Capítulo 25. Del odio al amor no hay más que un paso.

O al menos es lo que todo el mundo dice. Y tenía cerca de mí a dos personas que me lo comprobaban...

La pobre de Katie ya corría al vernos. Antes me saludaba a mí y con cierto desdén saludaba también a Gabriel, pero ahora nomás nos veía llegar y era el verla decir: "pies, para qué los quiero". Gabo la miraba correr con el entrecejo fruncido.

Ya dime de una buena vez lo que pasó entre ustedes dos.- le dije, después de hartarme de ver huir a Katie como conejo aterrorizado.

No pasó nada.- respondió Gabriel, aunque comenzó a ponerse rojo como chorizo de Toluca.

¿Y por qué entonces te le quedas viendo cuando estamos en clases?.- cuestioné.

Eso no es verdad.- Gabriel se puso tan nervioso que se delató a si mismo.- Yo no me le quedo viendo a Katie. ¿Qué razón tendría yo para hacer algo así?

Yo que sé.- me encogí de hombros.- Dímelo tú.

Gabriel no me respondió. Yo sabía que algo raro había pasado entre esos dos, pero era obvio que Gabo no iba a decirme nada, así que lo intenté por el lado de Katie. Aproveché la hora del receso para acercarme a Katie, la cual comía su sándwich tranquilamente.

Hola, Kat.- la saludé.- ¿Cómo estás?

Bien, gracias.- Katie me hizo un lugar para que me sentara junto a ella.- ¿Quieres dango?

Esa pregunta ni se pregunta.- sonreí.- Me encanta en dango.

Lo sé, por eso te ofrezco.- sonrió Katie.

¿Quién te lo preparó?.- pregunté.- Tu papá es sueco y tu mamá mexicana.

Le pedí a la mamá de Jun que preparara un poco para ti.- explicó Katie.

¿Y eso por qué?.- me sorprendí.

Pues porque eres un gran amigo, Dai.- respondió Katie.- Gracias.

No entendí esas palabras, no había hecho nada para que Katie pensara eso de mí, al contrario, ya que había ayudado a su caída, pero en fin...

Gracias.- musité.- Lamento que te hayan castigado tanto tiempo...

Me lo merecía.- suspiró Katie.- Me pasé de desgraciada... Sobre todo con tu amigo Gabriel.

Sí.- contesté, devorando un poco de dango.- ¿Pero por qué él?

Quizás porque era el más travieso de aquí.- Katie se miró los zapatos.

¿Era?

Sí, porque creo que ahora ese título me lo llevé yo.- se rió Katie.

Yo reí con ella. Noté que ella también se ponía muy nerviosa cuando hablaba de Gabriel. Bueno, yo ya lo sabía pero...

Hola, Wakabayashi.- dijo Franz Schneider en ese momento.- No sabía que ya tuvieras novia.

¿Han tenido alguno de esos momentos en donde todo el mundo se queda callado y lo único que se escucha es el cantar de los grillos? Pues así tuvimos un momento de ésos. Todos se quedaron callados y nos voltearon a ver con la boca abierta.

¿De qué hablas?.- exclamé.- Katie no es mi novia.

¿Y entonces por qué están almorzando juntos?.- rebatió Franz.- Mira, si hasta te trajo tu postre favorito.

Katie y yo solo somos amigos.- insistí, molesto.- No saques conclusiones tontas.

A nuestro alrededor, las chicas comenzaron a cuchichear y muchos miraron con odio a Katie. En ese momento comenzaron a hacérseme presentes todas las niñas que juraban ser mis fans.

Esa Levin es odiosa.- murmuró una chica pecosa.- ¡Cómo la odio!

Daisuke se merece una novia mejor.- comentó otra.- Alguien como yo, por ejemplo.

Ay, Dios...

Bueno, pues te dejo en paz con tu "novia".- se burló Franz.- Para que la beses a gusto.

¿Qué?.- en ese momento Gabriel llegó y nos miró a Katie y a mí sentados muy juntos.

Oye, Misaki.- le dijo Franz.- ¿Qué bien escondidito tenía tu amigo a su nueva novia, verdad?

Gabriel abrió los ojos como platos. Tanto Katie como yo nos sorprendimos al ver que él, en vez de protestar o decir algo, nos lanzaba a los dos una mirada de odio antes de darse la vuelta e irse.

¡Gabo!.- grité, yendo tras de él.

Ve a decirle a tu amigo que ya lo cambiaste por otra.- se burló Franz.

¿Por qué no te metes un palo en tu gran bocota?.- gruñó Katie, enojada.- Eres un estúpido.

Mientras tanto, yo intenté alcanzar a Gabriel. No entendía el por qué mi mejor amigo estaba tan enojado. Cuando por fin lo encontré, mi amigo estaba pateando con furia una pelota de fútbol. Suerte para mí, algo me dice que si no fuese por ese balón, el golpeado sería yo...

Gabo, ¿qué pasa?.- le pregunté.- ¿Por qué reaccionaste así?

Así que Katie es tu novia, ¿no?.- reclamó Gabriel, enojadísimo.- ¿Ya tenías planeado con ella el hacerme esas trampas?

¿Estás loco o qué?.- bufé.- ¡Yo no me puse de acuerdo con Katie en nada! ¡Y ella no es mi novia!

¿Qué te costaba decírmelo?.- Gabriel parecía no escucharme, y fue entonces cuando lo entendí todo...

¿Estás celoso?.- pregunté, a quemarropa.

¿Celoso? ¿Yo? ¿De esa demonio con cara de ángel?.- exclamó Gabriel.- ¿Te volviste loco o qué?

En ese momento la campana sonó. El receso había terminado. Gabriel seguía enojado, pero al menos ya no deseaba golpearme como hacía un rato.

Vamos a llegar tarde, cosa que no quiero hacer porque ya me harté de estar castigado.- gruñó Gabriel.

Yo suspiré. Como sea... Cuando Gabriel y yo entramos al salón, las chicas me miraron como si yo estuviese muerto, puesto que todas me miraron con lágrimas en los ojos.

¿Y a éstas qué les pasa?.- murmuró Gabriel, quien sintió que había entrado a un universo paralelo.

Son las Abandonadas.- respondí, aguantándome la risa.

¡Qué gracia! De verdad que todas mis compañeras de clase estaban tristes por creer que yo ya tenía novia... Ni loco tendría novia por ahora, pero si lo tuviera sería una linda chica de cabello castaño que tenía el mismo apellido que mi mejor amigo... Noté que Gabriel miró a Katie, quien por cierto procuraba por todos los medios el no verlo a los ojos. En fin, sea como fuere, las clases transcurrieron sin novedades, interrumpidas tan solo por algún sollozo dado por alguna chica decepcionada. Al salir, Gabriel ya había recuperado su buen humor al estarse burlando de todas mis "fans".

Anda tú, que David Beckham, Ricky Martín, Luis Miguel y hasta Britney Spears te quedan cortos.- se burló mi amigo.- ¡Todas las chicas del salón están enamoradas de ti!

Casi todas.- lo corregí.- No le gusto a Katie.

Gabriel solo gruñó. Para mi fortuna, en ese momento Louis se acercó a mí y me pidió hablar con él a solas. Louis y yo nos alejamos y dejamos a Gabriel. Esto fue lo que pasó después, según la versión de Gabriel. Katie pasó a un lado de él, sosteniendo sus libros con fuerza y mirando fijamente al frente.

Así que siempre te gustó Daisuke, ¿no?.- le reclamó Gabriel a la chica.

¿Qué?.- exclamó Katie.

Que te gusta Daisuke.- protestó Gabriel.- Y está bien, a media escuela le gusta, lo que no entiendo es por qué me besaste a mí. Eres de lo peor, eres odiosa, tienes cara de niña buena, pero no eres más que una infeliz tramposa.

Ya me dijiste eso una vez.- protestó Katie.

Pues te lo seguiré diciendo miles de veces.- insistió Gabriel.- Porque no sé por qué me agarraste de tu chivo expiatorio, si yo nunca te he hecho nada.

¡PORQUE ME GUSTAS!.- gritó Katie.- ¡POR ESO TE HICE TANTAS BROMAS, PARA LLAMAR TU ATENCIÓN!

Katie se marchó corriendo antes de que Gabriel pudiera detenerla. Obvio es que él se quedó con la boca abierta...

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Para evitar que mi madre se arrepintiera, Genzo acompañó a Lily con el doctor Lacoste. Lo malo fue que la prensa se enteró de que a mi padre le habían ofrecido el puesto de presidente de la FIFA y sabían también que la única razón por la que mi padre se había negado a aceptar era por la enfermedad de Lily. Así pues, ahora los reporteros se lanzaban al hospital para tratar de conseguir una entrevista desde que mi padre amenazó con acabar con todos los periódicos del país si no dejaban de acosarnos en nuestra casa. Lo dicho, cuando Genzo amenaza, amenaza.

¿Por qué no nos dejaran en paz?.- gruñó Genzo, molesto, al tiempo que miles de paparazzi se acercaban a ellos.

Ése es su trabajo.- suspiró Lily.- Somos famosos, somos de ellos.

En eso yo nunca he estado de acuerdo.- bufó papá.

Y sin embargo, ambos se tomaron del brazo al entrar al hospital y le hicieron frente a la cámara con el orgullo y la dignidad que siempre los caracterizó a ambos. Por suerte, el doctor Jean ya los estaba esperando con un par de corpulentos guardias de seguridad que hubieran hecho ver a Hiroshi Jitto y a Nakanishi como dos sílfides. Ambos guardias sacaron tan rápido a los reporteros que mis padres juraron que casi los habían hecho volar.

Lamento todo esto.- comentó Jean.- No esperaba que se pusiera así.

La culpa es nuestra, supongo.- suspiró Genzo.- Siempre hemos odiado la fama.

Pero es algo que va inherente al éxito.- replicó Jean.

Muy cierto.

Bien. ¿Cómo te has sentido, Lily?

Mentiría si dijera que mejor.- suspiró mamá.- Voy pasándola.

¿Has considerado lo del transplante de médula ósea?.- preguntó el doctor Lacoste.

Sí.- asintió Lily.- Y... He decidido intentarlo...

Lo ideal sería que intentáramos otro ciclo más de quimioterapia más potente, pero dudo mucho que lo toleres, así que mejor dejamos la quimioterapia para el transplante.

¿Aunque se realice el transplante de cualquier manera mi esposa tendría que recibir quimioterapia?.- cuestionó papá.

Sí, porque para poder transplantarle la médula nueva necesitamos destruir toda la que Lily tiene ahora.- explicó el doctor Lacoste.- Y eso solo puede conseguirse con la quimioterapia. Escuchen, deben saber que si deciden aceptar el transplante, a Lily se le dará tratamiento para acabar con su médula ósea y en ese tiempo ella estará susceptible de ser atacada hasta por la más simple gripe. Habrá que tener mucho cuidado, al menos hasta que se le realice el transplante y aun así se le estaría dando medicamento para evitar que ella rechace el órgano extraño. Y aun así, y a pesar de todo, cualquier cosa podría fallar en cualquier momento y arruinarlo todo...

Eso lo sabemos, doctor.- Lily miró a Genzo.- Pero quiero arriesgarme, por mi familia.

Genzo y Lily se tomaron de la mano. El doctor sonrió al notarlo.

Bien, en todo caso, haremos pruebas de compatibilidad.- dijo Jean.- Comenzaremos con la gente más cercana a usted. Voy a hacerles varias citas.

Bueno, ya no había marcha atrás. Ahora solo había que ver quién de nosotros sería más compatible con mi madre. ¡Ja! Ya se lo imaginan a estas alturas, ¿no? Y si aun no lo han descubierto es porque de plano no son nada intuitivos...

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Ja, casi ni he hablado de mis tíos. Lara estaba ya con el embarazo muy avanzado, bueno, no tanto, iba más o menos en el sexto mes. El ser una madre añosa, como decimos los médicos, la estaban sacando de quicio. Ella y mi tío Ian estaban preocupados por la salud del bebé, ya que con la edad de mi tía el pequeño podría nacer con malformaciones. Además, el riesgo de complicaciones como presión arterial elevada o una pérdida del bebé estaban por las nubes.

No sé cómo voy a poder aguantar todo esto.- musitó Lara, al tiempo que se dejaba caer en un diván.- Ya estoy harta. No puedo hacer absolutamente por mi hermana... Otra vez...

No te pongas así, que nada ganas.- comentó Ian..- No está en tus manos el ayudar a Lily así como tampoco estuvo en tus manos el ayudar a Lara.

¡Pero es que es desesperante!.- exclamó Lara.- No puedo evitar que mi bebé nazca mal ni tampoco que mi hermana muera...

Mi tío se quedó callado. Jazmín trató de levantarles el ánimo.

¿Ya pensaron en algún nombre para el bebé?.- preguntó mi hermana.

Sí.- sonrió Lara.- Pensábamos ponerle Rick si es hombre.

¿Y si es mujer?

Chiara.- respondió Ian.

Me parece un lindo nombre.- sonrió Jazmín.

A mí me hubiese agradado tener otro hijo.- comentó Gina, llevando un poco de té.

¿Y por qué no lo tuviste?.- quiso saber Jazmín.

Porque Hikaru quería tener otra hija.- contestó Gina.

¿Y qué tiene eso de malo?

Eh... .- Hikaru se puso bastante rojo.- Pues creo que lo malo está en que quise ponerle el nombre de Yoshiko...

Carcajada general. Gina le dio un codazo en las costillas a Matsuyama. Yoshiko Fujisawa fue la primera novia que Hikaru había tenido...

Al menos no quiso ponerle Kirei.- comentó mi madrina en esos momentos.

No, porque ahí lo hubiera golpeado yo.- gruñó Kazuki.

Nomás porque ustedes no quisieron tener hijos.- comentó Paola.

No, qué horror.- exclamó Kirei.- No aguantaría cuidar a un bebé por más de tres horas.

¿Es por eso que cuando mamá estaba ocupada siempre le pedías a papá que me cambiara los pañales, querida madrina?.- pregunté.

Hubo otra carcajada.

Miren que si a cambiar pañales vamos, Tsubasa prefería lavar los platos a cambiarle los pañales a sus hijos.- protestó Sanae.

Bah, ¿no que te podías hacer cargo de todo eso?.- gruñó Tsubasa.

¿Sabes lo que es tener que lidiar con dos diablillos de casi la misma edad?.- protestó Sanae.

Hablas como si fuéramos unos malvados.- se quejó Hayate.

Bueno, ya que todos se andan quejando de esas cosas, yo me quejo del nombre de Eiki.- gruñó Ken.- Habiendo tantos nombres y Paola tenía que escoger precisamente ése...

¿Cuál es el que no te gusta, Genzo o Eiki?.- se buró Gina.

¿Tú cual crees?

Nuevamente todos nos soltamos a reír. En ese momento llegaron mis padres trayendo las nuevas no tan buenas. Lily les informó a sus amigos y familiares lo que el doctor Lacoste le había dicho. Todos los presentes, absolutamente todos, aceptaron hacerse las pruebas de compatibilidad, cosa que mi madre les agradeció con lágrimas en los ojos y la esperanza en el corazón. Y mientras Sanae y Gina iban por un pastel para acompañar el té y el café, Eiki me abordó.

Oye, Dai, vi que ese Le Blanc habló contigo hace rato.- me comentó Eiki, sin darle vueltas al asunto.- ¿Qué te dijo?

No creo que te agrade saberlo.- respondí.

¿Pues qué te dijo?.- exigió saber Eiki.- ¿Te hablo sobre Caroline?

Nótese que mi primo no preguntó por Valentina, sino por Caroline.

Lo siento, no te lo puedo decir.- contuve la risa.- Fue secreto.

Ya pareces mujer.- protestó Eiki.

¡Ja! Si Eiki supiera lo que Louis me dijo... Pero yo no iba a decírselo...