CAPITULO 1

Unos 20 años más tarde

- Alex, ¿Me escuchas?

Los ojos de la luz blanca se abrieron de golpe al percibir preocupación en la voz que la llamaba, tardó unos instantes en orientarse, y cuando por fin logró situarse volvió la mirada hacia el lugar donde provenía la voz. Tragó saliva al encontrarse con la mirada del joven que estaba ante sí, cada día que pasaba le recordaba más a su madre – Jimmy, ¿qué ocurre?-.

El chico se rió divertido - ¿no crees que es mucho más cómoda tu cama que este sillón para dormir la siesta? – recogió el libro que se le había caído a la luz blanca al quedarse dormida y lo apoyó en la mesa que tenía a su lado – llevaba un rato buscándote por casa hasta que Chris me dijo que te había visto salir al jardín, creí que te había pasado algo porque no me contestabas, pero ya veo que lo que te ocurría es que estabas más dormida que despierta-.

Alexia sonrió avergonzada – si llevaras toda la mañana preparando el p3 después de haber pasado casi toda la noche allí trabajando creo que tu también te habrías quedado dormido-.

Jim se encogió de hombros – lo siento, esta noche te prometo que haré las veces de encargado en el club. Ya sabes que la noche pasada era el cumpleaños de Lisa, y claro… - se sonrojó ligeramente

- Había que celebrarlo, ya lo sé – Alexia terminó la frase por él – Parece que has sentado la cabeza, últimamente nombras siempre a la misma chica -.

El chico enrojeció todavía más y se sentó al lado de la luz blanca – Es que Lisa es… Es especial – Sonrió embobado al pensar en la chica – Tendrías que conocerla, estoy seguro que te va a encantar… mami -.

- No me llames así, sabes que no me gusta – la luz blanca sacudió la cabeza. Llevaba cuidando a aquel chico desde que era un bebe, pero aun así no terminaba de acostumbrarse a que la llamara de esa forma, sobre todo por los recuerdos que le traía.

- Y tú sabes que siempre te veré así – se levantó y besó a la chica en la mejilla – Me voy a dar una vuelta, te prometo que a la noche estaré en el p3

Alexia enarcó una ceja – Eso espero, que nos conocemos Jimmy – El chico sonrió todavía sonrojado y entró en la mansión, mientras la luz blanca se acomodaba en el sillón y cogía nuevamente el libro. Suspiró profundamente al abrirlo, pero aunque mantenía la vista fija en las hojas, no leía. Su mente estaba en otra parte, recordando.

Y recordó el momento en que murió Piper, como en cuestión de segundos se desencadenó el infierno que azotó sus vidas. La mirada que Leo le había dirigido en aquel momento mientras acunaba el cuerpo inerte de la embrujada no dejaba lugar a dudas, el deseo de venganza se había instalado en su corazón y nada, ni nadie lo haría cambiar.

Recordaba como el pequeño Jim se había aferrado a ella, en el mismo instante en que Wyatt desaparecía del ático, capturado. Nunca habían sido capaces de encontrarlo, y habían terminado dándolo por muerto. Así, con su muerte, los demonios se habían asegurado que el poder de tres no pudiera sobrevivir en los hijos de las embrujadas. El bien se había visto acorralado, y había caído.

Lo peor había pasado, pero Leo nunca fue capaz de aceptarlo. Sus ansias de venganza lo llevaban frecuentemente al inframundo, donde pasaba largas temporadas intentando dar con quien se había llevado a su hijo, con quien había truncado la vida de su mujer. Pero nunca encontró las respuestas que buscaba. Alexia le había suplicado que se quedara en casa, que se iba a meter en un buen lío, que lo hiciera por Chris, que crecía sin apenas ver a su padre, añorando a su madre pese a que Alexia se esforzaba por llenar aquella carencia.

Leo nunca le hizo caso, y continuó bajando al inframundo. Las últimas noticias que habían tenido sobre él era una carta que les había dejado mientras dormían, hacía ya un par de meses. Había escuchado algo acerca de una fuente de poder portentosa en el inframundo, y lo más seguro era que tuviera algo que ver con la muerte de su mujer y su hijo. Era un demonio poderoso, probablemente su mente estaba detrás del complot para terminar con el poder de tres. Y cuando Leo decidió ir en busca de aquel demonio, de Sirk, cuando por fin había logrado localizar su guarida, ya nunca más volvió.

Lo más difícil había sido explicarle a los chicos lo que imaginaba que habría ocurrido. No les ocultó nada. Les enseñó la carta que había escrito, y lo que les pedía en caso de que no volviera. Chris y Jim habían leído la carta y después le habían pedido que se la guardara. En ella se explicaba todo lo que Leo tenía planeado hacer, incluyendo como llegar a la guarida de Sirk – "Si algo sale mal, os pido que continuéis con la misión que me impuse. Vengar a Piper y a Wyatt. Hacedlo por mi, todos." – Lo más increíble había sido ver como se lo tomaron ellos. Se habían mirado el uno el otro y se habían puesto de acuerdo en como seguir.

- Alexia, tengo que marcharme. Vengo para cenar – La voz de Chris la sacó de sus recuerdos, sonrió al ver al joven ante sí, el chico la miró burlón y tras guiñarle un ojo orbitó fuera de su vista, la luz blanca sacudió la cabeza sonriendo, a sus años y todavía guardaban la costumbre de venir a decirle que hacían o dejaban de hacer. A quien se lo contara, seguro que no se lo creería. Como seguro que tampoco se creerían que ella llevaba más de veinte años viviendo en aquella casa, cuidando de los chicos desde que eran unos bebés prácticamente. Se sonrió y se sumergió en la lectura del libro, no sin antes echar un vistazo al reloj.