UN CUENTO DE HADAS AL ESTILO DBZ

Capítulo Tercero

Cuando Goku llegó a casa ya era demasiado tarde. Puar incapaz de mantener mas tiempo la apariencia de Goku, había sido descubierta. La bruja Chichi, furiosa por haberse dejado engañar tan fácilmente, torturó a la gata salvajemente, hasta el punto de casi acabar con su vida.

La madre de Chichi había sido una diablesa con portentosos poderes mágicos y Chichi había heredado esas habilidades. Hasta ahora lo había mantenido en secreto, pero había llegado el momento de poner en práctica sus malas artes.

Utilizando un poderoso conjuro consiguió confinar a su marido en el interior de una torre en un lugar remoto, invisible a cualquiera que pasara por allí. Nadie podía entrar ni salir de dicha fortaleza, y ninguna fuerza podía destruirla, así que todo el poder de Goku resultaba inútil en aquel lugar.

Nuestro héroe estaba irremediablemente condenado a pasar encerrado el resto de sus días. No podría volver a ver a su hijo ni a su amado príncipe.

Tras una terrible noche en que se había visto asaltado por las más horrendas pesadillas, Vegeta se despertó consumido por la rabia. Convencido de que su adorado Goku no le quería, decidió destruir el maldito planeta con todos sus habitantes, y después viajaría por el espacio a un lugar lo mas lejano posible donde pasaría l resto de su vida intentando superar la profunda pena que le devoraba.

Pero ,afortunadamente, antes de que ningún daño pudiera ser hecho, la pobre Puar, que sorprendentemente había sobrevivido a pesar de sus graves heridas, fue en busca de Vegeta para explicarle todo lo acaecido.

Vegeta, presa de la furia, lanzó un grito desgarrador, al conocer el terrible destino sufrido por su amado. ¿Qué podía hacer para salvar a Goku, si ni siquiera sabía donde estaba encerrado?

Lo único que podía hacer era llorar lastimeramente. El príncipe, tomando entre sus manos el espejo hecho de las lágrimas de Goku, lo beso una y otra vez. Era lo único que le quedaba de su amado.

El espejo refulgió cuando el príncipe derramó sobre su superficie amargas lágrimas. Vegeta miró fascinado como los destellos iban poco a poco formando una imagen más deslumbrante que cualquier sol.
"¡Kakarot!" Vegeta no pudo contener su clamor al ver el rostro de su amado en el mágico espejo.

Goku, profundamente agotado de tanto llorar recordando a sus dos seres queridos, se sobresaltó cuando creyó oír la voz de Vegeta llamándole. Parecía tan real, pero solo podía ser su imaginación. ¿O acaso se estaba volviendo loco?
Pero cuando oyó la misma voz por segunda vez no le cupo la menor duda de que Vegeta estaba realmente hablándole.

"Vegeta, ¿eres tú de verdad?. Por favor, dime que no se trata de un sueño."
Vegeta había quedado sin habla. Ahora no solo podía ver el bello rostro de Goku, sino que además podía escuchar su dulce voz.

"¡Kakarot! ¿Dónde te encuentras, amor mío? ¿Cómo puedo llegar a ti?"
"No lo sé, Vegeta. Este lugar está encantado y todos mis intentos por escapar han sido vanos."
El príncipe cada vez se sentía más descorazonado. Tener la imagen de su amor delante de los ojos, tan cercano y real, poder escucharle. Y sin embargo no poder acariciarle, ni besarle. Era una tortura insoportable.

Sin apartar los ojos de tan bella cara, Vegeta , derramando más lágrimas, susurró, transido de dolor:
"¡Oh! Amor mío. Lo que daría por saber dónde estás."
De repente, el espejo resplandeció de nuevo y sobre su superficie apareció la imagen de una tétrica torre en mitad de un desierto.

En su estupor, Vegeta, limpiando las lágrimas de su rostro exclamó.

"¿Es este extraño lugar dónde se encuentra recluido mi Kakarot? ¿cómo puedo llegar ´hasta allí?"

Vegeta siguió con la vista fija en el espejo durante un largo rato, pero no ocurrió nada. Frustrado, por la falta de respuesta, se puso a pensar detenidamente en los extraños sucesos que habían sido provocados por el mágico objeto. Y tras ardua cavilación creyó haber dado con la respuesta. Una sonrisa de satisfacción iluminó su cara durante un breve momento.

¿Cómo no lo había descubierto antes? Cada vez que vertía sus lágrimas sobre la superficie del espejo, mientras pensaba en su adorado, el encantado objeto brillaba, satisfaciendo sus deseos.

Ahora ya sabía lo que tenía que hacer para rescatar a Goku.

Pero en su camino se interpuso la zorra de cabellos azules, tratando de impedir que el príncipe consiguiera lo que tanto anhelaba. La bruja Chichi le había puesto al corriente de la relación que habían iniciado los dos saiyans. Al oir tal revelación, se había puesto furibunda. Aunque el príncipe la había rechazado cada vez que ella había intentado seducirle, no estaba dispuesta a permitirle ser feliz con nadie más. Así que se dispuso a amenazar al príncipe en la manera en que Chichi le había instruido. Si había resultado con Goku, no había motivo para creer que no lo hiciera con Vegeta.

"¡Oh, no! Tu no vas a ningún sitio, sucio marica, poco hombre. Te quedarás aquí conmigo y olvidarás a Goku. En caso contrario no te dejaré acercarte a tu hijo nunca más. Te juro que haré que te desprecie y maldiga tu nombre."

El príncipe no pudo más que reír ante la desfachatez de la odiosa mujer.

"¿Eres tan estúpida como para creer que puedes amenazarme y salir ilesa?"
Vegeta formó entre sus manos una bola de ki y apuntando a la cabeza de la inicua mujerzuela clamó, lleno de odio: "Puede que ya no sea el despiadado monstruo que una vez fui, e incluso que mi carácter se haya dulcificado con el paso de los años. Pero te aseguro que no estoy dispuesto a que nada ni nadie me aparte de Kakarot. Asi que, muere puta." Vegeta lanzó su ataque, dejándola reducida a cenizas.

Y sin más dilación, salió volando guiado por el espejo, dispuesto a liberar a Goku.

Cuando llegó a su destino, trató de entrar en la torre, ahora visible para él gracias a su mágico amuleto. Pero no había ni puertas, ni ventanas, ni un miserable agujero por el que acceder al interior.
Entonces intento utilizar sus fulminantes poderes de supersaiyan, pero la maldita torre era totalmente inmune a su fuerza.

Ni siquiera formulando su deseo de derribar los infaustos muros al espejo había logrado su propósito.

Abatido por su fracaso, se sentó en una roca y se dispuso a comunicarse con Goku.
"Kakarot, estoy aquí, justo al otro lado de tu ominosa prisión, a unos pocos pasos de ti. Pero todo lo que he intentado ha sido inútil. Lo siento amor mío, pero soe incapaz de salvarte."

Goku sonrió con tristeza. Tenía que pensar algo, nunca antes se había rendido por muy difícil que fuera el desafío a afrontar. Siempre había creído firmemente que nada era imposible si se tenía la suficiente fuerza de voluntad y se ponía el corazón en ello.
Entonces se acordó de algo.

"¿Pero como he podido ser tan estúpido?" Gritó Goku de repente riendo como loco.
"¿Qué sucede, Kakarot?" Le preguntó Vegeta, un tanto confundido por el repentino cambio sufrido por Goku.
"Las bolas de dragón, Vegeta. Podemos utilizarlas para liberarme, aunque creo que tendremos que esperar unos meses antes de que estén activas otra vez."

Vegeta sintió renacer de nuevo sus esperanzas. "Claro, cariño, eso funcionará. Seguro que sí. Pero es tanto tiempo, cada segundo apartado de ti me parece una eternidad." Replicó el príncipe, suspirando.
"Lo sé, Vegeta. Pero es nuestra única opción."

De repente una terrible risa resonó por todos los alrededores, y ambos saiyan temblaron de rabia y temor cuando la bruja Chichi apareció con su verdadero aspecto de diablesa. Dos cuernos sobre la frente, ojos rojos ardiendo de ira, afilados colmillos que sobresalían de su retorcida boca, una larga lengua bífida , y el repugnante cuerpo cubierto de escamas verdosas.

"Ja, ja, ja. Simios estúpidos. Mi magia es mucho mas poderosa que las estúpidas bolas de dragón. No podéis hacer nada para revertir el hechizo. Y no malgastéis fuerzas tratando de matarme. Toda vuestra fuerza de supersayas es inútil contra mi forma demoniaca. Ahora, príncipe de los monos, prepárate, porque voy a matarte lenta y dolorosamente. Así my 'queridísimo' Goku pasará el resto de sus días en agonía, sabiendo que con tu muerte no le queda ninguna esperanza."

Un torbellino de sensaciones sacudió al príncipe. Pánico, tristeza, ira, desolación. Nada podía ser real, seguro que sólo se trataba de una ilusión. ¿Pero, qué más podía esperar? Toda su vida había sido igual. Cada vez que había tenido oportunidad de ser feliz, alguna malvada y asquerosa criatura había salido de entre las sombras para arrebatarle lo que su corazón anhelaba. No era justo. ¡Maldita sea! ¿Por qué todo el universo estaba en contra suya? Debía de tratarse de un mal karma, todas las fuerzas cósmicas conspirando para derrotarle.

Pero, repentinamente, el espejo empezó a brillar con una luz intensa y cegadora. Y Vegeta supo lo que había que hacer, porque acababa de entender la naturaleza del poder que encerraba el objeto.
La luz que irradiaba era la misma esencia del alma de su adorado.

"Maldita criatura del infierno, puede que tu magia sea poderosa, pero no es nada comparada con el poder del puro corazón de Kakarot." Bramó el príncipe, con tal confianza y autoridad que la bruja tembló de miedo. Y entonces el príncipe lanzó el espejo al maligno engendro. Chichi gritó retorciéndose de agonía al verse envuelta en llamaradas que consumieron totalmente su cuerpo.

Al morir la bruja el encantamiento se rompió y Goku apareció ante su príncipe. Ambos se enlazaron en un tierno abrazo y se besaron apasionadamente.

Y se casaron y vivieron felizmente con sus hijos en una pequeña cabaña junto al lago, en el mismo lugar que hicieron el amor por primera vez. Y la paz reinó para siempre, porque la malvada bruja ahora estaba muerta y ella había sido la que secretamente había atraído tantos monstruos en el pasado para que destruyeran la tierra.

FIN