Nueva Vecina

Diario de Snape

15 de diciembre, 1993:

Acababa de destapar un nuevo frasco de tinta y recortar una pluma cuando oí a Lily llamando a Harry. Sonaba irritada, como lo hacía a menudo ahora que estaba en su séptimo mes y poniéndose más grande cada día. Como no la había visto cuando estaba embarazada de Harry, no podía decir si era normal para siete meses, pero ella juraba que estaba enorme, y sus tobillos habían comenzado a hincharse, haciéndole difícil moverse. Pronto debía tomar su baja de maternidad, y estaba irritable porque odiaba dejar de trabajar, incluso si se sentía mejor en casa con los pies en alto.

"Harry, ¿dónde estás?" llamó escaleras arriba. "Se supone que debías venir a ayudarme a decorar el árbol hace media hora."

"Ay, Mamá, ¿tengo que hacerlo? Estaba durmiendo," llegó la respuesta de Harry, sonando tan molesto como cualquier adolescente despertaría de una siesta. "¡Decorar el árbol es aburrido!"

"Solía encantarte decorar el árbol conmigo," objetó ella, sonando un poco dolida. "Haré palomitas de maíz y podemos comer algunas y hacer tiras de palomitas con arándanos para el árbol también," persuadió. "Necesito ayuda, es difícil para mí alcanzar la cima del árbol ahora que soy la Sra. Bola de Boliche."

"No me apetece. Pídeselo a Papá."

"Tu padre me ayudó a poner las luces y la nieve falsa. Ahora es tu turno."

Decorar el árbol en nuestra casa era algo familiar, y había sido iniciado por Lily hace años y años. A Harry nunca le había importado antes, pero ahora estaba llegando a una edad difícil, y parecía aburrirse con las antiguas actividades familiares, y también estar quejumbroso y poco colaborador. Saqué la cabeza de mi dormitorio. Mi hijo estaba parado en el pasillo, su cabello revuelto de dormir, una mirada malhumorada en el rostro.

"Harry, ve a ayudar a tu madre."

"¡Pero Papá, estoy cansado!" se quejó. "Y decorar el árbol es para bebés."

Fruncí el ceño. "¿Tu madre o yo parecemos bebés?"

"No, pero… simplemente no me apetece hoy," gruñó.

"Ven aquí," torcí un dedo hacia él.

Me miró cauteloso. "¿Para qué? No estoy enfermo, no necesito ninguna poción."

"Sólo ven aquí," ordené irritado.

Arrastrando los pies, se acercó junto a mí.

Bajando la voz, dije, "¿Recuerdas lo que te dije ayer? ¿Que mamá iba a estar irritada y fuera de lugar y necesitábamos hacer todo lo posible por ser pacientes y ayudarle?"

"Sí."

"Bueno, a esto me refería. Ahora ve a complacerle y ayudarle a poner los condenados adornos y las palomitas en el árbol. Sólo te llevará quince minutos si usas un hechizo."

"Pero doy asco levitando objetos."

"Cuanto más practiques, mejor lo harás," dije. "Ahora deja de quejarte y simplemente ayúdale. Yo he hecho mi parte por ahora," dije, señalando mi pulóver, que todavía tenía pedazos de nieve falsa pegados.

"Tienes nieve en el pelo," señaló Harry. "Te hace parecer más viejo, como Papá Noel."

"¡Yo te enseñaré viejo, mocoso!" fingí gruñir, forcejeando jugando con él. Había crecido y en cierto modo se había llenado, pero yo todavía era más grande y más fuerte que él, así que al final gané. Lo atrapé en una llave de cabeza y dije, "¿Te rindes?"

Él luchó un poco más antes de conceder la derrota. "Vale. ¡Me rindo!"

"Chico listo. Ahora ve a ayudar a tu madre."

"¡Papa-a-á!"

"Piensa en ello de esta forma. Éste es uno de los pocos momentos que tendrás para pasarlo a solas con tu madre antes de que nazca el bebé," dije, pero todavía no parecía convencido. "¿Por qué no invitas a Hermione a ayudar? Entonces terminaréis aún más rápido."

"¡Ésa es una idea brillante! ¡Gracias, veterano!"

"¡Mocoso descarado!" gruñí.

Riendo, esquivó la palmada que dirigí a su trasero y entonces bajó las escaleras como un rayo. "Mamá, voy a invitar a Hermione a que nos ayude."

"Ésa es una idea estupenda, Harry," exclamó Lily. "Será como en los viejos tiempos entonces."

Me permití una sonrisa arrogante. Podía recordar muchos diciembres en que Hermione había venido a ayudar a hornear o recortar el árbol de niña, siempre le había encantado la temporada de fiestas, y Lily adoraba tener una chica cerca para ir de compras y todo eso. Yo estaba muy agradecido por Hermione, porque entonces no tendría que ser arrastrado a algún centro comercial dejado de la mano de dios o al Callejón Diagon para estar en pie en colas interminables en el viento gélido durante horas para comprarle a Harry el último juguete, juego, escoba, o lo que fuera.

Regresé a mi escritorio, y me senté allí por un momento, preguntándome qué había hecho antes de que Hermione se hubiera mudado calle abajo. Ser desdichado, supuse. Podía recordar claramente el día que había llegado, ya que yo había estado parado en el césped delantero, observando a Gabriel jugar con Harry cuando el camión de mudanzas llegó bajando la calle…

Diario de Snape

5 de agosto, 1986:

Había sido una mañana difícil para todos nosotros. Lily había sido reasignada para ir tras un círculo de ladrones de bancos mágicos internacionales, su misión era infiltrarse en ellos y entonces reunir suficientes pruebas y sus verdaderas identidades para hacer un arresto. Probablemente le llevaría la mayor parte de dos meses rastrearlos y luego conseguir que le permitieran unirse antes de echar el lazo. Pero bueno, para hacer esto era para lo que se había formado como Especial, y yo sabía que estaba esperando ansiosa su primera misión "real".

Yo estaba tan orgulloso como disgustado por su promoción. Sabía que era una Auror muy capaz, habíamos practicado duelo entre nosotros en el Centro de Entrenamiento de Aurores mientras mi madre cuidaba de Harry, y era una excelente duelista una vez hube conseguido que dejara de ser noble y me derribara (o a cualquier otro oponente). Se suponía que los Aurores no debían maldecir para matar, pero a un Especial se le daba libertad de acción, ya que se infiltraban y perseguían a los criminales más mortíferos. Ella había bromeado una vez que yo sería un condenado buen Auror. Pero yo sólo sacudí la cabeza y le dije que prefería atenerme a ser profesor de Pociones y apotecario.

Incluso así, todavía estaba preocupado por ella. Éstos eran criminales endurecidos, y no dudarían en matarla si se viera descubierta su tapadera. "Ten cuidado," le dije la noche anterior, en el resplandor postrero de nuestro reciente hacer el amor. "Sé que no puedo decirte que no vayas, ni intentaría decirte lo que deberías hacer con tu vida, pero sólo recuerda que tienes un marido y un hijo esperándote."

"Nunca os olvidaría, Sev. Tú y Harry siempre estaréis en mi corazón. Pero necesito hacer esto. Necesito suponer una diferencia, hacer el mundo más seguro para la gente ordinaria. Es mi complejo de Gryffindor, como tú dirías."

"Malditos caballeros de brillante armadura," medio-gruñí.

"Me amas por ello."

"Demasiado cierto que lo hago. Bobo de mí." La atraje hacia mí, demasiado consciente de que ésta sería la última noche que pasaría con ella en largo tiempo. "No puedes enjaular a un halcón salvaje. Debe ser libre para volar como elija." Potter nunca había comprendido eso. Pero yo lo hacía. La dejaría marchar, a pesar de que me aterraba hacerlo.

Ella puso un dedo en mis labios. "Pero siempre regresará a ti," prometió. "Puede que no sea capaz de escribirte, pero sabe que dondequiera que esté, siempre estás en mis pensamientos. Esto no es para siempre, Sev. Sólo dos meses."

"Lo sé. Pero parecerá así de largo. Especialmente para Harry."

Ella suspiró. "Desearía no tener que estar lejos tanto tiempo, pero, ¿qué puedo hacer? De algún modo, tendremos que hacerle comprender."

Eso se demostró más difícil de lo que ninguno de nosotros había anticipado. Harry no había pasado tiempo lejos de Lily desde que nació, y se había acostumbrado a que ella siempre estuviera allí. Así que se tomó muy mal su marcha por un período de tiempo prolongado. Lily había intentado explicarle por qué tenía que irse lejos tanto tiempo, pero él no quiso oírlo.

"¡Diles que envíen a algún otro, Mamá! Te necesito aquí."

"Lo sé, amor, pero tengo que irme. Es mi trabajo, dulzura. Esto es lo que hago. Ahora dame un beso y pórtate bien con tu padre," le había dicho Lily con firmeza. Lo había abrazado y besado como despedida, y también a mí, antes de marcharse por Flu, y vi las lágrimas en sus ojos esmeralda mientras desaparecía.

Harry comenzó a aullar entonces, y a intentar seguirla a través de la chimenea, tuve que situarme ante ella de modo que no intentara arrojarse a ella. "Harry, para. Va a regresar."

"¡Mami! ¡Quiero que vuelvas ahora!" estaba gritando, las lágrimas cayendo por su rostro. "¡No quiero que te vayas!" Me fulminó con la mirada furioso. "¿Por qué la dejaste irse? ¿Por qué no hiciste que se quedara aquí?"

"Harry, tenía que marcharse. Ése es su trabajo, atrapar a brujos oscuros, como el mío es enseñar pociones," comencé, intentando explicárselo una vez más al disgustado niño de seis años.

"¡Debería buscar un trabajo nuevo!" sollozó.

"Harry, a veces los padres tenemos que hacer cosas que no te gustan–"

"¡Te odio!" estalló de repente. "Te odio a ti y la odio a ella y… y a todos…" lloró entrecortadamente, las lágrimas y los mocos goteando por su cara. Sólo para ser lavados por una lengua rosada. Gabriel había bajado de su lugar habitual en la cima de las escaleras para ver por qué Harry estaba tan disgustado. Mi hijo echó los brazos alrededor del gran collie y gritó, "¡Os odio a todos… excepto a Gaby!" Entonces enterró el rostro en la gorguera de Gabe y sollozó por unos buenos diez minutos.

Yo sólo me quedé parado allí, sintiéndome inútil, pero no creía que él quisiera que lo abrazara, estaba demasiado disgustado, pero tampoco me atrevía a dejarlo solo y arriesgarme a que intentara viajar por Flu en pos de Lily. Yo también la extrañaba y al mismo tiempo me sentía herido, porque Harry parecía pensar que no era lo suficientemente bueno para él. Éstos iban a ser dos meses muy largos.

Por fin sus sollozos se redujeron a hipidos y levantó la cara del pelaje de mi collie y me miró. "¿De verdad tenía que irse?"

"Sí, hijo. Pero regresará a casa."

"¿Cuándo?"

Suspiré. "Ven aquí y déjame mostrártelo en el calendario." Extendí los brazos.

Él vino corriendo, y lo levanté y lo abracé. "Primero, vamos a lavarte la cara y las gafas."

Una vez hube hecho eso, le mostré el gran calendario de pared con los dibujos de varios animales fantásticos que habíamos Pegado a la pared de la cocina. "Ahora bien, ¿recuerdas cómo te enseñé los días de la semana y los meses?"

"Sí, sí. Hoy es lunes, y es la primera semana de agosto." Sorbió por la nariz.

Le di un pañuelo de papel. "Bien. Suénate la nariz. Ahora mira aquí. Voy a poner una gran X roja en el día de hoy. Luego–" volví las páginas del calendario. "–Voy a poner una gran X verde el día que Mamá volverá a estar en casa." Puse una X verde la primera semana de octubre. "¿Ves? Ahora podemos tachar cada día hasta que lleguemos a la X verde. Si los cuentas, verás cuánto tiempo pasará antes de que tu madre venga a casa."

Él comenzó a contar, había aprendido a leer y hacer adiciones y sustracciones básicas. "… cincuenta y ocho, cincuenta y nueve… sesenta. ¡Sesenta días más! ¡Ay, eso es mucho tiempo!"

"Parece así ahora. Desayunemos y después llevaremos de paseo a Gabe."

Ese día pasó bastante rápido. Tras el desayuno y un paseo, tuvimos lecciones, luego la cena, y después Gaby y Harry jugaron en el patio mientras yo corregía trabajos durante una hora. Pero cuando cayó la oscuridad, y fue la hora de la cama, acabó durmiendo conmigo, con Gabriel tumbado encima de los pies de ambos.

La mañana siguiente, estaba parado fuera mientras Harry llevaba a Gabriel de la correa cuando vimos el camión de mudanzas bajar la calle y detenerse en una casa tres puertas más abajo de la nuestra. Un coche gris aparcó poco después y salieron tres personas, un hombre con cabello castaño claro vestido con pantalones azul marino y un polo, una mujer con un vestido de verano amarillo, tenía cabello rubio rizado, y una niña que parecía de la edad de Harry, que llevaba una camiseta púrpura, pantalones cortos blancos y sandalias lavanda. Tenía largo cabello castaño que era muy ondulado.

"¿Quiénes son, Papá?" preguntó Harry, mirándolos fijamente.

"Parece que nuestros nuevos vecinos," respondí.

Los hombres de la mudanza ya habían comenzado a acarrear cajas a la casa, y el hombre había abierto la puerta delantera y también el garaje. La mujer parecía estar dirigiendo a los hombres, diciéndoles dónde poner las cajas.

Gabriel ladró, su rabo emplumado meneándose, y trotó hasta el extremo de su correa y se paró al borde de nuestra propiedad, mirando anhelante a los nuevos vecinos.

La niña levantó la mirada y vio a mi perro, sonriendo alegre. "¡Oh, mira, Mamá! ¡Mira el hermoso collie! Quiero ir a acariciarlo."

"Cariño, sabes que no deberías acariciar perros desconocidos sin permiso," comenzó su madre.

Así que su hija corrió a mitad de camino de la acera y le gritó a Harry, "Hey, ¿puedo acariciar a tu perro?"

"¡Claro! No muerde," llamó Harry en respuesta.

Ella corrió hasta Gaby, la mano extendida. Él la olisqueó gravemente, entonces se sentó y le ofreció la pata. "¡Oh, qué perro tan listo! ¿Cómo se llama?"

"Gabriel," respondió Harry. "Como el ángel. Yo soy Harry. Ése de ahí es mi papá. Su nombre es Severus Snape."

"Encantada de conoceros. Yo soy Hermione Granger." Señaló hacia donde estaban sus padres. "Ésa es mi mamá, Anastasia, pero Papi la llama Stacy, y el nombre de Papi es Andrew."

"Genial. Mi mamá se llama Lily, pero ahora mismo está en viaje de negocios," le dijo él, que era lo que le había dicho que dijera si alguien preguntaba dónde estaba su mamá. "Así que sólo estamos yo y mi papá en casa. Él es profesor en la universidad."

"¡Wow! Mamá y Papi son dentistas, van a abrir una nueva clínica cerca de aquí," dijo Hermione. Seguía acariciando a Gaby. "¡Qué collie precioso!"

"¡Sí, y también es listo!" presumió Harry. "Papá le enseñó todo tipo de trucos. Mira." Le dio a Gaby una señal manual, y el perro se tumbó.

Chasqueó los dedos y el collie se sentó y ladró.

Hermione observaba con deleite mientras Harry ponía a prueba al collie. "¡Eso fue encantador! Es mucho más chulo que Lassie."

"¡Por supuesto que lo es!" Harry le revolvió las orejas. "Eres el mejor perro, ¿verdad, Gabe?" Se giró hacia mí y preguntó, "Papá, ¿Hermione puede venir a jugar?"

"Por mí vale, pero, ¿por qué no le preguntamos a su madre?" dije, justo mientras Stacy Granger se acercaba a mí.

Antes de saberlo, Hermione y Harry estaban jugando en mi patio y yo estaba ofreciéndole refrigerios a Stacy en la cocina. Declinó cortésmente, diciendo que tenía que supervisar la mudanza, y entonces regresó a su nueva casa.

No pasó mucho tiempo antes de que Hermione fuera un rostro familiar en mi casa, y Harry lo mismo en la de los Granger. Gabriel los acompañaba de un lado a otro, él estaba cómodo en todas partes. Para el momento en que Lily regresó a casa, su misión un éxito, Harry y Hermione eran buenos amigos, muy similar a otra niña y niño que podría nombrar.

Lily estaba encantada por que Harry hubiera encontrado una amiga, y a menudo comentaba cuán lindos se veían los dos juntos. Yo sólo me alegraba de que Hermione no fuera la típica niña chillona e hiperactiva que lo tocaba todo. Era educada y cortés, siempre saludándonos a mí o a Lily antes de preguntar para ir afuera, jugar arriba, ver la TV, o cualquier plan que tuvieran para el día, aunque sí tendía a hacer un montón de preguntas.

Sus padres la habían matriculado en la escuela primaria local, se sorprendió bastante cuando le dije que yo enseñaba a Harry en casa. "Desearía que mamá y papá pudieran enseñarme, pero trabajan todo el día."

Tuvo aún más preguntas cuando se enteró de que era bruja, y revelamos a su familia que hacíamos más que sólo enseñar y trabajar para aplicación de la ley. Stacy y Andrew realmente se tomaron las noticias bastante bien. Resultó que Stacy tenía una tía abuela por parte de madre que vivía en Rusia que también era bruja, y de ahí era probablemente de donde provenía el talento de Hermione.

"Yo nunca lo tuve, mi madre nunca lo tuvo, ni mis hermanas, aunque Kyra solía clamar que tenía la Visión de vez en cuando." Le había dicho Stacy a Lily una tarde. "Así que cuando Hermione comenzó a hacer cosas extrañas pensé que quizá la magia había vuelto a manifestarse al fin."

Hermione había tenido varias incidencias de magia accidental antes de mudarse a Spinner's End. Sería una bruja poderosa. Poco sabían los Granger que Harry todavía había de tener una, y Lily y yo rezábamos cada noche para que su magia despertara por fin. Pero no lo hacía, así que nos habíamos resignado a la posibilidad de que nuestro hijo fuera Squib. Pero podría haber sido peor. La Maldición Asesina que rebotó podría haberle dejado en coma, o con daño cerebral, o muerto. Había tenido suerte.

Él sí notaba, sin embargo, que Hermione podía hacer suceder cosas a veces, como mover una silla, o hacer volar un tenedor por el aire. "¿Cómo es que yo no puedo hacer eso todavía, Papá?"

"Bueno, a veces lleva más tiempo que despierte la magia de ciertas personas," evadía yo. No quería decirle que su magia podría no despertar nunca, porque nada era seguro, y la duda a menudo era fatal para un brujo. Tienes que creer en ti mismo y tu magia, o de lo contrario tus hechizos se desviarían. "Algún día ocurrirá."

"Algún día, algún día. ¡Siempre es algún día!" se quejó, pateando una silla al otro lado de la cocina. "¡Odio algún día!"

"Y yo odio a los mocosos quejicas que patean sillas sin razón," espeté. "Ve a recoger esa silla y vuelve a ponerla en su sitio."

"¿Para qué? Me gusta ahí."

"Ahora, jovencito. Deja esa actitud o de lo contrario pasarás el día en tu cuarto."

"¡Nunca me dejas hacer lo que quiero!" se enfureció. "¡No es justo!"

"La vida no es justa. Haz lo que te dije."

Hizo un puchero. Entonces marchó y arrastró la silla de vuelta junto a la mesa, haciendo un terrible ruido chirriante.

Gabriel aulló y corrió al estudio para escapar.

"¡Harry! ¡Recógela!"

Vale! ¡Merlín, Papá!"

Mis ojos destellaron. "Harry James, estás pidiendo que te eche sobre la rodilla y te dé una buena azotaina," amenacé. "Sigue así y vas a lamentarlo mucho, te prometo eso."

Miró hacia mí, su expresión una mezcla de desafío malhumorado y sorpresa. Yo apenas le levantaba la mano alguna vez. Pero vio algo en mi rostro que le dijo que lo decía en serio, y recogió la silla y la dejó junto a la mesa. Entonces dijo, su labio inferior temblando, "Sólo quiero saber cómo es que Hermione tiene su magia primero y yo no."

"Hijo, así es como es. Vas a tener que aceptarlo y ser paciente."

"¿Cuándo tuviste tú la tuya?"

"Tenía siete años," mentí. En realidad había tenido incidentes de magia cuando tenía cinco, pero no iba a decirle eso y hacerle sentirse mal. "Tu madre también." Eso era verdad.

"¿Entonces quizá el año que viene pueda hacer volar algo?" preguntó esperanzado.

"Quizá. No te preocupes por ello, Harry. Tu magia llegará cuando esté preparada." Espero. Dije. Si no emergía para el momento en que tuviera diez años, no estaba seguro si jamás lo haría, pero no tenía sentido anticipar los problemas.

"¿Puedo ayudarte a preparar una poción?" preguntó ansioso.

"Sí. Pero haz exactamente lo que te diga abajo en el laboratorio. Ten una rabieta allí o rompe algo y estarás sobre mi rodilla más rápido de lo que puedes decir Quidditch. ¿Está claro?"

"Sí, señor."

Justo entonces, sonó la campana, y me levanté a responder, Gaby acompañándome. Era Hermione.

"¡Hola, Sr. Snape! ¿Puedo venir a jugar?" preguntó, dirigiéndome su mejor sonrisa torcida.

"¡Hermione, vamos a hacer una poción!" cantó Harry.

"¡Guay! ¿Puedo ayudar? ¿Qué tipo de poción es?" preguntó ella.

"Es un Tónico Capilar. Para volver tu cabello liso y brillante," dije enseguida.

"¿Puedo tomar un poco cuando terminemos, Sr. Snape? Odio mi pelo. Siempre está tan enredado. Y Mamá me hace daño cuando lo desenreda."

"Ya veremos. Venid, bajad tranquilos al laboratorio. Sin correr."

Obedecieron. Y entonces se situaron donde les dije mientras cortaba los ingredientes necesarios. Permití a cada uno meter un ingrediente en el caldero y luego removerlo el número de veces requerido. "Ahora tenéis que dejarlo hervir a fuego lento."

"¿Qué significa hervir a fuego lento?" preguntó Hermione.

"Significa burbujear despacio a baja temperatura."

"Como cuando cocinas arroz. Tienes que hervirlo a fuego lento durante veinte minutos," intervino Harry.

"¿Cómo sabes eso?" pregunté.

"Ayudé a Mamá a cocinar la cena la otra noche. Me dejó remover el arroz y ponerle la tapa mientras hervía a fuego lento."

"Ah. Ésa es una buena analogía, Harry."

"¿Eh?"

Expliqué lo que era una analogía, luego pasé a explicar cuán importante era medir y cortar las cosas con precisión, o de lo contrario la poción no resultaría correcta, ni tendría toda su potencia. También insistí en que nunca debían hacer pociones solos, sólo con una bruja o mago adultos presentes.

Para entonces, la poción había terminado de hervir y la envasé con cuidado en unas jarras y las sellé, dejando dos viales para que Harry y Hermione los bebieran.

Cuando estuvo fría, ambos tomaron un vial, brindaron, y dijeron, "¡Salud!"

"Apuesto a que puedo beber el mío más rápido," desafió mi hijo.

"¡No puedes!" discrepó Hermione, entonces tragó el suyo de golpe. "¡Mmm! Sabe a bebida chispeante de limón."

"¡Tramposa!" Harry le sacó la lengua, entonces bebió el suyo. "¡Qué asco, limones!"

Pero entonces señaló hacia Hermione. "Hey, tu pelo está cambiando. Está… alisándose."

"¿Lo está?" Ella levantó una mano para tocarlo. "¡No puedo verlo!"

Le tendí un espejito de mano. "Mira."

Su cabello estaba en efecto volviéndose liso y brillante, justo como la poción había prometido. "¡Yupi! ¡No más enredos!" Rebotó arriba y abajo. Entonces miró el cabello de Harry. "¡Harry, tu pelo también es liso! Ya no sobresale. Ahora te pareces de verdad a tu papá."

Era cierto. Con su cabello oscuro alisado, se parecía a mí de niño, salvo por los ojos verdes y las gafas. Lástima que sólo durara veinticuatro horas. Le di el espejo a Harry y rio. Entonces dijo anhelante, "¿Podemos hacer otra poción? ¿Por favor?"

"Por favor, Sr. Snape?"

Vacilé. No había planeado pasar el día haciendo pociones elementales, pero bueno, lejos de mí desalentar a futuros pocionistas. "Muy bien."

Lily llegó a casa del trabajo y nos encontró a mí y mis dos jóvenes aprendices elaborando alegremente, y todo lo que dijo fue, "Ahora bien, ¿a quiénes te recuerda esto, Sev?"

Levanté la mirada y dije, "A nosotros cuando teníamos ocho años, y mi madre nos enseñó a elaborar una poción de Cambio de Color."

"Exacto," sonrió Lily, y se ofreció a remover el caldero.

Diario de Snape

15 de diciembre, 1993:

El sonido de risas resonaba escaleras arriba y cuando bajé a birlar un hombrecillo de pan de jengibre de la bandeja que Lily tenía sobre el banco, encontré a Hermione y Harry ensartando palomitas de maíz y arándanos y colgándolos en el árbol. Estaban riendo y bromeando por cuán torcida estaba la sarta de Harry y Harry se burlaba de Hermione, diciendo que ella cosía mejor porque era cosa de chicas.

"¡Ésa es una mala excusa, Harry! Mi sarta está más derecha porque estaba prestando atención y tú estabas apresurándote. ¿Verdad,Lily?"

Lily, que estaba sentada en el diván con los pies en alto, rio entre dientes. "Tienes razón, Hermione. Pero el árbol se ve bien de todos modos."

"¡Ja! Toma eso, Srta. Perfecta."

"Harry, a veces eres un bobo tan insufrible," Hermione sonrió burlona.

"Es necesario uno para conocer a uno," disparó él en respuesta, entonces sacó su varita y comenzó a hacer levitar los adornos sobre el árbol.

Hermione se unió a él y en diez minutos el árbol estuvo decorado.

"¿Y bien, Mamá? ¿Cómo se ve?"

"Precioso. Ahora venid y tomad un poco de pan de jengibre y cacao. O palomitas, ya que han sobrado muchas."

"No te importa si yo lo hago," dije, entonces robé un puñado de palomitas del cuenco en su regazo.

"¡Severus!" me pegó en la mano para que la apartara. "Saca tus dedos manchados de tinta de mis palomitas."

"Mis dedos no están manchados de tinta, Lily. Están perfectamente limpios," argüí, meneando la mano ante ella. Entonces vi una manchita de tinta en mi pulgar.

"¿Estabas diciendo?" Ella señaló mi pulgar.

"Así que pasé por alto una mancha. ¿Y qué?" Pasé la varita sobre mi mano y la mancha se desvaneció.

Entonces volví a servirme palomitas. "¿Cómo te sientes?"

"Cansada, como de costumbre. Lo juro, Sev, creo que estoy llevando un elefante aquí y no un bebé." Se palmeó el estómago.

"Quizá es así como deberíamos llamarle. Elefante," bromeó Harry.

"No me importa cómo lo llames, sólo deseo que haya nacido ya," dijo Lily, limpiándose una capa de sudor de la frente.

"Ya estás a medias ahí, Lil. No es nada."

"Lo sé. Pero Merlín te salve si me dices eso en la sala de partos, Snape. Te pegaré tan fuerte que estarás viendo las estrellas de otra galaxia," advirtió ella.

"¿Yo puedo mirar?" preguntó Harry impúdico.

Debería haberle dado un capón por ese comentario, pero estaba demasiado lejos para alcanzarle.

Así que Hermione lo hizo por mí.

Realmente era la bruja más brillante de su generación.

. . . . . . . . .

N/A ¡Espero que todos disfrutarais éste! El siguiente capítulo tendrá mucho más de Gabriel, además de algunas complicaciones para Lily y Severus con el embarazo.