Hola, bueno aquí les traigo el nuevo capítulo de este fic. Creo que hubo gente a la que le gustó, y nadie me reclamo por la violencia. Lo que si me dijeron es que les daba pena Kagome... pues no se preocupen, por que no la voy a dejar así, ya llegará su momento... jejeje –risa malévola.
Disclaimer: Inuyasha y © no me pertenecen en lo absoluto, por que serían muchas cosas distintas... jejeje.
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Un suave resplandor la rodeaba, y se sentía tranquila... extrañamente tranquila, ¿qué era todo esto? ¿Dónde estoy? Una suave punzada de dolor en la cabeza le hizo rechazar la idea de recordar algo. ¿Estaré muerta? ¿Debería estar muerta? ¿Cómo se me ocurre algo así? Las preguntas rodeaban su mente, pero una gruesa niebla le impedía recordar las respuestas. Sentía a alguien junto a ella, pero no lograba ver nada... ¿quien está ahí? Preguntó. No obtuvo respuesta, pero en cambio, esa presencia se vio fortalecida y un suave resplandor dorado la relajó, como nunca hubiera podido imaginar. Hasta luego. Y se dejo embargar por esa dulce tibieza que la rodeaba.
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Estaba sentado en ese duro suelo desde hace casi una hora, mirando esa delicada figura, y en general las últimas ocho habían sido las más fuertes que recordara.
.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-. Flash Back.-.-.--.-.-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.
. ¡Tú! –Oh, por Kami, es ella. Era la mujer que había visto en el Bar Liz, la extraña y hermosa mujer que había estado la tarde anterior unos momentos, refugiándose seguramente de la lluvia que caía en la calle.
Una gruesa mancha de sangre cubría la parte del vientre, su rostro también estaba manchado de sangre, y caían algunas gotas del rojo líquido desde la punta de la nariz, parecía que le habían golpeado con fuerza, y se la habían roto, pero a pesar de eso, su rostro mantenía esa belleza que había descubierto la noche anterior.
Con manos temblorosas, tomo el borde superior del abrigo para retirarlo, pero al sacarlo por completo, no pudo evitar que un rencor profundo naciera dentro de él. ¿Cómo pudo alguien hacerle algo así a un verdadero ángel? Su cuerpo era hermoso, una figura realmente perfecta, a pesar de las heridas, a pesar de la extraña forma de sus costillas. Y en ese momento reaccionó. Con su propio abrigo la cubrió, su abrigo estaba seco y el de ella húmedo, la lluvia la había mojado, y estaba desnuda. No podía permitir que estuviera peor de lo que ya estaba, por que a pesar de que aún no le tomaba el pulso, o ver si respiraba, sabía que estaba viva.
Sin quitarle la vista de encima sacó del bolsillo trasero de sus jeans un celular y marcó un numero con rapidez.
. ¿Aló? ¿Miroku? Envía a Hashi, en la "silenciosa" encontré a una mujer, en pésimo estado, prepara todo para recibirnos. –dijo todo con una calma absoluta que estaba muy lejos de sentir.
. ¿En la "silenciosa"? –preguntó por el otro lado asombrado Miroku. -¿en qué lugar están?
. Estamos en el callejón junto al bar de la vieja Urasue. –la voz de Inuyasha empezaba a ponerse más tensa. Miroku comprendiendo la gravedad respondió rápidamente.
. Está bien, ya envié a Hashi en la "silenciosa" en unos minutos está allá. ¿Qué pasó? Creía que la mafia no operaba en esa zona... ¿o fue un ajuste de cuentas de alguien fuera de la mafia?–pero se quedó con las palabras en la boca, al ser cortado por Inuyasha.
. ¡Demonios! ¿Qué fue lo que te ocurrió? –su desesperación era enorme. Con cuidado se acercó al delicado cuerpo, y con un fino pañuelo que tenía bordado el nombre de una mujer, empezó a limpiar el rostro de la misteriosa mujer. La sangre aún no estaba seca, eso quería decir que hace poco la habían atacado. Pero no había oído ningún disparo, o algún grito nada... o sea que la mujer quizás sabía a lo que se enfrentaba, o la atacaron con rapidez, sin darle tiempo para nada... también las conclusiones le daban a entender que todo esto fue premeditado, por que lo hicieron discretamente, estaba todo preparado.
Su cerebro funcionaba con rapidez elaborando hipótesis, su lado detectivesco se aceleraba con la presión, cuando el sonido de unos pasos llenó el silencio del callejón. Una figura algo gordita apareció acarreando una extraña maleta. Al llegar junto a Inuyasha se detuvo, haciendo un intento de reverencia.
. Rápido, déjate de tonteras. Ve el estado de la mujer, yo abro la camilla.
. Sí, Inuyasha-sama. –dijo mientras Inuyasha le arrebataba de las manos la maleta, abriéndola con cuidado, pero rápido. Hashi aprovechó para arrodillarse junto a Kagome y tomar su muñeca, buscando alguna señal de pulso. Luego con cuidado comenzó a retirar el abrigo, quedando algo aturdido, al ver que la mujer estaba desnuda.
. ¿Qué haces? Rápido, no quiero que le pase algo! –susurró enojado Inuyasha, con una mirada capaz de matar a alguien. Con fuerza le extendió la camilla, esperando a que tomara a la mujer.
. Señor –murmuró mirando al suelo Hashi –puede usted tomar a la mujer, es que es algo pesada al estar inconsciente y no me la puedo.
. Sí, si lo que sea –y se agachó tomando con cuidado a Kagome, como si se tratara de un preciado tesoro, que con el mínimo movimiento se pudiese romper. La depositó en la camilla, y mientras Hashi empujaba la silenciosa camilla, Inuyasha iba caminando presuroso junto a ella, con la mano sobre la delicada de ella, y el pañuelo ensangrentado en la otra. Al llegar al extraño furgón que había estacionado en la calle cercana a la Rue Liz, se detuvieron. Hashi corrió a abrir las puertas traseras y meter con cuidado, y con la ayuda de Inuyasha, la camilla.
. Inuyasha-sama, el estado de la mujer es gravísimo, mejor que usted maneje, mientras yo trato de estabilizarla. –le dijo serio, al tiempo que tomaba algunos elementos para verificar los daños.
. Está bien –le dijo con los ojos cerrados, como conteniendo un suspiro, pero al abrirlos había un fuego dorado en sus ojos –pero si le pasa cualquier cosa, yo me las cobrare. –susurró finalmente, destilando una suave amenaza.
. Sí Inuyasha-sama, tenga por seguro de que ella se va a mejorar. –dijo con miedo, mientras dándole una última mirada asustada a Inuyasha cerraba las puertas.
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Al llegar a la clínica, estacionó junto a la entrada trasera, donde un joven hombre esperaba de pie. Era alto, y estaba vestido con una bata blanca y por debajo se asomaba el típico traje de color verde agua. Sus ojos azules profundos brillaron al ser iluminados por la luz del furgón. Se movió algo inquieto en la entrada, al ver la mirada dura e impenetrable que tenía Inuyasha. O sea las cosas andaban demasiado mal, pues siempre mostraba, aunque fuera, una sonrisa arrogante, o el ceño fruncido. Pero ahora no revelaba ninguna emoción.
. ¿Qué fue lo que sucedió? –preguntó Miroku, mientras caminaban para ayudar a Hashi a sacar a la mujer.
. Salí del bar de Urasue, cuando sentí un suave olor a pólvora, y al acercarme vi a alguien...
. Esta mujer –interrumpió Miroku.
. Sí –dijo Inuyasha mirando enojado a Miroku por interrumpirlo. –estaba tendida en el suelo, cuando le hablé y no me respondió me di cuenta de que algo malo pasaba. Al sacarle el abrigo me di cuenta que estaba desnuda...
. ¿Desnuda? –volvió a interrumpir Miroku.
. Sí, y vi la herida de bala que tenía en el vientre, al parecer no sangraba mucho, y te llamé de inmediato. Al parecer por la sangre que le salió de la nariz, el ataque fue reciente, ya que estaba fresca. –en el tiempo que Inuyasha le contaba todo esto a Miroku, ya estaban en uno de los cubículos de emergencias.
. Bueno, eso es bueno, quizá la podamos salvar. –dijo Miroku mientras caminaba junto a la camilla. Inuyasha se quedó de pie y Miroku lo miró extrañado. - ¿Qué ocurre?
. No me digas que "quizá" la salvas... la vas a salvar, aunque te cueste la vida... ¿escuchaste? –pronunció amenazador. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Miroku. Comprendió que esta no era una simple mujer, y estaba consciente de que tendría que hacer todo por ella.
. Sí Inuyasha. Lo entiendo. No te preocupes, por favor espera aquí afuera. –y dándole la espalda se retiro con la camilla, mientras llamaba por una especie de walkie-tokie a varias enfermeras.
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Su mirada dorada vagaba por toda la sala de espera, en ese sitio lo conocían casi todas las personas, era amigo de Miroku y era común verlo en ese lugar, seguramente esperando a que saliera Miroku de alguna operación de urgencias. Harto de esperar, se puso de pie y se dirigió a la cafetería. Llevaba esperando dos horas por ver salir a Miroku de la sala de urgencias, pero no pasaba nada.
Al llegar a la cafetería reconoció sentada en una mesa a una mujer de alta cola de caballo, de un suave castaño, con una bata blanca. Se acercó sigilosamente, pero antes de lograr llegar hasta ella fue interrumpido por su suave voz.
. Hola Inuyasha-sama. –le dijo aún dándole la espalda a Inuyasha.
. Demonios, ¿cómo me pillas siempre? Si tu fueras mi enemigo estaría frito. –dijo apesadumbrado, mientras se sentaba en frente de la linda muchacha.
. Pues no lo sé, simplemente estoy acostumbrada a que Miroku haga lo mismo, y los puedo sentir fácilmente, Inuyasha-sama- le dijo remarcando las últimas palabras. Una escrutadora mirada le dirigió la mujer, examinando su ropa algo húmeda, el brilloso cabello negro, junto a esos penetrantes ojos dorados. Sus duras facciones mostraban algo de cansancio (creo que esto responde a las dudas, es humano). Una sonrisa arrogante escapo de su rostro, enseñando sus algo desarrollados colmillos.
. Sango, no me mires de esa forma... nunca engañaría a un amigo. –le dijo riendo a carcajadas. Una expresión de enojo cruzó su rostro.
. Nunca engañaría a Miroku, Inuyasha-sama –dijo dándole una sonrisa de victoria.
. Deja de decirme Inuyasha-sama. Sabes que ni tú ni Miroku me tienen que decir así. Solos los otros inútiles que me acompañan. –dijo cerrando los ojos enojado.
. Esta bien Inuyasha, pero deja de molestarme... además... no todos los que te acompañan son inútiles. Recuerda que Bankotsu la última vez se arrojo sobre ti salvándote en el último momento.
. Si lo sé, esta bien, él no es un inútil, pero los demás sí. –dijo dándole punto final a la conversación. Sango entendió y dejo de presionar.
. Inuyasha, si quieres te invitó a un café –dijo mientras se ponía de pie para ir a buscarlo.
. Está bien, lo acepto. –dijo con aire derrotado, cómo si un gran peso volviera a caer sobre él. Sango le dirigió una mirada extrañada y se retiró sin decir nada.
. Toma, un café puro, sin azúcar ni sacarina. – dijo extendiéndole una taza humeante.
. Gracias – y se la llevo a los finos labios. –ahh... que exquisito, sin duda tu café hasta ahora es el mejor que he probado. –le dijo sinceramente. Luego cerro sus ojos dorados y descanso la mirada unos instantes.
. Inuyasha, te ves realmente mal, ¿a quien trajiste herido esta vez?
. Esta vez traje a una mujer que encontré cerca del bar Liz. Le dispararon en el vientre y le golpearon el rostro, también parecía que tenía rotas unas costillas. –su rostro se ensombreció profundamente.- cuando la encontré estaba desnuda, tal vez la hayan violado, o quizás qué otra cosa.
. Valla, pobre mujer. –pero al ver el rostro de Inuyasha comprendió que había algo que no sabía. –Inuyasha, no te preocupes por ella, estoy segura de que Miroku la va dejar restablecida, ya vas a ver, en unas horas ella te va a decir quien le hizo todo esto, y tú te podrás encargar de todo. –dijo dándole apoyo. Por algo era una excelente sicóloga. Luego intentaría averiguar quien era esa mujer para Inuyasha, qué supiera (y sabía bastante) Inuyasha no confiaba en nadie, y mucho menos en su posición, el crimen en Londres era muy silencioso, y difícil de localizar, si se confiaba solo un poco, le podía pasar cualquier cosa, y él estaba consciente de eso.
. Sí, espero que se restablezca pronto y pueda saber qué fue lo que pasó.
. Bueno Inuyasha, lo lamento pero tengo que ir a ver a una pequeña que trajeron por violencia... – y se quedó en silencio, recordó que a la madre de Inuyasha la mató su propio padre en un ataque de celos al verla con uno de sus ayudantes. –este... bueno adiós Inuyasha, no te preocupes. –y se retiró veloz de la cafetería.
Cuanto detestaba que la gente hiciera eso, qué le diera miedo enfrentar al pasado de otras personas... si hubiera estado en los zapatos de su padre quizás no la hubiera matado, estaba seguro de que se querían, pero su padre era demasiado celoso, lo que él hubiera hecho era... pero su mente se quedó en blanco, nunca había vivido una situación así, nunca había tenido a una mujer a la cuál celar... y si la tuviera, tal vez sería igual que su padre... una imagen cruzó su mente vertiginosamente, imaginó a la misteriosa mujer que salvó, con su ayudante Bankotsu, y una ira lo invadió, quizás si hubiera reaccionado igual que su padre... pero no matando a su mujer, si no que al maldito traidor. Trató de relajarse, y tomando el último sorbo de café se puso de pie y se devolvió a la fría sala de espera.
Sentía el cuerpo pesado del cansancio, pero no tenía sueño, sentado en el suelo, en un rincón, con las piernas cruzadas, miraba a las pocas personas que había en las sillas metálicas. En eso aparece Sango por uno de los pasillos que daban a los ascensores.
. Toma Inuyasha, no es bueno que te quedes con esa ropa húmeda. –dijo extendiéndole una bata blanca y el típico traje que traía Miroku, verde agua. Sango le hizo un guiño. –creo que así podrás entrar a ver a la misteriosa mujer. –y como vino se fue, dejando a un asombrado Inuyasha con las ropas en las manos.
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Estaba en el amplio baño que había para los pacientes, y entrando en uno de los cubículos, colgó toda la ropa que le pasó Sango, y con rapidez se desnudo, dejando expuestos al frío sus duros y entrenados músculos, había algunas marcas de cicatrices en todo su pecho, pero eso solo le daba más atractivo a su cuerpo. Se vistió tan rápido como pudo y salió al baño, vio su reflejo y parecía un medico cualquiera, pasaba desapercibido, con una sonrisa radiante salió al pasillo, y sacó de un bolsillo la mascarilla a juego que le ocultaba parte del rostro.
Había esperado un poco más de tres horas y ahora podría saber en que estado se encontraba la mujer.
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Con cuidado abrió la puerta, mirando a todos lados, viendo que nadie lo descubriera. Al entrar, supo que lo mejor hubiera sido seguir esperando afuera, todos estaban tan ocupados trabajando que nadie se dio cuenta de su presencia. Su mirada horrorizada veía a la frágil mujer llena de tubos para respirar y con varias intravenosas, por las que entraba sangre y suero. El médico que estaba en el centro era Miroku, y se le veía trabajar afanado, aunque de forma rápida miró directo a los ojos a Inuyasha e hizo un gesto de desaprobación, y siguió trabajando. Su traje verde estaba manchado de sangre. Pero lucía algo alegre. La esperanza nació en el pecho de Inuyasha y decidió quedarse sentado en el suelo en la típica posición que le caracterizaba, cruzado de piernas y mirando fijamente su objetivo.
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En lo que le pareció una eternidad, vio al fin a Miroku depositar una última aguja en la mesa de utensilios y dirigirle una mirada animada. Cuando la última enfermera terminó de guardar todos los implementos, le dirigió una mirada sombría a Miroku y le dijo:
. Doctor Miroku, viendo el estado en el que llegó la paciente lo mejor es que le haga un chequeo completo, lo más seguro es que la hayan violado. Lo que impresiona es su capacidad para restablecerse, ya no necesita la intravenosa, ni tampoco el ventilador mecánico.
. Sí, tienes razón Rin, a este paso tal vez este consciente en un par de días. Por lo del chequeo no te preocupes, yo lo hago... puedes retirarte. –dijo Miroku de forma amable. Sabía que Rin había sufrido un historial de violencia al interior de su familia, gracias a su padrastro. Al verla retirarse finalmente le dirigió una mirada obvia a Inuyasha.
. Sé que tú puedes enfrentar el tema de tu pasado con demasiada facilidad, pero debes entender que no todos pueden hacer lo mismo. –dijo recargándose en la pared, quedando sentado junto a su amigo de mirada ambarina. Conocía la forma en que Inuyasha enfrentaba el tema... directo. Y esperaba que el que se lo mencionara lo hiciera de igual forma, por algo se llevaban tan bien, lo conocía demasiado.
. Sí, lo tengo claro, de todos modos no es lo mismo... a mí, mi padre nunca me maltrató, me hablaba fuerte y golpeado, me preparaba para la vida, pero nunca me golpeó. Si hizo lo que hizo, fue por que mi madre... mi madre lamentablemente se lo buscó. Esta chica... Rin –dijo con algo de dudas –tuvo otra vida, ella si lo sufrió y puedo entender que lo quiera ocultar. –dijo cerrando los ojos cansadamente. Miroku estaba asombrado, sabía que su amigo tenía una forma de ser muy especial, era muy arrogante, y divertido, le gustaba molestar. Pero lo asombraba escucharlo hablar así de maduro.
. Sí, tienes razón Inuyasha –y luego recordando algo se puso de pie y se acercó a la cama de la mujer. Recogió algo con cuidado y se volvió a sentar junto a Inuyasha. – Mira ¿Crees que signifique algo? –dijo extendiéndole la mano. Era una especie de medallón de plata que tenía la forma de un lirio (liz en francés) muy hermoso.
. No lo sé, creo que lo he visto, pero en realidad, no estoy seguro. ¿por qué? –preguntó extrañado Inuyasha.
. Es que piensa que si era un asalto, se lo hubieran llevado, es de plata pura, se nota.
. Si... es extraño... –y con mirada concentrada lo quedó observando. – que rabia, detesto cuando no puedo recordar donde he visto algo. –murmuró con ira Inuyasha.
. Bueno amigo... tengo que hacer el examen a la mujer misteriosa –dijo sonriendo, pero se detuvo al ver la mirada seria de Inuyasha.
. No te burles... –susurró –ayer la vi en el bar Liz, hoy la estaba esperando, la quería conocer, y al salir me la encuentro medio muerta en el callejón junto al bar. –dijo masticando con ira cada palabra.
. Este... bueno... Inuyasha, si quieres te puedes quedar aquí, pero te pido que no me vallas a molestar... ni te valla a parecer extraño nada de lo que haga... ¿entendido?
. No tenía pensado irme, pero bueno. –dijo cerrando los ojos, como si descansara.
. Ok –dijo Miroku, rezando por que Inuyasha no le fuera a sacar la cabeza si lo observaba haciéndole el examen para las violaciones. –"se nota que le afectó todo esto a mi amigo... tal vez se enamoró de ella a primera vista... estoy seguro de que sería lo mejor... después de todo, las mujeres que comúnmente lo rodean no son de lo mejor, ni para su seguridad ni para su corazón... aunque el que haya encontrado a esta mujer medio muerta en un callejón en la Rue Liz, estoy seguro que tampoco debe ser una santa..." mientras pensaba todo esto, con manos expertas acomodó con cuidado el cuerpo en la camilla, una mirada apenada recorrió todo el cuerpo. Era hermosa, aunque él ya tenía a Sango, debía reconocerlo. Un grueso vendaje sujetaba sus costillas, eso era mientras se esperaba a que las demás heridas sanaran, para poder enyesar todo el tórax. Tres costillas rotas del lado derecho anotó en el expediente, heridas leves en el vientre, la espalda y las piernas. Una herida de bala en el vientre, calibre nueve milímetros, que paso junto a los órganos vitales, pero sin dañar ninguno. Un corte superficial entre los senos, y capilares de la nariz rotos. Golpes de diversa consideración en el rostro, y un golpe en la parte posterior del cráneo. – lo mejor será que después la lleve a hacerse un encefalograma –susurró. Dándole una mirada rápida a Inuyasha, se dirigió al otro extremo de la camilla, se cambió los guantes, y empezó a revisar la zona intima de Kagome. –¡valla! –exclamó sin poderlo evitar. Rápidamente Inuyasha se puso de pie y miró asustado a Miroku.
. ¿qué pasa? ¿le sucede algo? –preguntó asustado. Miroku dándose vuelta lentamente mira a Inuyasha.
. Esta mujer es una fiera, hay intento de violación, pero no la alcanzaron a culminar, hay muestras de violencia pero no hay penetración... y por sobre todo –y a esto lo acompaño una mirada de verdadero asombro – a pesar de tener unos veinte o veintidós años... es virgen.
. ¿qué? – en esta ocasión Inuyasha también se asombró, ¿como una mujer tan hermosa se mantiene virgen? Los hombres le deberían llover. Pero en una parte muy profunda de su ser daba gracias por que esto fuera así.
. Esta bien, vuelve a sentarte, tengo que terminar con esto –le dijo Miroku señalándole el mismo rincón donde estaba sentado hasta hace unos momentos.
Al ver que obedecía, Miroku siguió con su trabajo. Y a pesar de la alegría que lo embargo por unos momentos al ver que su amigo en el fondo se alegraba de que fuera virgen, se borró de su rostro al terminar de revisar por completo. Con cuidado cubrió el cuerpo de Kagome (NA: ellos no tienen idea de quien es esa mujer), y mirando fijamente a Inuyasha se sentó a su lado.
. ¿Y? –susurró Inuyasha tranquilamente.
. Pues... a pesar de seguir virgen... si fue violada –dijo con algo de pesar. Los ojos dorados de Inuyasha se abrieron rápidamente de la impresión.
. ¿qué? – y un horror interno lo embargó – quieres decir que... que... –pero no podía articular palabra.
. Sí Inuyasha –interrumpió Miroku –se puede decir que le dieron por detrás. (NA: no me gusta la frase, pero no se me pudo ocurrir otra)
. ¡Maldición! El maldito que le haya hecho esto me las va a pagar. Como le puede hacer lago así a una mujer que no se puede defender. –decía enojado Inuyasha.
. Está bien Inuyasha... sé que odias todo esto, pero solo queda esperar a que ella despierte y nos dé una declaración, luego te puedes encargar del tipo. –dijo dándole ánimos.
. Pobre, además que va a quedar con tantas heridas y cicatrices...
. Por eso no te preocupes –Inuyasha le dedico una mirada interrogante. -¿como se te puede olvidar que el que la atendió fue el gran Miroku Wada? Obvio que no le va a quedar ninguna marca... al menos de la bala, del resto... pues tendré que revisarla constantemente y te la voy a dejar perfecta amigo –le dijo bromeando.
. Jajaja –dijo sarcástico Inuyasha –mientras no te aproveches de la situación... si no me veré en la obligación de hablar seriamente con Sango acerca de los profundos sentimientos que siento por ella. –le dijo seriamente.
. ¿Qué? –gritó Miroku –Maldito –dijo tirándose encima de un Inuyasha que se estaba reventando de la risa.
. Ajajajajaja –se reía sujetando la cabeza de Miroku bajo su brazo. –no puedo creer que cayeras, se supone que yo fui el que te ayudo con ella, ¿como puedes creer que trataría de separarlos? –al decir eso Miroku logró zafarse del brazo del ambarino.
. Mal amigo, nunca más me digas algo así... –dijo algo enojado Miroku.
. Bueno, lo siento, solo bromeaba... he estado demasiado tenso en las últimas horas y no necesitaba de tus bromas para empeorarlo... pero si quieres te invito a un café.
. No... mientras revisaba las heridas, encontré una que puede ser seria.
. ¿Cual? –preguntó nuevamente serio Inuyasha.
. Pues tiene una hinchazón en la parte cerca de la nuca, puede no ser nada grave, pero de todas maneras es mejor que le haga un encefalograma. La voy a llevar de inmediato, lo debería haber hecho en cuanto me di cuenta. –dijo serio Miroku.
. Entonces que esperas, recuerda que te dije, la salvas aunque te cueste la vida... vamos apresurémonos –dijo tomando la camilla, para empujarla.
. Está bien Inuyasha, voy a dejar que me acompañes... después de todo tú la trajiste, y andas vestido de médico. –Y de esa forma ambos salieron con Kagome de la sala de urgencias en dirección a los laboratorios.
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Luego de unos momentos al esperar pacientemente que Miroku examinara cada una de las imágenes del cerebro de Kagome, Inuyasha no espero más e irritado preguntó:
. ¿Y? ¿Qué es lo que pasa?
. Al parecer, no daño al cerebro el golpe, de todos modos si le hubiera pasado algo, ya desapareció de las imágenes, sólo nos queda esperar a que reaccione y podremos saber si realmente le afectó o no el golpe. (NA: debo reconocer que no investigue si esto es posible, así que espero que no se lo vallan a tomar todo en serio)
. Bueno, habrá que esperar, a propósito... yo voy a guardar el medallón y la cadena.
. Sí... no hay problema. – y conectando nuevamente el suero, miró a Inuyasha. –acompáñame a dejarla en el pabellón de cuidados intensivos... aunque este restablecida, hay que vigilar bien cada una de las heridas, y como evoluciona el estado de las costillas, fue una suerte que la dejaran botada antes de que se hubiera perforado el pulmón.
. Sí... y que esa bala no la haya herido de gravedad. –dijo empujando con la camilla las puertas de la habitación.
. Bien, voy a llamar a Rin para que limpie las heridas... sé que no sacó nada con decirte que salgas de ahí... así que le voy a decir que no te eche. –dijo Miroku en tono amable y salió de la pieza dejando a Inuyasha con todos sus pensamientos.
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Con una rápida mirada, observo la puerta por donde hace algunos minutos salió la silenciosa enfermera. Sintiéndose al fin relajado se puso de pie, acercándose suavemente a la cama de la misteriosa mujer. Un típico pijama de hospital cubría su cuerpo, su rostro estaba algo tenso, y ya no había rastros de sangre en él. Con una mano temblorosa acarició la suave piel de los pómulos, sintiendo una pequeña corriente en brazo. Sus ojos dorados brillaron con la luz del sol que empezaba a entrar por la ventana. Toda la noche despierto por una mujer de la que ni siquiera sabía el nombre, y que apenas conocía de un día antes... En estos momentos el pesado cansancio empezó a caer sobre él. Hasta sentir abrirse la puerta de la habitación.
. Inuyasha, sé que no te vas a querer separar de ella, así que te traje esto. –y empujando una camilla, la dejo junto a la camilla de Kagome.
. Gracias Miroku... de verdad gracias. –dijo mirándolo con sueño.
. Sé que nunca das las gracias, y que eres sincero... de todos modos me vas a deber el café que me prometiste antes. –dijo saliendo de la pieza, dejando solos a Inuyasha y Kagome, ambos dormidos, ambos sintiendo una deliciosa presencia.
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bueno, aquí esta el nuevo capitulo de este fic... muchas gracias por los reviews que me dejaron, así que de inmediato los contesto.
Muchas gracias a todas y besos!
Atte. Piri-chan.anti-kikio (muerte a la maldita cadáver andante... no se imaginan como la voy a hacer sufrir!)
PD.: si pueden lean mi otro fic, se llama "En busca de la justicia" en verdad es bueno, y vale la pena... jejeje bueno besos!
