Disclaimer: todos los personajes, por supuesto, pertenecen a J.K. Rowling, diosa absoluta – excepto David, Martha, Deletrix y Victrix Sekhmet, Bastet Custos, Joshua McGraw, y uno que otro más que se me va de la cabeza. La canción, "El Beso del Final", le pertenece a quien sea que le escribe la música a Christina Aguilera. De resto, ni la computadora en la que estoy escribiendo es mía, porque estoy usando la laptop de mi madre.
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Capítulo cuatro, En el callejón Diagon.
- Bassy… ¿qué te pasa? – preguntó Remus de repente. Su novia (y, desde hacía menos de doce horas, su prometida) alzó la vista desde su plato.
- No me pasa nada¿por qué la pregunta?
Remus frunció el ceño casi imperceptiblemente.
Técnicamente, Bastet estaba igual: en ese momento lo miraba fijamente, dudosa – antes, simplemente había estado comiéndose una tostada, con aire pensativo.
De igual manera había estado normal la noche anterior cuando, en medio del cumpleaños de James, él la había llevado aparte y, sacando el anillo que veinte años antes su padre le había dado a su madre, le pidió que se casara con él.
Bueno… casi normal.
Hubo un momento, medio segundo, en que Remus vio la mirada de Bastet nublarse. El cerebro de la chica, por un momento, se había alejado por completo del momento. Antes que Remus pudiera reaccionar, ella había vuelto en sí, asentido y se había tirado en sus brazos para besarlo.
Y aún ahí… hubo algo raro en ese beso.
Anoche yo sentí
Que me besaste diferente y me quedé
Sin saber qué hacer
Yo te conozco y sé
Que algo no anda bien, ven dime la verdad
No quiero imaginar…
Que fue el beso del final
- Yo que sé… has estado… rara últimamente – dijo él, midiendo mucho sus palabras.
Bastet abrió la boca, y estaba a punto de decir algo, pero se lo pensó mejor y sacudió la cabeza.
- Son ideas tuyas – dijo con una sonrisa -. En serio. Lo que pasa es que he estado ocupada con el periódico.
Remus asintió ligeramente, y se levantó a lavar su plato con un scourgify.
Sí, Bastet había estado definitivamente muy ocupada últimamente. Aunque pareciera exagerado, estaba casi seguro de poder contar con los dedos de una mano las veces que la había visto la semana pasada.
Había sido contratada como columnista en la sección de sucesos políticos de El Profeta, posición bastante ocupada en los últimos tiempos debido a la guerra a la que se afrontaba el mundo mágico: Lord Voldemort contra cualquiera que se negara a considerar sus leyes como las oficiales.
Remus, orgulloso e impresionado ante la rapidez con la que había conseguido un puesto tan importante (y quizá ligeramente celoso, considerando las desventajas sociales en las que lo ponía su enfermedad) la había ido a visitar a las oficinas del periódico una de las veces en las que había tenido que quedarse tiempo extra.
Y se llevó una sorpresa bastante desagradable al descubrir que Bastet no estaba en ningún lugar cercano. Descubrió por un comentario hecho en el pasillo que no se la esperaba trabajando hasta la tarde del día siguiente.
Remus no tenía la más mínima idea de qué significaba aquello. Siendo completamente honesto, tampoco tenía demasiadas ganas de averiguarlo – pero la duda lo seguía persiguiendo.
¿Qué se suponía que significaba que su novia le mintiera, diciéndole que estaba en el trabajo cuando en realidad la dejaban salir más temprano?
No se atrevía a hacerle una pregunta directa, temiendo una respuesta igualmente directa.
Hay en mi corazón una inquietud
Hoy te veo tan distante
Hay algo que me aleja de tu amor
De repente tú cambiaste
Bastet miró su reloj y dejó su tostada a medio comer, mientras se levantaba de un salto. Remus la miró con el entrecejo fruncido, como preguntándole a qué venía el apuro.
- Tengo que hablar con mi editor – explicó ella, acto seguido apurando un vaso de jugo de calabaza.
- ¿Un sábado?
- Las noticias no toman vacaciones – dijo ella, haciéndole un guiño -. En la tarde voy a salir con Vic¿quieres venir?
- Nah, creo que voy a ir un rato al valle de Godric – dijo él, encogiéndose de hombros. Bastet asintió.
- OK… ¿nos vemos en la cena en casa de Sirius, entonces? – hizo una pausa en la que miró el brillante en su mano y sonrió -. ¿Y ahí les decimos a los chicos la buena noticia?
- Perfecto.
- Muy bien, nos vemos en la noche – Bastet lo besó y, después de un momento, desapareció.
Remus se quedó mirando el sitio donde su prometida había estado hacía un segundo. ¿Qué pasa?, se preguntó. ¿Por qué tengo la impresión de que de aquí en adelante va a cambiar todo?
No sabía hasta qué grado estaba en lo cierto. No lo supo hasta esa tarde. Y no entendió el por qué hasta meses después… ya demasiado tarde.
Si lo hubiera sabido entonces, no hubiera dejado desaparecer a Bastet Custos de la cocina esa mañana.
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Pasado el mediodía, Victrix se apareció en medio de la sala de la casa de Sirius. Él, que leía en un sofá, subió la vista.
- ¿Ninguna duda, entonces¿Estás segura de que quieres decirles?
Ella asintió.
- Ninguna en lo absoluto – dijo, sentándose en el sofá en el que estaba acostado Sirius -. Suficiente es suficiente. Llegar a dos años incógnito sería el colmo.
- Ésa es mi chica – dijo él, sonriendo. Bajó la vista a su libro de nuevo -. ¿Comiste?
- Ajá… - dijo Victrix después de una pausa. Sirius suspiró, dejó el libro sobre una mesita y le dio un beso a Victrix.
- ¿Qué quieres de almuerzo, pequeña?
Alrededor de veinte minutos más tarde, después que la chica había terminado de desayunar, los dos estaban sentados en la mesa del comedor.
- ¿Y qué vas a hacer de cena? – preguntó ella, dirigiéndole una mirada inocente. Sirius rió.
- Floja explotadora. Y, en realidad, no lo sé. En todo caso, tengo que ir a Londres, así que ahí veré…
- ¿Puedo ir conti…? – abrió mucho los ojos de repente -. ¡Ah, no, no puedo! Voy a salir con Bassy…
- ¿Me dejas solo y abandonado?
- Melodramático. Puedes venir con nosotras si quieres…
- ¿Enfrentarme a dos mujeres, yo solo? – preguntó, alzando las cejas -. No, gracias. Le tengo aprecio a mi vida.
- ¿Y qué se supone que te van a hacer dos chicas, una que mide un metro cincuenta y otra que mide metro sesenta? – hizo una pausa -. ¿De qué te ríes?
- ¿De verdad mides un metro cincuenta? – Victrix se lo quedó mirando con cara de pocos amigos, y Sirius intentó ocultar la risa -. Qué pequeñita eres…
- Oh, cállate. Sólo porque tú eres anormalmente alto… - dijo con un deje de resentimiento en la voz -. Debes tener un problema hormonal o algo así…
- Demasiada testosterona, probablemente. Qué puedo decir, no puedo evitarlo.
- Engreído.
- Siempre.
- ¡Necio!
- Enana.
Victrix gruñó y se levantó de la mesa.
- Si vas a seguir comportándote como un imbécil, me voy y…
Igual que solía hacer cuando peleaban en el colegio, Sirius la interrumpió besándola.
- No lo decía en serio, preciosa. Y, en todo caso¿por qué querría salir con alguien más alto que yo?
- Yo suelo salir con chicos más altos que yo…
- Por suerte para mí – dijo Sirius, guiñándole un ojo -. ¿A qué hora vas al callejón Diagon?
- Le dije a Bassy que como a las tres y media… - miró su reloj -. Lo cual significa que debería aparecerme allá de una vez.
- O podrías hacer una entrada con estilo, y yo te llevo en Carlotta.
Victrix se encogió de hombros, asintiendo, y diez minutos después ambos aterrizaban frente al Caldero Chorreante.
La chica estaba bajándose de la moto, pero Sirius la detuvo.
- Snuffles…
- Yo no veo a Bassy por ninguna parte – dijo él, alzando las cejas. Victrix miró alrededor.
- Debe estar por aquí cerca…
- O quizá no piensa venir.
- Lo más probable es que lleve veinte minutos acá.
- Ah, déjala plantada entonces y vienes conmigo a casa de Andromeda…
- Ah¿allá es donde vas? – preguntó ella, alzando las cejas -. No puedo, Snuffles, ya le dije a Bass…
Sirius la agarró por la cintura, impidiéndole bajar, y la besó. Victrix sonrió.
- ¿Por qué no te quedas acá y haces shopping con nosotras?
- Andromeda me dijo que o iba hoy o no volvía a hablar conmigo en tres meses… dice que la tengo olvidada – dijo Sirius, en tono fastidiado. Victrix rió y lo besó.
- Ah, vamos, por una plantadita…
- No conoces a mi prima, Vixie. Tiene un humor explosivo… más explosivo que el mío y el tuyo combinados. Y supongo que ahora será peor por lo de las hormonas.
- ¿Hormonas? – preguntó Victrix, frunciendo el ceño -. Si vas a salir con otro chistecito estúpido, me avisas y…
- ¿Ah? No, no para nada. ¿No te dije? Meda está embarazada.
- ¿En serio? No, no me habías dicho¡es genial!
- ¿Ves? Ahora tienes que ir a su casa… - la besó en el cuello -… a felicitarla… - en la mejilla -… por estar embarazada – en la boca.
- Estás violando mis derechos humanos… me estás coaccionando para cambiar de opinión… - dijo Victrix, aunque sin hacer el más mínimo esfuerzo por alejarlo -. Esto es técnicamente lo mismo que la tortura.
- Supongo que se cazan más moscas con miel que con vinagre – la besó de nuevo -. ¿Y qué dices¿A casa de mi prima?
- Snuffles, no puedo… Snuffles… mi vida, ya… debería… bah, al demonio – lo besó.
Un sonido los interrumpió. Lentamente, ambos se separaron y vieron a Bastet frente a ellos, alzando las cejas, después de haberse aclarado la garganta.
- Tengo un estómago débil.
- Bah, mojigata – dijo Victrix, finalmente levantándose de la moto.
- Hola Bas – dijo Sirius, sonriendo -. De verdad que tienes muy mala coordinación con nosotros.
- Me di cuenta de eso hace dos años, Sirius, muchas gracias. ¿Te quedas?
Él sacudió la cabeza.
- No, no puedo.
- Mejor, así podemos visitar a Lils un rato – le dijo Bastet a Victrix -. Claro que si le dijeras que llevas eternidad y media saliendo con Sirius no habría problema…
- Bueno, les pensamos decir hoy – dijo Victrix, alzando la barbilla en un gesto desafiante. Bastet miró a Sirius como esperando que dijera que era en broma.
- ¿Sería hora, no? – dijo Sirius. Bastet asintió, sonriendo.
- Definitivamente. ¿Cuándo, esta noche en tu casa?
- Ajá – dijo Sirius. Miró su reloj e hizo una mueca -. Ya debería irme. ¿Nos vemos frente a Florean & Fortescue a las…?
- Seis y media¿te parece? – sugirió Victrix. Sirius asintió, le dio un beso, uno en la mejilla a Bastet y arrancó en Carlotta.
- ¿Verdad que se parece a James Dean en esa moto? – preguntó Victrix, siguiendo el trayecto, estupidizada. Bastet puso los ojos en blanco y la arrastró hasta el Caldero Chorreante, para luego entrar al callejón Diagon.
Las chicas fueron a visitar a Lily en su nuevo trabajo. Hacía dos semanas que la habían contratado en Gringotts como pasante… lo que significaba que tenía que pasar buena parte de su tiempo haciendo rondas como seguridad en el banco, que era la manera de los gnomos de hacer entrenamiento.
Así que las tres fueron al Caldero Chorreante a hablar y tomar algo.
- Es estúpido que estés aquí todo el día dando vueltas… - estaba diciendo Victrix a Lily, pasado un buen rato. La pelirroja no tenía ronda hasta dentro de dos horas.
- Realmente si lo piensas… - empezó Lily, pero Bastet la cortó:
- Si realmente lo piensas sigue siendo estúpido, Vic tiene razón. ¿Qué ganan ellos con tener un mago encargado de seguridad que lo único que haga sea es dar vueltas?
- Ellos no quieren tener magos en seguridad – recalcó Lily -. Es un nuevo reglamento del Ministerio, todas las criaturas mágicas deben tener apoyo de un mago en cualquiera de sus negocios. Es una regla honestamente estúpida… ¡Merlín, si los gnomos incluso se cuidan mejor que nosotros!
- Con esa ley más o menos se asume que todas las criaturas mágicas son incapaces de hacer algo por sí mismas… - la rubia frunció el ceño -, no digo que sea innecesario para ciertas criaturas, pero…
- Claro, como si a un troll se le ocurre montar una venta de dulces… - intervino Victrix, sonriendo y recostándose más en su silla.
- Exacto, pero los gnomos tienen sistemas de seguridad mágica que ningún mago podría soñar – dijo Lily -. Bueno, nada más mira las cámaras individuales en Gringotts. Si te metes a robar en una de ellas no puedes tener absolutamente nada que perder, porque hay un noventa y nueve punto nueve por ciento de posibilidad de que no vivas para contarlo.
- Sí, realmente es bastante inútil. Pero no te quejes, a final de cuentas sino fuera por eso no te habrían dado trabajo – dijo Bastet, alzando las cejas. Lily soltó una media sonrisa.
- Por ahora, en todo caso.
- Por ahora y hasta que a ti te de la gana, Lil, no digas estupideces. Aparte de que tienes todas las materias en Sobresaliente, (y eso es decir mucho, porque tomaste casi todas las materias) eras la mejor de la clase en Defensa Contra las Artes Oscuras, lo cual te da puntos extra para un trabajo como éste que requiere a una bruja experta en seguridad.
- Yo no era la mejor en Defensa – dijo Lily, mirando a Victrix con una combinación entre celos y admiración -. Vic y Sirius eran los mejores.
- Sirius era el mejor – corrigió Victrix, encogiéndose de hombros. Bastet negó con la cabeza.
- Lily tiene razón, los dos eran… son… igualmente buenos – dijo.
- Lo que pasa es que son dos estilos distintos. Él es más acerca de táctica, tú eres más ágil y de ataque más directo – aclaró Lily -. ¿Recuerdas aquella vez que Branagh nos puso a hacer duelos? Dijo que Sirius y tú serían un buen equipo en duelos.
- ¿En la escuela de aurores no se trabaja en parejas? – preguntó Bastet, a lo que Victrix respondió con un asentimiento, mientras tomaba un sorbo de cerveza de mantequilla -. Asumo que Sirius y tú serán equipo…
- Lo dudo – dijo Victrix -, conociendo a Sirius, y estando ahí James, probablemente terminen ellos dos de pareja de duelos. Ya saben que no pueden vivir el uno sin el otro.
- Bueno, si la semana que viene me dicen que quedo en Gringotts permanentemente, me enviarían a la escuela de aurores para terminar el entrenamiento – dijo Lily como si comentara el clima.
- ¡No habías dicho eso! – exclamó Victrix, sonriendo -. ¿Sabes si estarías en nuestras mismas clases o sería otro curso?
- Las mismas, ya averigüé – dijo la pelirroja, devolviendo la sonrisa -. Y me temo que en caso de quedar insistiría en ser yo la pareja de duelos de J, lo cual te dejaría a ti con Sirius Vic.
- Uf, qué peligro – dijo Bastet, poniendo los ojos en blanco y tomando un sorbo.
Algo brilló en la mano de Bastet, y Victrix se fijó en el dedo con el anillo por primera vez. Abrió mucho los ojos, mirando a su amiga.
Lily, que miraba su reloj, no se dio cuenta de nada, pero se levantó para salir.
- Mi ronda empieza en cinco minutos, así que voy moviéndome hacia Gringotts – dijo. Sus dos amigas asintieron.
- ¿James y tú van a casa de Sirius en la noche? – preguntó Victrix, abriendo mucho los ojos.
- Claro… tú misma lo acabas de decir, James y Sirius no pueden vivir uno sin el otro – Lily se encogió de hombros -. ¿Por qué el interés?
- Sólo para saber – respondió la morena en tono casual. La pelirroja la miró un momento, dudosa, hasta que finalmente se volteó y salió del Caldero Chorreante.
- ¡No puedo creer que de verdad les vayan a decir! – dijo Bastet, sonriendo -. ¡Después de año y me…!
- No, lo siento, no me vas a cambiar el tema de conversación – la paró Victrix, alzando las cejas y mirando la mano de la rubia.
Instintivamente, ella la escondió bajo la mesa.
- No seas idiota, ya vi el anillo. ¿Eso significa que…?
- Significa que tú y Sirius no son los únicos que van a hacer un anuncio esta noche – dijo Bastet, lentamente, acto seguido levantándose y saliendo.
Victrix siguió con los ojos la ruta que llevaba Bastet y rió. Pagó la cuenta, salió al patio que llevaba al callejón Diagon y volvió a entrar en él.
Se tardó unos buenos veinte minutos buscando a Bastet y, cuando empezaba a anochecer (al ver su reloj vio que ya eran las seis) la encontró en una pequeña librería cercana a Gringotts.
- Llevo siglos buscándote¿estuviste aquí todo el tiempo?
- Tenía que buscar un par de libros para un… - frunció el ceño, mirándola y agarrando con fuerza el material que tenía entre los brazos, en un gesto instintivo -… para un artículo.
- ¿Por qué esa cara?
- Nada, nada, cosas mías – dijo Bastet. Victrix iba a seguir insistiendo cuando oyeron un grito afuera.
Ambas se asomaron por la vitrina y, al ver lo que sucedía afuera, ambas corrieron hacia allá (Bastet dejando los libros que tenía en las manos a medio camino), sacando sus varitas.
Tres figuras enmascaradas estaban en un círculo: uno mirando a los lados, uno apuntándole a la mujer que las había atendido hacía minutos en el Caldero Chorreante y otro soltaba maldiciones a Tom.
- ¿Dónde está? – le preguntaba el encapuchado encargado de manejar a Tom, en una voz femenina ligeramente familiar: imposible definir sonidos con las máscaras de por medio.
- ¡Expelliarmus! – exclamó Victrix, apuntándole al mortífago más cercano a ella, que, sin habérselo visto venir, le dio de lleno y voló hasta aterrizar en una pared, pero recuperándose muy rápido, siguió el duelo con Victrix.
Bastet lanzó un encantamiento petrificador al mortífago apuntando a la mesera, parándolo en seco. La mesera corrió fuera del área.
- Vic¡sal de aquí en este momento! – exclamó Bastet, mirándola por un segundo antes de esquivar un hechizo.
- ¡Claro que no, puedo perfectamente…¡MIERDA! – un hechizo le había rozado el brazo izquierdo, que ahora sangraba.
- ¡VICTRIX SAL¡NO TIENE NADA QUE VER CON QUE PUEDAS O NO¡HUYE ESTE MOMENTO Y BUSCA A LILY! – bramó Bastet. Victrix no le hizo caso y contra-atacó el hechizo que le acababan de enviar.
Bastet maldijo y desvió la mano del duelo para conjurar un ligero temblor en el edificio de Gringotts: sólo el suficiente para que lo notaran y enviasen su equipo de seguridad. Bastet regresó al duelo: en un momento llegaría Lily.
La mortífaga que había estado encargada de Tom se volvió hacia Victrix y empezó a pelear con ella: el mortífago con el que la morena había estado peleando antes estaba ahora en pleno duelo con Bastet.
- ¿No tienes a tu caballero andante para que te cuide ahora? – preguntaba la mortífaga. Parecía divertida. Victrix, en un arrebato de furia, falló el tiro, dándole ventaja a la otra -. ¡CRUCIO!
Victrix cayó de rodillas, retorciéndose de dolor.
- El traidor de sangre de tu novio no te puede salvar ahora. ¿Qué piensas hacer ahora… Vixie? – preguntó la mortífaga, en tono de burla -. ¡CRUCIO! – repitió.
La chica volvió a sentir la oleada de dolor intenso y quiso que acabara… anhelaba el rayo de luz verde que terminaría su agonía. Temblaba de dolor, mirando hacia arriba y preguntándose, débil, cómo demonios sabía aquélla mortífaga el apodo que le tenía Snuffles.
- ¿De… Deletrix? – preguntó en un suspiro. La mortífaga soltó una risa fría.
- Bingo – dijo en voz baja.
En medio de su furia, Deletrix Sekhmet no notó a Bastet acercándose a ella. Así, mientras del edificio de Gringotts salía la guarnición de seguridad, y aunque la mortífaga apuntaba a su hermana, fue una cabellera rubia la que se interceptó el grito de Deletrix:
- ¡AVADA KEDAVRA!
Los mortífagos (menos el que había sido petrificado) desaparecieron al llegar a ellos la guardia de Gringotts…
Y el cuerpo inerte de Bastet Custos cayó en el cemento.
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OK… empiezo aclarando que nunca dije que I Walk the Line sería estrictamente una comedia. En todo caso, disculpen por tardarme tanto con el cap, pero aquí está. Muchísimas gracias a KmZilita-H, Kailey Hamilton y a Carolyne Diggory por sus reviews, espero que este también les guste ;).
Saludos,
Victoria
