DISCLAIMER: Touhou Project no me pertenece. Le pertenece a ZUN, creador y compositor de los juegos y mercancia oficiales. Este fanfic fue hecho sin fines lucrativos y como fuente de entretenimiento


– No sé cuántas veces debo decírtelo. Una y otra vez terminas cayendo en lo mismo –. Más que molesta, Kasen estaba algo decepcionada; algo visible por la forma en la que frunció el ceño y se tocó la sien con la mano vendada a su izquierda. La forma en la que su aprendiz dejó descuidado su santuario dedicado a salvaguardar la barrera que separaba al mundo exterior de ese mundo fantástico no era digno de una sacerdotisa Hakurei. Peor aún, tuvo que arreglar todo el desastre que ella misma no se decidió a hacer, por el bien de la imagen del lugar. No le costó mucho, gracias a sus enigmáticas y misteriosas habilidades, pero aun así no era una tarea que le correspondiera.
– El deber de una sacerdotisa no es ir a exterminar youkai todo el tiempo ni resolver incidentes! ¡Dejaste el santuario Hakurei como un lugar abandonado y demolido! Y arreglar los desastres que dejas no es mi trabajo, Reimu – recriminó Kasen severamente.

– ¡Iba a arreglarlo! Pero Lib se comprometió a ayudarme con-

– ¡NO INTERRUMPAS! –. La pobre pelinegra se sentía intimidada, estando de rodillas frente a su superior en el duro camino de piedra que daba al santuario; y a su lado un muchacho aún más intimidado que ella. A pesar de poder exterminar a casi cualquier tipo de youkai, a Kasen Ibaraki, a quien consideraba su mentora y amiga, no le podía levantar ni un poco la voz. No sabía si por respeto mutuo o porque le había enseñado muchas cosas útiles, como invocar a los espíritus de los dioses o a exorcizar y sellar el brazo maldito de la ermitaña; pero sabía que no era buena idea meterse con una de las youkai más responsables y dedicadas de Gensokyo, pues fue una de las que se encargaron de crear la gran Barrera Hakurei. – Como la encargada de este lugar, deberías estar más concentrada en explotar tus habilidades para llamar a los espíritus y traer buenos augurios al santuario. Has estado practicando tus rezos como te lo pedí? –.

– Uhmm, tal vez? – contestó Reimu, nerviosa

– ClAro quE nO lo hA hEcho…*hic* SiEmprE se qUeJa de teNeR mUUUUUUcho por haCEr y nO hacE nAda en El diA paRa vAriaR…– decía Suika a lo lejos, tambaleándose alegremente. Ya no estaba en sus cinco sentidos con tanto sake que había bebido anteriormente.

Claramente Reimu había sido descubierta, provocando su frustración. – ¡Oye! ¡Cierra la boca y deja de beber! –

– ¡Estás hablando conmigo, Reimu! – sentenció con un tono severo la mujer de cabello rosado, provocando que la mencionada desviara la mirada nuevamente intimidada. – Bien dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad…– comentó, no muy feliz de haber recibido esa queja de una oni que siempre trataba de evitar. Inclinándose hacia la pelinegra sin quitarle la vista de encima, Kasen tomó el gohei que solía esconder entre sus mangas sueltas y se lo mostró. – Una sacerdotisa de renombre debe ser espiritualmente fuerte, pero también físicamente. Como castigo por haber dejado tu puesto de manera tan imprudente, quiero que agites tu gohei un millón de veces –.

La pobre Reimu quedó exaltada por ese repentino pedido. – Un millón de veces!? –

– ¡Con ambas manos! –

– ¡CON AMBAS MANOS!? –

– Y más te vale contar cada una de ellas! Ahora, MUÉVETE! –

Rápidamente, la pelinegra se puso de pie para comenzar a agitar su gohei con fuerza hacia adelante, justo donde estaba arrodillada hace un momento. – Kasen, ¡esto es en serio!? –

– NO TE ESCUCHO CONTANDO! – amenazó con una severa mirada.

– UNO! DOS! TRES! –. El conteo de Reimu parecia una especie de tortura desde su punto de vista, obligandose a agitar su herramienta tan rapido como sincronizaba sus palabras con sus movimientos.

Con la chica ocupada, ahora se podía dirigir libremente al muchacho, el cual comenzaba a sudar frío. –Y TU! A que clase de tonto, insignificante, mediocre y patetico humano se le ocurre salir a explorar un mundo lleno de youkais que podrian devorarte en cualquier momento SIN SIQUIERA PREPARARSE CON LO NECESARIO PARA DEFENDERSE!? – regaño esta vez a Lib, aun sosteniendo a sus preciadas Summon Cards con dos cadenas. El hecho de que cualquiera con habilidades mágicas pudiera invocarlas no significaba que fuera precisamente para luchar, y en esa ocasión, Red Dawn Dragon y Assault Chimera se llevaron un fuerte sermón de la ermitaña, quien decidió mantenerlos cautivos y encadenados junto a ella hasta que llegara su dueño, para enseñarles una lección por la falta de responsabilidad de el mismo y de las criaturas.

– P-pero salimos muy rápido! No tenía idea que había dejado de lado mis–

Que parte de "no interrumpas" no entiendes? – habló ella empleando una monstruosa voz, haciendo que tanto Lib como sus monstruos temblaran aterrados.

Jefecito, solo escuchala por favor! – imploró la cabeza de águila, a la par que las otras asintieron aun con un torrente de lágrimas en sus ojos. Red Dawn Dragon, sin embargo, continuaba sin dar señales de vida, presa del pánico que le provocaba esa youkai.

Kasen miraba a Lib con desprecio, como si de una persona indecente se tratara. Sin embargo, luego de un suspiro, decidió calmar su forma de hablar hacia él. – Como eres responsabilidad de Reimu y su jurisdicción, debería darte un castigo bastante serio al igual que ella. Pero dado que no tienes las capacidades mágicas o físicas ahora mismo para resistir este entorno, no lo creo conveniente. Además – agregó – es tu segundo día en este mundo, y conseguiste apaciguar a otra de esas cosas. Parece que te esforzaste, así que lo dejaré pasar –. Esa última frase dejó más aliviado al chico.

– ¡En serio!? A el lo vas a dejar así pero a mi me pones a-

– ¡Cuántas repeticiones! – la interrumpió bruscamente, requiriendo un recuento del número de agitaciones de gohei que llevaba.

– ¡No lo se! ¡Perdí la cuenta! –

–EMPIEZA DE NUEVO! – indicó Kasen, muy para la frustración de Reimu quien solo se limitó a soltar un desgarrador y poco esperanzador alarido. – Aun así, un debilucho como tú debe tener más cuidado con su entorno y salir equipado como corresponde. Un descuido así no será pasado por alto cuando otros youkai te quieran hacer daño –. Al terminar de decir eso, deshizo su control sobre la quimera y el dragón propiedad de Lib y estos regresaron a su forma de Summon Card, dejando las cadenas a un lado. Luego decidió entregarselas junto con su característica caja, donde resguardaba el resto de ellas.

– Gracias, señora Kasen. Y lamento no haber puesto atención a mi entorno. Prometo que no seré tan irrespon-

– Dije que lo dejaría pasar, no que no ibas a sufrir por ello –. Sorprendido por ese comentario, el muchacho se sobresaltó. Claramente la palabra "señora" no era algo que quisieran escuchar las sabias de Gensokyo. – Ahora, quiero que des mil vueltas alrededor de todo el santuario Hakurei, por favor –.

–WHA!? –. A pesar de ese último "por favor", el rostro de la youkai frente a él se tornó sombrío y siniestro, haciendo notar que no tendría mucha opción. Ya había sido una mañana y tarde pesados, y ahora sentía que su noche sería la que terminaría con el resto de sus energías. – Es que acaso todos los sabios son así de estrictos aquí? – pensó intimidado.


TOUHOU: Scattered Mind in Wild Cards

Capítulo 5: Lo mejor de ambos mundos - Bienvenidos a Kourindou!

Ya había caído la noche. Algunas cuantas hadas salían en medio de la oscuridad rondando por la arboleda y los alrededores del santuario. El canto de las aves fue sustituido por el animado sonar de los grillos en su ronda nocturna. Desentonando completamente con el paisaje, una youkai de cabello naranja y cuernos, completamente ebria, aún se encontraba bailoteando torpemente mientras bebía más de su estupefaciente favorito. Y dentro del poco iluminado santuario, tres figuras se encontraban alrededor del kotatsu. Una mujer de cabello rosa con un par de pañuelos en la cabeza para ocultar los cuernos en su cabeza se encontraba de brazos cruzados, poniendo especial atención a lo que los otros dos cansados y adoloridos humanos trataban de explicarle. Luego de observar que ninguno de los dos podría llegar ni siquiera a la mitad de la meta que había impuesto, Kasen decidió levantar el castigo físico que les había impuesto tanto a Reimu como a Lib. Ambos humanos tenían estirados sus brazos sobre el kotatsu, exhaustos y completamente abatidos.
Uno porque nunca había tenido un castigo físico tan duro en su vida, ya que Kasen lo hizo correr a toda velocidad lanzando ataques danmaku inofensivos para otros youkai, pero que aun así un humano podría sentir como agujas en su cuerpo.
La otra porque jamás se esforzaba tanto en entrenarse a sí misma, dado que sus capacidades físicas y mágicas ya le parecían suficientes para enfrentar casi cualquier problema...a excepción de la ira de su mentora. Con la fatiga evidentemente apoderándose de ellos, ambos intentaron explicarle la situación en la que se metieron durante los eventos del día; cómo un monstruo metálico fue detenido por un monstruo metálico más grande, como decidieron dejar una de esas enigmáticas cartas en poder de un youkai y cómo afectó el uso desmedido de poder en el cuerpo de Lib.

– Ya veo. Entonces la aldea desapareció por causa de esa mitad-hakutaku, para protegerla de una Summon Card…fue un movimiento inteligente, supongo – decía Kasen, sentada en uno de los extremos. – Lo que no entiendo es cómo terminaste desmayandote. La única herida que te provocaron fue la que tienes en la mejilla, y ni siquiera es un motivo para caer de esa manera –.
Después de la lucha contra Rebellion y su posterior reconciliación con la criatura, una simple, pero notable cicatriz quedó en la mejilla izquierda del ojimiel. Inconscientemente, llevó una de sus manos a la herida para tocarla.

– Usar mis poderes es algo tan natural como respirar para mi, al igual que muchos habitantes en esta región. – explicó Reimu a la sabia. – Pero para alguien como Lib, experimentar ese tipo de energía en dosis tan grandes debió ser agotador la primera vez. Intuyo que por esa razón se desmayó por tanto tiempo –.

La sabia ermitaña asintió. – Ya veo. Debe deberse a la poca energía que llevas recolectada a través de tus recuerdos –.

El muchacho sentía punzadas en su cuerpo por el anterior ejercicio obligatorio, pero decidió que era más importante concentrar su atención en lo que ambas decían que en el dolor de sus extremidades. – Entonces podría asumir que, entre más recuerdos recupere, más grande será mi capacidad mágica? – preguntó curioso.

Ambas negaron con la cabeza.
– Creo que es más complicado que eso, Lib – se atrevió a decir la sacerdotisa.

– No te sirve de nada tener tanto poder dentro de ti si no lo usas. Al final termina siendo perjudicial para ti el contener tanto en tu interior –. Lanzando un golpe hacia la palma de su otra mano, prosiguió con su explicación. – Lo que debes hacer es explotar ese poder mágico en tu interior y hacerlo crecer contigo. Debes entrenarte en ese aspecto para mantener un equilibrio de energía constante –. Lo único que logró hacer fue recibir una extraña mirada de confusión y más duda del muchacho hacia ella. – Descuida, lo entenderás en su momento –.

– Creo que ya lo sabes, pero ninguna de nuestras habilidades y disparos danmaku parece afectar demasiado a las criaturas – agregó Reimu, recordando cómo sus ofudas y una de sus más poderosas técnicas eran inutilizados.

– Bueno, es por eso que la restricción del uso de Spell Cards y proyectiles danmaku solo aplica para nosotros los habitantes de Gensokyo – dijo la sabia, recargando su rostro encima del kotatsu. – Por supuesto, como estamos en una crisis a nivel regional, esa regla no es aplicable para usarla contra las Summon Cards esparcidas por los alrededores, por lo que somos libres de detenerlos con los recursos que sean –.

– Disculpen, pero aun no entiendo a que se refieren con danmaku – dudo Lib, dirigiéndose a ambas. – En realidad, de qué reglas hablan? Hay leyes aquí para eso? –. Todo el tema de Spell Cards, disparos y mujeres youkai que participaban en ese tipo de actos le estaba resultando confuso.

– Ah es cierto, tal vez no lo sabes – se adelantó a explicar Reimu. – Las batallas danmaku aquí son consideradas una especie de duelos ritualizados, donde usamos patrones de proyectiles y nuestras habilidades para atacar a nuestro rival. Si alguien te reta a una batalla Danmaku, ambos deben atenerse a las reglas de este estilo de combate –. Hizo una pausa para llevar una mano a su mentón, recordando la mayor parte de sus enfrentamientos para esclarecer sus ideas. – Primero que nada, los duelos danmaku no son letales. Sin embargo, si caes derrotado en alguno de ellos, tendrás que atenerte a lo que tu rival intente hacer contigo. Cada youkai tiene sus motivos y fines para retar a duelo danmaku a otros, a veces por órdenes externas, a veces para probarse a sí mismos, o incluso hay quienes lo miran como método de diversión –.

– Espera, cómo que sus propios motivos? No te estaras refiriendo a que…querrían comerme o algo asi? – preguntó aterrado el chico.

– Si, eso también puede ser – respondió Kasen, sin chistar. – Hay youkai que pueden y quieren hacer eso. Por lo mismo es importante que se atengan a dichas reglas de duelos danmaku, para evitar un desastre que lleve a la extinción de una especie o de todo ser vivo en esta región. Aunque no lo creas, hay youkai que pueden simplemente desaparecer toda la vida en Gensokyo si quisieran. Pero para eso estamos las sabias como yo, para evitar que se cometa un crimen de tal magnitud –.

Ahora tenía sentido para él que todas esas youkai que vio en la reunión en su primer día pensaran en él como una herramienta o alimento; en algo más bajo, en algunos casos. – Y qué pasaría si alguien simplemente decidiera no atenerse a las reglas del danmaku y simplemente decidiera hacer lo que le plazca? –.

– Lo harían desaparecer de este mundo – respondió Reimu. – Y por eso mismo debes aprender a desenvolverte en estos duelos. Tal vez podamos usar tácticas diferentes contra tus "mascotas", pero estas batallas se toman muy en serio entre los habitantes de Gensokyo –.

– Pero lamentablemente ni Reimu ni yo nos encargaremos de enseñarte lo que debes hacer – explicó Kasen, desviando la mirada, claramente molesta. – De eso se encargará ella, a quien tengo el infortunio de haber conocido…–

Esa última frase llamó la atención de ambos. Sin embargo, quien sabía más del asunto era Reimu, ya que por la forma en la que se expresó su mentora hacia "quien tenía el infortunio de conocer" coincidia precisamente con otra de las sabias de Gensokyo. No lo veía nada bien que específicamente ella quisiera involucrarse directamente con su recién inquilino.


Luego de que ayudara a preparar la cena (descartando completamente el Okonomiyaki que traía con ella anteriormente), Kazen decidió emprender su camino lejos del santuario, haciéndoles prometer a ambos chicos que cuidarian apropiadamente del lugar esta vez. Sin embargo, antes de emprender su camino en la entrada del santuario, recordó que tenía otro encargo importante. – Ah, casi lo olvido. Lib, Yukari quería que tuvieras esto – dijo dirigiéndose a él, con una carta escrita a mano dentro de un sobre.

Sorprendido, tomó la carta de manos de Kasen mientras Reimu se acercaba a verla. El sobre tenía como remitente un símbolo extraño en forma octagonal, pero muy irregular a lo convencional; tenia picos en cada extremo, ademas de ser de color purpura; mientras que en el destinatario solo tenía una 'L'. No solo eran visibles esos detalles, sino que además venía decorada con extraños patrones de figuras de un zorro y un gato, las cuales servían como marco decorativo.

– No hay duda, esto es de Yukari – comentó la pelinegra, sabiendo que esos patrones recordaban a Ran y Chen, sus shikigamis.

– Bueno, espero que cumplan su palabra ustedes dos. Y más les vale volverse fuertes en sus respectivos campos –. Con eso dicho, finalmente la mujer pelirosa estaba lista para emprender su camino en medio de la noche. – Nos veremos luego – se despidió. Juntó ambas palmas de sus manos, concentrando energía mágica alrededor de ella. Un aura azul comenzó a envolverla y luego de unos instantes, desapareció.

Completamente atónito, Lib aún se encontraba mirando hacia todos lados, incapaz de notar hacia donde fue la ermitaña. – ¿Siempre hace eso? – preguntó a su cuidadora.

– Aunque no lo creas – se limitó a responder ella. – Ni siquiera yo tengo idea de cuántas habilidades y poderes tiene. Más importante, deberías ver que hay en esa carta –.

Inducido por Reimu para descubrir el contenido dentro del sobre, Lib se dispuso a destapar el borde frontal de dicho objeto con cuidado, sacando un trozo de papel que venía dentro con tres dobleces, ocultando el contenido dentro de ella. Grande fue la sorpresa de ambos cuando se dieron cuenta de que dentro de ese trozo de papel doblado había otros más, con la misma forma rectangular, los cuales terminaron regados por el suelo en la entrada del santuario. Torpemente trataron de recoger los trozos de papel, solo para darse cuenta que cada uno tenía una escritura diferente. Lib pudo reconocer algunos caracteres de diferentes idiomas que recordaba; Chino, Alemán, Coreano, Francés, Portugues, Español, incluso había cartas en idiomas que no entendía, como en Romano, Ruso, código binario y hasta en jeroglíficos del antiguo Egipto. Finalmente, encontró un par de cartas con caracteres más afines a su habla: Ingles y Japones. – ¿Por qué se molestaría en escribir todo esto en diferentes idiomas? – se dijo a sí mismo.

Mientras tanto, Reimu tomó la carta que estaba escrita en Japonés y se dispuso a leerla junto con el ojimiel, descartando inmediatamente el resto y tomando asiento en las escaleras del pórtico.

Buenos días, Lib.

O debería decir buenas noches. Todo depende del momento en que recibas esta carta. No estaba segura de que idioma se te daba mejor, así que te escribí esto en diferentes idiomas!
Bueno, Ran lo hizo por mí, pero yo fui la que redactó todo esto.
En fin, quiero decirte que me alegra que hayas decidido ayudarnos con este problema que tenemos en Gensokyo. Espero que te esfuerces y des lo mejor de ti. Te estaré apoyando y espero grandes cosas de tu parte!
Pero también debes estar consciente de que no puedes andar por la vida con esos horribles harapos que llevas puestos. Dejale la falta de moda a las habitantes de la mansión Scarlet Devil o a las divas del Templo Myouren. Personalmente, creo que la imagen es algo que debes tener bien cuidado en estos lugares, así te reconocerán y sabrán si tratan con una persona de confianza o alguien en quien no se debe confiar; cual de las dos quieres ser dependera de ti.
Por ahora, levante un pedido en una tienda llamada Kourindou. Te sorprenderá saber que tiene todo tipo de cosas del mundo exterior, y también tendrán listas ropas apropiadas para ti, mientras te quedas en el santuario Hakurei con Reimu. En cuanto a tu vestimenta, te mande confeccionar una nueva, diseñada cuidadosamente por mi; es muy parecida a lo que ya llevas puesto, pero más funcional de lo que parece. Estoy seguro que te encantará! Consideralo un regalo de bienvenida de mi parte.

XOXO!~

Parcialmente tuya, Yukari Yakumo.

– P-parcialmente tuya? – exclamó Lib, avergonzado.

– Xoxo? – se preguntó Reimu, levantando una ceja. ¿Quién terminaba de redactar una carta con esas palabras hoy en día?. Ambos vieron como de una de las cartas descartadas se asomaba otro papel mas pequeño, de forma rectangular y de color amarillo. – Lib, mira esto – llamó ella la atención de su compañero. Ambos miraron que llevaba instrucciones precisas sobre la elaboración de los trajes que la youkai describió en su carta. Entre otros detalles e información encontraron el nombre de la persona que debía recogerlos, un monto específico de yenes y el nombre de la tienda.

– Reimu, ¿qué es Kourindou? – preguntó curioso Lib.

– Oh, eso. Marisa y yo vamos de vez en cuando a buscar algún objeto valioso del dueño de la tienda. – respondió sinceramente. – Tiene artículos muy variados de aquí y del exterior –.

– ¿Del exterior? –. Al chico le parecía sorprendente, pues se supone que Gensokyo era una tierra aislada del resto del mundo lógico. – Pero cómo puede viajar al exterior y regresar tan fácilmente con objetos de ahí? –

La chica en lugar de responder, terminó soltando un largo y pesado bostezo, al tiempo en que estiraba ambos brazos hacia arriba. – Deberías preguntarle mañana al dueño tú mismo. Te aseguro que se llevarán bien – indicó. – Vayamos a dormir por ahora, estoy MUERTA de cansancio! –


No había ninguna luz en su habitación que la molestara para poder conciliar el sueño. Completa oscuridad la rodeaba, y su futón se sentía particularmente cómodo esa noche para descansar su cansado cuerpo. Su nuevo inquilino ya se había dormido en la sala de estar, plácidamente y sin hacer ruido. No había nada que impidiera entregarse a los brazos de Morfeo.

Pero no podía.

No sabía si el cansancio, producto del fatigante castigo de su mentora, era lo que le impedía conciliar el sueño. O tal vez los pensamientos acerca de los recientes acontecimientos tenían tan ocupada su mente trabajando en lo que llegaría a pasar a continuación. Sea como sea, sentía que la hora de dormir estaba lejos de llegar para ella. Trató de despejarse, levantándose de su cómoda posición, y dirigiéndose a la ventana que daba con el exterior. Al abrirla, noto una familiar presencia recargada sobre la pared del edificio donde se encontraba.

– Creí que te habías ido a casa – dijo Reimu, despreocupada a sabiendas de quién se trataba.

Kasen estaba de vuelta en el santuario, pero esta vez parecía estar de menos mal humor que anteriormente. No significaba que estuviera de mejor humor. – Bueno, tengo el deber de vigilarte como tu mentora, no es así? –

– ¿Todo el tiempo? –

Indiferente a su pregunta, Kasen estaba cruzada de brazos y de espaldas al muro de la habitación de Reimu. – Hay algo que no querías decirme en ese momento, en presencia de Lib –.

La sacerdotisa solo se limitó a mirar a la nada y quedarse callada.

No podía decir que la conocía del todo bien, pero estaba muy segura de que algo pasaba. – ¿Qué te ocurre, Reimu? –

Soltó un largo suspiro, bajando la mirada al terreno fuera de su pieza mientras se recargaba en el marco de su ventana de madera. – Es Lib – respondió al fin.

– ¿Qué ocurre con Lib? –

Recordando los sucesos de días pasados, recordó como el tímido y penoso muchacho parecía estar lleno de confianza y determinación cuando utilizaba sus extraños artefactos rectangulares. – No se como describirlo, pero…no parece el mismo cuando comienza a hacer lo que hace – se explicó ella. – Deberías haberlo visto. No solo parece que las cartas le dan poderes, sino que también parecen darle…algo más. Algo que no lo hace parecer el mismo –.

– Y por qué te preocupa? –

Esa pregunta finalmente provocó que Reimu volteara a ver a la sabia, aunque con el ceño fruncido. – Temo que no sea la persona que dice ser –. Apretaba los puños con fuerza, volviendo a mirar a la oscuridad del terreno. – Nunca he tenido problemas con la mayoría de eventos que se han desatado en esta tierra. Pero por alguna razón, estando él aquí, me siento intranquila. No se si fue buena idea que se quedara aquí –.

Kasen solamente la observó por unos instantes; su mirada no decía mucho, pero la de la pelinegra estaba aún llena de dudas. – Reimu, Reimu, Reimu…–. Esa expresión para nada natural llamó la atención de la sacerdotisa, volteando a verla súbitamente. – Has soñado con hacer algo más en tu vida alguna vez? Con ser alguien diferente a quien ya eres? –.

Fue una pregunta que la tomó por sorpresa completamente; sin embargo, ya tenía su respuesta en unos pocos segundos. – Además de ser la protectora de Gensokyo y ser admirada por todos en lugar de ser una simple sacerdotisa del santuario? Creo que no. Tal vez ser millonaria y vivir rodeada de lujos. Aunque eso aquí es imposible –. La risa de la pelirosa no se hizo esperar, causando más confusión en la humana. Sin embargo, era agradable ver esa expresión de vez en cuando. – ¿Qué es tan gracioso? –pregunto inocentemente.

– Ahora, como te verías si fueras millonaria o una suerte de superhéroe, a diferencia de como eres ahora? –.

Reimu se hizo una imagen mental, pensando en ello seriamente.
Por un lado, se visualizaba con ropas exageradas; un traje entallado de una sola piezas con varios accesorios atados por correas, elegantes botas blancas altas, portando un antifaz muy característico de color rojo con patrones blancos, una elegante capa roja y su usual moño atado detrás de su cabeza. Se veía a sí misma como una persona con aires de grandeza, confianza y capacidad de hacer todo para llamar la atención y admiración de la gente.
Por otro lado, se imaginaba con un elegante vestido rojo de satin, con pequeños patrones irregulares de blanco;usaba un chandelle escarlata, sus sandalias eran elegantes y sus manos, cuello y orejas estaban adornados con preciosa joyería, incluyendo una sortija de rubí, un collar de cadena dorada con un símbolo dorado de yin-yang y aretes moldeados en la forma de un magatama. Se veía como una persona frívola, relajada y completamente fuera del mundo que la rodeaba; para ella solo su presencia y los yenes que llevaba en su mano, los cuales eran mucho más de lo que vería en un año, era importante.

Analizando con detenimiento ambas imágenes mentales, Reimu llegó a una conclusión. – Yo…no parezco yo misma –.

– Y te agrada la idea de ser alguien más? Es lo mismo con Lib – mencionó Kasen. – Tal vez debas preguntarle tú misma acerca de eso –.

Confundida, la chica volvió a ver a su mentora. – Y eso qué significa? –.

Pero muy tarde se dio cuenta que había desaparecido, para su frustración. – Tsk! Sabios…siempre quieren que aprendas todo buscando –. La imagen mental que se había hecho de si misma y el hecho de que el chico que vivía ahora con ella no se comportara como la misma persona no tenía una relación clara. Miraba aun al oscuro paisaje de árboles tras su ventana, buscando unir los puntos de lo que acababa de ocurrir. – ¿Qué será lo que lo vuelve tan diferente en esos casos? – pensó, recordando el exceso de confianza en sus acciones cuando se enlazaba con sus Summon Cards. Finalmente decidió que era una buena idea dejar que todo fluyera con normalidad, por ahora. – Voy a preguntarle mañana…quiero saber que guarda en esa cabeza dura. Quiero saber todo sobre los recuerdos de Lib –. Y en el silencio de la noche, cerró la ventana de su habitación.


Dia 2 Dia 3

– …

Oh, otra vez aquí. Hay mucha luz. De hecho todo es blanco. Hm, es muy inusual soñar con lo mismo dos veces seguidas, creo

– … y ahora, todo se vuelve oscuro.

Que raro, no recuerdo que supiera cómo volar. Brrrfh, me da escalofríos pensarlo!

– …

– …una luz?

– …eres tú! ¡Te recuerdo! La dama del arcoiris.

– …ah? ¿Quién?

– …no, no se quien es esa persona. Es un nombre raro. Lib…

– …espera…

– …soy yo, ¿no?

Si, lo recuerdo ahora. Así me llaman aquí desde que llegué. Pero quién soy yo entonces?

¿Y tú quién eres?

– …Kunda…que!?

¡No, espera!

...yo…volveré a verte, ¿no? Algún día?

...

...de veras? Bien, estaré espera-

...

...huh? ¿Por qué te acercas tanto?

...por qué tocas mi rostro?

– Recuerda, debes volver a ser tú…–

...!

– Por favor, hazlo…purga tu dolor…sana tu mente…–


Nuevamente despertó hundido en un mar de sudor, presa de las agitadas respiraciones que daba al encontrarse dormido. Esta vez no estaba tan alterado como la última, pero decidió que era mejor sacarse del pecho lo que lo agobiaba por las noches. Aunque aún no estaba listo para hablar de algo tan importante como sus recuerdos o ese sueño con la dama de arcoiris.

La puerta de la habitación de su inquilina se abrió repentinamente, esta vez se veía más calmada que la mañana del día anterior. – Veo que ya despertaste – saludo amenamente Reimu a Lib. Inmediatamente se dio cuenta del estado en el que se encontraba el ojimiel, preocupándose un poco. Se acercó un poco y se arrodilló al lado de su futon, mirándolo a los ojos. – ¿Otra pesadilla? – preguntó.

Lib desvió la mirada lentamente. – Tal vez…–

A pesar de la respuesta que recibió, trataría de restarle importancia. – Bueno, hablemos de ello más tarde. Ahora mismo tenemos que ponernos en acción. Recuerda que aún debes hacer las tareas que te encomendé ayer –.

–Eh? Ahora? – exclamó el chico, aun tratando de recuperarse del sueño.

– Claro! No creíste que vivirías aquí gratis, o si? –.
Reimu no recibió la reacción que esperaba de su parte; en lugar de un rostro de resignación, la mirada brillante y esperanzada de un muchacho sin hogar se dibujaba en él, con una sonrisa de oreja a oreja. La frase "vivir aquí" fue particularmente placentera. En respuesta, ella resopló algo desilusionada. – Solo date prisa y te veo afuera –.


En el pórtico del haiden, principal edificio donde se encontraba la caja de donaciones (aún vacía), una sacerdotisa le daba sus tareas a un joven ojimiel de cabello alborotado.

– Escucha Lib. Antes de emprender nuestra visita con Kourin, primero debemos asegurarnos de dejar todo en orden en el santuario. Es importante que este lugar se vea en óptimas condiciones –.

– Bueno, se que se lo prometimos a la sabia Kasen. Ahora que lo dices, no he visto a ninguna persona viniendo a dar sus respetos al santuario desde que llegué – dijo Lib, inocentemente.

– E-esto, ya te lo dije! Es solo una mala racha! – exclamó Reimu nerviosa, aunque era obvio que el santuario no recibía visitas humanas desde hace mucho. Los únicos visitantes frecuentes eran youkai, los cuales no le hacían la vida más fácil a la sacerdotisa, y eran la principal razón por la cual muy pocos humanos se atrevían a llegar al santuario, y mucho menos dejaban donaciones.
Carraspeó y volvió a dirigirse a Lib. – ¡Cómo sea! Necesito que me ayudes a hacer estas tareas, por favor. Son algo tediosas, pero seguramente no te tomará demasiado tiempo terminarlas –.

Recibió entonces una lista nueva por parte de ella. Dado que la puerta Torii y el resto de arquitectura dañada fueron reparadas por Kasen, ahora solo quedaba hacer tareas domésticas como encargarse de la limpieza de los pisos del santuario, barrer las pequeñas hojas que caían de los cerezos floreciendo y cubrían gran parte de la parte frontal del santuario, limpiar el polvo de las paredes, entre otras cosas. Lib observaba la lista con cierta amargura.. – Y…debo hacer todo? – preguntó.

– Claro que no, yo me encargaré de la limpieza del interior – contestó segura. – Te llevará un buen tiempo, pero tenemos toda la mañana por delante antes de ir a Kourindou –. Por supuesto, la pereza de Reimu era otro defecto que los más cercanos a ella conocían. Las tareas más pesadas serian encomendadas al muchacho, mientras ella se quedaba con lo más sencillo de realizar. Hizo esto para darle un buen descanso a su cuerpo, que estuvo sometido a un riguroso ejercicio la tarde anterior.
Unas cuantas horas que él esté afuera serán suficientes para mí… Fufufu, el crimen perfecto! – pensó para sí misma, mostrando una siniestra sonrisa mientras trataba de ocultarla con una mano dando la espalda a Lib.


Habían pasado treinta minutos exactamente desde que le dio sus quehaceres. A Reimu no le llevó ni diez minutos hacer lo suyo dentro del santuario, el cual era su hogar también. Así que pasó el resto del tiempo relajándose, escuchando todo el ajetreo que el chico estaba haciendo afuera. Pudo notar con solo escucharlo que estaba yendo de un lado a otro, y su ritmo no parecía que fuera a cambiar. Considerando que tal vez fue un poco dura con las tareas que le dio, la pelinegra decidió darle un vistazo al muchacho, dispuesta a ayudarle para evitar que la culpa se apoderara de ella más adelante. Se dirigió a la puerta corrediza, pero grande fue su sorpresa al abrirla cuando vio a Lib parado frente a ella, con una sonrisa y algo de sudor sobre su rostro y camisa.

– Terminé – dijo entusiasta, ante la atónita mirada de Reimu, que lo miraba boquiabierta. – Fue más sencillo de lo que creí –.

– Eh? ¿Qué? ¿Tan pronto? – balbuceó nerviosa, tratando de mantener la compostura. Nadie podía terminar esas tareas tan duras para un humano en tan poco tiempo…o sí? Se replanteó esa duda nuevamente, cuando detrás del muchacho pudo notar que el campo frente al santuario estaba completamente despejado de hojas de cerezo, a excepción de unas pocas que recién caían. Al mirar el suelo de madera del haiden debajo de ella notó que estaba pulido y completamente reluciente, a pesar de ser madera vieja. Las paredes del santuario ya no tenían ni telarañas ni un exagerado cúmulo de humedad o polvo en ellas.
– P-pero cómo es que…tú, no, espera; eres humano aunque sea!? –. La chica aun no entendía cómo es que un simple humano era tan bueno para labores domésticas tan pesadas, ni tampoco se explicaba que fuera tan rápido.

Lib rascó su cabeza con dudas. –Hmm, sí, estoy seguro de ello – respondió inocentemente a la pregunta involuntaria de su cuidadora.

Siendo bien honestos, yo ayude un poco con la recolección de pétalos de cerezo – dijo repentinamente Red Dawn Dragon, manifestando su cabeza por encima del chico de cabello cobrizo.

– Tu tambien!? –.

Basto con un simple aleteo de mis alas para mandarlas fuera del camino – explicó la figura dracónica. – Lo demas fue cosa del maestro –.

– También pude notar que había unos cuantos yenes tirados por todos lados del santuario – dijo Lib sacando dichas monedas de uno de sus bolsos, ante el asombro de la pelinegra. Era normal que algunas veces se encontraran monedas de esta denominación en las cercanías, pero nadie sabía cómo llegaban ahí. Pudo notar que tenía una mirada perdida. –Oh, uhm, hice algo mal? – preguntó nuevamente de manera inocente, pero sincera. No quería decepcionar a quien le dió asilo.

Resignada a que su tiempo libre ya se había terminado, dio un largo suspiro. – No, claro que no. Si ya terminaste, mejor prepárate para salir – dijo Reimu, alcanzando a tomar los yenes en manos de Lib.

– Huh? –

– No es obvio? – señaló, cambiando drásticamente de ánimo y actitud.. – Iremos a Kourindou ahora mismo! Y no olvides tus cartas esta vez… –.


– ¡Te digo que yo no los tomé! – se excusaba Marisa con rabia, frente a un mostrador. – ¡A nadie le interesan esas porquerias de cualquier forma! –.

– A mi me importan porque son parte del negocio – contestó fríamente el hombre de anteojos y pelo plateado del otro lado del mostrador. – Estaban justo en su estante hace un momento, antes de que tú llegaras; y ahora "mágicamente" desaparecen –. Hizo un claro énfasis en la palabra "mágicamente".

– Seguramente deben estar entre toda la porquería que tienes regada en este lugar, Kourin – nuevamente se excusaba la rubia cruzada de brazos.

Los anteojos del mencionado se iluminaron con el reflejo de la luz al tiempo que los volvía a acomodar en sus ojos, evitando que cayeran de su lugar. – Puedes intentar engañar a otros humanos y youkai, pero no a mi. Ahora dame esos grimorios prohibidos, Marisa. Puedo verlos desde aquí en tu bolsa – sentenció. La rubia en respuesta frunció el ceño, pero viéndose descubierta, decidió rendirse, entregando los extraños grimorios del mundo exterior con la leyenda MAD en ellos. No podía dejar que una chica bocafloja como ella descubriera el contenido de esas paginas; solo agravaría su problema de conducta y estaba seguro que tendría problemas con el anónimo padre de la chica.

– Aaagh, nunca dejas que haga nada divertido, Kourin! – se quejó Marisa, cruzada de brazos y haciendo un puchero.

– Tal vez deberías comportarte más como alguien de tu edad, ¿no crees? –. Justo en la entrada de la tienda, la sacerdotisa del paraíso hacía su entrada acompañada del recién llegado a Gensokyo.

– Qué inoportuna, como siempre. Nunca se es demasiado grande o chico para decidir qué es divertido y qué no – se justificó.

Ignorando eso último, decidió dirigirse al dueño de la tienda detrás del mostrador. – Buen día, Kourin – saludó con una sonrisa.

– Oh pero si es Reimu! Otra de mis pesadillas recurrentes…– dijo no muy animadamente al final.
Rinnosuke Morichika, un humano mitad youkai, era el dueño y trabajador a tiempo completo de la tienda de segunda mano Kourindou. En esta tienda no solo se podían ver objetos característicos de la región, sino que también se vendían inusuales objetos del mundo exterior, olvidados por el tiempo y la gente, o que simplemente se terminaban perdiendo; todos esos objetos pasaban al plano de Gensokyo, cayendo en esas tierras de manera aleatoria. Rinnosuke era un entusiasta de recolectar cientos de estos objetos para venderlos en su tienda, dado que su particular habilidad le permitía adivinar inmediatamente el nombre y utilidad de las cosas, lo cual era conveniente para su negocio. Sin embargo, su ubicación entre la Aldea de los Humanos y el Bosque de la Magia hacía que la tienda fuera pocas veces visitada, mucho menos que alguien pudiera adquirir objetos de dicho establecimiento, pues con el tiempo desarrolló un síndrome de acumulador que le impedia deshacerse de los objetos y tesoros en su tienda, no importa el costo que el comprador le pusiera. La única conocida capaz de negociar con él era la mismísima Yukari Yakumo, quien de vez en cuando le hacía pedidos para crear diferentes materiales o atuendos para sus shikigamis o hasta para ella misma, ya que era un experto confeccionando trajes y creando diferentes objetos mágicos. El mayor ejemplo de su mano de obra y profesional trabajo era el mini-hakkero de Marisa.

– ¿No podrías ser más aguafiestas? – exclamó ella de vuelta, con el más cínico de los sarcasmos.

Rinnosuke se volvió a acomodar los anteojos. – Lo único que hacen ustedes dos es venir a hacer un escándalo y curiosear sin dejar ni una miserable moneda – dijo claramente ofendido.

– Si no fuera por nosotras, tu tienda sería igual a un basurero abandonado! – se quejó la rubia.

– Es preferible la perfecta y tranquila soledad a tener a un par de niñas deambulando y gritando por aquí –. Antes de seguir con sus habituales quejas hacia las únicas clientas irregulares que siempre tenía, pudo notar que una tercera presencia estaba estupefacta, mirando a todos lados con curiosidad.
– Aunque bueno, veo que esta vez hay interesantes novedades…–. Fijó su mirada en el recién llegado, a quien no había notado hasta después de sus quejas hacia las humanas. Sus lentes se iluminaron mientras salía del mostrador, acercándose cada vez más a Lib, quien lo miraba un poco nervioso. – Interesante…–. Comenzó a rodearlo, ojeando cada detalle de su desgastada vestimenta, cada rasgo facial que presentaba y toda la anatomía de su cuerpo. – Tu, definitivamente, no eres de aquí. – intuyó. – Y esas pestañas exageradamente largas para un hombre lo afirman –.

– Su nombre es Lib. Viene del mundo exterior – aclaró Marisa. – ¡Me alegra verte de nuevo en una pieza~ze! – saludo también al chico animadamente, quien le devolvió una sonrisa.

Los ojos de Rinnosuke se abrieron tanto como un par de platos. – ¡Es imposible! ¿De verdad eres del exterior? – dijo acercándose más a su rostro.

– U-uhm, tú debes ser Rinnosuke Morichika, cierto? – preguntó incómodo el chico, claramente agobiado por la mirada del dueño, el cual se alejó en respuesta.

– El mismo –. Se notaba orgulloso de que alguien lo nombrara por su nombre completo. – Y este, mi extranormal amigo, es el Kourindou, tienda de objetos raros y fantásticos. Si te comportas mejor que estas dos desquiciadas, estaré para servirte –.

– Ey! –. Ambas chicas voltearon ofendidas.

– Bueno, entonces creo que debo darle las gracias…–. Lib no sabía muy bien cómo reaccionar ante esas declaraciones.

Nuevamente el peliplateado lo analizo con la mirada, sus anteojos brillaban tanto como sus ojos. – Pero cuentenme, ¿cómo es que un humano ordinario cruzó la barrera Hakurei? No era imposible hacerlo, excepto para ciertos youkai? –

– ¿Estás enterado del incidente de la explosion de luz en el cielo? – aviso Reimu. – Pues este chico viene de ahí. –

El dueño de la tienda lo miró aún con más asombro. – ¡Fascinante! Entonces tu debes ser el humano de las cartas especiales del que escuche hablar ayer por parte de la señora Yakumo, cierto? – El aludido asintió con la cabeza, para ser interceptado por otra pregunta. – ¿Puedo verlas? He tenido curiosidad por saber cómo lucen –.

Aunque dudoso, Lib sacó su pequeña caja, donde guardaba sus preciados objetos rectangulares. La fascinación del mitad-youkai crecía cada vez más, mirando las diferentes cartas en su poder.

– Es sorprendente. Puedo ver que son similares a las Spell Cards, pero son a la vez muy diferentes en cuanto a forma y poder – comentó para sí mismo. – Definitivamente puedes sentir la magia dentro de ellas, aunque…–. Se detuvo, mirando con desagrado la caja tan desproporcionada que tenía para resguardarlas. – ¡Este recipiente no es digno de llevar tan valuables instrumentos! Aunque el sello que tiene es importante, parece –. Analizo la caja de color naranja destapada, aun con algo de desagrado. – Aun así, necesitas algo mucho más acorde para ello, así que, si me permites…–.
Sin dar tiempo a nada, vació bruscamente las cartas del recipiente en las manos de Lib, el cual apenas reaccionó para atraparlas todas en sus manos. Claro que no eran muchas, pero su diseño y consistencia hacía que fueran muy volátiles, provocando que fueran difíciles de atrapar con cuidado. Rinnosuke entonces se fue con la caja de cartas en mano detrás de un par de cortinas, mismas que se cerraron ante la mirada atónita de los presentes, excepto de Marisa, quien ya se encontraba recolectando información del extraño grimorio que Rinnosuke le prohibió ver. El sonido de objetos siendo movidos de un lado a otro y algunas herramientas haciendo ruido le quitaban la tranquilidad. Quien sabe que clase de operación estaba haciendo ahí, y Lib desconocía realmente cuál era el propósito de tener su caja para ello.

– Uhmm…suele hacer eso muy a menudo? – pregunto, aunque en realidad la pregunta no iba dirigida a nadie en especial.

– Te acostumbras –. El rostro de Reimu era inexpresivo, a sabiendas de las extrañas acciones del hombre peliplateado.

– Cuando está frente a algo nuevo, Kourin suele ponerse muy entusiasta – explicó la bruja de traje negro, aun inmersa en uno de los grimorios previamente confiscados. – ¡Aunque tienes suerte! No todos tienen la dicha de llamar su atención –.

Finalmente las cortinas se abrieron, luego de exactamente un minuto. Venía con dos recipientes en mano, uno de ellos era su preciada caja; pero ahora tenía un enorme agujero cuadrado atravesandola, señal de que el símbolo tan importante que la protegía había sido removido. – No necesitarás esto nunca más – se jactó, lanzándola a un bote de basura cercano. Lib intentó inútilmente de alcanzarla antes de ver como daba justo en el blanco, para su tristeza.

– Kourin, eso fue terrible! – regaño la sacerdotisa.

– Ten calma; dije que necesitaba un recipiente más digno, y eso es justo lo que hice –. Ahora, estirando su otra mano hacia adelante, mostró su más reciente creación.
– Y aquí esta, la respuesta a las plegarias de esas cartas –. Una caja rectangular con un broche de bronce que funcionaba como tapadera, separando el extremo superior de esta, ideal para el tamaño de sus cartas y con espacio para muchas más. El acabado de color negro iba acompañado de un cuadrado con el simbolo de proteccion de su caja anterior, el cual habia sido adaptado y ajustado a este nuevo porta-mazo. Tenía además una pequeña correa con un par de pasadores, perfectos para ajustarla al tamaño del brazo o la pierna, donde quiera que quisiera colocarsela. – Esto debería ser mejor para transportar tus cartas – aconsejó. Acto seguido, miró cómo el muchacho lo calzaba en su brazo derecho, quedandole perfectamente y sintiéndose autocomplacido.– Ya que vienes de parte de esa youkai de los portales raros, se lo agregare a su cuenta –.

Recordando la nota amarilla que recogió, Lib la sacó de una de las bolsas en su chaqueta. – Oh, es cierto. Yukari mandó una carta diciendo que entregaramos esto –.

El hombre de ojos dorados miró la nota con seriedad. Volviendo a acomodar sus anteojos, guardó la nota dentro de su yukata azúl y blanco. – Muy bien, los tres trajes están listos. Y llegaron a tiempo, pues hace un rato que los terminé. Esa youkai me dejó un trabajo difícil, pero nada que no pudiera realizar – se quejó él.

Tres trajes? Estaba muy seguro de que la carta de la sabia sólo mencionaba dos. – Uhm, señor Rinnosuke? – preguntó Lib, llamando correctamente la atención del único otro ser de sexo masculino. – Creo que debe haber un error; la señora Yukari dejó específico que eran dos trajes, no tres –.

– Te equivocas. Hay uno para la ruidosa de ahí también – señaló a Reimu. – Lo dice en la nota –.

Rápidamente la chica de rojo y blanco le arrebató la nota y ambos miraron detenidamente. En efecto, ahí había instrucciones precisas para confeccionar dos trajes para hombre; pero casi al pie de dicho papel, más instrucciones que no habían visto antes detallaron la confección de un traje para mujer, concretamente un traje de sacerdotisa. – No lo entiendo, por qué Yukari haría-

Antes de terminar de cuestionar, el papel fue arrebatado por aquel hombre nuevamente, algo molesto por la brusca acción. – En serio, deberías aprender modales –. Con la nota finalmente en mano, puso marcha nuevamente hacia la parte trasera de la tienda, cerrando las cortinas. – Cuando se sientan listos, vengan a la parte trasera –.

Marisa al escuchar que ambos recibirían nuevas vestimentas, hizo a un lado su sesión de lectura. Dejó el asiento dónde leía y se dirigió a su amiga y conocido. – ¿Así qué, la ancianita les mandó a hacer trajes nuevos a sus nietos? – cuestionó de forma burlona, inclinando su cabeza hacia ellos.

– Cállate – contestó Reimu frunciendo el ceño.

– Oh vamos! No todos los días se reciben regalos de alguien tan prominente. ¡Deberías alegrarte~ze! –. Era claro que la rubia estaba más emocionada y animada que ellos mismos por verles puestas sus nuevas vestimentas.

El muchacho se encogió de hombros. – Siento que era algo innecesario. En su carta decía que la imagen era importante por estos lugares, que en eso consistía si la gente confiaba en ti o no –. Cerca de su posición encontró un espejo, donde pudo ver su desgastada ropa con varios pedazos de tela desprendiéndose de la chaqueta que portaba, al igual que los evidentes agujeros en sus pantalones. – Para ser honesto, no creo inspirar desconfianza en la gente solo por como luzco, o sí? –. Ambas chicas se miraron apenadas, ante la mirada atónita del muchacho que observó sus reacciones en el espejo. –...O SÍ!? – volvió a preguntar espantado.

– Ummm, cómo te lo explico…una pieza de queso Cheddar tiene menos agujeros que tus pantalones – soltó Marisa, apuntando a su prenda inferior.

– Y la verdad he visto la casa de Marisa más ordenada que tu ropa – remató Reimu, causando que la otra chica refunfuñara.

El pobre chico decidió no decir más, rindiéndose a quedarse en el suelo sosteniéndose con sus cuatro extremidades, sumamente apenado por esa revelación. – Parezco un maldito vago…– pensó.


Marisa estaba sentada sobre un enorme cofre de madera, impaciente por ver a ambos salir de los vestidores que Rinnosuke tenía en la parte trasera de su tienda, pasando justamente por su mesa de herramientas. Afortunadamente eran dos espacios aislados, así que no tenían qué cambiar sus ropas juntos en el mismo lugar.
– Ya terminaron!? – pregunto desesperadamente. Sin embargo, no hubo respuesta verbal.

La primera en salir sería Reimu, pues ya conocía exactamente cómo cambiar sus prendas. – Oooooh, aquí vienen Kourin!~ – exclamó emocionada Marisa, sujetando ansiosamente al hombre de ojos dorados por su yukata.

Llevaba una larga falda roja con finos detalles blancos en los bordes que llegaba hasta las rodillas de la chica, mezclada con pliegues blancos por dentro. Sus pies estaban cubiertos por un par de zapatos negros y calcetas blancas largas que cubrían hasta lo alto de sus espinillas. En su torso llevaba una camisa blanca sin mangas, cubierta por un elegante chaleco rojo también sin mangas y una pañoleta amarilla con el símbolo de la casa Hakurei. Sus hombros estaban al descubierto, cómo usualmente solían estar. Cubriendo el resto de sus brazos, dos largas y anchas mangas blancas con líneas bordadas de rojo estaban separadas del resto de la indumentaria, atadas por un lazo rojo por encima de sus codos. Finalmente, su característico moño rojo ataba sus largos cabellos oscuros en una coleta que no era visible de frente, además de un par de lazos rojos que colgaban de la parte frontal de su cabello, dejando dos largos mechones de cabello atrapados en ellos. Prácticamente, su vestimenta seguía siendo la misma, a excepción del símbolo familiar que ahora era visible en su pañoleta.

– …en serio te esperé por eso? – musitó Marisa, muy decepcionada.

– Ya sabes lo que dicen; "si no está roto, no lo arregles" – dijo la sacerdotisa, dando una vuelta sobre su eje, provocando que su falda se arremolinara junto a ella. Por más que lo intentara ocultar, claramente se veía feliz con su indumentaria. – Aunque debo decir que se siente muy diferente. Diría que es más ligero y cómodo de usar –.

– Y mucho más resistente – agregó Rinnosuke. Sin darle tiempo a la chica de rojo, lanzó un cuchillo en su dirección; el borde afilado se dirigió a toda velocidad al torso de Reimu, para el horror de esta última que no tuvo tiempo de reaccionar. Para su sorpresa, el arma blanca rebotó en ella, sin provocar ninguna herida, rasguño o cualquier daño al chaleco que llevaba. – La elaboración de estos trajes fue difícil, pero finalmente pude crear una aleación especial que me permite hacerlos más resistentes a los proyectiles pequeños. No tendrás problemas en recibir ataques danmaku ni en moverte libremente, debido a su ligereza –. Se acomodó nuevamente los anteojos, sonriendo complacido. – Sin duda esa mujer pensó en todo cuando me pidió confeccionarlos –.

– Fue eso o querías dejar de reparar mi ropa cada vez que peleo en duelos de danmaku? – cuestionó muy segura de que ese era el motivo principal. El dueño sólo se limitó a desviar la mirada acomodando sus anteojos.

La rubia estaba dudosa, mirando a su amiga. – Y qué pasa si deciden darle en la cabeza? – pregunto inocentemente.

El dueño del establecimiento solo se encogió de hombros. – Es un riesgo que decidí tomar. Nadie dejaría que lo golpearan en la cabeza de cualquier forma –.

Ignorando esa respuesta, la rubia se dió cuenta que el otro humano aún no había salido de los vestidores. Impaciente, optó por acercarse y tocar la puerta. – Lib, sigues ahí? ¡Ya queremos verte! –.

– E-estoy en eso! – se escuchó del otro lado. Podían notar que tenía problemas para hacer que su indumentaria le quedara debidamente, gracias a la sombra bajo el vestidor. Luego de un corto forcejeo con sus ropas y pasados varios momentos, la puerta comenzó a abrirse. – Bueno, aquí voy…– se dijo a sí mismo.

Al salir del mostrador, un par de botines negros fueron lo primero que se asomaron. Su pantalon de color gris oscuro estaba ajustado a la medida de sus piernas, pero lo suificientemente suelto como para que no sea dificil moverse con el. Además llevaba en su pierna derecha el porta-cartas de Rinnosuke, perfectamente sujetado con una correa adicional a la parte del muslo, para que no se perdiera ni saliera de su lugar.
Encima llevaba una camisa de tirantes negra, y sobre ella una chaqueta color marrón abierta; aunque las mangas cubrian perfectamente sus brazos a excepción de sus manos, la parte baja de la chaqueta solo llegaba hasta la mitad de su torso, haciéndola ver como una ombliguera. En ambos lados llevaba un par de bolsos, mas un par extra dentro de la prenda. El símbolo de la familia Hakurei también estaba bordado en una de las mangas de dicha prenda, algo que no pasó desapercibido por Reimu. Además, llevaba por dentro un par extra de tirantes largos entrecruzados para sostener su pantalón, apoyándose en sus hombros y terminando en la parte baja del estómago del chico; un símbolo de un kitsune y un gato de dos colas estaban bordados en dichos tirantes.

A pesar de la pena que le daba el ser visto con un nuevo atuendo, Marisa no dudó en aplaudir emocionada. – Eso sí es un buen cambio de ropa! ¡Te queda genial~ze! – exclamó con una gran sonrisa.

Estaba algo avergonzado por el cumplido, pero definitivamente se sentía mucho más cómodo con su nueva indumentaria puesta. – Y entonces…ya inspiro más confianza con esto? – preguntó a las chicas, recordando lo que habían discutido en la parte frontal del Kourindou.

Marisa volteó a ver a su amiga, quien lo miraba extrañada. Sin embargo, pronto suavizó su expresión y le dedicó una sonrisa. – Si, supongo que servirá – exclamó Reimu, con mejor ánimo.

De pronto, un cuchillo arrojadizo impactó contra el muchacho, con los mismos efectos en su indumentaria así como en la de Reimu y causándole un leve susto a los humanos. Rinnosuke nuevamente se veía complacido con su trabajo. – Excelente. Este también pasó la prueba de calidad –.


Fuera de la tienda, el hombre mitad youkai le había entregado al muchacho una indumentaria extra más tradicional del lugar. Dándole instrucciones de Yukari para usarlo cuando estuviera en los terrenos del santuario Hakurei, a sabiendas que estaría al servicio de Reimu.

– En resumen esto es un uniforme – cuestiono el chico, para nada entusiasmado.

– No se trata de un uniforme. Son ropas tradicionales que se usan en cualquier santuario sintoísta – aclaró Rinnosuke al muchacho. – Esas en especial son utilizadas por los encargados de cuidar de los santuarios Shinto. Yukari lo hizo pensando en que era adecuado para-

– Uniforme entonces – interrumpió Lib. Su rostro parecía inexpresivo.

– Uhm, bueno, tal vez…–

A pesar de la negativa, decidió que iba a tomarlo de cualquier manera entre sus manos. No era muy educado despreciar lo que te regalaban, o al menos eso creía. – De verdad le agradecemos mucho señor Rinnosuke – se dirigió al hombre, haciendo una pequeña reverencia hacia adelante. – Quiero asegurarme de darle las gracias también a la señora Yukari –.

– Bien, entonces si ya terminamos aquí, deberíamos volver. ¡Vamos, entonces! – indicó la sacerdotisa de buen ánimo.

Marisa, sin embargo, se quedó detrás. – Ustedes vayan, yo aún tengo algunas cosas por buscar aquí con Kourin y después quedé de ver a Keine cerca del Bosque de Bambú. Creí haber oído que una de esas cosas estaba causándole problemas a Mokou, así que decidí ayudarles a investigar –. Hizo memoria rascándose la cabeza. – Ahora que recuerdo, Keine mencionó algo sobre ustedes ayer –.

– Sí, en realidad detuvimos otra Summon Card – recordó Lib. Luego sacó una carta de las que había en su porta-mazo, con la imagen de una feroz bestia cubierta de metal. – Es esta –.

Tanto la rubia como Rinnosuke se acercaron a observar el objeto rectangular, impresionados. – Se ve intimidante; ¡es genial! – exclamó Marisa, tratando de tomar la carta por su cuenta. Antes de ponerle sus dedos encima, Lib decidió alejarla fuera de su alcance, para la decepción de la chica. – Aww vamos, sólo quiero verla – le dijo decepcionada.

– B-bueno, es qué…no tengo idea de qué clase de habilidades tengan la mayor parte de estás cartas aún – mencionó Lib, recordando los efectos adversos en su cuerpo cuando las usó desmedidamente.

– Bueno, pero no creas que esto se quedará así – sentenció de vuelta, apuntando con un dedo al muchacho. – Quiero adueñarme aunque sea de una de estas Summon Cards. ¡Seguramente voy a sacar buen provecho con sus habilidades! –.

– Marisa, esto no es algo para tomar a la ligera – le advirtió Reimu. – Se trata de un incidente a gran escala. No son simples cartas de habilidad como las que vimos hace algunas semanas, y siendo tan peligrosas es mejor ir con cuidado; ya que no puedes vencerlas con Danmaku –.

La bruja simplemente frunció el ceño desviando la mirada. – Bieeen… –. Los regaños o advertencias de su amiga para hacerla entrar en razón a veces le aburrían por su tan presente sentido de la responsabilidad; aunque bien sabía que esa sacerdotisa era bastante más holgazana que ella.

Con todo su equipo listo, el dúo de humanos se dispuso a alejarse de la tienda, pero fueron detenidos por una voz. – ¡No tan rápido! – gritó Rinnosuke, alertando a los humanos. – Sé que mi pago ya está procesado por esa youkai de los bordes, pero esperaba que al menos me dieran una propina adecuada –.

Reimu se cruzó de brazos, levantando una ceja. – Eeeh? En serio estás pensando sacarnos mas dinero? – se quejó ella.

– No estoy hablando de dinero – apuntó Rinnosuke hacia el porta-mazos en el brazo del muchacho. – Quiero ver con mis propios ojos qué clase de poderes y habilidades tienen estas cartas. Eso bastará como propina para mi – terminó diciendo en un tono más serio que de costumbre.

A pesar del favor que le estaba pidiendo el mitad youkai, Lib miro la carta que sostenía en sus manos y después volteo a ver a la sacerdotisa. Ella solo se limitó a encogerse de hombros.

– Oye, no me mires a mi. No son mis cartas, después de todo –. Esto en realidad era un imprevisto plan para confirmar las sospechas de Reimu sobre su protegido; si era verdad que se comportaba como otra persona diferente cuando estaba en posesión de sus cartas, se daria cuenta. Tendría los ojos bien abiertos por cualquier cosa.

Ya con el permiso a secas de Reimu, el chico miró nuevamente a Rinnosuke, quien esperaba ansioso la respuesta. – Bien, entonces por favor permítanme – dijo finalmente, dando indicaciones a los presentes de alejarse un poco. Cuando estaban a uno metros de distancia, Lib puso frente a él la carta de Rebellion, Fullmetal Berserk. Un aura azul muy tenue comenzó a recorrer su cuerpo, mientras trataba de concentrar su mirada en la carta. Tenía una sensación de cosquilleo dentro de él, como si algo fluyera por todo su cuerpo. Lo estaba logrando. Estaba canalizando su magia en conjunto con esa carta. Cerró los ojos un instante, concentrando su mente y respirando profundo. Luego de unos segundos donde todos podían ver el aura azul a su alrededor, gritó repentinamente el nombre de su Summon Card.

– Rebellion, Fullmetal Berserk! –

Ante la mirada confusa de todos los presentes, las garras de la misma criatura de metal que Reimu y Lib habían enfrentado el día anterior se manifestaron por encima de sus brazos, con un tamaño muy desproporcional al de sus extremidades. Su espalda se cubrió de una melena que parecían pinchos, debido a su dureza. Encima de su cabeza, los amarillos ojos y cuernos metalicos de una bestia se manifestaban, dandole una apariencia realmente intimidante.

El peliplateado y Marisa estaban más que fascinados observando con detenimiento cada detalle sobre el cuerpo de Lib; Rinnosuke incluso comenzó a escribir notas en un cuaderno que tenía a la mano sobre lo que estaba mirando. – Oye, oye! Y que puede hacer esa carta? Muéstranos, vamos! – pidió Marisa exaltada, ansiosa de ver las capacidades de su amigo. Ya hace un par de días se dio cuenta de lo que eran capaces de hacer esas Summon Cards junto a los otros dos tipos de cartas, por lo cual estaba apurada en conseguir unas cuantas para sí misma y aprovechar su potencial.
Quien no compartía el mismo entusiasmo que ellos era Reimu. Lo que vio hizo que sus sospechas se confirmaran casi completamente; decidido esperar sin embargo. Iba a aclarar esas dudas tarde o temprano con Lib, pero estaba segura de algo; esa persona definitivamente era diferente al Lib que vivía en su santuario bajo su cuidado.

– Alguna vez escuchaste el dicho que habla sobre "mover la montaña o la montaña irá hacia ti"? – explico. – Rebellion representa ese concepto de alguna manera. Nada puede dañarme con su revestimiento de metal alrededor mío y nada puede moverme tampoco si asi lo quiero –. Con una mirada retadora, muy poco usual para lo poco que llevaban conociéndolo, adoptó una pose distinta, doblando las rodillas y levantando ambos puños en sentido opuesto, formando una cruz en su pecho. – Ponlo en práctica y verás que no te miento – retó a Marisa.

– Ah!? ¿Estás seguro que quieres ser atacado? – pregunto estupefacta, pues no esperaba que le pidiera algo como eso.

– Querías saber de lo que son capaces mis cartas, ¿no? Y creo que la práctica es mejor que la teoría para averiguar qué clase de habilidades puedes alcanzar con ellas! – contestó emocionado, por alguna razón que ninguna de las chicas entendía al mirarse entre ellas. Sin embargo, devolvió la mirada a su amiga con una sonrisa.

Marisa decidió entonces sacar su mini-hakkero, asegurándose de cargarlo con poco poder mágico para evitar cualquier accidente fatal. – Bien, acepto tu propuesta, Lib. No te quejes después si terminas con quemaduras graves –. Decidió hacerse algunos metros más hacia atras. Al darse la media vuelta, levantó el objeto octagonal en sus manos y lo apuntó hacia el muchacho, lista para liberar la energía guardada en este. Al igual que su amigo, ella también comenzó a brillar con una tenue aura dorada, concentrando su magia en el artefacto. Sin embargo, su concentración de magia fue mucho más rápida que la de Lib. Finalmente decidió atacar con una técnica en la que estuvo trabajando desde que la vio. – ¡Toma esto! Kokuma - Triple Burst!
Mágicamente el mini-hakkero de Marisa se dividió en otras dos entidades, formando tres figuras octagonales; una sostenida por ella y las otras dos flotando por encima de sus hombros. Luego de este comando, los tres mini-hakkeros dispararon cada uno una rafaga de diferente color, emanando la misma cantidad de energía y calor; todas en dirección del chico frente a ella, quien estaba preparado para recibirlas con la guardia alta.

Los otros dos espectadores solo pudieron observar cómo dichas rafagas terminaban chocando, provocando que la enorme masa de luz disminuyera la visibilidad de ambos. Reimu y Rinnosuke se vieron obligados a apartar la vista, tapando sus ojos con el antebrazo. Pasaron algunos segundos más antes de que el ataque de Marisa cesara; todo lo que quedó al final era una gran nube de polvo, algunas pequeñas piedras cayendo y una figura que aparecía inamovible frente a ellos.

– Bah, que presumido eres~ze! – se quejó la rubia, aunque claramente su expresión facial no la hacía ver enojada o desmotivada. Todo lo contrario, estaba satisfecha tanto por la funcionalidad de su nuevo ataque como por haber descubierto que las palabras de Lib eran ciertas. Se dio cuenta entonces que el chico seguía ahí, cubierto con sus brazos de metal en forma de cruz y con la misma expresión. – Pero debo admitir que esa criatura que tienes es bastante resistente. No te dejó ningún rasguño –.

Lib bajó su guardia y la de Rebellion en consecuencia, haciendo que las placas metálicas que lo habían protegido anteriormente redujeron su tamaño alrededor de sus brazos. – ¡También me impresionaste con ese ataque! Se parece mucho a los que usó Chimera aquella vez – señaló el aludido felizmente.

– Marisa, estuviste copiando los ataques de otros de nuevo? – preguntó Reimu a su amiga.

– Ugh, no es una copia! – se quejó la acusada, rodando los ojos. – Es un tributo al "trabajo original". Es muy diferente –.

– Claro, "tributo"... –

El hombre de yukata azul, por su parte, se encontraba impresionado por la demostración que había presenciado. El ajetreo terminó desacomodando bruscamente sus anteojos, mismos que tuvo que poner en su lugar para mirar cómo el ser que se posaba sobre Lib desapareció y volvió a la forma de una carta. – Es sumamente incoherente…fascinante! –. Rinnosuke había dejado sus notas de un lado. Primero quería comprobar que lo que le mostraron sus ojos era real acercándose a la posición del chico. – Así que este es el poder de las Summon Cards –.

Marisa y Reimu también decidieron acortar la distancia. – Y deberías haberlo visto hace dos días – señaló la rubia con delantal blanco. – Tiene un dragón rojo impresionante, y una quimera de tres cabezas que puede escupir ráfagas de energía –.
Luego de decir aquello, pudo notar que efectivamente, el muchacho no tenía ningún rasguño, sintiéndose aliviada.
– Bueno, parece que eres más que capaz de hacer frente a amenazas grandes. Si pudiste contra mi nueva técnica, entonces puedes con muchas más cosas –. Acto seguido, al quedarse parada frente a él, levantó un puño a la distancia de los dos, esperando la respuesta de su amigo. – Confiare en ti, así que no lo arruines. De acuerdo? – exclamó Marisa alegremente.

Lib por su parte, miró unos segundos el puño al aire de la rubia. Al notar que su rostro desprende confianza y una amistosa sonrisa, decidió corresponder el gesto. – De acuerdo; prometo que asi sera, Marisa –

Sin embargo, antes de chocar su puño con el de ella, la bruja ordinaria lo sacó del camino, ahora teniendo como objetivo el hombro del susodicho, visiblemente irritada. – Pñometo que ashi seña, Mañisa! Agh, por Mima, dejate de tantas formalidades! – se burló luego de propinarle un ligero golpe. – Ahora somos amigos, tonto. Ten la confianza de decir lo que quieras –. Luego de esto, volvió a dejar su puño al aire.

Tocando su hombro en señal de que el golpe recibido le había dolido un poco, Lib volvió a verla. La palabra "amigo" era algo que sintió no haber escuchado en muchos años, pero que alguien de pronto llegará a su vida y le mostrará un exceso de confianza en él, a pesar de haberse conocido desde hace muy poco, realmente lo motivaba. Sentía que había algo perdido en el que volvió a encontrar al escuchar esa palabra, como una llave abriendo una cerradura antigua. Sonrió ampliamente de vuelta, chocando su puño con el de ella.
– Está bien; Mari – se dirigió a la rubia, acortando su nombre.

– Fufufu, ¡mucho mejor~ze! –


– Sabes, sigo sin creerme que Reimu te haya dejado venir – exclamó Marisa, volando sobre su escoba y llevando a Lib sobre la misma, sentado con sus piernas colgando por la derecha y sosteniéndose de la cintura de la rubia.

Luego de esa demostración de poder y despedirse de Rinnosuke, Reimu sugirió que sería buena idea que ambos fueran a investigar el incidente en el Bosque de Bambú de los Perdidos, pues si se trataba de una Summon Card era importante e imprescindible que Lib estuviera ahí. Ella se encargaría de llevar el resto de cosas que habían adquirido en Kourindou de vuelta al santuario Hakurei.
– Bueno, a sabiendas de que sus proyectiles danmaku no funcionan en esas cosas, creo que es más conveniente así, ¿no crees? – sugirió el chico ojimiel.

– Tal vez tengas razón. Y es por eso mismo que quiero conseguir una o dos de esas Summon Cards – aclaró la rubia. – Si puedo hacerme con algunas, tendre lo necesario para hacerle frente a esta problemática. ¡Y podré convertirme en una mejor exterminadora de youkai que Reimu! –

– Reimu? No entiendo, acaso son enemigas o algo así? – cuestiono Lib. No tenía mucho sentido, pues se llevaban suficientemente bien, pese a los malos comentarios que se hacían en persona de vez en cuando.

– Nah, quizás lo fuimos en el pasado. Aunque descubrimos que teníamos algunas cosas en común y nos hicimos amigas, también somos rivales –.

–Oh…tiene sentido, creo –. Cortando insipidamente esa conversación, recordó que había algo que no lo dejaba estar tranquilo desde que emprendieron el vuelo al siguiente destino. – Por cierto Mari, ¿cómo es que puedes volar en escoba? He visto que hay quienes tienen un poder mágico increíble y no necesitan otros objetos para volar –.

– ¿Qué? Esto!? – pregunto de vuelta. – Es parte del estilo, solamente. Realmente no me hace falta para volar, pero qué sería de una bruja sin su escoba – aclaró, guiñandole el ojo.
Pronto su atención se desvió hacia abajo. En pleno vuelo, pudo notar al pasar sobre una gran arboleda que un destello de luz muy tenue estaba apuntando hacia ellos. Sin dar tiempo a nada más, sacó su mini-hakkero para apuntarlo hacia la fuente de ese destello, disparando pequeños pero rápidos proyectiles en forma de estrella; dichos proyectiles explotaron al contacto con el suelo de la arboleda.
– Rayos, se escapó! – se quejó ella.

Lib casi pierde el equilibrio por el abrupto movimiento de la rubia, sosteniendose con fuerza del vestido negro que llevaba ella. –¿Q-que rayos fue eso!? – exclamó alarmado, presa del pánico por casi haberse caído a gran altura.

– Lib, ten los ojos abiertos –. El tono serio de su amiga hizo que se recompusiera. – Alguien nos sigue…–

Y justo a un lado de la zona de impacto, una figura alta sumida en la oscuridad de esa arboleda desplegó sus alas negras. Observando que pudo haber sufrido graves lesiones antes de que su misión siquiera empezara, estaba aliviada de que los humanos siguieran su camino en vez de concentrarse en su presencia. – Eso estuvo bastante cerca…mejor voy con más cuidado –. Como una veloz rafaga de viento, se puso en marcha rápidamente hacia donde sus atacantes presuntamente se dirigían.


Finalmente en el templo Hakurei, Reimu podía dejar de lado la pesada bolsa de objetos que había conseguido del Kourindou, incluyendo su vieja indumentaria y las prendas de Lib. Dirigiéndose a la entrada del haiden, una figura conocida la esperaba.

– Reimu? ¿A dónde fuiste? – preguntaba una atemorizada Aunn Komano, pues no la veía desde hace un día, debido a que también se ocupaba de resguardar los otros santuarios sintoístas de la región.

– Nada, simplemente tuve un encargo – respondió rápidamente. Aunque lo más preocupante era la expresión de la komainu. – Y tú que tienes? Parece que hubieras visto un fanta-
Se detuvo abruptamente. Aunque no era un fantasma precisamente, si era alguien a quien no esperaba ver al frente de su caja de donaciones, soltando una moneda de 100 yenes dentro de ella. Sorprendida y atónita, Reimu dejó caer su quijada, abriendo ampliamente su boca. Delante de ella, una youkai descalza, con un vestido rojo y amarillo adornado de magatamas y cabello castaño claro, sostenido en parte por una cofia de color rosa, la esperaba.

Lentamente volteo a mirarla después de dar las gracias al templo y dejar su respectiva donación. No era tanto por recibir la bendición del Dios Hakurei, sino para molestar a la sacerdotisa.
– Y dime, Reimu. ¿Has estado manteniendo en óptimas condiciones mis orbes Yin-Yang? – le preguntó Minamisu Tamatsukuri, la mismísima escultora de los orbes.


Woooah! Aqui Clow. Me lleve un buen tiempo haciendo investigaciones sobre el canon y lore de algunas cosas con este cap. No estoy seguro que saliera perfecto, pero me gusto mucho el resultado de todas formas. Queria introducir a Kourin de una forma u otra prontamente en la historia y dije "que rayos! de una vez". Aun hay muchas cosas que debo hacer que calzen dentro de esto, pero ya el tiempo lo decidira. Por ahora estoy pensando en rehacer de nuevo los primeros dos caps, para ver si puedo agregar detalles que no habia podido y hacer que calzen en el resto de caps por venir.

Mientras tanto, les agradezco si vinieron a leer la historia. Me la estoy pasando bien escribiendo esto, y todo el canon de los juegos es super fascinante. Habia dicho que queria bocetear a Lib, pero no pude xD
Espero que para otra ocasion pueda traer una imagen al menos.

Nuevamente, cualquier HORROR de gramatica o inconsistencia con los otros capitulos, ahganmelo saber. Se agradece si le dan follow y fav, asi como sus reviews para mejorar un poco la calidad de mi contenido.

Meintras tanto, los dejo con el preview. Espero poder actualizar mas seguido, ahora que tengo una pc donde escribir.


PREVIEW:

MK: Fue increible! Esa bestia de metal que tienes es genial!

L: Verdad? ES muy resistente, aunque en realidad no tiene mucho que hacer a la hora de atacar

MK: De verad? Entonces ees inutil

RH: Yo no diria eso. Tiene capacidades defensivas muy altas

MK: Oh, como el caparazon de una tortuga?

L: algo asi, excepto que Rebellion es todo caparazon

RH: Y no tiene una forma animal que haya visto antes

MK: Ni yo. En que clase de animal esta basado?

L: Ese es el secreto de hoy

*CLAP*

Rebellion, Fullmetal Berserk esta basado en el monstruo de una carta de cierto juego famoso; Unchained Abomination. Es casi igual a esa bestia, pero en vez del pelaje y piel purpura, es todo cromo, hecho de metal.

L: Prueben a buscarlo si no me creen

MK:...cielos, si que es feo. Es asombroso!

RH: Como es que-

MK: No subestimes el poder de Kourin para conseguir de todo. Incluso conexion a internet!

RH, MK y L: Proximo capitulo! La segunda noche imperecedera!

RH: Y ustedes vayan a resolver ese incidente ya!

MK: Ugh, disculpe patrona!

L: *sigh* Si que se llevan bien, eh?