Miró su figurilla en la penumbra. El etéreo pavor que pensó poseer, se atajó en cuanto al suspenso de su presencia en la habitación; empezó el febril latir del corazón. A ese cuerpo chico y escuálido, que no parecía salir de las sombras, sino expandirse junto a ellas, mostrando el blanco de sus dientes en una sonrisa malsana. Ella se acercaba hasta la cama, y una vez su torso era tangible, murmuraba:

—Te esperare a fuera Linky —para sumergirse de nuevo y avanzar en la oscuridad hasta pasar pot debajo del dintel de la puerta que yace a abierta en su totalidad, que cerraba estaba antes de haber despertar.

Incrédulo mira lo último de Lucy abandonar el cuarto. Luan le pasa el brazo por el cuerpo. El chico se paraliza, pero un ronquido leve suyo, le dice que sigue muy dormida...

Sabía que debía de ir. Pero, ¿no habría sido mejor quedarse?

Los cuestionamientos no eran en sí importantes con tales pruebas por ahí, aunque una curiosidad irremediable también le impulsaba secretamente, traída de aquel contrato del que habían hecho pactar hacía varias horas atrás.

Levantándose y poniéndose sus pantalones, volvió a girar la cabeza en dirección a su amante, que dormida trasmitía cierta paz que le llenaba siempre. Y se sonrojó sin poder evitarlo, al recordar que en la mañana, se la chupaba como si quisiera arrancársela en el baño.

Tuvo que respirar y frenar la excitación de su miembro endureciéndose, antes de salir al encuentro de su hermanita.

Suspiró, y tomó unos segundos más.

Fuera, Lucy Loud espera impaciente. Le sonríe al verlo salir con extrañeza, y le masculla inteligiblemente:

—Espero que estés listo para lo que viene hermanito... —sonrojándose le toma de la mano.

—¿Qué es lo que dices?

—Procuremos no hacer mucho ruido.

—¿A donde vamos Lucy? —le susurró Lincoln a la pequeña ligeramente irritado.

—Tranquilo Lincoln. Ya verás que no te arrepentirás de haber venido —dijo sonriéndole con los labios, y tomándolo con más fuerza, para llevárselo en la penumbra de una casa dormida hasta el primer piso.

Viendo a su hermana caminando por el pasillo, viendo su cuerpo ensombrecido y distraído (más frágil y más ligero que él suyo), pensó que pudiera ser este un momento oportuno para hacer algo. Honestamente, ¿qué tan fácil era sacarle esas fotos a la fuerza a una chiquilla como ella? Porque todo esto de estar preocupado y en vigía era respecto a las fotos, ¿no es cierto?

Acaricio la idea, mas de nuevo ahí estaba eso: ¿A donde lo llevaría por la sala? A la cocina. A la sustitución de la pesadumbre sombreada por el haz lunar que entra por la ventana, e ilumina las mesas y los muebles: El zinc, el escurridor cargado, y gran parte del cuerpo de ella...

De su esbelta y perfecta figura cubierta por aquel ligero vestido verde, cercana a su piel blanca e impoluta, aún arrugando ligeramente el rostro con hermosura.

A Leni que se agarra de los codos nerviosa, y que lo mira desde la penumbra con los brillos álgidos de sus ojos refulgiendo. Que encontrándose con la mirada de su hermano, le evade trémula en un leve sonrojo que se presenta en sus mejillas.

—¿Leni... ? —balbucea Lincoln enrojeciendo —¿Qué es lo que... ? ¿Qué haces aquí... ?

La nombrada agachó la cabeza apenada y el rubor se le disminuyó considerablemente. Lucy que veía los acontecimientos con una placidez extraña, se quedó atentamente viendo cómo reaccionaba su hermano.

—¿Qué significa esto Lucy? —preguntó Lincoln ciertamente consternado —¿Es una especie de broma?

—¿Broma dices... ? Je, je. No hay bromas aquí Linc. Solo somos tú, yo y Leni, je, je. Ni siquiera es un mal chiste, así como tú y Luan si me permites decir —dijo burlona y sonrió vil.

Lincoln abre los ojos como plato y voltea agresivo con la oscura por completo, y Leni se sobresalta al ver la cara rabiosa que tiene su hermano menor.

—¿Qué diablos dices? ¿De qué mierda crees que estás hablando? ¿Hablaste con Luan?

—Vaya forma en la que le hablas a tu querida hermana. Tranquilo conejito, que no me dijo nada que ya no supiera —azuzó Lucy en tono sombrío —. Dime la verdad, ¿crees que engañas a alguien idiota?

—¡¿A quien crees que llamas idiota mocosa?! —exclamó Lincoln y acercándose rápidamente a ella, la tomo toscamente de sus brazos, tirándola hacia sí.

—¡Lincoln, ¿qué crees qué haces?! —soltó tenuemente Leni que alertada ya le ponía las manos a ambos.

—Vaya que sí eres estúpido. Golpéame de una vez —desafió Lucy que no dejaba de mirarlo —. ¿Crees que tienes mucho poder ahora? Vamos golpéame, quiero ver cómo te sales de lo que vendrá. Quiero ver que veas cómo el poder físico no es el único qué hay...

—Cállate mocosa. No creas que no te haré papilla —grazno el peliblanco.

—¿Qué estás haciendo Lincoln? Suéltala ya —hablo por fin la rubia atemorizada y alarmada, viendo una expresión inimaginable torva a su hermano, que les separaba por fin a los hermanos, más fuerte y limpio de lo que suponían, sorprendiéndose ambos —. Ustedes son hermanos, no deberían de pelearse así; tú más que nadie deberías saberlo Lincoln.

—¿Qué dices tú?

—Ella es una mujer Lincoln. Eso no fue lo que te enseñamos. Te enseñamos a hacer un caballero.

Al chico le brinco la vena que Leni hablará de forma tan madura con él, le diera tal consejo a él.

—¿Tú crees que puedes meterte en esto?

—Leni tiene razón Linc —dijo Lucy con más atenuación —. Ahora imagínate cuanta razón habrá con nuestros padres cuando se enteren de lo que has estado hecho...

Leni torno a la confusión de hacía un lapso. Lincoln tuvo un cambio drástico en su respiración al notarlo y se puso más pálido que de costumbre. Lucy no pudo evitar sacar una risita al ver su expresión ridícula.

—Tranquilo Lincoln, que aquí nos podemos entender muy bien todos —dijo la niña lúgubre sonriendo —. ¿No es cierto Leni?

La modista volvió a sentir ciertos escalofríos, y un sonrojo le vino de inmediato en toda su faz, pasando sus manos a sus muslos.

—¿Qué pasa hermana? ¿Porqué no le muestras? Vamos, recuerda lo que estuvimos hablando. Ese secreto de nuestro hermano.

Y Lincoln no pudo evitar ponerse muy nervioso, y en parte calenturiento. Ya que su hermana había bajado más sus manos y había empezado agarrarse el vestido que cubría sus formas, levantándolo en el proceso un poco de forma irreductible, para que sus muslos sonrosados y blancos, se mostraran cuál vitales eran, tal tersa con circunferencia modesta y modelo.

El nerviosismo y el temblor, más la luna bañando su figura en su confusión, ocasionaron que de los pantalones de Lincoln procediera una erección.

Lucy notó atentamente ello, y elevó la tensión reincidiendo en Leni.

—Vamos Leni. Levántate el vestido.

Leni se sonrojó todavía más y sus piernas empezaron a flaquear del nerviosismo.

—¿No querrías ayudar a nuestro hermano con su pavorosa condición?

El peliblanco no pudo apartar la mirada de la rubia tremendamente interesado. Ya no nervioso como antes, sino ansioso.

—No... es que... n-no... Lucy... Yo... yo, no puedo... —murmuro Leni hecha una hoja contra el viento —. Creo que no puedo hacerlo Lucy... No cre-creo que, pueda...

Sus ojos se cristalizaron y no dejaba de agarrase el vestido.

Lincoln quedó viéndola de repente más fraternizado por la imagen repentinamente e insostenible de su hermana mayor vulnerable, siendo contraria al calor que aún así persistió en sus entrañas. Fue con ella mientras murmuraba un "¿qué tramas Lucy?", y se sorprendió que Leni se haya conturbado con su acercamiento, apartándose de brazos y crispando el rostro con cierto espanto, chocando su trasero con el mueble y quedándose en seco.

—¿Leni... ? —preguntó Lincoln entre ofendido y enrarecido —¿Qué es lo que te pasa? ¿Te doy miedo... ?

—No... es que... —y paró al ver que Lucy invadía su espacio personal poniéndole las manos encima —Es-Espera Lucy ¿qué haces... ? —se quejó la modista que se halaba más del vestido por ambos lados, ya que la pequeña se lo levantaba y la empujaba en dirección al peliblanco expectante.

—¿Quieres bajar la voz? Levántate el vestido. Lincoln, ven acércate con nosotras.

—Noo, Lucy, ughmm, deja de hacer, ¡eso! —decía Leni que contenía silencio haciendo fuerzas en su parte pélvica, descuidando la parte trasera, y la pelinegra le subía el vestido mostrando una gran porción de sus glúteos tersos y redondos, sacándolos a relucir unos segundos, cuando sus panties blancas rayadas, eran bajadas hasta el muslo —¡Lucy, no, te dije qué... !

—Lincoln, quítate los pantalones —ordeno Lucy durante el forcejeo.

—¿Quitarme los pantalones? —dijo Lincoln sonrojado sin dejar de fijarse en el espectáculo.

—¿Me harás repetirlo Lincoln? Si no lo haces, violas el contrato que hicimos, y sabes lo que sucederá si eso sucede...

Leni se quedó pensativa tras lo último. "¿Contrato... ?", resonó en su mente, y bajando la guardia y viendo hacia su consanguínea, ya no veía más que una expresión lúgubre irreconocible.

—¿Qué es eso del contrato Linc... ? —y paró al ver cómo Lincoln se desabrochaba el pantalón torvamente después de tener un rostro pensativo, y se bajaba el zíper del mismo ánimo junto a la trusa a los muslos mientras sacaba relucir su pálido pene bajo una faz desconocida e impropia.

Los inferiores cayeron al suelo y quedando en los tobillos del chico, que erguido, su falo surcaba su camisa emblemática, y el glande hacía ruborizarla a ella en lo que quedaba silente viéndola. Con una lujuria pertinaz, era triste que Leni extrañada y desprovista de sus facultades momentáneamente, no sabía lo que se gestaba frente a ella.

—Lincoln —profirió débilmente, y aquel solo se libró de sus prendas dando un paso y pareándolas para atrás, quedando desnudó de la cintura para abajo.

En silencio connoto en sorpresa y parálisis de segundos, lo que atisbando sucedería.

—Tranquilízate Leni, sí es lo que te llevo comentando hace unas horas —dijo aviesa Lucy, aguantándose las ganas de sonreír en su rostro ligeramente enrojecido —. Lincoln necesita calmar su apetito prohibido. Es algo natural que todos los hombres sufren, lo que comento nuestra madre, y eso es antes de que nos viole a todas. ¿No es cierto hermano? —preguntó al chico, y aquel solo se quedó callado al sentir la mirada inocente de su hermana mayor —. ¿Me equivocó Lincoln? Mira: —dijo agarrando los restante de las pantaletas y bajándolo todo para abajo aprovechando sus silencios, tomándola de sorpresa — solo con esto, puedes ver de lo que es capaz de hacer nuestro hermano. ¿Ves como tiene de duro a su amigo de ahí abajo? Vaya que es más grande de lo que suponía, eso sí.

Lincoln no quitó los ojos de las piernas blancas que se vieron en su totalidad, y la pulsión hizo casi fuera imposible que no se abalanzara a ella. Se contuvo en esa mirada preocupada azulina, que ahora se posa en él, que en la penumbra le veía con ojos brillantes y con un antojo de probar, y por un momento aquello pareció consternarlo de forma vil y extraña. "¿Qué carajos pienso?" se preguntó, pero no podía creer que la tenía como una roca, y que no podía dejar de pensar que ya no tenía nada ahí. ¿Era una clase de enfermo ahora? Porque al final de cuentas, ni siquiera dudo en avanzar hacia ella.

Leni se sonrojó y fue víctima de un temblor que acabó en sus piernas, donde Lincoln guiaba su mano para levantarle el vestido, no dejando de ver su pubis con ese leve brote de vello rubio muy cerca de la raja impoluta, que sin darse cuenta, solo unos centímetros los separaban.

Quedó parcialmente centrada en ello, en lo que su "hermanito" le hacía, poniendo la suficiente fuerza de quitarse a la menor, pero quedándose de piedra, al tener tan cercano a su hermano. Su aliento, su olor y su presión. Ni siquiera pudo dilucidar cómo accionar, antes de que él invadiera lo postrimero que le queda a de su espacio personal, y poniéndola contra el mueble, subiendo su vestido más arriba de la cintura, le pegará su cuerpo más chico que el suyo, que sin esperar a más, se enterrará de lleno su cabeza entre sus suaves pechos.

Leni soltó un leve gemido y se extrañó profundamente, sintiendo el aspirar de Lincoln, que parecía que insuflaba su aroma, fresco y de mandarina. Sin perder el tiempo, había deslizado sus manos hasta sus pechos agarrándolos con cuidado en un principio, para proceder a apretarlos mientras la respiración de su hermana se hacía más agitada con la suya, y se restregaba más a su cuerpo.

—Ah, Lincoln, ¿qué es lo qué haces? Lincoln —y sorprendiéndose cortándose, al sentir sus panties bajar hasta los talones por Lucy, la hacen ponerse más roja y retardarse, a evitar quedarse más expuesta ante su hermano —. Por favor, deténgase. Po-por favor, pa-paren...

—Tranquila Leni —aquel profirió ronco y bajo, para después dejar caer con sus manos y brazos lujuriosos al cuerpo delgado y proporcionado de la rubia —. Tranquila...

Suave al tentarla, deslizándose con cierta bravura deseosa por su tersa piel, y pegándose más a ella, restregando su pene y agarrándola de sus nalgas despegándola del mueble, el chico ya comienza a embelesarse de una manera totalmente lasciva, ansiosa y determinada a la vileza. Por eso el tacto se vuelve más torvo en cada segundo, consecuente a la ascensión y lo que poniendo en práctica lo vivido con Luan, trata de llegarle de forma que le acepte. No perdió tiempo en acariciar entre sus dorsos mientras intentaba abarcar sus nalgas, no perdió el tiempo en acordarse de Luan, de comparar a las dos de sus hermanas. Tanto tiempo que lo pudo haber hecho al mirar a lo lejos a las dos, y teniendo ello en cuenta, la separa más para consigo, y se agasaja de pronto en puros apretones, agarres y leves nalgadas sacadas a lo más natural, cerciorándose de besarle en dirección al cuello, en lo que Leni se petrifica sin saber qué hacer o qué sentir. Se sonroja y empieza a resoplar por la lengua de su hermano menor.

—Lincoln, no deberías...

Su cuerpo se electrifica por aquel beso húmedo en su cuello. Los labios que quieren besarle el rostro, pero no puede a primera instancia.

—Lincoln, no, ¿qué haces... ? No deberías, no es correcto... —y calló haciendo fuerzas por un beso que le dio su hermano aprovechando que había bajado la cabeza y parándose de puntas.

Se besaron los labios de nuevo.

Lucy consiente de lo que veía se hizo para atrás ruborizada, al ver al peliblanco abriendo la boca estirando la lengua, agasajándose a su hermana lascivamente, empezando a frotarle su entrepierna desnuda con aquel sutil olor que percibió, al separarse, dejando saliva por delante, y ella como un ciervo herido, asustado de encontrarse.

La chica lúgubre tensa su cuerpo, su corazón palpita con más fuerza. No puede decir si son celos o simple envidia prohibida, la que es testigo solamente. Los besos resuenan ligeramente con humedad, con la saliva y las lenguas alborotándose en una lucha que sigue y empieza Lincoln. Lucy, no puede perder el tiempo en ese escenario por el sentimiento que ahora le impela, y sacando la cámara de su teléfono (del que nadie sabía cómo ha adquirido), empezó a grabar sin titubear como Lincoln parecía regir un espectáculo previo al apareamiento.

Sacó su lengua desvergonzada de aquella, solo para lamerle la oreja y bajar por el cuello y el hombro, para después dejarlo un camino de besos que traban de descender hasta sus genitales, centrándose en agarrar una parte de sus senos en su boca. Leni bajo las manos y el vestido volvió a bajarse hasta el cuello de Lincoln.

Él se aparto con bestialidad y le quitó el vestido a tirones, volteándola con vehemencia para que le diera la espalda. Leni es ligera y una presa, y Lincoln se había hecho más fuerte. Aquel que se encontraba en su actitud con una la piel lisa y blanca. La espalda, la cintura, las nalgas y las piernas, perfectas al tenue contacto de sus pieles. Tan cerca suyo la posó y abrió sus piernas inclinando su espalda. Ella gimió, y él poniendo su glande en la entrada, no sin frotarlo en sus labios de arriba a abajo como un loco en la entrada rosita, para presionar y mover cada tanto su clitoris, mientras que con la mano libre, le tomaba una de las tetas, y hundía sus dedos en ella para hacerla propia, mientras se alteraba.

—¡Haah, Lincoln... No... Deténte... !

Lincoln posicionó tanto su pene cómo el culo suave de Leni aplacándolo, y sin esperar debido a la calentura, se lo metió sin pensárselo, o eso diría él ante un tribunal si lo enjuiciaran, aunque de verdad pudo retirarlo y no hacerlo, siendo que habiendo presión en primera instancia no entró, no dejando de presionar. Ella estaba más cerrada de lo que pensó, tuvo que tomarlo y abriendo parte de sus nalgas, metió poco a poco su pene dentro de esa presión en su vagina (más apretada que nada) entre seca y húmeda junto al remuevo de las membranas calientes, todo era muy estimulante y pegajoso, más al penetrarla por completo, metiendo el tronco rompiendo aquellas barreras que le sacaron un gritillo a Leni, y que puso a los infames alertas, zozobrados e intimidados por la hora de aquella osadía impropia. Lincoln diciéndole que no hablará en un murmullo dándose cuenta de sus gimoteo y ojos lagrimeando, sintiendo que él seguía dentro, y aquel erigía su tremendo goce todo lo que podía, restregando la cintura junto a esos resoplidos suyos animalistas diciéndole a Leni que se tranquilizara de la manera bruta, que no hablara, que bajara la voz en una orden, en el tándem de Lucy, que viendo a sus dos hermanos, aquella solo le hizo el ademán de que guardaran silencio, mientras seguía sosteniendo el teléfono en sus manos trémulas, y la rubia ocultaba su rostro en su vergüenza al notar que la estaban filmando.

Leni confundida, que sintiendo retirarse y el volver de del pene de su hermano, era víctima de gemidos de dolor, que más pronto, se transformaron en una combinación de extraño placer. Más por el modo en que Lincoln empezaba a agarrar su piel con lubricidad marcada, moviéndose dentro con suavidad, pegando sus nalgas hasta que topaban con la ingle, y tenía su verga por completo dentro suyo, aferrándose a sus piernas y a los espasmos que ella afrontaba.

—Ahhh, carajo. Estás muy apretada Lenii... —confesó un extasiado preadolescente moviendo su pene, chocando más con el culo perfecto de su hermana —. Uffff sí, que rico Leni... Estas muy rica...

Meneo el trasero todavía más. Inclinándola y posicionándola con obvia experiencia, empezó a penetrarla con más facilidad. Pronto, Lucy sintió aquel oscuro placer profano, más las mejillas sonrojadas. Sin habla al aspecto del coito de un hermano que parecía un animal junto a la damisela que compartía sus lazos sanguíneos, que a pesar de doblar sus rodillas y de obedecer a entregar su culo sumisa, le parecía incorrecto.

—¡Hahh, Lincoln, espera... ! —puso sus manos atrás, queriéndose desunir al sorpresivo embate, de acabar el choque de pieles cada vez más fuerte —Yo... ¡Huhmn Lincoln!

—¡Chist Leni! No hagas tanto rui-ruido por... Uhh... —dijo el peliblanco desorientado centrando en lo movimiento neutral y sin paro de sus caderas —. No lo hagas Leni, no hables. NO te separes... La verdad es que, ahh, me gustas mucho —dijo Lincoln entre su respirar agitado —. Eres muy guapa y hermosa, y estás muy apretada. Dime la verdad, ¿eras virgen antes de que te la metiera, no? —preguntó y sosteniendo sus inferiores y hundiendo su dedos en su blanca piel, siguió penetrándola hasta dentro, y haciendo fricción a los interiores húmedos y condenadamente enclaustrados —¡Ahhh, que bien! —pronunció elevando su voz con su gemido —Yo siempre me preocupe de quien te desvirgaría Leni... Me alegro tanto de ser yo el quien lo hiciera, y no un completo e imbécil extraño —dijo extrañamente orgulloso, e hizo mas bruto su movimiento de pelvis a sumergirse en la sensación —Ufff, sí.

"Sería raro que nadie escuchara esto", pensó Lucy que miraba el copular ahora con tintes más salvajes, y volvía hacia atrás en la penumbra, si alguien venía por el marco de la puerta.

Los gemidos y los gruñidos eran sonidos lujuriosos que llenaban el ambiente poco a poco. ¿Es acaso que Leni esté disfrutando tanto? Ella acabó de grabar y dijo:

—Hey ustedes. No hagan tanto escándalo... Empiezan a ser de verdad muy ruidosos, y no estoy lo suficiente implicada como para ignorar que alguien baje a ver debido su alboroto.

—Espera Lucy, ya casi estoy... —farfulló Lincoln con la boca babeante, metiéndose por completo dentro al agarre y al calor de ella —. Ya casi estoy cerca Lucy...

Fueron embestidas más indecorosas, toscas e hirientes para Leni, que entre el dolor y el placer, y callarse sumida en una consternación contrariada, solo quedaba aguantarse lagrimeando. Que tan solo a las desvergonzados embistes, se encontró con la pegada de su cintura, y el miembro de Lincoln embutiéndose dentro sin despegar su pelvis de su culo, y pronto, sentir el pulsar de su corrida emergente. Una en suma más vigorizante y continúa, de lo que pudo creer el albino, que no hacía varias horas de que lo había hecho con Luan antes de dormitar, lo habían hecho una tríada de veces.

—Oouhhhh Leni... —susurro restregándose y apretándole las tetas con fuerza —. ¡Esperaaa... !Déjame sacarlo to-todooo ¡Ooaahhh, ahh. Síí, que rico! Es-Eso se siente muy bien... —dijo y empezó a bombearla todavía más, removiendo su semen en el interior húmedo y estrecho de su hermana mayor —. Sí, tranquila Leni. Espera, no te muevas, ahh, sí, ohh, que linda eres. Que apretada estás... Ya lo estoy sacando...

—Lincoln. No hagas tanto ruido idiota.

—Oh, Lucy... —habló enrojecido, y sus caderas siguieron moviéndose un par de veces más — ...Olvide que estabas aquí... Mira: ya lo sacó... Mira: ya está...

Y se la retiro de una, provocando un gemido impersonal a Leni y tumbándose de rodillas, oyéndose el gotear de ahí abajo. Del simiente indecoroso, acompañado de la sangre virginal.

Bueno, ya no era ello, ya no era virgen, y la rubia sin pensarlo tan centradamente, tuvo una perturbación que seguía al dolor y el placer extraño, de las sensaciones y emociones, que acompañaban lo de su interior caliente. Pero no fue más que una turbulencia elegíaca a la larga, en esos segundos en donde Lincoln se pone en cuclillas, y le pone la mano en la espalda acariciandola, la mira todavía de forma indecorosa, y le pregunta a Leni ignorando a su pequeña hermana:

—Leni, ¿te encuentras bien... ? —pregunto sin dejar de verle la labia, o la sangre junto a su corrida blanca y espesa —Dime Leni, ¿eras virgen verdad? —dijo y dio con Lucy que no le dejaba de ver la verga aún vigorizada —Hey, Lucy...

Los ojos anteriormente lúgubres, dieron en perpetuidad a una exposición nueva en la pequeña frente al hermano. Que muy sonrojada, miraba la expresión de su hermano cambiar al entendimiento que le mira imitando a la lujuria.

—Lucy, te hablo. ¿Estás ahí?

La pelinegra se abochornó y se sobresaltó internamente.

—Sí, aquí estoy...

—Necesito que me traigas unas servilletas para limpiar —pidió Lincoln.

—Sí —dijo asintiendo, y tomándose una pausa para verlo a los ojos.

Aún a pesar de todo, pudo ver el brillo embelesador a su fantasía.

Acto seguido, se puso de pie y buscó por la cocina el rollo de toallas higiénicas, encontrándose solamente con el cartoncillo cilíndrico.

—¿No hay? Entonces trae papel por favor —ordenó Lincoln dándole la espalda y ocupándose de una depresiva rubia que no hablaba y que sí Lucy hubiera puesto más atención, se diera cuenta que lloraba —¿Qué esperas? Ve.

Lucy volvió a tener su palidez de costumbre. Se quedó viéndolos a los dos en alerta, poniéndose en marcha, volviéndose antes de abandonar la habitación, para ver a Leni que temblaba y empezaba a sollozar, de la que muy por demás de haberle ocasionado esto, sintió pena.

Parecía que su plan le había costado nada más que la pureza, pero en cambio fue abrazada por la oscuridad conforme veía desvanecerse la cordura. No pensó mucho en ir al baño y tomar el papel higiénico, con cierta calma que se sabía apremiante.

No antes de salir, escuchó los pasos, o en un caso más peculiar cómo particular, sintió la presencia de su hermana mayor Lynn. Que contrariada bajaba los peldaños nerviosa, y víctima de calores internos impropios.

Al poner el pie en la planta y cruzar a la sala, Lynn Jr se asustó por la voz silente de su hermana surgiendo de las sombras:

—¿Buscas bocadillos nocturnos Lynn?

Un sobresalto, agitando los brazos y conteniendo el grito, a la sonrojes y enojo, de lo que interpretó por una broma.

—¿Qué haces despierta? —interrogó la castaña —Y mas importante aún, ¿por qué Lincoln no está en su cama? Dime la verdad. ¿Esto es parte de la basura rara que dijiste ayer?

—¿Hablas de basura rara tú? ¿Tú quien se masturbaba con fotografías y bóxers sucios de su hermano?

Lynn Jr se puso roja, y sobándose el brazo, solo pudo silenciarla y decir:

—Hey, me dijiste que no hablarías de eso...

—Solo te he prometido que no le diría a Lincoln. Nunca dije nada sobre otras personas, quizás incluso a nuestros padres... Pero no pongas esa cara —sonrió burlona —, no les voy a decir... Todavía... Así es, por eso tienes que hacerme caso hermana. Además, ¿no ves que yo hice todo esto para ti? —intercaló Lucy notando la mímica de su hermana, que no trasmutaba de la vigilancia a la sorpresa, sin dejar la inquietud en su faz ya menos sonrojada —. Sí, lo he hecho para ti. Todo esto del trato que hicimos ha sido para eso. Solo para ti.

—¿Y donde está Lincoln? —interrumpió Lynn sin hacerse esperar, y dio unos pasos adentrándose en la sala. Lucy la siguió rápidamente y la trató de retener —¿Qué tienes? Quítame las manos de encima. ¿Está en la cocina?

—Detente un segundo ¿sí? ¿Quieres que despierte a mis padres y les diga sobre lo que has estado haciendo?

—No lo sé. ¿Tú quieres saber lo que te dirían si les digo lo de la carta que escribiste? —repuso Lynn torva.

—Lynn, ¿qué estás haciendo aquí... ? —terció la voz juvenil del albino, que surgiendo de la cocina, llevaba un vaso de cristal con agua, y poseía un aura determinada e incluso simpática para la deportista castaña —. Ya es tarde. Yo vine por un poco de agua, ¿ustedes?

Y Lynn Jr reavivó los colores de sus mejillas, poniéndose nerviosa y dúctil.

—Lincoln. Yo... —y miró a Lucy con la boca y garganta secas, y volvió al nombrado con más vergüenza —. Solo estaba...

—Bajamos porque escuchamos un ruido —interrumpió Lucy —. ¿No es cierto Lynn?

—¿Qué... ? Oh. Claro, escuchamos un ruido...

—¿Un ruido dicen? —preguntó Lincoln con fingido interés, viendo por unos segundos a Lucy, para pasar de lleno con Lynn —Bueno. Ese debí de ser yo, perdón. Un accidente que ya remedié en la cocina.

Sonrió y cerró lo ojos en aire distraído, y Lucy atenta le miraba en su interior confabulada. Lynn Jr pudo haber intuido que ello era una farsa, mas, sus pensamientos atenían a lo atractivo que Lincoln se posaba delante de sus ojos.

—¿Un accidente? —cuestionó Lynn, y al ver que no le sacaría respuesta, dijo un: —Oh, ya captó entonces —se rio de un forma que Lucy calificó de tonta —. Mientras nadie vea el desastre mañana en la mañana.

—Y parece que hacemos más ruido. Pronto la casa entera se va enterar —Lucy torció la boca y sintió las vibras tensas de la castaña —Ya es muy tarde, y no podremos explicar nuestro desvelo.

—¿Siempre tienes que hablar así? —soltó Lynn Jr a guisa de enfrentamiento arrugando el entrecejo —¿Por qué siempre tienes que hablar así de extraño?

—Hermanas, creo que ya deberían de subir —dijo Lincoln bostezando —. Las veré en la mañana...

—Claro, en la mañana —resolvió Lucy.

La pelinegra acompaño los pasos de su hermano tras decir aquello, y subió por las escaleras.

Lynn Jr en su confusión. Sintió una exasperación vertiginosa, que le hizo cruzarse de manos al ver las figuras ascender y desaparecer.

—Esperen, ¿ya se van a dormir?

Suspiró y repensó en soledad.

—Diablos. ¿Qué fue todo eso? —soltó Lynn, y viró a dirección a la cocina durante unos segundos.

Quedó oyente al aparente silencio, pensando con extrañeza, para luego también subir al piso de arriba.

Llegando, sus hermanos la vieron. Lincoln exclusivamente poniendo fijeza en sus ojos, frente al cuarto de ella, pero se retiró al ver que iba en su dirección.

—¿Lincoln... ?

Y lo último que vislumbró de él, fue el cerrar de la puerta de su habitación, en la penumbra de una terrible seriedad.

—¿Qué le sucede a Lincoln?

—¿Por qué no nos vamos a dormir? Ya es muy tarde Lynn —dijo Lucy, y giró la perilla de su cuarto, y entró de lleno.

—¿De verdad a dormir... ? —le susurró inquisitiva

Lynn confundida quedaba sola en el pasillo.

Por suerte de la desgracia, entra a su cuarto tras pasar unos momentos en silencio.