Oo. El príncipe de la dulce pena .oO
El teléfono sonaba insistentemente aquella noche sin obtener respuesta alguna en el número doce de aquella remota calle de Londres.
La luna brillaba en lo alto del cielo, blanca y orgullosa, impresionante, dándole a los alrededores un halo de misterio casi inhumano.
La belleza del paisaje que se habría paso a través de la ventana era sublime, y sin embargo, aquella bella muchacha de increíbles ojos color café no se había molestado ni siquiera en levantar la cabeza de la mullida almohada de su cama ni una sola vez.
¿Para qué? Sabía que era lo que vería si lo hacía: la cara de aquel vampiro por todas partes.
Maldita sea, ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? No era así como se suponía que debía terminar todo.
Tres años eran más que suficientes para olvidar a una persona. A un vampiro. A un semi vampiro. ¡O lo que quiera que fuera!
Lo había intentado todo: psicólogos que habían terminado por tomarla por una verdadera loca, agencias matrimoniales, chocolate, antidepresivos… incluso había intentado retomar su historia con Ronald. Pero no había funcionado. Nada había funcionado.
Lo único que conseguía sacarla de aquella tediosa rutina en la que se había sumido eran las cartas de Evelyn, en las que le hablaba de su actual vida junto a Blaise y Sarah, su hija. Era un alivio saber que, por lo menos ella, había conseguido aquello que tanto deseaba: una vida libre de ataduras.
Pero, a veces, esas cartas resultaban también increíblemente hirientes. Y es que Evelyn no podía evitar hablarle de… de él. Ya ni siquiera se atrevía a pronunciar su nombre, Dios, resultaba patética en su desgracia.
Por lo menos sabía que estaba bien, y eso era lo que contaba. Porque si, era tan increíblemente estúpida, tan tonta, que todavía se preocupaba por él. Todavía se levantaba asustada por las noches cuando soñaba con su muerte, con las lágrimas ya secas en el rostro por el llanto.
Si, Hermione Granger amaba, todavía, a Draco de Malfoy, lo confesaba.
Confesaba que guardaba todas y cada una de sus cartas en el tercer cajón de la mesa de noche, junto a su cama, y que no podía evitar leerlas de vez en cuando, presa de la nostalgia.
Que, en noches como esa, no salía de casa, porque la luna llena le recordaba a él.
Confesaba que, a veces, todavía creía sentir su inconfundible olor impregnado a su piel.
Que después de un año de haberlo sacado de su vida, todavía esperaba que apareciese por aquella maldita puerta para llevarla de vuelta a casa.
Lo confesaba, si, pero nunca en voz alta.
Porque para sus amigos, ella seguía siendo la vivaz Hermione, feliz y optimista. Todavía se preguntaba como había podido mantener aquella farsa durante tanto tiempo.
¿Feliz? No, desde hacía tanto tiempo… ya ni recordaba como debía de sentirse la felicidad.
El sonido del teléfono estaba empezando a importunarla. ¿Quién sería a aquellas horas?
¿Es que no podían dejarla en paz, ¿Era mucho pedir un poco de soledad?
Se levantó con pesadez de la cama para coger el auricular del viejo aparato con no demasiada delicadeza.
- ¿Quién es?
- ¡Buenas noches, llamamos desde la sede de los almacenes What a perfect world para hacerle una fantástica oferta…!
- Lo siento, no me interesa – Colgó sin más.
Segundos después, cuando la castaña se disponía a servirse un vaso de leche caliente para calmar aquel persistente dolor de cabeza, el teléfono volvía a sonar.
La leche se derramó inevitablemente fuera del vaso.
"Venderían mucho más si no fueran tan pesados" se dijo.
Pero no lo tomó con tanta filosofía la cuarta vez. Ni la quinta. Ni la sexta…
Iba a estallarle la cabeza.
Harta, se levantó del sillón de la sala de estar, cogió la primera chaqueta que palpó sobre el perchero y de un portazo cerró la puerta, enfrentándose al frío de aquella noche, que la congelaba por dentro.
¿Y ahora que?
Quedó parada en la acera frente a su casa, observando a un viejo vagabundo que hacía verdaderos esfuerzos por no dormirse. Tal vez si lo hacía no volviese a despertar.
Un maullido la sacó de su ensimismamiento para fijar sus ojos en un precioso gato de pelaje completamente negro, que rascaba con insistencia un muro de piedra a la lejanía.
Curioso, ¿no? A Hermione Granger a curiosa no le ganaba nadie.
Atravesó la calle con precaución, mirando hacia todos lados, para llegar finalmente frente a aquel muro. Estaba especialmente inquieta aquella noche.
El gato había desaparecido.
Vaya, no tenía nada de especial. Una pared como cualquier otra.
Se le escapó una suave carcajada falta de sentimiento, ¿y que esperaba encontrar, ¿una puerta secreta que la llevase a otro mundo? La visión del Londres vampírico pasó entonces, fugaz, por su mente.
Demasiados libros…
Se disponía a dar media vuelta cuando algo llamó su atención.
En el hueco más alejado y recóndito de la pared, en una de las esquinas inferiores, había algo escrito… algo escrito con… ¿Podía ser?
Aquello parecía sangre.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos .
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
La joven mortal luchaba por contener el llanto que se escondía tras sus ojos, con la mirada fija todavía en la escritura, buscando casi inconscientemente, las letras DdM en algún punto perdido e inconcluso del muro.
Pero nunca las encontró.
¿Por qué? Se dijo. No era posible que aquello fuese obra suya, a esas alturas él debía de estar casado con Chang, esperando algún hijo que seguramente sería la alegría de su abuela. Recordó con una mueca de desagrado a la reina Narcisa.
En sus cartas, Evelyn le había hablado de la posibilidad de que Draco y Chang retomasen su antiguo compromiso, bajo la presión de las madres de ambos muchachos, por supuesto. Pero aquello no lograba acallar el dolor que sentía al imaginarlo junto a otra. No lo hacía.
Volvió a fijar la vista en la misteriosa escritura, releyéndola ávidamente, bebiendo de ella.
Era prácticamente imposible, sin embargo…
El sentido oculto en cada palabra, el sentimiento, el trazo curvo pero firme, el significado. Todo. Todo clamaba a gritos que aquello era obra de Draco de Malfoy.
¿Quién más que él escribiría algo de tamaña belleza en un lugar como ese?
La muchacha sonrió.
Y con sangre. La sangre del heredero al trono de las tinieblas.
Una suave brisa la meció el cabello, e hizo que levantara la cabeza para admirar la luna. Se parecía tanto a la de aquella noche…
Tal vez, y solo tal vez podría ir allí de nuevo.
"Solo para recordar viejos tiempos" dijo. Y ella sabía que mentía.
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Ahora caminaba por las anchas calles de Londres, igual que aquella noche. La evidencia de la locura que estaba cometiendo le hizo sonreír, ni siquiera recordaba el camino. Pero lo encontraría.
El sonido de sus zapatos al estrellarse contra el suelo quedó mitigado por el estallido insistente de su propio corazón, que latía extasiado, cuando llegó frente a aquella imponente puerta de madera tan conocida.
Sus ojos inundados por lágrimas de emoción, que por supuesto no pretendía dejar salir, los recuerdos agolpándose en su mente, uno tras otro, sin descanso. Los brazos temblándole a cada lado de su cuerpo. El pelo, indomable, ondeando al viento.
Pero no se movió.
Estaba a tiempo de volverse y correr, de no detenerse hasta llegar a casa, de olvidarlo todo. Simplemente tenía que darse la vuelta.
O podía… podía tentar a la suerte una vez más y entrar en aquella maldita iglesia. ¿Para encontrar la felicidad? Tal vez. Pero en esos momentos solo quería encontrarle a él.
Y, durante unos segundos, dudó.
Se vio de nuevo allí, encerrada en su habitación, viendo la vida pasar. Y sin hacer nada por detenerla. Con los ojos opacados, sin vida, sin ilusión. Y se dijo que aquella mujer que se escondía del mundo en casa, aquella cobarde, no podía ser ella. No era ella.
"Levántate, no te dejes ganar.
Y hecha a volar."
Alargó la mano hacia la madera roída, sus ojos brillando y sus mejillas teñidas por el leve rubor que producía el frío.
"Hoy Hermione Granger renace de sus cenizas"
La puerta se abrió, con un sonoro "crack", dejando al descubierto el desgastado interior de la iglesia.
"Vacía" Resonó en la cabeza de la castaña.
"Vacía. Vacía. Vacía…"
Caminó entre los tambaleantes bancos, cada vez más apresuradamente, dirigiéndose hacia el altar, rememorando, sin querer, los hechos que allí sucedieron hace tanto, tanto tiempo.
Y dolían.
Un sollozo mal contenido salió, casi sin darse cuenta de su garganta, y fue entonces cuando cayó en la cuenta de que nunca volvería a verlo.
De que jamás volvería a ver esos ojos grises.
Y se dejó caer, de rodillas, en el suelo polvoriento con ambas manos en la cara, con el alborotado cabello cubriéndole el rostro, cubriendo también las amargas lágrimas que no querían dejar de salir.
"Si volviera a nacer, si empezara de nuevo, volvería a buscarte en mi nave del tiempo.
Es el destino quien nos lleva y nos guía, nos separa y nos une a través de la vida."
- ¿Interrumpo algo importante?
Hermione se giró impresionada hacia el gran ventanal, recorriendo la figura del desconocido con avidez, no tan desconocida después de todo.
El pelo color platino, casi blanco gracias al reflejo de la luna, que se revolvía rebelde sobre sus hombros. La camisa, negra como el resto de su ropa, semi abierta, dejando al descubierto una porción de pecho. Sus ojos grises mirándola con intensidad.
"Como un pájaro de fuego que se muere en tus manos, un trozo de hielo deshecho en los labios.
La radio sigue sonando, la guerra ha acabado.
Pero las hogueras no se han apagado aún."
- Draco… – Pronunció, la voz temblándole.- ¿Eres tú, ¿De verdad eres tú? –
Una sonrisa fue lo único que él le dio como toda respuesta.
- ¿Por qué? – Alzó la voz, no muy segura de si él le había escuchado.
El vampiro apartó la mirada de ella, y el sonido de sus pasos rompió el silencio de la noche, produciéndole escalofríos a la castaña. Temía cual iba a ser su respuesta.
Se atrevió a levantar la cabeza y mirarle, con un deje de esperanza latiéndole con fuerza en el pecho. Y lo vio a escasos centímetros de ella, desprendiendo seguridad y soberbia por cada uno de los poros de su piel.
-Verás… - comenzó, con la voz ronca por la emoción – Hace mucho, mucho tiempo, una mujer… la más bella que jamás haya visto, me dijo algo. Algo que, hasta la fecha, no he podido olvidar. Dijo que, si el amor es verdadero, prevalece… No importa como.-
Extendió su blanquecina mano hacia la chica, que yacía todavía arrodillada en el suelo, y ella la tomó, mirándole aún, visiblemente emocionada.
La levantó sin esfuerzo aparente, quedando los dos de pie uno enfrente del otro, separados apenas por unos milímetros.
Le instó a seguir con la mirada.
- Y hoy he venido aquí para comprobar cuan cierta es esa teoría. –
Hermione sonrió, como hacía tiempo que no sonreía cuando él posó sus manos en sus caderas y la atrajo hacia si de nuevo, disfrutando del roce de sus labios y de sus manos revolviendo su pelo.
- Te quiero. –
-No más de lo que te quiero yo, pequeña. –
Y ambos desaparecieron, dejando de nuevo la iglesia sumida en aquel eterno silencio, como único testigo del milagro que acababa de suceder. El milagro del amor, a pesar de las diferencias.
"A veces te mataría. Otras en cambio te quiero comer.
Me estás quitando la vida…"
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Periódico "El profeta"
Martes, Febrero de 1988
Continua la búsqueda de la joven desaparecida ayer en las calles de Londres
Efectivos de los Bomberos y de Protección Civil continúan la búsqueda de una joven de 23 años, cuya identidad responde al nombre de Hermione Granger, que ayer por la noche desapareció de su casa en Londres.
Uno de los policías locales que participa en el operativo, Harry Potter, amigo de la víctima, explicó, en declaraciones a European News, que se está peinando un área de entre 700 y 900 metros, en busca de la joven, sin resultados aparentes por el momento.
Además de los efectivos de los Bomberos, de la Policía Municipal y de Protección Civil, se encuentran en la zona cuatro psicólogos de San Mungo para atender a los más allegados de la joven desaparecida.
Sobre la posibilidad de que la muchacha haya sido secuestrada, Harry Potter aseguró que es algo "imposible, ya que Hermione no contaba con ningún enemigo aparente, ni nadie que quisiera hacerle daño alguno" aunque se mostró confiado en que la búsqueda de resultados a lo largo de la jornada de hoy "si se encuentra en la zona que se está peinando".
Esperemos que así sea.
FIN
¡Y por fin, esta historia llega a su fin, queridos lectores!
Decidme, ¿Qué os ha parecido el final? Supongo que no era de esperar (risas). Pero la verdad es que a mi me ha encantado, sobretodo la parte de la desaparición de Hermione (creo que es bastante evidente donde esta, ¿no?)
Por si alguien se ha quedado con la duda, lo diré: Hermione esta en el Londres vampírico, junto a Draco, por supuesto.
Aclarado ya este punto, solo me queda esperar vuestros comentarios y vuestro apoyo, como siempre, ¡sabéis que esto no sería nada sin vosotros! (No me canso de repetirlo)
Agradecimientos especiales a:
connyhp
Ina Black
Dark Ginny Malfoy
silviota
ZhirruUrie
monse
mari
SexyProngs (me encanta tu nombre ;))
Alex M.
¡Gracias de todo corazón!
Hasta más ver:
Earwen Neruda
