Capítulo dos, En el Departamento de Cooperación Internacional.

La cena había terminado igual que como había empezado. Una cierta vocecilla paranoica en su cabeza murmuraba que a sus padres les caía mejor Sirius que ella misma.

Probablemente exageraba. Pero de que lo adoraban, lo hacían.

Pero eso había sido el viernes pasado. Ahora era lunes y, por tanto, su primer día de trabajo.

Había sido contratada por el Ministerio como asistente diplomática de los co-jefes del Departamento de Cooperación Internacional: David Sekhmet y Martha Prewett-Sekhmet. Sus padres, en otras palabras.

Por eso había tenido una pequeña semana de vacaciones antes de empezar, no estaba bajo orden ministerial directa sino por sus padres.

Victrix suspiró. Le interesaba poco o nada la diplomacia. Sólo había aceptado el trabajo por sus padres, y a falta de oficio en las vacaciones. Eso hasta que empezara en la escuela de aurores, el próximo primero de septiembre… pero para eso faltaban siglos.

Así que ahora estaba sentada en su escritorio, con las piernas extendidas sobre una silla cercana, redactando un informe acerca de la prohibición de las exportaciones de alfombras mágicas a Inglaterra.

Aunque aquello le parecía la cosa más monótona que había hecho en su vida, estaba bastante concentrada, tratando de terminar lo más rápido posible.

- Vickie… - llamó una voz. Ella miró hacia arriba, ya sabiendo que era Joshua McGraw, su viejo amigo de Hogwarts y ahora colega.

- ¿Sí?

- Una en punto. ¿No tienes hambre? – preguntó él. Victrix se encogió de hombros.

- No mucha – dijo. Realmente llevaba unos buenos veinte minutos pensando en el restaurante de comida rápida muggle que había al otro lado de la calle.

- Ya – dijo él, alzando una ceja. Victrix sonrió.

- Bueno, sí, tengo mucha hambre. Pero no he terminado… ve a comer, te veo después del descanso.

Joshua frunció el ceño.

- ¿Por quién me tomas? No te voy a dejar sola en la oficina mientras yo me voy a comer.

- ¿Por qué no? – preguntó ella, que había vuelto al informe y estaba escribiendo las últimas líneas -. Estamos en el Ministerio de Magia, no es que vaya a venir Voldemort de buenas a primeras a pegarme un susto.

- Ni siquiera lo digas – dijo Joshua, serio. Se sentó en su escritorio, frente al de ella -. Te espero.

- ¡Josh, no seas tan terco! – dijo Victrix, poniendo los ojos en blanco -. ¡Vete a comer!

- ¿Y qué dices¿Pizza, hamburguesas, parrilla? – preguntó él, ignorando su último comentario. Ella frunció el ceño, sin subir la vista (y sin querer hacerlo)

- No, Josh, en serio, sal tú – hizo una pausa -. Ya tengo planeado almorzar con Sirius.

Joshua alzó las cejas.

- Oh – murmuró. Luego sacudió la cabeza -. De acuerdo. Pero, aún así, no voy a dejarte aquí sola.

- No lo va a estar – Sirius acababa de llegar -. Puedes irte tranquilo, McGraw – le dirigió una mirada fría al chico. Él asintió.

- Muy bien – dijo, mirándolo de la misma manera. Se volteó a Victrix con una sonrisa -. Nos vemos en un rato, Vickie.

- Victrix – recalcó Sirius, muy tranquilo, pero con aquel extraño brillo en la mirada. Joshua sonrió.

- No. Vickie – dijo Joshua. Ella suspiró.

- Hasta luego, Josh, nos vemos después del almuerzo.

Joshua salió, pasándole por al lado a Sirius, punto en el que ambos se dirigieron idénticas miradas asesinas. Una vez hubo salido, Sirius soltó un gruñido:

- Cómo odio a ese tipo.

Voy a ver si al viento logro despojar

Si le agarro una mentira y nada más

Voy a ver si existe alguien

Alguien que cuando yo falle

Pues, te quiera cortejar

- Vamos, no lo odias – dijo Victrix, poniéndole punto final al informe. Subió la vista y lo vio parado en la puerta, con un codo apoyado en el marco, de jeans y chaqueta de cuero -. Eres todo un Johnny Cash¿eh?

- ¿Quién? – preguntó él, extrañado. Victrix se encogió de hombros.

- Un cantante muggle… ahora te busco algo de él, capaz y te guste – sacudió la cabeza -. No es el punto. Fuiste muy grosero con Joshua.

- Se lo merece – dijo Sirius -. ¿No ves lo que está haciendo?

- Sí… sí lo veo. Y por eso le estaba diciendo que ya tenía planes – dijo ella, lentamente. Él sonrió y la besó.

- Ésa es mi chica – dijo -. Ahora¿qué piensas de comer cantidades obscenas de comida?

- Depende. ¿Qué tan obscenas? – preguntó Victrix, mientras agarraba su bolso y ambos empezaban a irse.

Sirius sonrió, y le pasó una mano por detrás de la cintura.

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Ella lo había arrastrado a una tienda de música muggle, a su mayor fastidio. De repente se le había metido en la cabeza la idea que el tal cantante, el tal Cash, era demasiado parecido a Sirius como para que no le gustara. Y así de fácil lo había convencido de ir.

- ¿Tú no tienes… trabajo? – preguntaba Sirius, hablando lentamente, mientras caminaban alrededor de la tienda, buscando algo frenéticamente… bueno, ella lo buscaba, y él se veía arrastrado alrededor.

- Vamos, mis jefes son mis padres – dijo Victrix, alzando una ceja.

- Irresponsable… - dijo él, sonriendo. Ella rió.

- Bocón… ¡aquí está! – la chica sonrió, agarrando un disco de un montón. Sirius miró la portada… un tipo con mala cara y vestido de negro. Subió la vista a su novia.

- ¿Yo me parezco a ese tipo?

- No dije que en apariencia, hablo de actitud – dijo Victrix. Hizo un puchero -. Vamos, Snuffles, escucha una canción y nos vamos… ¿por mí?

Sirius la miró un momento, en el que ella abrió mucho los ojos y puso su mejor expresión de corderito degollado. Él suspiró, asintió y Victrix lo jaló a la cabina de prueba de discos.

- ¿Cuál? – preguntó él. Ella miró la carátula y puso el disco en el tocadiscos, poniéndole a Sirius los audífonos en las orejas.

- Cocaine Blues – dijo Victrix, mientras colocaba la aguja sobre el disco. Le guiñó un ojo -. Me avisas si te gusta.

Y eso hizo. Sirius pasó los siguientes veinte minutos alabando lo genial que era aquél tipo, y cantando pedazos de las cinco canciones que había oído del disco, que de paso se terminó comprando. Junto con un tocadiscos, ya que sino no tendría cómo demonios oírlo.

- Te dije que te iba a gustar Cash – dijo Victrix en tono alegre, mientras reentraban en las oficinas del departamento de cooperación internacional.

- I stuck that lovin' .44 beneath my head! – cantó Sirius, imitando a un guitarrista.

- Es triste que aún así, con esa expresión de idiota, me sigues pareciendo sexy – dijo Victrix, sonriendo y negando con la cabeza. Sirius rió y la besó.

- ¡Sirius, ya sería hora de que trajeras a Vic! – exclamó la voz de su suegra, que los miraba, divertida, desde la puerta de su oficina.

- Disculpa, Martha, pero Vixie quería enseñarme una canción…

- Sí, nos dimos cuenta. Venimos oyéndote cantando desde hace cinco minutos – dijo Joshua, que estaba al lado de Martha, haciendo anotaciones en una carpeta. Ni siquiera había mirado a Sirius al decir eso.

- Ah, Sirius¿conoces al asistente de David, Joshua…?

- McGraw, sí – dijo Sirius, con una sonrisa fría -. Ya nos conocemos. ¿Dónde está David, por cierto?

- En una reunión con el Ministro – dijo Martha. Sirius asintió y se volvió a Victrix.

- ¿Tienes planes para cenar?

Ella hizo una mueca y asintió.

- Cena en casa de los Evans.

- Oh, de acuerdo – dijo Sirius, alzando las cejas -. ¿Y mañana en tu hora de almuerzo?

- Nada planeado – dijo Victrix. Sirius sonrió.

- Perfecto – dijo -. Nos vemos entonces – le guiñó un ojo. Le dirigió una mirada desafiante a Joshua por un instante y luego besó a Victrix apasionadamente -. Hasta mañana, preciosa.

- Hasta mañana… - Victrix se acercó un poco a su oído -. Aquí está mi madre, Sirius… no des espectáculos.

- No lo estoy haciendo – murmuró él. Victrix alzó una ceja, suspiró y le dio un beso en la mejilla.

Ella tenía razón, claro, pero… no podía evitarlo. Antes de salir, dirigió una sonrisa a su suegra y miró con rabia a McGraw… y él le devolvió la cortesía.

Sirius gruñó, mientras salía del edificio del Ministerio de Magia. Realmente detestaba a ese tipo. Y ahora la tenía a un escritorio de distancia buena parte del día…

Maldijo por lo bajo. El muy hijo de perra de McGraw estaba tratando de ganarse a Victrix… a su Vixie.

Y es que me quemo por dentro de pensar

Que otro quiera tu sonrisa enamorar

Es que hay ojos a la vista

Que se la dan de bromistas

Que me quieren desafiar

Tanto David como Martha habían tenido que salir a reuniones de urgencia… y para ser el primer día, realmente no había nada demasiado interesante sucediendo en el ministerio… al menos no en el departamento de cooperación internacional.

Debí haber agarrado sólo el turno de las tardes, pensó Victrix, bostezando. Tendría que agarrarlo tarde o temprano de todos modos, porque la escuela de aurores sería de mañana…

Bah. Qué aburrimiento.

Tenía la cabeza apoyada en la palma de una mano… la otra mano la usaba para hacer chispas de colores con su varita.

- Yo tampoco estoy muy entretenido – dijo Joshua. Victrix miró hacia arriba y notó que llevaba un buen rato apareciendo cosas en el aire, que ahora flotaban alrededor de él. Ambos se miraron y rieron.

- ¿Siempre es así de aburrido?

- Bueno… de este lado de la oficina, sí – dijo él, alzando las cejas. Se encogió de hombros -. Qué te puedo decir, a tus padres les toca lo interesante la mayoría de las veces.

- ¿Sí¿Como qué? – preguntó Victrix. Joshua se encogió de hombros, mientras hacía desaparecer la mitad de las cosas que flotaban en el aire.

- Simplemente relaciones entre magos importantes de todo el mundo, y también de Inglaterra. Dumbledore pasa por aquí al menos dos veces por semana.

Victrix asintió.

- Solía cenar a menudo en la casa – dijo.

- ¿En serio?

- Sí… - frunció el ceño -. Cuando empezaban a hablar de cosas interesantes, nos mandaban a volar a mi hermana y a mí. Y después las dos nos peleábamos por oír… yo nunca pude oír nada excepto una referencia a una… ¿orden del fénix? Bah, no lo sé.

Hubo una ligera pausa, en la que Joshua miró a Victrix con el ceño fruncido.

- ¿Todavía tienes malas relaciones con Deletrix?

- Sí… - dijo ella en voz baja -. Pero no te preocupes mucho, yo tampoco le caigo demasiado bien a ella. Ni creo que le caigan muy bien nuestros padres. Y definitivamente tampoco Sirius.

- ¿Conoce a Black?

- Sí – hacía años que Victrix se había acostumbrado a que Sirius y Joshua se refirieran uno al otro por sus apellidos -. Ella también estaba en la cena del viernes, desgraciadamente.

- ¿No se portó muy bien con el tipo, entonces?

- No, no realmente – Victrix lo pensó por un momento -. Sirius tampoco fue demasiado encantador con ella, pero… bueno, es diferente.

Finalmente Joshua había terminado de desaparecer las cosas que flotaban a su alrededor. Se recostó en su silla y, mirándola con las cejas alzadas, cruzó los brazos.

- ¿Cuál es la diferencia?

- Yo qué sé… ella es un ser despreciable, él no lo es. Más o menos va por ahí la cosa.

Joshua abrió la boca para decir algo, pero se lo pensó mejor y se limitó a encogerse de hombros.

- Ya sé que no eres exactamente el fan número uno de Sirius – dijo Victrix después de una pausa, poniendo los ojos en blanco.

- Ni el número cien tampoco – hizo una mueca.

- Ni siquiera lo conoces – dijo Victrix -. No lo puedes odiar sin siquiera conocerlo.

- No dije que lo odiara… el sentimiento se acerca más a un desprecio profundo, pero nunca mencioné la palabra odio – Joshua hojeaba un par de carpetas en su escritorio, evitando el contacto visual con la chica.

- Ya, muy informativo, pequeño Larousse – dijo ella -. Podrías intentar conocer a alguien antes de despreciarlo profundamente¿no crees?

- Ya tengo suficientes motivos para no soportarlo, gracias – Joshua pasaba de papel en papel, frunciéndoles el ceño como si fuera todo su culpa.

- ¿Ah, sí¿Como cuales?

A Victrix se le había olvidado todo por un momento. Lentamente, Joshua dejó los papeles encima del escritorio y clavó sus ojos grises en los de ella, perdiendo todo deje molesto en su rostro para dar paso a una expresión serena y hasta dulce.

- ¿Realmente tengo que decírtelo, chiquita? – preguntó, hablando despacio.

Victrix sintió los colores subírsele a la cara.

No… realmente no tenía que hacerlo.

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Los cuatro se habían reunido en el valle de Godric, una vez más, justo después de los días de transformación de Remus.

El chico se veía honestamente acabado. Su ropa estaba muy raída, ojeras gigantescas bajo sus ojos, incluso se veía más delgado.

La madre de James se había encargado de llenarle el tanque de comida, alegando que parecía un fantasma y que no podía andar por la vida así, que se iba a romper.

Había una sensación de déjà vu en el aire. Quizá porque los cuatro merodeadores estaban sentados el sillones en la plaza del valle de Godric. También, igual que aquella vez, James Potter hablaba de una cena…

Remus, divertido, finalmente vio qué era lo que le causaba el sentimiento de déjà vu. Igual que un año y medio antes, Sirius no parecía tener el más mínimo interés en qué decía su mejor amigo.

- Saben… no me agrada tener que conocer a los padres de Lily – estaba diciendo James.

- No seas cobarde, Prongs – dijo Remus con una sonrisa -. De verdad que lo de los suegros no es tan malo como lo pintan. Sabes, cuando conocí al padre de Bassy me sorprendió el hecho que no intentara, no sé… dispararme con una bala de plata.

James y Peter rieron.

- Digo… es posible que no me odien, entonces¿no? – aventuró James. Remus puso los ojos en blanco.

- Es lo más probable, James.

- Sí… quizá tengas razón – hizo una pausa -. Y, bueno, no voy a ser el único ahí… Lily le dijo a Bass y a Vic que fueran…

- Sí… a las chicas les gusta tener apoyo moral con eso de que sus padres conozcan a sus novios – dijo Sirius en un momento de lucidez repentina. Los otros tres se lo quedaron mirando.

- ¿Y tú qué vas a saber de eso? – preguntó Peter, frunciendo el ceño.

- Wormtail tiene razón, Padfoot – dijo James.

- Esas son cosas que se ven en las relaciones serias, Sirius, y la relación más seria que tú has tenido en tu vida fue con tu escoba… y se rompió hace tres meses – intervino Remus.

Sirius hizo una mueca, se encogió de hombros y se volvió a desconectar de la conversación.

Muy bien, muy bien. Así que el tipo tiene la ventaja del tiempo, pensó Sirius, frunciendo el ceño. Sus amigos volvieron a su conversación, como si no hubiera pasado nada.

Ahora va a pasar todos los días con Vixie… lo cual no es bueno, definitivamente. Cruzó los brazos distraídamente, mientras miraba al vacío.

Recordó aquella vez en sexto curso… Vixie, probablemente viéndose más bella de lo que la había visto nunca, su sombra inclinada para mirar un ensayo que estaba escribiendo. Y después se le había acercado aquél soberano imbécil de McGraw y la había besado.

Reprimió un gruñido. Cada vez que recordaba aquella escena le provocaba asesinar lenta y dolorosamente a ese tipo.

- Eh, Padfoot… Padfoot… ¡PADFOOT! – llamó James. Sirius subió la vista.

- ¿Me llamabas?

- Merlín, Sirius¿dónde tienes la cabeza hoy? – preguntó Remus, alzando las cejas. Sirius se encogió de hombros.

- Encima del cuello.

- Has hecho mejores chistes.

- Y tú mejores preguntas.

- Bah, me rindo – Remus alzó las manos en señal de derrota y se encogió de hombros.

Y, de nuevo, Sirius se sumió en sus pensamientos, oyendo de background a su mejor amigo teniendo una crisis nerviosa por tener que conocer a sus suegros.

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Ya casi era la hora de la salida. Otros diez minutos y su primer día de trabajo se habría terminado… finalmente.

Qué día tan aburrido había sido. Realmente no le cabía en la cabeza cómo sus padres disfrutaban tanto de su trabajo. Incluso Joshua parecía divertirse.

Victrix, por otro lado, no le veía fin al día. Aparte del aburrimiento intensivo, la serie de momentos incómodos alrededor de Joshua la estaba poniendo nerviosa… aunque odiaba admitirlo, Sirius había tenido razón desde el principio.

No era su culpa haberlo dudado. Joshua se había comportado, desde que habían terminado a principios de su sexto curso, como un buen amigo. Bueno, quizá con la pequeña excepción de lo que le había dicho un par de semanas antes de graduarse…

Victrix frunció el ceño, apartando el pensamiento de su cabeza. Miró el reloj… en unos cinco minutos llegarían sus amigas a buscarla. Volvió al formulario que estaba llenando, apurada.

- Vickie… ¿qué haces¿No deberías estar recogiendo ya para salir? – preguntó Joshua.

- Bueno, supongo que debería pero… bueno, mientras más rápido termine con esto menos tiempo me tomo después – Victrix se encogió de hombros -. Es un permiso que llevo esperando un par de días, y el esposo de mi prima me lo consiguió hace unos cinco minutos.

- Ah¿el tipo que vino hace un rato, Arthur Weasley?

- El mismo, sí – dijo ella, asintiendo.

- ¿Y para qué es, si se puede saber? – preguntó él, extrañado.

- Es para la manipulación mágica de un objeto muggle – explicó ella, sin poder evitar una sonrisa -. Es para un regalo… Sirius cumple años en dos semanas.

- ¿Y qué…?

La pregunta de Joshua fue interrumpida en seco por una ráfaga de estrellas de colores que apareció de repente encima del escritorio de la chica.

Victrix se quedó mirando fijamente aquello, e instintivamente dio un paso atrás. No sabía si mirar más detenidamente o lanzarle un hechizo protector.

Y vio que las estrellas se dispersaban (quedando flotando alrededor) para revelar, justo debajo, un ramo gigantesco de rosas rojas junto con un peluche de un perro negro.

Victrix miró con más detenimiento el peluche y notó que tenía un pequeño pergamino amarrado a una pata. Decía, simplemente, en la caligrafía de Sirius "Te amo, preciosa. Snuffles."

Como es tan bella le voy a dar

Rosas y estrellas de aquél lugar

No es cosa fácil poderla amar

Es que es tan bella,

Es mi realidad

Victrix tenía perfectamente claro el por qué del gesto. Sirius se había puesto verdaderamente celoso al ver cómo se comportaba Joshua a su alrededor. Aquello era, a falta de una mejor manera de ponerlo, un Sirius Black marcando su territorio.

Y sabía que hubiese dado lo mismo que hiciera eso a que entrara en su forma animaga y le orinara encima. Y se estaba comportando como un cerdo posesivo.

Pero… aún así, las rosas eran espectaculares. Y el peluche era lindísimo, y tenía un parecido asombroso con el perro negro en el que se convertía su novio. En otras palabras, el gesto, muy a su pesar, la iba a tener derretida por al menos una semana.

- Realmente sí lo amas¿verdad? – dijo Joshua de repente.

Victrix se había olvidado por completo de su presencia. Se puso roja al darse cuenta que Joshua la estaba observando.

- Muchísimo – dijo, con una media sonrisa, bastante avergonzada.

- Muy bien – Joshua asintió, lentamente -. Entiendo. Y te prometo que voy a respetar eso. Definitivamente no tiene sentido… creo que nunca sentirías por mí lo mismo que por Black.

Victrix se sintió ponerse aún más roja, mientras entraban al silencio que batió el record del más incómodo de todo el día. Y de todo el tiempo que llevaban conociéndose.

Quizá incluso acabaran de batir records Guinness.

Como enviados del Cielo, se oyeron dos golpecitos en la puerta del despacho.

- Adelante… - dijo Joshua.

Entraron dos chicas: una rubia de ojos verde oscuro, Bastet Custos, y otra pelirroja de ojos verde botella, Lily Evans. Ambas saludaron a Joshua rápidamente y voltearon al escritorio de Victrix, donde ella recogía un par de papeles.

- Ya casi estoy lista – dijo ella.

- ¿Tienes un admirador secreto? – preguntó Lily, impresionada, al ver su escritorio.

- Algo así – dijo Victrix, dirigiéndole su mejor sonrisa de Mona Lisa. Lily rió.

- ¿Y quién es Snuffles? – preguntó la pelirroja, mirando la nota. Victrix se la arrebató de las manos un segundo después-

- Pues el tal Snuffles es obviamente el admirador secreto – comentó Bastet, poniendo los ojos en blanco. Realmente estaba harta de que Victrix y Sirius aún no le dijeran a los demás, ya no era ni entretenido.

- En fin – dijo Lily -¿te llevas todo esto o prefieres dejarlo en tu casa primero?

- Lo dejo en la casa – dijo Victrix, asintiendo. Sonrió -. ¿Les importa esperarme en la entrada del ministerio? Tengo que hacer otra cosa…

- Estás muy enigmática hoy – dijo Lily en tono de burla. Victrix sonrió.

- Siempre. ¿Entonces, nos vemos en la entrada en… veinte minutos?

- De acuerdo – dijo Bastet, asintiendo.

- En fin, tengo que irme. Hasta mañana, Vickie. Un placer verlas, Lily, Bastet – dijo Joshua, y desapareció en el acto.

- Bueno, bueno, me estoy retrasando demasiado – dijo Victrix, alzando las cejas. Recogió sus cosas -. Nos vemos en un rato, chicas – y desapareció del lugar sin más.

Victrix reapareció en la sala de su casa. Dejó el ramo de rosas en un florero en el centro de una mesa, subió las escaleras y dejó el peluche y la nota sobre su cama.

Un segundo después volvió a desaparecer, esta vez reapareciendo en la sala de estar de un apartamento de dos pisos de Hogsmeade. El lugar estaba ligeramente desordenado, pero a niveles decentes.

Eso sí, la decoración es impecable. Parece obra de Jackie Kennedy, pensó. Por supuesto, que el interior del apartamento de Sirius lo había decorado ella, así que quizá el comentario no era absolutamente apropiado…

Sonrió. No, quizá no lo era.

Vio que las llaves de la casa no estaban encima de la mesita al lado de la puerta, lo que significaba que Sirius no estaba en casa. Bueno, ella estaba perdonada de ser acusada de traspasamiento de vivienda de todos modos, ya que él le había dado una copia de la llave.

Se encogió de hombros. Tendría que hablar con él más tarde. Por ahora, le dejaría una nota.

En el momento en que había conseguido pluma y pergamino, se abrió la puerta de entrada y Sirius echó las llaves en la mesita.

- ¡Vixie! – exclamó, sorprendido -. No pensé que vendrí…

- Qué bueno que llegaste – dijo ella. Sirius cerró la puerta tras sí y le dirigió una sonrisa.

- ¿Te gustaron las rosas?

Victrix suspiró

- Claro que me gustaron… estaban preciosas.

- ¿Y el peluche? – preguntó, acercándose más a ella. Victrix no pudo contener una sonrisa.

- Idéntico a ti. Incluso tenía tus mismos ojazos azules…

Sirius rió ligeramente y se inclinó para besarla, pero Victrix se alejó un poco.

- ¿Qué pasa? – preguntó él, frunciendo el ceño.

- ¿Crees que no sé lo que estás haciendo?

- ¿Qué, tratar de besarte? Realmente requiere demasiada meditación darse cuenta de eso, sabes…

- No seas idiota – Victrix hizo una mueca de impaciencia -. Hablo de las rosas, y el peluche, y las estrellitas…

- Era una manera de decir "felicitaciones por haber pasado tu primer día de trabajo" – inventó Sirius rápidamente. Victrix alzó una ceja.

- Ay, sí, no me digas – hizo una pausa -. ¿Qué piensas, que voy a escaparme con Joshua y dejarte botado? De verdad que no puedo creer que me tengas tan poca confianza.

- ¿Qué¡Claro que no! – exclamó Sirius, incrédulo -. ¡Por supuesto que confío en ti!

- ¡Sí, claro! – dijo ella, cruzándose de brazos y mirando al suelo -. Pareces estar seguro que me iría con Joshua en dos segundos y medio, sin pensarlo.

- Eso es una estupidez – dijo él -. Tú no harías eso. Digo… no sin al menos decírmelo primero.

Ella se lo quedó mirando, resentida.

- No lo haría ni dándote tres meses de aviso previo, y deberías saber eso.

- ¡Y lo sé! – dijo rápidamente -. No es que no confíe en ti, Vixie. Pero no me fío en absoluto del imbécil de McGraw. ¿Quieres que me quede tranquilo mientras él pasa todo el día contigo, diciéndote quién sabe qué cosa de mí?

Yo sé que tu conducta es ideal

Pero hay gente que no sabe respetar

Se la pasan comentando,

Del vecino mal hablando,

Que si no sirve pa' náa

- Oh, vamos… no puedes decir eso en serio – dijo Victrix después de una pausa.

Sirius se quedó callado y frunció el ceño. Victrix contuvo una sonrisa.

- Snuffles… No es como si cada vez que tengo una conversación con Joshua él pasara todo el tiempo hablando mal de ti – comentó, divertida.

- Todo el tiempo… – repitió Sirius, alzando una ceja -. Ah, perdón. Quizá por raticos

Victrix soltó una carcajada.

- Más o menos, sí. Pero no más de lo que tú hablas de él – guiñó un ojo y Sirius rió -. No, pero, en realidad, no lo hace. Y, bueno, en caso de que sí estuviera todo el tiempo insultándote, aparte de que yo le gritaría muy a menudo…

- Casi me cae mejor ante esa perspectiva. Dudo que haya ser en el mundo que merezca que tú le grites… pareces una banshee cuando lo haces.

Victrix le dio un golpecito en el hombro, sonriendo.

- Muy gracioso, Black. ¿Qué iba diciendo?

- En caso de que McGraw se pusiera a insultarme… - le recordó Sirius.

- ¡Ah, sí! – Victrix asintió -. ¿Crees que me importaría? Podría decir lo que le diera la gana… a la final, nada me haría cambiar de opinión acerca de ti. Merlín, Sirius, te conozco desde que tengo once años, y ya estoy perfectamente clara de qué eres capaz de hacer y qué no. Y, bueno… estoy completa y absolutamente segura de nosotros. Así que Joshua McGraw, Albus Dumbledore o el mismísimo Ministro de Magia podrían decir lo que les de la gana, y no importaría – sonrió -. Yo sé que te quiero, y al que no le guste se puede ir bien largo al carajo.

- Qué vocabulario… - bromeó Sirius en tono de reproche -. Una última cosa, Vixie…

- ¿Qué?

- ¿Ahora sí te puedo besar? – preguntó, sonriendo. Victrix rió y lo besó.

Tú me dices que no importa,

Y es verdad

Lo que comenta la gente,

En realidad

Nuestro amor es invencible

Es hermoso, incombatible

Así que no hay que dudar

- ¡Mierda! - dijo Victrix de repente, unos cinco minutos después.

Sirius casi se echa a reír ante la absurdez del comentario. Se separó de ella, apoyó el codo en la almohada, la cabeza en la palma de la mano y se la quedó mirando.

- Sabes… yo podría muy fácilmente sentirme ofendido por el hecho de que mi novia maldice cuando estamos a punto de…

- ¡No, no… la cena! – exclamó ella -. La cena, en casa de Lily. Le dije a las chicas que me esperaran un momento a la entrada del ministerio… ¡eso fue hace más de media hora!

- Puntual – comentó Sirius, divertido. Se levantó de la cama y le dio a Victrix su brazo para que hiciera lo mismo.

- Yo, siempre – dijo ella, agarrando impulso y parándose -. Lily me va a asesinar

- Probablemente James también, hablé con él en la tarde y está lo suficientemente nervioso acerca de esa cena como para entrar al modo asesino en serie ante cualquier circunstancia…

- Muy consolador – dijo Victrix, alzando las cejas. Sirius sonrió de medio lado -. Bueno, aparezco allá de una vez, entonces. ¿Cómo me veo?

- Bellísima, como siempre – dijo Sirius, guiñándole un ojo.

- ¡Gracias! – dijo Victrix, sonriendo -. ¿Te importaría si vengo después de la cena y me quedo a dormir aquí?

- ¿Importarme? Por mí te puedes a quedar a vivir conmigo, preciosa.

- Genial – Victrix ignoró el último comentario -. Te veo en un par de horas – le dio un beso y desapareció con un plop.

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- ¿Necesitas otros cuarenta y cinco minutos para hacer calentamiento o ya podemos entrar? – preguntó Lily a Victrix, alzando una ceja, bastante molesta. Estaban en la puerta de su casa, y el nerviosismo de Lily ante la perspectiva de su familia conociendo a su novio había crecido sobremanera mientras Bastet y ella esperaban a Victrix.

- No… - dijo la susodicha, sonrojándose ligeramente -. Lo siento… - repitió, por vez número cincuenta.

- Ya, déjala tranquila, Lil. Tuvo un contratiempo, le pasa a cualquiera – dijo Bastet, alzando las cejas.

- Lo van a odiar, oh, lo van a odiar… - dijo Lily de repente, mirando el picaporte de la puerta casi con miedo. Bastet suspiró.

- No lo van a hacer. Abre la puerta, ahí viven tus padres, no una tribu de vampiros hambrientos…

Fue el turno de Lily de suspirar. Acto seguido, abrió la puerta.

A la pelirroja casi le da un infarto cuando vio la escena frente a ella: sus padres estaban conversando muy tranquilamente con James Potter, que estaba sentado en una silla frente a ellos. Los tres voltearon al abrirse la puerta.

- Oh, chicas¡pensamos que no llegarían nunca! – dijo la señora Evans a Bastet y Victrix, con una sonrisa. Luego se volteó a Lily con expresión de reproche -. Muy mal hecho, Lily, llegar así de tarde, cuando es tu invitado…

- Mamá… - murmuró Lily, avergonzada.

- Por suerte, James nos estaba contando unas historias divertidísimas de algunas de las cosas que hizo en Hogwarts… - siguió su madre. Lily sonrió, mientras sus amigas saludaban a los señores Evans y a James, luego sentándose.

Lily saludó a su padre y se sentó al lado de su novio. Cuando se formaron conversaciones a su alrededor, James, con una sonrisa, se acercó a su oído y susurró seis palabras que le hicieron olvidar a la chica los cuarenta y cinco minutos de espera:

- Lils, creo que no me odian.

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Wowal fin terminé este capítulo. Estuve como tres semanas escribiéndolo – no me tardaba tanto tiempo escribiendo un capítulo desde hacía SIGLOS. Realmente fue horriblemente difícil de escribir, y se nota, el capítulo es muy, muy pesado y los diálogos se sienten forzados. Pero juro que hay motivos: dejé que se atravesaran un par de cosas que me descuadraron por completo… me fui de viaje por un fin de semana largo, y pasé por toda la temporada pre-Oscars (y sí, soy de las que se ven los Oscar, y todas las películas nominadas, y se arrecha sino gana tal o cual) y post-Oscars, si vamos a eso. Aparte, este capítulo no era parte del plan de organización del fic, y fue hecho un poco a lo loco, más que nada porque yo quería presentar a Joshua McGraw a la historia de una vez, porque es un personaje bastante importante. Bah, en todo caso, ya finalmente está escrito.

La canción es Como Es Tan Bella, de Guaco. Y, por cierto, me di cuenta de que cada vez que se formaba una escena en mi cabeza, pensaba en una canción… así que decidí conformar esta historia por algunas de mis canciones preferidas, convirtiéndola en un… musical fic, si es que eso existe. La mayoría de los próximos capítulos van a ser basados en canciones, pero hay uno que otro que no. Sólo espero que no sean tan putamente difíciles de escribir como este, qué pesadilla…

Bueno, muchísimas gracias a Lorena, Saria Black y K-myla por sus reviews, espero que este capítulo también les guste.

Y, para terminar… a todos los que acaban de leer este capítulo. Vamos, no es tan difícil dejar un review. El último capítulo tuvo 92 hits (o sea, que 92 personas abrieron la página, aunque no necesariamente lo hayan leído) por lo que asumo que una que otra se habrá calado el capítulo completo. Si pasa lo mismo con este… vamos, vamos, acepto críticas constructivas. De hecho, me divierten muchísimo, porque me gusta discutir de las cosas que escribo (a decir verdad, me gusta discutir, punto)

Bueno, gracias por leerme, y prometo que el siguiente capítulo va a ser mejor que este (¿mencioné que detesto como me quedó? Es que coño… hasta el titulito es una mierda). Ahora, dale al botoncito que dice SUBMIT REVIEW… sabes que quieres hacerlo :)

Saludos,

Victoria