Asesinato en la rue Liz.
Holas! Bueno, aquí me tienen con el nuevo fic, que en algún lugar comente que estaba escribiendo. Tiene algunos capítulos con algún grado de violencia… aviso, para que no haya reclamos posteriores.
Bueno los dejo.
Disclaimer: Inuyasha© no me pertenece…. Y si lo tuviera créanme que hace rato que mataba a cierto personaje algo "molesto" para las relaciones personales… jejeje…. ah, y si algún lector de Edgar Allan Poe se siente ofendido con el título, pues es solo el leve parecido y nada mas.
Prólogo.
Se podía escuchar el suave murmullo de los finos tacones sobre el frío y húmedo empedrado. Un débil farol iluminaba precariamente a la mujer que caminaba en dirección hacía él. Un grueso abrigo negro la cubría de la densa niebla que había en la calle, y el suave resplandor de una cadena de plata con una flor por medalla. Se veía su figura caminar erguida, susurrando palabras inaudibles.
La calle estaba ubicada en los suburbios de Londres. Mientras mas se acercaba al farol, miraba en dirección al cielo, nerviosa, observando con dificultad trozos de un color morado… preparando la tormenta que se desataría irremediablemente.
. Maldito Naraku, porque me tuvo que citar tan tarde –murmuraba con ira la joven mujer, dando un vistazo a la calle por la que caminaba. Estaba oscuro, y solo el farol junto a un pequeño callejón al fondo daba algo de luz… pero no ayudaba en mucho, sólo daba una luz tan tenue que hacía el ambiente mas fúnebre que cualquier cosa. Cerca del farol, a media cuadra de un pequeño callejón, había algo parecido a un bar, iluminado precariamente por un par de luces de neón rojas que escribían bar Liz. Era increíble pensar que alguien pudiera llegar a recorrer esa calle para venir a ese bar. Un par de veces, incluyendo la visita de la noche anterior había entrado, y aunque era agradable ese lugar, estaba demasiado apartado de todo. Cuando había venido era por que Naraku enviaba a alguien que le dijera cual era su próximo objetivo. El problema era la calle. La rue Liz. La calle apenas iluminada. La calle que debía recorrer para ver a Naraku en ese callejón.
. ¿Qué será lo que querrá ahora? Algún político fraudulento… no, eso es muy poca cosa, se lo dejan a la otra… -la otra… siempre tenía problemas con esa otra… era obvio el odio que se tenían, pero ella… ella era mejor que la "otra" como le gustaba decirle así para reírse de ella. Cuando comenzó con su trabajo, esa mujer le tendió una trampa y por poco la podrían haber eliminado. Pero logro superarse, y quedó mejor calificada, por saber pensar rápido en la adversidad. La llamaban la sacerdotisa oscura… cuando pequeña la habían dejado abandonada en un templo y fue rescatada por la sacerdotisa del lugar, Kaede… esa mujer la cuido y fue quien la introdujo en todo lo que era el mundo de la mafia a la que pertenecía. Mantuvo siempre su imagen protectora con ella. Y la ayudo a estudiar medicina forense, logrando mejorar su técnica para entrar a la mafia de su protectora. Pero hace algunos meses ella murió, dejándola completamente sola. Una mirada triste se posó en sus grandes ojos chocolates. Y luego viendo el lugar, se dio cuenta del lugar en el que estaba.
. ¿Será que cometí algún fallo en el caso anterior? –se preguntó algo asustada al recordar la cita con Naraku. –no, el trabajo fue perfecto. Ni siquiera salpique sangre. Los cursos de medicina forense me ayudaron… no quedo ni una marca… si me llegaran a consultar a mí, sería la única capaz de decir que pudo haber ocurrido… nadie más. –y una pequeña sonrisa de orgullo, por su excelente trabajo, se formo en su rostro.
Ya había llegado junto al farol, y a pesar de eso el pequeño callejón que se formaba ahí no tenía ninguna iluminación. Sentía su corazón palpitar con fuerza. Su instinto le decía que le convenía huir. Pero él que la llamaba era Naraku. No podía negarse, no podía marcharse. Era su jefe. No le tenía miedo, pero si al arma que él tenía. Dando un último vistazo a la rue Liz, y al débil farol, se atrevió a entrar al estrecho y oscuro callejón.
. ¿Naraku? ¿Dónde estás? –preguntó la mujer aventurándose a entrar algunos pasos más. De pronto todo el aire se escapó de sus pulmones y el corazón se le congeló. Alguien la había tomado por la espalda y le encañonaba un arma justo en las vértebras lumbares.
. Valla Kagome, creo que te encontré. –le susurró junto al oído. – sé que sabes medicina. Un solo movimiento y te dejo parapléjica, o mejor aún –y con cuidado subió la pistola, como si se tratara de una caricia hasta su cuello. –si lo prefieres tetrapléjica.
. Naraku –gimió tratando de controlar su miedo. - ¿Qué es lo que pasa? ¿Para qué me citaste aquí? –preguntó como si no estuviera siendo intimidada con un arma en su cuello.
. Veo que a pesar de tus trabajos te mantienes inocente, Kagome –le susurró lamiendo el lóbulo de la oreja. - ¿o solo lo finges para seducir? – le dijo soltando con cuidado el aliento en su cuello, mientras sentía el suave aroma de la piel de Kagome -¿Qué extraño? –dijo sonriendo al sentir escalofrío que produjo en Kagome el contacto con su lengua - Para qué te podría querer, teniéndote amenazada con una pistola calibre 9 milímetros, con silenciador, en un callejón oscuro, sin nadie que pueda a llegar oír tus sollozos lastimeros… - y se quedó en silencio mientras que su boca recorría el blanco cuello de Kagome, deteniéndose de improviso, y dándola vuelta, la tomo por los brazos, sacudiéndola con fuerza – ¡Kagome, tú no me vas a quitar lo que yo he conseguido con tanto esfuerzo de años.! – le gritó completamente fuera de sí.
. No permitiré que por que te andas exhibiendo delante del jefe me quites lo mío –le gritó empujándola con fuerza contra la pared. – es una lastima que tan buen material se valla a perder solo por esto – le susurró levantándola por el pelo.
Kagome sintió el dolor de chocar contra la pared, pero le dolió aún más el saber que había caído tan fácil en la trampa de la araña…
. ¿De que hablas? –le dijo Kagome al ser levantada y quedar encerrada entre la pared y los fuertes brazos de Naraku. Miró el rostro de Naraku, de tan perfectas formas y recordó cuando había entrado recién a la mafia y se había sentido atraída por él… todo terminó cuando lo encontró en una de las "oficinas" con Kikio "la otra", en una situación que hubiera preferido evitar. Cuando se lo comento a su tía Kaede, la mujer que la cuidó, le aconsejo que se alejara de él. Ese hombre a veces tiene costumbres muy raras y tengo entendido gusta de matar a algunas prostitutas… según dice el mismo es descendiente directo de Jack el destripador... trata de alejarte de él… si a la "vasija" (kikio) le gusta estar con él luego lo pagará… pero no te acerques a él.
Ahora esas palabras retumbaban en su mente al sentir esa boca sobre su cuello y la pistola junto a su vientre. No se podía mover, ni tampoco alcanzaba su rodilla, para sacar el cuchillo, solo podía quedarse quieta y no provocarlo.
. ¿Qué pasó sacerdotisa oscura? –le preguntó con burla –me vas a decir que no te gusta esto… aún recuerdo cuando me viste con Kikio… y las miradas de deseo que me dabas antes de eso –le susurraba. – ¿o qué? –pero Kagome seguía manteniendo el silencio, mirando a la pared del fondo sin inmutarse. Como se pudo dar cuenta de lo que sentí… y aún más… darse cuenta de que lo vi con Kikio pensaba -¡respóndeme maldita sea! – le gritó Naraku. Luego viendo a donde dirigía su mirada le susurró -¿qué pasa? ¿ahora te gusta la pared? Pues ve con ella –le gritó mientras la tiraba contra la pared
. Ahh –un quejido de dolor escapó involuntariamente de sus labios y se quedó sentada en el suelo mirando co rencor a Naraku.
. No, no, no… Kagome ¿como es posible todo esto? –le dijo al acercarse junto a ella –no creo que me quieras hacer sufrir, quedándote junto a la pared, ven párate –le dijo extendiéndole la mano. Pero Kagome solo lo miró y comenzó a sacar la cuchilla de su rodilla con cuidado... no se podía dar cuenta de lo que hacía.
. No creo que te atrevas Kagome –dijo una voz detrás de Naraku. Ambos se voltearon a ver y una mujer se agacho arrancando de las manos el cuchillo. – te dije Naraku que lo mejor era que yo vigilara, por poco y ésta –dijo despectivamente –te hubiera cortado.
. No me gusta que se metan en mis asuntos Kikio… - y luego desviando la mirada a Kagome – valla sacerdotisa… creíste que me ibas a atacar. Entonces no me queda mas que revisar que no tengas nada mas escondido que me pueda dañar –le dijo con una mirada cargada de deseo. – Kikio… por favor vigila desde el comienzo del callejón –pidió con amabilidad fingida.
. Está bien…. Apúrate por favor. –dijo irritada Kikio mientras se dirigía a la salida de callejón.
Con una mirada fría Naraku miró por completo a Kagome… estaba tendida en el suelo con ese grueso abrigo negro que ocultaba un poco sus formas, pero alcanzaba a ver parte de sus piernas. Su rostro pálido con un poco de rubor producto del frío y los ojos con algo de temor. Una imagen perfecta que solo lograba aumentar su deseo. Con cuidado extendió su mano para comenzar a tocar desde el cuello.
. Por favor Naraku… no hagas esto –gimió Kagome con los ojos suplicantes. Pero Naraku la quedó mirando con una mezcla de deseo y furia.
. ¡No te atrevas a ordenarme! –le gritó, con ambas manos la tiró del pelo, arrastrándola un poco mas adentro del callejón. –tú, mi querida Kagome, te quedarás en silencio, ¿entendido? –le dijo acercando su rostro, quedando a algunos centímetros. Pero Kagome no le respondía, solo lo miró de forma suplicante.
. ¡Respóndeme! –gritó Naraku sacudiéndola por los hombros. Un suave quejido de dolor escapó de los labios de Kagome, pese a los esfuerzos por no mostrar ninguna señal de dolor. El rostro de Naraku se deformo en una sonrisa cruel. –valla... así que te gusta de la forma dolorosa... entonces supongo que te gustará así. –y con fuerza la coloco de pie y le sacó el abrigo negro, dejándola solo con el fino vestido negro que llevaba. Era hasta las rodillas y se abotonaba por delante. La fina cadena de plata brillaba sobre la tela.
. Qué lindo vestido –le susurró Naraku. Con sus manos ásperas le empezó a acariciar desde las rodillas, subiendo lentamente, haciendo que fuera una lenta tortura para Kagome, que no pudo evitar que un sollozo escapara de sus labios. –¡no llores puta! –exclamó enojado Naraku. Kagome aprovechó el momento y con fuerza lo empujó, tratando de soltarse. Naraku reaccionó y la tomó por los brazos, tirándola de nuevo contra la pared, cayendo pesadamente al suelo.
. ¡Qué te crees maldita puta! –y le da una puntapié en las costillas – ahora te vienes a hacer la virgen santa cuando te veía coqueteándole al estúpido de Hakudoshi.
. ¿Qué? –murmuró adolorida Kagome. –¡yo nunca le he coqueteado a Hakudoshi! –le gritó fuera de sí... quizás pudiera aguantar todos los golpes que quisiera, pero no iba a tolerar que inventaran mentiras acerca de ella.
. ¡no me respondas de esa forma! –gritó tirándola de nuevo contra la pared. Un grito de dolor salió de la boca de Kagome. Podía sentir como al chocar contra la pared sus costillas habían crujido... tal vez se pudo romper alguna. Su mente trabajaba acelerada... no le convenía ponerse de pie si alguna costilla se rompió, podría perforarse un pulmón y eso la podría matar. Mejor quedarse en el suelo y en el momento preciso poder huir. Había visto algunos palos en la entrada del callejón, con uno de ellos podría golpear a Kikio y luego ir por ayuda al bar Liz.
Las piernas le temblaban, y sentía que el corazón se le escapaba del pecho. Naraku había sacado una navaja pequeña y se acercaba con una sonrisa cruel.
. Mi pequeña sacerdotisa –le murmuró junto al oído –antes de que mueras te permitiré saber lo que es el placer carnal... sería cruel de mi parte permitir que una belleza como tu muera sin disfrutar del sexo. – mientras que con parsimonia le empezaba a levantar nuevamente el vestido, ante la mirada aturdida de Kagome. ¿Qué es lo que me va a hacer esta bestia?... por favor que se aleje... que no me toque... si espero un poco quizás sea más fácil escapar... Su mente seguía pensando en como huir, hasta que sintió el frío de la navaja recorrer la piel de sus piernas. Era como una suave caricia, pero una caricia era tierna, y todo esto estaba alejadisimo de ese concepto. Sintió un escalofrío de terror al sentir la navaja en la zona cerca de su ingle. Con este gesto Naraku sonrió socarronamente, creyendo que ahora podría hacer lo que quisiera, así que con destreza cortó los bordes de la ropa interior, rompiéndola por completo, y despojándola con fuerza de los restos.
Con fuerza la da vuelta colocándola en cuatro, logrando que la desesperación invada por completo a Kagome. Un quejido de dolor se le escapa... en ese mismo momento se pudo dar cuenta de que se había roto al menos un par de costillas. La sujetaba con fuerza por los hombros y sentía su aliento desagradable en la espalda. No se había dado cuenta en que momento Naraku se había bajado los pantalones, ya que ahora sentía la firmeza de su miembro rozarla sin poder evitarlo. Gruesas lagrimas resbalaban por su rostro, tratando de no mostrar su dolor a Naraku. No permitiría que se regocijara con su sufrimiento.
Hasta que pudo sentir a Naraku intentando entrar en ella de mala forma.
. ¡No! ¡Detente! Ahhhh! –gritos de terrible dolor se podían oír en el callejón. Mientras que Naraku sonríe con los gritos, penetrándola con más fuerza, logrando que Kagome gritara más y más. En un momento de éxtasis para Naraku la suelta sujetándola de las caderas, permitiendo que Kagome se apoyara bien en el suelo.
Es mi momento de huir piensa Kagome. Y con fuerza sobrehumana se coloca de pie con Naraku aún dentro de ella, arrancando un gemido de dolor de Naraku, quien se separa de ella rápidamente.
. ahh...- otro quejido de dolor se le escapa a Kagome, podía sentir las costillas clavándosele en el pulmón derecho y también a Naraku se colocaba de pie para seguirla... demonios, y aún me falta Kikio... Logrando llegar apenas a la pared, volteó a ver a Naraku que aún estaba en el suelo quejándose de dolor.
. Para que aprendas maldito –murmuró con odio Kagome. Avanzo algunos pasos afirmándose de la pared, sentía los oídos tapados y un persistente dolor en la cola, el solo recordar que Naraku era el culpable le provocaba nauseas.
Hasta que sintió que le tocan el hombro con cuidado. Y por enésima vez en la noche la recorrió un escalofrío de verdadero terror. Cerró los ojos con fuerza, como si de ese modo fuera a despertar de esta pesadilla, en su habitación en el templo, tranquila en su cama.
Pero las manos grandes de Naraku apretaron con fuerza su hombro, obligándola a abrir los ojos.
. Maldita perra, crees que te voy a dejar escapar así como así. Tu no vas a pasar de esta noche. –le susurró, acercando su boca hasta un par de centímetros de los labios de Kagome. Con fuerza le dio un beso mordiendo sus labios y metiendo a la fuerza su lengua en la boca de Kagome. – lamento tanto que todo esto halla sucedido así. –dijo con tono fingido. – si no me hubieras descubierto aquella vez con Kikio, creo que te hubiera terminado de seducir y todo habría sucedido de otra forma. –luego viéndola directo a los ojos con una sonrisa irónica –pero de todas formas te hubiera tenido que eliminar... eres demasiado buena, y no quiero que mi jefe descubra que la que realizaba todos los encargos de manera excelente era una mujer y no yo, como siempre le dije a él. Nadie sabe aparte de Kikio y yo que es lo que tu hacías. El resto de las personas solo sabían que tenías que hacer cosas para mí, pero nadie sabe qué exactamente. Así que aunque el jefe se llegara a enterar de tu existencia, yo le puedo decir que simplemente eras mi puta privada y nada más... y tu vida pasará al olvido y yo seguiré siendo el mejor delante del jefe. Ahora –le susurró en el cuello – ¡vas a pagar lo que me acabas de hacer! –le gritó. Con fuerza la tomó por el cuello y la comenzó a estrangular, sacudiéndola y apretándola contra la muralla.
. No! –trataba de decir Kagome, luchando contra las grandes manos de Naraku en su cuello. El aire le empezaba a faltar y quedó sumida en un estado semiconsciente; se mantenía de pie, pero no reaccionaba.
. ¡Maldita! ¡Reacciona! ¡te quiero consciente del dolor! – y la empieza a empujar contra la pared. Enfurecido le da un puñetazo en la nariz, rompiéndosela y haciendo que sangrara con fuerza. Por el dolor, Kagome empezó a reaccionar, sin poder evitar que mas lágrimas de dolor y de rabia recorrieran su rostro. Estúpida se repetía mentalmente porque no trabajé como laboratorista con la tía Kaede... así al menos podría seguir con vida, y no habría sido la esclava de alguien como Naraku. Sabía que ya no tenía escapatoria, pero si iba a morir lo haría con la frente en alto y no dejaría que Naraku viera su dolor.
. Veo que ya reaccionaste. –le dice con una mirada cargada de lujuria. –pues terminaré de enseñarte lo que es el placer. –y con fuerza le tira el vestido, haciendo saltar casi todos los botones que tenía. Asombrado queda mirando la hermosa figura que tenía entre sus brazos, haciendo crecer su deseo. Deslizando la navaja entre los suaves pechos de Kagome llega el centro del sostén y lo raja, haciendo un pequeño corte entre ambos. Y con avidez empieza a lamer la poca sangre que salió de la herida.
. Que dulce es tu sangre... y tu piel es tan suave –susurró Naraku contra su boca. – ahora vas a conocer el verdadero placer –y con nuevos bríos la comienza besar, y aunque Kagome no le corresponde, Naraku se encarga de morder sus labios y tocar por completo su delicada figura. Kagome no podía reaccionar, sus lágrimas de dolor surcaban el rostro manchado de sangre, pero que mantenía parte de su gracia.
. Oh, por Kami, ¿cómo es posible que de este modo valla a acabar mi vida? Siendo abusada y luego asesinada... esto es un castigo por haber matado a tantas personas... si yo las mate con dolor, a mi me tocó el doble. Si mi pobre tía Kaede estuviera viva, sufriría tanto con mi muerte. No voy a mostrar mi dolor, moriré dignamente, después de todo, una asesina tiene su dignidad. – pensaba Kagome, viendo que la muerte era lo único que le esperaba.
. Kagome me encantas, es una lastima que te tenga que matar, por que si no te tendría solo para mí, por siempre. –murmuraba mientras lamía la piel suave del cuello. Con fuerza tomó a Kagome por las piernas, dejándola a su altura y sus sexos rozándose descaradamente. –¿sientes como me tienes Kagome? todo esto es solo por ti.
. No... ¡NO! déjame –empezó a gritar Kagome desesperada, cualquier cosa pero no quería perder su virginidad con un monstruo como Naraku, eso no. Con fuerza trataba de afirmarse de los hombros de Naraku, evitando que la llegara a penetrar. No sentía los dolores de las costillas, prefería morir con un pulmón perforado que morir siendo tocada por alguien como Naraku.
. ¡Maldita perra, déjame meterme en ti! –gritaba Naraku, forcejeando con Kagome.
. ¡No! Suéltame, prefiero que me mates y nada más. –chillaba Kagome rasguñando los hombros de Naraku.
. Puedes olvidarte de eso. – y con fuerza la empezó a empujar contra él mismo. Pero Kagome no se detuvo y siguió forcejeando. Hasta que en el frenético movimiento sonó un golpe hueco. Un fuerte quejido de dolor, seguido de un denso silencio invadió al oscuro callejón.
. Maldita puta. –susurró con rabia Naraku, votando sin cuidado a Kagome contra el suelo. – si te hubieras quedado quieta no te hubieras pegado en la cabeza... imbécil. –y dándose una vuelta, le da una última patada en las costillas, y de un pie la arrastra por el suelo, completamente desnuda hasta un poco mas cerca del comienzo del callejón. Tomando sus pantalones se los coloca mirando todo el tiempo a la delgada figura algo ensangrentada. Vuelve un poco a recoger el abrigo y se acerca hasta Kagome.
. Bueno, cariño, creo que esto va a ser todo –y le da un pequeño beso, para luego reírse un poco. –supongo que en el infierno nos volveremos a encontrar, y terminaremos todo esto... ahora no me queda más que terminar todo esto con Kikio... una lastma... te prefería a ti.–y dando una última mirada lujuriosa toma el abrigo y la cubre con él tapándola y acomodándola para que quedara sentada, apoyada en la pared. –espero que no te de frío, no me gustaría que te resfriaras. Jajajajja. Adiós. – y se levanta mirando por última vez a Kagome. En eso llega la fina figura de Kikio que lo queda mirando algo enojada.
. Valla, era necesario tanto escándalo, es una suerte que esta calle este siempre vacía. – y dándole una mirada al cuerpo de Kagome vio el pésimo estado en el que se encontraba. Y con asombro ve que aún respira. – creo que no está muerta aún. –Naraku le da una mirada a Kagome y una chispa de compasión cruza por sus ojos.
. Termínala, mátala, te espero en el auto... apúrate. – y con una última vista del cuerpo ensangrentado se va, perdiéndose entre la niebla.
. Valla Kagome, creo que fuiste una buena enemiga, no... en realidad fuiste un estorbo... sólo al estúpido de Naraku se le ocurre violar a una mina que es virgen. Pero no importa, ahora puedo estar tranquila... fue una suerte de que pudiera convencer a Naraku de que si te descubrían corría peligro, porque de inmediato me apoyo en la idea de eliminarte. – y con cuidado se agachó quedando a la altura de Kagome, y con sus finos dedos le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. – espero que alguien te encuentre... no será agradable que te pudras en la calle. – y con la mirada fría se levantó, sacando una pequeña pistola se alejo un poco. –bueno... adiós maldita puta... –y disparó al cuerpo de Kagome. Con pasos presurosos se alejo del oscuro callejón dejando a Kagome en medio de las tinieblas... y una suave lluvia empezó a caer, como si el cielo llorara de dolor.
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El ambiente era agradable dentro del bar, un tibio calor invadía todo, y no había muchas personas... ha decir verdad no había personas a excepción de él, estaba vació, una mujer ya mayor estaba tras el mesón y limpiaba con insistencia una mancha de liquido sobre la oscura madera. Pero sus pensamientos se desviaban involuntariamente a los recuerdos de aquella misteriosa mujer que vio el día anterior en el bar. Su figura delicada, su nívea piel, sus expresivos ojos color chocolate, con sus tupidas pestañas... solo la vio unos minutos y quedo obsesionado con ella.
. Que tonto eres, Inuyasha... cómo se te ocurre que vas a ver dos veces a la misma mujer, dos días seguidos. Además que con el tiempo que hay, tú debes ser el único tonto al que se le ocurre salir... y después mojarse entero. Lo mejor que puedo hacer es pedirle a Bankotsu que investigue y tal vez la encuentre...- y dándole remate al último trago que le quedaba del whisky, se paro dejando una propina en la mesa. –adiós Urasue. Quizás mañana venga de nuevo.
. Bueno, lo estaré esperando Señor Inuyasha. –dijo dándole una reverencia.
Sacando un paraguas algo viejo de la canastilla, salió al exterior, un escalofrío recorrió su columna. Con una mano se arreglo el cuello, subiéndolo para cubrirse las orejas del frío. Miró el viejo farol que iluminaba precariamente el paso a un callejón.
. Debo pedirle a Bankotsu también que hable con el alcalde para que repare las iluminaciones... –pero se quedó en silencio. Con algo de gracia movió su nariz en distintas direcciones tratando de sentir nuevamente el suave olor que había sentido hace unos segundos. –ese olor... es el olor a... ¡pólvora! – era un olor al que estaba acostumbrado, pero no pudo evitar que un gesto de asombro invadiera su rostro... que supiera "la mafia" no operaba en esta zona. Era más en el centro de la ciudad. No aquí.
. Por donde viene el olor... –Inuyasha estaba empezando a desesperarse, y un extraño latido se apodero de su corazón. Sentía un miedo y no podía saber a que era... y él nunca tenía miedo. Se había acostumbrado y simplemente ya no le importaba... a diario exponía su vida en un juego peligroso y sabía que en cualquier momento podía perder el juego y su vida llegaba hasta ahí. Así que nada le provocaba miedo. Tenía demasiados enemigos como para vivir asustado.
. Desde el callejón –y con pasos rápidos se dirigió al oscuro callejón. Su nariz se volvió a mover... un nuevo aroma había logrado descubrir. – sangre...- y su corazón dio un vuelco, podría ser un asesinato, o un suicidio... Con cuidado sacó la pequeña linterna que siempre traía en su llavero y de la parte de atrás de los vaqueros sacó una pistola pequeña pero potente. La suave luz iluminaba un poco mas adelante provocando tétricas sombras.
Una extraña figura apareció ante sus hermosos ojos dorados. Estaba sentada en el suelo, con la cabeza inclinada hacia su pecho, cubierta con un abrigo negro grueso...
. Ese abrigo... ¿Donde lo he visto antes?- ¿te encuentras bien?... Oye, ¿sucedió algo.? – pero no escuchaba respuesta, y un frío recorrió su espalda. Rápidamente se agacho y trató de mirar a la persona que estaba en el suelo. Y su vista se fijó en una gruesa mancha en la zona del vientre. Era sangre. Con manos temblorosas levanto el rostro desde el mentón, y ahogó un grito.
. ¡Tú!... – oh, por Kami, es ella.
;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-; Continuará;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-;-;
bueno, hola a todos! Este era mi nuevo proyecto... hace mucho tiempo que lo tenía, pero con la vuelta al colegio... pues no tenía tiempo para escribir, y además que el tema de la violación de Kagome me traía complicada... pues no sabía como describirla. Así que primero que todo le quiero dar las gracias a mi querido Potro, que fue el que me ayudo con todas las escenas de la violación, y que además me dijo que le gustaba la historia... así que mil besos para él.
Y también mil gracias a mi amiga Clarice que fue la persona que me ayudo con la inspiración... jejejej aquí está el fic y espero que te guste.
En realidad la historia a mi me encanta y creo que es una de las mejores ideas que he tenido en el último tiempo... así que me comprometo a tratar de actualizar pronto...jejeje obligada a dejar de ir al pool a jugar. Me hice adicta y ahora no puedo parar.
Bueno besos a todos! Y espero sus reviews... no les cuesta nada dejarlos...
Con cariño...
Atte. Piri-chan.anti-kikio (muerte a la maldita!)
