Nota Previa: Slayers y todos sus personajes son propiedad de Hajime Kanzaka y Rui Araisumi. Los personajes nuevos me pertenecen, si deseas usarlos en cualquier otro fic no hay problema, pero avísame antes.

Prologo: "Una Nueva Vida"

Por Rinita_Inverse

- Mi Lady, su padre ha muerto. - La joven frente a él, no se inmutó.

-  Ya era hora, estaba muy débil y se quejaba todo el tiempo.

- Mi señora, sabe que antes de poder regir el reino debe pasar una prueba.

- Así es, pero no podía saber cual era hasta que mi padre muriera, ¿verdad?

- Correcto, y como ya ha ocurrido, aquí esta la prueba. - el joven, que aun permanecía inclinado, se puso de pie acercándose a la princesa, buscó en su bolso y le entregó un pergamino.

- Déjame ver. - la chica lo recibió y abrió inmediatamente. Esto será divertido. - exclamó finalmente esbozando una maliciosa sonrisa. - Conque la primera princesa del Reino de Sailune, La Capital de la Magia Blanca. ¿Y que? ¿Solo debo deshacerme de ella?

- Si, mi Lady.

- Partiré ahora mismo. Prepara mi traje de batalla. También encárgate del entierro de mi padre, que se le rindan los honores correspondientes. Después de todo, fue un héroe de guerra.

- Si, Mi Lady. - se dio media vuelta y salió de la habitación.

La chica permaneció unos minutos mas en el salón del trono, se sentía inquieta. Sabia que su objetivo no era rival para ella, por lo que le habían informado, la primera princesa de Sailune tenia un par de años mas que ella y manejaba muy bien la magia blanca, sin embargo, ella como princesa de "Reino Negro" no sólo conocía a fondo la magia negra, si no que casi la totalidad de la magia astral, sin mencionar que en los últimos meses se había dedicado a aprender magia del caos. Esta ultima era muy peligrosa y de un nivel muy elevado, pero ella había logrado aprender las bases de esa poderosa magia junto con sus hechizos básicos y por supuesto que conocía los riesgos que corría al invocar el poder de la Diosa Dorada.

A pesar de la confianza que se tenia a si misma, sentía que algo iba a pasar, no sabia con certeza que era, pero fuera lo que fuera cambiaria drásticamente su vida.

Dejó sus inseguridades de lado y se encaminó a su recamara. Una vez ahí, frente a un espejo de cuerpo entero, encontró su traje de batalla: completamente negro,  de una tela muy especial de apariencia frágil y flexible, pero mas resistente que cualquier armadura, perfecta para mantener la agilidad necesaria en un combate.

- ¡¡Ah!! Se nota  que ya me conoce bien. - dijo mientras se quitaba la ropa para luego introducirse en la bañera que la esperaba preparada con sales y aceites de propiedades relajantes. - El agua esta deliciosa. - sonrío complacida y se sumergió completamente sintiendo como los poros de su piel se abrían y purificaban.

Unos treinta minutos mas tarde, la chica se encontraba frente al espejo agregando los accesorios de combate a su traje. La delgada tela hacia resaltar su frágil y fina figura. Su rostro estaba semi cubierto con un pañuelo de la misma tela del traje. El cabello de la joven era tan rojizo como el sol al atardecer y contrastaba con su oscura vestimenta. Sus brillantes ojos como el fuego dejaban al descubierto la pasión de su alma.

Disfrutaba de los lujos que tenia por ser quien era, pero ser princesa para ella no era importante, lo que realmente contaba eran las misiones que se le daban al tener ese rango. Solo los habitantes de Reino Negro conocían la ubicación de la ciudad, la razón era muy simple, La Capital de la Magia Negra estaba oculta a los intrusos por medio de un hechizo que mantenía el monarca, era prácticamente indestructible, mientras su creador estuviera con todas sus fuerzas. Sin embargo el punto débil  del hechizo era que solo cubría la superficie de la ciudad, no alcanzaba el sistema de pasadizos subterráneos que recorrían todo el reino. Ahí era donde entraba ella, como princesa, tenia la obligación de proteger el reino contra los intrusos que lograran encontrar alguna entrada subterránea. Rara vez ocurría, pero cuando pasaba lo disfrutaba plenamente. Todo aquel que tuviese la mala suerte de cruzarse en su camino terminaba deseando no haber nacido, decir que los torturaba es poco. Les mataba tan lento como le era posible, incluso a algunos los conservaba para poder practicar sus conjuros nuevos con ellos.

Pero eso era antes, ahora, con la muerte de su padre, Lina Darkkami, princesa de Reino Negro se convertiría en soberana: y su principal preocupación debía ser siempre el bienestar de su pueblo, y para ello era indispensable mantener la barrera mágica que  protegía a la ciudad de las miradas curiosas de aquellos mortales que hacia mucho tiempo les había condenado por su magia.

Terminó de poner su delgada espada en el cinturón, se miró al espejo revisando que todo estuviera en orden. Alguien golpeó a la puerta, en la habitación entró el mismo sujeto que le había entregado el pergamino.

- ¿Cómo estuvo el baño? - Preguntó con un suave tono.

- Delicioso. Te lo agradezco. - Lina le hablaba mientras recogía su largo cabello de fuego en una cola alta, dejando al descubierto dos puntos en su frente, símbolo de pertenencia a la familia real.

- Quisiera ir contigo, permíteme acompañarte.

- Lo siento, pero debo ir sola, alguien podría pensar que me estas ayudando y eso anularía la prueba.

- Comprendo. - su mirada triste volvió a iluminarse. - entonces déjame hacer esto. - se acercó a ella y levantó la barbilla de la pelirroja. En un principio solo rozó sus labios, pero inmediatamente comenzó a besarla suave y tiernamente. Lina intentó alejarse de él, pero no tardó mucho en corresponderle el beso. El chico pasó sus brazos alrededor de su cuello y la atrajo mas hacia si, finalmente rompieron el beso, mas no el abrazo, Lina acomodó su cabeza en el pecho del sujeto.

- ¿Me esperaras, verdad?

- Todo el tiempo que sea necesario, mi princesa.

- Te amo Seth.

- Y yo a ti.

Seth tenia el cabello corto y color castaño claro, para su edad era bastante alto, media 1.68 aproximadamente, era un par  de años mayor que Lina. Con solo 15 años había logrado convertirse en uno de los soldados de la guardia real, en la cual solo podían entrar los mas poderosos. El rey considero que, por su edad, seria una buena compañía para su hija y le asignó la protección de la misma, en poco tiempo se hicieron muy amigos, iban a todas partes juntos, incluso entrenaban juntos. Su nivel de magia era casi tan alto como el de la princesa, aunque esta ultima por pertenecer a la familia real tenia mucho mas poder que cualquier otro habitante de Reino Negro.

- Mi Lady, ¿Estas segura que quieres partir hoy? Podríamos pasar la tarde juntos y…

- Cuanto antes acabe con esto, mejor. - dijo liberándose del abrazo y regresando a la verificación de su equipo. - por favor, podrías preparar mi dragón.

- ¿Hay forma de hacerte cambiar de opinión?

- No. - contesto jugando con los cabellos del chico.

- De acuerdo, entonces iré a ver a Draco. Dime algo ¿No será demasiado llevar al dragón?

- Es mas rápido que un caballo.

- Ya lo se, pero….

- ¿Acaso no quieres que regrese pronto? - la mirada de la chica se volvió amenazadora.

- ¡¡Por supuesto que si!! Por eso te dije que iba a ver tu dragón… nos… nos veremos. - Seth desapareció de la habitación tan rápido como pudo.

- Que gracioso es. - dijo sonriéndole al espejo.

Lina salió por fin al patio donde Draco la esperaba.

- ¡¡Atención todos!! -  tanto los guardias como los miembros del consejo se pusieron firmes ante la voz de su princesa y futura reina.

- Mi guardián personal, Seth, se quedara a cargo del reino junto al consejo, recuerden que la ultima palabra siempre la ha de tener Seth.

- Si mi lady! – fue la única respuesta que recibió por parte de los presentes, luego se acercó a Seth y le susurró al oído.

- Cuídate, volveré pronto.

- Te amo. No lo olvides. Cuídate mucho, por favor.

Sin mas palabras la chica montó su dragón y se alejó, perdiéndose entre las nubes.

- "Eh? Que es esto? Siento como si el corazón se me encogiera, tengo un mal presentimiento... mi princesa, regresa pronto..." – Seth permaneció quieto y en silencio, con la mirada perdida hasta que su amada se perdió entre las nubes.

Después de unas cuantas horas de vuelo Lina vio por fin la cúpula del templo principal de Sailune. Volaba tan alto como le era posible para escapar a las miradas curiosas de los aldeanos, pero cuando por fin se encontró sobre la ciudad hizo que su dragón descendiera un poco y que se mantuviera en el aire, estático, como si de un colibrí se tratara.

- Mi pequeño Draco, cuando veas que toco tierra regresa a casa y entrégale esto a Seth.

- Será un placer, mi lady. Que tenga suerte.

- Gracias, nos veremos en unos días!!

Lina saltó al vacío y justo cuando estaba por estrellarse contra el piso una corriente de aire se formó a sus pies, deteniendo su caída y depositándola suavemente en el piso.

- "Así que... esta es la Capital de la Magia Blanca. En fin, no podía esperar mas de los lideres de un poder tan débil ofensivamente. Basta de presumir, tengo que llegar al palacio cuanto antes.  Así me quedara tiempo para recorrer un poco esta parte del mundo. Así que... rápido, rápido sin que nos vean..."

Se movía velozmente, como si traspasara de un lugar a otro atravesando distintos planos, sus pies apenas si tocaban el piso.

El palacio de Sailune era realmente enorme, muy hermoso a la vista de cualquiera, sin importar que supiera o no de construcciones. A lo lejos se podía divisar a una joven de aproximadamente 17 años, estaba siendo escoltada por un soldado y un sacerdote de Ciphied. Los tres se dirigían al salón del trono y parecían llevar mucha prisa.

- Su majestad. – en cuanto llegaron a su destino, los tres se inclinaron en una reverencia, la joven se adelantó un poco y se dirigió a la reina. – he venido advertiros, la familia real corre un gran peligro.

- A que te refieres, Caballero Ciphied? – preguntó la soberana, manteniendo la calma en todo momento.

- Corre el rumor que Reino Negro busca un nuevo soberano.

- Reino Negro? Realmente existe? – intervino el rey entrando en el salón.

- Así es alteza, es bien sabido por nuestra orden que para probar  que merecen el cargo deben eliminar al primer heredero al trono del reino mas poderoso e influyente. En esta ocasión, mucho me temo que Sailune ha sido escogido por ellos.

- Entonces, el primer descendiente... Gracia!! – por primera vez la reina perdía el control ante visitas, pero a nadie pareció sorprenderle.

- Así es majestad.

- General!! – el potente grito del rey hizo que el aludido entrara a toda prisa al salón de la reunión.

- Su alteza? – dijo inclinándose en señal de respeto, para luego cuadrarse y esperar sus ordenes.

- Refuerce la seguridad del palacio, que nadie entre o salga sin que lo sepa. – el general de la guardia real se limitaba a tomar nota mental y a asentir. – y... por ningún motivo pierda de vista a las princesas, en especial a Gracia. Que dos de sus mejores hombres estén siempre a su lado. Sailune esta en estado de alerta. Pero tenga claro que solo quiero un refuerzo  en el palacio, no queremos alarmar a los reinos vecinos. Queda claro?

- Si majestad. – el general llevó una mano hasta su frente a modo de saludo, chocó sus talones y dio media vuelta para cumplir con sus nuevas ordenes.

- Philionel... – el caballero de Ciphied se acercó hasta el monarca y puso su mano en el hombro. – yo misma me encargare de proteger a la princesa.

- Te lo agradezco, Luna.

- Es mi deber. – dijo sonriendo. – Se dice que Reino Negro es el origen de la magia negra. Los ancestros de la actual familia real crearon ahí los primeros hechizos que pedían su poder a los demonios. La Orden de Ciphied tiene la misión de mantenerlos a raya, aunque en muy pocas oportunidades intervienen en asuntos internacionales, prefieren el anonimato. Pero nunca faltan aquellos hombres ambiciosos que por las ansias de la fama y el poder buscan guerra con otros países, muchas de las grandes guerras del pasado fueron provocadas por monarcas de Reino Negro que fueron corrompidos. Los soldados sobrevivientes de Reino Negro se refugiaron en distintos pueblos y ciudad, puesto que ya no podían regresar a su ciudad natal, así fue como la magia negra se expandió por el mundo, especialmente por el continente en el que vivimos.

- Si lo que nos dices es cierto, como es que nadie ha escuchado nada acerca de ellos?

- Por alguna razón han decidido mantenerse alejados del mundo y no quieren que extraños pisen sus tierras. Reino Negro esta oculto cerca de El Desierto de la Destrucción. No conozco su ubicación exacta, pero según cuentan algunos libros se encuentra en el vecino reino de Elmekia, pero nunca nadie a podido dar con el.

- Ya veo.

- Con su permiso, majestades. Debo asegurarme que la princesa Gracia este bien.

- Adelante. Yo también me retiro, necesito tomar algo de aire fresco. Estaré en el jardín si me necesitan. – sin decir mas la reina abandono el salón del trono.

- "Quien será? A ver... alguien de 15 años... quien... donde estará? No veo a nadie... Hey!! Hay muchos guardias! Habrá pasado algo? O quizás... ya saben que estoy aquí... esperen... y esa presencia? SI! Sin duda Ciphied también esta aquí." – la expresión de sorpresa que adornaba su rostro cambio rápidamente a satisfacción. – "que gusto me daría poder enfrentarme al Caballero de Ciphied!! O un sacerdote!! Incluso me conformo con un simple soldado!! Dicen que son mucho mas fuertes que un guerrero ordinario, sobre todo ese Caballero Ciphied... Muy bien!!  Lo que buscaba, un guardia solitario al cual preguntarle sin llamar la atención".

Con movimientos rápidos y certeros saltó hasta quedar justo delante del guardia, sin ser notada por nadie mas. Antes de que pudiera respirar, Lina amenazaba al pobre infeliz con la hoja de su espada pegándola a su garganta.

- Quien... quien eres?

- Silencio, las preguntas las hago yo. Si gritas o intentas escapar harás que esto termine mas rápido de lo que espero, comprendes? – asintió levemente, casi paralizado por el terror de perder su vida. – Dime donde encuentro a la primera princesa.

- Que piensas hacerle?

- Que dije de las preguntas? – Lina presionó aun mas su garganta, causándole un intenso dolor. – Donde esta?!

- En los jardines reales.

- Tienes familia? – el soldado volvió a asentir, era cierto, pero tenia la vana esperanza de que le dejaría ir por compasión, se equivocó. – bien, déjame decirte que si me estas mintiendo buscare a tu familia y les haré algo mucho peor. Es tu ultima oportunidad. Estas seguro de que se encuentra ahí?

- Ahí fue la ultima vez que la vi. – su voz era casi inaudible.

- Y eso fue...?

- Hace unos diez minutos.

- Te lo agradezco. – por fin le quitó el arma del cuello y sin ni siquiera inmutarse la clavó en el corazón del desgraciado. De la boca del soldado no salió ni el mas mínimo sonido. La pelirroja limpio la hoja ensangrentada con un rápido movimiento y envainó la espada, luego se elevó en el cielo para buscar el famoso jardín real.

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Notas de Autora: Hola!! Aquí llego con una nueva historia!! Universo alterno, a puesto a que piensan eso... pues, no, no lo es, o quizás si... quien sabe... |||^_^|||  Sore wa himitsu desu.

Esta historia no esta terminada, pero esta bastante avanzada (solo falta transcribirla al pc) y necesito la opinión de ustedes para seguir con ella.

Fecha de inicio: 25-02-2003.

Dudas, comentarios, reservas mentales, criticas constructivas, etc a Rinita_Inverse@yahoo.com o simplemente deja tu review.

Este capitulo esta dedicado a "Pain"... Chico, la salida mas fácil y cercana no es la solución, dejaste a muchas personas con el corazón hecho trizas... aun así, espero que donde quiera que estés, estés bien y hayas encontrado la paz y tranquilidad que buscabas.

17/03/04