A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Por favor, para más información, leer este mismo apartado en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Los personajes y conceptos extraídos del Silmarillion, El Hobbit o El Señor de los Anillos, o cualquiera de las obras asociadas, pertenecen al MÁS QUE GENIAL Profesor J.R.R. Tolkien. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa… o ella me da más trabajo a mí, como quieran verlo.
ADVERTENCIA.
Principio 112 para ver y entender Manga: Las chicas más sexy son dibujadas por artistas cuyos apellidos empiezan con 'U'.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 2:
Expectativas.
Santuario de Athena. Estancias de Niké.
Sábado, 5 días después del Anuncio de Zeus.
09:27 am.
Las Estancias de Niké eran parte del complejo principal del Santuario. Hacía más de 625 años que no se usaban, por lo que podían considerarse un lugar extraño dentro del edificio. Tenían el mismo tamaño que las Estancias de Athena y quedaban contiguas a éstas. Se accedía a ellas por el mismo largo corredor y compartían la misma amplia terraza, que daba a la mejor vista del Santuario. Pese a esto, ambas estancias mantenían su independencia y privacidad respecto de la otra, gracias a un hábil manejo del diseño y la arquitectura.
Las Estancias del Patriarca, del mismo tamaño, no se hallaban muy lejos de éstas, y separadas por un corredor de unos 50 metros de largo, que a veces parecía alargarse o acortarse, de acuerdo a una fuerza de voluntad externa, que Shion sospechaba podría deberse al estado de humor de Saori… claro, esto solo era una sospecha. También tenían acceso a la misma amplia terraza.
Athena miró a sus alrededores con una amplia sonrisa, con las manos apoyadas en las caderas y con evidente entusiasmo. Los amplios ventanales se hallaban abiertos de par en par y el servicio de limpieza estaba retocando los últimos detalles. Habían tenido que hacer algunas reparaciones, reemplazar algunos muebles, reacondicionar los cuartos de baño y adquirir otros objetos para equipar aquellas habitaciones, pero había valido la pena en todo sentido.
Y bien eficiente que habían trabajado todos, que para tener todo a punto en menos de 5 días… Ni que fuera un "Extreme Makeover."
Las Estancias de Niké constaban de una sala, un despacho con una pequeña biblioteca y tres amplios cuartos en suite repartidos en 200 metros cuadrados. Ya estaban listas para su uso y sólo faltaban que llegaran sus nuevas usuarias. Dos de las tres habitaciones habían sido preparadas como dormitorio, una de ellas para la pequeña y la otra para su tutora. La tercera habitación había sido acondicionada como sala de juegos.
"Entonces aquí van a vivir." Comentó Saori con una sonrisa tras soplarse el flequillo. "¡Que bueno! Con lo linda que son estas Estancias, me daba lástima que estuviera tan en desuso y tiradas al trajín… ¡Casi No Puedo Esperar A Que Lleguen!"
En verdad Saori no cabía en sí de gusto. Su mejor amiga de todas llegaba al Santuario. Si bien estaba conciente que sería aún muy pequeña, y por ende, difícil de manejar, eso parecía traerle sin cuidado.
"Lo bueno fue que no se tuvo que reparar mucho, pese al abandono. Supongo que en el caso que haya fallas, éstas no serán muy graves. Hace muchos siglos que no se ocupaban estas habitaciones." Comentó Shion, mientras pasaba una mano por un fino mueble de ébano. "Es una buena habitación… es amplia y mantiene privacidad con el resto del edificio. ¿Princesa?"
"Dime Shion."
"¿Estará bien con la pequeña dando vueltas? Recuerde que no tiene más de tres años y a esa edad, los niños están creciendo y… usted no es muy paciente que digamos, sin mencionar que pierde el interés con rapidez."
"Sí, sí, sí, ya lo sé, no tienes para que seguir repitiéndomelo. Me has dicho lo mismo unas 7 veces." Rezongó la diosa. "Shion, te preocupas demasiado: Prometo que me portaré bien."
"Hmm."
"Alegra Esa Cara, Que Parece Que Te Hubieras Tragado Un Limón." Afirmó Saori riendo. "Ya sé que soy algo atolondrada, pero me portaré bien en serio. Además… no creo que una niña pequeña logre colmarme la paciencia. ¡Estamos Hablando De Niké!"
"Eso es cierto… pero no pierdo nada con pedirle que se tome las cosas con calma." Suspiró Shion resignado.
El Patriarca estaba muy aprehensivo esos días. Su normal melancolía parecía incluso haberse agravado. No es que estuviera molesto porque el Santuario albergaría otra diosa o que esta fuera menor de 5 años… es que no podía evitar preocuparse: ¿tendría de todo? ¿Faltaría algo? ¿Estaría cómoda? ¿Saori aguantaría bien a la nena? Había que ser objetivo: al fin y al cabo, Athena no era otra cosa que una adolescente por desgracia muy mimada… temía que pronto se hartase de la niña, por muy Niké que fuera. ¡Tantas preguntas!
Por otro lado, le hubiera gustado saber la identidad de la amazona dorada que había sido elegida como tutora, para saber a qué atenerse y quizás preparar la habitación con detalles más personalizados. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?
"Ya Relájate Y Vive El Momento, Shion. ¡Se Supone Que Deberías Estar Contento! Hasta Máscara tuvo una reacción más efusiva que la tuya." Le animó Saori, mientras le jalaba del brazo. Shion puso cara de papel.
"Máscara se puso a despotricar y nos dejó bien en claro que no quería hacer de niñero."
"Cierto, pero eso cuenta como una reacción efusiva. ¡Agitaba Los Brazos Y Gritaba Mientras Nos Decía Todo Eso!" Sonrió Saori traviesa. Entonces miró al Patriarca con ojos grandes. "¿Ya sabes quién será su tutora?" Shion negó con la cabeza.
"No, princesa. Pero usted no debe preocuparse: si es una amazona dorada quien cuida de la señorita Niké, tenga por seguro que no solo ha sido una elección impecable, sino que además le es por completo leal." Le aseguró Shion irradiando gentileza. "Tengo el honor de conocer a todas las amazonas doradas que ha habido a lo largo de estos 260 años y pongo las manos al fuego por todas ellas."
"Confío en tu palabra Shion." Saori le sonrió de oreja a oreja. "Espero nada más que pueda acostumbrarse bien al Santuario de nuevo."
"Yo también."
Coliseo.
12:45 pm.
7 recios santos dorados, gozando de muy buena compañía, estaban protegidos del sol bajo la única sombra del caluroso Coliseo. Como siempre, éste era el lugar de reunión favorito de los dorados desde que el estadio existía. Allí descansaban de sus rondas… y no, ya sé que debería haber de normal 6 dorados, pero esta vez había 7 y no porque uno se hubiera escapado de su guardia de Templo: Kanon seguía con reposo médico, pero les acompañaba. Aún tenía que movilizarse con la ayuda de muletas, a una desesperante lentitud, pues muy a su pesar seguía sintiendo mucho dolor a la hora de caminar. Al menos su humor mejoraba cada día. Había salido de Géminis en compañía de Saga e Isabella, para cambiar de aire.
Por lo general, todos los santos se habían tomado de muy buen grado la noticia que llegaría la diosa Niké a vivir al Santuario. No faltaron entre los santos quienes la noticia les desagradó, sobre todo en los círculos más políticos, pero en general el clima había sido de positiva aceptación. Ni Athena ni el Patriarca habían permitido protestas, por lo que la situación se dio por zanjada. Los dorados, que en general tenían alguna suerte de debilidad por los niños, más aún después de la visita de Helena y la llegada de Kyrus, estaban en apariencia bastante tranquilos respecto del arribo de Niké, pero en verdad estaban entusiasmados.
Ocurre que este lote de hombres, que derraman testosterona por cada poro, adoraba sentirse útil y cuidar de diosas desvalidas, más aún si éstas eran infantes: querían probarse a sí mismos que podían hacerlos, más aún luego del chasco del intento de asesinato de bebé Saori, por culpa de Ares.
Pero no era la pequeña diosa el motivo central de conversación, sino otra cosa… la GIGANTESCA curiosidad que todos sentían por la identidad de su tutora: lo único que sabían de ella, era que había sido amazona dorada en su momento, revivida para este propósito.
Y como no sabían quién podía ser, tenían sus propias teorías, que no dudaban en discutir.
"Estoy convencido que Anneke sabe de quién se trata, pero no me lo quiso decir." Rezongó Saga, que estaba echado en una de las gradas. "Debí haber insistido más por sonsacarle una respuesta."
"Eso es un poco cercano a lo imposible: Cuando mi cuñada dice que algo es una sorpresa, no la haces hablar con nada." Bromeó Kanon, mientras se acomodaba en su lugar.
"No es tu cuñada." Gruñó Saga. "No pasa nada entre Anneke y yo."
"Sí, como no. ¿A quien engañas, Gargamel? Lo bueno sería que la conociéramos de una vez." Rió Aioria muy divertido, ganándose una fría mirada del Gemelo Mayor. "No es justo que sólo tú, Kanon e Isa prueben lo que cocina." El santo de leo sonrió de oreja a oreja. "Me han dicho que tiene dedos mágicos."
"O te callas o te callo." Amenazó el Gemelo Mayor, mostrándole un puño. "Y con tu boda tan cercana, te aseguro que eso no será bueno." Gruñó Saga cerrando los ojos y dejando que una vena le pulsara en la frente. Aioria lo ignoró divertido, y para cambiar el tema, se puso a hacer memoria.
"Hmm… ¿Qué tal Juliana de Cáncer?" Preguntó el santo de Leo. "Ella es una buena candidata."
"¿La maestra de Máscara de la Muerte?" Preguntó Shaka alzando una ceja, sin abrir sus ojos. "Ella no puede ser la tutora de la niña: está muy viva y en óptimas condiciones de dar palizas terribles cuando se lo propone, según lo que dice Máscara." El santo de Virgo irguió la espalda. "No parece que vaya a morir muy pronto."
"La Señora Juliana queda descartada como tutora, porque está viva." Aclaró Shura, quien al igual que Aioria, sacaba cuentas mentales. "Eso nos deja… Mmm… sólo cuatro opciones."
"¿Sólo cuatro? No puedo creerlo." Isabella se cruzó de brazos e irguió la espalda. Se veía algo indignada. Kanon sonrió travieso y alcanzó una de sus muletas. "¿Tan pocas amazonas doradas en más de 260 años?"
"Sí, ha habido muy pocas, pero de haber, las ha habido." Dijo Kanon mientras le daba algunos juguetones topes con su muleta a la cadera de Isabella, para la molestia de ésta.
"¡No Me Molestes, Pedazo De Tarado!" Gruñó Isa, que sujetó de súbito la muleta y se la quitó sin mucho esfuerzo. Kanon se sopló el flequillo con travesura. "¡No Quiero Que Te Aproveches De Tu Lesión Para Fastidiarme!"
Todos ahogaron o disimularon como mejor pudieron una simpática risilla.
"Vamos ver…" Continuó el Gemelo Menor. "¿Quiénes son nuestras candidatas a tutora de la diosa Niké?"
"Idril de Cáncer, Parminder de Virgo, ambas de 1743: ¡Esas Dos Son Íconos!" Enumeró Afro muy diligente. "También está Claire de Acuario… esa es de la Revolución Francesa…"
"¿Cómo así?" Preguntó Alsacia, que hasta ese momento había estado en silencio. Su natural y efusiva naturaleza se veía opacadas por una soberana somnolencia: llevaba dos noches sin poder pegar ojo, y no por culpa de su marido precisamente.
"No, ella no es de la Revolución Francesa." Gruñó Camus de mal humor, que se sentía culpable por no poder ayudar a su esposa con su insomnio. "La Señora Claire de Acuario tenía 2 años cuando estalló la Revolución. Ganó el derecho de usar la armadura en 1799, por lo que técnicamente es del Imperio Napoleónico." Aclaró con aires doctos.
"¿Qué no es lo mismo? Como sea, fue en época de revoluciones políticas en Francia." Rezongó Aioria, aburrido. Camus le miró como si hubiera dicho una blasfemia contra Athena.
"Creí que la habían salvado de morir." Se apresuró en decir Alde, en vista que la discusión podría tomar un helado y poco deseable giro. Había que distraer rápidamente al francés.
"Feh. Así Es." Explicó Camus. "Era la hija de un duque francés, lo que le hizo ganarse un pasaje a la guillotina a los 6 años por cargos ridículos, durante El Terror. El maestro Shion la rescató justo a tiempo, la sacó de Francia y se la trajo a entrenar al Santuario."
"Y dices que los franceses no son sanguinarios." Bromeó Alsacia, mientras procedía a despeinar a su marido. Saga en ese momento, le dio un buen zape a Camus en la cabeza.
"Sin mencionar que este franchute es descendiente indirecto de esa amazona."
"¿En serio?" Preguntaron Alsacia e Isabella muy sorprendidas. Camus se sonrojó un poco. El que descendiera de una noble francesa, aunque fuese en forma indirecta, lo hacía sentir incómodo.
"… Sí… Hasta ahí son 3 amazonas probables." Se apresuró a decir lo más rápido que pudo. "¿Quién nos falta?"
"Alguien mucho muy importante y que sí está muerta." Anunció Alde de pronto. "Se nos olvida la mamá de Mu, Lümi de Aries."
"¡Cierto!" Exclamó Shura con los ojos muy abiertos.
"Se nos olvidaba la Señora Lümi." Añadió Shaka.
Todos se quedaron mirando a Alde, que los miró de vuelta con una calma envidiable. Los gemelos, por ser los mayores del grupo, habían tenido el placer de conocerla. Los demás dorados allí presentes, incluso Afro, tan solo habían oído hablar de ella, pero no habían pensado en Lümi ni de chiste. Las chicas de plano ni idea tenían que la mamá de Mu, había sido la amazona dorada de Aries en su momento.
"¿La mamá de quién?" Preguntó Isabella incorporándose.
"La mamá de Mu. La Señora Lümi." Puntualizó Kanon en forma casual. "¿Qué acaso creían que el tipo nació por generación espontánea? Feh."
"Es verdad… la Señora Lümi tiene muchas probabilidades de haber sido revivida." Comentó Afro. "Dicen que era un encanto de mujer."
"¡Lo Era!" Exclamaron los Gemelos al mismo tiempo. "Siempre nos daba galletas cuando nos portábamos bien en los entrenamientos." Continuó Kanon.
"Ojalá que sea ella la tutora: eso pondría muy contento a Mu, que no la conoció." Comentó Saga. "Has tenido una buena idea, Alde."
"No sé si tan buena." El enorme santo se encogió de hombros, con una simpática sonrisa. "No sé porque, pero algo me dice que la amazona que revivieron, guarda mucha relación con Aries." Alde sonrió y se rascó la nuca, apenado. "Es no más una corazonada."
"¿Qué le pasó a Lümi?" Preguntó Alsacia con curiosidad, antes que los demás comenzaran a molestar a Alde. "¿Murió en batalla cuando Mu era pequeño o qué?"
"No… Murió después del parto." Explicó Alde. El enorme santo de Tauro se encogió de hombros. "Fue un rarísimo caso de fiebre puerperal lo que la mató. Hasta hicieron un sumario: Le quitaron la licencia al médico que la atendió."
Todos suspiraron al mismo tiempo, tras caer en un silencio de respeto por la amazona fallecida en tan trágica manera.
"Pobre Mu." Comentó Isa de pronto.
Casa de Aries.
Taller de las Armaduras.
"¡ATCHÍSSSS!" De pronto y sin previo aviso, Mu estornudó. El lemuriano pestañeó sorprendido. "Se acordaron de mi…"
"¡Mu! ¿Me Estás Escuchando O Estoy Hablando Solo Por Hablar No Más?"
Sí, Pobrecito de Mu, pero no porque haya quedado huérfano nada más al nacer y por una cruel negligencia médica, sino por lo que tenía que aguantar en esos momentos. Máscara de la Muerte estaba en su taller, con todo su desplante italiano, protestando como si el mundo se acabase y nada feliz con el asunto. Llevaba algo así de 15 minutos describiendo su problema, subiendo el volumen de su voz cada vez más alto y gesticulando con las manos como si eso fuese a dar una mejor perspectiva de lo que le aquejaba.
Kiki estaba practicando algunas de sus habilidades y pulía la armadura de Perseo que Argol había llevado esa mañana a manutención. El joven aprendiz comenzaba a tener un sutil esbozo de jaqueca con las quejas del cuarto santo dorado. Además, ese chillido que venía de la armadura de Cáncer, que era imposible no oír, hasta un sordo la habría escuchado, por muy armónico y alegre que sonase, no le estaba ayudando en nada.
"Sí, Máscara, te oigo." Rezongó algo aburrido Mu. "Tu armadura está extraña."
"¿EXTRAÑA?" Máscara casi escupió sus cuerdas vocales al decir esto. Frunció el ceño profundamente. "Esta Cosa No Está Solo Extraña Así Nada Más. ¡Te Lo Digo Mu! Algo Está MUY MAL Con Esta Armadura. ¡Desde Ayer Que Está Chillando! Se Supone Que Sólo Los Lemurianos Pueden Oírlas, Pero ¡ESTOY ESCUCHANDO LO QUE CANTA! ¿No Puedes Hacer Nada Para Callarla? La Traviatta Me Está Desquiciando. ¡Si Se Pone A Cantar A Andrea Bocelli, Vendré Hasta Aquí Y Haré Que Te La Tragues Pedazo a Pedazo!"
Mu suspiró derrotado y se concentró en la armadura de Cáncer, que Máscara no estaba usando en esos momentos. El ropaje sagrado estaba fuera de su caja y tenía un alegre brillo rodeándola. El santo de Cáncer tenía razón: la armadura no dejaba de cantar de alegría. Era imposible no oírla. ¡Si hasta incluso brillaba de contento y eso que ni siquiera la había pulido!
"Romeo… ¿qué es lo que te pasa? Hace tiempo que no te veía tan contento." Le preguntó Mu a la armadura…
… Sí, por ser lemuriano, Mu podía comunicarse con la armadura y sí, ésta se llamaba Romeo. Sin embargo, no obtuvo respuesta alguna… Romeo se dedicó a entonar el Aria de la Traviatta de Verdi tras hacerle un guiño a Mu, que le dejó bien en claro que no se detendría a responder su pregunta.
"¡Romeo!"
"No me molestes Mu, ¿No ves que estoy cantando? Hace tiempo que no cantaba y tengo buenas razones." Se interrumpió la armadura.
"Oye Mu… por lo general no me molesta que cante, pero hasta ya me estoy mareando." Gimió la armadura de Aries, Crisomalón.
"¡Concuerdo! ¿Puedo convertirle en piedra para que se calle?" Preguntó la armadura de plata que Kiki estaba puliendo, Perseo.
"¿Y por qué estás tan contento?" Aventuró Mu con una sonrisa, ignorando de momento a su propia armadura. Quizás si tenía suerte hasta podía pedirle de favor que se callara.
"PorquEEEE regresO al SantUAriOOOO… RegresOO al SantUAriOO–O–O, al SantUAriOO–O–O." Entonó Romeo feliz de la vida, siguiendo el sonsonete de la misma pieza musical que hasta entonces había cantado.
Mu entrecerró los ojos. Al menos Romeo tenía bonita voz para ser una armadura. Para ningún lemuriano o armadura era un misterio que la armadura de Cáncer adoraba cantar óperas, costumbre que había heredado de uno de sus anteriores usuarios y que había resistido al paso de los siglos. Lo bueno es que no cantaba a menudo, a menos que estuviera MUY contenta… y no es por nada, pero Mu nunca la había visto tan contenta como para cantar dos días seguidos sin descanso, con particular entusiasmo y tan fuerte como para que hasta quienes no eran ni lemurianos ni armaduras pudieran oírle sin problemas… para tortura de Máscara de la Muerte, que era más bien del tipo metalero.
Y le daba tanta ternura que no quería hacerla callar.
"Este… Verás Máscara." Balbuceó Mu. "Es que no tengo corazón… verás… tu armadura está contenta. ¿Cómo quieres que la haga callar si hacía tanto que no se ponía así de feliz?"
"¿CONTENTA?" Máscara de la Muerte no era un santo feliz. "¿Por Qué Tengo Que Sufrir Por Eso? ¿De Qué Podría Estar CONTENTA?"
"No sé, no me dijo." Mu se encogió de hombros. "No deja de repetir de que alguien regresó, pero eso es todo."
"Serás Desgraciado y…"
Máscara se abalanzó contra Mu, dispuesto a gritarle una sarta de cosas en italiano que prefiero no aventurar por haber menores de edad leyendo, y para retorcerle el cuello al pobre lemuriano, porque no le pedía a su armadura que se callara de una buena vez.
Sin embargo, fanáticas de Mu, tal cosa nunca sucedió. Algo curioso sucedió. La armadura de Cáncer de pronto se calló y tras unos segundos, se puso a cantar tan fuerte que hasta la armadura de Aries, que Mu llevaba puesta, se le unió en alegre coro. Una brisa irrumpió entonces en el taller de las armaduras, y una presencia refrescante pareció sacudir el edificio. Kiki se apresuró en tapar el tarro de los Polvos de Estrellas y miró a su maestro con ojos grandes.
"Maestro, ¿Sintió Eso?" Preguntó Kiki con los ojos muy abiertos.
"¡Romeo! ¿Estás Sintiendo Lo Mismo Que Yo? ¿Cómo Puede Ser Posible? ¿En Serio Está Pasando O Es Idea Mía?" Interrogó rápidamente Crisomalón. Mu se la quedó mirando con los ojos curiosos.
"No Me Lo Creo… ¡Tiene Que Ser Un Engaño! ¡Creí Que Había Pasado A Mejor Vida Hace Años!" Exclamó la armadura de Perseo sorprendida.
"¡ES CIERTO, ES CIERTO, REGRESÓ, REGRESÓ!"
"¿CÓMO ES ESO POSIBLE? ¡ATHENA! ¡ESTO ES GENIAL!"
"¿A QUIEN RAYOS LE IMPORTA?" Gritó Romeo con lágrimas en donde debería tener los ojos. "¡REGRESÓ, REGRESÓ!"
"Mu… ¿De qué hablan estas dos?" Preguntó de pronto Máscara, que veía curioso las fluctuaciones en el cosmos de ambas armaduras. Mu le miró y negó con la cabeza, muy extrañado.
"Ni idea… Sabes, parece que alguien ha entrado a las 12 casas: dicen que alguien regresó."
"Mejor nos aseguramos."
Máscara se puso su armadura y ambos santos se dispusieron a salir del taller. Tanto las armaduras de Cáncer como de Aries se percibían tan alegres, que hasta parecían estar ebrias de contento. Ignorando los alegres cánticos y felicitaciones, Mu y Máscara se dirigieron al área de los templos a investigar.
Bosque del Santuario.
Se agitaron de pronto. Por todo el follaje, y como si fuera la más alegre melodía, las hojas y ramas se movieron, sacudiéndose de todo polvo y polución que pudiesen tener encima. No corría ni la más ligera brisa, pero aún así hasta las hierbas en el suelo y los arbustos se movían. Aioros, quien en teoría debería estar en su templo y no allí, se incorporó curioso y observó hacia las copas de los árboles y al hermoso cielo que se abría ante él. Lo primero que se le vino a la mente, fue una pieza musical: La Primavera, de Vivaldi.
Serra se había incorporado al mismo tiempo que él. Ambos estaban un tanto despeinados, no en balde habían estado compartiendo un muy buen beso entre las flores, pero al contrario de Aioros, la Senescal pudo escuchar al bosque en todo su júbilo. Serra se puso de pie, apenas sacudiendo su vestido, de inspiración romana. Se ajustó el velo sobre su cabello y prestó atención.
"¿Oyes eso, mi buen señor?" Preguntó mientras giraba sobre su eje, sin dejar de mirar hacia arriba. Serra sonrió, sintiendo de pronto deseos de bailar.
"No oigo nada, pero lo siento todo." Aioros se puso de pie y le tomó la mano a su chica. La abrazó por la espalda y apoyó su cabeza en el hombro de Serra. "¿Pasa Algo, Fantasma?"
Serra no dejó de prestar atención. Algo en sus ojos parecía cambiar a medida que los árboles y toda la vida en general de bosque se agitaba. Se estaba contagiando de la euforia de las plantas. Aioros creía sentir el corazón de su chica latiendo con fuerza, como si se quisiera escapar de su pecho.
"¿No Lo Oís? ¡Mirad Como Está El Bosque!" Exclamó con alegría, soltándose del abrazo de Aioros, pero danzando alrededor de él. "Los Árboles… ¡Es Increíble! Es… ¡Tan Maravilloso!"
"Tranquila preciosa, no te agites o te puede hacer mal." Le pidió Aioros, comenzando a perseguir a su chica.
"¿Qué Maravilloso Prodigio Es Este, Mi Señor? No Me Habíais Dicho Que Los Árboles De Vuestra Preciada Tierra Tenían Comportamientos Así." Explicó Serra con una alegría infinita. La extraterrestre se colgó del cuello de Aioros, quien la abrazo con gusto y sin demora.
"¿Sucede algo malo, Serra preciosa?"
"No lo sé." Afirmó Serra con una enorme sonrisa. "Algo Se Acerca… Algo Que Tiene A Los Árboles… Muy Alterados… No Sé… ¡Pero Están Tan Llenos De Contento Como Nunca Les Había Visto!"
"¿Contentos? Entonces no puede ser tan malo." Dijo Aioros, al tiempo que Serra le soltaba e inclinaba la espalda hacia atrás, aprovechando el firme abrazo de su chico. "¿Qué dicen?" Preguntó el santo de Sagitario.
"Hablan En Forma Atolondrada, ¡Es Como Si Quisieran Salirse De Su Lugar Y Saltar De Alegría!" Serra se interrumpió sólo para dejarse inundar por aquella alegría. "Dicen Que Alguien Ha Regresado… Alguien A Quien Creían Muerto. ¡Si Tan Solo Pudierais Oírles!"
Aioros se dejó abrazar por Serra, quien se aferró a él como si buscase un refugio seguro, pero al mismo tiempo ternura. Suspiro profundo y con alegría, por lo que el santo de Sagitario no le negó el abrigo de sus brazos. Aioros respiró su aromático y delicado perfume… alcanzó a oír risas lejanas… hinchó el pecho de aire y abrió la boca para emitir un comentario.
"Serra…"
Sin embargo se interrumpió y se puso en guardia. Aioros volvió la cabeza en dirección al sector de las 12 Casas, más específicamente hacia la Casa de Libra y entrecerró los ojos.
"¿Mi señor? ¿Ocurre algo?"
"Algo está atravesando las 12 casas."
Sin demora, y tras acariciar la mejilla de Serra con un suave y gesto, Aioros echó a correr hacia su propio templo. La extraterrestre se lo quedó viendo, algo perpleja y traviesa, arrugó la nariz y se convirtió en un pequeño y brillante punto azul, y sin perder tiempo, comenzó a volar tras su santo.
Escaleras entre Libra y Escorpión.
"¿Era Necesario Que Hicieras Eso?" Le preguntó Gandalf a Idril al salir de Libra, que encontraron desocupada. "Es La Segunda Parada Que Haces Y Aún Quedan Escaleras." El Mago se notaba algo fastidiado. La elfa, quien estaba cubierta con la capa y la capucha sobre su cabeza, se encogió de hombros.
"Esos árboles sufren." Fue lo único que dijo al tiempo que tomaba la mano de Niké, que se había quedado con Gandalf, y comenzaba a seguir el camino hacia arriba.
Gandalf suspiró y continuó tras los pasos de la elfa.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo capítulo: La Sorpresiva Llegada.
… El santo de Libra se indignó de pronto, en apariencia sin ningún motivo, aunque no hizo comentarios al respecto. Le señaló a su alumno a que le ayudara a regresar sus queridos bonsáis a sus respectivas repisas, cuando de pronto reparó en un papelillo bajo una de las pequeñas macetas…
PS: Recuerden que las fechas de referencia que tomé son 1743 y 2005, por lo que algunos cálculos no van a calzar del todo con los datos del Manga y Anime. Admito que este capítulo me fue muy entretenido de escribir. Hacía mucho que no me divertía tanto con un capítulo. No, no me dio guerra alguna y de hecho le guardo mucho cariño. Ojalá les haya gustado a ustedes tanto como me gustó a mí: no sean malos con este capítulo y mímenlo un poco, pues se portó bastante bien. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ UN MUFFIN RECIÉN HORNEADO CON CHISPAS DE CHOCOLATE!
Brújula Cultural.
Crisomalón: El nombre que le puse a la Armadura de Aries, es el nombre del Vellocino de Oro. Este carnero mitológico, hijo de Poseidón, tenía la piel y lana de oro. Al morir, lo desollaron: éste era el tesoro que Jasón y los Argonautas buscaban… y no, Crisomalón, hasta donde tengo entendido, no tiene nada que ver con el origen de la Constelación de Aries, ese carnero era otro… es que me gustó el nombre.
Extreme Makeover: No sé si han visto este programa: se trata de un grupo de decoradores que literalmente destruyen y rearman una casa en 7 días. Le veo por el People And Arts… y como que me he hecho fanática.
Fiebre puerperal: Entre los SS. XVIII y XIX, muchas mujeres que daban a luz a sus bebés, fallecían a los pocos días de una infección muy seria, que afectaba el útero y la vagina, sobre todo las que daban a luz en los hospitales. La tasa de mortalidad era alta y los médicos no lograban explicarse las razones de esta fiebre. En 1846, un médico húngaro, Ignaz Semmelweis, entró a trabajar en el hospital de Viena. Se dio cuenta que las mujeres que daban a luz en la Sala 1 tenían más probabilidades de morir que las que daban a luz en la Sala 2… y ahondando en esas causas, descubrió que las mujeres que entraban a la Sala 1, eran de clase más acomodada, por lo que eran atendidas por médicos, mientras que en la Sala 2 eran atendidas por matronas o parteras… Éstos médicos, antes de atender los partos, realizaban autopsias a cadáveres, y como las medidas de higiene eran nulas, pues atendían a las mamás sin siquiera lavarse las manos o cambiarse de ropa. Como el doctor Semmelweis era el director de este hospital, les ordenó a sus médicos higienizarse antes de atender parturientas, y las tasas de mortalidad bajaron mucho. Esta medida, que nos parece lógica, fue resistida, dado que los médicos de aquél tiempo, se enorgullecían de su "olor a médico."
