Capitulo 1: "Reino Negro"

Nota Previa: Slayers y todos sus personajes son propiedad de Hajime Kanzaka y Rui Araisumi. Los personajes nuevos me pertenecen, si deseas usarlos en cualquier otro fic no hay problema, pero avísame antes. 

Cazia, una ciudad rica en minerales. Ubicada al sur del Reino de Elmekia, casi en la frontera con el Desierto de la Destrucción. Esta ciudad comenzó a prosperar cuando decidió obviar los mandatos del rey de Elmekia: dejó de pagar los impuestos y comenzó a  cultivar sus propios alimentos. Cazia era principalmente una ciudad minera, pero tenia excelentes terrenos para el cultivo que no podían aprovechar porque el rey Ether no quería que descuidaran sus labores con las minas. Les enviaba los alimentos que sobraban en el palacio con muchos días de retraso, las frutas llegaban casi podridas y la carne se veía en muy pocas ocasiones.

En ese entonces, el alcalde de Cazia era Tyrus Darkkami. Un hombre de 28 años, estudioso de las artes de la magia shamanica, muy diestro por cierto, enseñaba los principios de la magia a quienes quisieran, aunque muy precariamente. Las condiciones en las que se encontraba la ciudad eran demasiado deplorables como para preocuparse por la magia. El, junto al consejo de la ciudad, expusieron sus demandas a Ether: libertad para hacer con sus tierras lo que quisieran, rebajas a los impuestos y un porcentaje de las ganancias obtenidas de las ventas del mineral que extraían con tanto trabajo. Todos estaban de acuerdo con que solo exigían lo que les correspondía. Casi todas las otras ciudades de Elmekia tenían esos derechos, pero por alguna caprichosa  razón el rey discriminaba a Cazia.

Ether hizo oídos sordos a sus peticiones y les envió un ultimátum: o siguen como están, o se atienen a las consecuencias.

Los habitantes de Cazia se inquietaron ante la posibilidad de enfrentarse al ejercito del rey e intentaron disuadir al consejo. Tyrus se negó rotundamente a ceder y se las arregló para conseguir el apoyo de la mayoría.

El estar tan retirados del castillo de Elmekia les dio tiempo de construir un pequeño muro alrededor de la única entrada que tenia la ciudad, puesto que sus otro limites eran montañas tan altas y empinadas que seria inútil intentar atacar desde ahí, morirían antes de poder llegar a la cima. Hasta ese momento la ventaja la tenían ellos.

Cuando el ejercito de Ether llegó por fin, encontraron a varias docenas de aldeanos dispersos y armados con picotas, palas, azadones y otros instrumentos de trabajo, listos para atacarlos. Las sonrisas irónicas y sádicas de los soldados no se hicieron esperar, todos ellos venían en caballos, envueltos en gruesas armaduras de acero, espadas y lanzas del mismo material. Sin mencionar que entre ellos venían un par de hechiceros, tan poderosos como para invocar barreras de energía o curar a sus heridos; crear destellos para cegar al enemigo y enormes bolas de fuego para destruir las casas en cuestión de segundos.  Esos aldeanos no tenían oportunidad contra ellos.

- Esto será fácil. – el capitán Asarel esbozó una sonrisa confiada. – Atención todos, nuestras ordenes son entrar y acabar con todo el que este en nuestro camino. Solo aceptaremos la rendición si nos entregan a los cabecillas de esta seudo rebelión. ENTENDIDO!!??

- SI CAPITÁN!!

- Hechiceros! Ustedes vayan al centro de la ciudad y cúbrannos desde ahí.

- Como ordene señor. – ambos sujetos asintieron y se elevaron en el aire para poder llegar sin contratiempos a su destino.

- Ahora... ATAQUEN!!!

Mas de cincuenta soldados armados de pies a cabeza se lanzaron contra los inexpertos aldeanos.

La masacre fue total.

Nadie entregó a Tyrus, uno a uno caían niños, mujeres y ancianos, todos por igual. Darkkami se esforzó al máximo, a pesar de sus conocimientos mágicos no pudo contra los hechiceros que se encontraban en la plaza central de Cazia. No solo se enfrentó a ellos, peleó contra todo aquel que se ponían en frente, terminó agotado y herido de muerte.

Algunos de los aldeanos habían logrado refugiarse en las minas. Se sentaron a esperar que los soldados se retiraran del campo de batalla, ahora mas parecido a un río de sangre. Cuando por fin se sintieron a salvo salieron de su escondite y trataron de ayudar a los heridos. No había mucho tiempo, en uno o dos días enviarían a algunos soldados a limpiar la ciudad y traerían nuevos pobladores, todo seria tan rápido que nadie lo notaria, ninguna ciudad vecina les ayudaría, estaban totalmente perdidos.

- Maldición... debí prever esto...

- Tyrus, por favor, no se levante. Sus heridas se abrirán.

- Marcus, esto fue por mi culpa... – hizo a un lado al muchacho que le cerraba el paso y lentamente se dirigió hasta la puerta de una de las pocas casas que quedaban en pie. – Fue mi error y por lo mismo lo enmendare como pueda, aunque me cueste la vida...

- Ahora esta solo... somos muy pocos los que quedamos, y ninguno en condiciones de luchar... – el chico desvió la mirada. – si hubiera puesto mas atención a sus lecciones, maestro... lo único que pude hacer fue correr a esconderme, soy un inútil.

- No es tu culpa, aun eres muy joven. Hiciste lo correcto, soldado que huye sirve para otra batalla. – Tyrus se esforzó y le dedicó una sonrisa sincera.

- Maestro... – Marcus también sonrió.

- Volverán pronto, tenemos que hacer algo para que no acaben con nosotros. Me ayudaras?

- Claro!

- Recuerdas que te mencione que existen dos grandes razas superiores al hombre? – Al ver que Marcus asentía el hechicero continuó su discurso así como su lenta caminara entre los escombros de la ciudad. – Bien, la magia que te enseño es la magia espiritual, aquel poder que une tu fuerza directamente con los cuatro elementos y les da forma. Bien, eso no es suficiente para ganar en esta ocasión. La magia blanca, la que proviene de los dioses solo nos protegería por un tiempo.

- Maestro, no estará pensando en invocar a algún mazoku... verdad?

- Exacto. – los ojos del muchacho se abrieron tanto que por un momento Tyrus pensó que se saldrían de sus orbitas. – A pesar de que los humanos conocemos su existencia, ninguno se ha atrevido nunca a invocar su poder. Los grandes mazokus, aquellos que tienen poder para hacer de un humano un ser poderoso... no pueden ser llamados por un simple hechicero, además, aunque lo lograran nada asegura que aquel ser cumpla con los deseos de su invocador.

- Pero son demoníacos!! No podemos, no puede...!!!

- Creo que si puedo hacerlo. Pero necesitare tu ayuda para preparar un altar de invocación, lo harás? – aun con dudas asintió finalmente.

- Si usted dice que podemos vencerlos haciéndolo, entonces le ayudare.

En el centro de la plaza reunieron a todos los aldeanos sobrevivientes. Todos debían estar presentes para recibir los supuestos beneficios que les otorgaría aquel ritual.

- Oh! Poderosa reina que vives en la oscuridad. Clamo por tu ayuda, clamo por tu poder. Acude a nosotros, concédenos tu protección!! Oh poderosa Señora de las Bestias... Juu-ou¹!!! – Tyrus repitió  el verso una y otra vez. Exhausto por las heridas y el cansancio que producía estar dos horas de pie con los brazos extendidos al cielo, el alcalde estaba a punto de rendirse. Repentinamente el circulo mágico en el cual estaba parado comenzó a brillar, de entre el resplandor apareció la figura de una joven mujer de no mas de 20 años, cabello largo y violáceo, de tez morena y finas curvas. Brazaletes de oro adornaban tanto sus muñecas como sus tobillos y llevaba un largo y ajustado vestido blanco con cortes desde los muslos hasta las rodillas y un pronunciado escote. Cuando por fin desapareció el resplandor, la mujer se acercó a Tyrus. Su mirada era de enfado.

- Como osas molestarme así?! – al hablar dejó escapar el humo de su cigarrillo sobre el rostro del hechicero que se esforzó al máximo para no toser sobre la recién llegada. Tyrus estaba nervioso, nunca había intentado algo así y se había arriesgado mucho al llamar a un Dark Lord, a un ser con tanto poder, pero quería que valiese la pena el esfuerzo. – Estoy esperando una respuesta!! Llevas hora tratando de invocarme!! Quien te enseñó ese versó!? Un niño!! Si estoy aquí es solo porque ya me tenias harta; tu voz resonaba como un cascabel en mi cabeza!!!

- Le ruego me perdone. – Tyrus se inclinó e hizo una reverencia, su semblante era tan serio que intrigó  al ama de las bestias. – Siento mucho haberla molestado, pero necesitamos con urgencia su intervención en nuestro favor. – la demonio miró a su alrededor y vio el desolador paisaje, todo destruido y unos cuantos humanos malheridos era lo único con vida.

- Así veo, esto es un desastre. Pero... no me interesa, si ya no tienes mas que decirme, me retiro y será mejor que no molestes mas con tu patética invocación, no funciona. – la mujer hizo ademán de desparecer, pero Tyrus se arrojó a sus pies.

- Por favor, reconsidérelo. Se lo ruego.

- Dime, que estas dispuesto a ofrecer a cambio de mi ayuda? Y que es exactamente lo que quieres?

- Quiero que me des el poder para derrotar a mis enemigos, que me lo des a mi y a los que se encuentran presentes. Y si el precio es mi vida, que así sea.

- Jajajaa, muy bonito. – el ama de las bestia rió de buena gana, dejando atónitos a todos los aldeanos. – Pero tu vida no me sirve, no si estas muerto. – la mujer sonrió con placer. – Este es el trato. Te daré el poder que tanto quieres, pero... – hizo una pausa dramática. – tendrás que servirme. – Tyrus le miró sin comprender. – No puedo perder mi tiempo con humanos, son basura, pero si esa basura se acumula... entonces comienza a apestar y termina provocando dolor de cabeza. Mientras me dedico a mis asuntos, te encargaras de hacer el trabajo sucio. Tu y tu gente usaran mi poder y harán lo que les plazca con el, pero llegara el día en que cobraré este favor, no importa que mueras, tus descendientes pagaran la deuda y no importa lo que sea, si no cumples, entonces todos serán destruidos de la peor forma posible. Y para que nunca olvides este pacto... conservaras ese aspecto hasta el día de tu muerte así como lo harán tus hijos y los hijos de tus hijos.... Aunque envejezcas por dentro, por fuera te veras casi igual. Si en el futuro descubren como pedir el poder de otros mazokus... recuerden que su lealtad siempre será para conmigo. – luego de una rápida mirada a sus compañeros, Darkkami finalmente asintió.

- Acepto. Tyrus Darkkami y todo aquel que viva en esta ciudad te honrara y servirá, hasta que la deuda sea pagada. Que mis descendientes lleven en su sangre el sello de este pacto y que con sangre paguen si lo transgreden.

- Que así sea. – la mujer cerró sus ojos y docenas de lobos salvajes aparecieron de la nada mordiendo a todo aquel que veían. Primero vino el pánico y la confusión, luego... el poder. Aquellos lobos les habían entregado una fuerza como nunca antes habían sentido. Una fuerza que recorría sus venas y se expandía por su cuerpo lentamente. – Zelas Metallium, ese es mi nombre. El nombre al que deben obedecer hasta su muerte. 

Asarel fue enviado de regreso a Cazia una semana después del primer ataque. A distancia aun se podían ver algunas columnas de humo producto del ataque anterior.  Esta vez el capitán venia solo con 20 hombres, y nada de hechiceros, supuestamente venían a retirar a los muertos y a ver si había sobrevivientes para terminar con ellos, el rey había decidido que todos murieran, así evitarían futuros conflictos.

- Detente ahí!

- Quien eres? Por que le cierras el paso a Asarel de Verná, capitán de la guardia real!!??

- No te dejare pasar.

- Tu y cuantos mas? – Asarel buscó con la vista, pero solo veía a un hombre.

- Conmigo será suficiente. Tyrus Darkkami acabara contigo!!! – sin dudarlo mas se lanzó al ataque. Con una ferocidad casi animal saltó sobre los soldados mas cercanos, acabó con ellos con dos potentes y certeros mandobles de su espada.  Luego cerró sus ojos para concentrarse mejor, llevó sus manos a la altura de su pecho y recitó unas palabras ininteligibles para los soldados. – ZELAS BRID!!!! – Un potente haz de luz salió de las manos de Tyrus y destruyó a la mitad de los soldados. – vaya, estoy mejorando. Probemos con algo menos complicado... FIRE BALL!!!! – los soldados comenzaron a huir, ese hombre había acabado con la mitad de su tropa en solo unos segundos era obvio que no deseaban quedarse y ser los siguientes, pero no tuvieron tiempo de escapar, el fuego los rodeó antes que pudieran percatarse de ello. – bien! Ahora solo queda el maldito capitán... que se siente saber que vas a morir?

- Bastardo... – Asarel estaba desconcertado y no atinaba a moverse.

- Jajajaja, eso debería decirlo yo... pero no te preocupes, no te matare, necesito que alguien le de un mensaje a "su majestad". Dile que ya no le serviremos mas, que ya no pertenecemos al reino de Elmekia. Si vuelve a enviar tropas, no recibirá mas que cadáveres y créeme que no serán los nuestros. Si algún soldado se acerca lo mataremos sin aviso y, si la molestia es grande, visitaremos a Ether en su palacio y le haremos ver nuestro descontento en persona. Queda claro? – Darkkami invocó una ráfaga de viento y botó a Asarel de su caballo, rápidamente le tomó por el brazo y comenzó a ejercer presión. – no te escucho...

- Por que... tendría que... hacerte caso... – sentía un dolor inmenso, pero su orgullo no le dejaba rendirse tan fácilmente ante un simple aldeano. Y a Tyrus realmente no le importaba lo que le pasara a ese hombre, simplemente quería asegurarse de que ya no los molestaran mas. Siguió ejerciendo presión hasta que finalmente el hueso hizo un sonido sordo.

- Por que seguiré rompiendo tu cuerpo hasta que me respondas... quieres hacerlo ahora?

- De acuerdo. Le diré... lo que quieres.

- Bien. Espero no volverte a ver por aquí. 

Asarel se puso de pie y como pudo llegó hasta su caballo, montó en el y se fue galopando hacia el palacio del rey Ether a toda prisa.

Después de lo ocurrido el rey envió dos expediciones mas, pero obtuvo el mismo resultado. Se decía que incluso los mas pacíficos se habían vuelto animales para defender sus tierras, mas que humanos era como lobos salvajes.  Finalmente Ether desistió y Cazia se independizó.

Bajo la dirección de Tyrus Darkkami la ciudad fue reconstruida y convertida en una ciudad fortaleza. El rumor de que sus habitantes habían invocado a mazokus para lograr sus objetivos se expandió rápidamente. Muchos hechiceros llegaron desde lejanos lugares solo para comprobar si era cierto. Se establecieron ahí para aprender los secretos de la magia negra. Se crearon grandes bibliotecas lo que atrajo a turistas y hombres deseosos de conocimientos y poder. Limpiaron las tierras y las sembraron, dejando de lado aquellos tiempos en que vivían solo de la minería. El comercio con ciudades vecinas fue creciendo paulatinamente. Pronto Cazia seria una de las ciudades mas prosperas del reino de Elmekia.

Sin embargo, a pesar de que era una ciudad en extremo pacifica, los rumores acerca de sus artes oscuros no cesaban. No ayudaba el hecho de que el bosque cercano había sido inundado por una extraña niebla y una poderosa energía maligna lo cubría por completo. Algunos de los que osaron entrar en él y lograron salir  con vida comentaban que había lobos incluso tres veces mas grandes que lo normal, lobos demoníacos.

Hasta ahí no eran mas que rumores, pero cuando un embajador de Sailune se extravió camino a Cazia, todos aquellos que se sentían inseguros por las practicas de magia negra de la ciudad, les culparon y declararon la guerra.

Tyrus no deseaba pelear, por lo que creó un escudo alrededor de la ciudad. Los soldados enemigos pasaron días  enteros tratando de derribar el dichoso escudo, mas no lograron ni siquiera debilitarlo. Finalmente se resignaron y les dejaron en paz.

Ante la posibilidad de que quisieran atacarlos nuevamente, Tyrus mantuvo permanentemente el campo de fuerza. Todos los habitantes estuvieron de acuerdo, no necesitaban del mundo exterior, en Cazia tenían todo lo que necesitaban para vivir con comodidad.

El bosque maligno se extendió cubriendo por completo la única entrada a la ciudad. Lo único que hacia pensar en ella, eran las torres que se veían a lo lejos, cuatro torres negras como la misma noche. Con el tiempo la gente fue olvidando su nombre y ya solo se conocía como Reino Negro.

Pasaron los años y todo quedó en calma. Al morir Tyrus, su hijo Zathel asumió el trono. Poco a poco  el nuevo rey se fue corrompiendo al saberse poseedor de un gran poder. Organizó a sus hombres y se encaminó hacia las ciudades vecinas con la intención de ponerlas bajo su control.

En la batalla Zathel fue gravemente herido y siguiendo ordenes previas todos se dispersaron y huyeron del campo de batalla. Zathel fue llevado de regreso a Reino Negro y recuperó su salud, también su juicio olvidando por completo sus ansias de poder. Pero no todos lograron regresar a su ciudad, hubo muchos que se establecieron en nuevos lugares. Así, la magia negra de nivel medio dejó de ser exclusiva de Reino Negro y se expandió por el mundo. Aquellos que no regresaron les enseñaron a sus hijos y a todo el que estuviera dispuesto a aprender...

Finalmente Reino Negro se convirtió solo en una leyenda, una historia que contar a un niño antes de dormir. Pero la verdad era muy diferente. Los Darkkami siguieron al mando, habían logrado construir una ciudad prospera y pacifica lejos del resto del mundo.

El ultimo conflicto había ocurrido cuando el padre de Lina subió al trono. La reina anterior había estado gravemente enferma y la barrera se había debilitado tanto que varios hechiceros extranjeros aprovecharon la ocasión para intentar obtener los grandes secretos que los mazokus les habían confiado a los habitantes de Reino Negro hacia cientos de años. No sin esfuerzo pudo expulsarlos de sus tierras y destruirlos. Pasaron los años y finalmente llegó el momento de que Lina Darkkami se coronara como reina. Si lograba pasar la prueba seria reconocida como legitima sucesora, pero para adquirir el titulo nobiliario necesitaba contraer matrimonio, sin embargo no necesitaba preocuparse por eso. Después de todo, amaba a Seth y el a ella, no tenia que pensarlo dos veces para decir que quería pasar el resto de su vida a su lado. El seria el elegido.

La princesa llevaba fuera cerca de dos días, y todo el pueblo esperaba su pronto regreso con ansias para llevar a cabo la coronación. En ese reino la principal responsabilidad de los soberanos era mantener a salvo la ciudad de aquellos extraños que intentaran invadirla. Los monarcas o al menos uno de ellos debía conocer a fondo el arte de la magia negra ya que la barrera que mantenía oculto Reino Negro era generada por ellos.

Así, en tan solo unos días mas comenzaría una nueva época al mando de Lina Darkkami, aunque nadie sospechaba que  la joven no regresaría a cumplir su destino...     

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Notas de la Autora:

1.- Juu-ou significa "el ama de las bestias"

Bueno, mas que nada este ha sido un capitulo de relleno, con datos que solo servirán de referencia a futuros sucesos, pero que por ahora no sirven de nada.

Respondiendo un poco a lo que me dice Suisei...

"¿Sangriento? ¿Violento? ¿Cruel?" "...no me gustan demasiado las historias en las cuales se distrae al lector describiendo la muerte de los personajes..."

En serio piensas así? Bueno, yo tampoco se que decir, la verdad es que es fortuito, mi intención en ningún momento ha sido ser morbosa o algo similar, simplemente me "nació".

Ahora, mentiría si dijera que dejare de hacerlo o que lo cambiare... si vuelve a salir algo parecido y me agrada como queda, pues... se queda. ^_^U  También hará mas notoria la diferencia entre los personajes antes y después, quizás ahora eso no tenga sentido, pero mas adelante... bueno, si leen ya se darán cuenta. Lo cierto es, que la idea principal no es esa.

Y esop, gracias por leerlo y envíen sus comentarios sean buenos o malos (no teman que no muerdo) a rinita_inverse@yahoo.com o simplemente dejen un review.

23/03/2004