CAPITULO 2: VER O NO VER, ESE ES EL DILEMA.
Nota del autor:
¡Saludos a todos! Ya tengo 10 comentarios a este capítulo, mi mejor marca, quiero agradecer a todos ustedes por dejarme review:
Chessefair, Acosta Pérez José Ramiro, Enrique, SailorAngel7, Alisse, SonyLee, Megawhacky Max, Mr. Orange, Bishojo y K. Les agradezco que me hayan dejado un review y les pido que me dejen mas, por favor. Les amenazo que continuaré con este y mis otros fics, solo que no sé cuando tenga tiempo.
Ahora bien, este fic esta ambientado en "Los Patakis", tal como quería hacer la serie Craig Bartlett. En los diferentes chats que ha tenido con nosotros, sus fans– todo un caballero, ese señor – ha dicho lo siguiente:
Arnold (junto con toda su clase, Mr. Simmons y el director Wartz) viajó a San Lorenzo gracias a un concurso de escritura y de alguna forma encontró a sus Padres cuando cumplió 10 años.
Se enfrentó a un villano llamado LaSombra.
Todo esto tuvo algo que ver con la gente de ojos verdes.
Le respondió a Helga si el la queria (la conversación que quedo pendiente en la película del vecindario).
Los compañeros de clase de Arnold tuvieron más participación: Harold hizo travesuras con Sid y Stinky, Rhonda estaba muy molesta en San Lorenzo, Nadine creyó haber ido al cielo (100 especies de arañas) y Eugene se intoxicó con hiedra venenosa y casi lo devoran las pirañas.
Helga se sentía muy derrotada en medio del viaje a San Lorenzo, y de alguna manera, se rindió. Pero Brainy llego con ella y algo que él hizo la devolvió a la vida. (Craig nunca ha dicho que fue, porque preferiría animarlo y no decirlo).
Arnold se quedó a vivir con sus padres en San Lorenzo y todos los demás regresaron a Hillwood.
Helga no ha visto a Arnold en los últimos seis años, ahora tiene 15 años.
Helga tiene un empleo de medio tiempo en el Sunset Arms.
Olga regresó a casa y persigue la carrera de actriz, cada vez esta más nerviosa y tiene muchos novios.
Miriam practica yoga y tal vez asiste a juntas de AA.
Bob quiere lanzarse como alcalde.
Helga escribe cartas a Arnold cada día, pero nunca las envía.
En algún momento de la serie, Helga se escapaba de su casa para ir en busca de Arnold.
Como podemos ver el punto 13 es el mas difícil de entender. ¿Por qué Helga hace eso? Craig dice que es porque ella es "difícil", pero yo pienso que es porque esta loca y le gusta sufrir. Este fic trata de explicar este punto. Yo creo que ella no leería las cartas de Arnold, y este capítulo trata de aclarar esos puntos. Gracias, disfrútenlo:
UNA SEMANA ATRÁS:
Olga estaba en la cocina preparando unas deliciosas nonettes de poulet Agnette Sourel cuando reconoció el ruido de la puerta al ser azotada. Y es que solo una persona en el mundo solía azotar así la puerta principal de la casa de la familia Pataki. Olga dejó sus guantes de cocina y salió a la sala para hablar con su hermana...
"Hermanita Bebé, el señor Harvey te trajo un paquete..." Comentó Olga a la sala vacía.
Porque el caso es que Helga ya no estaba ahí... Aún cuando no habían transcurrido más que unos segundos desde que Olga escuchara azotar la puerta, nadie estaba en la sala. Olga solo pudo escuchar pasos frenéticos que subían las escaleras de dos en dos, y otro familiar portazo: el de la puerta de la habitación de Helga, que aún conservaba su antigua muñeca.
Olga volvió a la cocina. Otra derrota sufrida en su intento por acercarse a Helga. Aunque eso no la desanimó en su lucha por tener una mejor relación con ella, no pudo evitar un suspiro. Desde niñas había sido igual… Helga siempre estaba enojada, o fastidiada, o triste, y ninguna de las cosas que hacía Olga parecía jamás cambiar eso.
Mientras Olga hacía esta sombría observación, Helga, en la soledad de su cuarto, tenía un gesto de felicidad que solo suele tener la gente enamorada.
Helga descansaba en su cama, observando el paquete que estaba arriba de su tocador. Y lo observaba, y observaba, y seguía observando. Tal parecía que deseaba hipnotizar al paquete. Por unos maravillosos minutos, Helga no pensaba, solo sentía. La enorme gama de sentimientos en su corazón continuaba minuto a minuto, y en todo ese tiempo, Helga solo tuvo ojos para el paquete recibido y el maravilloso ser que debía haberlo enviado.
Así permaneció hasta que escuchó la llamada de Olga a cenar. Sin quitar los ojos del paquete, se encaminó a la puerta, se tropezó con el tapete, se levantó, abrió la puerta y bajo las escaleras con un poco más de cuidado y una sonrisa que solo podía calificarse de beatífica.
La sonrisa duro hasta bien entrada la cena, lo cual sorprendió a Olga. Regularmente Helga tenía un muy mal humor cuando se veía obligada a estar con su familia entera más de cinco minutos. Miriam estaba tratando de conservar un estado de calma después de hacer tres horas de yoga, y Bob no paraba de alabar la comida de Olga – que por cierto estaba deliciosa. Helga también estaba callada y cosa extraña en ella, parecía muy relajada.
Era el momento, pensó Olga, de tener una mejor relación con su hermanita bebé.
"Ya viene el día de San Valentín" – exclamo Olga como al azar.
"Si, ya viene" – dijo Helga evidentemente pensando en otra cosa.
"Se me ocurre que podríamos arreglar el vestido de Ole Caprini que tienes en tu armario para que te lo pusieras Helga, ya al fin tienes la edad para estrenarlo"
"Si, sería buena idea" – respondió Helga, y solo esto demostraba lo lejos que estaban sus pensamientos de la conversación actual. De hecho, ese vestido fue el que Helga le "robó" a Olga cuando la engañó con su boleta de calificaciones, seis años atrás.
"Oigan oigan oigan, ningún miembro de la familia Pataki necesita usar ropa de segunda mano¿Por qué no compran uno nuevo?" – dijo el Gran Bob al servirse una deliciosa carne con papas.
"Ay pero papá, será una oportunidad genial para que Helga y yo compartamos un tiempo de calidad".
Algo en la frase de Olga logró captar la atención de Helga.
"Bueno…"
"Además, es muy sencillo arreglar viejos vestidos y es muy divertido. Hace un año Lila y yo compramos unos vestidos del ejército de salvación, los cuales pudimos arreglar muy bien…"
Helga comenzó a fruncir su única ceja. Ese nombrecito no le gustaba que se lo repitieran.
"¿Lola, tu hermana menor?"
"Es Lila papi"
"Esa chica es muy amable".
A Helga no le cayó nada bien que el único nombre que su hermana se empeñara en corregir fuera el de Lila, y realmente le cayó mal que su propio padre dijera que era amable… siendo que esa no era una de las características de Helga.
"Lila tiene una habilidad increíble con las manos porque ella confecciona sus propios modelos…"
'Si, es tan pobre que hace su propia ropa' – pensó Helga.
"… y todo le sienta extremadamente bien".
Esta fue la gota que derramó el vaso. Helga ahora si estaba enojada con Olga, Bob, Lila y la naturaleza.
Porque doña perfecta no solo era bonita, simpática, inteligente y atractiva desde niña. Sino que además, para colmo de males, la naturaleza la había dotado de ciertas características que la hacían el centro de todas las miradas masculinas: Curvas. Arriba y abajo.
Esto era especialmente complicado para Helga, quien no tenía envidia de esa mosca muerta ni mucho menos, claro que no. Pero Helga era delgada. Incluso más que en su niñez. Era musculosa y hacía mucho ejercicio, pero su cuerpo aún no… maduraba… de la forma en que lo había hecho el de Lila.
Y aunque Helga no lo quisiera reconocer… eso dolía. Helga revisó sus ropas rosa oscuro, pantalón largo, camisa de mangas, y su gorra Pataki (saldo de otra de las incontables promociones de Big Bob Beepers) y no pudo menos de reconocer que, pues… parecía niño.
"¿Me pasas el relleno?" – dijo Helga con la voz rebosando de hielo.
Esto encendió las alarmas en la mente de Olga. Realmente no sabía como funcionaba la mente de Helga… pero de verdad que no tenía idea de que la había molestado.
Sin embargo, uno no se pasa la vida ganando premios, haciendo obras de caridad y siendo entrevistada en la revista "Líderes del futuro" sin aprender una o dos cosas sobre llamar la atención y manipular a las personas.
"Bien Helga… creo que podemos revisar el vestido mañana… solo necesitamos hacer unos pequeños ajustes".
Helga estaba molesta, de verdad estaba fantaseando tan feliz hace unos momentos, y de nuevo a la realidad. Lila no tenía para comprar buena ropa, pero su cuerpo le ayudaba mucho… y su cara. Y había que decirlo, su actitud ante la vida, siempre alegre a pesar de las dificultades económicas que ciertamente la plagaban.
Y en cambio Helga… bueno, su cuerpo, cara y actitud no le ayudaban mucho que digamos… pero ni modo de cambiarlos. La fiesta de San Valentín se realizaría en casa de Rhonda la próxima semana, estuviera Helga de humor o no para ella… No asistir era declarar que era una perdedora… asimismo, asistir sin un vestido adecuado… Helga tenía que aprovechar cualquier oportunidad, por mínima que fuera.
"De acuerdo Olga… pero solo déjame hacer unas tareas y tal vez en dos días… Miriam, pásame el relleno por favor… ¡Miriam!"
"Eh, perdón querida¿Qué deseas?" – murmuró Miriam, como a quien la sacan de un sueño profundo.
"El relleno Miriam"
"Eh, oh si… aquí esta".
Y madre e hija volvieron a sus ensueños.
Todo el peso de la conversación recayó en Olga y en Bob. Aún cuando Olga no entendía del todo a Helga, se guardó muy bien de preguntar por el paquete.
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En la privacidad de su habitación, Helga contemplaba el paquete, pero ya no con el arrobamiento anterior. Tratándose de Helga, la felicidad no duraba mucho. De inmediato se entregó a una profunda reflexión:
"¿Qué debo hacer con este paquete?"
La respuesta obvia, abrirlo, no se le ocurrió a Helga. Dirigió la mirada a su armario. En el se encontraban cartas que Arnold le había dirigido en estos seis años. Cartas que ella clasificaba ordenadamente en cajas de zapatos, sin leerlas jamás. Además eran muy pocas cartas, en comparación con las más de dos mil cartas que ella había escrito a Arnold, religiosamente, cada día de estos terribles seis años de ausencia, y que jamás le había enviado.
Pero ahora este era un paquete. Era algo diferente. Podría ser importante. ¿Debería Helga abrirlo¿Debería guardarlo como todo lo demás¿Qué debería hacer?
"Oh, que torturante es tener un amor secreto… solo que ya no es secreto… pero de todos modos es un amor de lejos… es tan difícil… ¿Debo abrirlo?..."– musitó Helga.
Se levantó y cerró la puerta de su armario, con un gesto de heroína de novela romántica trágica. Luego se dirigió a su cama, donde estaba el modelo Ole Caprini. Aunque tenía seis años de haber sido comprado, era un modelo muy elegante. Con el se dirigió al espejo.
"Hola Arnold. ¿Este trapo viejo?" – dijo, "posando" con el vestido – "Oh, pero si no es nada. Si lo sé, me veo hermosa esta noche. La luna es maravillosa, Si Arnold, sé que nunca has podido olvidarme. Llámalo percepción femenina. Por supuesto que acepto".
Helga comenzó a bailar por la habitación, la sonrisa beatífica volvió a ella.
"Si, tu vida en San Lorenzo ha sido muy interesante. Celebro que regresaras… ¿Qué porque no te escribí en todos estos años?... bueno, es una larga historia… es muy aburrida, y lo peor… es que no tiene sentido".
Helga se detuvo, y miró el espejo, ahora con infinita tristeza.
"Me pregunto si habrá otra chica que se torture tanto por un imposible como yo…"
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"He convocado a esta reunión para planear el baile de San Valentín… pero primero, eliminemos el ruido".
Y diciendo esto, Rhonda Wellington Lloyd apretó el botón de control remoto de su televisor de alta definición, interrumpiendo el programa de Discovery Channel. "El ataque de los bichos".
"Oye, estábamos viendo eso" – dijo una chica vestida como una heroína de videojuegos de aventuras en la selva.
"Nadine, por favor, esto es importantísimo" – Rhonda evitó decir para quién era importantísimo – "solo tenemos una semana para organizar la mejor fiesta de San Valentín en la ciudad".
"¿Esto no tiene nada que ver con cierta otra fiesta que dará cierta persona, no?" – dijo una voz segura de si misma, pero con cierto toque apagado.
"Patty, por favor, Marnie no es competencia para mí…" – respondió Rhonda, y en su voz se advertía la duda.
"Entonces¿Por qué algo tan elaborado?... ¿Por qué no hacer una fiesta entre amigos?"
"Patty, tengo un deber con toda la escuela… debo hacer la fiesta que se espera de un líder social en la comunidad escolar… todos esperan que la fiesta sea adecuada a los altos estándares que he fijado" – Dijo Rhonda sin notar la exasperación en sus interlocutoras.
"Rhonda, realmente no hay competencia. Marnie es una chica prejuiciosa, superficial y me temo que sin corazón. Tú tienes muchas cualidades y cualquiera se puede dar cuenta de ello… realmente, ella esta muy por debajo de ti" – dijo Patty, en un esfuerzo por bajar a Rhonda de su nube.
"Si Patty, yo lo sé" – dijo Rhonda sin ningún dejo de falsa modestia, como quien acepta un hecho obvio – "Y tu lo sabes. Ahora solo falta que la escuela entera lo sepa".
"Rhonda… bueno, es inútil querer impresionar a todos. No es posible hacerlo".
"Tu humorismo es refrescante Patty, por supuesto que se puede" – respondió decididamente Rhonda.
Patty se dio por vencida. Después de estar con Rhonda, y gracias a la confianza que Rhonda le había dado, había superado su timidez y había hecho algunas amigas. Patty apreciaba muchísimo a Rhonda, y solo por eso es que aguantaba todas estas cosas que seguramente eran una exageración, pero que para Rhonda eran esenciales en la preparación de una fiesta.
Nadine simplemente vería a Patty con una sonrisa comprensiva. Patty no estuvo con Rhonda desde la fiesta de princesas a los cuatro años… ni en la fiesta de elegantes… ni en la fiesta de maquillaje… ni tenía toda la experiencia de Nadine para soportar los desplantes de Rhonda.
"El hielo seco debe estar por aquí, yo haré mi discurso entre la niebla con los reflectores hacia mi, mientras ustedes aparecerán tras la pared en cuando diga "Todo el comité…"
Rhonda siguió hablando… de música, de partes, de la seguridad… ante los rostros fastidiados de sus dos mejores amigas.
"Debo comprar un vestido nuevo" – Intento interrumpir Patty…
"Ya tengo los modelos" – respondió Rhonda.
"¿Qué?" – dijo Patty atónita.
"Entiende Patty, la fiesta tiene que ser per-fec-ta. No podemos descuidar el más mínimo detalle".
Patty hubiera aprovechado para aclarar que su vestido no era un detalle mínimo, pero solo se unió a la actitud callada de Nadine, para quien esto no era nada nuevo.
"Por último, los bocadillos. Necesitamos alguien que los prepare".
"Pero ya tenemos mucho trabajo, pídele ayuda a Cu…" – comenzó a protestar Patty.
"NO MENCIONES ESE NOMBRE" – gritó Rhonda ante el asombro de Patty. Nadine ni se inmuto. Después, en una voz mucho más suave, Rhonda continuó.
"Lo siento Patty, fue un exabrupto. creo que no te he mencionado los últimos acontecimientos, pero he adoptado la política de no mencionar más… su… nombre – dijo Rhonda con una extraña mezcla de miedo y resentimiento – desde la última fiesta que él arruinó con una estampida de monos".
Patty no consideró necesario comentar que eso le había parecido el punto culminante de una fiesta por lo demás aburrida. Opinión que compartía con Nadine, quien solo vio a Patty con un gesto de "síguele la corriente".
"Como te decía Patty, no te preocupes, ya tengo a la persona ideal, alguien que aparte de cocinar, será un atractivo adicional para los invitados masculinos" – dijo Rhonda, mirando en una foto escolar a una pelirroja enfundada en vestido verde, con una mirada que a Patty y a Nadine les parecía fría y controladora.
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En la habitación de Helga, ella había mejorado de humor. Ahora se encontraba viendo el paquete y comenzó con otro monólogo:
"Oh, que destino tan tortuoso el mío. ¿Qué debo hacer con este paquete? Abrir o no abrir, ver o no ver, ese es el dilema… ¿Por qué torturarme tanto? Debería estar atento del mensaje que me envía mi amado. Tal vez algún día, yo viva en San Lorenzo, República de San Lorenzo" – dijo Helga leyendo la etiqueta – "y no solo seré Helga G. Pataki" – continuó leyendo – "sino que ponga en mis cartas: Señora de Eduardo…
Aquí Helga se detuvo en su monólogo, y solo atinó a decir algo:
"¿ Eduardo ?"
Próximo capítulo:
¿Eduardo? – musitó Helga. Así que el paquete no era de Arnold, sino de otra persona.
Eduardo, Eduardo ¿que? – La letra manuscrita era confusa en la etiqueta del paquete.
"¿Qué les pasa a todos en San Lorenzo?" – dijo Helga con voz fastidiada. – "¿Acaso nadie sabe escribir su apellido en ese país¡Criminal!"
Tal vez Helga estaba fastidiada, pero ahora también estaba intrigada. Recordaba a un tal Eduardo de su viaje a San Lorenzo, hacía seis años. Al parecer, era un nativo de San Lorenzo y amigo de los papas de Arnold. ¿Pero que le enviaría Eduardo a ella y porque lo haría?
Helga no se detuvo mucho en esa pregunta. Después de todo, el paquete no era de Arnold y no tenía ninguna duda si en abrirlo o no. Así que quitó el papel y abrió la caja, preparada para lo que fuera.
Pero lo que encontró en la caja la dejo, literalmente, con la boca abierta.
