…: FALSE FRIENDS :…
-By Aura90
-Summary:
D/G. Ha pasado mucho tiempo, pero los caminos se entrecruzan cuando el pasado comienza a estar distorsionado por los recientes acontecimientos. Sus vidas han dado un vuelco inesperado para caer en unas jaulas de las que no podrán salir sin ayuda. La pregunta es¿Lo conseguirán?
(N/A: a partir de ahora igual tardo un poquito más en actualizar. Estoy intentando hacer los capítulos más largos, y me lleva un poquito más de tiempo que antes u.u)
· CAPITULO IV ·
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Caminaba de vuelta a Hogsmeade arrastrando los pies con desgana. Una densa neblina había sustituido a la lluvia en las afueras, y el joven tiritaba dentro de su abrigo mientras intentaba vislumbrar las débiles luces del pueblo. Pensaba en su madre, en su padre, en su vida. Aquel encuentro había salido peor de lo que esperaba y, aunque Narcisa le había prometido no delatarlo, se había negado a su petición y no le había entregado ni un mísero knut. ¿Acaso no se daba cuenta de su situación? No. Seguro que sabía lo que ocurría casi mejor que él mismo.
Sintió pinchazos en la mejilla y se llevó la mano al lugar donde su madre le había pegado. Todavía no podía asimilar lo que le había dicho, a pesar de que ese pequeño encuentro había acabado hacía media hora. Aquel momento le resultaba extraño, seguramente porque era la primera vez en su vida que su madre le había pegado, o quizá porque no estaba acostumbrado a que le negara algo. De cualquier forma, estaba enfadado. Sentía la rabia inundando su cabeza, cegándole.
La calle principal apareció por sorpresa. Había dejado atrás las nubes, que ya se habían liberado de su carga de agua. En ese momento el cielo volvía al color azulado de la tarde, con el Sol iluminándolo todo en sus últimas horas del día. Pero su mente todavía estaba nublada. Todos los recuerdos, desde aquel día hasta la conversación de minutos atrás, pasaban lentamente ante sus ojos, que lanzaban miradas fugaces al bolsillo derecho del abrigo. ¿Qué haría ahora? Un pensamiento fugaz le asaltó la cabeza. ¿Y si le pidiera ayuda…a esa persona? Era la última opción que le quedaba. Nunca le había dicho que no a cualquier cosa que le hubiera pedido, pero también era cierto que nunca le había pedido nada como aquello. Quizá, a cambio de algo, le ayudaría…Al fin y al cabo, tantos años de complicidad no podían haber sido en vano.
Casi contra su voluntad, el joven avanzó por la calle principal y entró en la oficina de correos. Estaba bastante oscura, pero en la penumbra se podían distinguir claramente los brillantes ojos de las lechuzas. En un rincón había un pequeño mostrador tras el cual un hombre de unos sesenta años repasaba una larga lista. Cuando Draco entró, el hombre cesó en su lectura y levantó la vista.
-¿Desea algo, señor?- preguntó.
-Quisiera enviar una carta. ¿Cuál es su lechuza más rápida?
El hombre señaló con el dedo la esquina derecha, donde descansaba uno de los animales. Era bastante grande, con las plumas pardas y ojos dorados. Draco dudó un instante, pero luego se acercó a él. Sacó una pequeña pluma desgastada y un trozo de pergamino y escribió una nota breve pero clara que posteriormente le ató a la pata. Luego dejó algunas de las últimas monedas que todavía no había gastado sobre el mostrador, y el animal echó a volar.
La lechuza tardaría al menos dos horas en llegar con una respuesta. Dos horas más en aquel pueblucho a rebosar de magos y brujas, pues lo único que podía hacer era esperar. Salió de la oficina y se fue a un callejón apartado, donde el ir y venir de la multitud parecía tan solo un murmullo lejano. Allí se sentó sobre una caja de madera y esperó. Mientras lo hacía volvió a su cabeza en encuentro con su madre. ¿Qué le habría dicho Lucius Malfoy para que ella le diera la espalda? Lucius…aquel nombre que antes admiraba se había convertido en una de sus pesadillas. No contento con haber llevado a su familia a la ruina, también había querido acabar con su propio hijo. ¿Por cuánto tiempo había planeado aquello¿Cuándo dejó los dejó de lado para preocuparse únicamente por sus intereses? Por el momento no tenía respuestas para esas preguntas, pero tal vez algún día aquel extraño que una vez fue su padre las contestaría. Todas y cada una de ellas.
Quizá fuera porque estaba habituado a que un sentimiento de odio lo abordara cada vez que el nombre de Lucius Malfoy salía a la luz, pero el caso es que nada más pensar en él lo asaltó un terrible dolor de cabeza. Se recostó lo más cómodamente que pudo, apoyando la espalda en la pared del callejón, y sacó la bolsita de plástico, que apenas contenía una pizca de aquella sustancia blanca. ¿Había sido ella la culpable? Le era imposible afirmarlo, pero también el negarlo. El problema venía desde mucho tiempo atrás…aquello solo lo había acrecentado un poco más.
Tanto razonar lo abrumaba. Se levantó de golpe y volvió a la oficina de correos. No había pasado el tiempo suficiente como para que la lechuza regresara, pero tampoco debía de faltar mucho, y desde luego la idea de continuar en aquel callejón no le agradaba demasiado. Entró de nuevo en la penumbra de aquel lugar y observó los ojos brillantes de los animales, que lo miraban inquietas desde sus perchas. No oyó la voz del encargado que le indicaba algo desde su puesto detrás del mostrador. Siguió observando aquellas miradas que parecían reflejar sus miedos.
-Señor- un pequeño golpecito en el hombro lo devolvió a la realidad. Volvió la cabeza y vio que el hombre, cansado de llamarlo, se había acercado hasta él- Señor, la lechuza ha llegado- y señaló por segunda vez en aquel día a la lechuza parda, que esperaba en una percha alejada con un sobre atado a la pata derecha.
El joven Malfoy caminó entre los restos de comida y los excrementos de los animales hasta llegar al lugar. Luego desató el sobre, ligero como una pluma, y lo abrió. La carta que contenía era muy breve.
Tienes suerte de que Weasley no se haya dado cuenta. Tu carta ha llegado en un mal momento. Aún así, sabes que voy a ayudarte¿verdad? Voy a enviar a Weasley al pueblo, así que tendremos unos minutos. Entra por la chimenea de mi despacho, ya he hablado con los de control de la red flu. Y date prisa, Draco.
No tenía firma, aunque ni falta que hacía. Rompió la carta y la tiró allí mismo- entre tanta suciedad pasaría desapercibida-, y, en cuanto el último trozo hubo caído a tierra, desapareció sin inmutarse de que alguien acababa de entrar al lugar.
La carta decía que debía utilizar la chimenea para entrar. Aquello lo obligó a desplazarse hasta la casa que había conseguido en Londres, donde, afortunadamente, podía contar con una. El tiempo era escaso, pero aún así decidió cambiarse de ropa antes de ir al encuentro. La que llevaba no estaba precisamente en buen estado. El abrigo estaba empapado, incluso manchado de barro en algunas partes, y con varias plumas enganchadas. Lo mismo podría decirse de sus zapatos, también decorados con los excrementos que había tenido que pisar en la oficina de correos y decolorados en las puntas por su uso constante. En un par de minutos consiguió ducharse y vestirse de nuevo, esta vez con algunas de sus pocas pertenencias que todavía estaban en buen estado: una túnica negra de manga larga que todavía le estaba bien, y unas botas de piel de dragón, también negras, que le venían un poco ajustadas.
Ya arreglado se dirigió a la cocina y buscó entre los cajones hasta encontrar el saquito azulado donde guardaba los polvos flu. Seguidamente entró en el salón y se plantó frente a la chimenea. Después de encender un pequeño fuego metió la mano en el saquito, sacó un puñado de polvos verdosos y brillantes. Los tiró inmediatamente a la chimenea y murmuró su lugar de destino. Una fuerza invisible lo succionó e hizo que girara a toda velocidad entre el fuego verdoso provocado por los polvos. Luego todo cesó y salió por otra chimenea, lejos de su casa. Había llegado a un despacho cuadrado, bastante grande. En un rincón había un gran escritorio de madera lleno de libros, pergaminos y botes de tinta. Lo mismo ocurría en el resto de la estancia. Los papeles formaban montañas delante de varias estanterías y debajo de una gran ventana que mostraba un inusual cielo azulado. Cerca de la puerta había una planta medio marchita pero llena de flores. Encima de esta colgaba un reloj que marcaba las cinco y veinte. Y allí, al lado de la chimenea, con una túnica ajustada de color verde y el cabello recogido en un moño medio deshecho, aunque igualmente elegante, esperaba ella. Aquella visión le impactó. A pesar de haber sido "amigos" por varios años, había pasado mucho tiempo desde que se vieran por última vez. Y, al parecer, ambos habían cambiado bastante…
-Bienvenido al Ministerio, Draco- saludó su anfitriona, sonriendo con una malicia inocente. Y se acercó para observarlo más de cerca. Evidentemente, parecía sorprendida de ver al joven tan demacrado y mal vestido, pero no dijo nada más.
Draco le devolvió el saludo.
-Has cambiado mucho, Pansy- comentó, aunque pronto deseó no haberlo dicho. Aquello profanaba por completo la faceta de "chico frívolo" que se ganó varios años atrás. Buscó rápidamente una forma de enmendar su error- ¿Cómo es que llegaste al Ministerio?
-¿Intentas cambiar de tema?- preguntó ella, sin dejar de sonreír. Pero decidió seguirle el juego- Bueno, siempre viene bien tener una posición privilegiada dentro del "status social".
¿Por qué le recordaba tanto a Zabini aquella respuesta¿Por qué también le recordaba a él mismo en el pasado, cuando todavía estaba en Hogwarts y alardeaba de su posición social? Tampoco le importaba mucho. Estaba allí para conseguir olvidar por un poco más de tiempo aquella época, no para pensar más en ella, pero corroboró lo que decía Pansy con un ligero movimiento de cabeza.
-Ahora me toca a mi preguntar, supongo- la joven se acercó al escritorio, quitó algunos pergaminos de un manotazo y se sentó, cruzando las piernas. La sonrisa desapareció de su rostro- ¿Por qué querías verme?
-Necesito que me prestes…-comenzó a decir él, tal y como lo había hecho ante Narcisa. Pero en esta ocasión no llegó a terminar la frase.
-¿Dinero?- adivinó Pansy, chasqueando la lengua- ¿En qué lío estás metido, Draco Malfoy?
El joven dudó un momento, pero no tardó en empezar a contarle a su ex-compañera de casa todo lo que había ocurrido desde su marcha de Hogwarts: el conflicto con su padre, su huida de la mansión Malfoy, el pacto con Zabini… Tan solo ocultó el encuentro de unas horas antes con su madre. Llevaba esperando mucho tiempo para desahogarse, y por fin pudo deshacerse de todas aquellas cosas que lo atormentaban. Al menos eso creyó al principio. Los recuerdos no tardaron en volver a su mente para seguir instalados allí. Pansy escuchaba toda su historia con interés fingido, porque sabía que podría sacar algún dato de interés de ella. Era su forma de ser. Pero Draco Malfoy necesitaba a una persona que lo escuchara de verdad, alguien que lo ayudara a olvidar y consiguiera apartarle del camino en el que se había metido. No obstante, siguió narrando con sumo cuidado lo ocurrido, ocultando todo aquello que pudiera perjudicarle en un futuro. Cuando acabó, volvió a formular la cuestión que le había llevado hasta aquel despacho del Ministerio.
-¿Me ayudarás?
-Sabes que no hago nada si no obtengo algo a cambio…- advirtió ella, meditando.
Draco asintió. La conocía bien después de tantos años juntos en Hogwarts. Incluso adivinaba qué era lo que Pansy le iba a pedir a cambio del dinero. En un principio era eso lo que había impedido que fuera a hablar con ella. Como cualquier Slytherin, era astuta y calculadora.
-¿Qué quieres?- preguntó, para confirmar sus sospechas.
Por toda respuesta ella se levantó y se acercó a él lentamente, con una sonrisa de picardía y los ojos centelleantes. Puso sus manos pálidas y suaves sobre su pecho e inclinó la cabeza hacia un lado, de forma que sus labios rozaban la oreja del joven. Entonces, eligiendo las palabras adecuadas, susurró la que sería su recompensa por ayudarlo. Luego se apartó despacio de él y aguardó su decisión.
Draco ya había pensado en eso cuando decidió enviarle la carta para hablar con ella. Si bien en ese momento no tenía muy claro si aceptaría el trato que le propondría Pansy, desde que llegara al despacho todas sus dudas se habían disipado. No parecía tan horrible, después de todo. Ambos habían cambiado mucho. Esbozó una gélida sonrisa.
-Bien- aceptó.
-Entonces hemos acabado- concluyó Pansy- Será mejor que te vayas antes de que vuelva Weasley. No convendría que nos encontrara charlando.
Se acercó al escritorio, arrancó un trozo de pergamino de uno de los documentos, cogió una larga pluma de faisán y garabateó algo rápidamente. Luego se acercó de nuevo a Draco y dejó caer el pergamino en uno de sus bolsillos.
El joven Malfoy se volvió hacia la chimenea para marcharse. Introdujo una mano en una pequeña cajita rosada para sacar un puñado de polvos flu que tiró al fuego, y dio un par de pasos hacia delante para introducirse en él. Antes de que las llamas lo envolvieran oyó a Pansy, que lo llamaba. Se giró para verla.
-El sábado a las diez- dijo ella, que de nuevo estaba sentada sobre el escritorio- No lo olvides, o…
Interrumpió lo que iba a decir al oír unos golpes en la puerta, que se abrió de par en par. Ginny Weasley entró en el despacho tambaleándose y miró casi al instante hacia la chimenea, hacia Draco. Sus miradas se cruzaron, y entonces el despacho desapareció entre las llamas.
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Comentarios de la autora (Aury): lectura voluntaria (puede contener orateces).
¡Chan¡Pansy Parkinson aparece¿Qué papel tendrá esta antigua Slyth en el ff? Ya se irá descubriendo :P Mientras tanto se pueden ir haciendo teorías… En un principio no tenía que descubrirla hasta dentro de varios capítulos, pero hice una remodelación de ideas (la primera versión del capítulo cuatro me pareció demasiado ficticia. Aunque si a alguien le apetece leerla puedo ponerla cuando acabe el ff xD). En fin, supongo que ahora ya tiene un poco más de sentido todo lo visto…Pero bueno, mejor dejo de escribir tanto, porque con todo lo que digo a final de chapter se podría hacer otro ff u.u
Toda la gente que dice "Dejad Reviews" recibe un montón, no se por qué. ¿Será porque mis ff los lee poca gente o porque los lectores son tímidos? Ahí quedará la pregunta…por si acaso, seguiré el ejemplo y diré¡Dejad Reviews, que me animan porque veo que mi historia no es tan loca como yo pensaba! O.o
Se despide
Aura
