DISCLAIMER: Mankin SÍ es mío por que soy Takei-sama. Verán tengo este mal hábito de ir por Venezuela disfrazada de esta niña idealista y romántica de 18, pero en realidad, soy todo un japonés tensai de mangas .-... Hay chance de que alguien me crea?
WHISPER TO OUR HEARTS
Capítulo Cuatro: Sentimiento
Arrastrando los pies a lo largo del pasillo, Yohmei se detuvo frente a la terrible habitación. Tragando en seco, extendió una mano hacia el shoji(1), que congeló a medio camino.
Kinoo tenía razón, los sentimientos no eran sino el más terrible monstruo de un ser humano.
Había demasiado en esa habitación, y él ya sabía que era un error entrar de esa forma: un día tan gris como aquel, con la cabeza nublada por los recuerdos del ayer. Pero él nunca había sido un hombre cobarde.
Por algo había permanecido al lado de su adorable esposa por tanto tiempo.
Frunciendo el ceño, retiró su mano y le indicó a uno de sus shinigami(2) que la abriera por él. Observando al pequeño espíritu flotar lentamente hacia la puerta, Yohmei no podía quitarse la impresión de que lo que estaba haciendo seguía estando mal.
Con dolorosa parsimonia, el espíritu verde termino de apartar la puerta para mostrar una amplia habitación cuyo único adorno era un zabuton(3) grande, colocado sin mucho cuidado en el suelo y un pequeño pocillo con aceite para encender una luz en caso de necesidad. Todo estaba tranquilo y no se oía más que el distante murmullo de la lluvia que comenzaba a caer sobre los patios del complejo Asakura.
Todo estaba en calma menos sus pensamientos.
Cargando el peso de sus propios huesos y de su culpa, Yohmei se encaminó hacia el zabuton y se sentó en él, acomodándose lo mejor posible mientras recorría el lugar en el que creía había estado esa noche, esa terrible noche de primavera hace cuatro años: durante el desayuno, Keiko había anunciado esa misma mañana que en pocas horas debía llegar el momento en que sus dos hijos llegarían al mundo con una expresión impasiva, desprovista de cualquier emoción, pero Yohmei conocía demasiado bien a su hija. En aquellos ojos grises la culpa, la tristeza y el odio a sí misma se acrecentaban a medida que anunciaba la noticia.
Suspirando y cerrando sus ojos, Yohmei se preguntó qué bien intentaba hacer trayendo a colación esos recuerdos. No había nada bueno que sacar de amargarse el día pensando en lo que hubiese pasado si todo hubiese salido de acuerdo al plan esa noche.
Pero muy a su pesar, él sabía de antemano que una vez su mente comenzaba a retroceder en el tiempo, era imposible detenerla.
Diez horas después del anuncio, el grito de dolor de su hija en trabajo de parto rompía la serenidad de la noche. Podía recordar como Mikihisa corría de un lado para otro tratando de mantener la calma sin mucho éxito, mientras Kinoo le daba órdenes entre susurros a Keiko. Recordaba haber llamado a sus shinigami mientras jugueteaba nerviosamente con la manga de su kimono. El plan era simple y rápido: sabía que el torneo de shamanes empezaría en cualquier momento y las señales habían sido claras y precisas de que Hao había tomado a su hija como el medio para volver a la vida; como la cabeza de los Asakura, Yohmei había desechado con un gesto compasivo la sugerencia de Mikihisa y había tomado en sus propias manos la tarea de eliminar a Hao.
Era su deber.
Yohmei recordaba vagamente la voz de su esposa cuando dijo, una mezcla extraña de estupor y preocupación que no era un bebé, sino dos lo que venía en camino. Recordaba haber intercambiado miradas fugaces con Mikihisa, que asentía mientras tomaba la mano de Keiko y la acariciaba y esta comenzaba a sollozar entre el esfuerzo y la noticia de que ya no estaría perdiendo uno parte de sí, sino dos.
Dos.
Recordaba con increíble claridad sus propios pensamientos, imaginándose las múltiples dudas que comenzaron a plagarlo inmediatamente después de la noticia: podría exonerar a uno de lo pequeños, pero era seguro de que se podría equivocar y dejar vivir a la verdadera encarnación de Hao. Era cuestión de decidir y rápido. Con un último gemido, el llanto de un bebé inundó la habitación y todos los ojos se volvieron a la cosa que lloraba incesante en los brazos de Kinoo.
Su primer pensamiento era que el bebé lucía horrible.
Su segundo pensamiento fue que no tenía derecho a hacer lo que iba a hacer.
Yohmei abrió los ojos y sintió como sus manos se cerraban en puños en su regazo, haciendo una mímica inconsciente de la reacción que había tenido cuando el bebé descansaba frente a él, esperando su destino. Si bien su mente no había podido olvidar, su cuerpo tampoco parecía mitigar el peso de aquella memoria.
Apretando las mandíbulas, Yohmei unió sus manos y se preparó para indicar a sus shinigami que acabasen con el niño; era el momento perfecto ya que el bebé parecía comenzar a quedarse dormido y no había nada que lo detuviese, pero el hecho de que todas las miradas estuviesen sobre él y de escuchar sollozos apagados de su hija no hacían nada por aliviar el hecho de que estaba a punto de asesinar a su propio nieto. Vacilante, Yohmei recordó como el tiempo se había vuelto más lento al momento en que cerraba sus ojos y ordenaba a sus espíritus que atacasen.
Sobresaltado, volvió a la realidad al momento en que uno de sus espíritus tocaba su hombro suavemente y le señalaba hacia la puerta. Girando su cabeza para cerciorarse que el llanto que todavía resonaba en sus oídos había sido producto de su imaginación, Yohmei se puso en pie, sabiendo al instante que Yoh probablemente ya había regresado de su entrenamiento y que ahora sonreía a pesar de estar sucio y mojado, dado que lo que había comenzado como una llovizna se asemejaba más a un diluvio.
Doblando la última curva antes de llegar a la habitación principal donde su aprendiz Tamao le ofrecía una toalla a la sopa andante en la que se había convertido su nieto, Yohmei no pudo evitar que la más pequeña de las sonrisas se abriera paso por su rostro. El chico era un optimista, y tenía todo el derecho de serlo.
Antes de sentarse y de prepararse para regañar al pequeño por todo el tiempo que le había tomado hacer una tarea tan fácil, Yohmei permitió que un último recuerdo cobrase vida en su mente.
Esa noche, mientras Mikihisa y Keiko dormían abrazados en su habitación, él le había pedido a Kinoo que lo esperase y con inusitada pericia recorrió silencioso los pasillos en la oscuridad. Al llegar frente a una habitación, corrió la puerta y entró, su vista buscando inmediatamente a la pequeña criatura que dormía profundamente en un futon(4) en el suelo. Tomándolo con cuidado, sintió la suavidad de la piel del bebé contra sus dedos endurecidos después de años de entrenamiento. Allí en la oscuridad, cargando el único rayo de esperanza para la antigua y venerable familia de los Asakura, Yohmei recordó llorar pidiendo disculpas al niño que sostenía entre sus brazos, rogando a las deidades que su hermano gemelo también lo escuchase.
Dondequiera que estuviese.
AW!
Bueno, no creí que fuese a hacer algo más largo que lo de Keiko, pero el padre no se pudo quedar atrás, o sí?... ya veremos lo que tiene que decir Kinoo! Allí está mi versión de cómo son verdaderamente los sentimientos de Yohmei acerca de la noche en que nacieron los dos enanos... ustedes me dicen su opinión!
1) 'shoji' son las puertas corredizas que están en las casa tradicionales japonesas.
2) 'shinigami' son los espíritus acompañantes de Yohmei: unas cositas verdes todas cuchis que pueden llegar a ser muy útiles, pueden hacer desde tareas del hogar a matar a alguien .-
3) 'zabuton' son los cojines tradicionales japoneses que se colocan sobre los tatami… supongo que para mayor comodidad…
Por último pero no menos importante... GRACIAS! A todos los que se han tomado el tiempo (y el esfuerzo... quién sabe!) de leer estos mini oneshots y extiendo unas giganto- GRACIAS! A asiury, a Armys y a Nsis Le Jugment son lo MEJOR! ARIGATOO!
Próximo: Es duro ver la historia repetirse, más aún cuando las cicatrices aún duelen.
