—¿Crees que haya fantasmas en esta nave?

—La pregunta de Camila hizo que las orejas de Lynn se erizaran por completo. La joven se detuvo en medio del oscuro pasillo y se volvió visiblemente molesta hacia su compañera. —¡Ya no soy una niña! ¡Yo no creo en esas cosas! —protestó mientras mostraba el rifle de asalto Zentradi que llevaba en esos momentos. —Además tengo uno de estos. —dijo acariciando el pulido metal del arma.

—¿Apenas sabes usar esa cosa y crees que podrías derrotar a un fantasma Zentradi? —se rió la joven ante la mirada molesta de la chica-gato. —Lo siento Lynn, tienes razón. —dijo.

Lynn volvió a colgarse el rifle en la espalda y suspiró. —Apenas he explorado una pequeña parte de esta nave… es enorme y yo soy la única que tiene la tarea de patrullar y hacer guardia por aquí. —protestó.

Camila había comprendido que la tarea que Tali le había asignado a la Cabo Cervantes iba a ser mucho más llevadera si la hacían entre dos, por lo que se ofreció a acompañarla durante una de sus guardias. Recorrer el oscuro interior de esa vieja nave era algo que ponía los nervios de punta a cualquiera. Los técnicos de la Mainstream habían tendido luces a lo largo de los pasillos principales que comunicaban los sectores más transitados de la nave, pero el resto de las cubiertas estaban prácticamente a oscuras y solo unas pocas luces quedaban encendidas aquí y allá, dando una especie de ambientación de película de terror.

—Imaginate lo que vivieron nuestros ancestros cuando exploraron las ruinas de una nave similar a ésta allá en La Tierra. —observó Camila. —Y para peor, ellos eran tamaño Micrón.

—Querrás decir TUS ancestros. —lo corrigió la chica-gato. —Los míos todavía vivían en pequeños pueblos y las únicas naves que conocían eran los barcos de pesca y de transporte.

—Tienes razón. —respondió Camila sacudiendo la cabeza. —Incluso así… me siento realmente confundida al pensar que cuando esta nave estaba recién salida del astillero hace más de cien años, en el Planeta Tierra apenas estaban empezando a lanzar cohetes para llegar a la órbita del planeta.

Lynn asintió. —En la escuela aprendimos que en Voldor pasó algo similar… El contacto con las naves de colonización de los Humanos hizo que toda nuestra forma de vida cambiara radicalmente en apenas una sola generación; de ser una civilización pre-industrial pasamos a colonizar otros planetas de sistemas estelares vecinos a nuestra estrella.

El pasillo llegó a una bifurcación y Camila consultó un plano holográfico de la nave. —Por allí. —indicó señalando el pasillo de la izquierda. —Será mejor usar las linternas.

Lynn se descolgó el rifle de la espalda y encendió la linterna que había atado precariamente al cañón del arma. —Déjame ir primero. —dijo mientras alumbraba el pasillo frente a ella.

—Claro. —respondió Camila. —Aunque no creo que haya peligro; la nave fué revisada por las tropas de Homs y no quedó una sola Meltran a bordo. —afirmó.

Todavía podían verse en el suelo las huellas de los VF-171 que habían peinado la nave en busca de resistencia. Al parecer aquel pasillo no se usaba hace mucho y el polvo se había acumulado sin que ninguna pisada lo perturbara en, posiblemente, décadas.

—¿Realmente había tan pocos tripulantes en la "Dumpster-Fire"? —preguntó la chica-gato mientras avanzaba apuntando el rifle hacia las sombras por delante, que de inmediato retrocedieron ante el poderoso haz de luz del reflector.

—Si… entre pilotos de armadura, soldados de infantería y tripulación de la nave apenas llegaban a unas sesenta Meltrans. —respondió la joven.

—¿Y eso es poco? —preguntó la cabo Cervantes deteniéndose un momento.

—Fritz dice que la tripulación de estas cosas debería rondar en los centenares. —explicó su compañera. —Tal vez que esta sea una nave diferente y esté equipada para patrullar los alrededores del Nexus sea la causa de su inusual tripulación.

—¿Qué hará Homs con sesenta gigantes en su nave? —quiso saber la chica-gato —¿Tiene el sitio suficiente para tenerlas como PoWs? (1) —preguntó.

—Creo que iban a miniaturizarlas primero. —respondió Camila. —Continuemos.

Las dos mujeres continuaron caminando por el silencioso pasillo. Cada vez que se cruzaban con una puerta que no estaba sellada revisaban brevemente el oscuro interior, pero no vieron nada fuera de lo normal. La mayoría de aquellas puertas que no estaban clausuradas daban a camarotes vacíos o depósitos de suministros que, al menos en aquella nave, parecían nunca haber sido utilizados.

Tras veinte minutos de marcha llegaron a unas escaleras que descendian a una cubierta inferior. Lynn activó el transmisor que tenía puesto en la oreja y esperó a que la comunicación se realizara con el puente de mando.

—¿Qué sucede, Lynn? —preguntó la voz de Tali.

—Hemos terminado de patrullar la cubierta 22A. —informó. —Todo normal.

—Buen trabajo. —respondió la Meltran. —¿Quieres volver al salón de recreación ahora?

—Mi turno termina en una hora más. —respondió la chica.

—Oh vamos… no voy a obligarte a dar vueltas por ahí haciendo algo tan aburrido durante toda una hora más. —exclamó Tali.

La chica-gato meditó aquello unos segundos. —¿Puedo ir a ejercitar con armas en el hangar? —preguntó.

Se escuchó un suspiro por la transmisión de radio. —Ese inútil de Mac te metió ese Hobby de las armas en la cabeza. ¿Verdad?—preguntó. —Si, por supuesto… pero que Camila te acompañe… por las dudas.

—Es obligatorio que durante el entrenamiento con fuego vivo haya siempre un supervisor cerca. —dijo Camila uniéndose a la conversación. —No te preocupes Tali, yo le echaré un ojo.

—Gracias Cami. —respondió la Meltrán. —Nos vemos más tarde.

Lynn desconectó la radio y se volvió hacia su compañera. —Vamos a la armería. —dijo con ojos brillantes. —Hay un par de rifles de energía que me estoy muriendo por probar.

La oficial Hughs suspiró. —Yo también pienso golpear a Mac la próxima vez que lo vea. —dijo cruzándose de brazos.

Las dos mujeres descendieron las escaleras y tras caminar hasta el pasillo central que recorría todo el destructor de Proa a Popa se dirigieron hacia el almacén principal en donde había encontrado la única armería que tenía reservas de armamento en toda la nave.

Las armas Zentradi era famosas por su confiabilidad. Aquellos rifles, lanzadores y explosivos podían tener más de cien años de almacenados allí, pero ninguna de las mujeres tenía la más mínima duda sobre su funcionamiento o confiabilidad. Cualquier arma que tomasen de ese almacén era garantizado que funcionaria al primer intento.

Lynn fué de inmediato hacia las enormes cajas de metal que contenían las armas anti-mecha más grandes y Camila corrió tras ellas para intentar disuadirla.

—No vas a disparar un arma de ese calibre en el hangar. —dijo de forma categórica. —Un proyectil de este tipo podría atravesar el blindaje del casco y hacernos pasar a todos un muy mal rato… y eso sin contar que Tali va a darte una paliza tal que va a volverte de tamaño Micrón de un solo golpe. —aseguró.

La joven resopló pero dejó los enormes lanzadores en su sitio y en cambio se dirigió hacia donde estaban los rifles destinados a las tropas de asalto.

—¿Quieres probar munición de energía o balística? —preguntó mientras levantaba sin dificultad dos grandes rifles de diferente aspecto.

Camila tomó una de las armas y la examinó a la luz que venía del techo. —Lynn.

—¿Qué sucede? —preguntó la joven.

—Entiendo que Mac estuvo entrenandote y todo eso durante estos meses. —dijo la joven mientras colocaba el rifle sobre una de las cajas de munición. —¿Estás segura que podrás estar lista para cuando tengas que usar una de estas contra otro ser vivo?

La chica gato la miró asombrada. —Yo… creo que… si. —dijo de forma insegura apartando la mirada.

—Nosotros los pilotos de combate generalmente abatimos a nuestros blancos a la distancia… raramente vemos los ojos de nuestros blancos. —dijo Camila mirando el metal oscuro de la empuñadura del arma. —Pero tú eres un soldado de infantería… tendrás que apuntar esas armas contra lo que desees destruir y entonces apretar el gatillo. —observó mientras levantaba la vista y miraba a los ojos a la chica-gato. —¿Estás lista para ello? —volvió a preguntar.

Lynn no respondió de inmediato y también apoyó el rifle que tenía junto al de su compañera. —¿Sabes por qué pedí enrolarme en la Bramante? —preguntó al cabo de un rato.

—Para proteger a tu familia. —dijo Camila.

—Si, pero no es sólo eso. —reconoció la Voldoriense. —Lo que vivimos antes de llegar a la Rainbow… yo no quiero que eso le pase a nadie. —dijo apretando el puño. —Ni a mi familia ni a otras personas. —dijo mirando a la joven oficial a los ojos. —Los que no tienen fuerza, los que carecen de poder… son los que sufren. ¿No es verdad?

—No hay nada de malo en ser débil. —la corrigió Camila. —Y tampoco es necesario que te manches las manos de sangre si no lo deseas; nadie va a obligarte a ello.

Las orejas de Lynn estaban plegadas sobre su cabeza y Camila comprendió que la chica estaba sufriendo en esos momentos al recordar las penurias que habían pasado mientras huían de la guerra que asoló su sistema solar. —Yo creo que es muy noble tu determinación de proteger a los tuyos. —afirmó la oficial Hughs apoyando la mano en el hombro de su amiga. —Pero no siempre la violencia es la mejor respuesta a todo.

La chica asintió con la cabeza.

—Cuando llegue el momento de usar una de estas cosas. —continuó hablando Camila mientras pasaba su mano lentamente por el rifle. —Debes hacerlo como una profesional y no dejarte guiar por tus sentimientos o tus recuerdos. ¿Entendido?

—Entendido. —repitió la chica-gato.

Camila sonrió y acarició la cabeza de Lynn. —Ven, vamos a buscar algunos cargadores así podremos practicar el resto de la tarde.

Las dos mujeres buscaron las cajas correspondientes a la munición de aquellas armas y tras juntar varios cargadores de cada una de ellas colocaron todo en una enorme caja de metal para facilitar el traslado. Usando la fuerza combinada de ambas llevaron aquel enorme contenedor todo el camino de vuelta hasta el hangar principal.

Descubrieron que Fritz estaba allí y no se encontraba solo; Lucy se encontraba junto a él mientras varias enormes pantallas holográficas se encontraban desplegadas alrededor de ambos. El joven investigador estaba en cuclillas en el suelo apoyado contra una de las paredes.

—¡Fritz! —exclamó Camila mientras ambas depositaban la enorme caja junto a una columna.

El joven levantó la vista y saludó a ambas chicas agitando la mano.

—Ya vengo. —dijo la oficial Hughs volviéndose hacia Lynn. —Tu prepara todo mientras tanto.

La chica-gato asintió y comenzó a montar uno de los rifles mientras su compañera se dirigía hacia donde estaba el joven investigador y el holograma de la IA.

—Hola. —saludó Lucy haciendo un saludo militar una vez que la joven se hubiera acercado suficiente. —¿No estaba usted descansando? —preguntó el holograma.

—Debería estarlo. —respondió Camila haciendo un gesto con la mano. —Pero quise acompañar a Lynn a una de sus recorridas por la nave… pensé que sería más llevadero si tuviera compañía. —dijo.

—La "Dumpster Fire" es enorme. —dijo Fritz cerrando el teclado holográfico que había estado usando. —La pobre chica va a tardar varios días enteros en completar una sola patrulla por todas las cubiertas de la nave.

Camila extendió la mano y ayudó a su compañero a incorporarse. —¿Qué hacías ahí sentado? —preguntó ella.

—Oh, realmente me sorprende lo flexible y convenientes que son estos cuerpos gigantes. —dijo haciendo un gesto con ambas manos. —Sea cual sea la posición que adopte, nunca me canso o me siento incómodo…

—¿Ves? Al final te ha gustado. —se rió Camila dándole una palmada en la espalda que retumbó en el hangar como el golpe de un tambor.

Fritz sonrió y señaló a la chica-gato junto a la improvisada estación de tiro que había montado en uno de los extremos del hangar. —¿Van a ejercitar tiro? —preguntó.

—Si. ¿Quieres intentarlo? —preguntó la joven,

—Paso. —respondió Fritz moviendo ambas manos. —Aunque ahora pueda levantar un rifle con facilidad, de seguro mi puntería no es mejor que antes. —se excusó.

Ante la sorpresa de Fritz, Camila lo tomó de la mano y lo llevó hacia un sector del hangar en donde podía verse la sesión de práctica de Lynn. —Ven. —dijo la joven. —Vamos a ver desde un lugar seguro.

Von Neumann asintió y se dejó conducir mientras Lucy permanecía en el mismo sitio y los observaba en silencio.

Lynn había usado varias cajas de suministros vacías para crear una serie de plataformas a diferentes alturas desde la cual poder disparar en varias posiciones, así como un asiento desde donde disparar con el arma apoyada (Ya que aquellos rifles no tenían bipodes de estabilización). —¿Que vas a disparar primero? —preguntó Camila.

—Empezaré por la de energía. —respondió la chica-gato colocando un cargador nuevo dentro del receptor del rifle. De inmediato una serie de luces indicó que el arma estaba lista para disparar en cuanto quitase el seguro.

En aquel sector no había nada entre la posición de Lynn y el fondo del enorme hangar, en donde los técnicos de la Mainstream habían arrojado toda la basura y desechos que antes habían estado desparramados por todos lados. Había partes de Queadluun-Rau en diferentes grados de oxidación formando pilas enormes, como los restos de una batalla sangrienta en donde aquellos miembros que antes habían sido blancos estaban ahora cubiertos de manchas rojas de óxido que las hacían parecer como sangre seca.

No solo restos de armaduras formaban aquel basural; también vieron varios equipos y aparatos de la nave como retretes, dispensadores de comida y varias armas que al parecer habían sido maltratadas de tal forma que habían dejado de funcionar. Entre toda aquella chatarra destacaba el torso bastante completo de un Queadluun-Rau que había estado casi entero sentado sobre la pila de basura. Los hombres de Homs habían arrojado toda la chatarra a su alrededor y aquella armadura estaba ahora prácticamente enterrada en una montaña de basura.

Camila miró hacia ambos lados del hangar para corroborar que no hubiese nadie en la línea de fuego. —Puedes comenzar cuando quieras. —dijo levantando la mano.

—Entendido. —respondió Lynn mientras apoyaba el arma sobre las cajas de munición y quitaba el seguro. —Veamos que puede hacer esto contra un . —dijo mientras apuntaba cuidadosamente.

La chica-gato contuvo la respiración y apretó el gatillo. El haz de luz azul hizo un zumbido al salir del arma y el impacto fué casi inmediato; el disparo golpeó la coraza de la armadura y se disipó un una lluvia de chispas azules, dejando una marca de quemadura oscura en el metal manchado de la armadura.

—No muy efectivo parece. —observó Camila cruzándose de brazos.

Lynn cambió a modo automático y disparó varias ráfagas en dirección al blanco. Casi todos dieron de lleno en el frente del robot, pero tras una verdadera cascada de chispas, solo quedaron las marcas oscuras. Ninguno de los disparos había podido atravesar el blindaje.

—Tali dijo que la armadura de los era de papel. —protestó algo desilusionada al ver la poca o nula efectividad de su arma.

—Es que tu rifle es demasiado pequeño. —explicó Fritz entre risas. —La energía de esas cargas se disipa rápidamente y no se aplica en un solo punto de impacto; deberías usar un proyectil de plasma si quieres obtener algún resultado contra esa cosa.

Lynn levantó el rifle y lo colocó a un costado mientras tomaba otra de las armas; era también un rifle de infantería pero que utilizaba proyectiles convencionales. No tán veloces como el rifle de energía, pero mejores contra blindajes clásicos a corta distancia.

—¿De qué están hechas estas balas? —preguntó la chica-gato examinando de cerca el enorme cargador de metal oscuro.

—Tungsteno. —respondió Fritz sin dudarlo. —De hecho hoy en día casi todo el Tungsteno que se usa en la industria se extrae de viejas naves Zentradi en forma de munición de sus rifles de infantería… es simplemente más económico reciclarlo así que minarlo de asteroides o superficies planetarias.

Lynn se encogió de hombros e insertó el cargador lleno de balas en el receptáculo del rifle. Aquella arma tenía que ser cargada mediante un mecanismo manual tal y como lo hacían los rifles de antaño, pero el mecanismo era tan simple y fiable que hasta una joven como Lynn podía hacerlo. Cuando la enorme bala estuvo alojada en la recámara del arma, la chica gato se colocó en posición de disparo y quitó el seguro del rifle.

—Lista para disparar. —anunció.

Camila tomó a Fritz de la mano y le indicó que se colocaran tras una de las enormes columnas. —Si la bala llega a rebotar en esa armadura, será mejor estar a cubierto. —dijo.

El joven asintió y ambos se colocaron a ambos lados de la enorme estructura de acero, de modo que no estuvieran tan expuestos.

—Listos. —dijo Camila haciendo una señal.

Lynn volvió a respirar hondo y apretó el gatillo. Esta vez al tratarse de un proyectil impulsado por un propelente químico, el retroceso fué mucho más evidente que con el rifle de energía; el poder del arma sacudió a la joven que se sorprendió por la potencia del mismo. Lamentablemente el disparo erró el blanco por varios metros, impactando a un lado de la armadura entre la chatarra, explotando en miles de fragmentos.

—¡Wow! —exclamó Lynn sorprendida. —Estas cosas son potentes.

—Te lo dije. —respondió Fritz asomándose tras la gruesa columna.

La chica gato colocó el selector de disparo en modo ráfaga de tres tiros y volvió a apuntar, esta vez asegurándose de estar bien afirmada contra el suelo. El disparo triple acertó a la armadura en la parte superior, en donde estaban almacenados los misiles en un lanzador doble montado como una mochila sobre el reactor y los propulsores principales.

—Espero que esa cosa no tenga misiles vivos ahí dentro. —dijo Camila preocupada mientras los ecos de los disparos se extinguieron con poderosos ecos por todo el hangar.

Lynn levantó la vista y examinó el daño; no había habido penetración, pero el metal estaba hundido en la zona de los impactos y una grieta era visible en uno de ellos.

—Ahora sí que estamos hablando. —dijo con una sonrisa mientras sus orejas peludas se movían de la excitación.

—No te emociones tanto. —la recriminó Camila poniendo los brazos en jarra. —Ciertamente esas armas pueden dañar el blindaje de los . ¿Pero viste a la velocidad con la que se mueven? ¡Buena suerte acertando a una de ellas con un proyectil que viaja a velocidades sub-sónicas. —afirmó.

La chica-gato se rió y puso el selector de disparo en modo automático. —Entonces hay que disparar más balas hasta que una acierte. —dijo volviéndose a inclinar sobre el rifle mientras se preparaba para disparar. —Obseva.

La rafaga de disparos sonó como un trueno en el hangar. El retroceso fué tan grande que Lynn tuvo dificultad en mantener la mira en el blanco, pero al menos una docena de proyectiles impactaron por todo el frente de la armadura. Uno de ellos arrancó de cuajo la antena que el mecha tenía sobre la espalda y otro acertó justo entre los dos cañones de energía que asomaban del pecho del robot, allí donde estaba el sistema de apertura manual para entrar a la cabina. El impacto fué tan fuerte que el cerrojo voló en pedazos y todo el frente de la armadura se abrió hacia arriba de forma explosiva, revelando a la piloto en su interior.

Lynn levantó la vista de la mira del arma y miró confundida la figura femenina que estaba sentada dentro de la armadura.

—Cami… —dijo mientras sentía que su corazón se detenía de pronto. —¡Cami..! —gritó con apenas un hilo de voz.

Tanto Fritz como Camila salieron de detrás de la columna en cuanto cesaron los disparos y miraron asombrados el cuerpo de la piloto que estaba dentro del Queadluun-Rau.

—Es… ¿Es el cadáver de una Meltran? —preguntó Camila sin poder creer lo que veía. —¿Arrojaron el a la basura sin quitar el cadáver de la piloto primero? —preguntó.

—Eso… eso no puede ser. —dijo Fritz. —Los Queadluun-Rau tienen un sistema de apertura de emergencia… a diferencia de los mechas Zentran, se pueden abrir desde fuera para rescatar a los pilotos incapacitados. —aseguró.

Los dos jóvenes se acercaron lentamente mientras miraban aquella Meltran sentada inmobil a los mandos de su armadura; tenía puesto un traje de vuelo como el que usaba Camila así como Tali y Xime para pilotar las armaduras de combate, además llevaba el casco puesto y no podían ver su rostro desde allí.

—Lucy. —dijo Camila volviéndose hacia el holograma. —Llama de inmediato a Tali; dile que tenemos una situación urgente en el Hangar principal.

—Entendido. —respondió la IA desplegando una pantalla de comunicación.

Un grito sonó en el hangar. Era Lynn quien de pronto señaló hacia la armadura. —¡Se-se…se ha movido! —gritó mientras señalaba con un dedo tembloroso en dirección a las pilas de chatarra.

—¿Que? —exclamó Camila volteandose.

La gigante no solo se movió, sinó que comenzó a levantarse de su asiento dentro de la armadura y tras sujetarse a la compuerta que se había abierto en forma explosiva comenzó lentamente a salir de la misma.

—Oh mierda. —exclamó Camila. Fritz se agarró de su brazo y comenzó a temblar como una hoja.

La Meltran avanzó hacia ellos. Era enorme, incluso si hablamos de un Zentradi. Era más alta que Tali, que era relativamente alta entre otras Meltrans y aquella desconocida le quitaba fácilmente una cabeza.

Camila se palpó la cintura en busca de su pistola reglamentaria pero recordó que no estaba armada. La enorme Meltran se acercó a ellos y cuando estuvo a unos pasos se detuvo en silencio.

Lynn dió un grito y apretó el gatillo del rifle, pero solo se escucharon los "Clicks" del percutor del arma; no quedaban balas en el cargador. —¡Camila! ¡Fritz! —gritó mientras se caía hacia atrás y trataba de buscar entre los cargadores que se habían caído en el suelo alrededor del arma. —¡Huyan!

La Meltran se quitó el casco y los mechones de cabello azul cayeron a ambos lados de su cabeza. —¿Eskes nemas jeen? —preguntó mirando a los dos jóvenes que la miraban aterrados. Por suerte el traductor automático se activó de inmediato.

—¿Quienes son ustedes? —preguntó la gigante clavando los ojos fríos como el hielo en la pareja de soldados desconocidos que tenía delante.

—¡Camila! —gritó Lucy desde su posición cerca del transporte. —¡Rápido! ¡Bese a Von Neumann!

—¿Eh? —preguntó la joven confundida.

—¡Béselo ahora! ¡Es la única forma! —repitió la IA. —¡Esa Meltran no está bajo los efectos del Shock Cultural de la música de Fire Bomber! —exclamó.

Camila estaba entrenada como un piloto de combate y podía reaccionar rápidamente ante las oportunidades que se presentaban en una fracción de segundo. Lucy tenía razón; era la única alternativa.

—Con tu permiso. —dijo tomando al joven investigador por los hombros mientras lo acercaba hacia ella. Fritz estaba tan confundido como asustado y no opuso ninguna resistencia, Camila lo atrajo de un violento tirón y lo besó en los labios.

Lynn quedó paralizada y los cargadores que había recolectado se le volvieron a caer de las manos. De pronto pareció que el tiempo se había detenido por completo en el hangar mientras aquellos dos jóvenes unían sus labios por primera vez.

La Meltran los miró sin cambiar de expresión. —¿Que se supone que están haciendo ustedes dos? —preguntó al cabo de un rato de observarlos en silencio.

Camila y Fritz se separaron ya casi sin aire en sus pulmones. —¿Funcionó? —preguntó la joven mirando hacia arriba.

La misteriosa Meltran continuaba mirándolos con el mismo rostro inmutable de antes. —¿Han terminado? —preguntó en cambio. Camila se sintió desfallecer.

—Oh mierda. —dijo Fritz con desesperación. —No ha funcionado… no ha funcionado..

Camila hizo lo único que podía hacer y tras tomar nuevamente a Fritz se puso en posición de firme y se llevó el puño derecho al pecho izquierdo, imitando el saludo Meltran. —¡Señor! —exclamó repitiendo una de las pocas palabras que Fritz le había enseñado.

Von Neumann la imitó de inmediato y adoptó la misma posición.

—Eso está mejor. —dijo la Meltran cruzándose de brazos. —¿Pero quiénes son ustedes?

—Ca-cabo Fritz…Trescientos Veintidós. —respondió el joven con un hilo de voz.

—Cabo Camila… Cuatrocientos cincuenta y siete —respondió Camila tratando de imitar el acento y tono de voz de su compañero mientras improvisaba un número al azar. «Esto no puede funcionar» se decía a sí misma. «Esto es imposible que funcione»

—Fu- Fu-rit-su. —intentó repetir la desconocida de cabello azul. —Ca-mi-ra… Nunca escuché nombres como esos antes. —dijo sacudiendo la cabeza.

Tanto Fritz como Camila estaban paralizados y no sabían que responder. De pronto la gigante miró en dirección de Lynn y vió el rifle que tenía en las manos. —¿Fuiste tú la que voló la compuerta del Queadluun-Rau? —preguntó.

Las orejas de Lynn estaban completamente erizadas por el miedo y comenzó a temblar de pies a cabeza. El arma que tenía cayó a sus pies con un poderoso estrépito.

En ese preciso instante se escucharon pasos acelerados del otro extremo del hangar y aparecieron Tali y Ximena a la carrera.

—Oh mierda. —exclamó la teniente Hernández al ver a la enorme desconocida junto a sus amigos. De inmediato buscó su pistola pero Tali la detuvo. —Espera. —dijo con voz firme.

—¿Que? —respondió la piloto. —¿Cómo que…?

—Déjame hablar a mí. —pidió extendiendo el brazo delante de su compañera. —Tal vez todavía podamos evitar que corra sangre.

Ximena no respondió pero retiró su mano de donde estaba la enorme pistola Zentradi. Tali indicó que la siguiera y ambas mujeres se acercaron hacia la desconocida, quien de inmediato volteó hacia ellas.

—¿Quienes son ustedes? —preguntó en cuanto ambas estuvieron a pocos pasos.

—Soy la Capitán de esta nave. —dijo Tali poniéndose frente a ella. La jefa de ingeniería de la Bramante jamás había estado ante una Meltran más grande que ella y se sentía un poco intimidada por el tamaño de la guerrera.

—Tú no eres la Capitán de esta nave. —respondió la Meltran desafiante. —YO soy la Capitán de este Destructor.

«Mierda» —pensó Ximena mientras volvía a poner su mano sobre el arma. «Al menos lo intentamos»

Tali no se amedrentó con facilidad y miró desafiante a la enorme guerrera. —Esta nave ha sido decomisionada debido a sus severos daños y me han ordenado llevarla de vuelta a la base. —aseguró.

La Meltran la miró intrigada. —¿Decomisionar mi nave? —preguntó. —¿Entonces has sido enviada por Khallen?.

—¿Y quién otro más podría haberme enviado si no? —respondió Tali cruzándose de brazos mientras ponía cara de hastío.

«Hija de puta» pensaron Ximena y Camila al unísono al contemplar la forma en que su compañera había abrazado con todas sus fuerzas aquella minúscula oportunidad.

Tras unos segundos de incertidumbre la misteriosa Meltran sacudió la cabeza. —Nadie me informó de esto. —dijo con tono irritado. —¿Dónde está el resto de mi tripulación?

—Todo el personal combatiente de la nave ha sido evacuado. —respondió Tali. —La nave se encuentra en peligro de implosionar debido a los daños del casco y reactor y solo el mínimo necesario de tripulación permanece a bordo para llevar la nave a destino. —explicó.

—¿Evacuados? ¿Todos? —preguntó asombrada. —¿Y se fueron… sin su Capitán?

Tali sacudió la cabeza. —Yo no estuve a cargo de la evacuación, solo abordé la nave con mi escuadrón cuando se me informó que no quedaba nadie a bordo. —mintió.

La Meltrán miró a Tali y a sus "compañeros". —¿Esta es toda su tripulación? —preguntó.

—He dejado a un soldado más en el puente de mando. —explicó Tali volviéndose hacia la chica-gato. —¡Todas, formen una fila aquí, rápido! —ordenó.

Lynn dió un salto y corrió en dirección a ellos mientras Tali se volvió hacia el holograma. —Usted también, Lucy. —ordenó

—A la orden. —respondió la IA, afortunadamente usando también el lenguaje Zentran.

Todos formaron una fila y la Meltran los examinó con curiosidad. Lo primero que le llamó la atención fué por supuesto aquel holograma que flotaba en el aire. —¿Que se supone que esto? —preguntó señalando a Lucy. —Jamás vi algo así en…

—Es un Archivista. —respondió Fritz con rapidez. —Un… archivista holográfico.

—¿Archivista? —preguntó la Meltran.

—Su función es proveer información y registrar datos con respecto a nuestra misión. —agregó Tali. —Dado lo peligroso de nuestro trabajo con naves seriamente dañadas, es inadmisible arriesgar la vida de una Archivista Meltran.

Camila y Fritz intercambiaron miradas llenas de duda y preocupación. ¿Creería aquella Meltran toda esa… mierda que estaban inventando?

—Comprendo. —respondió la desconocida caminando hasta ponerse delante de Fritz. —Tiene usted un equipo bastante…peculiar. —observó inclinándose para ver mejor a la pequeña Meltran de cabello corto. —¿Cual es su nombre? —preguntó volviéndose hacia la Jefa de Ingeniería..

—Soy la Oficial de Navegación y Comunicaciones Tali Nymedia Ciento Cincuenta y Uno. —respondió ella usando su verdadero nombre y rango que utilizara antes de que se cruzara con los Humanos hacía ya tantos años.

La Meltran se alejó de Fritz quien suspiró aliviado. —Por fin un nombre familiar. —dijo aliviada mientras recorría la fila de "Meltrans". —Soy La Capitán Hyle Kalladan. —se presentó a su vez. —Estoy al mando del escuadrón de reconocimiento número 377… o lo que queda de él.

La Capitán Hyle se detuvo frente a Ximena y la miró fijamente. —¿Nombre y rango? —preguntó.

—Teniente Ximena… Doscientos Catorce. —respondió la piloto.

—¿Solo ustedes tres son pilotos de Queadluun-Rau? —preguntó la enorme Meltran mirando en dirección a Camila en el otro extremo de la fila.

—En efecto. —respondió Tali.

La Meltran continuó su inspección y llegó hasta la última tripulante de la fila, que era por supuesto Lynn. La chica-gato estaba firme en su sitio haciendo el saludo Meltran con su puño derecho sobre el lado izquierdo del pecho.

—¿Nombre y Rango? —preguntó.

—Ca- cabo Lynn… —respondió con nerviosismo.

—¿Lynn…?¿Solo Lynn? —preguntó la enorme guerrera cruzándose de brazos.

—Lynn… Lynn Dos Mil cuatrocientos Setenta y Cuatro. —dijo con un hilo de voz.

—Dos Mil… —repitió la Capitán Hyle. —Ese es un número… inusualmente alto. —observó mientras notaba las extrañas protuberancias en la cabeza de aquella pequeña Meltran. —¿Qué son estas cosas? —preguntó tocando las peludas orejas de gato.

Las orejas de Lynn estaban aplastadas contra la cabeza de la chica pero eran extremadamente sensibles al tacto y apenas la Meltran las tocó se levantaron y agitaron como poniéndose en alerta. La chica ahogó un pequeño grito cuando sintió las enormes manos de la Meltran en sus delicadas orejas.

—Vaya. —exclamó la Meltran visiblemente intrigada. —Esto es lo más raro de todo. —dijo fascinada.

Lynn tenía el rostro blanco como la nieve y respiraba agitada mientras la enorme guerrera acariciaba sus sensibles orejitas.

—Capitán. —dijo Fritz rápidamente para tratar de desviar la atención de las orejas de la chica-gato. —¿Por qué estaba dentro de ese Queadluun-Rau? —preguntó.

La Capitán Hyle dejó de tocar las orejas peludas y se volvió hacia Fritz. —Estaba encerrada ahí. —dijo como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Encerrada? —preguntó Tali sin comprender lo que estaba pasando.

La Meltran caminó hasta quedar en el centro de la fila mientras miraba el hangar a su alrededor. —Parece que falló el sistema de cerradura de la armadura y no pude abrirlo desde dentro. —explicó.

—¿Hace mucho qué estaba encerrada allí? —preguntó Fritz.

Hyle levantó una mano y pareció contar con los dedos, luego levantó la otra mano y también cerró todos. —¿Unos quince días? —se preguntó al cabo de unos segundos mientras todos los demás se miraban confundidos. —¿Lleva quince días encerrada en esa armadura? —preguntó Tali sin creer lo que oía.

La Meltran no respondió y en cambio se dirigió hacia donde estaban los Queadluun-Rau que usaban Camila, Tali y Ximena. Las armaduras estaban con las compuertas abiertas y la Meltran se metió en la primera de ellas, tras lo cual tomó la cantimplora que estaba sujeta en un arnés a un lado de las pantallas de monitoreo. —Necesito beber agua. —dijo mientras desenroscaba la tapa de la misma y daba un largo trago del recipiente ante la mirada asombrada de todos los demás.

De inmediato el rostro de la Capitán Hyle cambió por completo y se quitó la cantimplora de la boca. —¡Deculture! —exclamó mirando el recipiente. —¡Esto no es agua! ¿Qué es…? —preguntó volviéndose hacia las otras mujeres.

—Bebida Energizante. —respondió Tali. —Es como agua… pero tiene otro sabor y posee electrolitos y minerales para mejorar la hidratación de los pilotos.

La Meltran escuchó la explicación y volvió a dar un largo trago del recipiente. —Es… bueno. —dijo tras vaciar la cantimplora por completo. —Nunca había probado algo así. ¿Es algo estándar en su escuadrón? —preguntó.

—Ciertamente mejora la performance de las pilotos. —respondió Tali.

La Meltran dejó la cantimplora vacía sobre la silla de la armadura y volvió caminando despacio hasta la fila de tripulantes. —Cabo Lynn. —dijo deteniéndose nuevamente ante la chica-gato, quien volvió a temblar como una hoja. —Buen trabajo en volar esa cerradura. —dijo. —La recomendaré ante el Alto Mando por su accionar destacable.

—Gra-gracias, Señor. —respondió la chica usando las pocas palabras en Zentradi que había aprendido de Fritz y Tali.

Hyle miró satisfecha a su "nueva" tripulación y de pronto pareció recordar algo. —Necesito un informe detallado de su operación. —dijo mirando a Tali. —Pero primero… tengo que ir a la cubierta dos. —dijo haciendo un gesto con la mano.

Solo Lucy comprendió de inmediato el significado de esas palabras. —Capitán. —dijo. —Puede usar las del hangar, no es necesario que vaya hasta la cubierta dos para utilizar las instalaciones sanitarias. —indicó la IA mientras señalaba en la dirección de donde habían llegado Tali y Ximena.

La Meltran se volvió intrigada hacia la IA. —¿Las instalaciones del hangar? —preguntó sin parecer comprender las palabras del holograma. —Imposible, no funcionan desde hace veinte ciclos al menos. —respondió mirando en la dirección que señalaba Lucy.

—Ha sido reparado recientemente. —informó Lucy ante la alarma de Tali y las demás, quienes comprendieron de pronto a lo que se refería el holograma.

—¿Re-Reparado? —preguntó aún más intrigada la Capitán Hyle.

Antes que Tali o Fritz pudieran decir algo la enorme guerrera había ya salido en dirección del baño del hangar. La puerta estaba cerrada pero los ingenieros de Homs habían quitado las antiguas fajas de seguridad que la vieja tripulación había colocado en la puerta para indicar que el servicio estaba clausurado. Hyle abrió la puerta con facilidad y descubrió el retrete completamente funcional… e impecablemente limpio.

—¡De-Deculture! —exclamó, tras lo cual se metió dentro y cerró la puerta de un golpe.

—Mierda. —exclamó Ximena volviéndose hacia los demás que rápidamente formaron un círculo para discutir lo que había sucedido. —Esto se está poniendo peligroso. ¿No deberíamos neutralizar a esa Meltran de una buena vez por todas?

—¿Tu sabes cantar? —preguntó Tali suspirando. —La otra opción sería…

—Ya hemos probado un beso y no parece funcionar. —explicó Lucy ante el asombro de Tali y Ximena.

—¿Qué ustedes hicieron qué? —exclamó escandalizada la Teniente Hernandez mirando a Fritz. —¿Tú y…?

—Nosotros dos. —confesó Camila. —Creí que podría funcionar pero…

—Aparentemente esa Meltran no ve a Fritz como un Zentrán. —explicó la IA.

Tali asintió en silencio. —Claro. —dijo al cabo de unos momentos. —Tiene sentido; a los ojos de la Capitán Hyle, Fritz es solo otra Meltran. —observó la Jefa de Ingenieros tocando el abultado pecho de Von Neumann, que había sido rellenado con abundantes placas de goma para simular una apariencia más "femenina". —Supongo que el Shock cultural no funciona si es una relación homosexual…

—Qué visión de lo más anticuada. —dijo Ximena sonriendo. —¿Entonces? ¿Qué hacemos? ¿Nos ponemos a cantar una canción en la puerta del baño para sorprenderla cuando termine de hacer lo suyo?

Tali suspiró y miró hacia la puerta del baño en donde había desaparecido la Meltran. —Esa tal Capitán Hyle… es extraña. —dijo. —Jamás pensé que una Meltran sin contacto con la Cultura podría comportarse de esa forma. —dijo.

—Yo también lo he notado. —agregó Fritz. —No parece actuar como un Capitán.

—Y además está su aspecto. —indicó Ximena. —Ese tamaño… no es normal entre las Meltran de su rango. ¿Verdad?

—No. —confirmó Tali. —Hyle tiene el tamaño y la complexión de un Comandante Meltrán, no de una Capitán de un simple Destructor… creo que hay más de un misterio en todo esto. —dijo acariciándose la barbilla.

—Entonces… ¿Tampoco vamos a matarla? —preguntó Lynn.

—No. —respondió firmemente Tali. —Creo… creo que podremos utilizar a la Capitán Hyle para entrar al Nexus sin despertar demasiadas sospechas. Ya vieron que a pesar de todo somos un grupo que definitivamente llama la atención. —dijo mirando las orejas de Lynn. La chica-gato las retrajo de inmediato y quedaron aplastadas contra el cabello castaño de su cabeza.

—¡Nyan! —protestó.

Camila sacudió la cabeza. —Es arriesgado. —dijo. —Hemos improvisado bien, pero no podremos mantener todas esas mentiras que te has inventado. —dijo mirando a Tali. —¿Qué pasará cuando nos encontremos con ese o esa tal Khallen o como se llame? —preguntó.

—Un problema a la vez. —la tranquilizó la Jefa de ingenieros. —Necesitamos reunir información primero… y la Capitán Hyle parece ser nuestra mejor chance de obtenerla.

Camila sacudió la cabeza desanimada. —Esto no va a funcionar. —dijo… —Tengo un muy mal presentimiento.

(1)PoW/Prisioner of War: Prisioneros de Guerra