Capítulo cinco, Incomunicado.

Sin darse cuenta, a Sirius se le habían pasado más de dos horas en casa de Andrómeda – aunque también es que llevaban casi un año sin verse. Claro que esa había sido la razón principal de la visita, y lo que le costó a Sirius un buen rato de oírle gritos a su prima, e incluso un par de hechizos, que él evitó con facilidad y dedicándole una sonrisa encantadora.

Después de que Andrómeda hubo descargado su furia sobre él, se sentaron a hablar. La chica se disculpó y alegó mal humor debido al embarazo ("No te preocupes, ya estoy acostumbrado a mujeres gritándome y lanzándome maldiciones" dijo él guiñándole un ojo), pero lo volvió a acusar de negligencia familiar y estaba sacando la varita cuando Sirius la invitó a la cena de esa noche.

- Aww primito, eres adorable por invitarme – dijo ella, dejando la varita en la mesita, a lo que él suspiró de alivio -. Pero no puedo, Ted y yo vamos a cenar en casa de sus padres… - hizo una mueca y Sirius rió.

- ¿Realmente son tan malos?

- Peores – dijo ella, molesta -. Me tratan como si fuera un bicho raro. Son muggles, y nunca estuvieron demasiado de acuerdo con Ted yendo a Hogwarts. Y… de alguna manera se enteraron de quién es mi familia y eso no ayuda en lo absoluto.

- Auch – dijo él, frunciendo el ceño. Ella asintió.

- Exacto. Y, en todo caso¿hay algún motivo para la cena de hoy?

- Pues, en realidad, sí lo hay. Vixie y yo le vamos a decir a los chicos que estamos saliendo.

- ¿A estas alturas todavía no les han dicho!

Sirius alzó una ceja y se la quedó mirando. Andrómeda ocultó una sonrisa.

- No puedes culparla por tenerle miedo al compromiso¿o sí?

- En realidad, por supuesto que puedo. Pero ya al menos accedió a decirles.

Se quedó callado, mirando al vacío mientras tomaba un sorbo de jugo de calabaza. Andrómeda frunció el ceño.

- ¿Qué pasa?

- No sé… - dijo, todavía medio ido -. Hay algo que no está bien – sacudió la cabeza y miró su reloj -. Ya son cinco para las siete. Se suponía que iba a encontrarme con Vixie a las seis y media – se levantó de un salto, seguido de Andrómeda, y ambos salieron hacia donde estaba Carlotta.

- ¿Prometes que no te vas a volver a dar una perdida de esas? – preguntó Andrómeda con una mirada asesina. Sirius sonrió, mientras se sentaba en la moto y la encendía.

- Prometido. En estos días convenzo a Victrix y venimos los dos¿te parece?

Andrómeda se quedó callada. Se había puesto pálida de repente, mirando hacia arriba.

- Sirius…

Él siguió su mirada, extrañado, y el corazón le dio un vuelco: en el cielo se había formado la Marca Tenebrosa, justo encima del callejón Diagon.

- Maldita sea – murmuró, arrancando la moto a toda potencia y dejando atrás a su prima, que lo seguía con la mirada.

Debe ser una falsa alarma… pensó ella, sin estar muy convencida.

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Un poco más de cinco minutos antes…

Lo primero que vio Lily fue a Victrix sentada en el suelo, con los ojos vidriosos. La miró asombrada: en casi ocho años conociendo a su amiga, nunca le había visto una expresión parecida.

- Snuffles… - murmuró la morena. Lily frunció el ceño.

- Vic… Vic… ¡Victrix! – llamó. Su amiga no se movió un centímetro. Lily miró alrededor.

Al lado de Victrix estaba el cuerpo de Bastet. Por alguna razón, a primera vista Lily no lo había notado.

Cerró los ojos con fuerza, conteniéndose a echarse a llorar. Se volteó hacia el auror que había salido junto a ella, un recién graduado llamado Kingsley Shacklebolt:

- Una fue asesinada, la otra parece estar en shock – dijo, con voz muy ronca -. Deberíamos… deberíamos llevarla a San Mungo.

- Lily… ¿tú no estabas con ellas antes de que empezáramos la guardia?

La pelirroja asintió lentamente, fijando la vista en el cuerpo de Bastet, sin poder evitarlo.

- ¿Estás bien? – volvió a preguntar Kingsley. Lily suspiró.

- Creo que sí. Pero hay que llevar a Victrix, realmente se ve mal.

- OK… voy a convocar el traslador de emergencia.

- Espera un momento – dijo Lily. Tragó saliva -. Déjame… déjame enviar una lechuza.

Kingsley hizo un gesto de aprobación y la chica corrió a la lechucería, alquiló la primera lechuza que vio y escribió una nota rápida para James: "Bassy fue asesinada, y Victrix está herida. Las voy a llevar a San Mungo… por favor, ven tú también, te necesito conmigo. Lily."

Se devolvió a donde estaban los aurores, que habían puesto a Victrix en una camilla flotante. Kingsley Shacklebolt la vio regresar, asintió y, apuntando la varita al edificio de Gringotts, exclamó:

- ¡Accio traslador!

Lily y Kingsley lo tocaron (Lily sujetando la camilla de su amiga). Antes de desaparecer, la pelirroja lanzó una última mirada al cuerpo de Bastet y, sin pensar, lo tomó con su mano libre.

Segundos después, Kingsley, Lily, Victrix y el cadáver de Bastet se encontraban en el Hospital San Mungo.

Mientras se llevaban la camilla a una habitación, Lily apretó con fuerza la mano fría de Bastet.

Y, finalmente, sin poder evitarlo, cayó al suelo y rompió a llorar, aún sin soltar la mano de la que había sido su amiga por ocho años.

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- ¿Dónde demonios está Padfoot? – preguntó James a Remus.

- Sino lo sabes tú… – respondió él, encogiéndose de hombros. James gruñó -. Pero me imagino que estará preparando el menú para la noche.

James bufó.

- ¿No se da cuenta de lo muy poco masculino que es eso?

- No te oí quejarte hace dos semanas cuando a Padfoot le dio por hacer de chef francés – comentó Peter. Remus sonrió de medio lado, y respondió antes que James:

- Por supuesto que no se quejó, sino abrió la boca más que para comer como si acabara de escaparse de Azkaban.

James pasó un buen rato haciendo explicaciones ridículas, mientras Peter y Remus reían.

Como casi todos los sábados, los merodeadores habían dado a parar en la casa de James por buena parte del día. El motivo, el mismo de siempre: en una semana sería luna llena, y sería la última luna llena antes de que, por un lado, James y Sirius empezaran en la escuela de aurores. Y la antepenúltima antes de que Peter fuera a estudiar en el exterior por seis meses.

Por lo general, las salidas a luna llena eran planeadas principalmente por James y Sirius, que hacían estrategias de posibles bromas – pero, ya que Sirius no estaba alrededor, a James (para su absoluto fastidio) le tocaba planear solo.

- Prongs¿no estamos un poco viejos para esto? – preguntó Remus de repente. James alzó las cejas.

- Quizá tú, que naciste teniendo cuarenta años.

- ¿Estás diciendo que tengo crisis de mediana edad?

- Estoy diciendo que tienes alma de viejo – dijo James, ignorando el comentario, ante lo cual Remus sonrió.

- Quizá, quizá. Pero, en todo caso… ¿es necesario andar merodeando por…?

Lo interrumpió el sonido de una lechuza gris clara dándole con el pico a la ventana, que Peter abrió. El ave dejó una carta en las manos y salió volando.

- ¿De quién es esa lechuza? – preguntó Peter. James se encogió de hombros, mientras abría la carta.

- Parece ser la letra de Lily – comentó, y la leyó.

En un gesto casi instintivo, James subió la vista y miró a Remus, sólo un momento, antes de mirar el pergamino de nuevo.

- ¿Qué pasa? – preguntó éste. James frunció el ceño y, mirando al suelo, se pasó una mano por el pelo.

- Remus…

- ¿Remus? – repitió éste. James no le llamaba por su nombre a menos que fuera muy, muy serio -. James¿qué demonios…?

James se quedó callado. Peter miraba de uno al otro, como si fuera un partido de tenis.

- Vamos, Prongs, no puede ser tan malo – dijo Peter. James lo ignoró, manteniendo la vista fija en Remus.

El rubio se le acercó de golpe, le arrebató el pergamino y lo leyó en un momento.

James lo miró en silencio por largo rato, hasta que finalmente habló:

- Moony, lo siento muchí…

- Lily te escribió para que fueras a San Mungo. Ve – hizo una pausa -. Vamos. Los tres – suspiró -. Los veo allá – y desapareció con un plop.

James sacudió la cabeza.

- ¿Qué dice el maldito pergamino? – preguntó Peter, que había estado toda la conversación sin entender ni pío.

- Bastet fue asesinada. Lily está en San Mungo con Victrix, que está herida.

La quijada de Peter pareció caerse. James suspiró.

- Vamos a San Mungo. Aquí no servimos para nada.

Segundos después, estaban en la entrada del hospital San Mungo de heridas mágicas.

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Alrededor de quince minutos después de que Lily hubiera tomado el traslador a San Mungo, la moto de Sirius Black rugió al aterrizar frente al Calderón Chorreante, que parecía incluso más lleno de gente que de costumbre.

Mientras se bajaba de la moto, controlando los nervios que le habían nublado la vista desde que vio la Marca en el cielo, oía el zumbido creciente de gente hablando dentro del local. Suspiró, intentando calmarse… pero, mientras dejaba el casco encima de la moto, oyó un comentario aislado que le hizo temblar por un momento:

- Pero, Tom¿dices que la chica que asesinaron había estado aquí antes?

- Sí, sí… ella y dos amigas.

Sin siquiera darse cuenta, Sirius había corrido hasta la barra del Caldero Chorreante, donde el dueño, Tom, hablaba con una bruja curiosa que a Sirius le parecía conocida, pero no le preocupaba averiguar quién era.

- Permiso, pero… ¿dijo que una chica fue asesinada? – preguntó.

- ¿Entonces, Tom¿Quién era la chica¿Viste cómo murió? Inglaterra quiere saber todos los detalles – dijo la mujer a Tom, ignorando la pregunta olímpicamente. Sirius frunció el ceño.

¿"Inglaterra quiere saber todos los detalles"¿Quién demonios es esta estúpida?, pensó. Miró hacia abajo, vio la pluma Vuelapluma escribiendo en un pergamino y soltó un gruñido: era la periodista de El Profeta que se la pasaba inventando historias de todo el mundo (habiendo escrito hace dos años un artículo titulado "La oveja negra de una tradicional familia: Sirius Black"), como sea que se llamase.

El propio Tom no parecía demasiado cómodo. Desde que Sirius lo conocía (y Sirius llevaba más o menos sus dieciocho años de vida yendo al callejón Diagon regularmente) era un tipo más bien reservado, que simplemente se limitaba a intercambiar un par de palabras con sus clientes y no molestarlos. Y ahí estaba aquella lacra preguntándole acerca de un asesinato.

Por la molestia de la periodista, a Sirius se le había olvidado por un momento la Marca Tenebrosa que estaba en el cielo. Reprimió un escalofrío.

- Realmente no sé cuál fue, Rita, sólo sé que fue una de las que estaba aquí. No vi lo último, después que me bajaron salí de ahí corriendo - dijo Tom. La mujer dio un suspiro de impaciencia, mientras la pluma se deslizaba en el pergamino, como si no le importara nada.

- Disculpe, Tom – intervino Sirius, y éste lo miró. Rita Skeeter también volteó a verlo por primera vez. Sirius evitó su mirada y siguió hablando -. ¿Al menos recuerda quiénes eran las chicas?

- No recuerdo sus nombres – dijo éste después de pensarlo un momento. La vuela pluma rodaba en el pergamino -. Pero sé quienes son. Son… - reconoció a Sirius y alzó las cejas -. Son sus amigas, señor Black. La morena, la pelirroja y la rubia.

Sirius cerró los ojos con fuerza, asintió y salió del local, entrando al callejón Diagon.

A sus talones, después de haberlo reconocido, estaba Rita Skeeter, que había recogido su vuela pluma y corría tras él.

Los pasos de la periodista en sus talones no mejoraban el humor de Sirius en lo absoluto.

Vio un grupo grande de gente reunidos justo afuera de Gringotts, y se dirigió allá. Había varias personas que parecían estar testificando a magos del ministerio. Sirius se acercó un poco, con las manos en los bolsillos del pantalón. Notó con disgusto cómo Skeeter hacía aparecer una butaca y ponía encima el pergamino y la pluma.

- Aparecieron tres mortífagos de repente y uno estaba atacando a Tom… - estaba diciendo una bruja a un mago del ministerio. La Vuela Pluma rodaba, con la cara de Rita Skeeter brillando detrás. Sirius seguía atento a las palabras de la bruja -. Estaban cuestionándolo… parecían buscar a alguien. Ahí fue cuando aparecieron las dos chicas a combatir contra ellos…

- ¿Conoce a esas chicas? – preguntó su interlocutor, anotando en el informe mientras hablaba.

- Una no sé quién es, pero la otra… una chica morena de ojos oscuros, la he visto en algún artículo en El Profeta. Es la hija de David y Martha Sekhmet… ¿es cierto que los atacaron en su casa?

El mago del ministerio asintió, y Sirius alzó las cejas. ¡Fue un complot!

La bruja hizo una pausa antes de seguir hablando, lo que puso a Sirius incluso más tenso

- En fin, su hija creo que se llama… ¿Virginia, Victoria?

- Victrix – murmuró Sirius.

- ¡Sí, sí, gracias! – dijo la bruja, sonriéndole. Volvió a voltear al mago del ministerio -. Bueno, ella y su amiga pelearon con los mortífagos… la mortífaga que hacía levitar a Tom empezó a pelear con Victrix… - la voz de la bruja se apagó un poco -. La mortífaga le lanzó un Avada Kedavra…

- ¿QUÉ! – explotó Sirius. La bruja y el mago del ministerio se lo quedaron mirando, casi asustados, mientras Rita Skeeter murmuraba algo a la Vuela Pluma -. ¿Le dio? La maldición¿le dio?

- En realidad no sabría decir si… - dijo la bruja.

- ¡RESPÓNDAME¿La logró esquivar o…?

El mago del ministerio había sacado su varita y apuntaba a Sirius, que estaba a punto de zarandear a la bruja, que se veía honestamente asustada.

- Cálmese – dijo el mago, sin dejarle de apuntar. Sirius suspiró -. ¿Quién es usted?

- Sirius Black. Conozco a la chica de quien habla… a las dos chicas, de hecho.

El mago lo examinó por un momento, asintió casi imperceptiblemente y guardó su varita en un bolsillo. Volvió a voltear a la bruja.

- ¿La maldición cayó sobre ella?

- Pues no lo sé – dijo la bruja, aún mirando a Sirius con sospecha -. Se veía herida antes… otro hechizo la había rozado y le había enviado un par de cruciatus

- ¿Puede responder la maldi…? – Sirius se refrenó de empezar a maldecir -. ¿Le llegó o no?

- ¡Que no lo sé! – exclamó finalmente la bruja, molesta -. Entró la brigada de seguridad de Gringotts y después no vi más nada. Sé que una murió, porque noté un cuerpo en el suelo, pero no vi bien cuál de las dos era. Imagino que sería la chica Sekhmet…

Sirius, exasperado y nervioso, contuvo el impulso de volverle a gritar a la bruja, y miró al oficial del ministerio.

- ¿Usted sabe cuál de las dos fue la que murió?

- No, lo siento. Sólo me enviaron a recoger evidencias y testimonios – dijo éste, muy diplomático -. Pero oí que una bruja y un mago de la brigada de Gringotts habían llevado a la sobreviviente y al cuerpo de la otra a San Mungo…

- Muchas gracias – dijo Sirius, asintiendo. Devolvió el camino, dirigiéndose a donde había dejado estacionada a Carlotta… intentando reprimir la nube negra que tenía en la cabeza.

Vixie no puede haber muerto… ¡Vixie NO PUEDE haber muerto!

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Lily estaba sentada en el piso de un pasillo de San Mungo. Parecía estar encogida dentro de sí misma: las piernas recogidas, los brazos rodeándolas, el cabello rojo en una cola. Tenía los ojos irritados por llorar, y miraba al vacío con el ceño fruncido: acababa de hablar con el medimago que estaba atendiendo a su amiga, y la conversación la había dejado preocupada.

Miró alrededor… ¿dónde habían llevado el cuerpo de Bastet? Recordaba a alguien llevándola…

- El cuerpo de Bastet… - murmuró, y sintió ganas de romper a llorar otra vez.

- ¿Lily? – preguntó una voz conocida. Ella subió la vista y vio a James. Se levantó de golpe y corrió hacia él, se le tiró en los brazos y volvió a llorar.

James suspiró y la abrazó con fuerza, dándole un beso en la frente.

- ¿Lil, tú… tú estás bien, verdad? – hizo una pausa -. ¿No te pasó nada?

- No… llegué tarde. Ya Bassy había… - y siguió hablando con murmullos casi ininteligibles, que James respondía asintiendo y hablándole en voz baja.

- No es tu culpa¿estás oyendo? – le decía James. Ella negó con la cabeza.

- Si hubiera llegado un minuto antes…

- ¿Cómo ibas a saber lo que estaba pasando? – Lily volvió a abrir la boca para responder, y James le cubrió la boca con un dedo -. No te atormentes. Nadie te culpa. No lo hagas tú.

- ¿Nadie? – repitió ella -. James¿quién lo sabe?

James suspiró.

- Cuando me llegó tu carta estaban Peter y Remus en la casa y…

- ¡Merlín¡Remus! – exclamó ella, separándose de James -. ¿Cómo está?

- Está calmado, pero ya lo conoces, él siempre está calmado. A lo que llegamos se dirigió a recepción y preguntó por el… por el cuerpo. Peter fue con él. Y creo que ahora está enviando una lechuza al padre de Bassy, supuso que tú estarías muy preocupada para hacerlo.

- Sí… lo había olvidado.

Ambos quedaron el silencio un rato, con las manos entrelazadas, Lily con la cabeza en el hombro de James.

- Moony, aquí están – dijo Peter apareciendo en una esquina y señalando a James y a Lily. Ella agarró con más fuerza la mano de su novio, mientras Remus cruzaba y se encontraba con ellos. Les dirigió una media sonrisa que duró medio segundo.

- Remus… Remus, lo siento muchísimo – dijo Lily, sin atreverse a acercarse a él. Remus hizo un asentimiento casi imperceptible.

- Yo también lo siento, Lily – murmuró.

- ¿Le escribiste a…? – empezó James.

- Al señor Custos, sí… no me ha llegado respuesta – suspiró. Miró a Lily de nuevo -. ¿Cómo está Victrix?

La chica frunció el ceño y negó con la cabeza.

- No está bien – dijo. Señaló la puerta a su izquierda -. Está ahí… - caminó hacia allá, seguida de James (que seguía agarrándole la mano), con Remus y Peter detrás.

Era una habitación bastante grande para ser de un hospital. Tenía un sofá espacioso y un par de sillones alrededor. En medio de la habitación, sentada en la cama, estaba Victrix, con los ojos muy abiertos mirando a su alrededor, el cuerpo tenso.

- ¿Qué le pasa? – preguntó Peter, con cierto regocijo. A final de cuentas, Victrix lo había odiado siempre, y realmente lo que le pasara o dejara de pasar a la chica le tenía sin cuidado. Pero el hecho de tener la ventaja de estar perfectamente sano en ese momento, mientras ella pareciera tener la palabra "Trauma" tallada en la frente, era realmente fantástico.

Remus lo miró con el ceño fruncido. James y Lily no parecieron notar el tono de Peter.

- Es una condición extraña – explicó Lily -. Los curadores están impresionados. No solamente está en shock (lo cual es bastante común), sino que parece haber desarrollado una especie de… de campo de fuerza a su alrededor.

- ¿Campo de fuerza? – repitió Remus, volviéndose a mirar a Lily -. ¿Seguro que eso fue lo que quisiste decir? Suena a ciencia ficción.

- Sí, un campo de fuerza. A mi también me parece raro – dijo Lily, asintiendo -. Es imposible estar a menos de cincuenta centímetros de ella… según el curador, cuando lo intentaron Vic accionó una especie de hechizo repeledor. Supuestamente por eso es que no la han curado todavía.

Lily chasqueó la lengua, molesta.

- Si me lo preguntas a mí, es una tontería. ¿Cómo va a emitir un hechizo repeledor, o cualquier hechizo si a eso vamos, en el estado en el que está?

- Sí, realmente suena absurdo – convino Remus -, pero eso no significa que estén equivocados. Dudo que lo digan sino es por algo¿para qué habrían de inventarlo?

- Supongo – dijo Lily, nada convencida.

Miró la mesita al lado de la cama de Victrix, donde había una poción para desaparecer heridas. Agarró la poción y se acercó a Victrix, pero, en efecto, algo se lo impidió. Hizo un movimiento brusco en el aire y se golpeó en la mano. Fastidiada, volvió a dejar la poción en la mesita y se le recostó a James, mirando a su amiga, impotente.

- ¿Eso fue todo lo que te dijeron acerca de Vic? – le preguntó James. Lily negó con la cabeza.

- También me enteré que a los señores Sekhmet los atacaron en su casa, así que parece ser que era un ataque planeado… querían deshacerse de la familia – sintió un escalofrío, y James la abrazó.

- ¿Ellos están bien? – preguntó Remus.

- Me parece que sí. Aparentemente están hablando con Dumbledore, que les debe estar informando del ataque en el callejón Diagon. Supongo que vendrán pronto – dijo Lily. Miró de nuevo a Victrix, quién por un momento parpadeó y volvió a murmurar lo mismo que había dicho en el callejón Diagon:

- Snuffles.

Lily suspiró, mientras Peter, Remus y James miraban sorprendidos a Victrix.

¿Snuffles¿Dónde he oído eso?, se preguntó James.

- Ese es el otro detalle… repite "Snuffles" de cada rato - dijo Lily. Los tres se voltearon a ella.

- ¿Qué es un snuffles? – preguntó Remus.

- Me parece que es un quién y no un qué – dijo Lily, negando con la cabeza.

- Bueno¿quién es Snuffles entonces? – rectificó Remus.

- Creo que es su novio. Digo… el mes pasado, el primer día de trabajo de Vic, le llegaron unas flores y un peluche de un perrito firmados por un tal Snuffles.

James alzó las cejas y recordó cómo, el día anterior, antes de que él y Sirius fueran a su casa, había visto aquél peluche que se parecía a Padfoot en su cuarto. Y éste le había dicho que el peluche se llamaba Snuffles.

Padfoot es Snuffles. Lo que significa que la novia misteriosa de Sirius es Victrix, pensó, sorprendido. ¿Cuánto tiempo llevarían en eso¿Y cómo demonios no se había dado cuenta antes? Y, ya que estaban¿por qué no les habían dicho?

Se dio cuenta de que Lily se había callado de repente, aunque no la estaba escuchando. Una lechuza tocaba la ventana. Remus se apresuró a abrirle.

- Es del padre de Bassy – explicó, después de leer las primeras líneas -. Aparentemente ya lo sabía, está con Dumbledore, arreglándolo todo para el funeral – hizo una pausa -. Quiere… quiere que yo hable en la ceremonia.

- ¿Vas a hacerlo? – preguntó Lily.

- No lo sé.

- Bueno, decidas lo que decidas se entiende – dijo ella, con una sonrisa triste -. Cualquier cosa se comprendería – hizo una pausa -. Yo… bueno, es duro para mí, porque Bassy es… era… una de mis mejores amigas, pero no puedo imaginar cómo debes sentirte tú. De verdad lo siento muchísimo.

- Gracias – dijo Remus con un suspiro, mirándola por encima de la carta.

Se hizo un silencio algo largo e incómodo. Finalmente, después de un par de minutos, fue James el que lo rompió:

- ¿Alguien quiere algo de la cafetería?

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El camino a San Mungo parecía extenderse hasta el infinito. Primera vez en su vida que el tiempo pasaba tan lento. Un minuto parecía contener tres días. Y, mientras tanto, completamente angustiado por la duda¿habría muerto Victrix?

Toda la evidencia parecía apuntar a ello. Sus padres también habían sido atacados, así que claramente había sido planeado… y, más importante, la bruja del callejón Diagon había visto al mortífago lanzarle un Avada.

Pero Sirius se negaba a creerlo. Hasta que le demostraran lo contrario, estaba viva. Viva. Vixie no podía haber muerto. No sin que él pudiera evitarlo. No sin que nadie supiera que estaban juntos. No antes que él.

No sin despedirse.

Ya había caído la noche por completo, y Sirius había encendido las luces de la moto. Se maldijo a sí mismo por no haberse aparecido allá simplemente.

Tuve que perder tiempo con la maldita moto, pensó, molesto consigo mismo.

Recuerda quién te dio la moto, dijo una voz en su cabeza. Reprimió un escalofrío.

Soltó un suspiro de alivio cuando vio la silueta blanca del edificio de San Mungo debajo de él. Estacionó la moto frente a la puerta, se bajó rápidamente y entró.

Parecía más ajetreado de lo normal. Camillas aparecían y desaparecían. Oyó a un par de niños llorando.

El ruido no ayuda al nerviosismo, pensó frunciendo el ceño. Miró alrededor y buscó alguna persona desocupada que pudiera ayudarle. Vio a una bruja que parecía estar encargada de organización de pacientes.

- Buenas noches – dijo ella cuando Sirius se le acercó. Él le dirigió una sonrisa rápida y sin mucho sentimiento.

- Buenas noches. ¿Sabe en qué habitación puedo conseguir a la paciente herida en el ataque al callejón Diagon de esta tarde?

- Me temo que eso es información confidencial – dijo la bruja.

- Usted no entiende, soy amigo de…

- No, señor, quien no entiende es usted. Los pacientes heridos por ataques de mortífagos se tratan con la mayor discreción… nunca se sabe quién puede ser un espía.

¡Buena hora para empezar a tener en cuenta las normas básicas de discreción!, pensó Sirius molesto. Pero tenía sentido. Asintió.

- Muy bien, perfecto. ¿Al menos podría decirme el nombre de la paciente sobreviviente?

- Pensé que había dicho que era su amiga – dijo la bruja, con mirada sospechosa. Sirius suspiró.

- Hubo dos chicas atacadas, las dos son mis amigas… pero no se me informó cuál de ellas sobrevivió, sólo me dijeron que una fue asesinada – explicó -. ¿Podría por favor decirme cuál está siendo tratada aquí?

- Lo siento, confidencial.

- ¡Maldita sea! – Sirius empezaba de nuevo a molestarse. La bruja le dirigía una mirada fría -. No sabe lo que…

La recepcionista dejó de prestarle atención y empezó a hablar con una sanadora. Sirius estaba a punto de gritarle cuando, a lo lejos, vio un pelo negro alborotado. Alzó las cejas.

- ¡JAMES! – gritó, pero éste no lo oyó. Estaba saliendo de la cafetería, haciendo flotar un par de vasos frente a él, y caminando muy rápido.

Sirius lo siguió, llamándolo a intervalos, pero nunca le oía. Finalmente, su amigo abrió la puerta de una habitación y entraron los dos vasos flotantes, James detrás. Cerró la puerta tras él.

Sirius se quedó parado en medio del pasillo. Aquélla tenía que ser la habitación donde estaba… donde estaba quien fuera que hubiera sobrevivido. Probablemente Bastet.

Rogó que fuera Victrix.

Y, ahora lentamente, remedó los pasos que había tomado James segundos antes.

De nuevo, con la mano en el picaporte, volvió a detenerse. Suspiró y abrió la puerta.

Los rostros de James, Lily, Remus y Peter aparecieron ante él, pero no le importó. Miró alrededor y, sentada en la cama, con la mirada perdida, estaba ella. Sana y salva.

Soltó algo entre un tosido y una carcajada, aliviado.

- ¡Vixie, estás viva! – exclamó, yendo hacia la cama. Ella pareció despertarse de un ensueño y lo miró.

- Snuffles…

Sirius no pudo evitarlo. Se sentó en una esquina de la cama, (la voz lejana de Lily pareció decir algo acerca de un campo de fuerza) y, poniendo ambas manos alrededor del cuello de su novia, y ante la mirada estupefacta de sus amigos (ligeramente menos estupefacta de James, pero aún así) la besó, primero en la boca y después alrededor de la cara, casi desesperadamente.

- Pensé que te había perdido – murmuraba, besándola y tocándole la cara -. Vixie, te amo¿oíste? No te lo digo lo suficiente… te amo, te amo, te amo…

Victrix empezó a temblar y abrazó a Sirius con fuerza.

- Snuffles… está muerta. Está muerta por mi culpa. Es como si yo hubiera lanzado el hechizo – susurró en su oído, una lágrima cayendo por su mejilla. Sirius la apretó contra sí.

- No es cierto. No mataste a nadie, no mataste a tu mejor amiga – le dijo. La besó de nuevo -. ¿Qué fue lo que pasó?

Victrix se lo contó. Le dijo del ataque, le dijo de la mortífaga, le dijo cómo la maldición asesina iba dirigida a ella. Y de cómo Bastet se había puesto entre la varita y ella, sacrificándose.

Remus, Lily, James y Peter escuchaban, atentos. Ninguno sabía exactamente qué había pasado. ¿Y cómo iban a saberlo, cuando el único testigo había estado en shock la última hora?

- Fue Deletrix, Snuffles. Fue ella quien la asesinó – dijo Victrix. Hablaba en voz baja, pero ante el silencio de la habitación se entendía cada palabra, aunque sollozara a tramos -. Bassy no merecía… ¡Merlín, tenía todo por delante! – hizo una pausa, en la que hipó. Sirius le pasaba una mano por el pelo y la espalda.

- No… no lo merecía – murmuró él. Suspiró -. Nadie merece ser asesinado. Y menos cuando no han hecho nada excepto ser dulce con todo el mundo – besó a Victrix en la mejilla -. Pero no es tu culpa, preciosa…

- Snuffles… - Victrix suspiró -. Bassy… Bassy y Remus se iban a casar. Lo iban a decir hoy en la cena.

De golpe, todos (excepto Victrix que, avergonzada, se había hundido en el pecho de Sirius) voltearon a ver a Remus. Él se sonrojó y miró al suelo, agarrado por sorpresa.

- Moony, lo siento – dijo Sirius, por primera vez hablándole a alguien que no fuera Victrix. Remus asintió pesadamente.

Exceptuando los sollozos bajos de Victrix, la habitación quedó en silencio. De vez en cuando se oía gente caminando de un lado a otro, fuera de la habitación, pero los seis chicos se mantenían callados.

Después de un rato, Sirius vio las heridas en los brazos de Victrix. Frunció el ceño, mirando la puerta.

- ¿Cuál es el punto de una clínica para heridas mágicas cuando no curan las heridas mágicas? – murmuró al aire. Después de un suspiro, fue Lily quién le respondió.

- Lo intentaron – dijo, haciendo una mueca -. Pero Vic opuso resistencia…

- ¿Opuso resistencia? – Sirius miró de Lily a Victrix -. ¿Cómo que opusiste resistencia?

Victrix no supo cómo decirle. Había estado en shock por más de una hora, y no tenía conciencia de qué había pasado a su alrededor. Lily dedicó unos buenos cinco minutos explicándoles a los dos.

- Y, bueno, dejaron la poción curadora ahí – terminó Lily, señalando la mesita al lado de la cama. Sirius asintió y se la pasó a Victrix.

- ¿Será que me contrates como médico de cabecera? – le preguntó alzando las cejas, aunque en tono dulce -. Pareciera que cada vez que te pasa cualquier cosa siempre termino siendo el que te cura.

Victrix sonrió por una milésima de segundo, y se tomó la poción haciendo una mueca. Las heridas desaparecieron casi al instante.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó Lily.

- Me duele la cabeza, mucho – dijo Victrix. Hizo una pausa -. ¿No te dijeron nada más acerca de lo del campo de fuerza?

Lily sacudió la cabeza, pero al mismo tiempo se oyó una voz desde la puerta:

- Viene de familia – dijo David Sekhmet, entrando, con Martha detrás, que prácticamente corrió a la cama de Victrix -. Es un mecanismo de defensa que formamos los Sekhmet estando en shock. La última vez que te pasó tenías un año y te acababas de dar un golpe en la cabeza.

- Vic… ¿estás bien? – preguntó Martha, preocupada, tocando la frente de su hija, que asintió.

- Estoy bien… solamente me duele la cabeza.

- ¿Ustedes están bien? – preguntó Sirius a David y a Martha -. En el callejón Diagon oí que también había habido un ataque contra ustedes…

Victrix abrió mucho los ojos y miró a sus padres.

- ¡QUÉ¿Cuándo fue eso¿Qué paso¿Están bien¿Dónde fue el…?

- Si me dejas hablar… - intervino David en voz pausada. Victrix suspiró y, agarrando la mano de Sirius, fijó la mirada en su padre -. Muy bien… cuatro mortífagos se aparecieron en la casa a las seis y media de la tarde.

- ¿En la casa? – preguntó James, hablando por primera vez desde que Sirius entrara -. ¿Quiere decir que fue adentro?

David asintió.

- Dentro de la casa, sí. Dumbledore llevaba años diciéndonos que necesitamos un mejor sistema de seguridad…

- Pero… ¿y el dispositivo en la entrada? – preguntó Lily -. ¿En el que tiene que darse nombre y poner la varita? Pensé que eso sólo permitía a determinadas personas entrar…

- Parece que de alguna manera lograron violar el dispositivo – intervino Martha con un tono extraño, casi maquinal. David la miró y suspiró:

- Según los aurores no hubo ningún forcejeo al identificador. Parece que había alguien que conocía el mecanismo y que incluso estaba en la lista de varitas identificadas como permitidas…

- Un espía… - murmuró Sirius. David asintió.

- Eh, creo que tienes un insecto en la cabeza – dijo. Sirius se levantó un momento, abrió la ventana, se sacudió la cabeza y un escarabajo cayó fuera de la habitación.

- ¿Cómo se deshicieron de los mortífagos? – preguntó Victrix, mientras Sirius cerraba la ventana y se volvía a sentar junto a ella.

- Nos agarraron por sorpresa. Ni siquiera teníamos las varitas en la mano… por suerte la Orden… - Martha se detuvo a media frase y rectificó -… Dumbledore nos había dado un traslador que llevaba a un lugar seguro y lo usamos. De casualidad, Dumbledore estaba ahí. Tu padre y yo imaginamos que era un golpe contra la familia, y tratamos de ubicarte a ti y a Deletrix…

Victrix pareció entrar en tensión a la mención de su hermana. Sirius volvió a entrelazar su mano con la de ella, aún mirando a su suegra.

- Después de un rato – seguía Martha – nos enteramos de que también te habían atacado a ti, pero que estabas bien en San Mungo… vinimos tan pronto como pudimos. Pero todavía no sabemos nada de Del…

- Deletrix está fuera de peligro – dijo, para sorpresa de todos, Remus, en tono tranquilo, aunque con mirada dura. Martha se veía confundida.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Lo que Remus quiere decir, ma – aclaró Victrix, en una voz muy ronca que no parecía la suya -, es que Deletrix, como mortífago jefe del ataque de esta tarde en el callejón Diagon… no está en peligro de ser atacada.

- Victrix, no digas eso de tu hermana o…

- ¡Ella asesinó a Bassy! – exclamó Victrix.

- Estoy segura de que no quiso… - refutó su madre.

- Bueno, eso es cierto… me estaba apuntando a mí, no a Bastet – dijo Victrix con amargura -. Ojalá no tuviera tan poca capacidad mágica y hubiera apuntado bien su objetivo…

- No te atrevas a decir eso – le dijo Sirius de golpe, exaltado.

- Sirius tiene razón – dijo David, mirando fijamente a Victrix -. Conocer la verdad de Deletrix ya es lo suficientemente horrible… si de paso te hubiera pasado algo a ti…

Victrix se apoyó en Sirius y lloró de nuevo. Parada a su lado, Martha suspiró y David le rodeó los hombros con un brazo.

James agarró la mano de Lily y ambos salieron en silencio, seguidos por Remus y Peter.

- Vic… - fue David quien habló después de unos cinco minutos -. Estuvimos hablando con Dumbledore y… bueno, decidimos que la casa en Londres ya no es segura – suspiró.

- ¿No se pueden cambiar las medidas de seguridad? – preguntó Sirius. Martha negó con la cabeza.

- Encantamientos permanentes. Así le pongamos contrahechizos a la casa, en el fondo con simplemente hacer uso del mismo sistema se podría entrar…

- Y no podemos tomar ese riesgo – agregó David, y Sirius asintió.

- ¿Dónde sugirió Dumbledore que nos mudáramos? – preguntó Victrix.

- Ese es el problema. Quiere que salgamos del país por un par de meses… trabajando a distancia – dijo David -. El Ministerio podría estar de acuerdo…

- ¿Irnos¿Ahora? – preguntó Victrix, incrédula -. ¡Es ridículo!

- Tiene más sentido de lo que crees – explicó su padre, suspirando -. Esperaríamos un par de meses hasta que Dumbledore encontrara un lugar lo suficientemente seguro para nosotros y…

- ¿Y la escuela de aurores? – interrumpió Victrix -. ¿Qué con la escuela de aurores? He esperado toda mi vida para llegar ahí… ¿y ahora me dicen que no voy a ir?

- Vixie… es para tu protección – dijo Sirius, alzando las cejas. Victrix sacudió la cabeza.

- No. Simplemente no. Especialmente no ahora… se necesita el doble de aurores para vencer a los mortífagos. No pienso quedarme de brazos cruzados y esperar a que vengan por mí, sin hacer nada por detenerlos…

- Pensamos que dirías eso – dijo Martha, suspirando -. Dumbledore cree que, bajo ciertas medidas de seguridad, tú podrías quedarte en Inglaterra… pero nosotros sí debemos irnos. Esta noche, de ser posible.

Victrix miró a su madre con expresión vacía.

- ¿Dónde se quedaría Vixie? – intervino Sirius, diciendo lo que su novia se estaba preguntando en ese momento.

- Tenemos un apartamento en las afueras de Liverpool…

- ¿Ese viejo basurero que está lleno de pixies desde hace veinte años? – preguntó Victrix, haciendo una mueca -. ¿Voy a vivir ahí… sola?

- Bueno… también podrías mudarte conmigo – dijo Sirius en voz baja. Victrix se lo quedó mirando -. Claro, si… si a ti no te molesta – subió la vista y vio que David y Martha se veían tan sorprendidos como su hija -… o a ustedes.

- Ehh… yo… supongo que no me molesta – dijo Martha. David asintió y se encogió de hombros en un gesto torpe.

Sirius volvió a voltearse hacia Victrix. Ella parecía estudiar su rostro.

- No quiero presionarte, tómate todo el tiempo que quieras para…

- Sirius… ¿estás hablando en serio?

- Completamente en serio – Sirius sonrió ligeramente -. Pero preciosa, no debería ni sorprenderte. Debe ser la cuarta vez que te pido que te mudes conmigo.

- Quinta – corrigió ella, alzando las cejas -, pero antes lo habías dicho en broma…

Él sacudió la cabeza.

- Siempre lo dije en serio. Y lo sigo haciendo.

Victrix lo miró momento en silencio, y, finalmente, soltó una sonrisa triste.

- Qué pregunta tan tonta, Snuffles. Claro que quiero mudarme contigo.

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Disculpen por la tardanza del capítulo, pero pasé un mes bastante molesto (léase: a estas alturas de mi vida me dio lechina – que en venezolano significa varicela – y sí, en plenas vacaciones¿qué tal?) y de verdad que me daba tremendo fastidio ponerme a escribir con esa porquería encima. Pero las últimas dos semanas ya no lo he tenido, y trabajé en lo que faltaba de capítulo (que eran algo así como siete páginas). Pensé, o termino el putocap esta semana o no lo hago nunca… la semana que viene me voy de viaje y pueden estar seguras de que no voy a estarme preocupando por el fanfic en pleno viaje.

En todo caso, muchísimas gracias a consublack182, KmZilita-H, AiramLilian Lupin y Kailey Hamilton, espero que este capítulo también les guste y, de nuevo, disculpen la tardanza! (por no mencionar lo increíblemente sosas que quedaron las últimas dos páginas, uff, casi dan pena – la graciosita que diga que SI dan pena se gana un ticket gratis a mi lista negra… no mentira :D)

Bue, dejo de hablar estupideces. Se agradecería dejar opiniones… alabanzas, tomatazos, etcétera :D

Saludos,

Victoria