.- gruñó Kirei.- ¿Te costará tanto trabajo el preguntarle directamente?
Ni siquiera mi tía Lara quiere hablar de eso.- repliqué.- Mucho menos mi madre.
En fin, creo que nunca lo sabremos.- suspiró Kirei.- Tendrás que esperar a que tu sueño hable por sí solo.
Quizás Kirei tenía razón... Sin embargo, al guardar todas las cartas, de uno de los sobres se escurrió un pequeño folleto, tremendamente viejo, arrugado y maltratado. Lo tomé, y la primera frase que leí me hizo saber que ahí estaba la respuesta a lo que buscaba...
