Capítulo 3¿Verdades?

La tarde del funeral no me presenté. Simplemente observé de lejos.

Había unas cuantas personas, aunque menos de las que hubiese imaginado. Una o dos lloraban, el resto sólo miraba fijamente el ataúd cerrado con sus rostros entristecidos. No sé si a Al le hubiese gustado o no que yo asistiera, pero mientras lo debatía internamente sentía miedo. Miedo porque el hecho de estar parado frente a él por última vez exigía decirle algo, una reflexión, un saludo, lo que fuera. Y yo no sabía qué decirle. Ni siquiera sabía aún cómo reaccionar ante semejante suceso y qué sería de mí ahora que me encontraba completamente solo. Qué sería de mí...

Las siguientes semanas fueron sombrías. Las pasé encerrado en la biblioteca, como de costumbre, pero a diferencia de antes no había nadie que me despertara por las mañanas para insistirme de disfrutar de la luz del día, ni que me trajera comida a altas horas de la noche, preocupado por mi dejadez. Ni siquiera leía o estudiaba. Tan solo permanecía largas horas sentado, observado un punto fijo, intentando borrarme de la mente la última imagen que tenía de Alphonse, tan pálido, tan muerto; todo lo contrario a lo que solía ser, y con una sola pregunta que me carcomía los sesos¿por qué?

Cada vez estaba más seguro de que aquello era un error, un gravísimo error, y aunque todos esos pensamientos difusos e improbables se debatían sólo en mi mente, una mañana desperté totalmente decidido.

Era una mañana otoñal y hacía bastante frío, pero no había nada que me hiciera esperar. Me abrigué bien y me dirigí rápidamente hacia la casa de Al.

Iba a entrar sin importar lo que dijeran sus tíos e ir directamente a su habitación, pero al abrir la puerta me detuve en seco. La casa se encontraba en silencio y parecía no haber nadie, pero había algo allí adentro que me perturbaba: el aroma de Al.

Jamás lo había extrañado a pesar de las numerosas oportunidades en que nos habíamos separado por largo tiempo, pero esta vez era diferente. Quizás era porque antes, en mi interior sabía que tarde o temprano volveríamos a vernos y a divertirnos y reírnos juntos. Y ahora que me encontraba allí, en esa situación, sentía que un dolor insoportable me comprimía el pecho. Nunca volvería a verlo.

Luego de permanecer varios minutos inmóvil, me armé de valor y comencé a subir los escalones uno por uno. Atravesé el lóbrego corredor y giré lentamente el picaporte.

La habitación estaba vacía; sin cuadros ni libros, hasta habían quitado las cortinas y la alfombra. Tan sólo quedaban el escritorio y una fría cama con un colchón sin sábanas.

—Desalmados... —musité para mí.

Al parecer mi primer plan estaba arruinado, pero no desistí. Comencé a hurgar en el suelo, bajo la cama, dentro de los cajones del escritorio(que para mi pesar estaban vacíos). Si había algo allí, lo encontraría.

—¿Qué crees que estás haciendo?—. La voz gruesa del tío de Al me sobresaltó.

No esperaba que nadie me sorprendiera en esa situación, e intenté explicarme pero todo lo que salió de mi boca fue un balbuceo ininteligible.

—No tienes nada que hacer aquí. Vete de una vez.

—¡No!— exclamé poniéndome de pie.—No me iré a ninguna parte.

—Niño maleducado... ¿acaso quieres que te eche a la fuerza?

—¡Maleducado tal vez, pero no insensible¿Cómo pueden estar tan tranquilos y actuar de forma tan natural! Después de lo que le ocurrió a Al... Al...

—A Alphonse no le ocurrió nada. Él tomó su decisión y no hay nada que podamos hacer. No sé qué es lo que pretendes aquí, pero mi paciencia tiene sus límites.

—¡Es que ese es justamente el problema¿Cómo puede ser que él tomara semejante decisión? Quizás... ¡quizás alguien lo mató! Es por eso que estoy buscando algo... alguna pista ¡Cualquier cosa que me de un indicio!

Pero en vez de la expresión reflexiva que creí que adoptaría al decirle mi hipótesis, el hombre se quedó mirándome con cara de incrédulo, y luego se echo a reír a carcajadas.

—¿Un asesinato¡Vamos, esto no es un cuento de detectives! No puedo negar que me sorprendió lo ocurrido, pero lo que dices es insólito. Después de todo, no fue la primera vez que...— se interrumpió de pronto.

—¿Qué... qué quiere decir?— pregunté, paralizado.

—Nada, nada... Vamos, ya vete— insistió intentando tomarme del brazo.

—¡Maldición, dígame lo que quiso decir!— le grité haciéndome a un lado.

Abatido por mi persistencia, se encogió de hombros, y desviando su vista hacia la ventana suspiró, como si finalmente se permitiera demostrar algo de su dolor.

—Quise decir que no fue su primer intento de suicidio¿de acuerdo? Hace aproximadamente seis meses atrás quiso intoxicarse tomando medicamentos de los animales. Además, desde hacía un buen rato que se encontraba triste y melancólico, ya casi ni sonreía... Es por eso que aunque nos duela, no fue algo tan incoherente. Oye¿por qué no...

—No, está bien—lo interrumpí.—No hace falta que me lo diga de nuevo, ya me voy.

Salí de la casa casi corriendo, como escapando. Afuera el frío se había encrudecido y un viento helado soplaba con fuerza, pero yo no sentía nada más que las palabras del tío de Al resonándome en la cabeza: "...desde hacía un buen rato que se encontraba triste y melancólico, ya casi ni sonreía...". ¿Estábamos hablando del mismo muchacho? Si Alphonse era la persona más alegre que yo conocía... ¿Es que acaso...? No, eso no podía ser cierto.

Llegué a casa tiritando, no sé si de frío o de nervios. En la biblioteca todo se encontraba calmo, y el silencio insoportable me hizo perder la cordura.

Comencé a arrancar los libros de sus ordenados estantes y a arrojarlos con fuerza contra el suelo alfombrado. Las sillas sufrieron el mismo destino, y cuanta más violencia aplicaba en mis actos, más ganas tenía de destruir todo aquello que me rodeaba y que me había rodeado por tanto tiempo.

—¿Por qué!—preguntaba a los gritos a alguien que no podía responderme, mientras seguía revoleando por los aires todo lo que se cruzaba en mi camino, hasta que un libro pequeño y delgado cayó clavando su punta sobre uno de mis pies.

Levanté el desgraciado libro maldiciendo, listo para descargar mi bronca con él, pero al leer su nombre me detuve. Recordaba bien de cuál se trataba, y también cuál era su contenido. Aquello se había presentado como una señal, o más bien como una respuesta. ¿O era acaso que mi mente estaba jugando conmigo?

—Pero, está prohibido...— dije como advirtiéndome a mí mismo.

"Como si importara..." respondió una voz en mi interior. Así es, ya nada importaba.

Me apresuré a buscar y juntar todo lo necesario. Por suerte mi padre siempre tenía una gran variedad de elementos dentro de un pequeño depósito con los cuales ya había practicado varios experimentos anteriormente.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, ya totalmente preparado, salí de casa asegurándome de que ningún vecino curioso me viera. Tan sólo la luna que pronto saldría y la noche fría serían testigos de lo que estaba a punto de hacer.

Continuará...


Bien! Este fue el tercer capítulo de la historia, y apenas estamos entrando en calor. Espero que por ahora les venga gustando.

Gracias a todos los que me dejaron reviews, ojalá lo sigan haciendo y los que no me mandaron me manden xD Eso es todo, supongo...

Saludos!

PD: agh tengo un problema con el formato de esta página... especialmentecuando en una misma oración uso signo de exclamación y de interrogación juntos, en vez de ponerme los dos, abre con uno y cierra con otro, y tampoco puedo dejar más de un espacio para que se note que es punto y aparte u.u De todas formas supongo que igual se entiende...