Capítulo tres, Carlotta y Mentes Suspicaces.

Como solía hacer los fines de semana, Victrix se estaba quedando a dormir en la casa de Sirius, al menos de viernes a sábado.

Ella se había levantado a media mañana… y, extrañamente, Sirius, que generalmente no veía la luz del sol hasta la una o dos de la tarde, se había despertado a las siete.

Bueno, quizá no era tan extraño. Después de todo, era su cumpleaños.

Llevaba alrededor de tres horas picando a Victrix para que lo felicitara. Pero ella simplemente parecía haber olvidado su cumpleaños por completo.

Finalmente, se había rendido.

En ese momento, ambos estaban sentados en el sofá: Victrix leyendo El Profeta, con las piernas extendidas en el regazo de su novio; Sirius viendo una postal de felicitación que le acababa de llegar.

- ¿Abriste un club de fans o algo así? – preguntó Victrix, alzando la vista -. Ésta es qué, ¿la novena postal que te llega hoy?

- Décima segunda – corrigió Sirius con una media sonrisa.

- ¿De dónde viene toda la atención? ¿Es que…? – frunció el ceño y pasó las páginas del periódico, de manera frenética. Paró en una página, después de leer por un momento, soltó un suspiro -. Uf… pensé que habías puesto un anuncio clasificado del estilo de "moreno casanova de ojos azules, busca sexo apasionado sin compromisos"…

Sirius soltó una carcajada.

- No, no lo hice. Aunque, ahora que lo mencionas…

- Ay, cállate – dijo Victrix, dándole un golpecito en un hombro -. Pero, en serio, ¿por qué estás tan popular de repente?

Sirius le dirigió una mirada impotente.

- ¿De verdad no lo sabes?

- ¿Debería saberlo?

- Sabes que estamos a mitad de junio, ¿no? – intentó.

- Ajá…

- Dieciséis de junio, para ser más específicos… - siguió Sirius, casi al borde de la desesperación.

Hubo un indicio de sonrisa triunfal en el rostro de Victrix, pero desapareció al segundo. Sirius frunció el ceño con suspicacia… ¿realmente la chica había estado a punto de sonreír o se lo había imaginado?

Probablemente fueron ideas mías… ¿por qué habría de sonreír?, pensó después de un momento.

- ¿Y qué tiene el dieciséis de ju…? ¡OH! – empezó Victrix, pero la cara se le iluminó de repente. Sirius no pudo evitar sonreír de oreja a oreja: ¡había caído! -. ¡Hoy son dos años desde que huiste de tu casa!

- ¡Sí, Vixie, finalmente…! – hizo una pausa, en la que se le borró la sonrisa de la cara -. Ya va, ¿qué dijiste?

- ¡Hoy son dos años desde que huiste de la boda de Narcissa! – exclamó Victrix, y se le fue encima para abrazarlo.

- Ah… … eso era – dijo Sirius en un tono decepcionado que Victrix parecía haber notado.

Ya aquello era el colmo. Sí, de acuerdo, había dejado la boda de su prima un dieciséis de junio de hace dos años, pero por Merlín que aquello no era lo más importante del día.

¿Qué pasaba? Esa era la primera vez en la vida que a Victrix se le olvidaba su cumpleaños. Y, bueno, no es que fuera una ofensa mayor no darle regalo pero como mínimo pudo haberse acordado.

- Bah… sabes, voy un rato a Las Tres Escobas – dijo de repente. Se había empezado a molestar por aquello y no le gustaba estar de mal humor en su cumpleaños… prefería entretenerse haciendo cualquier otra cosa.

- OK. ¿Me puedes traer una cerveza de mantequilla? – preguntó ella, poniendo su mejor cara de corderito degollado. Sirius sonrió.

- Sí, claro – dijo, y se volteó para salir.

Al abrir la puerta de la casa, vio algo a distancia que le llamó la atención. Era bastante grande y de brillante, pero no podía diferenciar qué era. Giró hacia donde estaba, como llevado por un hechizo, y caminó hacia allá.

No la pudo ver bien hasta el instante en el que la tuvo a menos de un metro. Estaba justo en el último centímetro de lo que era su jardín.

Sirius sintió cómo se le desprendía la quijada del resto de la cara, y cómo se le abrían los ojos de par en par.

- ¿Te gusta? – preguntó Victrix.

Sirius volteó a mirar a la chica: tenía la espalda apoyada en una pared externa de la casa, con los brazos cruzados. Y estaba sonriendo.

- ¿Es una…? – preguntó él apenas recuperó el habla.

- Harley Davidson clásica del año cincuenta y ocho, modelo Pan Head, de color azul eléctrico. Con un par de modificaciones… puede volar, hacerse invisible, perder todo sonido… – dijo Victrix.

Se acercó lentamente a Sirius, que había vuelto la cabeza de nuevo para admirar la motocicleta como si fuera un primate descubriendo una nave espacial. Ella rió suavemente.

- ¿Te gusta? – repitió.

- ¿Estás bromeando? Es la cosa más sexy que he visto en mi vida – dijo Sirius, impresionado -. ¿De quién es?

- Bueno… - Victrix señaló justo encima de la placa, donde aparecían las letras "S.B." grabadas -. Verás… la única persona que conozco con las iniciales S.B., es, sorpresa, Sirius Black – hizo una pausa, en la que se amplió su sonrisa. Sirius se había volteado a mirarla con los ojos muy abiertos -. Feliz cumpleaños, Snuffles.

A Sirius le tomó un momento entenderlo. No solamente Vixie se había acordado, sino que le había regalado… una… moto.

De un movimiento agarró a Victrix por la cintura y la alzó hasta que estuvo cara a cara con él. Ella empezó a reír.

- Realmente me hiciste creer que se te había olvidado, ¿sabes? – dijo Sirius en tono de reproche, aunque sonriendo de oreja a oreja. Victrix puso su frente contra la de él, riendo.

- ¿Quién diría? Engañé a Sirius Black, el mismísimo maestro del engaño.

- ¡Te burlas de mi vulnerabilidad! – dijo él, aparentando estar dolido. Ella alzó las cejas.

- C'est la vie, mon amour.

- La moto es realmente genial…

- Me alegro que te guste – dijo ella, guiñándole un ojo. Sirius la sostuvo incluso con más fuerza y la besó.

- Aparte de preciosa, brillante, encantadora y divertida, tienes el mejor gusto en el universo para escoger regalos. Ah, y eres excelente actriz – Sirius estaba realmente fascinado.

- Creo que te voy a regalar motocicletas más a menudo, la sarta de cumplidos de después es realmente fantástica…

Sirius rió de nuevo.

- ¿Sabes que te adoro, verdad? – le preguntó.

- Pues más te vale que lo hagas, porque yo te idolatro – dijo Victrix, alzando las cejas, seria.

Sirius la volvió a besar y, finalmente, la dejó. Victrix pasó la mirada de Sirius a la moto, aún con las cejas alzadas.

- ¿Y? ¿No piensas… usarla?

- No… aún no. Primero debo bautizarla – dijo Sirius en tono solemne. Victrix rió.

- ¿Ah, sí? ¿Y cómo ha de llamarse, mi caballero? ¿El elegante y noble corcel de sir Black?

- No… Carlotta.

- ¿Carlotta? – repitió Victrix después de una pausa. Sirius asintió.

- Sí… Carlotta.

- No que no me guste pero… ¿hay una… razón… para que se llame Carlotta?

- Tiene cara de Carlotta – dijo él, simplemente. Victrix no pudo evitar soltar un bufido:

- ¿Las motos tienen caras?

- Ella sí la tiene – dijo Sirius, acariciando a Carlotta y mirándola con orgullo.

- Sabía que te iba a gustar… - dijo ella, sonriendo.

- Por supuesto que lo sabías, me conoces mejor que nadie – Sirius hizo una pausa -. Bueno, con la posible excepción de James. En todo caso… - le dirigió su mejor sonrisa Colgate, patentada en el instituto de casanovas mundiales como "la sonrisa Sirius Black" -. ¿Qué tal te suena un paseo en una moto voladora, Pixie Vixie?

……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Eran casi las diez de la noche. La mitad de los integrantes del mundo mágico estaban en el apartamento de Hogsmeade de Sirius Black (la mitad menor de veinte años, eso era). Por algún motivo, aún cuando Sirius sólo le había dicho a sus mejores amigos, se había enterado media Inglaterra.

Tenía la impresión de que a Peter se le había ido la lengua, pero éste lo negaba… bueno, qué más daba. Realmente no le molestaba de todos modos. Después de todo, funcionaba mejor en audiencias grandes, y en caso de que se fastidiara, se limitaría a hablar con sus amigos y punto.

Por otro lado, Victrix aún no había llegado. Había salido a media tarde diciéndole que regresaría a golpe de seis y media o siete… casi eran las diez y ni señal de ella, lo cual lo tenía bastante preocupado.

Por ahora, miraba la puerta a momentos mientras hablaba con Remus y Bastet.

- Realmente perturba la cantidad de gente desconocida que hay aquí… - dijo Remus, frunciendo el ceño y mirando alrededor. Sirius suspiró.

- A mí también. Peter debería aprender a cerrar el pico.

- Sí, debería… aunque, en su defensa, sabe guardar los secretos importantes.

Sirius se encogió de hombros.

- Supongo que sí.

- Vamos, vamos, Peter dice que él no fue quien le dijo a todo el mundo que había fiesta en tu casa, Sirius… - intervino Bastet.

- Eres una dulzura por creerle, Bassy – dijo Remus, sonriéndole -. Pero… Peter tiene tendencia al chisme. Pero, de nuevo, sabe cerrar el pico cuando es importante.

- Sino la mitad de nuestra clase hubiera sabido que le aúllas a la luna… - comentó Sirius, ya bastante habituado a defender a Peter.

- Y que tú le ladras – dijo Remus, alzando las cejas. Bastet soltó un bufido y, cuando Sirius estaba a punto de decir algo, pero Remus volteó a Bastet y volvió a hablar -. Voy a la cocina, ¿quieres algo?

- Eh… ¿una cerveza de mantequilla? – dijo ella, encogiéndose de hombros. Remus asintió y se alejó.

- Yo, personalmente, no le confiaría a Peter ni mi día de cumpleaños… pero esa soy yo – dijo una voz detrás de Sirius, y un segundo después Victrix se adelantó y le dio un beso en la mejilla a Bastet, y luego otro a Sirius -. Perdón por tardarme… - hizo una pausa en la que miró al animago, reprimiendo una sonrisa -. Sirius, es de mala educación quedarse mirando a la gente.

En realidad, se veía bastante cómico. Miraba a su novia, subiendo y bajando la vista, la boca ligeramente abierta.

- Hola, Vic, ¿cuándo llegaste? – dijo Lily, adelantándose hacia ellos y dándole un beso en la mejilla.

- Hace un momento – dijo Victrix, encogiéndose de hombros. A su lado, y sin mucho disimulo, James arrastró a Sirius lejos de donde estaban los demás.

- Cierra la boca y deja de salivar, ¿quieres? – le dijo James, alzando las cejas. Finalmente, Sirius apartó la vista de Victrix y miró a su mejor amigo con las cejas alzadas.

- Wow.

- ¿Podrías ser un poco más obvio?

- ¿Por qué habría de disimular?

- ¿Porque se supone que es tu amiga?

- Ah… claro – gruñó Sirius.

- Me encanta el vestido – le estaba diciendo Bastet a Victrix.

- El punto era hacer una especie de Marilyn Monroe en el cumpleaños de John Fitzgerald, pero… – Victrix reprimió una sonrisa, mirando a Sirius (que hablaba con James a un par de metros de distancia) de reojo -… el Presidente Kennedy pareciera estar enfrentando una crisis de misiles.

La pelirroja rió, sacudiendo la cabeza.

- ¿No se te ha ocurrido decirle a Sirius que llevas unos cuatro años enamorada de él? – preguntó Lily, en tono cansado. Victrix miró a Bastet, que se limitó a alzar las cejas y caminar hacia donde estaba Remus. Suspiró.

- Lil, hace un par de años yo…

- ¿Besaste a Sirius en el expreso de Hogwarts? Ya lo sé – dijo Lily, haciendo un gesto con la mano, como restándole importancia.

Victrix miró a su amiga con los ojos desorbitados, olvidando lo que estaba a punto de decir.

- ¿Cómo… cómo sabes eso? – sintió cómo se le subían los colores a la cara -. ¿Nos… viste?

- Sí… no es que lo haya intentado, simplemente… - Lily se veía algo incómoda -. Bueno, ¿recuerdas que ese día tuve una reunión en el tren?

- Sí… en el compartimiento de prefectos. Duró todo el viaje a Londres…

- Bueno, no, en realidad terminó un poco antes de llegar – Lily frunció el ceño -. Cuando regresaba al compartimiento, vi que estabas peleando con Sirius… cuando estaba por entrar, te besó… me volteé y fui donde estaba Bassy.

- Oh… - dijo Victrix, sorprendidísima -. ¿Por qué no… por qué no me habías dicho?

- Porque, bueno… asumí que, si hubiera sido algo importante, me lo hubieras dicho, ¿no? – Lily se encogió de hombros, mientras Victrix se sentía tan culpable como si acabara de secuestrar a todos los elfos de Hogwarts -. Y, bueno, pasé un buen tiempo creyendo que había algo importante… no sé, que quizá hubiesen empezado a salir, pero… eso fue hace más de un año. Me hubiera enterado a estas alturas. Así que en algún momento simplemente asumí que no había pasado nada después… y no pasó, ¿verdad?

Y de manera casi automática, Victrix sacudió la cabeza.

James llamó a Lily y ella fue donde estaba él, dejando a Victrix ahí parada, en medio de la multitud que había ido a la casa de Sirius. Aburrida, la chica se sirvió una copa de vino y salió de la casa, sentándose en un banco en la entrada, dándole la espalda a la puerta.

- ¿Me crees si te digo que no conozco al noventa por ciento de la gente que está ahí adentro? – le preguntó Sirius, sentándose detrás de ella y agarrándola por la cintura. Ella sonrió.

- Pues me ganaste. Porque yo solamente te conozco a ti y a los chicos – dijo Victrix sin voltearse, mirando al cielo. Sonrió -. ¿Son ideas mías o Sirio está brillando más esta noche?

- Pues debería, es mi cumpleaños – dijo él, alzando las cejas -. Te ves preciosa.

- ¿Qué tanto? – preguntó ella, volteándose a mirarlo.

- Lo suficiente como para querer quitarte ese vestido de diosa griega que tienes puesto y…

- Ya, ya, entendí – cortó Victrix, riendo -. Era una pregunta retórica, cariño.

Sirius sonrió.

- ¿Por qué llegaste tan tarde? Me tenías preocupado.

Victrix sacudió la cabeza, con expresión de fastidio.

- Tuve que hacer un informe. Joshua y yo pasamos toda la tarde… - suspiró -. Snuffles, no pongas esa cara…

- ¿Qué cara? – gruñó él.

- La cara de "me parece absolutamente maravilloso que hayas pasado la tarde con McGraw", esa cara.

Sirius soltó otro gruñido.

- Y, bueno, se me hizo tarde. Claro, después tuve que cambiarme de ropa, porque obviamente sólo tenía puesto un negligé rojo en la reunión… - dijo Victrix, como si estuviera comentando el clima.

- Ja, ja, JA – dijo Sirius, serio -. Me parece divertidísimo.

Ella puso los ojos en blanco, se encogió de hombros y volvió la vista al cielo de nuevo.

Se quedaron callados por un buen rato. Ninguno de los dos estaba realmente molesto (ligeramente fastidiados, más bien) pero tampoco tenían demasiadas ganas de hablar.

Desde dentro de la casa les llegó el sonido del tocadiscos de Sirius tocando. Sirius sonrió y le dio un beso en el cuello.

- Esa canción me recuerda a ti.

- ¿En serio? – preguntó ella, sorprendida -. ¿Cuál es?

- I Walk the Line, Johnny Cash.

I keep a close watch on this heart of mine

I keep my eyes wide opened all the time

I keep the ends out for the tie that binds

Because you're mine

I walk the line

Tengo la vista fija en mi corazón

Mantengo los ojos bien abiertos todo el tiempo

Estoy listo para el compromiso

Porque eres mía

Sigo el camino

- Me encanta esa canción – dijo Sirius distraídamente, mientras Victrix se recostaba en su hombro.

- Bueno, a mi me encantaba pero la arruinaste… ahora voy a pensar en ti cada vez que la oiga – bromeó ella, negando con la cabeza.

- Rompéis mi corazón, bella dama – dijo él en tono melodramático. Ella rió -. Te digo algo, Vixie. El día que te pida que te cases conmigo y me digas que sí, esa es la canción que va a estar sonando.

- ¿El día que yo acepte casarme contigo? Ah, pero Snuffles, yo no voy a casarme nunca – dijo Victrix, alzando las cejas. Él sonrió y la besó.

- Claro, claro.

As sure as night is dark and day is light

I keep you on my mind both day and night

And happiness I've known proves that it's right

Because you're mine

I walk the line

Tan seguro como que la noche es oscura y el día claro

Te tengo en mi mente tanto día como noche

Y la felicidad que he conocido prueba que es cierto

Porque eres mía

Sigo el camino

- Ahora que lo pienso… ¿el cumpleañero no debería estar en su fiesta? – preguntó Victrix. Sirius alzó las cejas.

- Sí… eso tendría sentido. ¿Vamos?

……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Ya había pasado casi un mes desde el dieciséis de julio. Ahora era el turno del otro cumpleañero de verano… once de agosto, cumpleaños de James Potter.

Por primera vez en los últimos tres o cuatro años, no había planeado (ni le había planeado Sirius) ninguna fiesta de cinco días de duración. No solo eso, sino que la cosa se limitaría a una simple cena en su casa…

- Es casi apocalíptico – dijo James, divertido. Sirius volteó la mirada, aunque sonriendo, y fue al baño.

Estaban los dos en la casa de Sirius, donde solían pasar el rato la mayoría de los días… aunque ahora sólo estaban de pasada, antes de ir a casa de James para la cena.

James estaba sentado en el sofá del cuarto de Sirius, con las piernas extendidas y mirando el aparato extraño muggle que estaba frente a la cama.

- Padfoot, ¿qué demonios es esto y por qué no puedo dejar de verlo? – preguntó James de repente, hacia el baño, desde donde salió la risa de Sirius.

- Se llama televisión. Y… parece ejercer algún tipo de poder hipnótico sobre la gente, ¿no te parece?

- ¿De dónde lo sacaste?

- Es una historia larga y aburrida… que se puede resumir diciendo que conozco a alguien que me está llenando la casa de artefactos muggles.

James frunció el ceño, mirando la puerta cerrada del baño. Eventualmente se encogió de hombros: que se quedara Sirius con sus misterios. Siguió viendo la tevesilión.

- ¿Nos podemos ir de una vez o todavía te tienes que poner el rímel? – preguntó James después de un rato, impacientándose.

- No, ya me lo puse – le llegó la voz de Sirius -. Me falta el lápiz labial.

- Graciosísimo, Padfoot, graciosísimo – dijo James, ya decididamente molesto… miró alrededor de la habitación y algo llamó su atención.

Encima de la cama de Sirius había un peluche… de un perro negro exactamente igual a su forma animal. James se acercó y lo miró, con el cejo fruncido…

- Hey, ¿qué es esto? ¿Tu compañía femenina? – preguntó a Sirius, que finalmente había salido de la ducha. Éste lo miró sin entender por un momento, luego siguió su mirada y sonrió.

- Eso no es mío – dijo, alzando las cejas.

- ¿Y de quién es?

- Del Fantasma de la Ópera.

- ¿Fantasmas? ¿Ahora le metes a la necrofilia?

Sirius soltó una carcajada muy sonora, y después intentó darle a James un golpe, que éste esquivó… no por nada había sido el mejor buscador Gryffindor de los últimos veinticinco años.

- No seas imbécil – dijo.

- ¿Tiene nombre el peluche o es simplemente conocido como "léase de posesión de lady misterio"?

- ¿Acaso importa? – preguntó Sirius, extrañado, alzando una ceja. James se encogió de hombros y empezó a bajar las escaleras -. Bah. Si tanto te interesa, es Snuffles – dijo Sirius, bajando tras él. James asintió y de un plop desapareció… el animago lo siguió casi al instante, y reaparecieron en la sala de estar de los Potter, donde ya estaban los chicos.

- Te prometo no molestarte hoy, en calidad de cumpleañero… - le dijo Lily a James después de darle un beso y su regalo. Él sonrió -. ¿Qué te parece, cuatro ojos?

- Muy graciosa – dijo James, alzando las cejas, aunque aún sonriendo.

Estuvieron toda la noche hablando de cualquier cosa, aparte de tomando cantidades obscenas de alcohol. Bueno, no realmente todos estaban en ese estado – sólo James y Sirius.

Ya era bastante que hubieran cedido a la fiesta cataclísmica.

A media noche – a la mayor sorpresa de Lily y Bastet – Sirius había hecho una repentina invitación para una cena en su casa.

- Ya va… ¿tú cocinas? – preguntó Lily, con los ojos muy abiertos.

- No es que sea un gourmet, pero no me quedan mal los sándwiches – respondió él en tono casual.

- Dice eso para que salgamos a su defensa – dijo Remus, alzando las cejas.

- ¡Claro que no! – dijo Sirius. Hubo un silencio de unos veinte segundos -. ¿Y bien? ¿Dónde están mis defensores?

- En realidad tus sándwiches no son tan buenos… - bromeó Peter. Victrix le dirigió una mirada de desprecio intenso antes de poner los ojos en blanco.

- Hablando en serio – intervino James –, Padfoot cocina muy bien – se volteó a Sirius -. Pero no creo que deberías pavonearte de ello (acéptalo, no es el hobby más masculino del universo)

Sirius se encogió de hombros.

- Pues a las chicas les parece sexy.

Como si se hubiesen puesto de acuerdo, Bastet, Lily y Victrix asintieron. Se miraron entre sí y sonrieron.

- Bueno… sí es, lo admito – dijo Lily. Se volteó hacia James -. Podrías tomar un consejo o dos de Sirius, ¿sabes?

- ¿Cómo qué, cuál es el mejor condimento para antipasto? Vamos, Lily – dijo James a la defensiva, ligeramente picado. Los demás rieron, mientras Sirius le daba palmadas en la espalda.

- O naces con el don, o no naces con el don, hermano. Los buenos cocineros no se hacen.

- Cierra el pico.

- Bueno, algunos hombres cocinan, por fortuna – dijo Lily, asintiendo -. Vic, ¿Joshua no solía prepararte cenas románticas?

- Ajá – dijo ella en tono cortante, agarrada por sorpresa. Casi le picaba el cuello de la mirada penetrante que le estaba dirigiendo Sirius. ¿Por qué Lily siempre tenía que salir con los comentarios menos adecuados posibles?

- ¿Todavía te cocina? – preguntó la pelirroja.

- Sí Lily… la semana pasada se comió mi hígado con frijoles y un buen Chianti – dijo Victrix, evasiva, alzando las cejas. Excepto Sirius, todos lanzaron una carcajada -. ¿Cómo que "me cocina"?

- Ay, no te pongas a corregirme la gramática – dijo Lily -. ¿Cocina para ti?

- ¿Por qué habría de hacerlo?

- ¿Quizá porque volviste con él?

- ¿Y de dónde sacaste eso? – preguntó Victrix, frunciendo el ceño. ¿De dónde salían esas loqueras y por qué demonios tenían que tener ese tipo de conversaciones al lado de Sirius? Sin mencionar Sirius pasado de tragos, la cereza encima de la torta.

Sin demasiado éxito, James intentaba sacarle conversación a Sirius, que ni siquiera pretendía hacerle caso, mirando fijamente y con el oído absolutamente atento a la conversación entre las dos chicas. Por otro lado, Bastet miraba a Lily con expresión de "cierra el pico, por misericordia"

- La semana pasada fui a tu casa… tus padres me dijeron que estabas pasándote unos días a que tu novio… ahora, considerando lo cansada que sueles estar del trabajo, lo suficiente para no querer salir nunca, asumo que más o menos lo único que haces es ir al trabajo. Por lo tanto… más o menos el único contacto masculino que tienes es con Joshua… que, precisamente, es tu ex – dijo Lily, alzando las cejas, con su mejor mirada de sabelotodo -. ¿Donde hubo fuego cenizas quedan?

- Pues asumiste mal, Shirley Holmes – dijo Victrix, alzando las cejas.

- ¿Y entonces? ¿Con quién pasaste la semana pasada?

- Con mi novio.

- Informativa. ¿Y tiene nombre?

- Rhett Butler – dijo Victrix, sonriendo.

- Sí, Scarlett O'Hara, estoy segura – Lily volteó la mirada, luego encogiéndose de hombros -. Me voy a enterar eventualmente, Vic.

- Si sigues asumiendo atrocidades, lo dudo.

- ¿El señor Darcy, quizá? – preguntó. Victrix rió: ya había pasado el momento de tensión. Aunque por el rabillo del ojo pudo ver que Sirius cargaba una expresión extraña…

El chico estuvo bastante retraído el resto de la noche. Cuando las chicas se fueron, unas dos horas después, se llevó a Victrix aparte, en un rincón del jardín:

- ¡Suficiente! .¡Me sabe a mierda que le de una apoplejía a cada uno, acompañada de un ataque al miocardio y quemaduras de dragón! – explotó. Victrix alzó las cejas -. Maldita sea, Victrix… ya. Es el momento. ¡Es el momento desde hace más de un año! Estoy harto de tener que esconderme, o de que tú nombres personajes literarios en vez de decir que estás conmigo. O de que yo tenga que aguantarme cómo Lily asume que el imbécil de McGraw…

- Sí, Sirius… ya tu punto está claro – dijo Victrix, calmada, al contrario de él. Sirius, notándolo, se calmó un poco.

- ¿Y? ¿Entonces? ¿Me tengo que buscar yo también un personaje literario al cual hacer referencia…? ¿Quizá alguna chica Bond…?

Victrix sonrió ante lo absurdo que era que hubiese llegado a nombrar personajes ficticios para tapar su relación. Aquello era simplemente estúpido e innecesario: si Sirius lo hubiese hecho ella también habría explotado, igual que lo estaba haciendo él. Suspiró, asintió y le dio un beso.

- Tienes razón, Snuffles, completamente. Mañana, en la cena en tu casa, les diremos. De una vez por todas.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

¡Aleluya! ¡Terminé el capítulo! Llevaba como un mes sin pararle mucho al fic. No es que no tenía ideas (au contraire!) pero, bueno… me daba ladilla, qué puedo decir. Errar es humano (herrar es equino… ja ja)

Bueno, apiádense de mis chistes malos… son las once y media de la noche y no suelo estar despierta a esta hora los miércoles (soy una niña buena, coño)

Bien… el momento que todos esperaban se acerca. Ya sé que están hartas de que los demás no sepan (… Sirius también está harto… y yo también, llevo como cuatro meses escribiéndolos en la clandestinidad, de pana que es un fastidio) y, bueno… todo eso y más, prronto, prrronto.

En una nota completa y absolutamente aparte, mañana voy a hacer la prueba vocacional (léase de la prueba que hacen en todos los colegios venezolanos cuando uno está en cuarto año… es una mierda, no sirve para nada, simplemente para quitarte tiempo… por el lado amable, tiempo de horas de clase) y yo debería estar durmiendo para no quedarme dormida mirando todos los circulitos que voy a tener que rellenar. Eso para que se sientan culpables por explotarme (estoy jodiendo, estoy jodiendo… bueno, más o menos)

De vuelta al tema… muchísimas gracias a Airam Lilian Lupin (que me dejó un review de esos que suben el ego… me caes bien, me caes bien), MaryGin (que me probó que Kay y yo no somos las únicas venezolanas en este site), KmZilita-H, Vivi-G Weasley, Kailey Hamilton (antes que preguntes… no, loca… no puedo evitar hacer referencias a Lo Que El Viento Se Llevó, en serio, no puedo), Rosa-Evans (que me dejó otro de esos reviews que inflan el ego, y después un mensaje privado que hizo que se me explotara la cabeza, muchísimas gracias, ¿cobras por la subida de ego? Ahh, bromeo, bromeo no… en serio) y Myriam (¡review número diez! ¡Hurra!)

La canción, como ya dije, es I Walk the Line, de Johnny Cash (aunque yo prefiero la versión de la película, por Joaquín Phoenix) y es obviamente de donde viene el título del fic. Y, bueno, al carajo… si en mis películas preferidas los personajes principales tienen canciones, ¿por qué los míos no? Supongo que de Come What May a I Walk the Line hay solo un paso… ok, no realmente, pero de todos modos.

Muchísimas gracias a todas, y espero que este capítulo les guste…

Saludos

Victoria