Darcy suspiró, y abrió la nota que le acababa de recibir de Lord Frederick. La noche anterior había salido todo bien, y la reputación de Georgiana estaba camino a ser prácticamente restaurada.

La noche anterior había conversado con Lady Jane, y esa tarde iba a ir a visitarla. No sentía la misma atracción por ella que por la Srta. Bennet ni le resultaba tan estimulante su conversación. Pero era sensata, bonita, reservada, y una alianza con ella iba a ayudar aún más a la reputación de su hermana. Sin duda, Lady Jane reunía todas las condiciones que estaba buscando en una esposa… Estaba seguro que con el tiempo, se iba a olvidar de la Srta. Bennet…

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Poco antes de la hora del té, Lord Sebastian fue a casa de los Harrison con un bonito ramo de flores para Elizabeth. Después que le dio las flores y conversaron sobre trivialidades, la Sra. Harrison se ausentó por unos minutos ya que tenía que contestar una nota de la Sra. Campbell.

"Srta. Bennet, estaba por pedirle a su tía que me diera unos minutos para poder hablar a solas con usted; pero parece que entendió mis deseos."

Lizzy lo miró un tanto sorprendida, "¿Qué desea hablar mi Lord?"

"Primero me gustaría que no me llames mi Lord cuando estamos a solas." Sonrio, y la miró a los ojos, "Segundo, me gustaría cortejarla y posteriormente si todo sale como deseo, casarme con usted."

Lizzy abrió muy grande los ojos; hasta ese momento nunca había pasado por su cabeza que Lord Sebastian pudiera estar interesado en ella, y repitió "¿cortejarme?"

"Si, cortejarla, Srta. Bennet, ¿me permite llamarla por su nombre?" sonrió, "Tiene un nombre tan hermoso, el nombre de una reina."

"No entiendo, usted es el hijo de un marques y yo soy, yo." Respiró hondo, "soy simplemente la hija de un caballero, y además soy huérfana… Usted puede elegir a la hija de un marques…"

Lord Sebastian la interrumpió, "Y la elijo a usted, así de sencillo." Le tomó la mano y sonrió, "Es a ti a quien quiero Elizabeth, de hecho, me estoy enamorando de ti." Le besó una mano, "y estoy convencido que podemos ser muy felices… No preciso más conexiones, ni preciso más dinero, solo a ti. ¿Me permites cortejarte?"

Lizzy lo miró a los ojos y sonrio, "Si, le permito."

Lord Sebastian le beso las dos manos con ternura, "Bueno, espero en poco tiempo hacerte la pregunta que realmente deseo y que la respuesta sea positiva." Sonrio, "Si está de acuerdo, hoy mismo quisiera hablar con tu tío para pedirle también permiso para cortejarte."

"No es necesario que hable con mi tío; basta con que yo le de permiso."

"Elizabeth, sé que basta con que tú me des permiso; pero quiero a venir a visitarte todos los días, invitarte a Gunter's, al teatro, pasear Hyde Park, y otros lugares más; y como caballero lo mínimo que debo hacer es hablar con tu tío para asegurarle que mis intenciones son honorables."

"Muy bien, si así lo deseas, mi tío está en su despacho..."

Lizzy lo acompañó al despacho de su tío, y los dos caballeros hablaron unos pocos minutos. Si bien el Sr. Harrison se sorprendió por el pedido de Lord Sebastian, no tuvo ninguna objeción.

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En la casa de los Campbell, se sintieron las exclamaciones de emoción de la Sra. Campbell al ver la nota de Lord Frederick invitándola a ella y a su hija a Gunter's.

El Sr. Campbell que estaba leyendo el diario miró a su esposa con curiosidad, pero antes que pudiera preguntarle a qué se debía su alegría, se fue excitada a buscar a Marianne.

Veinticinco años atrás se habían casado muy enamorados y eran muy felices, pero un día unos pocos meses después del nacimiento de Marianne todo cambió. Había ido a White's a reunirse con un amigo, y se encontró con unos conocidos de la Universidad que lo invitaron a ir a lo de Madame Dupree. Al principio se rehusó ya que amaba a su esposa, eran muy felices y no concebía la idea de serle infiel; pero después que le hicieron varias bromas y se burlaron de él, sumado a que había tomado más de lo que estaba acostumbrado, terminó yendo con ellos... Ese fue uno de los peores errores de su vida. Lamentablemente se durmió después de tener relaciones con una cortesana y llegó a su casa sobre las 9:00 de la mañana. Estaba desaliñado y con perfume de mujer impregnado en la piel. Su esposa estaba muy preocupada, se notaba que no había dormido en toda la noche e incluso que había llorado. Había mandado horas atrás a un sirviente a White's, pero le dijeron que se había ido hacia horas con otros caballeros...

A partir de ese entonces la relación entre ellos se quebró, y su esposa rehusó volver a tener intimidad con él hasta que un doctor le asegurará que no tenía ninguna enfermedad. Después de dos meses finalmente volvieron a tener intimidad, pero ella simplemente se quedaba quieta mirando el techo. Varias veces le pidió disculpas, pero con el tiempo se dio cuenta que ella ya no lo quería ni nunca más lo iba a querer.

Un año más tarde tuvo su primer amante, y a partir de ese entonces tuvo tres más. La actual tenía 20 años menos que el, era muy hermosa y experimentada, pero irónicamente con ninguna de ellas logro sentir ni la décima parte de la felicidad que sentía antes de aquella fatídica noche cuando hacía el amor con su esposa...