Bueno aquí está un nuevo capitulo de Asesinato en la Rue Liz. Espero que les guste!
Disclaimer: los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son de Rumiko Takahashi, y sólo la historia es 100 mía.
Nota: hubo un error en los capítulos anteriores, Kaede había muerto hace un par de años e Inu Taisho murió hace algunos meses. Cambié ambas fechas por error, para que lo tengan en cuenta.
. Deja administrarle un poco de sedantes –dijo apartando un poco a Inuyasha, e inyectando algo en el suero. La mirada penetrante de Inuyasha recayó sobre Miroku.
. ¿Qué fue lo que pasó? –preguntó nervioso Inuyasha.
. Al parecer perdió la memoria, preguntó su nombre... pero no hubo un daño importante en el cerebro, por que pudo hablar, y reconoció que estas son ropas de hospital. Ahora lo mejor es ver las imágenes de la IRM. – le explicó a Inuyasha.
. ¿Y que es la IRM? –preguntó, mirando atentamente el rostro, ahora, más relajado, de Kagome.
. La Imágenes de Resonancia Magnética... las que hicimos ayer... ven, acompáñame para que entiendas todo. –dijo tomándolo del brazo y sacándolo de la habitación.
El rostro de Miroku permanecía serio observando las imágenes. La inquietud poco a poco dominaba a Inuyasha, que estaba de pie junto a la puerta. Cuando Miroku se dio vuelta y lo miró atentamente los nervios lo estaban destrozando.
. Lo siento, yo no encuentro nada... lo mejor será llamar a Minna –san para que las vea. –dijo Miroku. nnU. Tomó el teléfono y marcó un código. – ¿aló? Minna-san, podrías venir a la sala de las resonancias. Tengo un problema con unas imágenes y es algo urgente. Está bien... gracias.
. ¿Y, qué pasó? –preguntó Inuyasha nervioso.
. Pues, viene de inmediato. Ella es la mejor en esto... ella sabrá exactamente que fue lo que pasó. .
. Está bien –dijo algo enojado y se sentó en el suelo, en su típica posición.
. ¡Hola! Lamento la demora, pero Sango-chan me estaba hablando cuando me llamaste. –dijo alegre la mujer. No tendría más de veintisiete años, de piel morena y ojos cafés.
. Gracias por venir de todos modos, Minna –san. –dijo Miroku cordial. Una mirada fulminante devoró a Miroku por parte de Inuyasha que defendía a Sango de otras mujeres. –jejeje. Bueno, estas son las IRM que te dije.
. Ahhh... está bien, dame un minuto. –dijo, sentándose en una silla y viéndolas a contra luz. Inuyasha le dirigió a Miroku una mirada interrogante. Miroku lo miró con cara de "después te digo" y observó atentamente el rostro de Minna. ( sólo para ver alguna reacción ante las imágenes)
. Bien... lo que aquí tenemos es un leve, pero muy leve daño a la amígdala cerebral. Ves –dijo mostrándole algo a Miroku e Inuyasha, quien no entendía nada. Por otra parte hay un daño un poco mayor al hipocampo.
. Ahhh –dijo Miroku, que había comprendido todo. –bueno, muchas gracias Minna –san.
. No me digas –san, dime Minna, no hay problema. Y cualquier cosa llámame, no es muy común ver daños en la amígdala, sería divertido analizarlo.
. Bueno, gracias Minna. –dijo despidiéndose de ella.
. ¡Hey! Te voy a acusar con Sango... –dijo enojado Inuyasha, al ver que desaparecía por la puerta. - ¿quien era? Nunca la había visto por aquí.
. Ella es una de las mejores neurólogas, por eso la llamé, y aparte es muy amiga de Sango. –dijo riéndose de la preocupación de su amigo. –supongo que no entendiste nada de lo que ella dijo ¿o sí?
. No... no le entendí nada de nada –dijo con una mueca.
. Mira... es sólo esto. En el cerebro hay una parte que controla las emociones. Ella la tiene dañada, y tiene dañado también el hipocampo, que es donde se guardan los recuerdos. Por eso tiene amnesia. –dijo explicándole lentamente a Inuyasha.
. ¿y qué pasa con lo de las emociones? –preguntó Inuyasha, algo preocupado al ver la variación en el rostro de Miroku.
. Bueno, eso es más difícil. Pueden ocurrir muchas cosas, que le dé Parkinson, que no reconozca las emociones, o que sus propias emociones se alteren. Por eso ella lo considera tan interesante. No es común que una persona sufra un daño en la amígdala, a causa de un golpe. Debió ser un daño colateral. –Inuyasha que ya no entendía nada, no le encontraba ningún interés... pero el que sufriera algún daño importante era de todas formas grave.
. Espera –dijo de pronto Inuyasha interrumpiendo la cátedra de Miroku. – si perdió la memoria, eso quiere decir que no va a poder recordar nada de nada, ni siquiera quien fue la persona que le hizo todo esto.
. Lamentablemente no... aunque lo más seguro viendo el daño, es que sea una amnesia global. –al ver el rostro confundido de Inuyasha le explicó –pierde la memoria por completo, pero puede empezar a recordar algunas cosas por estrés postraumático. Y poco a poco tal vez llegue a recordar toda su vida.
. ¿Y que pasa si no llegase a recordar nada?
. Pues, lamentablemente se quedaría así... para siempre. –dijo como si fuera una sentencia permanente. –lo mejor es que la vayamos a ver. Me gustaría ver sus reacciones al despertar. Sabríamos un poco mejor que es lo que va a tener respecto a la amígdala –agregó, al ver el enojo en los ojos dorados de su amigo.
Ambos estaban de pie junto a la camilla, había un silencio pesado, viendo cada reacción en el rostro de la mujer dormida, a momentos parecía estar dormida tranquilamente, pero a otros ratos lucía un poco alterada. Con cuidado Inuyasha tomó una de las manos de Kagome, observando la delicadeza y suavidad de la piel. Sus manos estaban perfectamente cuidadas, quizás tenga bastante dinero, cruzó el pensamiento por su mente, pero con la misma velocidad desapareció, si tuviese mucho dinero, aparecería en algún registro, pero no estaba en ninguno, lo que dejaba la posibilidad de que fuera inmigrante ilegal.
Mientras sujetaba su mano, metió la propia en el bolsillo, sintiendo la cortaplumas de plata y el medallón de lirio que guardaba por la mujer.
Silenciosamente Miroku salió de la habitación, aún no comprendía muy bien todo esto, pero se hacía una idea, tal vez el instinto paternalista de Inuyasha volvía a salir a flote, de la misma forma en la que había ayudado constantemente a Shippou o a Bankotsu, podía querer ayudar a Kagome, aunque en el fondo prefería pensar que su amigo se estaba comenzando a enamorar. Eso era bueno, después de los malos recuerdos con la muerte de su madre, quizás lograra ser feliz con una mujer... algo especial. Había esperanzas para Inuyasha.
. Kagome –susurró Inuyasha al leer el nombre de la mujer en la cortaplumas. –Kagome H. Me gusta tu nombre, es lindo –le conversaba a Kagome, mientras la veía dormir. Los ojos dorados escrutaban con cuidado cada detalle del rostro de la mujer. Su nariz se veía mucho mejor, estaba limpia, y aún se mantenía algo hinchada, pero en un par de días ya estaría mejor. Con cuidado le acarició la frente. Y vio con asombro que los ojos chocolates poco a poco se abrían. –Hola... –susurró con delicadeza Inuyasha.
. Hola –murmuró lentamente Kagome. -¿qué es lo que pasa? –murmuró lentamente, una mueca de dolor se formó en su rostro al tratar de moverse.
. No te muevas –pronunció suavemente Inuyasha. Sus ojos dorados brillaron con fuerza al ver a la mujer tan indefensa. –estás en un hospital, sufriste un ataque y yo te encontré. Estás con muchas heridas... pero yo no soy doctor, deja ir a buscar uno.
. ¡No! – murmuró un poco más fuerte sujetando la mano de Inuyasha. - no te vallas, quédate un poco más. Luego lo vas a buscar... pero dime... – susurró con miedo en sus ojos, mientras apretaba un poco más la mano de Inuyasha. -¿cómo me encontraste? No recuerdo nada... –el miedo aumentó aún más en sus ojos –no recuerdo nada de nada... ni siquiera mi nombre. –la desesperación la embargaba a cada momento más, y lentamente algunas lágrimas empezaron a correr por sus ojos.
. No, tranquilízate. No te preocupes por nada –murmuró Inuyasha mientras que secaba las lágrimas de la cara de Kagome con cuidado. Esta mujer tiene cualquier cosa pero no perdida de emociones pensó, recordando lo que le había dicho Miroku. – mejor relájate, creo que te llamas Kagome. En el lugar en que te encontré estaba botada esta cortaplumas. –dijo enseñándole la cortaplumas de plata. –y viene con tu nombre.
. Mi... nombre... entonces mi nombre es Kagome... –susurró viendo fijamente los ojos dorados de Inuyasha, mientras sujetaba la cortaplumas con su mano.
. Sí, tu nombre es Kagome. Yo soy Inuyasha. –le dijo secando el último rastro de las lágrimas. –ahora espera un momento, iré a buscar al médico. Él te va a revisar. –se separó con lentitud de ella, viendo como cerraba un poco los ojos descansando la vista.
. ¡Miroku! ¿dónde estás? –gritaba desesperado Inuyasha mientras corría por los pasillos buscando a su amigo. – Miroku!
. ¿qué es lo que pasa? –dijo enojado Miroku, saliendo de la oficina de Minna.
. ¡Hey! ¿qué hacías en la oficina de esa neuróloga? –preguntó algo distraído Inuyasha.
. Estaba viendo algo de las IRM de Kagome... ¿por qué?
. Kagome... ella despertó, la deje en su habitación. Vamos –gritó sujetando su mano y corriendo por los pasillos.
';..;.;.;.;.;.;.
. Buenos días –dijo Miroku al entrar a la habitación, y mirar a Kagome con los ojos cerrados, descansando. – soy el médico de urgencias de este hospital, me llamo Miroku, Miroku Wada. Estoy a cargo de ti.
. Yo... lo siento, no recuerdo mi nombre, pero Inuyasha dice que me llamo Kagome... me gusta ese nombre, se me hace conocido –suspiró mirando hacia la ventana. Miroku miró a Inuyasha interrogante.
. Ella ya me conoce. –murmuró Inuyasha secretamente.
. Porque cuando desperté estaba conmigo y me tranquilizó un poco –completó Kagome, girando la cabeza y mirando a Inuyasha agradecida.
. Bueno el que se te haga conocido sirve bastante, quiere decir que probablemente si sea tu nombre. –dijo Miroku acercándose a la camilla. Inuyasha estaba asombrado, tenía un oído bastante fino, y además ya no estaba asustada, lucía algo cansada, pero bien.
. Supongo... ahora... ¿me podría decir qué es lo que me ocurrió? Me duele todo, en especial la cabeza. –suspiró, llevándose las manos a ella.
. Bien, te diré lo que ocurrió. Mi amigo, Inuyasha, te encontró en un callejón, te trajo, tenías muchas heridas, tres costillas rotas, una herida de bala...
. ¿Una herida de bala? –interrumpió asombrada Kagome.
. Sí, no te hirió en ningún órgano vital, lo que fue una suerte. –un poco de tranquilidad recorrió a Miroku, al menos sabía que si tenía emociones que se diferenciaban claramente, quizás solo se sintiera algo intimidada, o incomodada. –pero creo que lo mejor es que llame a una sicóloga, ella te va a ayudar con una parte de tus heridas que es más difícil. –tomando el teléfono llamó a la oficina de Sango. –aló, Sango. La mujer ya despertó, necesito que vengas a verla y explicarle todo.
. "Entiendo, estoy con Minna, ¿voy con ella? De paso le puede explicar otras cosas, respecto a su memoria y ver lo de las emociones"
. Sí, ven con ella, adiós. –y colgó el teléfono. – bueno, la sicóloga viene en camino, ella te va a poder explicar todo mejor que yo.
. Kagome –murmuró Inuyasha acercándose a la camilla. - ¿te ocurre algo? –preguntó bajito para que Miroku no escuchara.
. No, creo que estoy bien, es solo... que... –pero se quedo en silencio al ver que entraban dos mujeres a la habitación. Una tenía el pelo, de color castaño, sujeto por una alta cola de caballo, y su piel era clara, mientras que la otra tenía el pelo, de color negro, suelto cayéndole en pequeños rizos, y su piel era morena.
. Buenos días –dijeron ambas.
. Hola Sango, hola Minna –dijo Miroku. –bueno, aquí está la paciente.
. Hola, yo soy Sango, no te preocupes en responder... ya hablaremos de eso. Esta mujer que me acompaña –dijo mostrándole a Minna –se llama Minna, es neuróloga. Bueno, creo que lo mejor será que nos dejen sola –dijo Sango mirando sonriente a Inuyasha y Miroku.
. Está bien, vamos a estar en el casino –dijo Miroku, tomando el brazo de Inuyasha y llevándoselo a rastras.
. Bueno, dime ¿cómo te sientes? –preguntó Sango mientras se sentaba en una silla junto a la camilla, y a su lado Minna.
. Pues algo extraña, es como si algo... algo me presionara –murmuró, mientras sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas. –me siento un poco impotente y frustrada... dolida –terminó por llorar silenciosamente.
. No te preocupes, es normal, has perdido la memoria y la situación fue de un gran estrés antes de que ocurriera. – le dijo mientras le tomaba la mano.
. Además sufriste un daño al hipocampo, donde guardas tus memorias, y un daño a la amígdala cerebral, que es lo que controla tus emociones, es perfectamente normal que sientas y sufras muchos cambios de emociones.
. El doctor... Miroku, creo, me dijo que usted me podría decir mejor que fue lo que me ocurrió. –le dijo a Sango.
. Bueno, es algo complicado, pero por sobre todo quiero que estés tranquila. –al ver el rostro decidido de Kagome se animó a hablar. –Inuyasha, te encontró en un callejón, te habló, pero no le respondiste, al acercarse a ti, se dio cuenta que estabas herida, nos llamó y descubrimos que además de que te habían disparado, te rompieron un par de costillas, y estabas desnuda, al revisar, supimos que te habían tratado de violar por la vagina, pero no se llevó a cabo, de seguro por eso recibiste un golpe y quedaste con la perdida de memoria, pero por otro lado, si lograron una violación anal. –terminó Sango. El rostro de Kagome se encontraba sin ninguna emoción, lo que asustó bastante a Sango y a Minna.
. Yo... – pero en ese mismo momento rompió a llorar bastante agitada. Con cuidado Sango se acerco para darle un abrazo, esperando que no la rechazara. Pero al sentir que se acercaba dio un respingo y la miró con un extraño brillo en los ojos chocolates. Se secó las lágrimas, y miró esta vez a Minna. - ¿me podría decir cuanto tiempo no voy a lograr recordar nada? –preguntó hipando un poco.
. Eso es muy variable, viendo que no recuerdas ni siquiera tu nombre, es lo que se llamaría una amnesia global, vas a ir recuperando de a poco algunos recuerdos, pero puede que nunca llegues a recuperarlos todos.
. ¿Y los del ataque? –interrumpió.
. Esos pueden ser los que más fácil recuerdes, ya que deben ser los más impactantes que debes tener. Pero el problema es que puedes tener recuerdos en cualquier momento. Escúchame –le dijo Minna, tomándole la mano. –lo que te sucedió es muy duro, pero debes ser fuerte, de los que estamos aquí, todos nos preocupamos por ti –dijo, poniéndose de pie muy silenciosamente. Abrió de improviso la puerta, y cayeron al suelo Inuyasha y Miroku. – incluyendo a estos dos mentirosos. – una sonrisa invadió el rostro algo húmedo de Kagome.
. Hey! No dijeron que iban a estar en el casino –gruñó enojada Sango.
. Jejeje –una sonrisita nerviosa escapó de los labios de Inuyasha y Miroku. –nosotros... nosotros nos vamos! –gritaron, mientras se paraban a toda velocidad y huían de la habitación.
. Estos dos... nunca aprenderán –gruñó Sango enojada.
. No importa –sonrió un poco Kagome. –de todos modos me hace sentir bien. –una mirada interrogante cruzó el rostro de ambas mujeres.
. ¿Cómo que te hace sentir bien? ¿Inuyasha o Miroku? –preguntó un poco celosa Sango.
. Inuyasha... él estaba conmigo cuando desperté, me da la impresión de que lo conociera. –susurró mientras cerraba lentamente los ojos.
. No creo que lo conozcas de antes. –dijo Sango mirándola con un brillo extraño en los ojos. Talvez esta mujer se enamoró de Inuyasha... y él que se preocupa de ella, sin saber bien lo extraño que le resulta la presencia de esta mujer... tal vez... pero su mente se silenció al oír la respuesta de Kagome.
. No creo que sea de ahora... si no que de antes, mucho, mucho tiempo antes.
. Ahora respecto a tu nombre –preguntó Minna - ¿te gusta el que dicen que es tuyo? –preguntó Minna.
. Sí – y una sonrisa curvó su rostro. –además que venía grabado en esta cortaplumas. –dijo mostrando la fina cortaplumas de plata. Con facilidad intrigante la manipuló, como un verdadero gitano, completamente hábil. El asombro marcaba el rostro de ambas doctoras.
. Vaya... quizás donde aprendiste a usarla así. –dijo con lentitud Sango.
. No lo recuerdo –dijo riendo Kagome, riéndose de su propio estado. –pero me gusta.
. Bueno Kagome, de todos modos ten cuidado, las armas son algo peligroso –sonrió Minna –nosotras nos retiramos. Que estés bien. Luego te vendremos a ver de nuevo. –dijo colocándose de pie, junto a Sango.
. Esperen –dijo Kagome. – Quiero decirles que... gracias por todo.
. No es nada –dijo Sango antes de cerrar la puerta.
Estaban sentados en el casino dos hombres, sus rostros lucían algo cansados.
. Que suerte que a Sango no se le ocurrió salir detrás de nosotros –murmuró Miroku con una sonrisa.
. De verdad no sé que es lo que haría yo con una mujer así... de seguro que con lo irregular de mi trabajo, en cualquier momento me saldría persiguiendo, o me echaría de la casa. Es una suerte no tener mujer ni nada que se le parezca. –repuso finalmente.
. Oh, Inuyasha no sabes lo que te pierdes al decir eso... por ejemplo cuando llego de un turno y veo que Sango está preparándome una comida, aunque no le quede muy rica y siempre tengamos que terminar comiendo una pizza, es una alegría inmensa.-Inuyasha dejó de escuchar a su amigo, la imagen de Kagome vestida con una falda y blusa, cubierta con un delantal rojo, mirándolo con una sonrisa, mientras le preparaba algo de comer, dio un vuelco en su corazón.
. Quizás tengas razón –dijo Inuyasha con un brillo especial en sus ojos dorados. – pobre Kagome, esperó que no le vaya a afectar mucho todo lo que le dijeron.
. No, yo creo que ya está mejor, le va a costar poco recuperarse sicológicamente si tiene el apoyo suficiente. –dijo Sango, llegando de pronto y sentándose junto a Miroku. –en especial el tuyo –le dijo con una sonrisa a Inuyasha.
. ¿El mío? –preguntó con asombro Inuyasha.
. Sí, el tuyo. Comentó que sentía como si te conociera. – y cambiando abruptamente el tema se dirigió a Miroku -¿Nadie ha preguntado por una mujer desaparecida? Alguna llamada de otro hospital.
. No, no hemos recibido nada, ni de otro hospital ni que hayan venido directamente.
. Eso era de suponerse –agregó Inuyasha –si la mujer no existe en los registros, es poco probable que haya alguien que la esté buscando. Si es ilegal, como lo supongo, no creo que tenga compañía.
. Lo que me impresionó –dijo ensimismada Sango –es la habilidad que tiene con la cortaplumas. Dijo que el nombre "Kagome" se le hacía conocido, que estaba casi segura que se llamaba así, y manejaba la cortaplumas como si siempre hubiera manejado una.
. Creo que me voy a ir a dar una vuelta a su habitación –dijo con el ceño fruncido Inuyasha. – quiero saber como está después de todo lo que le dijeron... personalmente.
. Está bien, anda. Pero después vuelves y me das ese café que me habías prometido ayer. –dijo con una sonrisa Miroku, mientras tomaba la mano de Sango.
Un suave golpe en la puerta la despertó del sueño ligero que tenía.
. Adelante –pronunció delicadamente. Una sonrisa se formó en su rostro al ver la figura de Inuyasha entrar, iluminándola con su brillante mirada dorada. Esos ojos la intrigaron... por qué esa sensación de conocer unos parecidos se hacía tan clara. Pero los de Inuyasha brillaban con una alegría innata... Y los que recordaba podían tener cualquier sentimiento, menos el de la alegría, de hecho al pensar en eso lo que le hacían sentir era una especie de suave temor.
. ¿Cómo estás? –preguntó Inuyasha sentándose en una silla junto a la cama.
. Bien... supongo, aunque me duele un poco el costado... pero no te preocupes –agregó al ver que se ponía de pie para ir a buscar el teléfono. –no es para tanto... después de todo si me quebré unas costillas es natural que me duela. –dijo con una suave sonrisa.
. Ok, pero dime... ¿Cómo te sientes... del alma? –preguntó algo sonrojado Inuyasha, por lo cursi que le resultaba todo esto.
. Pues... sinceramente, no sé como sentirme. Creo que algo mal por todo esto... pero el problema es que no recuerdo nada... y no sé que es peor... si no saber nada, o estar aliviada de no saberlo. –dijo confundida.
. Creo que eso es algo en lo que no te puedo ayudar... –susurró mirando el suelo, pero luego la miró decidido. –Sango me contó que podías manejar la cortaplumas perfectamente.
. Sí, es algo bastante especial. Cuando la tomé, no pude evitar el empezar a pasarla entre mis manos y agitarla como algo natural –dijo, y estirando un poco la mano, sacó de debajo de la almohada la cortaplumas de plata. Con habilidad empezó a manejarla, dejando a Inuyasha asombrado.
. Sabes que pareces tan experta como un viejo gitano. – exclamó con la boca abierta.
. No sabía que los gitanos fueran expertos en esto –dijo con una sonrisa, volviendo a esconderla.
. Sí, lo son. Ellos solucionan de este modo sus peleas. – miró atentamente el rostro de Kagome, lucía mejor, y sus ojos chocolates brillaban con fuerza. –sabes que cuando te encontré, estabas desnuda... –le dijo serio.
. Sí... me dijeron eso –le susurró lentamente.
. Pues, me di cuenta de que no era un asalto, al ver que tu cortaplumas, que es de plata, no se la llevaron, ni tampoco esto –dijo, sacando de su bolsillo el medallón de lirio.
. Es... mí medallón. –susurró con los ojos abiertos. – lo recuerdo... estaba en una cajita... – y un gesto de dolor llenó su rostro.
. ¿qué sucede? –preguntó con algo de miedo Inuyasha.
. Me duele un poco la cabeza... creo que mejor descanso un poco antes de seguir recordando. – le dijo cerrando los ojos.
. Espera –le dijo. Con cuidado se acercó a ella. – te pondré el medallón –le dijo al ver la mirada algo sonrojada de Kagome. Mentalmente se recriminó al ser tan impulsivo. Y por su lado Kagome se recriminó por no poder esconder algo mejor algunos pensamientos.
Con cuidado las gruesas manos de Inuyasha levantaron un poco el cuello de Kagome, acercándose bastante a su rostro. Kagome por su lado se levantó un poco para que le fuera más fácil colocarle el medallón. Ambas miradas se perdían dentro de la otra. Y a pesar de que el medallón ya estaba puesto, seguían en la misma posición. El ambiente estaba algo tenso. Hasta que todo se rompió.
. ¡Lo siento! ¡No quise interrumpir! –la voz de Miroku sonó por toda la habitación. Rápidamente se separaron, y en ese momento entró a la habitación Sango mirando con extrañeza a los tres.
. No era nada –dijo Inuyasha con frialdad. –sólo le estaba colocando el medallón a Kagome –dijo parándose cerca de la ventana. Un frío dolor se le coló a Kagome en el corazón.
. Sí, tiene razón. Estaba dándome mi medallón. –pronunció con una frialdad que asombró a todos los presentes. –Doctor... me preguntaba... cuanto tiempo tendré que estar sin moverme de la cama.
. Creo... creo que un par de días más. Después de todo, soldamos tus costillas, y no va a demorar mucho más en que se sanen por completo. Lo que puede ser de más dificultad es la perdida de memoria.
. ¿O sea que luego de un par de días me puedo ir? –preguntó con la misma frialdad.
. No, luego te quedarás unos dos días más en rehabilitación y luego te podrás ir.
. Está bien... cuatro días más y me iré –susurró mirando a Inuyasha, como queriéndole decir que ya no le estorbaría más. Y lentamente cerró los ojos quedándose dormida.
;;;.;.;.;.;.;.;.;.;.;. continuará;.;.;.;.;.;.;;..;.;.;.;..;
muchas gracias a las personas que me dejaron rws... besos a todas!
Atte. Piri-chan.anti-kikio
