Oo. El príncipe de la dulce pena .oO

Para mi corazón basta tu pecho

Para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento

como los pinos y como los mástiles.

Como ellos eres alta y taciturna.

Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.

Te pueblan ecos y voces nostálgicas.

Yo desperté y a veces emigran y huyen

pájaros que dormían en tu alma.

DdM

Y allí estaba ella de nuevo, solemne, triste pero a la vez alegre, leyendo y releyendo una y otra vez aquella esencia impregnada en el trozo de papel, que había llegado envuelto en su acostumbrado sobre negro, junto a una inconfundible rosa roja.

Era así, no había más.

Le bastaba con leer los poemas que él le dedicaba, aquellos que escribía con esmero pensando en ella, en él. En ambos.

Y decía que le bastaba con eso, porque desde aquella dichosa noche de invierno, desde aquel encuentro en la iglesia, no había vuelto a ver a Draco de Malfoy.

No había vuelto a besar sus labios desde tiempo incontable, y los suyos propios se secaban ya a causa de la espera.

¿Cómo saber, entonces, si todo aquello no había sido un mero sueño?

¿Cómo seguir alimentando aquella ilusión sin fundamento alguno?

Era cierto, no tenía pruebas…

Solo aquellos poemas guardados fielmente en el tercer cajón de su mesilla de noche, bajo llave, aquellos que releía febrilmente innumerables veces, hasta que habían quedado grabados en su memoria, uno a uno, sin excepción alguna.

Volvió a guardar el blanquecino papel en su sobre, no sin antes envolverse en el mentolado olor que este desprendía, y lo guardó junto a los demás, en el fondo del cajón.

Cogió entonces la rosa, y, con sumo cuidado, la metió en el floreado jarrón de la entrada, haciendo conjunto con las otras rosas también rojas que en él yacían.

Fue entonces cuando oyó claramente sonar el timbre de la puerta, y se extrañó.

No solía recibir visita a aquellas horas de la noche, Ginevra estaría con Harry ya dormida en casa, sin duda, y Luna estaría aún trabajando en el Ministerio, atareada.

¿Entonces…?

No pudo evitar que la esperanza naciese dentro de ella, que germinase rápidamente.

¿Y si era él? ¿Y si fuera Draco el que la esperaba tras la puerta?

Aseguró que su escueto batín de seda estuviese bien sujeto, arregló su castaño cabello con las manos, y se apresuró a abrir la puerta, con una sincera sonrisa dibujada en el rostro. Pero duró poco tiempo.

Demasiado poco.

-Hermione…

-Ronald- dijo ella. Cada palabra pronunciada le costaba el alma.

No soportaba tenerlo ahí, parado frente a ella, con esa cristalina sonrisa de nuevo plasmada en la cara, y sus azules ojos brillando con una intensidad contenida, reservada únicamente para ella.

No lo soportaba a él.

No soportaba sus labios perfectos, sus cálidas manos, su alborotado cabello… su cuerpo echo exclusivamente para ser amoldado al de ella.

Lo quería fuera de su vida, antes de que no hubiese vida que proteger.

Lo quería lejos, antes de que lo pusiera todo patas arriba de nuevo.

Y no sabía lo que quería… ese era el problema principal.

Hermione: -¿Qué has venido a buscar?- habló de nuevo, con el tono más seco que pudo.

Ron: -Yo solo…- titubeó- tenemos cosas de las que hablar, Hermione- concluyó, de manera más segura.

Hermione: -Cosas de las que hablar, ¿¡Cosas de las que hablar, dices?- estalló ella- ¡No tenemos nada de que hablar!

Ron: -Claro que si,- continuó él, calmado- la última vez…

Hermione: -¡La última vez estabas sobre Pansy Parkinson! ¡Y no hablabas, gemías!

Ron: -Jamás me perdonaras por eso, ¿verdad?

Hermione: -¿Perdonarte, ¿Perdonarte, Ronald? ¡No me hagas reír! – Tomó aire para continuar- ¡Me engañaste! ¿Y tienes la cara de venir a pedir perdón?

Ron: - Para mí solo existes tú, Hermione… aquello no significó nada, créeme.

Hermione rió entonces.

Hermione: -¡Dirás que solo existimos yo, tu infidelidad y Parkinson!... Y, ¿Creerte? ¿Crees que soy tan estúpida como para creerte de nuevo? ¡¿LO CREES?- las lágrimas luchaban por salir de sus ojos, después de haber sido contenidas por tanto tiempo, clamaban por ser libres.

Pero no iba a llorar delante de él. No de nuevo.

No le daría esa satisfacción.

Hermione: -Vete de mi casa, Ronald.- dijo, segura de si misma- Vete de mi vida. No quiero volver a verte.

Y sin más, cerró la puerta, sin darle tiempo al pelirrojo a reaccionar, y se dejó caer al suelo, exhausta.

Pero estaba bien.

Todo aquello estaba bien, seguro.

Deseaba haber podido chillarle todo aquello mucho antes, necesitaba descargar toda su rabia en él, el único culpable.

Su verdugo.

Y por fin lo había logrado.

Aquello se sentía bien, después de todo.

Poco a poco, su respiración volvió a ser estable, y se sintió con fuerzas para levantarse del frío suelo, lentamente.

Para ella todo estaba claro ahora, cristalino. No lo quería, no amaba a Ron. No con la misma intensidad de antaño, con cada partícula de su antes aniñado corazón.

Ahora era una mujer, una con los pies en la tierra. Sabía lo que debía y lo que no debía hacer, y desde luego volver con Ronald no era una de sus principales prioridades. No si lo que deseaba era alejarse del dolor, y era eso lo que intentaba.

Cuando se hallaba ya completamente de pie, se miró en el espejo circular de la entrada. Miró sus ojos todavía cristalinos, llameantes. Brillaban con luz propia.

Miro sus rizados bucles castaños, ahora despeinados a causa de la agitación, y su marfileño rostro con las mejillas teñidas de un leve escarlata resaltando sobre él.

Y una nueva realidad la aplastó.

20 años… la semana siguiente cumpliría ya sus 20 años de edad, y todavía no había encontrado un verdadero amor al que aferrarse.

Aquel príncipe azul con el que soñaba cuando era niña, y que tardaba ya demasiado en llegar.

Y si, era consciente de que estaba Draco. Y también era consciente de que estaba Ronald… pero ninguno de los dos era lo que ella había esperado, de hecho, no creía que ninguno fuese lo que alguna chica había esperado alguna vez.

Un príncipe vampiro y un completo mentiroso.

No pudo evitarlo, la risa sarcástica emergió sola desde lo más profundo de su pecho, de su corazón.

Y es que se sentía patética. Pequeña. Insignificante.

¿Pero como no hacerlo? ¿Cómo no hacerlo cuando la gente a su alrededor poseía tanto y ella tan poco?

Ginny tenía a Harry. Ellos se amaban con locura, lo suyo nunca fue un secreto para nadie. Amor puro y duro desde que se habían conocido, y si, tenían sus más y sus menos como toda pareja, pero Harry jamás había engañado a su mejor amiga.

Que tontería, Harry no era así. No como Ron. Y eso que eran mejores amigos.

Y después estaba Luna, siempre sumergida por completo en su trabajo, entregada totalmente a él. El Ministerio era para la rubia su vida, y Hermione admiraba su valor y determinación para conseguir lo que en verdad se proponía.

Esperaba poder llegar a ser como Luna algún día.

Pero… ¿Qué había logrado ella en sus, dentro de poco, 20 años de vida?

Un apartamento alquilado, no en demasiado buen estado, debía añadir, un trabajo para nada satisfactorio y… nada con respecto al territorio sentimental.

Bufó exasperada y se dirigió a la cocina, en busca de algo de café para calmar las ansias homicidas que habían surgido con el solo pensar en su jefe.

ODIABA profundamente a Blaise Zabini, y debía contentarse con el solo hecho de aporrear aquel maldito muñeco que él le había regalado por su recién cumplido año de estadía en la empresa.

"Lo vi en la tienda y no pude evitar comprarlo… me recordaba tanto a ti…"

Miró entonces el cerdo que reposaba en la silla de la cocina, bastante desmejorado. Le faltaban una oreja y un ojo. La chica recordaba perfectamente como habían desaparecido del peluche, orgullosa de sí misma.

Sus labios se curvaron en una sonrisa casi imperceptible al recordar la apacible charla que había mantenido con el moreno aquella misma mañana.

.oO--------------------------------------Flash Back-----------------------------------------Oo.

Una atareada Hermione, cargada de papeles, se debatía entre dejarlos caer pesadamente al suelo (lo cual supondría tener que ordenarlos alfabéticamente de nuevo) o renunciar a su tan apreciado chocolate matutino, de máquina, por supuesto.

En vano intentó hacer mil cosas con las manos (y pies) para pulsar aquel estúpido botón sin que las hojas cayeran al sueño. No podía.

Y de repente, todo se llenó de una clara luminosidad. Hermione oyó pasos a lo lejos.

"Salvada" –pensó.

Que equivocada estaba…

Se regañó mentalmente por tal pensamiento cuando, segundos después, vio aparecer a un apuesto moreno de ojos claros por el resquicio de la puerta, tarareando una alegre canción.

"Maldito Zabini"

¡Había pasado de largo sin hacerle ningún caso! ¿Acaso no veía que ella sola no podía mantener todo aquel peso?

Hermione: -Ejem, ejem- se hizo notar la castaña, pero al moreno pareció no importarle aquel hecho.

Hermione: -¡EJEM, EJEM!- volvió a repetir. Sus brazos empezaban a crujir.

Blaise: -Hazte ver esa garganta, Granger, no tiene buena pinta- comentó divertido el moreno.

Hermione: -Ja-ja-ja, muy agudo. ¿Podrías ayudarme?

Blaise: -¿Cómo? ¿Yo? –Preguntó él, y al ver el asentimiento de la chica continuó- ¿¡Por qué yo?

Hermione: -Verás, yo NECESITO mi chocolate matutino pero no puedo comprarlo con estos PESADOS papeles en las manos, y tu eres el único que hay aquí para poder AYUDARME- le explicó una ya cansada Hermione, como si de un niño pequeño se tratase.

El moreno bostezó, y la castaña tuvo la certeza de que no había escuchado una sola palabra de lo que había dicho hacía unos momentos.

Blaise: -¿Tengo bonificación si finjo que me importa?- y, ignorando la furibunda mirada de la chica, se fue.

.oO----------------------------Fin del Flash Back--------------------------------Oo.

Si… pronto a aquel rechoncho cerdo le faltaría también el rabo.

.oO-----------------------------------------------------------------------------------------------Oo.

Y por fin había llegado el gran día.

El día con el que se suponía que toda mujer debía soñar…

El día de su 20 cumpleaños. Y sus amigos no estaban allí para celebrarlo junto a ella.

Estaba sola, aunque aquello no era nada nuevo para ella.

Siempre se había sentido sola.

El apartamento vacío le recordaba su realidad, su realidad actual. Era deprimente.

Se decidió a salir, a recorrer las calles… tal vez aquello la animase.

Caminó, silenciosa, por las grandes calles de la ciudad, disfrutando del ocaso que teñía el cielo de colores anaranjados.

Disfrutaba el silencio, la soledad… con el tiempo había aprendido a apreciarlos a ambos.

Llegó hasta un desierto parque, a las afueras, una hora más tarde y, exhausta, decidió sentarse en uno de los bancos, observando a los felices niños que correteaban y jugaban divertidos.

Se dedicó únicamente a mirarlos, a disfrutar de la felicidad ajena, en absoluto silencio.

Fue entonces cuando ocurrió, el sol terminó de guarecerse en su escondite, y un olor mentolado penetró las fosas nasales de la morena, que cerró los ojos, totalmente entregada.

Hacía tanto tiempo desde aquel día… de aquel olor…

Hacía tanto tiempo de él…

Una respiración acompasada le erizó los pelos de la nuca, mas Hermione no se giró.

No era el momento.

-Me gustas cuando callas porque estas como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

La chica sonrió. Conocía ese poema.

-Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.

Unas sutiles manos se posaron sobre sus hombros, ya conocidas.

-Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llena del alma mía.

Abrió los ojos, no cabía duda. Era él.

Él, él, él… siempre él.

-Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.

Una lágrima rebelde resbaló entonces por la mejilla de la castaña, que comenzó a girarse lentamente.

-Me gustas cuando callas y estas como distante. Y estas como quejándote, mariposa en arrullo.

Quedó frente a frente con él, el hombre que le había quitado el sueño.

Un renegado, un ser de las tinieblas…

-Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.

Un vampiro.

Draco de Malfoy.

-Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo.

El chico le sonrió. Una sonrisa sincera, y ella también lo hizo.

Era tal y como lo recordaba, no había cambiado ni un ápice, los años no habían hecho mella en él, tal como esperaba.

-Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Hermione se aventuró, y se levantó del banco donde aún se hallaba sentada, quedando así cara a cara con el rubio.

El chico tomó una de las manos de la chica entre las suyas propias, y la besó con delicadeza, sin dejar de mirarla a los ojos.

-Me gustas cuando callas porque estas como ausente. Distante y dolorosa como si te hubieras muerto.

Él no soltó su mano. Ella no quería que lo hiciera.

Recitaron entonces, a coro.

-Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Draco sonrió de nuevo, soltando su mano, para que una de las suyas recorriese la mejilla de la castaña, ahora sonrojada.

-Feliz cumpleaños, pequeña.

Continuara…

Lo primero y más importante, antes que nada… ¡Muchísimas gracias por el apoyo!

Al final, como habéis podido ver, me he decidido a publicar una segunda parte para esta historia, que al parecer os ha gustado, y si… ¡Pretendo que tenga más capítulos!

Eso si, no serán muchos, no quisiera extenderme.

Todo esto se debe a que estoy en paro, ya que no se como continuar Ice days, así que por el momento, no creo que vaya a actualizarla hasta nuevo aviso.

En este capítulo he dejado algunos asuntos pendientes, así como que siente Hermione por Ron… pero más adelante se irá aclarando todo este embrollo emocional en el que esta encerrada la castaña.

(Y aquí os doy un chivatazo… ¿Recordáis la mordida que le dio Draco a Hermione? Pronto tendrá consecuencias…)

Por cierto, los poemas que habéis visto hasta ahora, y los que veréis más adelante, son de Pablo Neruda.

Agradecimientos especiales a:

SaritaMalfoy

nerwen anarion

Laurika

LaBixEjA

Vivi-G Weasley

comadreja draconiana

sary89

lariana

Ebony

Isilwen

.-Lovely-Sheikah-.

rochy true

silviota

ivanna

Dark-Ginny-Malfoy

¡Espero de nuevo vuestros reviews, y pos supuesto, los de más gente!

Besos y hasta pronto

Earwen Neruda