Capítulo 3
Jueves por la mañana, una joven se levantaba de su cama. Su melena negra brillaba con los rayos del sol que invadían la habitación desde las ventanas. La joven se dirigió al baño entre dormida y despierta. Giró el grifo y por él descendió un agua limpia y transparente. Juntó sus manos abiertas y cogió un poco de agua para luego refregársela por toda la cara, cosa que le ayudó un poco a despertar.
Se escuchaba el sonido de sartenes, cubiertos y platos en el piso inferior. Su madre ya debía de estar despierta. Bajó hasta la cocina y vio a dos adultos y un joven muy guapo resultando ser su hermano.
- Buenos días, amor, ¿Cómo amaneciste? – le preguntó la señora de unos 40 años, vestida con ropa muy sencilla y un delantal blanco con bordes rosados. Su padre se encontraba sentado en la mesa con el periódico abierto, leyéndolo detenidamente. Su hermano, menor, estaba sentado dos puestos más lejos que su padre en la mesa y comía de un tazón cereales con una cara de recién haber despertado.
- Como todos los días... cansada.
Su madre la miró perspicaz para luego dedicarse a seguir sirviendo el desayuno. Brenda se sentó entre su padre y su hermano, quienes la miraron por unos segundos para después seguir con lo que estaban haciendo.
- Buenos días hermanito.
- Buenos días – dijo el chico sarcásticamente. Brenda sabía que por las mañanas su temperamento era terrible pero le gustaba sacarlo de juicio.
- ¿Cómo amaneciste? – le preguntó falsamente con un tono emocionado.
El joven la miró a los ojos por unos segundos enojado, luego se quedó en silencio y siguió comiendo de su cereal.
- Teddy, contéstale a tu hermana – le dijo su padre sin despegar su mirada del periódico.
- ¡Me llamo Theodor! No Teddy, ni Ted ¡Theodor!
- Theodor, no Teddy ni Ted, contéstale a tu hermana, dije – le regañó el Señor Brenaman. Brenda sonrió triunfante esperando la respuesta de su hermano mientras que su madre observaba la escena reprochablemente sirviendo tostadas y leche.
- Amanecí bien, Gracias – le dijo con un tono falso en la voz, igual como hizo Brenda, recalcando el "Gracias". Brenda lo miró con una sonrisa y comió una tostada que había dejado su madre.
- Debería ser así siempre ¿No, Teddy?
El muchacho apretó los puños y le pegó duro a la mesa. La verdad que tenía bastante fuerza para tener sólo 13 años. Y no era nada feo, al igual que Brenda, tenía una melena negra pero sus ojos eran azules grisáceos. Cómo los de su madre. Se levantó enojado de la mesa dejando su plato de cereal a medio terminar y subió las escaleras con paso fuerte.
La señora Brenaman miró a su hija reprochablemente, cosa que Brenda evitó mirarla. Su padre seguía en la misma posición que siempre con su periódico abierto y su taza de café intacta en la mesa.
- Papá ¿Qué hora es? – preguntó Brenda luego de unos minutos de haber terminado su desayuno. Su padre observó su reloj de muñeca y miró a su hija por encima de sus lentes para leer que traía puestos.
- Hija, milagro que te hubieras levantado tan temprano – Su madre rió por aquél comentario y Brenda rodó los ojos.
- Ya, ya, papá, pero dime ¿Qué hora es?
- Son las 11:50 AM ¿Por qué, Bren? ¿Saldrás con tus amigas?
- ¡Ay hija! No me digas que has conocido a un chico... – le dijo su madre entusiasmada.
- No madre, sólo... saldré. Y ya es tarde – Bebió el concho que le quedaba de leche y subió apresuradamente las escaleras.
- Querida, creo que ha conocido a alguien.
- Sí, se ha puesto igual a como te conocí – Dijo la Señora Brenaman tomándole la mano a su esposo.
- Cariño... – el señor le apretó la mano cariñosamente y le sonrió – Yo era peor, créeme – Juntos rieron divertidos. Recordar viejos tiempos era encantador para los dos.
oOoOo
- Nhy, Nhyla ¡Despierta, Nhy! – dijo una mujer zarandeando a una joven acostada en una cama con las sábanas desordenadas.
- Uhm... ¿Qué ocurre, Liz? – preguntó la chica a la mujer, quien parecía ser su hermana.
- Nhy... – dijo con tono nervioso, a punto de llorar – Nhy... es mamá.
La joven se levantó de golpe de la cama, tomándole la mano a su hermana. La observó a los ojos los cuales ya habían soltado unas cuantas lágrimas.
- No... no... ¿Qué ocurrió?
- No lo sé... sólo bajé a la cocina y... y estaba tirada en el piso... había sangre, Nhy... no... No sé qué sucedió – la mujer se tapó el rostro con sus manos y comenzó a llorar. Nhy solo pudo abrazarla, pero ella también se encontraba nerviosa. De pronto, sin quererlo, una lágrima corrió por su mejilla. Se la secó rápidamente e hizo que su hermana la mirara.
- ¿Está bien, no? ¿Está bien?
- Los doctores no me han avisado de nada, sólo que estará en observación por unos días, semanas, tal vez meses.
Nhy la observó otra vez y luego, en un momento desesperado, comenzó a caminar por toda la habitación mientras su hermana lloraba sentada ahora en la cama. No podía creerlo, su madre siempre se encontró bien. Sólo a veces la notaba intranquila o extraña, pero pensaba que eran las pastillas que tomaba para la depresión. El trabajo en la casa y en el Ministerio ya era mucho acumulado.
- ¿Está en San Mungo?
- No... La llevamos ahí pero dijeron que no tenían nada para saber lo que tenía. Era algo poco común en el mundo de los Magos.
Nhy comenzó a caminar más deprisa, respirando entrecortadamente, pensando en cómo estaría su madre. Y su padre.
- ¿Y papá?
- Está con ella, siempre lo ha estado y lo estará. Sólo hay que esperar hasta saber los resultados y si se puede combatir.
- ¿Si se puede combatir? Ni que fuera cáncer, Liz, no digas cosas que no lo son.
- Yo no dije nada sobre el cáncer, sólo digo que... puede ser algo en lo que debamos ver cómo terminar con eso. No será nada grave, Nhy.
Nhy observó a su hermana. En los años que habían pasado había crecido tanto, como de físico y de corazón. Era tan diferente ahora teniendo 21 años. Se llamaba Elizabeth y tenían una buena relación, eran grandes hermanas como también amigas, y aunque pelearan a veces, siempre solucionaban todos los problemas. Era un poco más rellena que Nhy, su cabello era color castaño claro y sus ojos eran azules enteros. Físicamente no se parecían en nada pero les gustaba así.
- Todo saldrá bien, hermana, todo... – le repitió un poco más tranquila – sólo hay que... esperar a que no sea... nada grave, ¿Si?
Nhy le asintió en silencio, tratando de sonreírle para darle confianza y reconfortarla pero no podía, no en esa situación. Su madre era demasiado unida a las dos y siempre temían que algo grave le pasara. Pero como decía Liz, tendrían que esperar.
oOoOo
- Derek – El joven, al oír la voz, se dio la vuelta para quedar de frente a esa bella joven. Era Brenda e iba vestida muy bonita. Traía unos jeans azul oscuros, una camisa con los dos primeros botones abiertos y las mangas arrimadas de color azul claro. Una cartera muy linda en su brazo izquierdo y una sonrisa hermosa.
Derek le sonrió contento y se levantó para saludarla besándole la mano. Cogió una silla y con un gesto le indicó que se sentara. Brenda, muy asombrada por la caballerosidad del chico, se sentó quedando muy cómoda frente a él.
- Pensé que no vendrías
- Lo siento – Brenda se sonrojó levemente – es que mi despertador no funcionó – Derek soltó una risa que a Brenda le pareció encantadora y la miró con sus hermosos ojos marrones.
- ¿Deseas tomar algo?
- No gracias, estoy bien
- Y bueno, ¿Qué haremos ahora Brenda?
- Llámame Bren – le dijo la chica con una sonrisa. Derek asintió.
- Bren... – los dos rieron calladamente y se miraron otra vez.
- ¿Por qué no vamos a caminar?
- Como gustes – Derek le sonrió tomándola de la mano para que se levantara, luego soltándosela, y juntos fueron a caminar.
- Derek ¿Tú fuiste a Howgarts?
- Sí, fui seleccionado en la casa Ravenclaw. La verdad es que soy bastante inteligente – dijo con un tono airado en broma. Brenda rió levemente – Y tú ¿En qué casa estás?
- En Hufelpuff – dijo con una sonrisa poco visible. Derek sonrió ampliamente. Casi todos sus mejores amigos provenían de esa casa.
- ¿Conoces a un tal Dan Rufio?
- Sí – contestó mirándolo asombrada – es uno de mis compañeros más estudiosos, y es muy simpático.
- Vaya, ¿y por qué no nos presentó antes? Si es mi hermanastro – Derek la miró extrañado. Brenda se quedó muda, no sabía que sería su hermanastro, ni siquiera su amigo.
- ¿Tu hermanastro? Vaya...
- Sí. Mis padres al separase decidieron que podían verse con otras personas entonces mi padre se casó con la madre viuda de Dan – dijo Derek calmadamente sin darle demasiada importancia – Es un buen chico
- Sí... muy bueno.
- Ya, ya, que ahora no estamos pendientes de él – Brenda sonrió al notar el tono de celos en la voz del chico. O eso creyó oír - ¿Qué te gustaría hacer? ¿Tomar helados? ¿Ir al parque? ¿A ver una película? Yo invito.
Brenda le sonrió tan tranquila y agradecida. Asintió en silencio mirándolo.
- Me gustaría ir al parque – dijo mostrando todos sus dientes en una reluciente sonrisa. Derek quedó maravillado pero sin demostrarlo la tomó de la mano para luego llevársela a un lugar secreto en el parque que solo él conocía, queriendo pasar un momento maravilloso junto a ella.
oOoOo
"Querida Lily:
Necesito de tu ayuda, amiga. Ha ocurrido un gran problema, y necesito tu apoyo. ¿Podrías venir a verme lo antes posible? Por favor.
Con cariño
Nhy"
Lily releyó unas cinco veces la carta, imaginándose qué sería lo que le podría estar pasando a su mejor amiga. No debía ser nada bueno.
Cogió un pergamino y una pluma para luego escribirle una respuesta a su amiga. Le dio la carta a su lechuza y ésta, apuradamente, voló por los cielos hasta la casa de Nhy.
"Ahí estaré"
Lily buscó su chaqueta y su cartera para luego avisarles a sus padres que saldría, que era urgente y que no la esperaran. Cogió un taxi y llegó a la puerta de la casa de su amiga.
Presionó su dedo contra el botón del timbre, pudo escuchar el sonido dentro de la casa. Hubo un silencio profundo, tocó de nuevo el botón para luego ser recibida por su amiga. Se veía triste, tenía la cara un tanto roja y los ojos un poco hinchados. Lily notó que estuvo llorando.
- Nhy...
- Lily – dijo su amiga entrecortadamente – gracias por venir.
Lily entró a la casa seguida de su amiga. Nhy cerró la puerta y se quedaron mirando. Se conocían desde hace tanto tiempo que eran como hermanas, y hasta podían leerse los pensamientos, saber cómo estaba una con solo mirarla a los ojos o por su tono de voz.
La pelirroja se acercó a su amiga, y en un intento de ayudarla, la abrazó. Ese abrazo significó tanto para Nhy, saber que tenía el apoyo de alguien tan especial para ella como Lily. De pronto comenzó a llorar, en el hombro de su amiga mientras que ésta la abrazaba cada vez más fuerte repitiéndole palabras de consuelo al oído que eran ahogadas por el llanto de la joven.
- No llores, Nhy, yo estoy aquí ahora. No llores, amiga.
No supieron cuánto tiempo había pasado pero parecía que había pasado ya cerca de una hora, y ellas seguían en el corredor abrazadas.
Nhy se separó de su amiga y con los ojos llorosos la miró. Lily tenía un gesto de preocupación pero también de no entender nada. Nhy, disculpándose, le explicó la situación a su amiga, haciéndola subir a su habitación.
- Lily... es mi madre. Hoy, Liz, la encontró desmayada en la cocina, había sangre y... y... con mi padre la llevaron a San Mungo pero no... No sabían qué tenía – la voz de Nhy comenzó a apagarse. Lily apoyó su mano sobre la de Nhy, dándole a entender de que si no quería seguir, que no siguiera, pero Nhy quería desahogarse. Mirándola directo a los ojos siguió hablando – Entones la llevaron... a un hospital Muggle, y ahí ha estado desde entonces. Yo no he sabido nada de ella, ni tampoco de mi padre
Lily apretó la mano de su amiga suavemente, dándole apoyo. Nhy le sonrió agradecida pero no podía contener el llanto.
- No llores Nhy, todo saldrá bien.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Qué tal si nada sale bien? ¿Qué haré, Lily? – La pelirroja la miró con ternura y un poco de pena.
- Yo estaré junto a ti, Nhy, cuando lo necesites y ahora nada saldrá mal. Tu madre estará bien, no te debes preocupar.
- No lo sé, Lily, tengo miedo... mucho miedo – Nhy se tapó su rostro con sus manos ahogando un suspiro. Lily se acercó a ella y volvió a abrazarla, tratando de tranquilizarla.
- Si piensas en negativo...
- ... nada se logrará – Nhy sonrió y observó a su amiga. Lily le sonrió cariñosamente, acariciando su frente. Nhy nunca se había sentido tan a gusto con alguien. Tan protegida.
- Deberías dormir ahora, Nhy. Quédate tranquila que yo estaré a tu lado, no me iré de aquí por nada del mundo.
- Gracias Lily... por todo
- ¿Para qué son las mejores amigas? Ya, anda, metete a la cama.
Nhy le sonrió y soltando un leve suspiro se dirigió a la cama y se adentró en ella. Lily se sentó cerca de ella en un sillón no tan cómodo.
- Si quieres puedo compartir la cama, no muerdo – le dijo Nhy divertida notando el rostro de su amiga al haberse sentado en el sillón – le dije a mamá que no lo comprara... es incómodo – Nhy cambió su sonrisa a una de tristeza y sin quererlo soltó una pequeña lágrima. Lily se apresuró a acostarse al lado de su amiga, quedando las dos frente a frente.
- Ahora duérmete. Yo estoy aquí... estoy aquí, Nhy... - La joven, cansada, cerró los ojos y repitiendo unas palabras calló, después de unos minutos, tranquilamente dormida.
- Lo sé, Lily, lo sé...
oOoOo
- ¿Puedo ya mirar? – preguntó la joven divertida. Venía caminando con los ojos tapados por las manos, cálidas, de Derek, quien la había guiado por el parque hasta un escondite rodeado de árboles y flores. Muy hermoso y muy espacioso.
- Ahora sí – Derek le destapó los ojos lentamente mientras que Brenda se acostumbraba ahora a la luz del sol, que entraba entremedio de todas las hojas de los árboles y plantas del lugar.
- ¿Te gusta? – le preguntó el joven ansioso.
- ¿Qué si me gusta? ¡Me encanta! – Exclamó la joven maravillada caminando por todo el lugar – Derek, es... es hermoso.
- Sí... hermoso – Derek observó con ternura a la joven quien estaba girando sobre si misma observando todo a su alrededor. Parecía una niña de 7 años en un parque de diversiones ansiosa por subirse a un juego.
Brenda estaba encantada. Le encantaba la naturaleza y ese lugar la impresionaba demasiado. Se quedó quieta observando el cielo que casi ni se veía por los matorrales y las grandes paredes de árboles y plantas que los encerraban.
- ¿Desde cuándo sabías de éste lugar?
- Desde hace años. Cuando era chico venía con mi madre y siempre jugaba por estos lados. Me encanta este lugar.
Brenda dejó de observar el cielo y plantó su mirada en el joven el cual ahora estaba un poco más cerca de ella observando todo con una ternura inmensa.
- Nunca había estado en un lugar tan hermoso como éste.
- No es tan hermoso como tú
Brenda miró al chico a los ojos, los cuales brillaban con una particularidad no antes vista. Le sonrió encantada mientras que él se acercaba cada vez más a ella. Estando ya casi pegado a ella, le tomó la mano suavemente, haciendo temblar a la joven. Le sonrió tranquilo y la miró a los ojos, como buscando profundamente algo en ellos.
- Eres tan hermosa Brenda. Eres tan especial, y encantadora que me siento en las nubes estando junto a ti. Cómo ahora, siento que vuelo, y que si sigo así llegaré a tocar el cielo – Brenda se estremeció al oír las palabras del chico. No podía creerlo – Eres hermosa y no me gustaría perder la oportunidad de estar a tu lado como ahora, más adelante y al no haber aprovechado cada instante estando junto a ti.
- Derek, yo...
- No tienes que decir nada – Brenda corrió su vista de los ojos marrones del joven y la plantó en el suelo.
- Si, si debo – El joven le tomó la barbilla para que quedaran mirándose – Esas han sido las palabras más lindas que alguien me haya dicho. Derek, tú eres el chico con el cual me he sentido más a gusto en todos estos años. Eres un chico increíble con un pasado e historia que me encantaría conocer. Me encantaría pasar el mayor tiempo a tu lado, y espero poder tocar el cielo algún día.
Derek sonrió, complacido de que esa bella joven sintiera lo mismo por él.
- ¿Estás segura de que vamos bien? ¿No iremos muy rápido? – Brenda lo quedó mirando por unos segundos y tranquilamente asintió con la cabeza. Por un momento Derek se maldijo por haberle dicho tales palabras.
- Sí, Derek, pero ir rápido está bien. Quiero sentirme volar todos los días, estando a tu lado. Pero vamos muy rápido. Aunque... ¿No necesitamos velocidad para llegar antes al cielo? – Derek quedó asombrado por las palabras de la chica, y sin poder aguantarlo más, acercó su rostro al de Brenda. Poco a poco fue acercando sus labios a los de la chica, pero se detuvo a unos pocos centímetros. Sus miradas se encontraron, sentimientos encontrados comenzaron a florecer. Brenda ahora le dirigió una mirada de dulzura y completó la distancia que les faltaba para rozar sus labios, para luego juntarlos quedando satisfechos en un cariñoso y suave beso.
Brenda tomó la cara del joven con una mano y Derek le acarició lentamente la espalda. Era un beso pausado pero los dos se sentían en las nubes. Luego de unos segundos, cuando el aire ya era necesario se separaron quedando todavía abrazados.
- Vaya...
- ¿Qué? – dijo Brenda divertida.
- Ahora sí que he tocado el cielo, Bren.
La chica sonrió con ternura y, acercando otra vez su rostro al del chico, tuvieron su segundo beso ahora más confiados y con más pasión que antes.
Se separaron más lento, queriendo que el momento no se acabara nunca y durara todavía más, sin dejar de mirarse a los ojos.
Derek tomó la mano de la joven y entrelazó sus dedos con los suyos. Nunca pensaron llegar a tal punto en que ahora eran solo una persona. Contentos recorrieron el camino de vuelta al parque, felices de haber pasado un maravilloso momento, juntos.
oOoOo
- ¿Mamá...?
Nhy entró a una habitación muy espaciosa iluminada. Por un momento creyó que se encontraba en el cielo. Cerca de unos ventanales había una cama ocupada por un cuerpo inerte. Respiraba pausadamente, tomándose su tiempo. Nhy se acercó a la cama, temblorosa al saber que ese cuerpo era su madre. Su tutora por más de 10 años, su ejemplo a seguir por toda su vida, y ahora estaba ahí, inmóvil, sin ahora abrazarla al haberla visto llegar. Sólo ahí, recostada, tan débil, tan... tan delicada.
Nhy acercó su mano cálida al rostro de su madre, que no mostraba ninguna expresión por el momento. Tocó su mejilla la cual estaba un poco helada, tenía miedo de despertarla, aunque fuera lo único que quería hacer en ese momento. Acercó sus labios a su frente y, cariñosamente, le dio un cálido beso.
- Sueña, mamá, sueña. Estaremos aquí para cuando despiertes – Nhy soltó unas cuántas lágrimas antes de hacerle cariño por última vez al rostro de su madre, y dejarla en los brazos de, esperaba, un lindo sueño.
Salió del hospital pensando en qué podría hacer en ese momento, si sólo llorar o calmarse un poco caminando un tiempo. Pero su hermana y su padre ¿Cómo estarían? Su hermana no había querido acompañarla al hospital. No podía ver a su madre en ese estado y ahora Nhy pensaba que debería haber pensado lo mismo.
No se había dado cuenta de todo lo que había caminado pero había llegado a un lugar que ni conocía. Había poca gente, sólo dos parejas y un señor sentado en una banca junto a unas palomas que revoloteaban a su lado y él sin inmutarse.
De pronto sintió unos pasos de lejos, como si alguien estuviera tan apresurado y anduviera corriendo como loco. Comenzó a mirar para todos lados moviéndose en el mismo lugar tratando de conseguir de donde provenía el sonido y de pronto las palomas que estaban cerca del señor volaron lejos y unas dos figuras pasaron velozmente cerca del cuerpo tan relajado sobre la banca. Nhy pudo distinguir que detrás de las siluetas, que ya llevaban pasos de delantera, venía corriendo un señor con dificultad tratando de pillar a los que escapaban.
De pronto sintió que alguien la había golpeado y estuvo a punto de caer si no fuera por que un brazo pudo sostenerla antes de tocar el suelo.
Escuchó de lejos unas risas y pisadas que se hacían menos oíbles.
Tenía los ojos cerrados por el impacto que le causó pero, ya de la tanta curiosidad que la llenaba por querer saber quién había sido su salvador, los abrió lentamente encontrándose con una mirada dorada y una sonrisa divertida. Se sonrojó levemente incorporándose para quedar de pie.
- Gracias – dijo en un susurro con una sonrisa.
- De nada, disculpa a James y a Sirius, son unos niños – dijo el chico.
- Así que eran James y Sirius. Uhm... pues claro si siempre andan todos juntos – dijo Nhy con una sonrisa.
- Sí, bueno, noticia vieja. ¿Y qué hacías por estos lados? – Preguntó el joven con una mirada preocupada. Nhy sonrió débilmente.
- Venía... venía de... – Nhy pensó en decirle que provenía del Hospital, además el joven era su amigo pero luego habría muchas preguntas que no quería responder – Nada, Remus, sólo venía de un café ¿Y Uds.? ¿No que siempre visitan el Callejón Diagon?
Remus le indicó que guardara silencio, Nhy se sonrojó un poco tapándose la boca como si hubiera dicho alguna vulgaridad.
- Recuerda que hay muggles cerca – le dijo el joven. Nhy asintió con una sonrisa nerviosa. De pronto notó una música proveniente de algún lugar secreto. Remus la miró como esperando a que hiciera algo, cosa que Nhy no le entendía - ¿No vas a contestar? – le preguntó con una sonrisa.
- ¡Ah! Sí, sí, claro... qué tonta soy – dijo nerviosa abriendo su bolso y cogiendo un teléfono ni tan grande ni tan chico, eran la nueva moda.
- ¿Aló? Nhy... soy Aubert.
- Hola ¿Cómo estás?
- Bien, ¿Y tú? Te noto cansada.
- Sí, bueno, he estado haciendo varias cosas – Nhy observó a Remus quien estaba observando para otro lado haciéndose el indiferente pero tratando de escuchar lo que pudiera de la conversación – Y ¿Qué cuentas?
- Oh, nada, es sólo que estaba esperando a alguien que todavía no llega para nuestra cita del sábado... ya que... hoy es sábado – Nhy se golpeó la frente con su mano libre y se sonrojó dramáticamente.
- Lo lamento TANTO, enserio – dijo recalcando la palabra "tanto". Aubert rió unos segundos calmadamente, mientras que Remus no estaba tan calmado.
- No te preocupes, ¿Te espero? – Nhy se puso pálida, no quería ver al chico que en verdad le atraía en los momentos en los cuales su madre estaba mala por lo que tenía que cancelar.
- No, lo lamento Aubert, pero no estoy en mis mejores días – Nhy se dio la vuelta tratando de que Remus no la escuchara – Pero agradecería que me volvieras a invitar a salir otro día – Dijo con una sonrisa que Aubert no pudo ver.
- Claro, Nhy... otro día será – Nhy notó el tono defraudado de Aubert, y sin dejar de sentirse mal, se despidió de él.
Remus observaba todo con cautela sin perderse ningún detalle. ¿Nhy no estaba en sus mejores días? No sabía lo que le sucedía pero debía ser algo no tan bueno.
- Lo siento Remus – Dijo Nhy luego de guardar su teléfono y quedar mirando a Remus de nuevo.
- No te preocupes... ningún problema – Remus le sonrió con ternura, cosa que tranquilizó a Nhy. Ella sonrió agradecida.
- Bueno, debo irme. Fue un gusto verte Remus, y gracias... por salvarme la vida – Remus rió divertido sin dejar de observar la bella sonrisa que Nhy traía en su rostro.
- Fue un gusto... creo que nos veremos en tiempos de colegio – dijo el joven estrechándole la mano, la cual Nhy aceptó con gusto - Si no, otro día tal ves... si nos encontramos accidentalmente cómo hoy – Remus le sonrió coqueto mientras que Nhy rodaba los ojos.
- No lo creo – dijo riéndose – Bueno... nos veremos, adiós.
- Adiós... – Remus observó cómo la silueta de la joven que, sin haberlo querido ni previsto, le robaba el sueño cada noche. Y como cada noche, como ésa ves... se alejaba de él.
