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Oh... todo pertenece a JKRowling... ustedes ya lo saben ^.^
Agradecimientos |
De Anormales y Fenómenos
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Lo siento!!! Estoy sin línea telefónica en mi casa y no sé hasta CUANDO será así! Así que las chances de que actualize mis historias pronto, son... bueno... umm... bajas... Además que los estudios me están agobiando, y necesito concentrarme en ellos. Ya estoy demasiado vaga ¬¬
Otra cosa... Harry mismo comentó (en el primer libro, si no me equivoco) que los Dursleys no tendrían problemas en aceptar dinero mágico... después de todo, sigue siendo oro! Y esta es una de las premisas para este capítulo...
No puedo creerlo!!!! O_O He tenido una gran cantidad de reviews por este último capítulo!!!! AHHHH!! Increíble!! ^-^ Gracias a TODOS!!! Sorry que no pueda respondar al 100% todo, pero es que ahorita estoy un poco apurada... (examenes de porquería...). Gracias por todos sus comentarios! |
Muggle.
Todo el lugar impregnado de ignorancia e inferioridad.
Sus ojos pasearon por la aburrida estancia. Fotos de una familia digna de un circo, desparramadas por toda la sala.
Aún le picaba la mano por coger su varita y desaparecer a estos insensibles seres de su presencia. Claro que previamente un par de chillidos y unos cuantos cortes letales serían...
El niño le lanzó una peligrosa mirada.
Maldición.
-Umm... –el cerdo con bigote lo miraba nervioso.
Al menos los habían dejado entrar. Si él quería, podía conjurar una barrera de sonido y...
No.>
Los ojos del chiquillo no se movían de su figura. Ni siquiera parpadeaban.
Aún no entiende por qué le interesa tanto esta gente indecente. Ya habían demostrado lo fútil que sería intentar convencerlos de ser afectuosos. No se supone que cuando te llamen un anormal y fenómeno, les dieras una segunda oportunidad para volverte a insultar.
Tom Riddle no lo hizo.
-¿Sr. Feller?
Giró su cuello para observar al llamado Vernon Dursley.
Era un regalo de cumpleaños, se recordó. La vida de los Dursleys, eso era lo que le estaba regalando. Así que no podía asesinarlos. Por más que la idea le pareciera tentadora...
Podría ser un poco de tortura y luego un hermoso Obliviate...
Harry aclaró su garganta.
Suspiró internamente.
El chico tenía el derecho a elegir... No podía ser como su padre.
-Bien... –sacó un papel de su tablero y se lo mostró al otro hombre.
Sus pequeños ojos brillaron de excitación ante la cantidad escrita. No tardó en enseñárselo a su esposa, que poco más y brinca de alegría.
Por supuesto... Casi ningún muggle... o mago, puede rehusar el grandioso poder que te otorga el dinero.
No reprimió una sonrisa sarcástica.
Sabía que los Potter tenían una gigantesca herencia para Harry, sin embargo, no habían podido ponerle manos encima... aún. De modo que el dinero muggle concerniente a esta estrategia provenía de su propia iniciativa.
-Hay condiciones, obviamente –su voz cortando el humor de la habitación.
Las burdas presas levantaron su mirada en horror, para luego fingir haber conocido de antemano esta pequeña información.
-¿Cuáles son? –el regordete intentó usar un tono respetuoso.
¡Maldición! Cómo le gustaría oír esa garganta suya gritar hasta ahogarse en su propia sangre...
-¿Se siente bien, Sr. Feller?
Sus manos estaban temblando. No estaba acostumbrado a reprimir sus impulsos agresivos...
Tuvo que respirar hondamente.
-Sí, Harry, no te preocupes por mí –voz controlada.
Movimiento en el pasillo hizo que concentrara su atención en... un chico con la papada más grande que haya visto. Las fotos no hacían justicia a su enorme masa de grasa.
-Dudley, cariño, ¿sucede algo? –la mujer espantapájaros abrió su boca.
Imposible.
Esta familia no podía ser pariente de Lily Evans. O ella fue el patito feo que se convirtió en un cisne... porque si hubiera tenido una imagen de las criaturas que vivían bajo ese techo, jamás se habría atrevido siquiera a sugerir el lazo de sangre.
Pobre muchacho. Vivir con estos muggles sería peor que sentarte a cenar con una chimaera.
-Tengo hambre –dijo el niño con severos problemas de nutrición.
-En la cocina te he dejado unos bocadillos, dulzura.
Harry observó cuidadosamente a su primo. Por un momento, Voldemort captó una mirada de desprecio que fue rápidamente reemplazada por inexpresión.
Sonrió maliciosamente. Quizá esta situación podía servir para otros propósitos...
El muchacho bolita desaparece de escena, y el niño Potter baja su mirada al suelo, desconcentrándose de sus acciones.
Podría asesinarlos ahora...
No. Aún no.
Esto le enseñará a Harry que los muggles son tal y como él se lo había advertido.
***
-Muy bien, fenómeno. Ahora es hora que prestes atención, ¿entendiste? –el hombre búfalo lo amenazó con un dedo.
Harry suspiró.
Ciertamente la parte de la herencia había surtido efecto. Los Dusleys aceptaban cuidar de él hasta que cumpliera dieciocho años y pudiera hacer uso del dinero. O lo que quedara de él... Su padre les había autorizado a utilizar la tercera parte en gastos varios de manutención y etc. Además de haberles hecho firmar documentos falsos, dejando algunos con ellos. Los cuales debe acordarse de desaparecer una vez que salga de esta casa.
Después de una incómoda despedida, en la que tuvo que intervenir numerosas veces para que Tom no causara estragos, se hallaba en la sala de sus tíos. Vernon Dursley lo miraba peligrosamente desde hace cinco minutos, mientras él intentaba no responderle el reto.
-Esta casa tiene reglas. Normas estrictas de comportamiento –voz seria.- Se espera que las cumplas sin reclamar o hacer comentarios al respecto, aquella conducta no se tolerará.
Harry asintió, fingiendo intimidación.
Su tía y primo habían desaparecido del lugar. Dejándolo solo con quien quería dárselas de dictador.
Aburrido.
-Número uno, –alzó un dedo índice para dar énfasis- no quiero anormalidades bajo este techo. Dos, -levantó otro- no se discute en absoluto sobre tus padres. Nada. De. Ellos. ¿Entendiste?
Volvió a afirmar con la cabeza.
¿Qué es lo que tenían estos hombres contra James y Lily Potter? Desde que había llegado, no dejaban de decirle lo inferior, monstruoso, extraño, mutante e inhumano que era.
Irónico. Lo mismo opinaba Tom de ellos.
No había pasado ni una hora bajo un verdadero techo muggle, y ya empezaba a creer que su padre tenía razón...
-Tres, –otro dedo grueso- no existe la palabra "M" aquí. No la uses.
-¿Palabra "M"? –levantó una ceja, olvidando por un momento su actuación de sumisión.
Vernon lo cogió del cuello de su ropa, acercando su bigotudo rostro al suyo.
-Sin. Comentarios –amenazó nuevamente.
Tragó saliva y asintió silenciosamente, volviendo a ponerse la careta.
Este hombre estaba empezando a llegar a sus nervios. Ni siquiera dejaba que los death eaters lo trataran así, y aquellos tenían al menos una oportunidad al pelear contra él. Si se lo propusiera, la asquerosa figura frente a él podría...
Suprimió el pensamiento antes que terminara de manifestarse.
-Magia. No se menciona nada sobre esa enfermedad, ¿escuchaste? –lo suelta lentamente.
¿Enfermedad?
-Regla número cuatro, –dedos olvidados- no le causes problemas a Dudley. Cinco, no le causes problemas a Petunia. Seis, no me des razones para disciplinarte.
Simplemente pudo haberlo resumido todo en: No causes problemas. Su inteligencia debe de ser inferior a...
Sin insultos. ¿Cómo te sentirías tú, si un día llega un sobrino que va a vivir contigo sin previo aviso? Es comprensible su reacción...
-Y lo que más debes de recordar... –conectó miradas- Tú NO perteneces a esta familia.
***
Empezó a desempacar.
La alacena bajo las escaleras sería su nueva habitación, al menos por el momento. Los Dursleys habían dejado bien en claro que no tenían suficiente espacio como para acomodar a una nueva persona en la casa. Como Harry no había tenido un tour por el hogar, no podía contradecirlos.
De todas maneras, se alegraba que fuera sólo un mes.
Aunque aún así, hubiera aceptado el trato de su padre. Llámenlo obstinado, pero no quería irse sin llegar a conocer a sus familiares.
¿Y todas esas estúpidas reglas? Tenía que hallar la manera que Petunia le comente sobre su madre... o al menos le deje ver fotos. Estaba seguro que ella sería diferente sin Vernon en la casa.
No había traído muchas cosas. Sólo unas cuantas mudas de ropa, algunos dulces diversos, su varita y una cámara fotográfica mágica.
Quería llevarse recuerdos tangibles de esta experiencia.
Cuando terminó de ordenar sus cosas en el reducido espacio, se recostó en la pequeña y frágil cama. La oscuridad del pequeño albergue no le producía ninguna sensación de temor... pero las arañas eran otra cosa.
No les tenía miedo. Eran ellas las que huían de él. Mas sus constantes correteos por todo el lugar le incomodaban. Sobretodo porque las sentía caminar por su piel, haciéndole incesantes cosquillas. Cómo hubiera preferido que fueran serpientes...
Extrañaba a Nagini ahora más que nunca.
Quizá si las transfiguraba...
Los Dursleys pondrían el grito en el cielo al verse con tal infestación.
Y aquello, sin duda le ganaría mayores problemas con Vernon.
No se había imaginado que su familia pudiera ser como lo era. Petunia Evans no se parecía en nada a la imagen formada que tenía de ella. La mujer era la antítesis a su tía imaginaria. Aunque la manera que trató a su primo, Dudley, fue todo un cambio...
El chiquillo por otro lado, era un engendro, engreído, hijo de mamá. Sin mencionar las gigantescas proporciones de grasa de más que cargaba consigo.
¿Quizá su madre había sido adoptada?
Porque de ninguna manera se parecía físicamente a su primo hermano. ¡La Diosa lo libre! Si algún día se volvía un microcosmos en sí, se mantendría en estricta dieta hasta recuperar la forma. Así tenga que beber sólo agua por un mes. Que asco. No era partidario de la estética superficial, ¡pero tampoco era para llegar a los extremos!
Y bueno... Vernon Dursley. Aquél era un completo incompetente super idiota rostro de balón velludo. Estaría de más recalcar que sentía desprecio por el muggle. Venir a darle el clásico sermón de jefe-de-familia y pórtate-mal-y-te-hago-chillar, ¿quién rayos creía que era él?
Una araña se metió a su oreja.
Irritado, Harry blandió su varita y con un simple movimiento repele todos los posibles bichos de su habitación.
Al menos esta noche quería dormir bien.
***
Un estruendoso golpe en la puerta lo despierta.
-¡Levántate! ¡Ahora!
¿Cuál era la emergencia? De seguro su padre no se atrevería a...
¡NO!
Recogió sus anteojos apurado y salió de la habitación, varita en mano. Completamente alerta y despierto.
Caminó cautelosamente por el pasadizo, buscando con su vista death eaters, o lo que sea que pudiera haber invadido la propiedad. Incluyendo Tom Riddle.
No había nada fuera de lo normal.
Extrañado, dirigió sus pasos hacia la cocina. La voz de su tía murmurando palabras incoherentes provenía de ahí.
-¿Sucede algo, tía Petunia? –escondió la pieza de madera tras su espalda, apoyándose en el umbral de la puerta.
La mujer lo miró furiosamente.
-Si quieres comer, tendrás que preparar el desayuno ¿Sabes cocinar, verdad? –tono severo.
-Uhh....
Demy le había enseñado a cocinar... sólo que nunca lo había puesto en práctica. La elfa era demasiado celosa y territorial en las labores del hogar. Una sola sugerencia podía traer vastas calamidades...
¿Pero qué tan difícil puede ser?
-¿O es que ustedes no suelen hacer trabajo honesto? –un sarcástico y disgustado tono impregnando sus palabras.- Toma –le arrimó una sartén.- Enséñame lo que sabes hacer, voy a despertar a mi melocotoncito.
Se retiró a visitar al ballenato.
Aún en pijamas, Harry oculta su varita en la ropa y se dispone a...
Mira alrededor.
Los huevos y el tocino se encontraban al lado de la sal y demás condimentos.
Puso la sartén sobre la hornilla. ¿Cómo era que se prendía? Demy simplemente la colocaba sobre el soporte y automáticamente salía el fuego...
-Uhh... ¿Tía, cómo se prende la cocina? –alza la voz hacia las escaleras.
-¡¿Es que no sabes nada?! –refunfuñó Petunia desde el segundo piso.
***
Sentado en el jardín.
Su primer día había sido horroroso.
Para empezar, casi incendia la casa en el desayuno.
Fue una suerte que ninguno de los muggles notara su varita en el proceso. Tuvo que recordarse que incendio era un hechizo inútil para...
Felizmente que supo cómo remediar el daño antes que alguien bajara a la cocina. Sin embargo, el tocino fue toda una causa perdida. Tía Petunia lanzó un espantoso grito cuando se dio cuenta que había malgastado una buena porción.
Sólo le dejó que comiera lo que había quemado.
Claro que cuando Dudley reclamó más relleno de porcino, nadie le puso un pero.
Engreído.
Luego del desayuno, ambos elefantes salieron de la casa. Uno al trabajo, el otro a la escuela. Le preguntó a su tía si también iba a ir al colegio.
Se río en su cara.
"¿Qué? ¿Tu clase de anormales estudia?"
Le dijo que iba a hacer de él un chico útil. Decente. Honrado. No como aquella porquería de gente con la que solía juntarse. Que los estudios estaban fuera de su capacidad intelectual.
"Ya es muy tarde intentar enseñarte lo básico"
Quiso refutarle. Decirle que él había asistido a un colegio muggle antes de venir. Pero decidió callarse.
Si no iba a la escuela, significaba que podía pasar más tiempo con Petunia.
Lo tuvo haciendo tareas domésticas todo el día.
La mayoría de las cuales terminaban en desastres.
Se mordió el labio inferior. No tenía la culpa que no esté educado para hacerlo. Nunca había tenido la necesidad. Demy estaba más que gustosa de balancear todo el trabajo.
A la hora del almuerzo, le dieron una pequeña porción de la comida. De lo cual, no se queja. No realmente.
¿Quién querría comer después de trabajar toda la mañana?
Su estómago gruñó en desacuerdo.
Suspiró.
A la cena ni lo llamaron. Dejaron que descanse en su cuarto.
Más bien, lo encerraron ahí.
De lo cual, tampoco se queja. ¡En verdad!
Al menos pudo comer algunos dulces y tras hacer un silencio, quejarse de la injusticia.
Lástima que las serpientes de un serpensortia no son muy inteligentes... Aunque supuso que Nagi lo había escuchado.
Hoy al menos, nadie lo obligó a cocinar. Pero tampoco le dieron mucha comida.
Metió una mano a su bolsillo y saca un chocolate frog.
-¿Qué es eso?
No se molesta en voltear. Ya sabía quien estaba tras suyo. Ese tono comandante es imposible de ignorar.
-Un chocolate –responde desinteresado.
Sin más preámbulo, Dudley Dursley se sienta a su lado. Concentración completamente vertida en la golosina.
-Toma, te invito –le da el objeto de su deseo.
Saca otro chocolate de su pantalón.
Quizá podría intentar llevarse bien con su primo. Se había dado cuenta que los Dursleys hacían lo que sea que él quisiera. Así que si el jabalí menor se volvía su amigo, al menos él podría manipularlo para obtener lo que necesitaba...
Un grito de sorpresa del otro niño, ocasiona que Harry levantara la mirada del suelo.
-¡La persona en la carta se mueve! –exclamó.
Harry sonríe enigmáticamente y se encoge de hombros.
-Eso es normal –le dijo.
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Tienen que ver esto!
Se levanta pesadamente de su sitio y entra corriendo a la casa.
Harry se dedica a comer su golosina.
***
Una semana.
Una larga semana.
La cual pasó, en su mayoría, dentro del podrido agujero que llamaban su habitación.
¡Qué paranoicos eran estos muggles! Aún estaban reclamándole lo del maldito chocolate.
Después del evento, Vernon fue con guantes y una máscara a revisar sus pertenencias, quería ver si había traídos otros "artefactos monstruosos".
Se quejó.
El bigotudo imbécil no tenía derecho a coger sus cosas.
Fue la primera vez en mucho tiempo que armó un escándalo.
El hombre lo disciplinó.
"Para tu propio bien, chiquillo mutante"
Aún poseía las cicatrices y los golpes.
No se acuerda cómo pudo esconder su adorada varita. Supuso que toda la grasa de su rostro le impedía ver bien.
Pero exceptuando ella, cogió todas sus cosas y las quemó en el patio.
"Por si tienes algo escondido"
Afortunadamente no había traído su escoba... La idea había sido tentadora.
La ropa de Dudley era asquerosa.
Le quedaba unas cien tallas más grande de lo normal.
No sabía hasta cuanto podría soportar estar ahí. De repente un mes era demasiado tiempo...
***
-Alohomora -susurra contra la puerta.
Con un clic, la alacena bajo las escaleras se abre.
Guarda su tesoro cuidadosamente.
En silencio se dirige hacia el baño. ¡Realmente tenía que usarlo! Sus familiares eran unos estúpidos si pensaban que él no era humano como para tener necesidades. Claro que con lo poco de comida que le dan...
-¿A dónde vas? ¿Cómo saliste?
Maldición.
Dudley estaba viendo televisión en la sala. ¡Pero si era de madrugada!
-¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡HARRY SE QUIERE ESCAPAR!
No pasa mucho tiempo para que Vernon bajara corriendo las escaleras.
El niño se endereza desafiantemente. No iba a actuar temerosamente, ¡ya estaba harto!
El bufón lo agarra del cuello y lo amenaza.
-¡¿A dónde crees que vas?! –gritó, jalándolo hacia su pocilga nuevamente- ¡Tú no vas a ninguna parte! ¡No hasta que figure cómo lograr que nos pases toda la herencia!
Lo empujó hacia adentro y cerró la puerta en su cara.
Uno de estos días iba a perder el control, y entonces...
***
-¡¿QUE HAS HECHO INSOLENTE MUCHACHO?!
-¡Yo no fui! ¡Ni siquiera estaba en la sala!
El desgraciado de su primo había lanzado un "caro" jarrón a su amigo Piers y el otro estúpido idiota no lo había llegado a atrapar.
Consecuencia: El fenómeno es el culpable.
-¡NO MIENTAS! ¡PUEDES HACER QUE SUCEDA AÚN SIN ESTAR EN LA HABITACIÓN!
-¡Mentira!
Verdad.
Pero no lo iba a admitir ahora, ¿o si?
Petunia lloraba desconsoladamente en el piso, el regalo de boda de la tía Marge destrozado.
-¡¡MIRA MUCHACHO, MÁS TE VALE QUE CONFIESES!!
-¡Yo no fui! ¡¿Por qué no le preguntas a tu hijo cómo se rompió?!
Estaba perdiendo la paciencia. Les convenía a estos muggles no llegar al límite de su tolerancia...
-¡Papi, yo le vi! –fingiendo lágrimas- Harry estaba parado al lado de la mesa, y señaló con un dedo al regalo de tía Marge y... y luego... ¡Explotó! –alzó su voz- Luego agitó la mano y todas las piezas cayeron al suelo. ¡Yo lo vi! ¡Y se rió también!
¡Reírme voy a hacer cuando estés completamente a merced de mi poder!
-¡Maldito mentiroso!
-¡¿CÓMO TE ATREVES A LLAMARLO ASÍ A MI HIJITO?! ¡ÉL ES UN COMPLETO CABALLERITO!
Petunia alzó una furiosa mirada. Harry se la respondió con mayor intensidad.
Ya no esperaba más, se iba de esa casa. Su familia no era sino una pesadilla. Su padre debió de haberse equivocado al buscar la dirección o sus retardados contactos no eran sino unos inútiles. Era eso, o es que Lily Evans había sido adoptada.
Punto. No había más que discutir.
-¡Estoy harto de ustedes! Harto de sus estupideces. De su fobia a la MAGIA –los Dusleys se sobresaltaron al oír la palabra.- Me han tratado peor que basura estas tres semanas. Francamente, preferiría morir a tener que soportarlos una vida entera –desahoga el niño- ¡No sé cómo unos muggles como ustedes pueden ser tan bajos e indeseables! ¡NO LOS SOPORTO! ¡No tengo la menor idea de cómo es que pueden ser familia de mi madre! ¡SON UNA PESADILLA!
Empezó a sacar su varita, un trío de obliviates y se podía largar de ese lugar para nunca volver. Pero antes...
-¡Reparo! –apunta al florero, jarrón o lo que sea.
Automáticamente se arma como un rompecabezas, quedando como nuevo.
Silencio incómodo.
-¡¿CÓMO TE ATREVES HACER INDECENCIAS BAJO MI TECHO?!
Vernon Dursley se lanza hacia el niño, quien es sorprendido por el gigantesco peso y la gran masa de grasa que impacta sobre él. Con sus gruesas manos rodeando el cuello de Harry, comienza a ahorcarlo. A intentar exprimir la vida de su ser.
¡SUFICIENTE!
Odio.
Del más puro y sincero.
Del más oscuro y macabro.
-Crucio –forzó lo poco de aire que le quedaba en los pulmones.
El efecto es inmediato.
El abominable hombre de manteca rueda por el suelo. Músculos contraídos en dolor. Gritos agonizantes partiendo de su garganta.
Harry se levanta lentamente.
Respira presenciando el espectáculo.
Su mirada sombría. Sonrisa cruel y despiadada.
-¡¿QUÉ LE HACES A MI PAPI?! –grita el atorrante ballenato junior.
Suelta el hechizo por un instante. Recordando los hábitos de los death eaters, crea una barrera de silencio alrededor de la casa.
Así los gritos no los escucharían sus vecinos.
-Siempre le he dicho a mi padre que no me agrada torturar, –comenta casualmente, como si hablara del clima- pero tengo que admitir, que ustedes son una excepción a mi regla.
Sonrisa hambrienta.
-Petrificus Totalus -apunta a Dudley.
No quería encargarse de él por el momento.
Regresa su mirada a su tío, quien se hallaba jadeante en el suelo.
-Posición fetal, ¿eh? –ríe sarcásticamente- Eso es tan común, Vernon... ¡Wingardium Leviosa!
Estrella al regordete hombre contra el techo, para luego dejarlo caer bulliciosamente.
Bueno, un par de huesos rotos no le harían mal.
-Considéralo un pequeño pago por todo lo que me hiciste estas semanas. ¡Crucio!
¿Pero, dónde estaba Petunia...?
Recorre su vista por toda la habitación.
No estaba.
Tenía que buscarla, antes que...
Una nerviosa mujer hecha trapos entra a la sala. Por un momento, Harry no sabe qué pensar.
Hasta que levanta sus brazos.
...
Dispara.
Atónito, cae al suelo. La sangre fluyendo rápidamente de la herida.
-¿Una pistola? –pregunta incrédulo.
Petunia, recuperándose del primer impacto, vuelve a apuntar al niño.
-Avara kedavra
No había mucho que pensar. No podía morir en las manos de sus asquerosos familiares. ¡Sobretodo si eran muggles!
Cae muerta al suelo.
Intenta ponerse de pie.
No puede.
La bala había penetrado en su estómago, le causaba intenso dolor el sólo moverse.
Tenía que irse.
Ahora.
-Accio papeles -visualizando claramente qué documentos eran los que quería.
No serviría si era sepultado bajo diccionarios, guías telefónicas, cuadernos...
Movimiento lo alertó.
-Avara kedavra
Adiós Vernon.
Unos papeles entran volando a la habitación.
-Piro destructo -señalándolos.
Cenizas y llamas caen al suelo, dando la ilusión de fuegos artificiales.
Sólo faltaba alguien...
-¿Qué voy a hacer contigo, Dudley? –murmura.
La figura se mantuvo inmutable, aunque imaginó que sus ojos bailaban en desesperación.
-Te odio, ¿sabes? –hace una pausa, observando atentamente la forma de su primo- Pero, ¿valdrá la pena asesinarte? ¿Qué opinas? –sonríe burlonamente- Finite Incantatem
Cuando se pudo mover, el otro niño le fijó una mirada de pleno pavor. Estaba pálido y todo su cuerpo temblaba.
-¿Nada que decir? –observándolo peligrosamente.- Eso pensé...
Sonrió cruelmente.
-Imperio
Un velo vacío y nublado cubre los ojos del pequeño rinoceronte. Se levanta para recoger el arma de fuego utilizada por su madre.
Le ordenó esperar a que alguien llegara a la casa. Luego tenía que confesar haber ocasionado todo el desastre y suicidarse delante de ellos.
-Morsmodre -agita sin energías su varita, enviando la Dark Mark al cielo, por encima de la propiedad de 4 Privet Drive.
Cerrando los ojos y respirando hondamente, Harry visualiza la forma física del Parsithel.
Nagi, espero que no haya nadie con mi padre... –comenta a la antigüedad.>
Tomando un poco de sangre que aún brotaba de la herida, se aferra a la joya, llamando al lazo psíquico existente entre su padre y él. Deseando llegar a su lado.
Inmediatamente.
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Oh… Quizá fui demasiado malvada con los Dursleys? ^^;; JAJAJAJAJAJA XD Se lo merecen! Los odio!! ¬¬ Bueno... Para defenderme diré que Harry no es tan inocente y puro como lo era antes. Imagínense que para llevar a cabo todo lo que a hecho en la última escena, debió de haber dejado de ser ya un niño... Por último... No. Aún no acabo de jugar con nuestro muchacho en esta edad... ^.^ El siguiente capítulo seguirá siendo a los 8 años... Sobretodo porque quiero ver cuál es la reacción de Voldie ante todo el asunto familiar ^.- |
