- Ya es la hora – anunció Yashamaru desde la puerta.

Su hermana se encontraba mirando por la ventana con la mirada perdida... había llegado el día. Ese día en el cual un niño inocente pagaría el error que estaba a punto de cometer su aldea. Todo estaba ya decidido y nada ni nadie podía hacer nada para evitarlo. Karura pensaba que más tarde o más temprano ya lamentarían su error, pero sobretodo la preocupaba el destino que iba a sufrir el pequeño.

- Su existencia permanecerá... – susurró Karura mientras se iba con Yashamaru – y se vengará por lo que nos están haciendo... sí... se vengará...

Karura pronunciaba estas palabras de forma abstraída y sin dirigirse a nadie en particular. Yashamaru la miró preocupado, estaba claro que su hermana no se encontraba bien y eso le preocupaba. Anduvieron por un largo pasillo pero Karura no podía dar un paso más, Yashamaru pidió una silla de ruedas y la llevó hasta una gran habitación casi en penumbras donde aguardaban el Kazekage, Chiyo y aquella horrible y espeluznante tetera donde aguardaba tranquilamente el demonio Shukaku.

Al ver la tetera, Karura gritó, gritó con todas sus fuerzas, pero no la iba a servir de nada. Chiyo se mostraba muy seria e impasible, la anciana parecía no albergar ningún tipo de sentimiento, al igual que el Kazekage. Ambos se mostraban muy serios. Tan sólo Yashamaru intentó apaciguar un poco a su hermana, la cual gritaba histéricamente, todo el remordimiento y la rabia que sentía habían salido por fin a flote, pero ya parecía ser demasiado tarde.

De inmediato, Chiyo se puso en marcha, se cortó la mano con un kunai y comenzó a escribir palabras en el suelo, alrededor de la tetera, con su propia sangre. Mientras hacía esto, Yashamaru consiguió al fin que su hermana se tumbase en el suelo, al lado de la tetera, pero no conseguía controlarla.

El Kazekage hizo aparecer entonces unas cuerdas que amarraron de inmediato las muñecas y los tobillos de la pobre Karura, la cual no paraba de gritar y moverse compulsivamente.

- No me hagas taparte también la boca, Karura, esto es realmente necesario, lo sabes tan bien como yo.

- ¡¡Lo lamentaréis! ¡¡¿me oís! ¡¡VAIS A LAMENTARLO! – y esta última palabra la gritó mirando directamente a la anciana, la cual no miraba a Karura a los ojos.

La anciana terminó de escribir y sacó un rollo el cual desenrolló con rapidez. Cerró los ojos, inspiró profundamente y los abrió levemente para leer el contenido del rollo en una voz casi inaudible.

- Gran Shukaku de la Arena, te ofrecemos el cuerpo de este niño para que tomes posesión de él... toma su cuerpo y otórgale tu poder... Gran Shukaku de la Arena... te ofrecemos el cuerpo de este niño...

Y así recitó lo mismo una y otra vez hasta que algo sucedió. Las palabras que estaban escritas en el suelo vibraron y un chorro de luz salió por uno de los orificios de la tetera. La luz salió disparada, entrando por la boca abierta de Karura, quedando ya ésta completamente inconsciente. Karura se quedó inexpresiva, tenía la boca abierta y los ojos en blanco, Yashamaru estaba aterrorizado y miraba al Kazekage preguntándose si todo aquello era normal, no quería ver sufrir a su hermana.

La luz cada vez era más intensa y se introducía con rapidez por la boca, entonces algo más sucedió. El cuerpo de Karura comenzó a elevarse unos centímetros del suelo y un fuerte viento comenzó a inundar la habitación.

Yashamaru gritó que pararan pero el Kazekage y la anciana seguían mostrándose impasibles, como si nada estuviese sucediendo.

Al cabo de unos segundos, el último chorro de luz salió de la tetera y se introdujo por la boca de Karura, la cual de inmediato cayó de nuevo al suelo, esta vez con los ojos ya cerrados e inconsciente. Las cuerdas que la amarraban desaparecieron y Yashamaru corrió hasta ella para ver si se encontraba bien, la tomó el pulso con preocupación, estaba respirando... menos mal.

Pasaron un par de semanas desde que realizaron el conjuro para encerrar al biju de una cola en el cuerpo del pequeño que aún no había nacido. Karura se encontraba cada vez peor, ahora tenía otra sensación extraña en su cuerpo, un demonio habitaba en ella a través de su hijo. La mujer apenas si podía comer y Gaara se removía constantemente dentro de ella, como si luchase por salir de su cuerpo.

Una tarde, Karura se encontraba con los médicos que la atendían, y es que el Kazekage había tomado todas las medidas posibles para que "su arma" no sufriese daño alguno. Pero Karura estaba harta de todo aquello, ya no la importaba nada, la vida ya no tenía ningún sentido para ella, sólo quería tener a su hijo... su hijo... ya no era un niño normal y corriente.

Apartó con el brazo a uno de los médicos que intentaba examinarla.

- Karura, ¿qué ocurre? – preguntó Yashamaru mientras se dirigía a ellos - ¿Por qué no quieres que te examinen? Es por tu bien hermanita...

- Querrás decir que es por el bien del Kazekage – dijo Karura sin mirar a su hermano y de forma cortante.

Yashamaru no supo que responder, en el fondo comprendía que su hermana tenía razón.

- Deberías procurar descansar más Karura.

Karura adoptó entonces un gesto triste, estaba realmente cansada. Miró a su hermano a los ojos y unas lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

- No... no puedo dormir, Yashamaru. Tengo insomnio desde que, desde que... – y se tapó la cara con las manos rompiendo a llorar desesperadamente. Yashamaru intentó consolarla, pero realmente era muy difícil. Vio como su tripa se movía y puso las manos en ella a la vez que decía:

- Se mueve mucho... ¿has pensado ya qué nombre ponerle?

- Gaara... Sabaku no Gaara – dijo mientras se limpiaba las lágrimas de su rostro con la manga.

Yashamaru la miró un instante mientras retiraba sus manos de la tripa de su hermana.

- Extraño nombre...

- Significa "El demonio que se ama a sí mismo", tendrá que valerse de eso para sobrevivir...

Yashamaru la miraba sin comprender muy bien sus palabras, pero sonrió y la convenció para que se hiciese el reconocimiento, tenían que comprobar si todo marchaba bien. Una vez que hicieron todas las pruebas, el médico concluyó lo siguiente:

- Es posible que el parto se adelante, pues ahora el desarrollo parece ir aún más rápido que antes, y su chakra se ha multiplicado considerablemente. Como comprobarás, Karura, es muy activo, y parece que tiene problemas de insomnio, pero ¿tú también los tienes no?

Karura asintió con la cabeza.

- Entiendo... – dijo el médico sin atreverse a mencionar al Shukaku, era evidente que tenía miedo – Está bien, informaré a Kazekage-sama de los resultados. Y dicho esto se marchó.

Al ver salir al médico, Kankuro y Temari entraron corriendo para ver como estaba su madre. Se tiraron contra ella en un efusivo abrazo. Era tan sólo por esos momentos por los que Karura se sentía feliz y vio con satisfacción como sus hijos la sonreían y acercaban sus manos para tocar su tripa. Kankuro incluso apoyó una oreja.

- Oigo como respira... – dijo con asombro.

- Y se mueve mucho, mira – indicó también una asombrada Temari.

- Gaara es... muy revoltoso – dijo de pronto Karura sonriente. Aquel gesto de cansancio desapareció de su rostro y en ese momento parecía realzarse su belleza.

Sus hijos la miraron con los ojos muy abiertos.

- ¿Ese es su nombre? – preguntó Kankuro - ¿Gaara?

- Eso es cariño.

De repente, Kankuro se puso las manos a ambos lados de la boca, haciendo un efecto de embudo, y se acercó así a la tripa de su madre.

- ¡¡¡¡Gaaraaaaa! ¡¿me oyes! ¡¿soy tu hermano mayor! ¡¡¡¡tendrás que obedecerme! – y luego se apartó sonriente diciendo a los demás – Es para que vaya aprendiendo quien manda, jejejeje...

Yashamaru y Karura rieron juntos, y es que a pesar de la situación, aquel momento resultó ser muy feliz.