A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, por lo que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.

ADVERTENCIA.

Principio 113 para ver y entender Manga: Las palabras en inglés en las canciones de J-Pop son puestas allí sólo porque suenan bien, ya que no hacen sentido con el resto de la canción.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 3:

La Sorpresiva Llegada.

Casa de Libra.

Aquél bonsái estaba seguro en las manos de Shiryu, quien subía por las escaleras zodiacales con calma. Un par de escalones más abajo, Docko caminaba junto con Shunrei, quien venía por primera vez de visita al Santuario. El santo de Libra estaba muy complacido con la visita de sus "hijos" y no dejaba de charlar y bromear con ellos: el santo del Dragón y la chica habían llegado de sorpresa, y de paso aprovechado de traer desde Rozan, uno de los objetos más preciados de Docko. Un Bonsái de Roble que tenía cerca de 215 años, el primero que había logrado criar desde la semilla, y el único que había sobrevivido tanto tiempo.

Sí, Docko de Libra, tenía un especial gusto por estas miniaturas, que había heredado de su maestro. Poseía una preciosa y envidiable colección de al menos 20 bonsáis, que él mismo plantaba, cuidaba y mantenía. Decía que la atención que le daba a estos ejemplares, le ayudaba a su templar su carácter y su meditación.

Algo de razón ha de tener.

"¡Esta Sí Que Es Una Sorpresa Agradable!" Exclamó mientras le revolvía los cabellos a Shunrei. "Han Hecho De Mí, Un Viejo Feliz."

"Maestro Roshi, usted ya no es viejo. Antes podía pasar por mi abuelo, pero ahora a duras penas pasa por mi hermano mayor." Rió la chica con recato. Docko sonrió con travesura.

"¿Crees, si estoy tan guapo, que tenga alguna oportunidad con una linda chica?"

"De tenerla, no veo porqué no." Respondió Shunrei con el mismo tono. "Pero yo tendría que conocerla primero para aprobarla¿Cree que dejaré que una cualquiera esté con usted¡No señor!"

"¡Auch! Entonces moriré soltero: no me dejarás salir con nadie." Docko rió de buena gana. "Shiryu¿Qué dices tú al respecto?" Le preguntó a su alumno en busca de apoyo masculino. El santo del dragón se detuvo y giró sobre sus talones, luciendo una simpática y cómplice sonrisa.

"Antiguo Maestro, Ud. sabe que lo admiro mucho, que siempre he intentado ser un buen discípulo y que intento no dejarle en vergüenza." Explicó grandilocuente. "Pero la verdad concuerdo con Shunrei y en tal caso, la apoyaría: no podemos dejarle a usted a merced de una salvaje."

"Traidor." Le acusó Docko riendo. "Con ustedes no se puede."

Docko tenía motivos para estar contento. Adoraba tener a su "familia" cerca y reír de buena gana, sin que hubiese ninguna sombra que opacase o apresurase sus reuniones familiares. El trío continuó subiendo los escalones, tan abstraídos, que no se percataron que 10 minutos antes, alguien ya había subido por aquellas escaleras, sin encontrar resistencia.

La única del grupo que notó algo extraño, fue Shunrei. La increíble incapacidad masculina para notar los detalles en los que sólo una mujer se fijaría quedó en evidencia. La chica percibió una inusual frescura en el aire, como un contento extraño, pero como no vivía en el Santuario, no lo encontró anormal y lo atribuyó a que estaba viendo algo nuevo.

Shiryu entró en Libra, seguido de Docko y Shunrei. Se detuvieron unos instantes a la señal del mayor; El santo de Libra tomó en ese momento el bonsái que su alumno llevaba en las manos antes de continuar la marcha. De inmediato, se dirigieron a un patio interior que quedaba justo detrás de la Sala de Estar de Libra y que era en donde Docko mantenía sus queridos bonsáis. El lugar era amplio y estaba decorado a la usanza china, con toda la delicadeza y motivos de esta milenaria cultura. Era el lugar favorito del santo de la Séptima Casa Zodiacal y en donde más tiempo pasaba. Sin embargo… ni bien llegaron al umbral de este patio interior, el trío se quedó estático.

"¿Qué pasó aquí?" Preguntó Docko juntando las cejas. El santo avanzó hacia el patio, con cuidado y sin perder de vista ni un solo detalle. Dejó su preciado bonsái en el suelo y a un costado de la puerta con sumo cuidado, antes de volverse al patio.

Shiryu y Shunrei se rascaron la cabeza al ver los 20 bonsáis de Docko dispuestos en el suelo a manera de bosque, en un patrón específico que de pronto pareció traerle muchos recuerdos a Docko. El santo de Libra se indignó de pronto y tensó todos los músculos de la espalda. Su buen humor fue olvidado, mas no hizo mayores comentarios al respecto.

"Shiryu, Shunrei, por favor, ayúdenme a ponerles en su lugar." Les pidió Docko con seria amabilidad, señalando unas repisas.

Sin perder más tiempo, ambos obedecieron al Antiguo Maestro. Shunrei se empleó en tomar cada bonsái de a uno, con ambas manos y con cuidado, pues sabía del cariño y tiempo que Docko invertía en estas pequeñas miniaturas, mientras que Shiryu insistía en tomar una maceta con cada mano. Si bien no dañó ninguna, se veía que Shunrei era la más prolija en esta tarea. Mientras tanto Docko, a medida que los bonsáis regresaban a las repisas, les iba reacomodando según un orden específico que sólo él conocía. Además tenía que hacerle hueco a su querido Roble.

"Maestro, mire: aquí hay una nota." Dijo de pronto Shiryu. El santo del dragón le entregó un pequeño papelillo doblado a su maestro, que Docko tomó curioso.

"Me pregunto qué dirá… ¿Dónde estaba, Shiryu?"

"Debajo de esta maceta."

Docko desdobló el papel y lo estiró para poder leerle mejor… no obstante, su mal humor, que hasta entonces se había visto aplacado, salió a flote más pronto que tarde. Tras leer la nota, el rostro del Santo de Libra se desfiguró en una más que indignada mueca y se enfureció como nunca. Arrugó la nota y la quemó con su cosmos, maldiciendo entre dientes. Shunrei dejó el último bonsái sobre la repisa y alzó ambas cejas, sin perder de vista al Anciano Maestro de Rozan. Shiryu observó con cautela y curiosidad.

"Maestro Roshi…" Aventuró Shunrei, tomando el brazo de Shiryu. "¿Sucede algo malo?

"¿Maestro?" Le llamó Shiryu.

"¡Esta Es Una Broma De PÉSIMO Gusto! ESO Es Lo Que Pasa." Docko giró sobre sus talones y comenzó a caminar a pisotones hacia la salida de Libra. "No Se Juega Con La Memoria De Los Muertos. ¡Eso NO SE HACE!" Shunrei y Shiryu se miraron sin entender nada. "¡NO DEJARÉ PASAR ESTO! Iré al Templo Principal: De esto el Patriarca se enterará. Encontraré al responsable de esto y tendrá que darme una buena explicación. No Me Sigan."

Tras haber dicho tal cosa, Docko se perdió de la vista de ambos y pronto le sintieron, al menos Shiryu, subiendo los escalones hacia Escorpión. El santo del Dragón estuvo tentado de seguirlo, pero Shunrei lo detuvo.

"¡No vayas, Shiryu!"

"¿Eh? Pero Shunrei, me puede necesitar…"

"Pero necesita estar solo. ¿No viste lo enojado que estaba?"

Shiryu se sopló el flequillo y con un mohín, miró hacia la salida. Se lo pensó varios instantes, meditando profundamente si debía o no ir, hasta que por fin se volvió hacia Shunrei.

"Tienes razón. Mejor pongamos un poco de orden aquí."

Templo Principal. Cámara de Athena.

En esos instantes.

Saori cayó sentada al suelo, mientras intentaba atarse sus sandalias. Hasta hacía 10 minutos, su problema más complicado había sido equilibrar esa maldita fórmula química que Shion insistía en que resolviera, pero ahora, maldecía entre dientes las sandalias que debía calzarse, ya que sus largos cordones de cuero se resistían a ser atados en la forma correcta.

"¡Venga, Que No Hay Tiempo!" Gruñó Saori entre dientes.

Hacía 10 minutos, tanto ella como Shion se percataron de 3 presencias que salían de Piscis, y que habían atravesado las 12 casas sin ser detectadas. De inmediato supieron que no se trataba de algún enemigo, sino de quienes habían estado esperando los últimos días: una de las presencias, era divina, sin lugar a dudas.

La ecuación fue olvidada en ese preciso momento. Ella y Shion corrieron a prepararse… err… bueno, ella no más, que el único arreglo que necesitaba Shion era calzarse el casco y la máscara de Patriarca. Saori en cambio tuvo que cambiarse a su vestido griego con sus peplos, ponerse su casco, las sandalias, buscar su escudo, el báculo¡Y Encima Ponerse La Égida! Todo eso sin que se le cayera nada al suelo. ¡Qué Estrés¿Por qué no podía haber elegido un atuendo menos complicado? Saori terminó de atarse las sandalias y cogió la égida a la rápida.

"Princesa¿Está usted lista?" Se oyó la impaciente voz de Shion al otro lado de la cortina, justo en el momento en que la diosa batallaba con su cabello que se había enredado en esta última prenda.

"¡YA MERO!"

"¡Dése Prisa Que Ya No Hay Tiempo!"

"¡YA VOY!"

Saori por fin ganó la batalla contra su vestido, a lo loco se peinó el cabello, tomó su báculo y su escudo, y apenas prestando atención en alzar así tantito éste último del suelo, arrastrando para variar el báculo, salió a trastabillones de detrás de unas cortinas. Shion meneó la cabeza con el ceño fruncido.

"Una Señorita Como Usted No Arrastra El Báculo Y No Debe Presentarse Agitada Ante Los Visitantes." La regañó mientras le acomodaba la égida.

"Ya no me molestes Shion." Rezongó la diosa. "¿Ya están aquí?"

"Llegaron al Templo Principal, pero aún no pasan hacia el Salón." Aseguró Shion cambiando el tono de voz. "Vamos. Recuerde el protocolo: tal como lo practicamos anteayer."

"¡Sí!"

El Patriarca salió de la Cámara de Athena, al correr el grueso cortinaje, y avanzó calmado hacia el trono que ocupó durante tantos años, aunque no se sentó allí. Saori le siguió de cerca, y se ubicó junto al trono, erguida, en la típica postura que muestran las estatuas: con la Victoria en la mano derecha, y el escudo apoyado a su costado izquierdo, sujetado por su mano con delicadeza. Al menos no llevaba la lanza.

Shion bajó los escalones y se ubicó a mitad de ellos. Allí había un guardia, al que le hizo una señal. Éste salió corriendo del Salón, sin osar levantar la mirada hacia la joven diosa.

"Bien. Es la hora de la verdad." Suspiró Saori muy jovial y nerviosa. Shion sonrió bajo la máscara.

"Mantenga la calma, Princesa."

Entonces las puertas se abrieron. Tres figuras la traspasaron y sin perder más tiempo, avanzaron por el largo pasillo hasta donde se encontraba la diosa. Shion fijó la mirada: precedía el trío un anciano vestido de blanco, como a la usanza medieval, que llevaba un báculo y la cabeza al descubierto. De inmediato supo que no era humano, y le inspiró un profundo respeto. Detrás de él, venía una mujer y una niña pequeña, usando largas capas, cuyo material no alcanzó a reconocer. No podía ver sus rostros, ya que sus cabezas estaban cubiertas por capuchas.

Aquella mujer…

Shion abrió los ojos como platos… ¿Acaso reconocía aquella presencia? Claro… se trataba de una amazona dorada y él las había conocido a todas a lo largo de los siglos, e incluso había entrenado a una de ellas, pero… pero… pero… pero… ¿Quién era ésta y porqué… sentía esto tan raro? Era demasiado familiar, demasiado… sí, sabía que ésta era una amazona revivida, por lo que era normal tener esta sensación de extrañeza, pero… pero… ¿Quién era ella que hasta parecía cortarle el aire? El trío llegó a 3 metros de los escalones y se detuvieron.

"Salve Athena, Hija de Zeus, diosa de la Estrategia, Guerra justa, el Ingenio, las artes manuales, protectora de los campos y alfareros." Saludó el anciano lleno de formalidades. "Hemos venido de muy lejos, cumpliendo así el mandato que hace tres años se nos encargó."

"Sean bienvenidos al Santuario de Athena. Soy el Patriarca Shion." Saludó cortésmente el lemuriano, aunque arrastrando un poco la voz. La mujer pareció erguir la cabeza, sorprendida, pero sólo pudo ver el destello plateado de su máscara. Esto se estaba tornando muy raro. "¿Cuáles son vuestros nombres y qué motivos os han traído al Santuario de Athena?" Preguntó con toda la solemnidad del caso, cada vez más inquieto. "Declarad vuestras intenciones ante el Patriarca, que ya veré si son dignas de que la diosa las conozca."

"Me llaman Mithrandir y he venido escoltando a la pequeña diosa Niké y su tutora, a pedido de Manwë Súlimo, rey de toda Arda: se ha cumplido el tiempo que debían permanecer en Aman."

Gandalf se detuvo unos instantes y miró hacia atrás. Se hizo a un lado al ver a la amazona avanzar unos pasos e hincarse en el suelo, junto con la pequeña… quién era evidente se caía de sueño, de aburrimiento o de ambos. Gandalf iba a abrir la boca para seguir hablando, pero…

"¡AZENA!"

Niké reconoció a Saori justo en ese momento, quien sequía detrás de Shion, lo cuál bastó para despertarla. Se sacó la capa a tirones y corrió escalones arriba con los brazos abiertos. Su tutora casi se cae de bruces por tratar de detenerla, pero bien poco pudo hacer y solo pudo sujetar el borde de la capa, pero ni siquiera pudo quitársela. Shion sonrió generosamente, al igual que Gandalf, mientras veían a la pequeña subir a duras penas los escalones, subida en la cuál terminó por deshacerse de su capa.

Con la cabeza al descubierto, se podían apreciar sus encendidos y traviesos ojos celestes. Lucía dos graciosos moños a cada lado de la cabeza, su cabello era de un color lila pastel, de la misma tonalidad que el cabello de Mu, y tenía en el rostro estampada una enorme sonrisa. Dos alitas en su espalda, que tenían un tenue brillo blanco, cuya envergadura no era mayor de 40 cm., por lo tanto, todavía incapaces de volar, se hallaban extendidas, tal como si quisiera planear. Saori se agachó contenta y abrazó a la pequeña diosa que la saludaba tan efusivamente, en cuanto llegó a sus brazos.

"¡NIKÉ!"

"Por lo visto, sois bienvenidos." Comentó Shion tranquilo, mientras observaba la escena.

"Qué Gusto Más Lindo Verte. ¿Llegaste Bien?" Preguntó Saori cuando la hubo soltado. Niké asintió con la cabeza.

"¡Mira! Tengo Alitaz." La niña señaló hacia su espalda. Sus dos simpáticas alitas de suaves plumas blancas, se agitaron un poco, como orgullosas de su suave color, extendiendo algunas plumas. Saori alzó ambas cejas y sonrió.

"¡Qué alitas más preciosas tienes!" Exclamó. Saori se puso de pie y miró hacia Shion, quien asintió con la cabeza. Athena miró a Niké y le ofreció la mano. "¿Vienes conmigo? Vamos a saludar."

"Bueeee…" Niké le tomó la mano y caminó junto a la chica.

Saori bajó los escalones hasta llegar junto a Shion. Saludó a Gandalf con una sonrisa, antes de dirigirse a la tutora de la niña, que no solo se quería morir de la vergüenza, sino además seguía arrodillada. Estaba hecha un atado de nervios, pero mantenía una calma externa a prueba de balas. Athena supo en seguida lo tensa que estaba.

"Mithrandir, eres bienvenido a mi Santuario. Espero que hayas tenido un viaje cómodo y que aceptes nuestra hospitalidad, para que descanses antes de emprender el regreso." La diosa se volvió a la tutora. "Amazona, Bienvenida de regreso a tu hogar. Se me ha dicho que has hecho un buen trabajo. Por favor, quítate la capucha para poder verte mejor… y dinos tu nombre: verás, mi jefe no nos…"

"¡Ahem!" carraspeó Shion.

"Digo, Mi padre Zeus no nos dijo quien eras." Rezongó Saori, a quien no le gustaba hacer uso de formalidades. "¿Nos podrías sacar de la duda y decirnos como te llamas?"

La amazona alzó la cabeza, extrañada de que Zeus no hubiera dado tal información, pero no le importó mucho. Se quitó la capucha, dejando a la vista su intenso y sedoso cabello color fucsia, que ahora llevaba corto en una melena, con mechones de cabello más largos por delante que por detrás. Tenía orejas puntiagudas, que destacaban tanto como las tiernas alas de Niké y que la acusaban como una elfa. Su máscara de mithril tenía un bello y casi místico color plateado, y se mostraba impávida, pero… como que traslucía algunas expresiones… o eso le pareció.

En esos momentos, la puerta del Salón Principal se abrió de golpe y Docko de Libra avanzó a pisotones por ella, pese a las advertencias de los asustados guardias. Sin embargo, bajó la intensidad y velocidad de sus pasos al ver que Saori y Shion estaban brindando una audiencia a tres visitantes. Sin embargo… ¿Era Idea suya o Shion había retrocedido un paso lleno de susto? Esto le incentivó a seguir caminando. Quizás se trataba de algún enemigo.

Saori se quedó mirando a la amazona, como si la reconociese de algún lado, abrió la boca, pero la cerró de inmediato, como si intuyera que la chica fuera a hablar.

"Joven señora, soy la amazona dorada Idril de Cáncer. Me presento a servicio, tras haber cumplido la primera parte de la misión que se me encomendó hace tres años, cuando fui liberada de los Salones de Mandos. He aquí que renuevo ante vuestra gracia, mis votos de lealtad que antes os juré."

O.O

Hubo tres reacciones diferentes que sucedieron en cuanto Idril se descubrió la capucha y comenzó a hablar, y las tres fueron al unísono.

Al oír el nombre de la amazona, Saori sintió como si le volteasen un balde de agua tibia por la espalda. Fue como si recuperase algunos recuerdos de su previa encarnación sobre quién era Idril. No los recuperó todos o en forma completa, pero sí lo suficiente como para alegrarse de su regreso.

¡PLOP!

Docko se cayó al suelo de la impresión. Fue como si le hubiesen quitado la alfombra por la que caminaba de sopetón y el aire de los pulmones de un certero golpe en las costillas. Sus ojos se abrieron tanto que parecía que se saldrían de sus órbitas. Como al caer al suelo se produjo un ruido metálico, todos se dieron la vuelta a mirarlo, y nadie atinó a preguntarle qué hacía allí o si estaba bien. Docko abría y cerraba la boca como pez fuera del agua. ¿Acaso estaba mal de la cabeza o en verdad estaba viendo a…?

"¿I –Idril…!" Logró balbucear, sin poder creer sus ojos.

Ô.Ô

Sin embargo, la reacción de Docko no fue ni parecida a la de Shion. Éste se quedó literalmente helado. Vacío. Sintió un profundo vacío en las tripas y como si le hubiera golpeado la cabeza con una macana. Su corazón dio respingos tan agitados que le oprimieron el correcto funcionamiento de los pulmones. Se puso a sudar frío y se llevó una mano al pecho, como si con eso fuera a aliviar el súbito dolor que sentía. Tuvo la desagradable sensación de que su nariz comenzaría a sangrar profusamente en cualquier momento. Necesitaba sentarse y recuperar el aliento.

Y con urgencia: su corazón no estaba para estos trotes.

Después de todo… no todos los días veían regresar de la muerte a alguien tan particular y especial como Idril…

… Sobre todo con lo que eso significaba para Shion…

Casa de Cáncer.

En esos momentos.

Mu, Aioros y Serra estaban boquiabiertos y estupefactos. Esa sublime expresión en sus rostros, de calmada sorpresa, les hacía ver tranquilos. Ninguno de los tres quería moverse… era como si estuvieran observando la más bella y sublime de las obras de arte… pero tal estado de ánimo no se debía a que efectivamente estuvieran observando algo que quita hasta el aliento de lo lindo que es. ¡No Señor!

La luz entraba a raudales por ventanas que nunca antes habían visto. Las paredes del templo estaban blancas y los contrastes entre las áreas iluminadas y las oscuras armonizaban como en un bello poema. El ambiente estaba fresco, la Casa de Cáncer ya no olía a morgue o a cementerio. Lavanda… ese era el olorcillo tan fresco y delicado. No había rastro de destrucción en las paredes¡Estaban como nuevas! Pero… eso no era todo… no, digamos que había todo un nuevo estilo de decoración bastante…

Mu y Aioros intercambiaron una mirada sin cerrar la boca. Serra puso ojos brillantes. El santo de Aries intentó articular palabra, pero no lo resultó. Lo mismo Aioros que apenas si pudo pestañear. El lugar… el lugar estaba… ¡Estaba!… Serra se atrevió a levantar un trozo de mármol que estaba en el suelo…

"Máscara… ¿Estás bien?" Preguntó Mu, tras tragar saliva.

Máscara de la Muerte de Cáncer no respondió. Digamos que estaba… helado. Un convulsivo tic nervioso no dejaba su ojo izquierdo tranquilo. Estaba pálido como la muerte y no reaccionaba. Aioros le levanto un brazo, pero al soltarlo, cayó inerte. Mu se atrevió a dar un paso, sin dejar de observar al techo, esquivando los muchos escombros que había allí.

Porque podrá verse muy iluminada la Casa de Cáncer, PERO eso no quiere decir que estaba ordenada.

"Máscara, No sabía que habíais decidido redecorar. Me hubierais avisado para ayudaros con los escombros." Comentó Serra con inocencia.

Mu y Aioros se la quedaron viendo con cara de circunstancias. Máscara hizo un puchero y comenzó a temblarle el labio.

Es que su oscuro, tétrico y húmedo templo… estaba iluminado… y… era como si se hubiera soltado al huracán Katrina en su interior: toda la decoración previa, por la que había sustituido su colección de máscaras, había sido arrancada con furia de las paredes, los muebles de su sala de estar estaban despedazados por doquier, las páginas de sus destrozadas revistas aún caían del techo. Mu, como buen amigo, se acercó a Máscara y le puso la mano en el hombro.

"Pudo ser peor."

Una vena comenzó a pulsar en la sien del santo de Cáncer.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo capítulo: Hermana de Armas.

"Milo… ¿Escuchaste lo mismo que yo?" Preguntó Alisa al tiempo que se arreglaba rápidamente sus cabellos y ropas. "¿Acaso ya llegó Niké y su tutora al Santuario¿Tan de repente?" Añadió llena de dudas. Milo se rascó la cabeza con curiosidad. Apenas se había preocupado en arreglarse el cabello.

"¿Idril?" Preguntó a su vez, sorprendido. Él y su esposa eran los primeros en enterarse de estas nuevas. "¿Idril de Cáncer? No inventes." Comentó tras un largo silbido.

"¿La conoces?"

PS: No, Gandalf no es humano: él es un Maia, una criatura cuyo poder está justo por debajo de los Valar. Un Maia puede ser bueno o malo: Saruman también es un Maia, lo mismo que Sauron.Idril ya llegó al Santuario, y como ven, haciendo de las suyas. Se me hizo un poquito pesado, pero al menos no me dio guerra. Es que lo escribí con sueño… y si no lo escribía no podría haberme quedado dormida. Espero que les haya gustado montones. Voy a poner algunas imágenes alusivas a este capítulo en mi Blog, al cuál pueden llegar por medio del link en mi profile. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ UNA GALLETA DE MIEL!

Brújula Cultural.

Égida o aiguís: (Ver Blog para las imágenes) La égida es un manto que siempre aparece en la iconografía de la diosa Athena, dado que es parte de su vestuario. Entre otras cosas, simboliza la coraza de su virginidad. Lo usa encima del vestido, tiene escamas y está enarbolado por serpientes, con la cabeza de la Gorgona en el centro. Hay muchas versiones que explican su origen que pueden investigar. En una de ellas, se dice que cuando el gigante Palas intentó violarla, Athena lo mató, lo desolló y con su piel confeccionó su égida en señal de advertencia a quien intentase lo mismo que el gigante.

Niké: En la mitología griega, Niké o Nice (en griego Νίκη) era la diosa del triunfo y del éxito. Sus principales cualidades es que la tipa es capaz de correr y volar a gran velocidad, Se la consideraba como portadora de buena suerte, y siempre está asociada con algún otro dios. De hecho, se le representaba a menudo como una pequeña escultura alada en la mano de otro dios más importante, como Zeus o Athena. Hasta la batalla de Salamina en el 480 antes de Cristo, se la consideraba hija de Zeus, pero tras la victoria, esta diosa comenzó a ser asociaba y a creérsela idéntica a Athena, siendo Niké un apodo suyo que significa "victoriosa". Otras versiones de su origen, la hacen hija del titán Palas y de del río Estigia, lo que la hace hermana entonces de Bía (la Violencia), Zelo (el Fervor) y Cratos (la Fuerza). Athena es su mejor amiga: por alguna razón ambas diosas siempre congeniaron a la perfección. Es esta versión a la que me voy a apegar. Destaca su templo en la Acrópolis de Atenas (Jeje, y que pude visitar). Se la representa alas y portando una palma o una guirnalda de laurel. Las estatuas más conocidas de Niké son la Victoria de Samotracia (actualmente en el museo del Louvre (y que pueden ver en mi Blog) y la pequeña estatua en la mano del Zeus de Olimpia. Los templos dedicados a esta diosa siempre están cercanos a los de Athena. Para este fic y para construir este pequeño personaje, pequeño porque sólo tiene 3 años, me basé en la estatua de la Victoria Alada de Samotracia (Ver Blog para las imágenes). Creí simpático que la nena tuviera alitas.