Capitulo 5: Un mal día
22 de Febrero
-¡Joder, no voy a terminar nunca! – se quejaba una y otra vez Sakuragi.
Eran las once de la mañana y aun se encontraba leyendo el mismo papeleo que había cogido a las ocho de la mañana pensando que ese sería el documento menos extenso de todos los que tenía sobre la mesa.
Se había bebido ya cuatro cafés intentando conseguir no dormirse, pero le era totalmente imposible… y lo peor todavía estaba por llegar.
-La campaña de refrescos; la del nuevo perfume que huele a basura; la de papel higiénico que es… ¿extra-largo y extra-resistente? ¡ja! ¿Quién puede ser tan idiota para creerse eso?… - iba contando Hanamichi.
Tenía que encargarse de muchas campañas tras haberse pasado tantos días de vacaciones en Estados Unidos. Estaba convencido de que su jefe le había asignado tanto trabajo durante su ausencia para vengarse de él ya que recordaba perfectamente la cara que le puso cuando fue a pedirle unos días de descanso… Casi tuvo que ponerse de rodillas y prometer que cuando volviese trabajaría el triple… Ése fue su gran error.
-Maldito Machida… me la tienes jurada… ¿eh?- susurraba hablando solo sin parar de pasar papeles.
-¡Hanamichi! – exclamó Yohei abriendo la puerta de su despacho de golpe sobresaltando al pelirrojo. -Vamos a almorzar, ¿Te vienes? -
-…Lo siento pero no puedo… Tengo que poner en orden todos estos papeles y después ir al despacho de Machida a recibir la bronca del siglo…- habló colocándose sus manos en la cabeza en señal de desesperación y a continuación se revolvió un poco sus cabellos rubíes.
Y él que tenía pensado acabar pronto el trabajo atrasado para tener la tarde libre…
-¿Bronca por qué? – preguntó el moreno acercándose a la mesa en la que estaba Hanamichi.
-Por no venir ayer… Ese tío me matará. – Dijo refiriéndose a Machida, su jefe de departamento.
-Invéntate una buena excusa y listos – propuso con una sonrisa.
-Sí, claro… Desde que trabajo aquí ya le he dicho todas las excusas que puedan existir y… nunca se las traga - contestó irónico. – Iros, yo me quedo para intentar arreglar todo esto –
-¿No prefieres que me quede para ayudarte? –
-… ¿Harías eso por mí? – preguntó Sakuragi ilusionado con esa ayuda extra que le estaba ofreciendo su mejor amigo.
-No, la verdad es que no. – contestó Yohei con una gran sonrisa. – Pero quedaba bien decirlo, ¿verdad? –
-¡¡Baka! ¡Anda, lárgate de una vez antes de que te tire el ordenador por la cabeza! – habló enfadado Hanamichi. Debió imaginarse que todo era una de las típicas bromas de su amigo, quien no paraba de reír ante su enfado.
-Venga va, no te enojes…ya me quedo, pero sólo para que veas que soy buena persona... – y ante la mirada del pelirrojo, continuó. – Sí, sí, me quedo de verdad, mal pensado… pero espera que se lo digo a los demás. –
Mito salió de la oficina y Hanamichi escuchó como el moreno les gritaba a los demás que se fuesen sin él ya que se quedaría ayudando a un amigo en un estado de vida o muerte. Después, entró de nuevo y, cogiendo una silla, se sentó al lado de Hanamichi.
-… Gracias Yohei…Aunque yo no estoy de vida o muerte, idiota-
-Ya me la pagarás, tranquilo… y no me insultes que al fin y al cabo saldrás tu perdiendo – respondió con una sonrisa mientras golpeaba la espalda del pelirrojo en un gesto de reafirmación.
Y verdaderamente trabajar entre dos se hacía mucho más fácil. Además, Yohei era quien había redactado la mayoría de esos documentos ya que era él quien se encargaba de dar ideas y posibilidades para cada campaña publicitaria. Sakuragi se encargaba de las artes gráficas y realizar algunos ajustes de las grabaciones.
-¿Cómo te encuentras? – preguntó el más bajo mientras ayudaba a Sakuragi a introducir toda la información en su ordenador.
-¿A qué te refieres? – contestó con otra pregunta sin despegar su mirada de la pantalla y tecleando sin parar.
-Si no recuerdo mal… Eres un hombre infiel… ¿Cómo te sientes con esa carga? – habló aparentemente serio aunque intentaba suprimir sus ganas de echarse a reír en cualquier segundo.
-¡¡YOHEI! – gritó el pelirrojo a la vez que lo miraba con represión. - ¡Joder, maldita la hora en que te lo conté! –
-No seas dramático, Hanamichi- le dijo dándole un suave golpe en la nuca con una de sus manos. – Ayer no dejabas de mirarlo mientras estábamos en la cafetería… ¿Tan bien te lo pasaste con él? – Yohei sabía perfectamente que con ese comentario se ganaría un buen cabezazo del pelirrojo, pero es que le encantaba sacarlo de sus casillas.
Pero, contrariamente a lo que se había imaginado el moreno, Sakuragi sólo sonrió.
-¿Acaso eso es malo? – preguntó divertido. – Ya te he dicho que no lo recuerdo todo pero… -Hanamichi dejó por unos instantes el teclado y se quedó mirando a la nada. – Sí, fue increi… -pero en esos momentos pareció que el pelirrojo se despertaba de su ensoñación. -¡¡Mira lo que me haces decir, idiota! ¡Ya te dije que si querías saber qué se sentía, que lo probaras tú…! –
-Está bien… ya le pediré a ese tal Rukawa que se acueste conmigo, ¿Si lo emborracho podré? –
-¡¿Qué!... ¡A él no lo toques…! –
Yohei se echó a reír ante las caras que hacía su amigo pero todo acabó cuando unos golpes se escucharon desde la puerta, la cual se abrió.
-¡Ey Hanamichi! Machida te llama… ¿Qué has hecho ahora para que el primer día te regañe? Se veía enfadado…-
-¡Ese hombre siempre está enfadado!... Pero gracias Ryota, enseguida voy…-
Así, Miyagi se marchó murmurando "Suerte" antes de cerrar la puerta.
-Ahora vuelvo, Yohei – dijo Sakuragi levantándose de su asiento. –Y deséame suerte –
-Suerte – habló teatralmente. – Que te sea leve, amigo…-
Y Hanamichi caminó hacia el despacho de su jefe cansadamente.
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El despertador automático de la mesita de noche marcaba las seis y cinco de la mañana cuando su estridente alarma sonó.
Rukawa, cuya paciencia era escasa a esas horas de la mañana, sin ni siquiera abrir los ojos, llevó una de sus manos hacia el aparato para intentar que parase con ese sonido, pero al no lograr su fin, abrió los ojos sólo para coger el despertador y lanzarlo a la otra punta de la habitación. Dicha acción dejó escuchar un gran sonido a causa de que el aparato chocó directamente contra un pilar de CDs causando que todos ellos cayesen al suelo de forma desordenada.
Pero, increíblemente, el despertador no dejó de sonar pero el moreno se sintió feliz con su acción. Por lo menos tenía el sonido unos pocos metros más alejado…
Después, se volvió a acurrucar entre sus mantas para continuar durmiendo un rato más ya que no se sentía demasiado bien… Se sentía cansado y afiebrado y lo único que deseaba era no salir de la cama. Al cabo de diez minutos, el ruidoso aparato se quedó en silencio.
Pasó aproximadamente un cuarto de hora y el despertador volvió a sonar, cosa que pilló por sorpresa a Rukawa quien se despertó bruscamente.
Acto seguido, se levantó de su cálido lecho, algo mareado, y se acercó a la dichosa máquina dispuesto a quitarle las pilas…pero no tuvo tiempo para hacer semejante acción ya que al ver la hora que era, lo dejó caer en el suelo y se fue corriendo a la ducha.
No podía volver a llegar tarde una vez más a la universidad… Debía comenzar a aplicarse a fondo si no quería repetir curso y volver a pagar todos esos créditos que cursaba…
Una vez realizada su higiene personal, se vistió y a continuación se dirigió hacia la pequeña cocina a coger una manzana, la cual devoraría camino a la estación.
Antes de salir de su apartamento, quiso asegurarse de su estado y alcanzó del armario de los medicamentos un termómetro. Al cabo de pocos segundos ya sabía su temperatura: 38'3º
-Joder…- murmuró al ver el resultado, así que optó por coger una aspirina y tragársela con un poco de agua, para a continuación salir corriendo.
Vivía lejos de la estación por eso cada mañana tenía que levantarse muy pronto.
Sus clases comenzaban a las ocho de la mañana pero debía coger diversos trenes para llegar a su destino.
Las clases fueron más pesadas que de costumbre, ya que esta vez debía añadirle todo el cansancio que le provocaba la fiebre.
En conclusión, ése fue un día agotador.
-"Maldita la hora en que fui a esa fiesta…" – pensó recordando que su estado era provocado por la fiesta. Por culpa de ella, había acabado acostándose con un imbécil y, por si fuera poco, tuvo que caminar con una verdadera tormenta de nieve sin abrigarse en lo más mínimo.
Ahora sufría las consecuencias. El dolor de su cuerpo había disminuido bastante pero ahora le tocaba cargar con un gran resfriado.
Cuando llegó de nuevo a su casa, se fue directo a su cama donde intentó descansar el máximo de tiempo posible.
Le costaba respirar y cada vez estaba más acalorado… La pastilla de la mañana no había surgido efecto ya que cada vez se encontraba peor… Pensó en ingerir otra.
-"Mierda…" –
Eran las tres del mediodía y pronto tendría que entrar a trabajar en la cafetería…
Sólo daba gracias a que los exámenes finales del cuatrimestre ya habían pasado… Si hubiese tenido que quedarse toda la noche estudiando, estaba convencido de que no podría explicar el cuento.
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-¿Qué tal te fue? – preguntó Yohei nada más ver al pelirrojo salir de la oficina de Machida, pero al ver la mirada que éste le lanzó como respuesta, supo enseguida el resultado de esa visita. -¿Tan mal ha ido? –
-…Me odia – concluyó Hanamichi con cara de desolación.
-Oh, venga vamos… Siempre dices lo mismo… -
-No, esta vez me lo ha dicho claramente… "¿Me escucha señor Sakuragi? Le odio tanto como usted a mí"…-imitó. -Y que más me dijo… ¡Ah sí, "Como falte un solo día más, le echo a patadas" – habló de nuevo Sakuragi imitando la grave voz de su jefe.
-Joder… sólo faltaste un día más de lo previsto… tampoco fue para tanto…- dijo entre risas al ver la tan lograda actuación del pelirrojo.
-¡Eso pienso yo! ¡Pero ese viejo no lo entiende! Está amargado…- concluyó con sorna recordando aun la conversación que recién tuvo con su jefe.
- Habértele insinuado… Yo creo que ese hombre lo que necesita es una buena alegría para el cuerpo… - le contestó Mito intentando retener toda la risa que se le venía encima tan sólo de pensar en su mejor amigo y ese viejo en la cama…
-Yohei…Recuérdame que te mate después de terminar todo el trabajo atrasado…-
El aludido volvió a reír, esta vez sin miramientos, mientras se despedía del alto pelirrojo quien caminó apresuradamente hacia su despacho cerrando la puerta tras de sí con un sonoro portazo.
Las horas pasaban lentamente para Sakuragi Hanamichi, quien no paraba de realizar su trabajo lo más rápido posible. Y es que varias veces se vio interrumpido por varios compañeros de trabajo quienes le felicitaban por la gran fiesta de soltero que había celebrado hacía dos días. En una de esas interrupciones había aprovechado para comer algo ya que auque quería terminar pronto, su estómago lo obligaba a consumir alguna cosa, pero este acto le llevó a desperdiciar una gran cantidad de tiempo.
-¿Hanamichi, acabas? – escuchó como lo llamaba Miyagi al entrar en su despacho.
-¿Eh? Pero si aun es pronto… - dijo sorprendido el pelirrojo al escuchar las palabras de su amigo.
-¿Para ti las diez de la noche es pronto? – preguntó irónico el más bajo.
-¿Qué? ¿Ya son las diez? – habló mirando el margen inferior derecho de su pantalla del ordenador que le indicaba la hora exacta: las 10 y 14 minutos. -¡Mierda!- exclamó.
-¿Te queda mucho? Habíamos pensado en ir a cenar todos juntos… -
-No, no, ya acabo…dos minutos- pidió clavando de nuevo su mirada en la pantalla. –Aunque… no creo que pueda ir… Sí, mejor no me esperéis… No me encuentro muy bien, estoy algo… cansado… sí, cansado…eso es…y prefiero irme a casa. – concluyó Hanamichi con una pequeña sonrisa mientras se excusaba de una forma poco convincente.
-…Está bien, como quieras…- aceptó Ryota al ver la gran excusa que le había dicho. – ¡Pero para mañana no te escapas, eh! – le dijo alegremente el chico moreno y se fue de la habitación dándole las buenas noches.
Pasaron a penas diez minutos y Hanamichi puso punto y final a su trabajo a la vez que emitía una gran sonrisa ante su logro. Podría decirse que había pasado el peor día de su vida profesional en la agencia, pero por lo menos ya estaba más o menos al día y podría irse a casa a descansar.
Apagó rápidamente el ordenador, habiéndose asegurado primero de guardar todo su trabajo, y salió de la agencia tranquilamente mientras canturreaba una cancioncilla.
Pensó en pedir un taxi para volver a casa pero reconsideró su idea ya que tenía ganas de caminar… Además de que empezaba a odiar los taxis.
-Tengo que comprarme un coche…- se dijo a sí mismo mientras caminaba a través de las frías calles de Kanagawa. Paseaba mirando las distintas tiendas con las que se cruzaba, que aunque ya estaban cerradas, muchas conservaban las luces de sus escaparates para poder seguir admirándolos. Divisó una juguetería a su derecha y se paró a mirar todos los objetos…
Pensó en comprarle uno de esos enormes osos de peluche a su novia… Sabía que le encantaban.
-"Mañana por la mañana pasaré por aquí antes de ir a la agencia…" – pensó Hanamichi con una sonrisa en sus labios. Pero su sonrisa se borró al instante.
Al lado de ese gran oso había un pequeño zorro de pelaje gris oscuro… sintió que ese muñeco lo estaba mirando de arriba abajo con esos penetrantes ojos azules que lucía…
De pronto recordó la cafetería en la que había estado el día anterior junto Yohei… Antes de salir del recinto se había asegurado de recordar sus horarios… Nunca se sabía cuando podría volver a ir.
-"Cierran a las doce…"- pensó dubitativo… Por su mente le pasó la extraña idea de caminar en dirección a dicha cafetería y ver si podría encontrar a la persona que recientemente le quitaba toda su concentración…
Hanamichi miró su reloj de pulsera.
-Aun tengo tiempo… Y tampoco me queda tan lejos- se dijo para después dar media vuelta y andar en dirección contraria a la que llevaba.
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Rukawa no paraba quieto. Caminaba de arriba a abajo sin descanso sirviendo a toda la gente que se reunía en el local para cenar a esas horas. Parecía mentira que tanta gente quisiese cenar en una cafetería tan pequeña…
Pero el problema de Kaede era su agotamiento físico. Estaba acostumbrado a trabajar sin descanso pero esta vez llevaba aproximadamente cinco horas sin a penas pararse con un resfriado que se le hacía cada vez más molesto. Aunque había tomado jarabes y aspirinas antes de salir de su casa, los síntomas no disminuían en lo más mínimo.
Dolor de cabeza, de garganta, mareos, tos, fiebre… Definitivamente se sentía desfallecer.
-Por favor, sirve tú la mesa seis…- pidió el moreno a una de sus compañeras de trabajo que acababa de servir a uno de los clientes.
-¿Qué te ocurre? – preguntó preocupada la chica al ver su cara afiebrada. Además que no estaba acostumbrada a que ese chico pidiese un favor a nadie… Siempre se mostraba tan…antisocial.
-Na-nada… Sólo quiero refrescarme un poco… - susurró mientras se metía rápidamente en la cocina del local y abría uno de los grifos. A continuación, se mojó el rostro con agua congelada para intentar así despejarse. Pero no funcionó. Cada vez veía todo más y más borroso…
Se sentó en una pequeña silla de madera ya que sentía que en cualquier momento podría caer al suelo.
-¡Ey, Rukawa! – escuchó que lo llamaban. -¡No te pago para que te sientes! ¡Mueve el culo y sirve a la mesa diez! ¡Son dos menús número ocho! – Se trataba del jefe del local quien lo llamaba y le daba instrucciones, así que el moreno no tuvo más remedio que levantarse de nuevo de su asiento… No podía permitirse el lujo de descansar ni aun enfermo. Debía dos meses atrasados del alquiler de su apartamento…
Rukawa cogió sendos menús que le ofreció el encargado de la cocina y se dirigió a esa mesa, ocupada por una pareja de mediana edad.
A continuación volvió a la barra a recoger más pedidos y llevarlos a sus respectivas mesas. Estaba agotado y escuchaba a varios clientes cuchichear sobre su mal aspecto…
-"Dejadme en paz…joder…" – pensaba una y otra vez cansado de la situación.
Entonces escuchó la campana de la puerta abriéndose de nuevo, lo que representaba que había nuevos clientes. ¿Cuándo dejaría la gente de venir?
Continuó con su trabajo hasta que volvió a escuchar a su jefe chillar.
-¡Rukawa! ¡La mesa doce, joder! ¡Atiende! – le dijo enfadado mientras le daba un golpe en el hombro.
-Sí… - susurró mientras agarraba una pequeña libreta y un bolígrafo sin poder evitar sentir una opresión en su pecho al escuchar a ese hombre murmurar con otra camarera ciertas palabras desprestigiándolo. Seguro que quería despedirlo…
Caminó lo más rápido que pudo a la mesa doce con la vista nublada.
-¿Sí? –
-¡Bien! ¡Todavía estás aquí! - escuchó como una voz familiar le decía. Entonces se fijó bien en quien tenía delante y no pudo más que maldecir toda su mala suerte.
-Qué quieres…do'aho… -
- No lo sé… Vine a verte – admitió el pelirrojo y Rukawa se sorprendió ante su sinceridad.
-Pues ya puedes largarte, tengo trabajo…-comentó mirando disimuladamente hacia atrás, intentando saber si su jefe lo estaba vigilando. Por suerte, estaba entretenido cobrando. No se quería ni imaginar la reprimenda que recibiría si lo encontraba perdiendo el tiempo con un cliente.
-Pero… ¿A qué hora terminas tu turno…? – preguntó sonriente.
-Aun queda mucho para eso… - susurró lamentándose ya que no estaba seguro de cuanto podría aguantar esa noche.
-Puedo esperar… -
-¿A qué viene tanto interés? No quiero verte… - le aclaró guardando su libreta y bolígrafo en el bolsillo de su pantalón negro.
-Traes mala cara… - susurró Hanamichi sin ni siquiera darse cuenta. Lucía un aspecto más pálido de lo normal aunque sus mejillas estaban cubiertas de un fuerte rubor. Además podía observar que su respiración estaba bastante agitada y varias gotas de sudor caían de su frente. -¿Qu-qué te ocurre? – preguntó aun sabiendo que el chico no lo contestaría.
-Nada que te importe, do'aho. – concluyó para después dar media vuelta y caminar alejándose de esa mesa.
Hanamichi se quedó con la palabra en la boca. A decir verdad, ni él mismo estaba seguro sobre de lo que quería hablar con Rukawa… Pero todo aquello… El simple hecho de verlo, se le estaba volviendo una necesidad diaria… Verlo y saber que está bien…
-"Tal vez sólo sean cargos de consciencia…"- pensó mientras veía al moreno alejarse. Tal vez, y sólo tal vez, se preocupaba por él porqué por su culpa, ese chico terminó lastimado. Ahora sólo intentaba verlo bien para tener constancia de que esa noche no pasó a problemas mayores.
-¡¡Rukawa! – Tanto como el mismo Kaede y Hanamichi se sorprendieron al escuchar la poderosa voz que volvía a llamar al oji-azul para que continuase con su deber.
Rukawa suspiró de puro cansancio y cogió una bandeja más para llevar un pedido a una familia que ocupaba la mesa uno.
Sakuragi, quien no le quitaba la vista de encima, vivió esos instantes como a cámara lenta. Todo transcurrió demasiado lento pero a la vez demasiado rápido.
Rukawa cerró sus ojos y cayó al instante al suelo, golpeándose la cabeza contra una de las mesas y dejando caer las bandejas de sus manos, cayéndose también al duro suelo rompiéndose así todos los platos y esparciendo la comida por todos lados.
Su cuerpo no había resistido más y se había desmayado en medio de la cafetería. Todas las personas que ocupaban el recinto se voltearon a ver lo ocurrido pero nadie se movió de su lugar. Tan sólo observaban como un chico estaba tumbado en el piso mientras que de su cabeza salía un pequeño hilillo de sangre...
-¡¡Kitsune! – Gritó Sakuragi mientras se alzaba de su asiento y corría hasta quedar junto al chico. - ¡Kitsune, Kitsune…! ¡Despierta! – le gritaba mientras lo zarandeaba un poco.
La gente seguía observando sin acudir a hacer absolutamente nada. Tan sólo escuchaba el murmullo de los clientes… Incluso vio a un par de personas reír.
-¡Joder!- maldijo el pelirrojo, levantándose de al lado del Zorro y cogió uno de los trapos que estaban encima de la barra para después colocarlo en la cabeza del moreno para no permitir que se derramase más sangre.
Entonces fue cuando las otras dos camareras reaccionaron y se acercaron al pelirrojo para ayudarlo con la herida mientras él intentaba despertarlo.
-Antes ya se le veía mal…-comentó una de las chicas. –Lleva así toda la tarde…-
Hanamichi no dijo nada. Tan sólo sintió una leve punzada de celos en su interior, algo que por supuesto nunca reconocería, porqué esa chica podía pasar todas las tardes junto a él…
-Ven, por favor llevémoslo dentro…- sugirió la otra chica indicándole que lo llevasen al almacén.
-Sí, mejor… - respondió el pelirrojo al ver que seguían siendo el centro de atención de toda la cafetería.
Así pues, Hanamichi lo cogió entre sus brazos mientras que una de las chicas lo sujetaba por la cabeza y mantenía presionando con el trapo la herida. La otra camarera se encargó de limpiar el destrozo.
Dentro del almacén, Sakuragi optó por dejar a Rukawa encima de la mesa que había en el lugar.
La chica que estaba con él le trajo una botella de alcohol para así despertar al chico.
Tras unos largos segundos, Rukawa alzó sus párpados mirando a los dos desconcertados.
-Te desmayaste – aclaró el pelirrojo al ver el desconcierto del oji-azul. –Qué susto me diste Kitsune… -
-D-do'aho… - susurró.
-¿Te encuentras bien, Kaede? – preguntó la camarera. Hanamichi abrió sus ojos ante la sorpresa de escuchar tanta familiaridad entre los dos…
-N-no… Me duele la…cabeza… -
- Te cort-… -
-Te diste un golpe contra una mesa al caer… - contestó de nuevo esa chica cortando la explicación del pelirrojo.
-…- Rukawa no dijo nada, tan sólo volvió a cerrar sus ojos.
-Será mejor que te vayas a casa, Kaede – volvió a contestar esa misma chica.
-…No… Sabes que no puedo, Ayako… - contestó intentándose incorporar de la mesa.
-¡No puedes continuar trabajando! Tan sólo te queda media hora de turno… Debes irte – continuó con la conversación Ayako.
Sakuragi, mientras los escuchaba conversar tan familiarmente, sintió que él no hacía nada en ese lugar. Se sentía un extraño…y es que verdaderamente lo era. Parecía que hubiese una gran amistad entre ellos dos… o tal vez algo más.
¿Desde cuando soy tan celoso? Era la pregunta que se le pasaba una y otra vez por su cabeza pelirroja. Él nunca se había considerado una persona posesiva… Jamás. Y muchísimo menos cuando era por personas que apenas conocía…
-Decidido… Este chico que te acompañe a casa – escuchó que decía Ayako, esa chica de rizos definidos con unos grandes ojos marrones.
-¿Qué? – reaccionó el pelirrojo. Por culpa de sus divagaciones no había escuchado en absoluto la conversación que ambos habían mantenido.
-Que si puedes acompañarlo a casa, por favor – repitió la chica con cara de preocupación.
Hanamichi giró su vista hacia el pelinegro quien lo miraba fijamente mientras sujetaba él mismo el trapo en su cabeza. No supo descifrar su mirada.
-Cl-claro…-
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Después de que Ayako curase la pequeña herida del moreno y de que ambos salieran por la puerta trasera del local, para evitar mayores rumores entre los clientes ante lo sucedido, a Hanamichi no le quedó más remedio que llamar a un taxi para que los pasase a buscar a ambos.
-"Necesito un coche ya…" -
-Puedo ir solo – murmuró Rukawa mientras se apoyada en una pared para no perder el equilibrio.
-No digas idioteces… A penas te aguantas de pie. – respondió el pelirrojo con tono enojado.
-¿Y qué? No quiero estar contigo…- contrapuso. Ahora que él iba a olvidar todo lo referente al pelirrojo, era éste quien lo perseguía.
-…Te comportas igual que un niño pequeño – habló Sakuragi con una pequeña sonrisa. – Se nota que eres un crío. –
-¿Eh? ¿Un crío yo? – preguntó molesto ante tales palabras. -¿Y me lo dice un Do'aho como tú? –
-…- Hanamichi no le contestó ya que vio al taxi acercarse. – Ya viene- le avisó.
Una vez tuvieron al automóvil delante, Hanamichi abrió una de las puertas para que entrase primero Rukawa.
-Prefiero ir andando, gracias – contestó arisco sin moverse de la pared.
-¡Joder!...Venga Rukawa, sube – pero el moreno movió su cabeza negativamente. -¡Que subas, Kitsune! – gritó.
Rukawa lo miró con rabia pero decidió hacerle caso. No estaba en condiciones para discutir… Cada vez se encontraba peor y quería meterse de una vez en su cama.
Una vez ambos se acomodaron dentro del taxi, Rukawa dio su dirección al conductor, cosa que aprovechó Sakuragi para memorizarla.
El camino se realizó en silencio ya que cada uno se encontraba ensimismado en sus propios pensamientos mientras que clavaban sus miradas, a través de las ventanas, en el paisaje que recorrían.
Tardaron veinte minutos en llegar a su destino, tal vez más, y una vez el taxista frenó frente el apartamento de Rukawa, les anunció el precio del trayecto.
Rukawa buscó por alguno de sus bolsillos el dinero necesario para pagar pero el pelirrojo fue mucho más rápido que él y pagó.
-Podía pagarlo yo… - dijo ofendido el moreno una vez ambos bajaron del coche.
-¿Ah sí?... Pues me alegro. Yo también podía. –contestó con ironía el más alto para después observar el edificio que tenía enfrente. -¿Aquí vives, Kitsune? –
-¿Algún problema? – preguntó retóricamente de forma malhumorada. –Creo… creo que ya te puedes ir… el camino no tiene pérdida. – habló fríamente.
-¿No me dejarás subir?... – preguntó esperanzado.
-No – su respuesta fue rápida y concisa, sin lugar a dudas ni posibles reproches.
Pero lo que no sabía es que Sakuragi Hanamichi nunca acepta un nocomo respuesta, así que tras varios minutos de discusiones, Rukawa permitió que ese revoltoso subiese a su pequeño piso.
Cruzaron la puerta de entrada y rápidamente el moreno se encontró con la casera del piso.
-¡Ey, tú! – Le llamó sobresaltándolo -¡¿Cuándo me pagarás el alquiler de estos dos meses! -
Rukawa maldijo a todos los dioses, si es que podía existir alguno, porqué Sakuragi había escuchado esas palabras… Él parecía tener bastante dinero… por eso no quería que supiese sobre sus problemas económicos.
-…Mañana…sí, mañana lo haré… - dijo deprisa para poder salir cuanto antes de esa incómoda situación y subir las escaleras hacia la puerta de su piso. Hanamichi lo seguía en silencio.
-Pasa…- susurró el oji-azul cuando abrió su casa y se apartó para que primero pasase el pelirrojo.
Hanamichi miró a su alrededor. Aquel era el piso más pequeño que había visto en toda su vida.
Tan sólo constaba de dos habitaciones, una seguramente reservada para el baño, y en el resto se encontraba la cocina-comedor y la habitación, tan sólo separado por una fina mampara.
No sabía como alguien podía vivir con tan poco espacio…
Rukawa vio como el más alto observaba su casa con sorpresa y supo enseguida que la idea de dejarlo entrar fue un completo error… Primero había escuchado que debía dos meses de alquiler y ahora veía su pequeño antro, que, por lo que recordaba, era más pequeño que solamente el comedor de la casa del pelirrojo.
-Si no te gusta lo que ves, puedes irte – habló Rukawa de forma gélida mientras dejaba su abrigo colgado en una percha colocada justo al lado de la puerta.
-¿Eh?...No, no… no es eso – contestó el pelirrojo levantándose de sus pensamientos. Pero es que había algo que no le encajaba del todo…
¿Podría ser que ese chico no fuese el hermano de Mineko…?
-Pues me da igual… no me encuentro bien… he pasado un mal día… Estoy resfriado y tengo fiebre…quiero dormir – dijo sin siquiera mirarlo a la cara. –Y, evidentemente, no puedo dormir si tú estás aquí –
-Joder, si que hablas cuando quieres…- dijo irónico.
-Lárgate – dijo imperativo el moreno sin voltearse a mirarlo a la cara. –Ya has visto lo que querías, ¿verdad? –
-¿Eh? ¿A qué te refieres? – preguntó Hanamichi desconcertado.
-A nada… que quiero que te largues. – volvió a repetir Rukawa caminando hacia la cama.
-Pero yo quería hablar contigo…-
-¡Pero yo no! ¡No me encuentro bien, joder! – exclamó cansado. -¿No ves que hoy casi me abro la cabeza?... ¡Déjame en paz! – volvió a gritar sin volver a mirar al pelirrojo…
Sakuragi permaneció unos instantes en silencio… No supo qué decir… Sólo supo seguir las palabras del moreno, y sin una palabra, abrió la puerta y se marchó.
Kaede suspiró al escuchar el portazo. No estaba en condiciones de analizar lo ocurrido, aunque su mente sí lo hizo sintiéndose al instante humillado ante ese pelirrojo…
¿Desde cuándo era tan débil?
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NdR:
Wuolasss!
Pos aquí os dejo el capítulo 5…siento muchio el retraso…. Entre examenes, el estado de ánimo bajo, que me quedé sin internet… Que al final no pude ú.u Pero el siguiente ya lo tengo muy avanzado asi que nyo tardaré en subirlo ò.o
Y aquí dejo las contestaciones a los reviews -
Shadir: jajaj sii a Yohei le encanta molestar a Hana…pobre hana xD pero bueno, lo hace con cariño ò.oU o eso creo XD me alegro que te guste -Y muchisimas gracias por tu revieww!
Kaehana9: Gracias por tus animos! Al final los examenes me han ido muy bien - Nyo me puedo quejar la verdad…- Y bueno…aun queda un poquito para que estos dos hagan las paces…pero pronto lo verás ò.o Tampoco voy a retrasar ese momento demasiado xD muchisimas gracias por leer y por tu review! Espero que te continue gustando -
Kinyoubi: jajaja graciaaass! Me alegro que te encanta! - Aix a ver si te continua gustando… Besos y muchas gracias por leerr! -
Sawamura-kun: Aixxx muchas graciaaas! Aix no sabes como me alegra saber que te gusta 0 Y ojala que te siga gustando… Nos leemos!
Astrea-nike: Pues shi, Hana fue a buscarlo nada más para cagarla…y aun la va a cagar más XD Pobre Hana…como lo pinto u.uUU xD Y…¿Qué a yohei le interesa Ru? O.oU mmm…nyo xD Dijo que tenía buen cuerpo pero con algo asi de envidia pero nada más xDD wah nunca haría que ru fuese con yohei… no es que no me guste yohei pero ru es demasiado diox ¬…Y gracias por leer niniaaa! A ver que te pareció este ò.o
Faye-BurningDeep: Woh los 4 de tirón? XD diox que wai - eso significa que te gustó / Aunque me dices que al principio nyo muchio…ú.u aix… bueno, quizá soy bastante mala en escribir los comienzos…pero me alegra que después te gustara 0 Muchias gracias por leer! 0
Y ya está ò.o Gracias tambien a las personas que leen anónimamente
Y una cosa más…hoy es 1 de abril…asi que…Filixidades Hanaaaaa! 3
