Capítulo 4
Dos chicos se encontraban dentro de un bar rodeados de lindas mujeres, mientras que una venía corriendo en dirección a uno de los chicos.
¡JAAAAAAAMEEEES! – Gritó una joven vestida seductivamente mientras le gritaba a un chico muy guapo rodeado de muchas mujeres junto a sus amigos. La chica tenía cabello rubio platinado y un cuerpo que despertaba las hormonas de más de 10 tipos.
James al verla sonrió coquetamente con su típica sonrisa, que hizo a la joven suspirar. Las demás chicas, que no eran tan bellas como la rubia, gruñeron enojadas y decidieron a dedicarse más al amigo de James; Sirius. Éste no podía estar más feliz y excitado.
- ¿Qué tal, Missy? – Preguntó James a la chica, tomándola por la cintura atrayéndola hacia él. La chica comenzó a jugar con los botones de la camisa del chico seductivamente mientras suspiraba.
- Nada... sólo que me he sentido bastante sola... tan sola – dijo con voz suave y pausada cosa que excitó a James.
- Pues, si quieres... yo te puedo hacer compañía – James le sonrió coquetamente mientras que la chica meneaba sus caderas y sonreía seductivamente.
- Me encantaría, pero antes... me gustaría bailar con un chico realmente guapo y sexy... ¿Sabes si alguien así quiere?
James sonrió, le tomó la mano y la llevó a la pista de baile donde los dos jóvenes bailaron sensualmente al compás de la música.
Mientras tanto, una pareja estaba sentada en unos cómodos sillones, mimándose y besándose.
- Derek... ¡DEREK! – Le decía la joven al chico quien le besaba el cuello.
El chico la observó unos momentos en los que la chica decidió tomar las riendas de la situación y comenzó a besarlo dulcemente, sólo como ella sabía hacerlo, y lo hacía bien.
- ¿Le gustaría bailar, bella Dama? – Dijo Derek al terminar de besarse. Brenda sonrió divertida y haciendo una reverencia como la que Derek le hizo, aceptó.
Se dirigieron a la pista de baile riendo. Se tomaron de las manos y bailaron al compás de sus cuerpos.
- ¿Sabías que bailas sensacional?
- Claro que sí... –Brenda rió – pero no tanto como tú, Bren - Brenda sonrió al elogio del chico y lo calló con un cálido beso.
- Vaya, vaya, vaya. Pero si es Brendamina – dijo una voz masculina a sus espaldas que Brenda reconoció enseguida. Separándose de Derek, quien la miraba preocupado, se dio la vuelta para quedar de frente con Sirius Black; su mayor enemigo – No creí que fueras a conseguir a alguien, si eres tan marimacha. Oh, pero ahora te ves... – Black la observó de arriba abajo – muy sexy.
- Oye, amigo, ¿Qué te ocurre? – Dijo Derek, colocándose frente a Brenda para protegerla, un tanto molesto por que hablaran así de SU chica.
- No, Derek, déjamelo a mí – Dijo Brenda tranquilamente. Iba a saltar encima del chico para darle su merecido pero Derek alcanzó a frenarla cogiéndola de los brazos - ¿Pero qué tienes? Déjame darle su merecido, ¡SUÉLTAME! – Sirius se reía y dirigiéndole una mirada considerada a Brenda se dirigió de vuelta donde estaban las demás chicas esperándolos.
- Brenda, tranquilízate – Brenda lo miró con furia y, con brusquedad, se soltó de entre sus brazos. Derek la miró con ternura y preocupación, y se acercó a ella para abrazarla, pero ésta se separó de él otra vez.
- No me toques, Derek.
- Bueno, y que yo trataba de ayudarte. No deberías ser así conmigo Brenda, yo soy el que necesita una explicación – le dijo molesto, cosa que Brenda notó.
- Lo lamento, Derek, enserio. Pero es que ése Black... me hiere todo lo que me dice.
- Pues no deberías hacerle caso. Él no es nadie para hablarte de ésa forma – Derek se acercó a ella y la abrazó con ternura. Brenda, de pronto, se sintió mal por haberse dirigido así al chico. Lo miró con pena pero al ver una calidez enorme en los ojos del joven, suspiró aliviada – No te preocupes, Bren, no pasa nada. Te quiero demasiado y eso no cambiará.
Brenda se sorprendió bastante al escuchar la declaración del joven. Lo miró asombrada y pudo notar cuando el chico cambió su semblante cálido por uno nervioso.
- ¿Tú... tú... me quieres? – Preguntó Brenda sin dejar de sentirse feliz.
Derek comenzó a balbucear por todo el nervio que sentía por haberle dicho eso pero él sabía que era la verdad.
- Sí, demasiado. Nunca me he sentido igual con alguna otra chica antes y de tan pocos días que nos conocemos, he encontrado sentimientos en mí que nunca había experimentado y bueno... – Brenda le colocó un dedo sobre su boca y sonriendo le dijo:
- Eres tan cursi – Los dos sonrieron – Y lo mismo me ha ocurrido a mí. Yo... yo... también te quiero, Derek – El joven sonrió con felicidad y la abrazó con más fuerza levantándola en el aire mientras Brenda se reía divertida.
- Brenda... – dijo Derek dejándola en tierra otra vez - ¿Te gustaría ser mi novia? – Brenda, sorprendida por no haberse sorprendido por la propuesta, asintió sonriente. Derek, sin poder aguantar más las ganas, la besó como nunca antes la había besado.
oOoOo
- ¡Lily! Tú... estúpida babosa – dijo Petunia, entrando a la habitación de su hermana, muy enojada. Lily se asustó por la brusca entrada y se levantó de su cama - ¿Por qué tuviste que hacer eso? Sabes que no me gustan las arañas.
Lily comenzó a reírse al recordar la broma que le tenía preparada a su hermana. Petunia la observó con más enojo, cosa que hizo a Lily buscar su varita y amenazarla.
- Si me vuelves a molestar, Petunia, creo que no te gustaría tener una cola de cerdo, ¿No?
- ¡No te atreverías! – Lily levantó su varita indicando a Petunia, la cual se asustó enseguida y salió como un rayo de la habitación.
Lily ahora sonreía pero seguía sintiéndose triste por la relación que llevaba con su hermana. No le gustaba en absoluto. De pronto tocaron su puerta, y la cabeza de su madre sobresalió.
- Hija, ¿Estás bien? Vi a Petunia un poco... enojada y presentí que habían peleado – le dijo con ternura mientras se sentaba a su lado en la cama.
- Mamá... me molesta demasiado que ya no seamos... las hermanas que éramos antes. Ahora sólo peleamos, y ella me desprecia.
- Nada que ver hija... Petunia no te desprecia.
- ¡Oh, vamos mamá! Se nota, y tú lo sabes – Lily se levantó de la cama y apuntó a su madre con el dedo acusadoramente. Su madre sonrió nerviosa y tomándola de la mano para hacerla sentarse junto a ella la miró profundamente.
- Hija, ella está solo molesta por todo lo que ha pasado de los magos y la magia y...
- ¡PERO SI YA HAN PASADO 6 AÑOS! – Gritó Lily molesta.
- Lilian Evans, no me grites de esa forma. Y deberías saber que se toma mucho tiempo para aceptar algo como eso, aunque tu padre y yo lo hayamos hecho antes... ella sólo necesita... reflexionar con los años – le dijo su madre decidida. Lily soltó un bufido y se sentó con los brazos cruzados mirando al suelo – Hija... no te preocupes, ella cambiará de opinión, y ni notarás el cambio cuando estén de nuevo como las hermanas que siempre han sido y deben ser.
Lily soltó unas cuantas lágrimas, sin dejar de mirar sus pies.
- ¿Y si no cambia de opinión, mamá? ¿Y si seguiremos así de igual por siempre? No sé qué haré... – Su madre la miró con pena pero a la ves con una ternura inmensa y la abrazó.
- Todo va a estar bien, amor, todo.
- Cariño, ¿Sabes dónde dejé el martillo...? – dijo una voz fuera de la habitación. Entró un señor alto y canoso por la puerta y se quedó pasmado al verlas ahí - ¡Oh, disculpen!
- No te preocupes, cariño.
- Sí, papá, estamos bien.
- Eh... bueno, eso me alegra – dijo mostrando su gran sonrisa - ¿Saben dónde dejé el martillo? – Lily y su madre rieron.
- Si, amor, yo sé... vamos – La madre de Lily se levantó de la cama y guiñándole un ojo a su hija, salió por la puerta seguida de su esposo.
Lily suspiró, todo el tema con Petunia le estresaba, y más, le entristecía. Pero lo que más le preocupaba en ese momento era Nhy. No había sabido nada más de ella desde que la vio en su casa. Decidió llamarla para saber cómo se encontraba.
Salió de la habitación en busca de un teléfono. Lo cogió y marcó el número de su celular.
- ¿Aló?
- ¿Nhy?
- No, no se encuentra, llámela en unas horas más.
- Está bien... gracias – Lily colgó sintiéndose preocupada. Ahora no sabía qué hacer, por lo que decidió salir a tomar algo, o a solo caminar.
Al bajar al primer piso escuchó una conversación de sus padres. Cuidadosamente, sin ser vista, se acercó más para oír mejor.
- Pero Donald, ¿Qué haremos con las niñas? No quiero que sepan de mi situación... – el señor le cogió la mano cariñosamente.
- Corinne, no te preocupes. No se los diremos todavía, cuando te mejores. Aunque ya están grandes.
- Pero, cariño, no sabemos si pueda combatir la enfermedad, me haré todos los exámenes pero y si ¿No se puede combatir? – la señora comenzó a llorar, tranquila. Tiritaba de miedo con la mano junto a la de su esposo.
El hombre la miraba con pena. No le gustaba ver a su esposa en esa forma. Pero tenía razón. ¿Qué harían si no podían contra la enfermedad que tenía a su esposa en tal mal estado?
Lily, escondida, no pudo contener las ganas de llorar. Su madre estaba mal, y las palabras "¿Y si no se puede combatir?" le quedaron rondando en la cabeza. Se acordó de Nhy, ella estaba en una situación parecida. Debía ir a buscarla pero no se encontraba en la casa.
Calladamente salió por la puerta principal con la última imagen de sus dos padres abrazados llorando.
Caminó por el largo camino, con el frío viento rozando sus mejillas y adentrándose por sus piernas y brazos. Llegó a un lugar un tanto oscuro. Había varias personas... raras, no podían ser muggles, pensó Lily.
Comenzó a acelerar el paso, y cada vez había más gente. Todos vestidos de negro. No conocía el lugar donde se encontraba y tenía bastante miedo. "Por favor, ¡que alguien me ayude! Un ángel, alguien" se dijo mirando al cielo, provocando que chocara con una persona de negro, más alta que ella.
- Ten cuidado, idiota – Dijo la figura con un tono de voz masculino. Lily se dio cuenta de quién era y no podía tener más miedo – Pero si es Lilian Evans... la sangre-sucia. Vaya, Severus tenía razón – dijo el joven más para él – Estás... hermosa – dijo pícaramente.
- Déjame, Malfoy – Lucius Malfoy. Hijo de grandes magos reconocidos más por la magia oscura. Era un chico alto con el cabello color rubio platinado. Su cara era larga y puntiaguda y sus ojos inspiraban maldad y grandeza.
No se llevaba tan bien con Lily, ni con sus amigas. Pero siempre se juntaba con Severus Snape y compañía.
- ¿Por qué habría de dejar a una chica tan bella como tu caminar sola por estos lugares? – sonrió airadamente mientras que se acercaba más a la chica. Ésta se alejaba de él todo lo que podía. De pronto, con todo el miedo y la adrenalina, comenzó a correr y a correr. Escuchaba los pasos, detrás de ella, de Lucius y cada vez corría más. Hasta que dobló en una calle y lo único que se encontró fue con un callejón húmedo y oscuro sin salida. Se dio la vuelta respirando entrecortadamente y vio la cara de maldad de Lucius. Sintió escalofríos y mucho miedo.
- No me temas, Evans, no te haré... tanto daño – dijo sonriente
- No me toques, Malfoy, lo digo enserio – Lily se sorprendió al haber dicho eso con todo el miedo que tenía. Pero no iba a caer tan rápido ante Malfoy, tenía que mostrarse segura.
- Y se puede saber ¿Qué me harás? No creo que andes con tu varita en la mano... – el joven soltó una risa estruendosa y se acercó más a la joven. Lily caminó hacia atrás todo lo que pudo hasta chocar con la fría pared de cemento. Malfoy sonrió nuevamente y colocó su mano en la mejilla de la joven - ¿Me tienes miedo, Evans?
- ¡Nunca! – Lily le grito en toda su cara y le escupió. Malfoy se alejó un poco de ella, ahora enojado.
- ¡¡Serás sangre-sucia! - Le agarró las dos muñecas para que no se fuera y la quedó mirando - Me he sentido muy solo en estos días, ¿Sabes? – Lily entró en pánico – Narcisa no ha llegado de su ida a París y bueno... éstas han sido noches muy solitarias para mí...
Comenzó a besarle el cuello, cuidadosamente. Lily soltó una lágrima.
- ¿Qué vas a hacer? – le preguntó temblorosa.
- Pues... Sólo divertirme – Malfoy sonrió – Creo que tú también has estado un poco solitaria, ¿No, Evans? Pues... hoy es tu noche de suerte.
Malfoy comenzó a acariciarle el muslo mientras le besaba el cuello. Lily sentía demasiado miedo y sin saber qué hacer, gritó lo más que pudo.
- ¡¡SOCORRO! ¡¡AYÚDENME! – Malfoy la golpeó y le tapó la boca. Lily ahora lloraba sin parar.
- Te vas a callar, Evans, o si no, no nos podremos divertir.
Ahora le besaba descontroladamente y comenzó a subirle la falda que Lily llevaba puesta. La chica no sabía que hacer. No podía gritar ni moverse. (N/a: Malfoy tenía 4 manos :S) Pidió a que alguien viniera por casualidad y los encontrara.
De pronto escuchó unos pasos cerca de la calle, mientras que Malfoy le tocaba las piernas. Lily lloró al escuchar que los pasos siguieron de largo.
Cerró los ojos fuertemente y se rindió. Pero justo en ese momento escuchó las palabras más hermosas que había escuchado.
- ¡Por aquí, amigos! Escuché gritos y... no sé, veamos – dijo un joven. Lily distinguió en seguida esa voz.
Malfoy se detuvo y miró hacia atrás. Eran los Merodeadores... bueno, tres de ellos. Soltó a Lily la cuál cayó al suelo llorando, ahora de tanta felicidad que tenía.
- Malfoy... debí imaginarlo – dijo Sirius Black.
- ¿Asustando a las jóvenes, Lucius? – dijo un tanto en broma y un tanto enojado, James Potter
- Remus... – dijo Lily como pudo. Remus Observó al lugar donde se encontraba que casi no se podía ver nada, y más si es que estaba Malfoy delante. Remus reconoció la voz, sorprendido.
- ¿Lily? – dijo preocupado, acercándose a la chica mientras que Malfoy se corría hacia su izquierda.
- ¡¿EVANS! – Dijeron Sirius y James al mismo tiempo – ¡Serás imbécil! – dijo James saltando sobre Malfoy y comenzando a golpearlo, pero Malfoy no se quedó atrás y le devolvió unos cuántos golpes.
- Lily, ¿Estás bien? – Le dijo Remus acariciándole la mejilla. La chica sonrió aliviada llorando, y negó con la cabeza.
- No, Remus... pero gracias por haber venido. Qué hubiera hecho sin Uds.
Remus sonrió y le ayudó a levantarse. Lily se arregló la falda y se limpió las lágrimas, y desesperadamente, abrazó a Remus.
- Oh, Remus, ¡Qué susto tenía! – Remus la abrazó fuerte y le dijo unas cuántas cosas al oído.
- Ya, amigo, creo que lo dejaste inconsciente – Dijo Sirius sonriente. James dejó de golpearle al cuerpo ahora en el suelo de Malfoy y se limpió el labio, que ahora tenía roto.
- Evans... – dijo James respirando entrecortadamente. Lily se separó de Remus y quedó de frente con James.
- Gra-gracias Potter – dijo comenzando a llorar de nuevo, y sin haberlo previsto, sin haberlo imaginado, lo besó.
"RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING"
Lily se levantó sudando, respirando entrecortadamente. Se encontraba acostada sobre su cama, y ya estaba amaneciendo. Su despertador a su lado sonaba estruendosamente, el cual apagó con su mano.
Todo había sido un sueño. ¿Todo? De pronto tocaron su puerta y con un "pase" casi ni audible, entró su madre.
- Hola, hija ¿Cómo estás? – le dijo sentándose a su lado en la cama.
- bien, mama, pero ¿Qué ocurrió?
- Pues... – Su madre se notaba preocupada – Te desmayaste en el recibidor – Lily se sorprendió – Y, bueno, venía para hablar contigo sobre... la conversación entre tu padre y yo, de la que creo que escuchaste algo.
Lily bajó su mirada apenada y nerviosa lo soltó todo.
- Aymamálolamentomucho,enserio,noqueríaescucharperoestabajustoahí
Ybueno,escuchéqueteníasunrpoblemaquetalvesnopodríassuperaryyyestoypreocupadamamá... ¿Estásbien?
Lily la miró con pena mientras que su madre la miraba con cara de no haber entendido absolutamente nada.
- ¿Qué?
- Que... se que tienes un problema y que tal ves no lo puedas combatir, y bueno... eso ¡Enserio lo lamento demasiado!
- Ay, hija, sí... no te preocupes, además lo tendrías que haber sabido de todas formas tarde o temprano. Además todavía no me hago los exámenes para saber qué es lo que tengo y... no te preocupes, todo saldrá de maravilla... - Lily le sonrió como pudo, su madre le besó la frente y salió de la habitación.
oOoOo
- ¡¡Teddy! ¡¡Serás imbécil! – gritó una joven desde las escaleras. Abajo, en la cocina se escuchó una risa de un joven.
- Hijo, ¿Qué hiciste? – le preguntó su madre acusadoramente al chico que se encontraba sentado en la mesa.
- ¿Yo? Nada – dijo inocentemente. Su madre le miró reprochablemente para luego salir corriendo hacia las escaleras. Ahí se encontraba Brenda con un terrible color celeste chillón en su cabello.
- ¡Mamá! ¡Mira lo que me hizo! Sólo porque se cree tan inteligente – dijo con voz sarcástica de niña pequeña. Su hermano dejó de reírse. Se dirigió donde estaba su madre, que intentaba por todos los medios de no soltar grandes carcajadas, y observó a su hermana.
- Discúlpame, pero voy en la casa de los Inteligentes en el Colegio.
- La de los pajarracos ¿No querrás decir?
- Por lo menos no voy en la de los animales apestosos - le gritó el joven.
Brenda bufó enojada y descendió unos cuántos escalones hasta quedar a una altura un poco mayor que su hermano, el cual era bien alto.
- Eres un sopenco.
- Tú una estúpida
- ¡Imbécil!
- ¡Idiota!
- ¡NERD!
- ¡PORRA!
- Ya, ya, chicos, ¡BASTA! – Gritó la madre tratando de acabar una gran pelea entre sus hijos los cuales se miraban con más desprecio – Hijo, discúlpate con tu hermana – El joven esbozó una mueca indescriptible cogiéndole a su madre del brazo y con una sonrisa un tanto falsa le dijo en un tono inocente.
- Lo haría madre, si tan solo tuviera yo la culpa... – dijo luego observando a su hermana quien antes había estado sonriendo, ahora tenía el rostro bañado en furia.
- ¿Cómo que no has tenido la culpa? ¡Mira mi cabello, mocoso!
- No te hubiera pasado si es que no me hubieras irrespetado de un principio – dijo el joven con un tono bastante inteligente, sonriéndole.
La chica volvió a bufar. Miró a su madre quien no sabía qué decir ni hacer. La señora la miró, se encogió de hombros y se dirigió a su hijo.
- Y ¿Qué te hizo, Teddy? – El joven le miró enojado, tratando de no perder la paciencia con su madre.
- ¡Eso mismo! Saben que no me gusta que me digan Teddy, ni Ted. Me llamo Theodor – Ahora su hermana lo miraba sonriendo maliciosamente.
- Claro, te entiendo, es como si a mí me dijeran Banana... uhm, no, es peor lo tuyo... Teddy – dijo Brenda recalcando las últimas palabras. Su hermano se cruzó de brazos enojado sin mirar ni a su madre ni a su hermana.
- Ya, ya hijos, dejen de pelear alguna vez.
- Es imposible, madre, enserio. Si Teddy fuera más... digamos, amistoso.
Theodor estuvo a punto de saltar sobre su hermana si es que su madre no se lo hubiera impedido. Su cabello estaba más despeinado que otras veces y sus ojos tenían un brillo muy distinto.
- Hija, deja de molestarlo, enserio. Ahora... quiero que los dos hagan las paces. Dense la mano... – La señora estaba realmente enojada y miraba a sus hijos acusadoramente. Los dos estaban cruzados de brazos sin mirarse - ¿Me escucharon? ¡Ahora!
Theodor, cambiando su semblante serio por uno más... cariñoso, miró a su hermana y le sonrió de una forma muy peculiar.
- Bueno, hermanita. Sabes que te quiero y... ¿Para qué pelear? – le dijo estrechándole la mano. Brenda lo miró sorprendida y le sonrió extrañada. Le estrechó la mano un tanto preocupada.
- Bien, algo es algo – dijo la madre – Ahora si me disculpan, seguiré sirviendo el almuerzo – dijo un tanto molesta por haber sido interrumpida. Cuando se retiró hacia la cocina, Brenda miró acusadoramente a su hermano.
- Y a ti ¿Qué te picó?
- Nada, es sólo que... nada – le dijo maliciosamente.
- Aggr, está bien, pero por lo menos quítame esto de la cabeza
- No es "algo", es sólo tintura, y es muggle así que... no sé cuándo saldrá – Le dijo el joven caminando hacia el recibidor.
- ¿QUÉ? No, no puede ser posible.
- Ay, me atrapaste, soy un mentiroso – El chico comenzó a hacer muecas dramáticas y ha hacer como que moría.
- Oh, vamos... ¿Qué quieres a cambio?
- Pues, querida hermanita, me alegra haber llegado a ese tema – Theodor se sentó en un sillón frente a uno más grande. Su hermana le siguió sentándose frente a él – Desearía... que toda la mesada que nos mandan al colegio, sea para mí por, digamos, un mes.
- ¡¿QUÉ! ¡ESTÁS LOCO SI ESQUE PIENSAS QUE TE DARÉ MI MESADA! Y ADEMÁS POR UN MES, POR FAVOR, NESECITO SATISFACERME ¿SABÍAS?
- Hermanita, no hay por qué gritar. Así de simple... Vuelves a tener tu cabello normal otra vez y yo tu mesada.
- No, no, no, no y no... Yo puedo sola quitarme éste encantamiento. Pasé a 7mo año y tú a 4to – dijo airadamente.
- Pues, inténtalo todo lo que quieras pero... no lo lograrás. Voy en Ravenclaw, querida hermana, y tú en Gryffindor. Tal vez tú tengas las agallas pero yo el cerebro.
Brenda bufó molesta. Era verdad, su hermano era demasiado inteligente como para no haber asegurado el encantamiento.
- Está bien, pero sólo un mes ya que luego de seguro habrán bailes. Dumbledore ha estado muy sensible estos años – Los dos chicos sonrieron al recordar a su querido director. Era un señor, no tan viejo, muy cariñoso y atento con sus alumnos. Y ése colegio... Howgarts, era como otra casa para ellos. Además pasaban ahí la mayoría del año.
- Trato hecho – dijo el chico y por segunda ves se estrecharon de las manos. El joven invocó su varita y le quitó luego el color celeste chillón al cabello de su hermana. Ésta, más contenta, le sonrió por un momento el cual se esfumó al acordarse de que no tendría mesada por un mes.
Subió a regañadientes a su habitación dejando a un joven muy contento sentado en un sillón.
oOoOo
Nhy se encontraba acostada boca arriba en el suelo de su habitación. Era ya de noche y no había sabido nada más de su madre. Todo en la casa estaba cambiando. Su hermana ya casi ni le hablaba y su padre pasaba el día afuera, o con su madre o en un bar.
Lo único que quería era ver a alguien y divertirse sólo un día. Había intentado llamar a Aubert pero justo estaba trabajando y se encontraba sumamente ocupado.
La chica comenzó a jugar con sus pies los cuales estaban apoyados en el borde de la cama. Había pensado en llamar a Brenda pero sabía que estaría demasiado ocupada con Derek. En su cabeza apareció la imagen de Lily, no la había llamado, y es que tenía un presentimiento de que tenía que pasar tiempo con ella.
Se levantó del suelo, se ordenó la polera y los pantalones, y se dirigió al pasillo donde en una pequeña mesa, un tanto antigua, un teléfono descansaba. Pero, antes de que lo cogiera para marcar el número de su amiga y llamarla, comenzó a sonar. Extrañada, sin perder la paciencia de que cada segundo que pasaba perdía tiempo, contestó con ímpetu.
- ¿Diga?
- ¿Aló? ¿Hablo con la casa de los Rae? – dijo una voz masculina. Nhy sintió un pellizco en su estómago al escuchar la voz, pero sin hacerle caso, siguió con la conversación.
- Sí, ¿Quién habla?
- Remus Lupin
- ¿Remus? - dijo Nhy extrañada.
- Eh... sí, Remus.
- No, no, Remus, soy yo, ¡Nhy!
- ¡Ah, Hola! ¿Cómo has estado?
- Bien, bien, ¿Y tú?
- Excelente. Pero bueno, llamaba para saber si te gustaría caminar ahora.
- ¿Contigo?
- No, con el gato... ¡Obvio que conmigo!
- Ehm... pues...
- No acepto un "no" por respuesta – dijo el joven seductoramente.
- Entonces sería genial. Recógeme a las... – Nhy observó el reloj viejo al final del pasillo que, tristemente, marcaba las 5 con sus viejas manecillas – a las 6 en punto, te sabes mi dirección ¿No?
- Sí, cuántas veces he ido. Perfecto. Ahí estaré... Adiós.
- Adiós...
Nhy colgó el teléfono con la mirada enfocada en un punto no fijo. Tenía un brillo peculiar en los ojos. La verdad es que Remus era un gran amigo para ella, y además de una buena persona, la trataba muy bien. Si no fuera por que es merodeador y un tanto arrogante, cosa que adoptó al tener amigos como James y Sirius, podría decir que sentía algo por él.
Ahora, todo el temor que había tenido momentos antes y la rabia guardada por su madre, se había esfumado. Ahora en su mente sólo habitaba el pensamiento de que podría pasa una tarde agradable junto a su amigo.
Se dirigió al baño para arreglarse pero la verdad es que Nhy no era una chica de maquillaje y de estar más de 5 horas frente a un espejo. Ella cogía lo primero que pillaba y con eso se sentía muy cómoda, y para que más decir, hermosa.
Quedaban escasos minutos para que fueran las 6 y se sentía bastante nerviosa. ¿Es que acaso era una cita? ¡Cómo no lo pensó antes! Pero no, sólo saldrían como amigos. "Dos buenos amigos solteros desesperados por estar junto a una pareja, sí... sólo eso" se dijo sarcásticamente mientras esperaba en una silla situada cerca de la puerta de entrada a la casa. Observó su reloj de muñeca nuevamente el cual marcaba las 6:15. No le gustaban los atrasos. Se levantó un poco molesta de la silla, iba a dirigirse al piso superior pero, al escuchar el sonido del timbre, cambió de opinión.
Abrió la puerta calmadamente y delante de ella se encontraba un joven vestido normalmente y un poco agitado.
- ¿Anduviste corriendo? – rió Nhy.
- Sí... – contestó Remus un poco cansado – Se me había olvidado esto – Remus cogió un paquete envuelto en papel de regalo y se lo entregó a la joven con una sonrisa deslumbrante.
- ¿Para mí? – preguntó extrañada la chica.
- Sí... bueno, regalo de cumpleaños atrasado, más bien dicho.
- Pero si me regalaste un chocolate – razonó la chica.
- Exacto, sólo un chocolate. Tú mereces algo mejor – Remus le sonrió de una forma muy peculiar cosa que incomodó un poco a la chica.
- Ehm... gracias – dijo balbuceando por la mirada del chico - ¿Lo abro ahora o después?
- Ahora... – dijo sonriente. Nhy desenvolvió el pequeño paquete en sus manos dejando ver una linda pequeña caja forrada. La abrió y, con un brillo especial en su rostro, se quedó sorprendida, emocionada, agradecida, se sentía de tantas maneras que no sabía qué hacer
- ¿Te gustó? – Preguntó Remus sin seguridad en su voz.
- Remus... no puedo aceptarlo.
- ¡OH, Claro que sí! ¿Cómo es eso de que no puedes? – dijo el joven extrañado. La verdad es que había gastado más de la cuenta en ese regalo, el cual debía aceptar.
- Es que... es demasiado – le dijo cerrando la caja y entregándosela.
- ¡¿Qué! Oh, no, no ¡No! Lo compré para ti, así que es para ti – dijo Remus un poco molesto dándole la pequeña caja de vuelta. Nhy sonrió, encantada de tan lindo regalo. Volvió a abrir la caja para apreciarlo otras vez más. Era un lindo brazalete con pequeñas flores bordadas y una pequeña esmeralda al medio, muy hermosa. Se sentía bastante satisfecha y, sin esperar más, cerrando la pequeña caja, se abalanzó sobre Remus para quedar los dos fundidos en un abrazo.
- ¡Vaya! Parece que no te ha gustado...- rió divertido Remus.
- ¡ME HA ENCANTADO!.. – Nhy se soltó de los brazos de Remus un tanto avergonzada – Muchas gracias.
- De nada – Remus le sonrió, orgulloso de tener tan buen gusto. Nhy buscó su abrigo, dejó el brazalete en la mesita de la entrada, y tomándole del brazo a Remus comenzaron a caminar.
- Sabes que tengo unos amigos que trabajan en un club que está de moda y pues...
- No, Remus... Sólo caminaremos – dijo Nhy divertida.
- Está bien, me gusta caminar... –Remus le sonrió siguiendo el paso junto a Nhy, divertido sabiendo que no sólo harían eso. Ésa sería una larga tarde para los dos.
