Bueno, por fin he vuelto de vacaciones... y he actualizado. Siento haber tardado tanto... como siempre, racias por leerme, y muchísisimas gracias a las personas que me dejan reviews...en este caso, Demona 0 y aztweasley...sois las mejores, chicas. Bueno, en este capítulo sale uno de mis temas clásicos: la comida japonesa. Al escribir, a veces tengo la sensación de retomar siempre los mismos tópicos: la actuación de Luna en plan "hada madrina", la comida japonesa, el carácter inseguro de Ron, el hecho de que cada personaje tenga que cargar con 357892 traumas, las laaaarguísimas descripciones de estados de ánimo, sentimientos, recuerdos y demás... me gustaría hacer algo un poco distinto, pero, aunque lo intente... siempre acabo con lo mismo. Gracias de verdad por leerme.


7:La fiesta de Luna

"Según pudo discernir, no se trataba solo de pescado crudo. Eran unos diminutos paquetitos de arroz con el pescado crudo en el centro, e iban acompañados de un complicado ritual. Había que disolver una pasta verde en una salsa que parecía de soja y a continuación había que mojar la parte inferior del sushi en le salsa"

Marian Keyes "Sushi para principiantes"

Hermione correteaba por su apartamento en estado de pánico. Se había cargado tres pares de medias y aún continuaba vestida con su albornoz sonrosado, muy mono pero bastante poco apropiado para salir a la calle, aunque solo fuese para comprar el pan.

Harry llegó muy puntual, y se echó a reír al ver a Hermione arrojando zapatos en todas direcciones mientras trataba de encontrar algo indefinido.

- ¡Oh, Harry, lo siento muchísimo!- se disculpó la chica, con una nota de agobio en la voz- Es que no se qué ponerme...

- ¿Qué tal el vestido azul? Así irías a juego con mi camisa- bromeó Harry.

Hermione le miró enarcando una ceja y levantó amenazadoramente el dedo índice al más puro estilo McGonagalll en pleno ataque de furia, pero cuando estaba a punto de replicar cáusticamente al comentario pareció pensárselo mejor y se dirigió a su armario con paso decidido, aferrando todavía una bota de montaña. En apenas dos minutos , salió de la habitación con un precioso vestido de seda azul pálido de cuello mao, bordado con delicadas flores blancas y ensortijados tallos verde jade.

- Hacía muchísimo que no me lo ponía... ¿ no me queda un poco estrecho?- murmuró, con preocupación.

- Cariño, estás preciosa... fíjate en mí. No me había dado cuenta de que estos pantalones me hacen mucho más gordo ¿Tu que opinas? Vamos, no me mientas, tenía que haberme puesto los negros, todo el mundo sabe que el negro estiliza...- contestó él, haciendo una perfecta imitación de su insegura novia.

- ¡No seas tonto!- rió ella, lanzándole (con poca puntería) la bota queaún no había devuelto a su lugar en el armario.

- Hermione...- susurró Harry. Ella se volvió para mirarle interrogativamente- No llevas zapatos.

Cuando llegaron al restaurante, Draco y Ginny ya estaban allí, y esperaban en el recibidor con los abrigos en la mano. Formaban una bonita pareja, una de esas que derrochan química y que parecen destinadas irremisiblemente a la felicidad eterna. Ginny iba vestida de negro, un color que normalmente no utilizaba porque acentuaba aún más su palidez. El corte del vestido y el cabello peinado en un complicado recogido le daba cierto aire de doncella renacentista. Draco, en cambio, llevaba camisa y pantalones blancos, y, aunque había desobedecido a Luna en lo referente a las zapatillas, resultaba evidente en su actitud desenvuelta y confiada que el dinero le salía por las orejas. "Arrogante niño pijo..." pensó Harry, mientras le saludaba con la más cordial de sus sonrisas.

- Buenas noches, Harry. Hermione...- contestó Draco, con innegable encanto. Esbozó una reverencia y besó la mano a la castaña, que rió complacida- Estás muy guapa.

- Tú también- respondió ella- A pesar de las zapatillas. Por cierto, te veo mucho menos amarillo.

- Estoy respondiendo muy bien al tratamiento- aclaró él, afirmando con la cabeza y fingiendo absoluta seriedad- Hay quien asegura que se trata de una curación milagrosa.

Luna llegó antes de que se acabasen los temas de conversación, lo que evitó que la tensión ambiental (sutil pero palpable en cada una de las miradas con que Harry fulminaba a Draco) alcanzase proporciones alarmantes. La vieron pasar tras los cristales del recibidor, montada en una Vespa Primavera lo suficientemente antigua como para parecer recién salida de un yacimiento arqueológico: a pesar del casco, la desordenada melena rubia y la vaporosa faldairidiscente resultaban inconfundibles. Lo cierto es que Hermione nunca se había alegrado tanto de ver a la Ravenclaw, porque Ginny y Harry se habían enfrascado en una conversación acerca de cine que empezaba a resultar bastante desagradable.

- ¡ Muy buenas tardes a todos y a todas!- saludó Luna, alegremente- Espero no haber interrumpido nada. Se os veía tan concentrados y eso…

- Ah, no te preocupes. Solo hablábamos de cine. – aclaró Ginny, en tono tranquilizador- Precisamente le estaba contando a Harry que el otro día vimos una película china que se titula "Dumplings" (1) y que…

- … estuvo a punto de hacerme vomitar- concluyó Draco, que parecía tan deseoso como Hermione por cambiar de tema- ¿Qué pasa con Ron?

- Hoy trabajaba hasta tarde y me dijo que llegaría con un poco de retraso- explicó Luna- Bueno ¡espero que os guste la comida japonesa!

Luna les guió hacia el interior del restaurante. Al fondo, un tipo evidentemente oriental preparaba carne en una parrilla, mientras otro , a su lado, elaboraba primorosos paquetitos de arroz y pescado crudo que enrollaba cuidadosamente en tiras de un indefinido vegetal de color negro, con destreza y rapidez impresionantes. Cuando al fin estuvieron sentados y con la carta en la mano, se miraron unos a otros con perplejidad.

- ¿Alguien sabe qué es "miso"¿Y "soba"¿Y "tempura"?- preguntó Ginny.

- Ni idea. Elegí este restaurante porque siempre había querido probar el sushi- confesó Luna despreocupadamente.- ¡Tiene tan buena pinta!

- Está muy bueno- confirmó Draco- Y, contestando a tus preguntas, Gin: el "miso" es una sopa que se hace con una pasta de soja fermentada realmente deliciosa, "soba" son fideos y "tempura" es una clase de harina… en este caso, se refiere a verduras rebozadas a la parrilla ¿algo más?.

- Oye, si sabes tanto ¿por qué no pides tú?- sugirió Harry, con irritación mal disimulada.

- ¡Eso, eso! En lugar de un plato para cada uno, elige lo más rico de la carta y lo compartimos ¡así podremos probarlo todo!- añadió Luna, con entusiasmo- Pero, eso sí, el sushi, a ser posible, en cantidades industriales.

Ron llegó cuando ya les habían tomado nota. Por su aspecto agotado y la profundidad de sus oscuras ojeras, cualquiera podría pensar que regresaba después de una dura jornada picando en una mina, y a punto estuvo de tropezar con el camarero que, haciendo equilibrios, traía parte de la ingente cantidad de comida que Draco había pedido.

Todos (salvo Malfoy, claro, que manejaba los palillos como si hubiese nacido en Tokyo), estuvieron peleándose un rato largo con el extraño sustitutivo de cubiertos que los asiáticos insistían en utilizar. En la mayoría de los restaurantes chinos, ni siquiera hace falta pedir cuchillo y tenedor, porque, como todo el mundo los acaba pidiendo, los ponen directamente desde el principio. Sin embargo, allí todo el mundo parecía utilizar los palillos con destreza, de modo que…

- "A donde fueres, haz lo que vieres"- sentenció Ron, tras lograr que los palillos se separaran con un chasquido. Tras varios intentos fallidos, al final logró asir precariamente un maki (2) de aspecto apetitoso, y, después de masticarlo lentamente, sentenció- No está mal.

- ¡ Bromeas¡ No había probado nada tan delicioso en mi vida!- exclamó Lluna.

- ¿Y esto que es?- preguntó Harry, sosteniendo con cuidado una fina lámina sonrosada y semitransparente. Draco le miró con expresión indescifrable y respondió sencillamente:

- Jengibre.

Harry se encogió de hombros y se lo metió en la boca confiadamente. Lo tragó apresuradamente, y luego empezó a toser y se bebió un litro de agua de un trago.

- Sabe a colonia- afirmó con voz trémula.

- Bueno, se supone que el "yang" del jengibre equilibra el "yin" del sushi- explicó draco- ¿Por qué no probais el wasabi?

- ¿Por qué no lo pruebas tú?- inquirió Hermione.

- Porque la valentía es una cualidad Griffyndor, no Slytherin- confesó Malfoy.

- ¡Entonces yo lo haré!- exclamaron Ginny y Ron al unísono. Aquello desencadenó una de las típicas peleas entre hermanos que los dos pelirrojos aprovecharon para echarse en cara mutuamente todos los trapos sucios de la niñez y para acusarse el uno al otro de pasarse la vida tratando de llamar la atención (algo absurdo, porque Fred y George siempre habían acaparado todo el protagonismo por méritos propios); y fue ella quien zanjó finalmente la cuestión:

- ¡Muy bien! Veamos quien es aquí el niñato y quien el adulto hecho y derecho. Te propongo un desafío.

- Acepto.- intervino Ron.

- ¡Pero si todavía no te he explicado en que consiste¿Ves como eres un inmaduro?- protestó Ginny. Tras otra acalorada discusión, acordaron los términos del desafío: ambos debían meterse en la boca la misma cantidad de aquella pasta verde y masticarla, y ganaría el que más tiempo aguantase antes de tragarla. Los hermanos entrecruzaron miradas de odio y desprecio eternos, ajenos al hecho de que todo el restaurante les miraba disimuladamente tras haber escuchado sus gritos y ahora reinaba un silencio expectante.

- Gin, no es buena idea- susurró Draco, aún sabiendo que cuando a la pelirroja se le metía algo en la cabeza resultaba inútil cualquier intento por hacerla desistir. Tal y como sospechaba, ella se limitó a hacer un ademán de impaciencia con la mano sin pronunciar palabra.

Ron y Ginny se metieron el wasabi al mismo tiempo, aún con expresión desafiante y con suficiente coordinación como para que aquello pareciese una prueba de natación sincronizada. Ambos masticaron con seriedad total durante exactamente diez segundos antes de tragar a la vez. La reacción de Harry no fue nada comparada con la de los Weasley. Los pelirrojos se quedaron súbitamente pálidos, y, acto seguido, comenzaron a beberse el contenido de todas las copas que lograron alcanzar mientras trataban de abanicarse con la mano izquierda. Ron se apoderó de la botella de agua, de modo que Ginny tuvo que hacer de tripas corazón y se vio obligada a conformarse con el vino. Aunque la reacción inicial de sus compañeros (y del resto de la gente) fue echarse a reír, empezaron a preocuparse cuando Ginny, con las mejillas teñidas de arrebol, se olvidó de todas las normas de buena educación y empezó a beber directamente de la botella.

- ¿Estás bien?- le preguntó Hermione con preocupación.

- Quema…- se limitó a responder la pelirroja.

- Bueno, ya que mi querida novia ha terminado con el vino, podríamos pasar directamente al sake- sugirió Draco.

- "Hola, me llamo Draco Malfoy y soy alcohólico"- musitó Luna. El comentario pasó desapercibido entre el murmullo general de asentimiento, aunque Hermione opinaba que no era muy buena idea que el rubio bebiese alcohol teniendo en cuenta el estado actual de su hígado.

Para cuando la cena terminó, Ginny tuvo que reconocer (muy a su pesar) que estaba bastante borracha. Cuando Draco les invitó cordialmente a su casa, alegando que aún era demasiado temprano para ir a dormir, a la pelirroja no le quedó más remedio que rehusar, y, cuando Malfoy le preguntó el motivo ella vomitó elocuentemente en una papelera. Harry, que tenía que madrugar al día siguiente, se ofreció a acompañarla a casa, logrando que Draco, Ron y (en menor medida) Hermione le mirasen con un destello suspicaz en las pupilas.

- Tranquilo- le dijo Hrmione a Draco mientras contemplaban como el taxi se alejaba velozmente calle abajo- Confío en Harry.


Ron y Hermione salieron del piso de Draco cuando faltaban diez minutos para las cuatro de la madrugada. Atravesaron silenciosos las calles desiertas, pensando en que aquella noche pasaría, sin duda, a ser recordada como uno de los Grandes Momentos Surrealistas de la Historia: llegar a la casa de Malfoy fue toda una odisea, durante la que se perdieron tres veces. A punto estuvieron de morir arrollados por una inexplicable marea de Hare- Krishnas de cabezas calvas como bombillas y túnicas de color azafrán, y su huida les condujo a lo que parecía un mercado chino clandestino donde una anciana tuerta trató de venderles cinco kilos de brillantes intestinos de color violeta y procedencia más que dudosa. Mientras esperaban el autobús, Luna (cuya moto había quedado atrapada en un aparcamiento que llevaba dos horas cerrado cuando abandonaron el restaurante) entabló conversación con un señor de mediana edad al que explicó los motivos, incoherentes para cualquier ser humano medianamente normal, por los que Gibraltar debía pertenecer a España y no a Reino Unido. El señor, que resultó ser un viejo policía de pensamiento conservador, amenazó con enviarla al cuartelillo acusada de pensamiento subversivo: afortunadamente, lograron encaramarse a un autobús antes de que la rubia expusiese su teoría acerca de la conspiración de poderosas fuerzas sobrenaturales en todo su complejo esplendor, porque de lo contrario el policía hubiese cambiado de opinión y avisado de inmediato a los servicios de Salud Mental.

Una vez en el piso de Draco, la conversación recayó de manera natural en las anécdotas de la época de Hogwarts. Tal vez fuera por el sake, pero ninguno de los cuatro podía para de reír mientras Draco y Ron recordaban sus antiguas rencillas y sus discusiones. El Slytherin se atrevió incluso a hacer una parodia de sí mismo en sus años adolescentes, arrancando auténticas carcajadas a los otros tres y el comentario "¡Mírale, es él, es igualito!" por parte de Ron.

Sin embargo, el ambiente festivo quedó detrás de la puerta del apartamento de Malfoy, y ahora Ron y Hermione se sentían incapaces de encontrar las palabras adecuadas para que aquella situación no derivase en un momento insoportablemente embarazoso. Hermione pensó que continuar hablando del colegio era improcedente, porque conjuraba fantasmas de un tiempo en que su expectativas, sus sentimientos y sus sueños incluían las expectativas, los sentimientos y los sueños del otro, aunque ambos se negasen a reconocerlo ni siquiera ante sí mismos. Por otra parte, hablar del ahora suponía hacerle frente a una realidad a la que preferían no mirar a la cara.

Ron tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para recordar el motivo de su regreso a Londres ¿acaso no había vuelto para dejar las cosas claras con Hermione? Tenía que ser valiente. Tenía que acabar con aquellos malentendidos, con sus inconscientes y ridículas esperanzas.

- Voy a decirte tres cosas- dijo, súbitamente.

- ¿Perdona?- contestó ella, como si no pudiese creer lo que oía.

- Que te voy a decir tres cosas. Pero tú, a cambio, no dirás nada. Me escucharás y nada más ¿de acuerdo?- pidió Ron.

- De acuerdo- aceptó la chica.

- La primera es que estoy total, estúpida e increíblemente enamorado de ti. Ya se que resulta difícil de creer después de lo que hice, de todo el daño que te causé y… bueno, después de todo, pero es la verdad. Desde que nos vimos en Roma no puedo pensar en otra cosa. Ya se que no tengo derecho a decirte esto, pero es lo que siento, y, además, nos lleva al punto número dos: no voy a hacer nada al respecto. No voy a exigirte absolutamente nada. No espero que te plantees estupideces del tipo plantar a Harry ni nada por el estilo. Lo único que deseo es que sigas con tu vida, que te cases y seas feliz, porque nadie se lo merece como tú. Y en cuanto al punto tres… que te cases con Harry no cambia nada de lo que siento. Se que no está bien, pero no puedo evitarlo. Es algo que debo solucionar solo. Podríamos resumir todo esto en que he renunciado a ti pero no a lo que siento por ti… bueno, se que esto de las palabras no se me da muy bien. Solo… quería que lo supieses, nada más. No se por qué, pero necesitaba decírtelo, necesitaba ser totalmente sincero contigo aunque solo fuese una vez. Por favor, no digas nada. Ni ahora, ni cuando nos volvamos a ver, si es que nos volvemos a ver…mira, ya estamos cerca de tu casa, así que, para ahorrarte situaciones violentas, creo que será mejor que me marche simplemente sin que nos despidamos en tu puerta. Eso siempre resulta raro.

"¿Raro?" pensó Hermione "¿Raro comparado con qué?" En ese preciso instante, hubiese asesinado a Ron, lo hubiese abrazado, o…. ¿Por qué tenía que decir esas cosas¿Por qué tenía que ser tan inoportuno, tan adorable, tan bocazas, tan maravillosamente tonto¿Por qué tenía que renunciar a ella sin siquiera preguntarle si ella estaba dispuesta a renunciar a él? Desgraciadamente, había sido muy claro: aquello era un adiós, un adiós definitivo que no dejaba lugar a segundas partes. Y eso era totalmente injusto, porque Hermione estaba tan enamorada de Ron como él decía estarlo de ella, pero el pelirrojo no quería escuchar lo que ella tenía que decir. Se marchó sin más, dejando tras de sí una estela de promesas olvidadas y un agujero negro en el corazón de Hermione, que engullía lentamente todassus esperanzas de felicidad. "Nunca más volveré a pisar Italia" pensó con tristeza, cerrando con cuidado la puerta tras de sí.


(1)- Película de terror china realmente muy desagradable (por el tema, que es asquerosito de la muerte). Si sentís curiosidad, buscadlo en Google...

(2)- El maki es el típico sushi redondito, rodeado con el alga nori y con el pescado en el centro. Vamos, lo que a todos se nos viene a la cabeza al pensar en sushi.

Un capítulo raro ¿verdad?. El principio podría pertenecer a un fic totalmente distinto a la parte final (súper- hiper- mega dulce. No esperaba que fuese para tanto, la verdad). Odio cuando me ocurre esto... Porfa, escribidme, contadme algo... que esto está a punto de terminar y aún tengo dudas... vuestras sugerencias podrían cambiar el desarrollo de la historia... y necesito que me ayudeis a mejorar... las críticas son bien recibidas (pero sin llegar a la crueldad, si no es mucha molestia).