XIII
Fue la primera vez que el rey Vegeta los vio tan cerca, maquinas tan frías y hechas a propósito sin expresión, pareciera que amaban matar a pesar de no tener sentimientos, eran altos a una primera vista, Vegeta les había calculado cerca de 2 metros talvez un poco más; la estatura era lo de menos, angustiaban más sus ojos, a pesar de que estos ojos electronicos con visión infrarroja en uno y con visión espacial en otro y aunque estaban en sus orbitas parecían moverse hacia todas las direcciones posibles buscando información. Dedos largos, metal liviano y plateado, ojos de asesino, movimientos rápidos y un manejo de las ramas que cualquier soldado podría envidiar, porque ninguno podría alcanzar tal perfección. Hizo el rey una señal con sus dedos con la seriedad y la atención que el momento ameritaban comenzó a contar...1...2...3...4...4, fue el momento en el que 4 soldados rápidamente corrieron a sus posiciones y dispararon sus armas. Sus ojos incrédulos miraban la escena, habían acabado por primera vez con un escuadrón de soldados; pero no había tiempo para celebrar, la misión aun seguía su curso.
98, 99, 100...el número de soldados dados de baja por Vegeta y su tropa crecía cada vez más. Se aproximaban a un punto de encuentro que había sido planeado con anterioridad por los jefes de las tropas: el fuerte 11101, se detuvieron por un par de minutos analizando el lugar y sus alrededores, acero, chips y unidades centrales del proceso se alternaban con cráneos y diversos huesos en al árido suelo, mudos testigos de batallas por la sobrevivencia y la dominancia de una raza.
El guerrero rey con mirada fiera miraba hacia la torre vigía, no tenia ningún arma en su poder, no le hacia falta, con sus manos, estrategia y experiencia eran mas que suficientes. Al finalizar los primeros dos minutos, el rey guerrero decidió que el subiría a la primera torre, el tiempo era demasiado esencial como para permitir que se desperdiciara esperando a los demás y de esta manera invitando al fracaso para que abrazara su misión.
En una señal, dos lo cubrieron por la espalda y Vegeta cuidadosamente comenzó a subir más y más rápido, entró con cuidado la torre era alta en verdad; pero su ancho no le correspondía, Vegeta con mucho trabajo se movía ahí adentro tratando de que aquel soldado no lo viera, mas todo fue en vano, porque este tenia ojos en la nuca.
Vegeta se dio cuenta de que el soldado que ya lo había ubicado para acabar con su existencia, un estorbo para sus amos , alisto las armas y apunto contra el rey y pudo matarlo de no ser porque el experimentado guerrero fue más astuto y más rápido, con un veloz movimiento se acerco hasta el soldado quedando frente a él, sosteniendo sus fríos brazos que aun apuntaban hacia un punto donde ya no había nada, Vegeta sonrió casi sádicamente con esa sed de muerte que desde hacia años no experimentaba, se quedo estático frente a él por cerca de 2 minutos inmóvil, cuando de repente Vegeta le mostró los brazos al soldado, se los había arrancado aun con las armas fuertemente agarradas, los arrojo hacia el suelo y tomándolo por el cuello le apunto en la cabeza donde le lanzo un pequeño rayo de energía que lo fulminó, le recordaba a los viejos tiempos, a los que renuncio.
Contemplo el fuerte 1101, lleno de soldados metálicos, no eran la gran cosa; los podía hacer volar con solo lanzar toda su energía, demasiado precipitado, tal vez podría haber una trampa, además tenía que esperar a los otros, se tardaban demasiado ¡Que lentos!...solo representaban un estorbo, en especial el sujeto de los tres ojos.
Detrás del fuerte estaba la ciudad 1101 fundada por los nanodroids un tiempo antes de vencer a sus creadores, era diferente al resto del planeta, rodeada de altos edificios, ningún vehículo o algo viviente o que por lo menos simulara serlo pasaba por sus desiertas calles, había puentes que cruzaban toda la ciudad y esta, cubierta por reflejos de luces amarillas que la hacían verse espectral; pero al rey no le impresiono mucho, en sus experiencia había cosas que para el era mas dignas de su admiración, esto no era nada.
En Snowball el planeta frió, cubierto por la nieve y adornado por hielos perpetuos donde el sol solo aparecía por 6 horas y a veces hasta menos, se llevaba a cabo el plan que finalmente libraría al planeta de sus temibles enemigos, los llamados Whitkys, los que asesinaban a los pobladores del reino de Snowball buscando saciar su hambre, sin piedad y sin misericordia los mataban con todo el dolor que sus victimas podían experimentar, era natural, los Whitkys eran bestias carnívoras, sin razonamiento, cuyo cerebro pobremente desarrollado solo maquinaba la manera de atacar a su presa y nada más, ahí no había lugar para pensar en la victima y como aminorar su sufrimiento mientras era devorada, solo cabía el muy desarrollado instinto de la sobrevivencia.
El príncipe Goten se había inspirado en una historia que su padre le contara hasta que tuvo 10 años la misma que ya le aburría y muchas veces interrumpió a su padre para que dejara de narrarla antes de llegar a la mitad ¿quién lo hubiera pensado?
En ese planeta helado, un sentimiento tibio comenzaba a surgir en el palacio, uno entre dos personas que jamás habían experimentado ese sentimiento, ese algo tan raro, aunque pensaban que lo había hecho lo cierto era que jamás lo habían conocido.
Era la noche anterior al día del exterminio W, así lo había llamado Goten a su plan. El príncipe Goten se había perdido en el palacio, la orientación no era su fuerte y funcionaba peor en lugares desconocidos y se agravaba mas el asunto si hacia un frió infernal. Andaba por los pasillo, tiritaba de frió a pesar de la calefacción, el joven sentía el ambiente helado, buscaba desesperadamente un suéter, una manta o lo que fuera para que estuviera caliente, se comenzaba a arrepentir de dar esa vuelta por el palacio si en su habitación la temperatura era agradable, a unos pasos mas encontró a la reina.
-hola- Saludo al príncipe con una alegría que le llego repentinamente era tan grande que olvido el frío
-¿qué haces por aquí?- pregunto ella con la misma alegría que él
-Pues...veras paseaba por aquí y bueno yo...yo...eh...
-¿te perdiste? Pregunto la reina sonriente
-¿Yo?...No, no, no, es solo que...
-No tiene nada de malo admitir que te perdiste, a cualquiera le pasa
-Pues si lo pones así...me perdí
-tienes frió ¿verdad?
-¿por qué piensas eso?
-Porque estas temblando
-ah...si- Tal vez no era precisamente el frió, quizás era el estar frente a ella, esta chica que era tan diferente a todas las novias que habia tenido. Si algo tenia Goten, era una vasta experiencia en mujeres desde las que en verdad eran hermosas, pasando por las feas, de su edad, mas grandes que él, menores que él y una que otra mujer que no estaba contenta con su vida matrimonial, si, Goten tenia mucha experiencia, pero la reina de Snowball era muy diferente a todo eso.
-si quieres te llevo a tu habitación- Dijo la reina con una ternura que estremeció a Goten en lo más profundo, por primera vez sentía esto, esto que es tan raro para quien lo experimenta por primera vez.
-¿Puedes?- la reina llevo al príncipe a su habitación y mientras tanto el príncipe le contaba sobre Kakarotto, sobre su hermosura, del sol que estaba sobre el planeta cerca de 12 a 14 horas, de los animales que pastaban y corrían libres por los campos, le contó también sobre su niñez, del pequeño príncipe que entrenaba con su hermano mayor y cuya madre le enseñaba sobre ciencia y matemáticas, religión entre otras cosas, su padre que le contaba historias y le enseñaba técnicas de pelea, con el que volaba de un lugar a otro mientras le enseñaba sobre animales.
Omitió la parte en la que su padre rara vez estaba en el planeta, no menciono que cuando su madre le enseñaba todas las materias lo comparaba con su hermano mayor Gohan "a tu edad Gohan ya sabia álgebra, a tu edad Gohan dominaba el libro de Sardis" no platicó que al crecer tenía constantes pleitos con su padre reprochándole que jamás estuvo, reprochándole a su madre las constantes comparaciones que siempre estaban a la orden del día "Yo no soy mi hermano" le decía a gritos frente a una madre que también gritaba, diciéndole que era un rebelde sin causa, un hombre sin oficio, de no ser príncipe no seria nada. Goten se dio cuenta que para su madre, Gohan seria el primero en lo que fuera y que no importara cuanto se esforzara, en el corazón de su madre, Gohan, lo haría diferente y un poco mejor, pero a Goten ya no le importaba. No venia al caso contar algo así.
El relato sobre Kakarotto impresiono a la reina de Snowball que jamás había salido de su gélido reino, ansiaba conocer el planeta natal del príncipe extranjero, el la invito a que fuera un día prometiéndole que la llevaría a todos los lugares de los que le había hablado y de otros muchos, la reina sonrió y sin darse cuenta sostenía la mano del príncipe, Goten sentía que el corazón se le salía del pecho, que la sangre aceleraba su golpeteo y el estomago se anudaba, enrojeció y ella también, ambos se dieron cuenta del obvio nerviosismo del otro, no dijeron nada, fingieron no darse cuenta. El príncipe acaricio la mano de la reina, suave, tersa y pequeña, luego la miro a los ojos.
Ella también lo miraba, en el había algo distinto a los otros chicos, algo enigmático, tenia el presentimiento de que ambos estaban destinados a algo maravilloso...algo.
Pensó en un lugar hermoso, la reina conocía bien su planeta y había un lugar especial donde siempre iba cuando quería estar sola, era su secreto mejor guardado ni siquiera su fiel guardián Octavio conocía de esto.
En esta ocasión no quería ir sola, quería llevarlo con ella
Tardo un poco en convérselo y no era para menos, afuera el frió estaba bajo cero y el príncipe estaba acostumbrado a los lugares calidos, era por ello que no aguantaba ese tipo de climas extremos.
El frió no fue impedimento la reina le dio un suéter y un gorro que Goten sentía que le hacia lucir ridículo; pero todo fuera por estar con ella.
Salieron caminando, la reina iba tranquila y contenta por la compañía, Goten también estaba encantado con la compañía, solo que tiritaba y su cuerpo temblaba en busca de calor, el camino se le hacia demasiado largo.
La noche estaba llena de estrellas, la temperatura era de -2 º C (algo calido para una noche de Snowball) el paisaje era deferente a otros: entre dos montes, había una cascada congelada que desembocaba hacia un pequeño rió congelado de la misma forma, a los lados del mismo, había un bosque cuyos pinos estaban congelados también, entre cada pino había seres parecidos a venados y conejos perpetuos en el hielo, uno de ellos miraba hacia el cielo, el otro miraba hacia un lado, la escena demostraba que en una ocasión hacia mucho tiempo, en Snowball hubo vida que vivía bajo un calido sol, una escena que quedo perpetua en la eternidad.
-Esto es muy singular
-si, príncipe, es la prueba de que en Snowball, alguna vez hubo algo más que hielo y nieve.
-Es muy hermoso... ¿y dices que te gusta venir aquí? ¿Por qué?
-Para recordarme que a pesar de todos los problemas y, de que a veces, estamos hundidos en la desesperación siempre hay cosas hermosas, solo que no podemos verlas pero están ahí
-Ver lo bonito en los tiempos de adversidad...en esos momentos, en lo ultimo que piensas son en las cosas hermosas...aunque últimamente...
-¿últimamente que?
-Es cierto que a veces puedes ver cosas hermosas en medio de la desesperación...yo estoy comenzando a aprender
-¿De que hablas Goten?
-¿Sabes lo hermosa que eres?- y la reina de Snowball rió, un poco guiada por un nerviosismo que ella sentía como absurdo y tonto, por ellos la oculto con su mano
-¿por qué me preguntas eso Goten?
-Es que eres muy hermosa, muy inteligente, eres perfecta, eres...-la joven reina interrumpió al príncipe besándolo en la mejilla, mientras se paraba de puntitas para alcanzarlo.
-tu eres diferente a todos, me gustas mucho...ya no quiero que la encuentres
-¿Qué cosa?- pregunto el príncipe
-La esfera
-Pero por eso estoy aquí, es para lo que vine; aunque ahora creo que encontré mas que eso- la tomo entre sus brazos y la abrazo fuertemente, el frió paso a segundo plano al igual que el paisaje, todo giraba en torno a ellos.
-No te vayas Goten- él no pudo responder a nada porque de algún momento a otro debía irse para continuar su búsqueda
