Diario de Nymphadora Tonks

20 de diciembre

Ayer sucedió algo muy extraño. Mientras estaba preparando el almuerzo, vino Sirius a ayudarme a poner la mesa. Le acepté la ayuda de agrado, ya que estaba teniendo problemas para encontrar unos candelabros muy hermosos que había visto la última vez que vine. No noté nada raro, salvo que estaba un poco más pálido y silencioso de lo normal.

Como estábamos preparando la comida en la cocina e íbamos a comerla en el comedor, estábamos los dos entrando y saliendo de ésta continuamente. En un momento, cuando yo estaba llevando al comedor los platos restantes, Sirius estaba en la cocina. Lo que me preocupó fue que cuando volví para decirle que ya habíamos terminado nuestra tarea, Sirius estaba apoyado en la mesada y con los ojos en blanco. Se tambaleaba un poco aunque estaba muy tenso, y murmuró algo que no pude entender. Corrí rápidamente hacia él y en el instante en que llegué a su lado pareció relajarse nuevamente: sus músculos se aflojaron y dejó de tambalearse; sus ojos volvieron a su estado normal y me preguntó, como si yo estuviera loca.

- ¿Falta algo?

Todavía estaba un poco pálido, pero parecía no recordar que hace un instante estaba a punto de desmayarse. Lo miré fijamente unos minutos, incrédula. Él me sonreía.

- Tonks, ¿te encuentras bien? Estás muy seria. Y ya déjame de mirarme, que no tengo basiliscos en la cara.

Rió y se fue al comedor, pues Minerva, Alastor y Lupin acababan de llegar.

No quise decir nada en el almuerzo. Tampoco si me quedo a solas con él sé si quiero decírselo. Parece tan feliz, que no quiero preocuparlo. Pero es que a mí me da una angustia tremenda: ¿es que esto tiene algo que ver con lo que no nos quiere contar? ¡Cómo quisiera saber qué le ha pasado!

Pensaba hablarlo con el Profesor, pues tal vez él sabe algo de alguna posible poción que crea estos síntomas (aunque ni yo me la creo), pero cuando terminamos de comer dijo tendría que volver unos días en Hogwarts para terminar asuntos pendientes. Así que, por el momento, deberé soportar esta inquietud en silencio.

Lupin se fue hace un rato a la casa de los gritos y vuelve el 24. El Profesor Snape, como ya dije, está en Hogwarts y vuelve el 24. Alastor y Minerva siguen yendo al Ministerio para hablar con Kingsley. Como yo estoy de vacaciones y no me necesitan en la Orden, me quedaré acá para cuidar de Sirius quien, lamentablemente, sufrió una especie de recaída tras el episodio de ayer. No es anda grave, con mis cuidados ya se está recuperando.

21 de diciembre por la noche

No sé qué sentir ni qué pensar, así que me voy a limitar a contar los hechos:

Esta mañana cuando me desperté (al alba, de nuevo) encontré una carta de amor dirigida a mí. Es anónima, está firmada con tres X.

Estaba escondida debajo de la mesa de la cocina. Como estaba tan aburrida y sola (Sirius aún dormía) decidí hacer una limpieza general de la cocina. Cuando realicé un encantamiento para "despegar" todo el polvo y basura (como chicles auto-inflables que solían pegar Fred y George los días que estuvieron acá) cayó, entre mucha mugre, dichosa carta.

Según las siguientes pistas, intentaré averiguar quién es.

Está fechada el 19 de diciembre, y dice "anoche me sentí fatal", "es mejor que no hayamos seguido hablando" y "Nunca pensarías en mí como un hombre, enamorado, más que como un amigo". Con esto sé que el 18 por la noche (el resto del día estuve sola hasta que llegué a la mansión de los Black) estuve con él, con XXX, y al parecer, hablamos. Así que tengo cuatro posibilidades: Sirius Black, Severus Snape, Remus Lupin y Alastor Moody.

Una pista muy importante: tiene 37 años. Aquí eliminamos a Alastor. Por desgracia, los restantes tres sospechosos tienen la misma edad.

La encontré debajo de la mesa de la cocina. La carta dice "es un lugar especial para nosotros (…) porque me recuerda a ese estúpido momento en el que yo no podía creer que eras tú quien estaba en..." la cocina. ¿Especial? Veamos, los únicos momentos que compartí con alguno de los sospechosos en la cocina (teniendo en cuenta que éstos tienen que haber ocurrido entre el 18 y el 19) fueron ambos el 18, cuando, antes de la reunión,

me encontré con el Profesor

entró Lupin

Esto ya elimina a Sirius. Es más probable la posibilidad a) porque estoy segura de que el Profesor no me había reconocido.

Me llama "Tonks". Esto puede ser insignificante, pero tengo que recordar que al Profesor le gusta llamarme Nymphadora. Aunque, si la escribió él, podría haberme dicho así para que no me enoje o sea más de mi agrado en caso de que la encuentre. O bien, para despistarme y seguir con su anonimato.

Parece muy convencido de que no podemos y no debemos estar juntos. Por un lado dice que no me merece, que sería peligroso, que nunca lo vería como a un hombre. Esto me confunde mucho, porque lo del peligro me hace pensar que es Lupin, porque es un hombre-lobo… Por más estúpida que parezca la idea. ¡No tiene nada de peligroso! Y en lo de que nunca lo vería como otra cosa que no sea como un amigo… Me avergüenzo de admitir que no creo poder ver al Profesor como algo más que eso. No lo he pensado, pero la idea me suena muy descabellada.

Al parecer las pistas apuntan a dos personas: Remus John Lupin y Severus Tobías Snape. No debo descartar muy segura a Sirius, porque capaz se me está olvidando algún "momento especial" que compartimos en la cocina. Ojalá pueda desvelar este misterio, mis sentimientos están en juego… Aunque no debería ilusionarme: XXX asegura que no debemos estar juntos. Por desgracia ni el Profesor ni Lupin están acá, así que sólo podré investigar a Sirius.

Diario de Severus Snape

22 de diciembre, por la noche

Así pues, fui a la Casa de los Gritos tras haber recibido la carta de Lupin que adjunto al diario. Es cierto: Lupin no es mi amigo, pero, ¿cómo dudaba de que acudiría a su pedido de auxilio? No puedo dejar morir a una persona… Y menos a la que, estoy seguro, ama mi Nymphadora. Antes de salir de Hogwarts llené varias botellas con pociones que supuse iba a necesitar.

Cuando llegué a la mounstrosa casa, no escuchaba ni un alma. Temiendo lo peor, inspeccioné rápidamente todas las habitaciones o salones. Por lo que decía en su carta, supuse que estaría en la habitación principal, ya que mencionaba tener pergaminos y una pluma a mano. Esta teoría que me habría ayudado a encontrarlo más rápidamente se desmoronó en cuanto entré a dos o tres habitaciones: parecía que todos los lugares de aquella casa estaba lleno de pergaminos, tarros de tinta derramados, algunas lechuzas, etc. Finalmente, lo encontré (por supuesto) en la última habitación que me proponía revisar. Ésta era la más próxima a la entrada principal de la casa. Parecía que había llegado hasta allí la noche anterior a duras penas.

Estaba tendido en una posición muy estrambótica sobre una pequeña cama: la cara miraba hacia arriba, con los ojos entrecerrados, como ahogados por la enorme herida de la frente que manaba sangre sobre ellos; los brazos estaban ambos estirados hacia la izquierda, donde a medio metro había una mesilla con un frasco de tinta y una pluma estrujada y manchada de sangre; una pierna, la izquierda, observé, se "caía" de la cama, estirada en su totalidad llegaba al piso. Lo más duro de ver era su pierna derecha: parecía de otra persona. Además del largo desgarro en el cuadriceps, estaba dada vuelta anormalmente hacia la izquierda, tanto, que se podía ver la parte de atrás de ésta sin dificultades. Respiraba casi imperceptiblemente. El estado era deplorable: más de lo que estaba yo habilitado para curar.

Corrí hasta llegar al borde de la cama.

- ¡Lupin! ¡Lupin!- como no dio muestras de escucharme, con un movimiento de la varita coloqué su pierna izquierda derecha sobre la cama y enderecé los brazos para que queden uno a cada lado del cuerpo-. Escúchame, Lupin, escúchame… Te llevaré a Madame Pomfery, yo no puedo curar esto…

Al escucharme decir esto, frunció el ceño y dijo, aún sin abrir los ojos:

- N-no, no…

- ¿Lupin? ¿Remus? ¿Por qué no?

- N-no… No… Esta noche… llena, aún… Hogwarts, no…

- ¿Qué?- entonces comprendí: esta noche también actuaría la maldición, y no tendría fuerzas para transportarse ahora a la enfermería, luego a esta casa y a la enfermería de nuevo. Le dije-: Está bien, comprendo. Déjame llamarla para ver si puede venir aquí ahora.

Cerró más los ojos y gruñó. Tomé eso a modo de "sí". Tomé uno de los pergaminos que había en un rincón, la pluma y el frasco de tinta. Rápidamente escribí unas líneas. Me di vuelta y recorrí la habitación con la mirada: no había ninguna lechuza allí.

- Espera, voy por una lechuza.

Me precipité fuera de la habitación. En la sala de entrada a la que daba no había ni una lechuza. Giré hacia la izquierda y entré por la primera puerta que vi.

El lugar al que entré bien podría haber sido una biblioteca: las paredes estaban cubiertas de extensas estanterías con majestuosos libros; en el centro había una larga mesa ratona de madera oscura (llena de libros abiertos y un pergamino algo arrugado) rodeada de mullidos sillones del siglo XVIII, y en la única pared que no tenía estanterías, había enormes ventanales que daban al bosque.

Una de las ventanas estaba abierta y, para mi fortuna, con una lechuza negra posada en el alféizar tallado a mano. Caminé rápidamente hasta ella tratando de no hacer ningún movimiento brusco para no espantarla, pero era una tarea difícil entre semejante apuro. No pareció asustarse entonces ni cuando la tomé entre mis manos. Me apoyé en el alféizar y escribí apurado las siguientes líneas:

Madame Pomfery:

Remus Lupin está gravemente herido. No puedo transportarlo allá porque no sobreviviría. Tras la luna llena de ayer ha perdido mucha sangre y junto a un severo golpe en la cabeza y un desgarro en el muslo, lo más peligroso parece ser la torcedura de su pierna derecha. Ven en cuanto puedas. No creo que resista mucho sin tu ayuda.

Al menos hazlo por él,

Prof. Snape

Diario de Nymphadora Tonks

22 de diciembre, por la mañana

Sirius está más raro que nunca. Él sabe de su estado de salud, pero aún no de sus trances. Lo mismo Minerva y Moody.

Por momentos parece muy enfermo, como si estuviera en un trance, como si quisiera decirme algo pero otra cosa se lo impide. Pero la mayoría del tiempo se muestra muy alegre por estar de nuevo entre nosotros. Tiene muchas ganas de ver a Harry y pasa cada momento como si fuera el primero… o el último. Aunque lo suyo no es del todo alegría, más bien es una felicidad melancólica.

Mis años de estudio para ser Auror me dicen lo peor. Espero que esto no sea más que… Bueno, es que los síntomas no se parecen a nada que conozca. Es que yo tampoco sé mucho de enfermedades, ¿verdad? Ojalá esté yo paranoica…

Esta mañana luego de que Minerva y Moody se fueron al Ministerio, oí ruidos provenientes de su habitación y corrí hacia ella.

Cuando llegué lo encontré caído de la cama, como en un ataque de esos que tienen los muggles. Creo que le dicen "epilepsia". Se retorcía convulsivamente en el suelo. Tenía la cara crispada y su rostro había adquirido un tenebroso color gris.

- ¡SIRIUS!- me abalancé sobre él. No sabía qué hacer-. ¡Sirius! ¿Me escuchas? ¿Qué te pasa? ¡Sirius, responde!- empecé a llorar histéricamente. Estaba desesperada, ¿qué podía hacer? No tenía ninguna poción tranquilizadora, calmante, anestesiante… ¡Desmaius!- Sirius, Sirius, voy a dormirte, así no sentirás más dolor…-Con voz algo entrecortada le dije apuntándolo con mi varita- ¡Desmaius!

Enseguida relajó los músculos y se sumió en un tranquilo sueño… O desmayo. Pero al menos parecía ya no sufrir. Casi en un susurro (aunque ahora que lo pienso, fui muy estúpida, porque aunque no pronunciara el contra-hechizo no despertaría) dije:

- Wingardium Leviosa.

Y lo coloqué de nuevo en su cama. Lo observé un rato mientras estaba inconsciente. Su aspecto volvía a parecer el de un moribundo como el de hace casi cuatro años atrás. Estaba muy demacrado y pálido. Aún así, su rostro tenía aquella expresión que tanto conocemos en él: significará travesura, alegría, viveza, sarcasmo… Sarcasmo sano, no como el del Profesor, jaja. Un mechón caía sobre su cara. Lo coloqué detrás de su oreja.

Decidí dejarlo un rato en su desmayo, pues parecía estar muy pacífico sin aquellas convulsiones horrorosas. Me senté al borde de la cama y me miré en el espejo que había unos pasos más al frente contra la vieja pared. Mi aspecto estaba cada vez más solemne, serio, triste… El pelo seguía siendo negro, pero ya no ondulado, sino que lacio y sin vida. Mis labios habíanse oscurecido y mi piel emblanquecido aún más desde los últimos días.

Como había hecho días atrás (que ahora parecen meses) conjuré un vaso de vidrio, pero esta vez, con whisky de fuego. Tomé un trago y pareció quemar mi garganta. No estoy acostumbrada a eso, pero me relajó un poco. No voy a aguantar mucho más tiempo sin hablar de esto con nadie…

Luego de haber terminado de beber el vaso, lo hice desaparecer y pronuncié "¡Accio!" para convocar a mi diario, pluma y tintero. Desde entonces he estado escribiendo. Creo que ya eso hora de que lo despierte.

Más tarde

- ¡Enervate!- susurré.

Abrió los ojos y me miró. Sus ojos eran extrañamente grises. Temblaba suavemente.

- ¿Qué ha pasado?

- T-te has desmayado…- mentí. No podía con mi misma. Aún no entiendo por qué no quiero que contarle la verdad.

Cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir. Se estremecía levemente, como en uno de sus ataques, pero parecía estar controlándose. Inclinó su cabeza hacía mí, y me senté al borde de la cama junto a él.

- Tonks, hay algo que debo decirte- hablaba de prisa, pero su voz demostraba su tristeza y angustia. No dije nada, asentí-. Yo estoy… Y todo este tiempo he estado... No debería decirte esto, Tonks, mi querida Tonks- aferró mi brazo-, es que yo te…- dos lágrimas cayeron de sus ojos. Dejó de estremecerse y cerró los ojos. Luego volvió a abrirlos y me preguntó- ¿qué ha pasado?

Parecía que la persona que había estado a punto de declarárseme y esta otra que me miraba bastante tranquila eran dos completamente distintas. Con lágrimas en la cara logré pronunciar con un muy débil y agudo hilo de voz:

- Te has desmayado.

Rompí en llantos, me tapé la boca con una mano, di vuelta la cara para no mirarlo y me paré. Caminé hasta el marco de la puerta, y ahí me quedé apoyada todavía de espaldas a él. Mi mente y mi corazón eran un torbellino de caos. No podía soportar verlo así. No podía saber si había intentado de decirme que me amaba o su problema era otra cosa totalmente ajena, pues no lo recordaba. No podía entender por qué no recordaba tantas cosas, y cosas tan importantes. Me estaba rompiendo el alma… Y yo seguía y sigo sin querer hablarlo con nadie. Pero tú eres mi confidente, silencioso diario.

No me preguntó por qué lloraba.

Carta del Profesor Severus Snape a Nymphadora Tonks

22 de diciembre, 11p.m.

Estimada Tonks:

Te escribo a ti para que tanto tú como los demás interesados estén a la corriente sobre Lupin.

Esta mañana he recibido una carta urgente del aludido pidiéndome ayuda. He acudido a la Casa de los Gritos y lo encontré gravemente herido. Como hoy también es luna llena, hubiera sido muy peligroso llevarlo a la enfermería de Hogwarts, así que envié una carta a Madame Pomfery pidiendo sus auxilios.

Ella se ha mostrado un poco arisca conmigo pero ha ayudado mucho a Lupin. Le dio unas cuantas pociones y conjuró algunos hechizos. Ahora ella se ha marchado y he, bajo su orden, encerrado a Lupin en el sótano para que pase la noche. Sabe perdonarme, amiga mía, por este acto tan inhumano. Pero creímos que sería la única forma de mantenerlo a salvo esta última noche de luna llena. De todas formas: ¿cómo podemos estar a salvo de nosotros mismos?

Me quedaré en vigilia el mayor tiempo posible, pues a pesar de la cantidad de hechizos de protección que pusimos en las salidas del sótano, aún me invade la incertidumbre que cuestiona su fuerza bruta. Mañana no vendrá Madame Pomfery pues está muy atareada en Hogwarts, pero espero que durante esta noche no se lastime mucho y pueda cuidarlo yo durante el día que viene.

Quédate tranquila, no dejaré que nada malo le pase.

Sinceramente,

Prof. Severus Snape

Diario de Severus Snape

22 de diciembre, 11:30p.m.

Acabo de mandarle una carta a Nymphadora para contarle lo sucedido. ¡Cómo me dolió tener que hacerlo! Fue como echarle leña al fuego. Bueno, si realmente es que está enamorada de Lupin. Aunque eso no es del todo un pensamiento dulce, ya que bien podría ser Black la causa de su angustia y si no estoy equivocado, está pasando mucho tiempo a solas con él…

Ahora ya no quiero estar solo, ya no soporto no verla. Quiero ir a la mansión de los Black aunque nunca me creí ser capaz de desearlo; quiero ir y sentarme en la cocina para verla cocinar con sus ademanes algo torpes pero deliciosos; quiero ir y quedarme en las sombras para verla despertar; quiero ir como un fantasma para no olvidar el delicado "compás que orquestan sus pasos en el adoquín" (Nota de la autora: frase de "No sirve de nada", de Arjona); quiero ir en forma de brisa para rozar sus manos blancas y provocarle una sonrisa de placer; quiero ir de incógnito para acompañar su mirada sin que ella vea que le observo siempre aquellos ojos hermosos que me tienen ciego.

Pero ya no podré hacerlo el día de hoy, pues Lupin está bajo mi cuidado incondicional. ¡Cuánto la extraño! Espero poder ir mañana a celebrar la odiosa pero este año melódica Navidad.

23 de diciembre

Anoche casi no dormí. Estrepitosos ruidos provenían del sótano para robarme el sueño, peor también era el recuerdo de mi Nymphadora el que me torturaba.

Decidí darme una vuelta por la casa para distraerme. Recordé la elegante biblioteca en la que había entrado ese día en busca de una lechuza y me encaminé hacia ella. Esta vez noté que había rastros de sangre que conducían hacia la mesita ratona. Obviando este dato, estaba tal cual la había dejado. Me senté en uno de los sillones y observé la mesilla con atención. Allí estaba todavía el pergamino aquel que describí como arrugado de pasada en este diario.

Me pudo la curiosidad.

Lo tomé. Estaba en blanco. Miré del reverso: nada. Supuse que tal vez su contenido estaba oculto, así que pronuncié el hechizo revelador y aparecieron unas cuantas líneas desprolijas escritas con sangre. No sin dificultades, leí la primera línea y mi corazón di un vuelco. El encabezado rezaba:

A Nymphadora Tonks