Pertenecer a una de las bandas más exitosas del momento, tener una carrera como solista con bastante reconocimiento, conocer músicos maravillosos, todo ello tras aprender a tocar la guitarra a los 15 años sin tener ningún contacto previo con el mundo de la música más allá de ser una oyente casual. Esto parece sacado de un libro motivacional, pero es una historia real, la mía, y en gran medida fue por pura suerte, la suerte de encontrar a las personas adecuadas en el momento preciso. Siempre he sido relajada y despreocupada, dejándome llevar por la corriente en más de una ocasión, pero también puedo ser muy determinada cuando alguna idea cruza mi mente. Todo eso, junto a mi suerte, ha sido la causa de que esté donde estoy ahora.

Houkago Tea Time es importante para mí, lo fue desde el primer día, cuando Ricchan, Mio-chan y Mugi-chan tocaron para mí en un intento por hacer que me uniera a ellas y así salvar el club de música ligera de Sakuragaoka de su cierre, pese a que no tenía idea de cómo tocar la guitarra. Pero también he tenido momentos en los que he querido hacer cosas por mi cuenta, como cuando participé en aquel concurso de talentos buscando ganar el primer lugar y darle el premio a la abuela Tomi, una anciana vecina de mi familia que nos tenía mucho aprecio y cuidó de mi hermana y de mí en más de una ocasión. Si bien no logré ganar esa vez, sí aprendí una valiosa lección: nunca confundas la salsa de soja con el azúcar… Y también que hacer las cosas por tu cuenta no siempre significa hacerlas a solas. Precisamente el deseo de hacer cosas por mi cuenta fue lo que me llevó a conocer a dos chicas talentosas, pasionales y, sobre todo, pacientes con mi forma de hacer las cosas.

Todo comenzó cuando escribí una canción que, si bien su letra iba acorde con las demás letras de la banda, en mi cabeza no sonaba a algo que Houkago Tea Time hiciera. Cuando se la presenté a nuestro productor musical, él estuvo de acuerdo en intentar que fuese mi debut como solista, y de inmediato comenzó a contactar personas para iniciar con todo el proceso previo a la grabación y producción.

Si bien había cierta confianza en que mi canción pudiera llegar a ser exitosa, la discográfica no quiso arriesgar demasiado, así que contábamos con un presupuesto algo limitado. El productor sugirió que les pidiera a las demás chicas de la banda que me colaboraran, algo a lo que era renuente. No le veía sentido a grabar una canción con todas ellas sin que fuese de la banda. Aun así, cuando les comenté la situación, Mugi-chan se ofreció de inmediato a colaborarme grabando teclados y haciendo arreglos. Por entonces llegó a nosotros una joven universitaria en busca de un trabajo a medio tiempo. Fue una grata sorpresa enterarnos que estudiaba batería en un conservatorio y que, si bien sus estudios iban más enfocados al jazz, se desenvuelve con soltura en cualquier género. Ya que ella no iba con muchas expectativas de conseguir algo más allá de algún trabajo en limpieza o en atención al cliente, se sorprendió gratamente cuando le ofrecimos ser mi baterista para esa grabación. Desde la primera vez que ensayamos juntas, Junna Inoue —como es su nombre— y yo descubrimos que tenemos una química especial, y es gracias a ello que ella sigue siendo mi baterista a día de hoy, e incluso llegó a suplir a Ricchan cuando se rompió un brazo hace unos años.

Mio-chan se enojará si se entera de esto, pero buscar un bajista no estaba dentro de nuestras prioridades a la hora de grabar. Nuestro productor incluso insinuó que yo podría grabar las líneas de bajo. Es cierto que aprendo rápido y que, en un nivel básico, pasar de la guitarra al bajo no es difícil, pero esa idea no era de mi agrado, tanto por mi falta de entusiasmo con la idea de tocar otro instrumento que no fuera mi guitarra, como por el hecho de que sea quien sea que vaya a tocar cuando nos presentemos en vivo, debe tener química con Junna y conmigo, y quería evaluar eso antes de terminar de grabar. Junna entonces sugirió a una conocida suya que, si bien se especializó en el contrabajo, también ejecuta el bajo eléctrico con maestría. Su nombre es Sapphire Kawashima, aunque prefiere que le llamen Midori.

En muchos sentidos, Midori se parece bastante a Mugi-chan. Ambas tienen cejas pobladas y una cabellera que tiende a ser rubia, ambas provienen de familias adineradas, las dos tienen un gran corazón y son muy amables, y ambas son bastante apasionadas por la música, aunque ninguna estudió en el conservatorio. Midori estudió diseño de modas y es quien se encarga de mi vestuario para las giras y videoclips. Incluso ha hecho algunos diseños para Houkago Tea Time cuando los de Sawa-chan no nos complacen.

AL igual que con Junna, la conexión con Midori fue inmediata, algo que agradezco a las deidades. Admito que, cuando me dijeron que ambas habían pertenecido a una banda sinfónica con un profesor super estricto, y que llegaron dos veces a las nacionales, ganando oro en una de ellas, temí que ellas fueran tanto o más estrictas que Akira y Azu-nyan juntas, y si bien ellas son bastante dedicadas, se han acostumbrado a mi ritmo de trabajo.

Mi primer single tuvo una buena acogida, y gracias a ello, nuestro productor tuvo vía libre para hacer un segundo, luego un tercero, luego un álbum, y así mi carrera solista fue adquiriendo forma. Varios músicos han pasado por las grabaciones y giras, pero Midori, Junna y yo hemos sido el eje principal de cada una de las canciones que he lanzado fuera de Houkago Tea Time. Hemos pasado por tanto juntas que considero que somos una banda y ya no solo mi carrera como solista. Realmente agradezco haberlas conocido.