DISCLAIMER: Mankin SÍ es mío por que soy Takei-sama. Verán tengo este mal hábito de ir por Venezuela disfrazada de esta niña idealista y romántica de 18, pero en realidad, soy todo un japonés tensai de mangas .-... Hay chance de que alguien me crea?
WHISPER TO OUR HEARTS
Capítulo Tres: Me(1)
Mikihisa saltó entre los árboles hasta encontrar una rama lo suficientemente segura para descansar; dio al fin con ella en un roble que extendía sus ramas desnudas al cielo plomizo que anunciaba lluvia, como si respondiese a las plegarias del viejo árbol.
Contento con su hallazgo y después de haber probado su resistencia las suficientes veces como para asegurarse que no habría caída, se sentó en su nuevo escondite y miró hacia abajo, a la pequeña figura que correteaba por el bosque como un animalillo asustado. Recostándose más cómodamente contra el tronco, cerró los ojos y se dispuso a dormir, ya que estaba seguro de que Yoh seguiría perdido aún cuando el despertase.
En un movimiento inconsciente, alargó la mano y acarició la cabeza del tanuki(2) que traía hoy como espíritu acompañante, escuchando como este hacía leves sonidos ante la caricia. Detrás de su máscara, Mikihisa rió de buena gana al darse cuenta de cuánto se parecía su hijo a él, tal y como se encargaba de recordárselo Yohmei cada vez que pasaba por el complejo Asakura. Yoh, como comprobó tras una rápida mirada al pequeño que estaba unos metros más abajo, parecía, sin duda alguna, su fotocopia: los mismos ojos, la misma actitud despreocupada, el mismo cabello indomable (un rasgo del cual el propio Mikihisa estaba muy orgullo: era, según él, un 'imán' para las chicas), en fin, los mismos rasgos físicos y de personalidad impresos sobre un papiro diferente. El hombre se estiró siendo cuidadoso de no romper alguna rama en el proceso mientras su vista seguía clavada en el chico.
Jamás había estado tan orgulloso de algo que él hubiese hecho, o contribuido a hacer. A tan corta edad, Yoh había visto y experimentado cosas que ningún niño 'normal' hubiese podido asimilar, no importa cuántas vidas kamisama(3) le hubiese dado al pobre.
Yoh se creía extraño, pero a los ojos de su padre era todo un personaje: era extraordinario.
Mikihisa volvió a reír en cuanto vio su hijo tropezar contra una roca y caer al lodo que parecía inundar el bosque. También para suerte del pequeño, era una copia de su excepcional padre, aderezado con lo mejor de su madre.
Inmediatamente, Mikihisa sintió cómo su atención comenzaba a desviarse de su hijo y comenzaba a recaer en cierta sacerdotisa y en sus ojos grises.
Keiko.
Bufando con incredulidad, Mikihisa revivió lo que tan tierna y bien educada señorita le había dicho la primera vez que lo había visto. Ambos tendrían cerca de diez años y habían visto interrumpidos sus respectivos entrenamientos con el único motivo de verse para reconocerse el día de su boda.
'Mi mamá pudo haber tenido mejor gusto...' había susurrado ella al momento en que Kinoo los había dejado para que se conocieran mejor. Lo había dicho mientras lo examinaba dando vueltas a su alrededor como esperando que a él le creciera otra cabeza más.
'... mejor gusto...' Mikihisa sonrió detrás de su máscara dejó que las palabras rodaran por sus labios con dolorosa ligereza. Nunca le había dicho a Keiko, pero el comentario aún dolía. Por su parte, la primera vez que la vio sintió como si la vida lo hubiese golpeado y dejado sin aliento: en su opinión, parada frente a él embutida en su austero hakama(4) de sacerdotisa, constituía un verdadero desperdicio para la nación el que un mujer tan bella como ella se quedara presa en los santuarios y heredando el mal carácter que solían tener todas las sacerdotisas. Sus manos blancas como la nieve que sujetaban con autoridad unos abalorios para rezar, la comisura de sus labios rosados, ligeramente abiertos en un mohín de censura, el lento subir y bajar de su pecho que estaba apenas visible entre los pliegues del keikogi(5)...
Sus ojos.
Mikihisa se movió incómodo en la rama, volteando a los lados al igual que su hijo lo hacía, buscando la intensidad de sus ojos, escondidos entre las ramas de algún árbol.
Los ojos grises de Keiko le hacían frente a todo, con el típico mal genio que poseían legendariamente todas las mujeres Asakura. Aquellos ojos de los que él se había enamorado porque podía esconder en sus profundidades la llama de un espíritu invencible. Aquellos lagos de media noche por los que un joven Mikihisa había elevado una silenciosa plegaria a cualquier kami que estuviese de turno para que sus descendientes, los descendientes de ambos tuviesen la oportunidad de enfrentar la vida con esa misma llama.
Con un mohín de fastidio, mientras veía como Yoh comenzaba a moverse nuevamente, Mikihisa pensó que debía haber sido más específico en cuestión de a cuál kami le dirigía la plegaria.
Su maldita manía de dejarlo todo a la suerte.
Jojojojo!
Buneo, allí está, mi personaje Asakurense preferido después del propio primo: Mikihisa. Él es TAN cool! Me encanta! Además de que es muy divertido... aunque creo que no logré captar bien esa parte de su personalidad... Bueno, hay muchas aclaraciones así que me apresuraré a hacer esta nota corta, en realidad sólo quiero agregar una cosa más: este fic sigue una línea temporal. Por lo general va a ser el mismo momento bajo los ojos de diferentes personajes, que están en diferentes lugares y piensan en cosas diferentes. Listo! Allá vamos!
1) 'Me' es la palabra en japonés para 'ojos'
2) 'Tanuki' es mapache en japonés. Si se dan cuenta Mikihisa tiene dos espíritus (que son como la versión grande y más MADURA de Ponchi y Konchi) pero por puro bienestar de no complicar las cosas decidí que el mapachito sería el acompañante del tío en ese momento... el otro estará... cazando o buscando moras o algo por el estilo...
3)'Kamisama' es como se le dice en el shintoismo a los espíritus que se les rinden culto. Hay un espíritu en todo, así que a todo se le debería tratar con el respeto de un dios... a que no es un concepto interesante?
4) y 5) 'Hakama' y 'Keikogi' son respectivamente los pantalones anchos y rojos y las camisa blanca y holgada que utilizan las miko (sacerdotisas) de la religión shinto (para referencias véase a Kikyo de Inuyasha)
Dewa Mata!
