XII
Beagle
-entonces Vegeta, no utilizaremos la fuerza física, si no estrategia militar
-Así es Kakarotto, había que planear movimientos, direcciones ataques...como en el ajedrez- Gokú un rey que no tenia mucha cultura universal se había extrañado ante la palabra, su rostro no logro esconder esto, el rey Vegeta lo miro y le dijo- Ajedrez es un juego de la tierra, es una las pocas cosas rescatables de ese pobre planeta
-Me han dicho que es un planeta muy agradable para vivir muy parecido al mío
-Si, así es, pero no soporto a esos imbéciles que la habitan- Vegeta se paro junto a Gokú y se cruzó de brazos sus ojos paseaban ante los 1000 soldados que algunas horas antes estaban esparcidos por todo Beagle, ahora, reunidos ante él, sumisos a sus ordenes, preparaban las armas láser, los vehículos armados, hachas uniformes, chalecos antiláser, el aire traía consigo un terrible calor, levanto la desértica tierra, esparció un olor de metal oxidado y a chatarra expuesta a las inclemencias del tiempo, adornado con un poco sensible aroma a muerte que el rey Vegeta conocía muy bien.
N. 17 estaba muy entusiasmado porque un rey con toda la fama de ser un excelente guerrero dirigía a Beagle a su posible victoria.
-¿Listo majestad?- Vegeta no contesto, bostezó y regreso a su seriedad habitual
-Los reuniste demasiado rápido, no pensé que reunieras a 1000 soldados en tan poco tiempo- dijo Gokú al orgulloso 17, quien por primera vez en su vida albergaba esperanza.
-si, esos vehículos son mas rápidos de lo que parecen
Un milagro en medio del hielo
Sucedió que a la hora del almuerzo en el palacio de Snowball, Octavio llego con las más recientes noticias, las que habían causado conmoción en el reino. Un hombre caminaba en el bosque, se arriesgo a ir hasta ahí porque realmente estaba necesitadote leña, llevo consigo una cantimplora y una hacha, mientras cortaba un pino, comenzó a sentirse más y más débil hasta que finalmente llego un momento en el que se sintió desfallecer, al voltear vio a un Whitky que le observaba desde hacia un tiempo a unos metros de él, en ese momento tiro la cantimplora y el agua comenzó a derramarse y en unos segundos quedo totalmente congelada debido al extremo clima, el Whitky vio el reflejo de la estrella Istar en el agua que se acaba de verter, a la bestia le llamo la atención y al acercarse vio su reflejo sobre el agua congelada y se maravillo con lo que había visto, fue lo que le dio tiempo al hombre de escapar. Era el primero que tenia a un Whitky tan cerca, frente a frente y había vivido para contarlo.
La reina de Snowball y Goten caminaban por uno de los muchos pasillos del palacio a cada lado de las antiguas paredes se encontraban retratos de los antepasados de la reina y entre cada uno, candelabros bañados en oro con gruesas velas que alumbraban el camino con una tenue y tibia luz.
-Sabe majestad- dijo Goten abrigado de la cabeza a los pies- eso que nos contó Octavio me recuerda a una historia que me contaba mucho mi papá cuando yo era pequeño, me la relataba todo el tiempo
-¿si? ¿y de que se trataba?- pregunto la reina interesada en escuchar al príncipe de Kakarotto
-En Kakarotto se cuenta de un héroe que se llamaba Baruc...el era un sujeto muy normal que vivía en una aldea, se comprometió en matrimonio; pero un día un monstruo se llevo a su prometida, era un monstruo gigante, con ojos enormes y unas fauces realmente grandes, con unos comillos del doble de mi brazo, el se llevo a la chica para devorarla en su guarida y todas la daban por muerta; pero Baruc la amaba demasiado, tanto que decidió ir a rescatarla, por 20 días y 20 noches se la paso frente a la cueva espiando al monstruo, tratando de buscar sus puntos débiles, pero parecía no tener, ni siquiera se quedaba dormida, pero aun así Baruc no se daba por vencido. Un día Baruc fue a un arroyo a tomar agua, no se había dado cuenta que el monstruo estaba frente a él; pero no le hacia nada, entonces Baruc se dio cuenta que la bestia no lo veía, si no que miraba fijamente su reflejo. Baruc le tiro una piedra y la bestia no se movió en absoluto, pronto desenvainó la espada y se la clavo entre los ojos y lo mato...recuperó a la chica y se casaron y ya.
-¿Así te la contaba tu papá? ¿hacia más énfasis en la parte de acción que en todo lo demás?
-Es que no conoces a mi papá...es buena persona. Los Whitkys se parecen al monstruo de Baruc por eso estoy seguro que los haremos trizas.
-¿y bien?
Beagle
-Bueno señor Vegeta, ya estamos listos- El rey miro a los soldados que le seguirían en la búsqueda de la libertad de su planeta, a los que llevaría al combate y a una muy probable victoria. Ya lo había hecho cientos de veces, desde que era pequeño, desde que tenía uso de razón su padre lo había llevado desde el momento en que pudo levantar una espada. A los 4 años mato a una persona por primera vez, a los 7 fue cuando acabo con su primer planeta, no importaba quienes eran o cual era su historia, solo le dio la gana de destruirlos.
Ahora frente a estos soldados, recordaba su infancia y su adolescencia junto a su padre, un hombre al cual admiró mucho; pero que jamás amo y con el tiempo lo sobrepaso y ya, poco después, no sentía absolutamente nada por él, por su padre jamás sintió nada, y por el guerrero lo había dejado de sentir. La mente la dejo volar y sus ojos se perdieron en la distancia, el aire olía a muerte, no el viciado olor de un ser muerto, si no el aroma de la muerte, su perfume fino y desabrido, casi imperceptible para los demás; pero siendo aquel el rey que siendo príncipe había acabado con todo planeta a su paso y matado a aquellos que consideraba un estorbo a sus propósitos ¿cómo era posible que no reconociera este olor? ¿cómo era posible que no lo recordara? Lo hizo, era imposible olvidarlo, una vez que la muerte te rodea, nunca se olvida su presencia, ni su olor, ni su gélido tacto. Recordó al primer hombre que mato, no era la gran cosa, era un soldado del ejercito del planeta a invadir, no se acordaba si era de día o de noche, si había frió o calor, si estaba solo o con el ejercito a sus espaldas, era muy pequeño como para recordar los detalles; poco importaba el escenario sino la escena, aquel acto, cuando tomo la espada y lo aniquilo, clavándola en punto exacto donde se encuentra la yugular; su rostro, el rostro de ese soldado nunca se le borraría de la mente, como de impresión, acercándose a la desesperación al borde de la decepción; talvez no pensó que un chiquillo lo mataría de este modo, así tan fácil, hijo de un rey, guerrero de nacimiento; pero un niño al final. Después vinieron los otros, esos que decapito, a los que le clavo la espada directo en el corazón; en el estomago y después dejo la espada y descubrió la energía y con ella aniquilaba a todo a su alrededor, como si realmente nadie fuera a superarlo. Volvía a mirar al ejercito con un entusiasmo mudo, no podían hacer ruido, sin ser detectados por los Droids que buscaban aniquilarlos., entonces el rey les dijo
-¡Vamos acabemos con esto de una vez!
El día en el que ser útil se aproxima, estaré listo y sabré esperar en mi punto estratégico, tal y como me enseñaron, tal y como se prácticamente se me obligo.
Las tropas estaban listas para avanzar con su nuevo líder, los 50 mejores estaban con el rey Vegeta, 48 más con Gokú y luego iban de 112 en 112, alguna de esas iba conducida por Ten Shin Han, otra por N. 17 y por lideres que usualmente tenían, los demás, 111, se habían quedado en base para esperar ordenes. Fue un entrenamiento demasiado básico, rápido y general, las técnicas y las bases esenciales para aniquilar a los Droids que alguna vez fueron sus sirvientes y ahora eran sus asesinos.
La tropa dirigida por el rey Vegeta comenzó a avanzar, el día era más tétrico de lo normal, los relámpagos le daban al ambiente un brillo fugaz azul eléctrico y en su efímera vida, les daba un pequeño destello de luz. luego seguía el trueno, resonaba por todo el lugar y su eco llegaba a todo rincón posible que la onda de sonido le permitía. Nada de eso intimidaba a los soldados y mucho menos a Vegeta.
Iluminados por los efímeros rayos, caminaban en la desértica ciudad hecha pedazos, con los edificios a punto de caer, entre escombros y vidrios quebrados, pedazos de acero por todos lados, el armazón de un Droid guerrero y cerca de él, los esqueletos, los cráneos, falanges, fémures, 206 huesos multiplicados por 10, 20, 100 y todos adornaban el infértil suelo desértico, que se había convertido en cementerio general y las lagrimas derramadas, eran las escasas gotas de lluvia que caían muy de vez en cuando.
Si se respiraba profundamente se podía el olor de la chatarra oxidada. Caminaban entre tanta desolación, sosteniendo sus armas largas de láser , caminado con cuidado...a la expectativa...mientras tanto los Droids diseñados para la guerra, caminaban alrededor, buscando aniquilar a los Beaglelianos, buscando acabar con la especie que le impedía tomar el planeta como suyo.
Caminaban los Droids, un total d e 16, en columnas de 4, en filas de 4. Vegeta los había visto primero y con una señal de los dedos, hizo que sus soldados se pegaran rápidamente a las paredes casi derrumbadas, pero del alto suficiente para ocultarlos. Pero uno de los Droids los escucho y alisto a sus compañeros, los cuales pronto se pusieron en guardia, sacaron pistolas pequeñas similares a una escuadra y comenzaron a acercarse lentamente.
