Pes este capi va para tol mundo que lo lea, y en especial para lore.

ATENCION he publicado además un resumen del fic para que si se hacen lios o no recuerdan lo que pasó en capítulos anteriores, no tengan que leerse de nuevo todo el fic, sino que sólo lean el resumen. ¿Qué les parece la idea?

Capítulo 8: Navidad sobre Hielo.

Cuando Hermione entró al Gran Comedor esa mañana, sólo se hallaban en el lugar el anciano director y el joven Malfoy. Sin consideración alguna, el niño la miró de una manera sincera, diciéndole todo sin una palabra. Y para Hermione fue como si el gigantesco reloj de arena, encargado del transcurso del tiempo, hubiera sido inclinado por una mano invisible, para ralentizar su paso. Y así como se había frenado, de pronto se aceleró desorbitadamente, como si aquella mano se hubiera percatado de que no estaba bien jugar con el tiempo y hubiera decidido recuperar los segundos atrasados. Entonces Hermione se dio cuenta de que había llegado a la mesa de Gryffindor y de que el cuello no le daba más de sí, por lo que no tuvo más remedio que volver su cabeza a la posición normal y sentarse a desayunar. Pasando por alto ese percance, todo siguió su transcurso normal, si es que puede llamarse normal a lo que la ocurría durante las noches, al caer en los brazos de Morfeo.

A esa sensación que tuvo Hermione de que Malfoy la había observado unos segundos mientras dormía, se sucedieron unos especie de sueños en los que veía unos ojos grises que la miraban sin cesar, pidiendo, rogando, suplicando perdón.

Como aquel día en el Gran Comedor.

Y a esos ojos acompañaban unas palabras. Las mismas que había oído el día en que tuvo que abrazar al dueño de esos ojos por mandato de Snape.

- Te quiero.

Y todas las noches se repetía lo mismo. Y todas las noches ella intentaba alejar aquellos ojos y aquellas palabras, y despertaba sobresaltada en su cama, con la respiración agitada y el rostro surcado de lágrimas.

Pero una noche aquello cambió. Ella ya no tenía ganas de luchar contra él. Al fin y al cabo, sólo eran sueños…

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A Draco le parecía que después de haber tomado esa poción para entrar en la dimensión donde estaban sus conciencias, podía dominar un poco sus sueños. Lo había descubierto a la noche siguiente de haberle buscado un rollete a J.B., cuando estaba soñando que caminaba por un hilo de hierro, cual funambulista. Y soñaba que se caía y se precipitaba hacia el vacío. Una y otra vez el mismo sueño, hasta que una de las veces, hastiado de tanto caerse, se dio cuenta de que podía no caerse, sino dar una vuelta completa de campana sobre el dichoso hilo y seguir manteniéndose sobre él. Y curiosamente se percató de que estaba dormido. Entonces decidió saltar al vacío y caer sobre un territorio lunar, y así fue. Y tomó plena conciencia de su ilimitada capacidad cuando se hallaba dormido. Y visitó a aquella castaña, pero no en su cuarto, sino en sus sueños. La miró a sus ojos miel, suplicándole perdón y prometiéndole amor con un sonido de sus labios.

Pero ella huía de él. No le creía. La había hecho demasiado daño. Un daño que ni en sus mejores sueños lograba reparar. Todas las noches la visitaba de la misma forma. Pero no sabía si aquello era real o era producto de su imaginación. No sabía si la chica lo veía en sueños o no. Si lo recordaba al despertar o no.

Un día todo cambió. O mejor dicho una noche. Aquella noche, él la miró y la habló, como siempre hacía. Y ella no opuso resistencia. Como nunca hacía.

Y el chico de cabellos plateados creó música para los dos, y la tomó de las manos. Y ambos jóvenes se elevaron y volvieron a posarse en el suelo… o eso creía la niña. Porque cuando sus pies hicieron contacto con la solidez bajo ellos, cayó irremediablemente. Y sintió frío por todo su cuerpo. Estaban sobre hielo. El rubio le ofreció una mano para levantarse, y ella, vencida, la aceptó. Cuando se levantó se dio cuenta de que tenía unos patines puestos. Y el chico también. Y recordó que era de noche y hacía frío, y comenzó a tiritar…

El muchacho la observó y sonriendo le dijo:

- Vamos, Hermione, es un sueño… sabes que sólo tienes frío porque quieres…

Y vaya, el pálido joven tenía razón. De pronto un calor la inundó, a pesar de que seguía en la pista de hielo, y con tan solo su pijama puesto. Y para colmo, recordó que se hallaban a mediados del mes de diciembre, y que hacía dos días había nevado copiosamente. Pero el calor no se iba. Decididamente el slytherin tenía razón.

Y Draco aprovechando este golpe de suerte, patinó un poco alejándose de ella. Acto seguido la miró, incitándola a patinar hacia él. Pero Hermione no sabía patinar, y menos sobre hielo. Bastante la estaba costando mantenerse de pie…

- No sé patinar- dijo sonrojándose, de una manera muy adorable, pensó Draco.

- Yo tampoco- contestó, y ante la mirada incrédula de la castaña, añadió sonriéndole dulcemente:- es verdad, nunca he patinado. Pero recuerda que en los sueños todo es posible.

Y Hermione se armó de valor y se deslizó suavemente por el hielo, como una pluma llevada por el aire…, no, no, como si fuera tan liviana como el mismo aire. Se maravilló de que sabía patinar, y miró sorprendida a Draco, que soltó una carcajada.

Hermione estaba disfrutando, porque sabía que era un sueño, que el Malfoy de la vida real nunca se comportaría así. No sabía por qué soñaba con él, pero qué importaba eso cuando en ese momento se hallaba en el aire, sostenida por la cintura por unos fuertes brazos que la llevaban de un lado a otro de la pista…

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Sistemáticamente, todas las noches una leona y un reptil patinaban juntos en sueños. Y sistemáticamente, el slytherin despertaba con la duda de si sería un sueño real o sólo un sueño, mientras que la gryffindor sabía que tan sólo eran sueños, que nada era real.

El día de nochebuena la mejor estudiante de Hogwarts se encontraba inquieta por lo que sucedería esa noche. Esas navidades Harry, Ron y ella se quedaban en el colegio. Cuando despertó esa mañana, recordó que los estudiantes se estarían marchando a sus casas, ya que eran más de las once de la mañana. Y eso la mantenía a la expectativa de si esa noche habría patinaje o no.

A la hora de la comida, nada más entrar al Gran Comedor, sus sospechas se confirmaron: no había ningún rubio de ojos grises sentado a la mesa de Slytherin, el chico se había marchado a su casa. Esa noche no habría patinaje…

Después de la comida, Harry desapareció misteriosamente, y Ron se la llevó a la Sala Común, más concretamente a su dormitorio, con el tonto pretexto de enseñarle un catálogo de accesorios para escobas de modo que la chica le ayudara a elegir regalo para Harry.

Sentados sobre la cama del chico miraban el catálogo, cuando de repente Hermione sintió una mano en su cintura, que se colaba por debajo de su camisa para acariciarle la espalda… muy torpemente, todo hay que decirlo. Pero el chico no tenía la culpa, pensó ella.

Unos labios se abrieron camino a través de su pelo para besarle el cuello… mal, para hacerle justicia a la verdad.

Y mientras, la mano libre de Ron, avanzaba bajo su falda, descuidada, temeraria… algo que Hermione no toleraría.

- Basta, Ron… no, no puedo, no estoy lista, no estoy preparada…

La verdad era que no le quería más que como a lo que era: su mejor amigo. En algún momento que no sabía, sus sentimientos de amor hacía él se los había llevado una mano invisible. "Dichosa Mano- pensó la moza- siempre inmiscuyéndote en mis asuntos…" Pero así era. Y lo mejor era que acabara con aquel suplicio que era el tener que fingir amor cuando no lo sentía, el concentrarse en besarle con ternura o pasión, dependiendo del momento, cuando sólo tenía ganas de salir de allí e irse, marcharse lejos de él, a un mundo perfecto, en el que ella patinaba…

- Ron, yo… lo siento, pero no te veo más que como a un amigo… no podemos continuar así, no podemos seguir juntos… esto se deterioró demasiado.

Ron asintió con la cabeza, entre sorprendido y resignado, y la dejó marchar. La comprendía. Porque a él le había pasado lo mismo.

Habiéndose quitado un gran peso de encima, la joven de pelo enmarañado subió a su habitación y se tiró en la cama, dispuesta a pensar y no hacer nada más… Y sus pensamientos la llevaron a una superficie blanca y fría, sobre la que ella y un compañero de colegio se mecían, bailaban, hacían piruetas, volaban y un sinfín de más ejercicios. Y se dio cuenta de que daba igual que ese compañero no estuviera en el colegio, porque al fin y al cabo, eran sus sueños, de ella, y sólo eran eso, sueños, en los que aparecía él. Y era ella quien inconscientemente manejaba ese personaje con forma de Draco Malfoy. Pero ese personaje no era él. ¡Qué disparate pensar que él tuviera algún tipo de control de la situación, del sueño, si en realidad no era él!

Y pasaron las horas, y se vistió y bajó a cenar. Había únicamente una mesa en el centro de la sala, para los cerca de treinta alumnos que quedaban en el castillo. La cena transcurrió amena, con Harry y Ron. El primero se mostraba muy atento con los recién separados novios, y el muchacho pelirrojo se comportaba como si su relación con Hermione nunca hubiera ocurrido, intentado que todo fuera lo más normal posible. El pobre en su intento casi llegaba al histrionismo.

Terminada la cena, terminado el amable discurso por parte de Dumbledore, los alumnos se marcharon a sus respectivas salas comunes.

Ron, agotado por tanto ejercicio mental de control sobre la situación y sobre si mismo, anunció que se iba a dormir. Harry y Hermione se sentaron a charlar un rato. Hablaban sobre banalidades cuando inesperadamente el chico de la cicatriz dijo:

- Mira Hermione, Ron… bueno, tienes que darle tiempo para que se habitúe, el tiene buenas disposiciones a que todo sea como antes otra vez…

- Ya, Harry, ya lo sé… Y tiene todo el tiempo del mundo…

Un rato después, ambos muchachos se fueron a dormir, y Hermione, sola en su habitación, deseó llegar por fin a la pista de hielo.

Y llegó… nada más dormirse, sintió bajo sus pies el inconfundible helero. Pero esa vez era especial. Esa vez el muchacho había hecho que nevara. Todo brillaba resplandecientemente por la blancura de la nieve, que todo lo cubría…

Los copos caían alrededor de los chicos, y lo árboles de alrededor estaban preciosos. Todo el conjunto desprendía una magia especial, imposible de ser retratada en un cuadro o fotografía, por más mágico que uno u otra fueran.

Los muchachos usualmente nunca hablaban, pero esta vez el chico, irónicamente, rompió el hielo:

- ¡Feliz Navidad!- dijo mientras hacía girar a la chica.

- ¡Y próspero Año nuevo! – contestó ésta cuando cesó de dar vueltas.

Y siguieron patinando, como si de una competición se tratara, haciendo gala de los movimientos más bellos. Hasta que el chico, una de las veces que la alzó en el aire, al bajarla la abrazó. Sorprendida, ella se dejó abrazar. ¡Qué demonios! Era un sueño… así que le abrazó de vuelta. Y sin apenas darse cuenta, se fueron separando… el día acechaba el mundo real, y era hora de partir hacia la comodidad de sus camas, para despertar.

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Terminaron las vacaciones de navidad y los alumnos que se habían marchado con sus familias para pasar las fiestas en casa, volvieron a la escuela. Y con ellos un chico, que no pensaba sino en hielo y patines… y sobre todo en una hermosa chica de ojos color miel. Deseaba que ella le estuviera perdonando. Se lo suplicaba a sí mismo. Y de vez en cuando, su conciencia benigna, le decía así:

- Yo no veo que vayas tan mal, de hecho parece que te las arreglas bien.

El primer día de clase, tenían pociones dobles a primera hora. Y menuda sorpresa les aguardaba a los dos muchachos…

- Bien, este trimestre veremos pociones modificadoras. Hoy tocan las pociones del sueño. Hay dos. ¿Alguien puede decirme cómo se llaman?

Hermione alzó la mano, siendo ignorada.

- Veo que las vacaciones no hacen maravillas. Sus mentes siguen tan vacías como siempre. La primera poción es la del "sueño en blanco", es decir, la de dormir sin soñar. Es la que se le suministra al Señor Potter cada vez que su delicado sistema nervioso sufre alguna alteración- varios slytherins rieron ante el comentario, al tiempo que el profesor gesticulaba una mueca desagradable-. ¿Alguien puede hablarme de la otra poción¿Sí, insufrible Señorita Granger…?

- Profesor, la poción restante se llama "poción del Sueño Inducido", y provoca que el sujeto controle sus sueños- recitó.

- ¿El frío no congela su cerebro, Señorita Granger? Nos haría un gran favor a todos…

Y en ese momento una voz fría, arrogante, que arrastraba las palabras, vio su oportunidad de comprobar si ella recordaba algo o no… y no quiso desaprovecharla:

- Aunque el propio hielo intentara congelar los pensamientos de la Señorita Granger, su cerebro haría del hielo mismo una pisa de patinaje, y patinaría sobre él, burlándose del frío… y de usted.

En efecto, una castaña se sobresaltó en su asiento y se quedó sin respiración, confirmándose a sí misma y a su defensor que sus sueños eran reales. Los alumnos de la clase miraban sin cesar de uno a otro alumno, como si de un partido de tenis se tratara. Aunque claro, la mayoría no hubieran sabido lo que era el tenis, al ser un deporte muggle…

La respuesta del Profesor de pociones no se hizo esperar:

- Detención- bramó, con una sonrisa maquiavélica- … para ambos…

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FIN del CAPI !

Ya ya sé que llevaba como año y medio sin actualizar, no sé qué me paso… las musas se pillaron un año sabático y luego hicieron un puente hasta navidad, yo que sé… espero que les haya gustado mucho!

MANDEN sus quejas, felicitaciones, amenazas, howlers, etc en un REVIEW!

Besos a todos!

Publicidad: publiqué hace poco un oneshot de Draco-Hermione, se llama Cuando se cruza la línea de lo prohibido, léanlo y me dan su opinión