A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Da comienzo el fic cuya precuela, 1743, pudieron leer hace varios días. Es un injerto de crossover entre la obra de Tolkien y Saint Seiya. Digo que es un injerto, pues sólo extraigo algunos elementos que creí convenientes. Espero que no sea muy confuso, aunque si lo es, por favor, me avisan. Para los cálculos matemáticos, usé de referencia los años de 1743 y 2005, por lo que algunas cosas pueden no calzar con el anime o manga: espero que no se molesten con esta licencia que me tomé. Estén atentos a los cambios de locación; cualquier frase que aparezca de este modo ":frase:" indica una acción realizada durante los diálogos y por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Los personajes y conceptos extraídos del Silmarillion, El Hobbit o El Señor de los Anillos, o cualquiera de las obras asociadas, pertenecen al MÁS QUE GENIAL Profesor J.R.R. Tolkien. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa… o ella me da más trabajo a mí, como quieran verlo.

ADVERTENCIA.

Principio 85 para ver y entender Manga: El vampiro, monstruo o youkai no siempre es el tipo malo.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"Alicui in Amore Respondere."

("Responder al Amor de Otro.")

Obertura:

El Favor.

Cima del Taniquetil.

Dos meses después de la batalla contra Hades.

Manwë Súlimo, Señor del aliento de Arda, el primero y principal de los reyes de la tierra, asomó su mirada a los confines del mundo que custodiaba. Junto a él, estaba su esposa, Varda, también llamada Elbereth, la Dama de las Estrellas que conoce todas las regiones de Eä, poseedora de una belleza que no puede ser descrita con las palabras de los elfos u hombres. La reina le acompañaba como siempre, a observar las vastedades del mundo.

Manwë tomó la mano de su esposa y le dio un ligero apretoncito, que fue respondido con una sonrisa. Varda le guiñó un ojo y le tomó del brazo, recostándose en su hombro. Ambos inhalaron al mismo tiempo, disfrutando no solo del paisaje, sino de la balsámica presencia el otro.

Momentos de intimidad como este, eran muy escasos en Taniquetil. Estos dos difícilmente podían encontrar un tiempo a solas.

"Estás contento el día de hoy, Señor de toda Arda." Comentó Varda de pronto.

"Tengo buenos motivos. Los elfos se han portado bien, en la Tierra Media las cosas funcionan estupendo y no hay mayores problemas… y tengo a la más bella de todas a mi lado." Manwë observó a Varda con cariño. "Eso último es lo más importante. Si tal cosa no es un buen motivo para estar contento, entonces no sé que pueda ser."

El Rey de Arda, tan solemne él, aprovechando el inusual momento de intimidad con su esposa, la atrajo hacia sí con sus brazos para fundirla en un abrazo. Ambos juntaron las narices en traviesa inocencia, antes de juntar sus labios y besarse con ternura.

La calma, el sosiego, la delicia, parecieron colarse por cada rendija y el Taniquetil pareció sonreír cómplice y enternecido, mientras los reyes de Arda compartían un amoroso y buen beso que hacía tiempo se debían.

"… ahem."

"¡Aaaw! Qué lindo, un momento Kodak." Dijo una voz de pronto. "Hace tiempo que no los veía de arrumacos."

Las voces, una de ellas tan familiar como extraña, les cayó como un proverbial baldazo de agua helada y tanto Varda, roja como un tomate, como Manwë, evidentemente incómodo, se separaron y se alejaron varios pasos. Es que este par de esposos prefería la soledad para expresarse su cariño y el que tuvieran público los ponía muy nerviosos Entonces ambos giraron sobre sus talones para enfrentar a sus inesperadas visitas.

"¿Qué… magia es ésta?" Balbuceó Manwë. Varda rápidamente irguió la espalda con valentía.

Junto a ellos, había dos formas de energía que asemejaban formas antropoides. Era como verles y no verles al mismo tiempo. Irradiaban mucho poder y realeza. Ambos Valar tendieron a reconocer al menos una de ellas.

"¿Cómo están mis niños favoritos?" Preguntó una de las… ¿formas? Manwë y Varda intercambiaron miradas.

"¿Eru Ilúvatar?" Preguntó el Rey de Arda, extrañado.

"JAJAJAJAJA. Claro Que Soy Yo, Muchacho, ¿A Quién Esperabas? ¿A Tu Hermano, Quizás? Jejejejeje. Sí. Soy yo. Eru." Respondió una de ellas. Al pronunciar estas palabras, tanto Varda como Manwë cayeron en una profunda reverencia.

"Señor de los Ainur: ¿A qué se debe este inmenso honor?"

Manwë estaba por completo perplejo y extrañado. Nunca antes Eru había bajado hasta Eä por nada, ni siquiera para frenar las andanzas del Gran Enemigo, Melkor. ¿Acaso ya había llegado el final de las edades? Tragó saliva. Podía sentir junto a él la acompasada respiración de su querida Valier, Varda. Ella parecía estar pasando por lo mismo.

"No pasa nada malo, mis niños." Explicó Eru con amabilidad. "Si bien es inusual que baje hasta aquí, no es por nada malo. Manwë, de pie: tú que me conoces mejor que nadie, dime… ¿Te parece que vine a cerrar las edades del mundo?"

"No, Mi Señor. ¿Puedo preguntar por qué habéis venido?"

Eru se volvió hacia la otra forma antropoide que le seguía. Ambos eran flujo de energía, sus formas eran difusas, pero distinguibles… si bien ambos Valar reconocían una dignidad similar en ambas entidades, nunca antes habían visto, ni sentido, a esta persona.

"Os presento a Zeus, un buen amigo mío. Como yo, también es una divinidad, aunque rige un plano diferente a este." Explicó Eru. "Ha venido a pedirme un favor que le resulta muy caro y accedí a brindarle mi ayuda."

"Tengan Mis Saludos, Reyes De Arda." Zeus les saludó con cortesía. "Lamentamos la interrupción de su momento de intimidad."

Varda suspiró resignada: sus mejillas aún estaban sonrosadas y hubiera querido abanicarse el rostro. Manwë sonrió algo incómodo y no más porque era el Rey de Arda, no se llevó una mano detrás de la nuca.

"¿Qué es lo que necesitáis? Si está en poder de los Valar otorgarlo, lo haremos sin demora." Explicó Varda con una reverencia.

Eru asintió y estiró un brazo hacia el horizonte, en dirección hacia las Pélori. Manwë y Varda observaron con detenimiento, como un sector en específico resaltaba más que otros. Las Montañas de la Defensa, las más altas e infranqueables de toda Arda, lisas y severas, se imponían majestuosas… sin embargo Eru señalaba hacia un punto en específico en la base de las mismas, hacia un ínfimo paso, tan pequeño y disimulado como inaccesible: era como un hueco pequeño en la roca, lo bastante amplio como para albergar solo a una persona por vez, que estaba en la base de la imponente montaña y que daba a una suerte de muelle protegido y oculto a quien no supiera que estaba allí, que se abría hacia el vasto océano.

"Si una barca sale de allí, nunca irá a la Tierra Media. Ni las que lleguen de la Tierra Media, podrán acercársele, por muy buenos marineros que las naveguen." Aclaró Eru. "Si un bote zarpa desde allí, navegará algunas cuántas millas, pero no llegará a sus costas: ese lugar conecta este mundo con el que Zeus rige."

"En todas las dimensiones, hay lugares así." Aclaró Zeus mesándose el mentón. "Se crean en forma espontánea, aunque en este caso, Eru lo creó a propósito."

"No recordaba ese lugar. Nunca había pensando en él." Meditó Manwë en voz alta. "¿Por qué se nos explica esto?"

"Ya lo comprenderás, Muchacho." Dijo Eru con misterio. "Por ahora era necesario que lo recordasen: es parte del favor que Zeus me ha pedido."

"Veréis, tengo una hija." Dijo Zeus. "Esta es mi regalona y me preocupo mucho por ella. Al igual que ustedes veláis por Arda, Athena vela por la Tierra… en forma directa. Nosotros, los dioses, tenemos la capacidad de encarnar como seres humanos cada cierto tiempo… cada vez que mi hija baja al mundo humano, se enfrenta a serios peligros, y en esta encarnación en específico… ha estado en más problemas que en las anteriores."

"¿Acaso necesitáis un ejército que la ayude?" Preguntó Manwë con un dejo de inocencia. Eru negó amablemente con la cabeza.

"No es eso lo que Zeus necesita. Athena es astuta y tiene una buena escolta." Explicó Eru. "Pero tiende a meterse en problemas más graves de los que puede manejar a sus 13 años."

"¡Es Muy Niña Aún!" Exclamó Varda sorprendida.

"Pese a eso, ya se ha enfrentado en dos guerras y ganado… la última fue particularmente desastrosa. Acaba de firmar los tratados de paz y todo vuelve a la normalidad en el mundo, aunque su victoria cobró un precio muy alto." Explicó Zeus con una mezcla de orgullo y preocupación. "Pese a que reestableció la paz… no puedo dejar de estar preocupado por mi niñita de ojitos grises." Añadió el padre de los dioses con un puchero.

"Eso lo entiendo bien, pero… no logro comprender qué es lo que quiere de nosotros." Dijo Manwë con solemnidad.

"Muchacho." Comenzó Eru. "Hace 278 años… una elfa fue madre soltera. Dio a luz a una bebita encantadora… pero… digamos que por distintas razones que no vale la pena mencionar, esta elfa decidió alejar a su hija de su padre, sin siquiera revelarle que la pequeña era suya." Eru tomó aire y tiempo. Varda comenzó a hacer cuentas mentales y Manwë prestó atención. "Para hacer esto… decidió llevarla a la Tierra Media, pero no quería que nadie la viera, por lo que buscó el lugar menos sospechado para zarpar."

"¿Entonces cruzó por aquél portal?" Preguntó Varda con los ojos muy abiertos. Eru asintió.

"Y sin proponérselo: ella buscaba un lugar desde el cuál zarpar en secreto, pero nunca se imagino que nunca llegaría a la Tierra Media. Fue la primera elfa en cruzar a nuestro mundo." Dijo Zeus. "Sin embargo, con la barca no llegó muy lejos, y en mi mundo, se encontró con una fiera tormenta y naufragó… pero antes de ahogarse, ella y su hija fueron rescatadas por un santo dorado de la orden de mi hija Athena."

"¿Qué pasó luego?" Volvió a preguntar Varda. Manwë seguía en silencio la conversación.

"Ambas fueron acogidas por la anterior encarnación de Athena en su Santuario, en donde fueron atendidas de sus heridas. Sin embargo, al cabo de unos días, a la madre le dio una fiebre muy fuerte y su espíritu voló hacia los salones de Mandos, no sin entregar antes a su hija al cuidado de la diosa." Continuó Eru. "Athena entregó a la niña al santo dorado que las había rescatado, para que la entrenase como su sucesora en el cargo… cosa que logró con éxito."

"Entonces, esta niña nunca estuvo en contacto con otros elfos." Afirmó Manwë de pronto. Eru y Zeus asintieron. "Aun sigo sin captar lo que ustedes quieren."

"En el año de 1743 en nuestro mundo, cuando esta elfa contaba con 16 años, se desató otra guerra contra el Santuario de mi hija. Por desgracia, ella falleció producto de sus heridas… pero su alma, en vez de bajar al Inframundo como me lo hubiera esperado, su espíritu voló hacia los salones de Mandos." Explicó Zeus.

"Ah sí, me acuerdo de que Vairë me dijo una vez que Námo había tenido algunos problemas con una elfa recién fallecida a la que nunca antes habían visto. Estaba muy conmocionada y asustada, no entendía nada. Fue tal su desesperación que le brindaron el don de dormir hasta que le tocase salir de Mandos. Por lo que me contó, quería irse a otro lugar."

"A Cocytos. Allá van los guerreros de mi mundo que nos han desafiado." Aclaró Zeus con tranquilidad. "Es un lugar muy frío en el Inframundo."

"El asunto es que está muerta." Dijo Eru. "Necesito que Námo la saque de sus salones antes de tiempo."

Manwë abrió los ojos como platos. Esa elfa no debía tener más de 260 años de fallecida, no podían sacarla tan pronto, no sin generar un alboroto dentro de los Salones de Mandos entre quienes esperaban su salida. Esta petición era muy rara, pero bueno, si Eru lo pedía, todos los demás deberían bancarse.

Aunque eso no les evitaría las quejas y los dolores de cabeza al pobre de Námo Mandos.

"¿Por qué la necesitan viva?" Preguntó de pronto el Rey de Arda. Zeus le sonrió y Eru alzó las cejas.

"Muy simple. Para ayudar a su hija, Zeus ha decidido enviarle refuerzos. Para tal cosa, le ha pedido a Niké, la diosa de la victoria, que encarne en un ser humano y baje a la Tierra a acompañar a Athena, quien es su mejor amiga." Explicó Eru otra vez, mirando al cielo. "La diosa accedió con gusto y sin demora."

"Los dioses tenemos que encarnar en seres humanos para habitar entre ellos… debemos, sí, someternos a fragilidad del cuerpo y a las leyes naturales que rigen a los humanos. Por lo tanto, ahora que ha encarnado… es tan solo un bebé de apenas horas… y necesita de una tutora."

"¿Una tutora?"

"Niké, como humana, es una bebita y está desvalida. Necesita quien la eduque, críe y proteja. Por este motivo necesito que tenga una tutora leal a mi hija. Pensé en una de sus amazonas doradas… y de las pocas que ha tenido, prefiero a la elfa." Volvió a explicar Zeus muy seguro.

"Ella le ha jurado lealtad a su diosa y ansía con seguir cumpliendo ese juramento. Námo lo sabe muy bien." Aclaró Eru. "Quiero que saquen a la amazona de sus salones y que le brinden ayuda para criar durante 3 años a la diosa Niké aquí en Aman."

"Luego de los cuales, ambas deben partir para reunirse con Athena en su Santuario." Zeus suspiró profundamente y fijó su mirada en Manwë y en Varda. "Espero por favor, que accedáis a mi petición: ¡Soy un padre preocupado por el bienestar de su hijita! Y no tienen ni idea en los líos en los que se mete. Con la Victoria a su lado, me siento más seguro."

Eru les dedicó una amable mirada a Manwë y Varda, como comunicándose con ellos en forma sutil. De hecho, así fue: Ilúvatar les dio mucha más información a ambos Valar de esta manera. Asintió con la cabeza y sonrió con dulzura. Manwë Súlimo sonrió e hizo un ademán con la cabeza, en señal de que lo había captado todo.

"Así se hará. Esa elfa saldrá de los salones de Mandos y se la proveerá con todo lo que necesite hasta el momento de su partida." Anunció el rey de Arda.

Zeus y Eru sonrieron complacidos. Entonces, una tercera forma de luz apareció detrás de Zeus y que también asumió una forma antropoide, aunque evidentemente femenina. Sin embargo, esta forma, llevaba un bulto envuelto en pañales entre sus brazos.

"Pierdan cuidado. Ella es mi mensajera, la diosa Iris." Dijo Zeus.

Zeus se volvió hacia su secretaria (técnicamente eso es lo que es Iris), y le hizo una seña con la mano. La recién llegada diosa, con una cálida sonrisa, se acercó a Varda y depositó el bulto entre sus brazos.

"Creo que está un poco constipada, así que no la desabriguen." Pidió Iris con amabilidad. "Cuiden de ella, por favor."

"No te preocupes, la niña está segura." Le aseguró Varda, mientras acunada a una dormidita Niké en sus brazos.

"Os encargó a Niké." Dijo Zeus. "Confío en que se la entregaréis a su tutora cuánto antes."

"Por Favor, mis niños, no descuidéis a ninguna de las dos, ni a su tutora, ni a la pequeña." Dijo Eru. "Ya nos vamos."

Las tres entidades se disolvieron en el aire, dejando a Manwë y a Varda a solas con la bebé. Niké dormía plácidamente, acunada por los brazos de la Dama de las Estrellas. Manwë se acercó a su esposa para poder ver mejor a la beba.

"¡Es muy mona! Ojalá no se despierte pronto." Dijo Manwë con cara de abuelo. Miró a su esposa. "Tengo que ir a hablar con Námo al respecto. ¿Puedes ir a hablar con la hija de Mahtan, Nerdanel? Eru ordenó que tanto Niké como su tutora deben quedarse en su casa."

"Por supuesto… pero, ¿Por qué en casa de Nerdanel?" Preguntó Varda. Manwë se encogió de hombros.

"No lo sé. Eru no me lo dijo. Como tampoco me dijo porqué la elfa tenía que jurar ante Námo que le debía lealtad a su señora Athena." Manwë suspiró. "Conozco bien la mente de Eru, pero no logro captar el motivo de esta petición… sus razones ha de tener y no nos corresponde discutirlas."

"¿Eru te dijo el nombre de la elfa? No alcancé a escucharlo." Preguntó Varda mientras se acomodaba a la pequeña.

"Claro que me lo dijo: Idril de Cáncer."

Fin de la Obertura.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo capítulo: El Anuncio de Zeus.

"¿Temes encontrarlo muy cambiado?" Preguntó Gandalf, sin perder de vista el horizonte. Idril suspiró con largura, cuidando de no alterar a la pequeña que ya se quedaba dormida en sus brazos.

"Temo no poder acostumbrarme de nuevo."

PS: Los elfos creados por Tolkien, no mueren. Tienen una vida muy longeva y no los mata ni la edad ni las enfermedades. No obstante, pueden morir de pena o en una batalla. Sus espíritus vuelan a los salones de Mandos, en los cuáles permanecen encerrados hasta que Námo Mandos considera que pueden salir de regreso al mundo. Para más informaciones sobre lo que debe ir aquí, por favor, haga click en siguiente capítulo n.n. ¡DEJEN REVIEW!

Brújula Cultural.

Ainur: "Los Sagrados." Los primeros seres creados por Ilúvatar, el "orden" de los Valar y los Maiar, hechos antes de Eä.

Aman: "Bendecida, libre de mal", nombre de la tierra en Occidente, más allá del Gran Mar, en la que los Valar moraron después de haber abandonado la Isla de Almaren, su primer hogar, tras la destrucción de la isla. Con frecuencia denominada también el Reino Bendecido, o el Reino Bendito.

Arda: "El Reino", nombre de la Tierra como Reino de Manwë, en el que se ubica la Tierra Media.

Eä: El Universo material; Eä significa en élfico "Es" o "Sea"; fue la primera palabra pronunciada por Ilúvatar cuando el mundo comenzó su existencia.

Eru Ilúvatar: "El único", "El que está solo": este sujeto fue quien creó Eä.

Manwë Súlimo: El Primero de los Valar. Rey de Arda. Esposo de Varda.

Námo Mandos: Es uno de los Valar. "Ordenador, Juez". Casi nunca se le refiere a él con este nombre, pues él prefiere que se le llame Mandos, que es así como se llama su morada. En sus salones, convoca a los muertos que han tenido una muerte violenta. Nunca olvida los juramentos que pronuncian los elfos y les insta a cumplirlos.

Nerdanel: Llamada la Sabia; hija de Mahtan, el herrero, esposa de Fëanor.

Pélori: "El cerco de las alturas defensivas", llamado también Montañas de Aman y Las Montañas de la Defensa, levantadas por los Valar después de la destrucción de su morada, Almaren; forman una curva en cuarto creciente de norte a sur, cerca de las costas orientales de Aman.

Taniquetil: "Alto Pico Blanco", la más alta montaña de las Pélori y por ende, la más alta de Arda, sobre cuya cima se encuentra Ilmarin, las mansiones de Manwë y Varda; también llamada la Montaña Blanca, la Montaña Sagrada y la Montaña de Manwë.

Vairë: "La Tejedora," una de las Valier, esposa de Námo Mandos

Valar: "Los que tienen poder." Nombre dado a los Ainur que entraron en Eä, la tierra, al principio de los tiempos y que cumplieron la función de guardianes y regentes de Arda. Son 7 hombres (Vala) y 7 mujeres (Valier).

Valinor: La tierra de los Valar, región de Aman, más allá de las montañas de Pélori; también llamado el Reino Guardado.

Varda: La Dama de las Estrellas. La más grande de las Valier, esposa de Manwë.

Estas definiciones fueron tomadas de "El Silmarillion."

J.R.R. Tolkien. "El Silmarillion." Ediciones Minotauro, 5ª Edición de Christopher Tolkien, Enero de 1998. Barcelona, España.