Capitulo 10: Juego

- ¿Te apetece venir a mi boda? -

Rukawa abrió levemente sus pequeños y rasgados ojos azules al escuchar tal pregunta.

-¿Por qué me miras así? – se atrevió a preguntar la chica ante el mutismo del moreno arqueando una de sus finas cejas.

Rukawa la miró de arriba abajo repasando mentalmente todos esos años que llevaba sin verla, sin saber nada de ella… Pensando fríamente, se veía bastante bien abrigada con ese abrigo color crema que le llegaba hasta más abajo de la cintura y que dejaba entrever una falda plisada marrón oscuro que le llegaba hasta algo más arriba de sus huesudas rodillas. Finalmente, calzaba unos botines de tacón alto y fino de un color similar al de su abrigo.

-"Siempre elegante…"- recordó el chico esta vez fijándose en el rostro, que aun a pesar de los años, se veía como antaño, con ese aire juvenil que siempre la caracterizó.

-¿Y bien? – preguntó la chica intentando que el ojiazul soltase alguna respuesta de sus labios.

-¿Tanto tiempo sin vernos y ahora quieres que vaya a tu boda? – habló al fin. – Debes estar muy desesperada por tener muchos regalos… - continuó de forma fría y algo irónica.

-No digas eso… si no nos vemos es porqué tú quisiste irte de casa. – contrarrestó Mineko. –Además, sabes que trabajo en Estados Unidos -

-Claro…tu trabajo… y que tú preferías que no me fuese de casa y que ese capullo… -

-¡Cállate! – cortó la chica. –No he venido para discutir ni para recordar el pasado… - susurró mientras miraba hacia el suelo.

Kaede se la quedó mirando fijamente y ella le devolvió la mirada aguantándola durante interminables segundos.

-¿Qué quieres realmente…? – preguntó al fin Kaede en un susurro a penas audible.

-Invitarte a mi boda… ya te lo he dicho. – contestó dulcemente la morena.

-¿Por qué? –

- Porqué eres mi hermano, Kaede…- dijo Mineko dulcemente después de unos segundos de escuchar sorprendida ese por qué que le preguntaba su hermano.

-"Tan sólo lo somos cuando te conviene…"-pensó con odio Rukawa.

-¿Vendrás? – preguntó de nuevo la chica esperanzada. –Para mí sería importante… -

Kaede volvió a observarla en silencio con su típica expresión neutra mientras se planteaba qué sería lo mejor… ¿no ir? ¿O tal vez presentarse a dicha ceremonia para ver la estúpida expresión de sorpresa del do'aho?

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-¡Por fin llegas, idiota! –

Rukawa miró de reojo a Ayako quien estaba lavando toda una montaña de platos de forma acelerada.

-Deja tus cosas rápido y ven a ayudar… -

El moreno así lo hizo. Se dirigió a paso rápido hacia el almacén dejando su abrigo y bufanda colgados en una pequeña percha de madera a la vez que cogía un mandil color negro y se lo ataba en sus caderas.

Antes de salir de la habitación no pudo evitar echar un fugaz vistazo a la mesa de madera que tenía a su derecha, lugar que le trajo una serie de recuerdos demasiado… ¿tentadores? Y es que jamás podría volver a mirar ese lugar de la misma forma…

Rukawa sonrió amargamente pero rápidamente cambió esa expresión por la fría e inexpresiva de siempre…

El do'aho y su hermana juntos…

Quizá sería interesante ver el resultado de todo eso…

-¡¡Date prisa, Kaede! – escuchó que le gritaba la castaña desde el otro lado de la puerta y sin pensárselo dos veces, salió del almacén para comenzar con su larga jornada laboral.

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-¡Ryota! –

El chico castaño se volteó para ver quien lo llamaba desde la otra punta de la oficina.

Tras ver que se trataba de Hanamichi, Miyagi alzó sus hombros en señal de pregunta de por qué lo estaba llamando desde tan lejos.

-¿Qué haces esta noche?- preguntó con entusiasmo el pelirrojo una vez se colocó al lado de su compañero.

El castaño, tras mirarlo con una mueca de desconfianza le preguntó a qué venía tanto interés.

-Ehh… pues que había pensado que me podrías acompañar a un sitio. – respondió con simpleza Sakuragi.

-¿A qué sitio? –

-Pues… es que verás… antes he estado pensando y…-

-¿Tú?... ¿pensando?... – preguntó irónico. - ¿Te encuentras bien, Hanamichi? –

-Ja, ja, ja… que gracioso estás hoy…- comentó el más alto con una mirada de reproche. – Yo que quería llevarte a cenar para presentarte a esa chica tan guapa de la que te has enamorado…- susurró Hanamichi haciendo ver que hablaba para sí mismo. –Bien…otro día será…- y se dio media vuelta dispuesto a irse.

-¡¡Eh, espera! – pidió Ryota y Hanamichi sonrió ante su demanda para después girarse para mirarlo. -¿La chica de la cafetería? – preguntó esperanzado.

-Exacto – sonrió triunfalmente Hanamichi.

- Te pasaré a buscar a las nueve a tu casa… -

-Perfecto. – Y tal como había venido, Hanamichi desapareció a paso rápido directamente hacia su despacho, lugar en que lo estaba esperando Yohei con una cara de pocos amigos.

-¡Joder, Hanamichi! ¿Puedes quedarte un rato quieto aquí sin moverte? – preguntó enfadado. – O vas a por un café, o al lavabo, o a preguntar no sé qué cosa… - Sakuragi lo miró con el ceño fruncido. No necesitaba una segunda madre.

-Lo siento, lo siento… fui a preguntarle algo a Ryota. – dijo mientras se sentaba en su silla giratoria y cogía los papeles que tenía sobre la mesa.

-Sabes que tenemos trabajo… - dijo ya más calmado el moreno, intentando hacer comprender a su amigo que tenían que romperse los sesos en el proyecto de ese spot de Tous si después querían tener una buena recompensa.

-Sí, sí…-

-Al menos espero que fuese importante lo que le fuiste a decir a Miyagi – dijo mientras se dirigía hacia la puerta.

-Ehh… sí, muy importante, por supuesto. –

Yohei lo miró dubitativo. Sabía que se traía algo entre manos, pero prefería no preguntar. Estaba convencido que volvía a estar relacionado con Rukawa.

-¡Mírate bien esos archivos! – dijo Mito señalando con su cabeza los papeles que tenía Sakuragi entre sus manos para después marcharse del lugar.

Hanamichi en cuanto vio que su amigo se había ido y no lo veía a través de las rendijas de las persianas que cubrían las grandes ventanas del lugar, dejó todo ese montón de folios de nuevo sobre la mesa y con su sillón giratorio, dio media vuelta para quedar parado frente a la pared de cristal que allí se encontraba pudiendo observar así gran parte de la ciudad, con sus altos edificios y las millones de hormiguitas que parecían desde esa altura los coches que por allí circulaban además de todas las miles de personas.

Pero lo que más le gustaba observar al pelirrojo era el inmenso cielo que todo lo cubría con su manto azulado salpicado de manchas blancas…

Yohei quería que se concentrase en su trabajo… ¡Él mismo también quería concentrarse en su trabajo!…

Pero no era tan fácil.

Tal vez lo sería si lograra sacarse de la cabeza, al menos durante un instante, ese chico de azules ojos de zorro.

Hanamichi suspiró. Estaba cansado de toda esa historia, pero no sabía como podía hacer para acabar con ella.

Por un lado, era bastante fácil ya que todo terminaría si no volvía a ver a Rukawa tal como él le había pedido…

-"Pero yo no quiero dejar de verlo…" – pensó Hanamichi mientras se mordía con nerviosismo las uñas de su mano izquierda mientras que con la derecha sujetaba un bolígrafo con el que no paraba de hacerle salir y entrar su punta produciendo un continuo y estresante "clic-clic".

Volvió a voltearse con su silla quedando de nuevo frente a su escritorio encima del cual tenía un marco con una fotografía.

-Mineko…- susurró Hanamichi pensando a su vez en lo mucho que se parecía su prometida al Kitsune.

Quería que el tiempo pasara rápido. Necesitaba ver a Mineko para así poderse aclarar un poco. Estaba convencido que una vez se casara con ella, todo sería diferente.

-"Durante el descanso, la llamaré…"- pensó el pelirrojo con una sonrisa melancólica en sus labios al pensar que últimamente estaba descuidando demasiado a su novia aunque ésta viviese a tantos kilómetros de distancia.

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Cuando el reloj marcó las nueve de la tarde, Hanamichi se levantó de su silla reconociendo que ya era hora de marcharse de la oficina. Se encontraba realmente agotado aunque su rendimiento laboral de ese día no hubiese sido el adecuado.

Tras recoger todos los papeles de su escritorio para que quedase decente y apagar el ordenador, no sin antes asegurarse de haber guardado todo lo que había trabajado en él, cogió su grueso abrigo y su bufanda del perchero y se dispuso a dirigirse hacia el despacho de Miyagi.

-¡Ey Hanamichi! – el pelirrojo se volteó a mirar a Yohei quien acababa de salir del cuarto de las fotocopias cargado con miles de hojas sobre sus brazos. - ¿Ya te vas? –

-Ehh… ¡Sí! – contestó sin más deteniendo su marcha.

-Si te esperas cinco minutos a que recoja todo podemos ir a cenar fuera… ¿Qué me dices? – propuso el moreno.

-…- Sakuragi no contestó enseguida. Él ya había quedado con Ryota para hacer exactamente lo mismo… -Bueno verás… es que yo ya he quedado con Ryota. – explicó y Mito se lo quedó mirando con expresión confusa.

-¿Y? – preguntó alzando una de sus cejas. -¡Pues voy con vosotros! O es que… ¿molesto? – preguntó esta vez frunciendo el ceño.

-¿Eh?... ¡No, no! ¡Claro que no!... pero… - Hanamichi alzó la mano que tenía libre hacia detrás de su cabeza y se rascó en señal de nerviosismo.

- Si quieres no voy, ¿eh? – dijo con aire ofendido. –Si tenéis alguna especie de cita, me lo dices que yo no os molesto- añadió esta vez con una sonrisa en sus labios.

Hanamichi lo miró con una expresión indescifrable al escuchar eso de la supuesta "cita".

-No digas tonterías, idiota. – dijo con media sonrisa. – Anda, ves a recoger que te espero en la oficina de Ryota. – y tras el asentimiento del moreno, Sakuragi emprendió de nuevo su marcha hasta dicho lugar.

-¡Ry-o-taaa! – gritó alegre el pelirrojo a la vez que abría la puerta del despacho de Miyagi sin siquiera llamar a la puerta.

-Ah…hola… enseguida nos vamos – pronunció el más bajo mientras se abotonaba su abrigo.

-Al final se nos une Yohe, ¿vale? –

-Ah vale – aceptó Ryota.

Tuvieron que esperar diez minutos a que Yohei se les uniera y una vez estuvieron los tres emprendieron el paso hacia algún lugar para cenar.

-Por cierto, ¿a dónde vamos? – preguntó inocente Yohei.

-Ehhh….- Hanamichi no supo qué contestarle. Estaba convencido que si le nombraba la cafetería a la que iban, sabría que pretendía ver al Kitsune una vez más y no quería escuchar de nuevo algún sermón proveniente de él.

Pero Miyagi nombró la cafetería antes que él.

-¿Otra vez ahí? – preguntó sorprendido Mito mirando con reproche al pelirrojo.

-Sí. – fue lo único que se atrevió a decir Sakuragi.

Caminaron durante algunos minutos charlando sobre temas triviales como el trabajo o el partido de ayer de basketball hasta que llegar al lugar elegido.

Antes de entrar, se quedaron los tres mirando a través del cristal de la entrada buscando si había algún lugar libre.

-¡Mira, mira! ¡Ahí está! – dijo emocionado Ryota agarrando la manga del abrigo del pelirrojo y señalando a Ayako que se encontraba limpiando una de las mesas. Yohei sólo lo miró extrañado. -¿Entramos? – y sin más divagación, empujó la puerta y entró en el local y cuando Hanamichi lo iba a seguir, Yohei lo detuvo tirando de él.

-Espera… ¿Qué pretendes? – preguntó Yohei a media voz. -¿Él no te había dicho que no quería volver a verte? – preguntó y Hanamichi sintió como algo se encogía dentro de él.

-¿Y qué? ¿Acaso me va a prohibir ser un cliente más? –

-Tú y yo sabemos que no vienes aquí nada más para cenar…- y antes de que el pelirrojo pudiese contestar, Miyagi se les había vuelto a acercar al ver que no le seguían.

-¿Ocurre algo? – preguntó y ante la negación de Hanamichi y Yohei, los tres entraron y se sentaron justo en la mesa que segundos antes había estado limpiando Ayako.

Enseguida Sakuragi buscó con su mirada al Kitsune no lográndolo hallar. Yohei, que se dio cuenta de los intentos desesperados de encontrar a Rukawa en ese lugar, le dio una patada para que se comportase.

-¡Ouch! – exclamó el pelirrojo y Yohei le realizó una mirada reprobatoria.

Miyagi ni siquiera se enteró de ese hecho ya que se encontraba ensimismado mirando a su "ángel" lavar unos platos en el otro lado de la barra.

-…Miradla… es preciosa… ¿verdad? – comentó para después suspirar.

Sakuragi y Yohei no pudieron evitar que se les cayese una enorme gota de sudor por sus frentes.

Y justo en ese momento, el cuerpo de Hanamichi sufrió una pequeña sacudida al ver aparecer de la cocina a Rukawa con un plato en cada una de sus níveas manos. Su rostro marcaba una cierta fatiga, seguramente de estar llevando platos de allí para allá durante bastantes horas, mientras que algunos de sus cabellos de pegaban a su frente debido al sudor.

Yohei, que vio como su amigo clavaba su mirada sobre el moreno de ojos azules, suspiró. Ya se imaginaba lo que iba a ocurrir a partir de ahora.

Hanamichi, por su parte, no paraba de intentar buscar la mirada del Kitsune para que se cruzase con la suya, en un intento de crear un intercambio de miradas casual… Pero nada, el moreno parecía estar muy entretenido realizando sus tareas.

Pero en ese momento sus ojos se toparon con unos grandes y castaños que lo miraron con sorpresa y algo de curiosidad.

Antes de que se pudiese dar cuenta, esa chica amiga del Kitsune ya se aproximaba a su mesa.

-¡Hola, Sakuragi! – saludó alegremente Ayako una vez se colocó justo delante de él.

Hanamichi quedó totalmente sorprendido de que esa chica conociese su nombre cuando él ni tan siquiera conocía el suyo… Disimuladamente, miró hacia Ryota y vio que tenía una de sus manos en la nariz a punto de morir desangrado… Entonces recordó que debía presentarles.

-"Tengo que presentarle a alguien que ni yo conozco…genial, Hanamichi"- se dijo a sí mismo antes de devolver el saludo a la castaña. –Ehh… te presento a mis amigos. –

Ayako miró primero hacia Yohei y después fue a observar a Ryota, que al verlo totalmente sonrojado y a punto de sufrir un desangre nasal grave, sintió una especie de escalofrío recorrer su espina dorsal.

-Mira, éste es Mito Yohei…- dijo Hanamichi señalando hacia su amigo, quien sonrió un poco cortado, y después señaló hacia el otro lado. – Y éste es Miyagi Ryota…-

-E-e-en-…Encantado – dijo entrecortadamente Ryota intentando mostrar una sonrisa.

-Lo mismo digo…- susurró la chica con un intento de sonrisa. –"supongo"- pensó. – Soy Ayako, una… amiga de Sakuragi. –

Hanamichi agradeció a todos los dioses porque Ayako hubiese pronunciado su nombre.

-"Salvado…"- pensó.

-Bueno, y decidme… ¿qué queréis tomar? – preguntó amable la castaña mientras sacaba de un bolsillo de su mandil un pequeño bloc de notas y un bolígrafo.

Hanamichi y Yohei dijeron su pedido rápidamente… a Miyagi le costó algo más.

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-A que no sabes quién ha venido a verte…- canturreó Ayako una vez entró en la cocina de la cafetería y vio que nada más se encontraba allí Rukawa, quien la miró sin expresión alguna. – ¡Sakuragi! – aclaró la chica una vez vio que Kaede no iba a contestarle.

Pero una vez hubo pronunciado el nombre del pelirrojo, Rukawa siguió sin inmutarse. Su mirada sólo se concentraba en la sartén que tenía delante donde se cocían varias hamburguesas.

-¿Me estás escuchando? – preguntó la chica algo asombrada de que el moreno no dijese ni una palabra.

-…- Rukawa asintió con la cabeza.

-¿Y no piensas hacer ni decir nada? –

-¿Qué quieres que haga o diga? –preguntó a su vez Rukawa con su habitual tono de voz imperturbable.

-No lo sé…- susurró la chica bajando su mirada para después dar media vuelta y marcharse a atender más mesas.

Kaede quedó en silencio. El ruido que se producía más allá de la cocina no lograba penetrar en sus oídos. Ni siquiera prestaba atención a las hamburguesas que presentaban una señal inequívoca de que se estaban quemando al desprender un cierto humo ennegrecido.

-¡Ey, Rukawa!... ¡Rukawa! –

Rukawa abrió de golpe sus ojos al escuchar como alguien lo llamaba y se dio cuenta enseguida del olor a quemado que desprendía su sartén. Después miró asustado hacia la persona que lo llamaba y vio que se trataba de nuevo de Ayako.

-¿Estás bien? – preguntó la chica algo sorprendida de encontrar tan en las nubes a su amigo.

-S-sí – respondió Kaede aun algo despistado. -¿Puedes ocuparte tú de las hamburguesas? –

-¿Eh?... Sí, claro… aunque esto está inaprovechable…- susurró mientras daba la vuelta a los trozos de carne. Después observó como Rukawa se lavaba las manos rápidamente y salía de la cocina.

-¿A dónde vas? – quiso saber aunque tenía una ligera idea de lo que quería hacer el moreno.

-Cúbreme – pidió seriamente. – Si alguien pregunta… he ido al banco a por cambio… - susurró mirando a la castaña de cabellos rizados de reojo, quien sólo atinó a sonreírle.

-Estás loco… - susurró divertida la chica.

Y Rukawa le contestó con un intento de simulación de sonrisa.

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-Ayako…- suspiró.- ¿Habéis visto como me miraba?... ¿Creéis que le he gustado? – preguntaba ilusionado Ryota una vez se hubo limpiado con miles de servilletas toda la sangre que había salido de sus tabiques nasales.

-No quiero desanimarte… pero veo difícil la posibilidad de haberle gustado cuando no podías sacarte las manos de la cara. – contestó entre risas Yohei.

Miyagi se puso a llorar desconsolado.

-Qué cruel eres…- dijo entre lágrimas mientras Mito seguía riéndose a su costa.

Hanamichi, sin embargo, se mostraba absente. Su mente volaba muy lejos de la conversación que estaban manteniendo sus compañeros de trabajo.

De pronto vio que alguien aparecía de la cocina y sorprendentemente se trataba del Zorro. Tal vez no tenía nada de sorprendente ver aparecer al Kitsune de su madriguera, pero lo que sí hizo sorprender al pelirrojo ver que éste lo miraba fijamente.

Y más sorprendente fue ver como el moreno le hacía un pequeño gesto con la cabeza para que lo siguiese.

Sakuragi miró hacia todos lados esperando encontrar algún camarero o camarera cerca de él para interpretar que esa señal iba dirigida hacia una tercera persona, pero no.

El Kitsune quería que lo siguiese y él no perdió el tiempo levantándose de golpe de la mesa.

-¿Qué pasa Hanamichi? – preguntó Yohei desviando la mirada de Ryota para fijarla en el pelirrojo.

-Ehh… ahora vuelvo. – susurró a media voz Hanamichi, más pendiente de saber hacia donde iba el Kitsune que en decirles a sus amigos que se iba.

Yohei miró extrañado al pelirrojo para después dirigir sus ojos negros hacia la dirección en la que miraba fijamente su amigo. Allí pudo ver al tal Rukawa caminando rápidamente hacia el almacén, lugar en que poco después entro Sakuragi.

-"Esta escena me suena de algo…"- pensó divertido Yohei al recordar que hacía poco que ambos de habían encerrado en ese mismo lugar.

Después volvió a mirar a Ryota e intentó consolarlo con todas las palabras de ánimo que se le cruzaron por la mente. Pero no lo conseguía.

-Ryota… Eres un pringado – acabó diciendo Mito mientras intentaba evitar las lágrimas de risa que querían salir de sus ojos.

Miyagi lo miró con ojos de cachorro abandonado y comenzó a llorar una vez más y con más fuerza que nunca.

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Tras entrar Rukawa en el almacén no cerró la puerta a su paso esperando que el pelirrojo entendiese con ese acto que quería que entrara tras él, acción que no tardó en realizarse.

-…- Hanamichi no murmuró ni una sola palabra al entrar en ese lugar tras dar un suave portazo y tan sólo se dedicó a examinar al Zorro esperando que éste dijese alguna cosa. Pero el moreno tan sólo le aguantaba la mirada a escasos metros de distancia.

-¿No dijiste que no querías verme? – acabó preguntando el pelirrojo quien no aguantaba más ese silencio. -¿Qué quieres? –

-Tú has sido el primero en romper las reglas del juego. – contestó secamente Rukawa.

-¿Eh? –

-Has venido aquí… - aclaró.

-… Vine a… a cenar. – murmuró Hanamichi y al ver que el ojiazul alzaba una de sus finas cejas, continuó. – Y quería presentarle a un amigo mío a Ayako… - añadió intentando que esa razón sonase lo bastante convincente.

-¿A Ayako? – preguntó extrañado.

-Sí. Un compañero de la oficina se ha enamorado de ella…- dijo con media sonrisa esperando ver algún gesto de molestia en el rostro del Kitsune que delatase alguna posible relación entre él y la chica, pero su rictus se mostraba imperturbable.

-Espero que no sea tan do'aho como tú…- dijo para después dar un paso hacia el pelirrojo.

-¿Eh? ¡¿A quién llamas do'aho, estúpido Zorro! – dijo alzando el tono de su voz. Odiaba que lo llamasen torpe cuando era un verdadero genio. Pero no pudo continuar maldiciéndole ya que Rukawa realizó otro paso más hacia él quedando así a pocos centímetros de distancia el uno del otro.

-Shht… Vas a hacer que nos oigan… - susurró el moreno acercando sus labios al oído de Hanamichi, a quien se le erizaron todos los pelos de la nuca. A continuación, Rukawa volvió a mirarlo a los ojos. – No te he hecho venir aquí para discutir sobre tu amigo y Ayako… ella sabe lo que se hace… - dijo en un murmullo a penas audible.

-¿E-entonces qué quieres…? – preguntó el pelirrojo sintiendo como su sentido racional del habla lo abandonaba al tener tan cerca al otro chico.

-¿No te lo imaginas? – preguntó a su vez Kaede para después dar una pequeña lamida a los labios entreabiertos de Hanamichi, quien se sorprendió ante el roce.

-¿Qu-… - pero antes de poder pronunciar cualquier palabra coherente, los labios del moreno ya lo habían alcanzado y lo besaban con avidez aunque con algo de timidez.

Dicho beso duró a penas unos segundos ya que de la misma manera inesperada que Rukawa lo había comenzado, lo había acabado. Pero Hanamichi no estaba satisfecho con tan poca cosa… así que rápidamente volvió a unir ambas bocas, creando un beso apasionado y ardiente, que Rukawa correspondió enseguida y que se volvió todavía más intenso cuando el pelirrojo colocó cada una de sus manos en las mejillas del moreno para unir más su rostro al suyo.

Ante la necesidad de inspirar oxigeno, tuvieron que separarse, no sin emitir pequeños gruñidos de molestia.

Ambos quedaron en completo silencio, ni siquiera se miraban a los ojos. Intentaban pensar qué estaba ocurriendo en ese lugar o qué era lo que iba a ocurrir.

-Kits… - intentó llamar Hanamichi al moreno, pero éste le interrumpió sus palabras volviendo a besar al pelirrojo con ansias y dirigió sus manos hacia el borde del jersey negro que llevaba Sakuragi para comenzar a intentar alzarlo.

Hanamichi se sorprendió al notar como Rukawa intentaba desnudarlo con rapidez, cosa que lo excitó de sobremanera. Pero más se sorprendió cuando el moreno lo empujó contra la puerta para que quedase apoyado en ella y acto seguido, incrementó más la intensidad del beso.

La mente del pelirrojo quedó bloqueada al instante. No le dio tiempo a pensar ni en el repentino cambio de actitud del ojiazul ni tampoco en su próxima boda, ni en absolutamente nada. Sólo pensaba en esos labios que lo besaban con frenesí y esas manos que lo acariciaban llevándolo hacia la locura.

Cuando el beso volvió a romperse, Hanamichi aprovechó para deshacerse del molesto jersey que Rukawa llevaba rato intentando sacárselo y también recorrió sus hábiles manos hacia el cuerpo del moreno, deshaciéndose del mandil que portaba y también de su camiseta., lanzándola hacia algún rincón del pequeño lugar.

A continuación, volvieron a entrelazar sus lenguas, momento que Hanamichi utilizó para empujar levemente a Kaede y hacer que éste quedase entre la puerta y su cuerpo.

No estaba dispuesto a dejarse dominar por el Kitsune.

Mientras seguían con el beso y Rukawa le acariciaba el cabello, Sakuragi llevó sus manos hacia la cremallera de los vaqueros del moreno, bajándosela y tras desabrochar el botón, tiró de los vaqueros hacia abajo todo lo que pudo. A continuación, acarició con sus grandes manos esas piernas níveas que recién acababan de quedar expuestas.

Kaede al sentir que ya estaba prácticamente desnudo, deshizo el beso para comenzar a lamer la garganta del pelirrojo.

-Ah…- suspiró Sakuragi al sentir la ávida lengua del Zorro sobre la piel de su cuello y también al sentir sus manos desabrochar, con esfuerzo, los botones de su camisa.

Una vez se hubo desecho de los molestos botones, dirigió rápidamente sus manos al cierre del pantalón de Hanamichi para intentar abrirlo. Pero el pelirrojo lo detuvo cosa que hizo que Rukawa se detuviese de sus lamidas en su cuello para mirarlo a los ojos con un ligero aire de sorpresa.

Sakuragi le devolvió la mirada y con brusquedad, volteó el cuerpo del moreno, que quedó con su rostro pegado a la madera de la puerta.

Hanamichi se bajó rápidamente los pantalones y los bóxers hasta las rodillas para después lamer el oído de Rukawa, quien sufrió una sacudida ante tal contacto.

El pelirrojo, sin dejar de chupar y morder la suave piel del cuello y los hombros del Zorro, llevó sus manos a sus caderas, comenzándole a bajar sus bóxers todo lo que pudo. Y sin esperar más, agarró con una de sus bronceadas manos el duro pene y comenzó a acariciarlo por toda su longitud.

-¡A-ah!- gimió Kaede al sentir esa caricia. –Do-… ¡do'aho! –

Hanamichi sonrió al ver que el Zorro disfrutaba de todo lo que le hacía y no se molestó porqué lo llamase do'aho mientras gemía.

Rápidamente llevó su otra mano hacia la boca del moreno, introduciendo en ella tres de sus finos dedos, haciendo que Kaede los lamiese con delicia consiguiendo así embadurnarlos de su cálida saliva.

El ojiazul sintió pocos instantes después como uno de esos dedos que segundos antes tenía entre sus labios se instalaba entre sus nalgas y se hacía paso por su pequeña entrada.

-¡Ah!- suspiró por el pinchazo de dolor que sintió cuando ese dedo se hubo introducido completamente en su ano.

-Shh… tranquilo… - suspiró Hanamichi mientras dirigía sus labios a su nuca para realizar allí pequeños besos mientras que con su otra mano intensificaba las caricias sobre su pene, intentando que Rukawa se relajase.

Cuando creyó que lo había conseguido un poco, introdujo un segundo dedo que también hizo gemir al moreno, pero al ver como rápidamente comenzaba a mover sus caderas en busca de más contacto, Hanamichi decidió introducir el tercer dedo.

Tras un pequeño grito de dolor por parte de Kaede, éste alzó uno de sus fuertes brazos llevándolo hacia la cabeza pelirroja para colocarla en su hombro. Una vez sintió la cabeza de Sakuragi sobre su hombro, giró su rostro hacia él.

-M-métela ya… - susurró Kaede en el oído de Hanamichi haciendo que el cuerpo del más alto se sacudiese por el placer que le produjo sentir el aliento del moreno en su oído y a continuación succionó de nuevo la nívea piel del cuello del moreno dejando una pequeña pero visible marca roja.

Hanamichi quitó rápidamente sus tres dedos del interior del más joven como también separó su otra mano del pene de Rukawa, quién emitió un gruñido de insatisfacción. Pero sin perder el tiempo, el pelirrojo hizo que el moreno se inclinase un poco hacia delante para tener más acceso en su trasero y separó suavemente sus nalgas para dirigir su propio miembro hacia ese ano, ligeramente dilatado, que se le presentaba como algo delicioso que necesitaba probar.

Y así, sin más, se introdujo de una sola estocada dentro del cálido cuerpo del moreno, quien no pudo evitar un largo gemido al sentir como era atravesado por ese largo miembro.

Hanamichi, al sentir como Rukawa comenzaba a temblar bajo su cuerpo y a contraer sus esfínteres por el dolor, cosa que le produjo un interminable placer, llevó sus manos al níveo pene para masajearlo mientras volvía a colocar sus labios sobre el cuello y la espalda de delante suyo para repartir pequeños y dulces besos por toda esa extensión.

Cuando sintió que se empezaba a relajar, Sakuragi comenzó a moverse con algo de sutileza, pero a medida que los segundos pasaban, sus embestidas iban cobrando fuerza llegando cada vez más adentro del moreno, quien ayudaba a que esto se produjese moviendo sus caderas siguiendo el movimiento del pelirrojo.

Cuando Sakuragi alcanzó por fin la próstata de Rukawa, éste no pudo evitar jadear con fuerza y comenzar a temblar con más intensidad, esta vez debido al placer.

Después de unos largos instantes en los que tan sólo se escuchaban los gemidos de ambos y el sonido que producían los testículos de Hanamichi chocar contra las nalgas d Rukawa, éste notó como lo alcanzaba el orgasmo y con un pequeño grito dejó salir con fuerza todo su blanco y espeso líquido salpicando además de la puerta del almacén, la mano que hasta entonces lo había estado masajeando. A continuación, sintió en su interior un par de fuertes embestidas y tras el grito de Hanamichi, un cálido líquido que lo inundó todo.

Kaede quedó totalmente apoyado contra la puerta intentando que el aire volviese a sus pulmones, mientras que Hanamichi se apoyó contra su cuerpo, todavía sin quitar su miembro de la entrada.

Ambos jadeaban de puro cansancio, sintiendo como pronto las piernas no podrían seguir aguantando todo su peso.

Sakuragi se apartó un poco del blanco cuerpo del Kitsune para poder separarse completamente de él. Después Kaede se volteó para quedar cara a cara con el pelirrojo.

-¿Estás bien…? – preguntó cansado Sakuragi, respirando grandes bocanadas de aire.

-…S-…- pero antes que pudiese contestar, ambos escucharon el sonido de un teléfono móvil.

-Es… es el mío… - dijo rápidamente Sakuragi, agachándose para subir su ropa interior y sus pantalones que habían quedado olvidados más abajo de sus rodillas. Una vez se los hubo colocado, sacó el pequeño aparato de uno de los bolsillos, y sin mirar el número que lo llamaba, contestó.

-¿Sí? – pronunció al descolgar el teléfono. Rukawa lo miró con curiosidad mientras seguía respirando dificultosamente. -¿Mi-…Mineko? – preguntó casi en un grito Hanamichi al oír al otro lado de la línea la voz de la que iba a ser su esposa dentro de unos días.

Rukawa abrió sus ojos ante la sorpresa que le produjo saber que acababa de llamar su hermana.

Al escuchar el nervioso hablar del pelirrojo a través del móvil, no pudo evitar que una sonrisa de satisfacción inundase su rostro.

-¿Qué? ¿Qué estás aquí en Japón? – gritaba el pelirrojo. –Podrías haberme avisado…y…-

Su pequeño juego acababa de comenzar.

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NdR:

Wuolass! -
Wah, cmo siempre, lo primero es pedir perdón por la tardanza ..U wah siempre tengo q decir lo mismo xD es q soy muy lenta escribiendo u.u Y eso que estoy de vacaciones...per parece que eso influya más para escribir menos XD


Pues nada, sobre el capitulo...no hay mucho que decir...ya me direis que opinais - No me ha dado tiempo a revisar mucho el capitulo pk n keria tardar más en actulizar TT asi que gomen si hay errores garrafales u.u

Y poco mas...no digo nada sobre la proxima actualizacion...pk seguro q digo que lo haré pronto y al final tardaré siglos ..UUU

Pues nada! nos vemos en el 11! 0