A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.
ADVERTENCIA.
Principio 118 para ver y entender Manga: Cualquier villano que se cambie al bando de los buenos por la chica que ama, morirá en ese capítulo.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 4:
Hermana de Armas.
Salón Principal.
Saori, sin saber qué pensar, o como reaccionar, decidió ignorar a los adultos. Avanzó hacia Idril, en vista que todos parecían haberse quedado fríos del shock. Se arrodilló junto a ella y le sonrió con alegría.
"¿Idril de Cáncer?" La joven diosa abrazó de súbito a Idril. "¡Sé Más Que Bienvenida! ¡NO SABES CUANTO Me Alegro De Verte! ¡Puede sonarte raro, Pero Es Cierto!"
Estupefacta por este sencillo gesto, y en cierta manera emocionada, Idril sonrió y le correspondió el gesto a su diosa. Sí. Puede parecer raro que Saori se mostrase tan efusiva con una extraña a quien por primera vez veía, pero cuando digo que momentos antes había recuperado muchos recuerdos de su previa encarnación, hablo en serio. Recordaba a Idril, quién era ella y como era su personalidad. Recordaba incluso la primera vez que Aldonza la había visto, cuando no era más que una bebé de meses, calada hasta los huesos, en los brazos de su igualmente empapada madre, que el en aquél entonces Marco de Cáncer había sacado del agua con las justas… incluso recordaba su muerte: por desangramiento.
Muchos detalles le fueron velados, pero ninguno enturbiaba lo esencial de los recuerdos.
"Tú y yo tenemos que sentarnos a conversar. Me muero por conocerte de nuevo y saber dónde y cómo has estado estos tres años. ¡Qué Genial! Me alegra tanto saber que mi papá te eligió como tutora de Niké que…"
"La Princesa me honra con esta bienvenida, No creo ser digna de…"
"¡Ya Basta De Todo Eso! Detesto Las Formalidades Y Quiero Que Seamos Amigas. Me Llamo Saori Y Así Deberás Llamarme."
"Pero…"
"No me digas que eres igual de terca que Shion y que me llamarás por mi título." Saori suspiró derrotada. "Debe ser una maldición: ni los dorados me llaman por mi nombre." La diosa se puso de pie.
"Soy más terca que el Carnero, se lo aseguro." Sonrió Idril, siempre arrodillada. "Podemos ser amigas, pero dudo ser capaz de faltarle el respeto de ese modo y llamarla por su nombre."
"Entonces no lo harás." Saori cerró los ojos con una sonrisa. "Da igual, me contento con que seamos amigas. ¡Además Mis Dorados Me Malcrían Mucho! Ya ponte de pie que me pones nerviosa." Una enorme gota resbaló por las cabezas de Gandalf e Idril. La elfa se puso de pie.
"Mami, tene zed…" Gimió de pronto Niké, jalándole los vestidos a Idril.
"En seguida, ten paciencia." Le pidió Idril algo incómoda. Niké, por obvios motivos, llamaba 'Mami' a su tutora. Técnicamente lo era. Saori sonrió.
"Ustedes han de estar muy cansados. Mejor dejo de hablar que seguro deben querer descansar unos momentos. ¿Shion? ¿Te parece que dejemos esto para…?"
Un enorme signo de interrogación pareció aplastar la cabeza de Saori en cuanto giró sobre sus talones para encarar a su curiosamente callado Patriarca. Una leve brisa y un sonido de vacío fue lo único que encontró. En el lugar en que se supone debería estar Shion, no había más que aire y ni luces del Patriarca. Un arbusto reseco, impulsado por la brisa generada por los efectos especiales marca ACME, pasó rodando con pereza por los escalones, lo que añadió sentimiento a la gota que resbalaba por la cabeza de la diosa.
Desconcierto. Era eso lo que Saori sentía en esos momentos.
Un gran y duro desconcierto.
La diosa tragó saliva y rió nerviosa, llevándose una mano a la nuca. Gandalf sonrió para sus adentros, mientras que Idril trataba de calmar su respiración. Todo el asunto había puesto muy nerviosa a la elfa. Saori suspiró y decidió que mejor le pedía ayuda a Docko, que aunque estaba en el suelo la última vez que lo había visto, quizás atinaba y le daba una solución. Por lo tanto, giró sobre sus talones.
"Docko, ¿Viste de casualidad a donde…?"
…
Docko tampoco era habido. ¡Brillaba, Pero Por Su Ausencia! Una vez más, Saori se enfrentó al agudo silencio del vacío dejado por el Santo de Libra. ¡La habían dejado sola! Sus más antiguos santos, los más responsables de todos, la habían dejado desamparada con los visitantes, como si ella fuera capaz de entretenerles lo suficiente. No fue la única desconcertada: con lo nerviosa que estaba Idril, esto la tenía algo… colgada. Gandalf rió abiertamente.
"Si están buscando a los caballeros que estaban aquí hace unos momentos…" Comenzó Gandalf. El Mago señaló hacia un costado. "Parece que fueron a apagar un incendio, dado que en mi vida había visto a dos hombres correr tan rápido."
"¿Qué dices?" Preguntó Saori exhalando aire, como derrotada. "¿Se fueron y nos dejaron solos?"
"Así es."
Cuarto de Baño de Hombres.
A Un costado del Salón Principal.
¡SLAAAM!
La puerta se abrió con inusitado ímpetu y Shion junto con Docko entraron tan a lo loco, que parecía que dos tornados habían irrumpido dentro. Ni se fijaron cuando la puertecilla de unos de los cubículos se agitó más de lo normal, pero luego volveremos sobre ese detalle.
Ambos antiguos santos se abalanzaron sobre el espejo y rápidamente procedieron a verse más de cerca. Shion se sacó el casco y la máscara y los lanzó a un costado sin el menor de los cuidados. Tanto él como Docko se echaron agua fría en el rostro, que refregaron con fuerza, antes de abalanzarse contra las toallas, para secarse, pero regresar de inmediato a los lavabos, de cara al espejo, para peinarse un poco y tomar agua…
… y de paso ver si se calmaban un poco, que estaban demasiado impresionados, al punto que hasta el nombre parecía habérseles olvidado. Shion y Docko respiraban agitados y veían sus reflejos con espanto, se miraron de reojo unos segundos. Exhalaron aire y se quedaron en suspenso, como si estuvieran masticando la noticia.
¡Ah, la vanidad masculina!
"Dime Que Envenenaron El Agua, Que No Me Lo Explico De Otro Modo." Exigió Docko, con los ojos fijos en su reflejo. "¡Me Drogaron Y Estoy Viendo Visiones!"
"Yo También."
"¿Qué?"
"¡Yo También Estoy Viendo Visiones!" Shion se llevó ambas manos a la cabeza. "¡Idril Está VIVA En El Salón Principal Así Como Si Nada! ¿Entiendes lo que te digo?" El lemuriano se volvió hacia Docko y lo sujetó de las solapas. El pobrecito se veía muy impactado. "¡Es IDRIL!"
Tras un par de golpes y manotazos, Docko empujó a Shion y respiró profundo, antes de apoyar los brazos sobre el mesón y dejar caer la cabeza. El lemuriano en cambio se apoyó en la pared, mareado y pensando a mil por hora. Un hervidero de emociones bullía en su estómago y cerebro. Su corazón dio latidos erráticos… se sentía… se sentía… Radiante De Felicidad… aunque no lograba entender esto a cabalidad.
"No, no estoy drogado… ¡Por Todos Los Dioses De Cuánta Religión Existe!" Exclamó Docko. "Fue a Idril… la amazona que revivieron fue Idril." El Santo de Libra volvió a verse en el espejo, y en cosa de segundos, una gigantesca sonrisa se dibujó en su rostro. "¡Idril! ¡Qué Alegría Más Increíble! Esto Es… ¡Esto Es!" La inmensa alegría que Docko sentía, se nubló de pronto a una mueca de miedo. Le dio a Shion, quien nuevamente estaba ante el espejo, un golpe en el brazo para llamar su atención. "No estaba molesta conmigo por algún motivo antes de morir, ¿verdad?"
"No… que yo recuerde, ella y Parminder estaban molesta con Iñaki por lo de Sofía, pero no contigo." Le dijo Shion, hablando pausadamente, como tomando aire pausadamente. Aún estaba mareado. "Aunque si lo dices por el incidente de la playa…"
"¡NO ME LO RECUERDES!" Exclamó Docko de improviso, cubriéndose las orejas. "Oye… ¿Y por qué estaba molesta con Iñaki? ¿Le hizo algo a Sofía?"
"La embarazó. Aunque no alcanzó a enterarse…"
"¡Uuh, Será Maldito! ¿Cómo se atrevía a dar discursos morales el muy mugre…? Lástima que no se haya enterado." Dijo con tristeza, sin saber qué sentir. Pero como ese no era el punto en discusión, se refregó el rostro con ambas manos. Ambos santos volvieron a fijarse en el espejo, y largo rato se quedaron mirando sus impactados reflejos. Ni siquiera prestaron atención a aquél sofocado estornudo. "Oye Shion…"
"Dime…"
Docko le dio un zape en la cabeza a su amigo. Su buen humor había sido restaurado e incluso incrementado. Si bien había recibido uno de los impactos más fuertes de su larga vida, ya parecía haberse recuperado y su reacción había sido de completo alborozo. Shion se protegió la cabeza… aún estaba en proceso de aceptar lo que sus ojos habían visto: su natural melancolía le hacía tener reacciones emocionales más lentas y menos inmediatas.
"¡Viejo Zorro!" Exclamó Docko contento. "Encima Eres Un Maldito Y Desgraciado Suertudo." Shion frunció el ceño y le miró molesto.
"¿De qué hablas, DesBalanza?"
"¡No Te Hagas El Inocente Que No Te Sale!" Docko se llevó ambas manos detrás de la nuca y le sonrió travieso. "Tienes Una Nueva Oportunidad. No Cualquiera Puede Decir Eso Luego De Casi 250 Años… ¡A Toro Viejo, Pasto Tierno!"
"No se a qué te refieres."
"¡Sí Lo Sabes! A Ver Si Esta Vez Te Resulta Algo Con Idril: Fue La Única Que Se Te Escapó."
Nuevamente, pasó inadvertido una ligera conmoción dentro de uno de los cubículos, seguida de dos sordas exclamaciones de sorpresa, que fueron sofocadas por manos apresuradas.
"No digas estupideces Docko." Gruñó Shion ofuscado, mientras recogía el casco y su máscara. "Nunca hubo nada entre Idril y yo. Fin del asunto." Añadió mientras se ponía el casco, aunque prefirió no ponerse la máscara.
"Por supuesto, jamás pasó nada porque FUISTE un IMBÉCIL de categoría." Explicó Docko así tan tranquilo. "¡Pero No Me Niegues Que Le Tenías Ganas!" Añadió picaron. Shion frunció el ceño y le miró con tanta severidad que Docko creyó que el lemuriano le abriría un hueco en la cabeza. El santo de Libra se puso serio de súbito. "Por favor Shion, viejo amigo, esta vez no metas las patas, por lo que más quieras y por todo lo que consideras sagrado."
"Bah. No me molestes." Shion se puso una mueca de dolor. Tenía una mano en el pecho, lo cuál logró preocupar a Docko, quien entrecruzó las cejas.
"Tómatelo con Calma. ¿Te sientes bien?" Le preguntó serio. Shion asintió.
"Sí, me siento muy bien." El Patriarca se irguió y se impulsó lejos del lavabo. "Vamos, dejamos a la diosa sola, y no confío en su manejo del protocolo." Explicó mientras caminaba hacia la puerta y se disponía a salir de aquél cuarto de baño, seguido de Docko.
Pero antes de seguir a estos dos VIEJOS amigos, vamos quedarnos unos momentos más en este cuarto de baño. Cuando hubieron transcurrido algunos minutos, uno de los cubículos se abrió con cautela. Dos pares de ojos se asomaron curiosos, y cuando se aseguraron que nadie había allí, se animaron a salir. Milo y Alisa, ambos despeinados, se quedaron observando hacia la puerta, mudos de la impresión. Intercambiaron una mirada y volvieron a observar hacia la puerta. Alisa aprovechó aquél momento para arreglarse la ropa, lo mismo que Milo.
¿Qué estaban haciendo los dos allí? Fácil.
Milo estaba con guardia de templo, y Alisa, por ser ese día un sábado, le estaba haciendo compañía. Sin embargo, durante el transcurso de la mañana, Ismena, la hermana mayor de Milo, había llamado muy asustada, avisando que Héctor, el hermano menor del santo de escorpión, estaba perdido y que nadie sabía de él desde la noche anterior. De inmediato, Milo había decidido subir al Templo Principal en busca de una autorización para salir a buscar a su hermano. Alisa insistió en acompañarle, por lo que luego de dejar al pequeño Kyrus al cuidado del santo más cercano disponible y con menos pinta de psicópata, pero como no le encontraron (Máscara no era una opción), tuvieron que dejar al bebé al cuidado de Marin, que estaba en Leo arreglando algunos detalles para cuando tuviera que mudarse allí dentro de una semana. Llevaban una media hora en el Templo Principal.
Sin embargo se habían encontrado en primera instancia con que tendrían que esperar hasta el descanso de la diosa de sus lecciones, y luego con que tendrían que esperar por la llegada de Idril y Niké. Dado que se habían aburrido, las cosas se prestaron para algunos inocentes mimos… y… digamos que se metieron al baño para estar más tranquilos, pero ni bien habían entrado, Shion y Docko irrumpieron dentro y por poco les sorprenden, de no ser por los agudos reflejos del santo de Escorpión.
Que de algo le sirva tanto entrenamiento.
"Milo, ¿Te das cuenta que somos los primeros que sabemos el chisme?" Preguntó Alisa con los ojos muy abiertos, fijos en la puerta. El santo de escorpión asintió.
"Espérate a que los demás se enteren." Susurró Milo aún sorprendido. Su esposa le dio un zape en la cabeza.
"¡Milo! Estamos hablando de su Excelencia Shion: no podemos ir a chismosear esto así nada más." Protestó Alisa enojada. "¡Le Revivieron la Novia! No podemos divulgar esto." Añadió muy seria…, pero cometió el error de quedarse viendo a los ojos con Milo… ambos esposos sonrieron traviesos.
"¡NAAAAH!"
Ambos rieron como niños pequeños.
"Milo… ¿Escuchaste lo mismo que yo?" Preguntó Alisa al tiempo que se daba una manito de gato en sus cabellos y ropas. "Ya llegó la diosa Niké y su tutora al Santuario. ¿Tan de repente?" Añadió llena de dudas. Milo se rascó la cabeza con curiosidad. Apenas se había preocupado en arreglarse el cabello.
"¿Idril?" Preguntó a su vez, sorprendido. Él y su esposa eran los primeros en enterarse de estas nuevas. "¿Idril de Cáncer? No inventes." Comentó tras un largo silbido.
"¿La conoces?"
"Solo por los cuentos que oí de niño: Esa tipa es todo un icono. Falleció en 1743, protegiendo el Santuario de los Espectros de Hades. Mi maestro Erich siempre me contaba que aguantó toda la guerra sin heridas, pero que recibió un golpe fortuito, que la mató por desangramiento en menos de 5 minutos. Me decía eso para que no me distrajera de los entrenamientos." Explicó con los ojos muy abiertos. "Aunque no es precisamente lo que me sorprende…" Alisa se abrazó del brazo de Milo y le miró curiosa.
"¿Qué es lo que te sorprende?"
"Que su Excelencia Shion la haya pretendido." Confesó tras un suspiro, y con los ojos abiertos como platos. "Te juro que no se me hace del tipo que va detrás de una mujer." Añadió con genuina inocencia. Alisa asintió.
"En eso tienes mucha razón."
Salón Principal.
Saori al menos pudo manejarse muy bien estando sola con los recién llegados. Gandalf se mostró muy accesible y simpático. Idril en cambio, sin bien tenía la mejor de las disposiciones, se mostró algo más cautelosa y callada, aunque no por eso menos cordial. Por lo general, era una elfa más de acciones que de palabras… y en esos momentos se sentía cohibida. Para ella, también era una impresión muy fuerte regresar y encontrarlo todo cambiado y patas arriba. Se sentía una total y completa extraña en su propio hogar… nuevamente tendría que hacerse de un lugar entre estos nuevos santos.
"¿Qué rayos hace Shion como Patriarca?" Pensaba la elfa mientras caminaba en silencio. "¡No puedo creerlo! Me extraña que no haya convertido al Santuario en un burdel." Como que Idril no se creía los cambios gestados en el Santuario.
"Edan unaz Montañotaz AZI de Gandes. Abuelita dize ke nadie paza por ahí zin ke tODOz ze enteden." Explicó la niña gesticulando con los brazos en forma exagerada.
Claro, quien se robaba la película en esos momentos, era Niké. La cría era encantadora hasta el hartazgo. Athena rió de gusto: la diosa de la sabiduría guiaba al grupo fuera del Salón Principal.
"Luego me harás un dibujo de esas montañas, ¿Vale Niké?" Le pidió con ternura. "Por Favor, iremos a una sala de estar para que estemos más cómodos, en lo que…"
En ese momento, Docko y Shion aparecieron como si nada hubiera pasado e hicieron una seña con la cabeza de disculpas. No se les había movido ni un músculo.
"Disculpen nuestra ausencia." Pidió Shion profundamente. "Tuvimos una pequeña emergencia que solucionar."
"Si claro. Un 'Fashion Emergency' fue lo que tuvieron ustedes dos." Rió Saori de buena gana, señalando los cabellos mojados de ambos. Esto logró que sus dos desaparecidos santos, ahora habidos, se enrojecieran a rabiar.
"Al menos no tardaron mucho." Comentó Gandalf como distraído. "Menos de lo que se tarda la señorita Idril en arreglarse para viajar."
"¡Gandalf!" Exclamó Idril molesta. "Yo no me tardo nada." Gruñó empuñando las manos.
"Cierto. Te tardas mucho menos que la señora Nerdanel en todo caso."
"Princesa Athena." Pidió Docko de pronto, interrumpiendo las risas de Gandalf. "Le pido por favor que me disculpe: necesito salirme del protocolo una vez más."
"¿Huh? Claro… por mi no hay problema." Dijo Saori curiosa.
Docko se volvió hacia Idril y en un sorpresivo gesto, la abrazó con cariño y alegría, tal como se abrazarían dos amigos por largo tiempo separados: estos eran hermanos de armas reunidos. El abrazo era meritorio de tan feliz ocasión. La elfa se sonrojó, y aceptó este gesto con la mejor de las predisposiciones, respondiéndolo a su vez con otro cariñoso abrazo. ¡Cómo estaba de feliz por ver caras conocidas después de tanto tiempo! Eso pone contento a cualquiera.
"¡Cuánto me alegro de verte viva, Idril!" Exclamó el Santo de Libra cuando se separaron. "No sabes como se te extrañó… ¿Supongo que fuiste tú quien reordenó mis bonsáis, no?" Idril sonrió bajo la máscara y asintió orgullosa. Docko le miró curioso: como que intuyó esta sonrisa de la elfa. "Lo sospeché… por favor, mantente alejada de ellos, que son como mis hijos." Le pidió sin perder más tiempo.
"Siempre tan directo, ¿Verdad Docko?" Comentó la elfa con conocimiento de causa. Bajo la máscara, esbozó una vivaracha sonrisa. "Ni creas que te voy a hacer caso. Esos árboles sufren."
"¡No sufren!" Exclamó Docko de súbito. "Llevo más de dos siglos criando bonsáis y te aseguro que no sufren."
"¿Ah sí? O sea, si yo te enredara cables de cobre en las piernas, de forma tal que impidan su natural desarrollo, ¿te dolería?" Le preguntó Idril retóricamente. Docko puso cara de circunstancias.
"¡Pero…!"
"Luego siguen con su discusión." Intervino Shion de repente. "Hazte a un lado, Docko, que quiero saludar a la elfa más linda de todas."
El Patriarca dio un paso hacia delante, para saludar a Idril, pero sin que se lo esperase, ésta le asestó un puñetazo SOBERBIO en la nariz, tan impecable y bien puesto, que ni siquiera tuvo la chance de esquivarlo. Shion, con el impulso, retrocedió varios pasos antes de poder detenerse, mientras se sujetaba la nariz por dos motivos: Uno, porque le dolía a horrores; Dos, para poder curársela. Gandalf levantó ambas cejas sorprendido, Saori se cubrió la boca con las manos y abrió mucho los ojos. Docko hizo una mueca de dolor. Niké observaba todo muy tranquila.
"o.o ¿Dolió?" Balbuceó la pequeña.
"¡Eso Fue Por Meterte En La Cama Con Mi Aprendiza!" Gruñó Idril muy molesta. Parecía que se había estado aguantando varios años ese saludo.
Gandalf, Saori y Docko se quedaron boquiabiertos, aunque eran estos dos últimos los más sorprendidos. Saori nunca se lo habría esperado y Docko… no se lo podía creer. Shion apenas escuchó los molestos motivos de Idril: le dolía tanto la nariz que bien poca atención había prestado.
"¿Aprendiza? ¿Qué aprendiza?" Se preguntó Shion a sí mismo, molesto como nadie. Al fin y al cabo sí que estaba atento. No recordaba a ninguna aprendiza que… "Ah sí… Süe…" El Patriarca sacudió la cabeza, molesto ante ese recuerdo y rápidamente lo desechó, sin profundizarlo mucho. Al fin y al cabo que bien poco había trascendido Süe en su vida. Otros asuntos le preocupaban. "¡Maldita Sea! ¿Por Qué Siempre Tiene Que Pegarme Cada Vez Que Me Ve?"
"¿Te Metiste Con Su Aprendiza?" Preguntaron Docko y Saori al mismo tiempo… y fue tan al unísono que ni ensayado les sale mejor.
Gandalf, quien aguantaba la risa, miró al atribulado Patriarca, que observaba a grupo totalmente condolido. ¡Tan solemne que se veía al principio y miren no más en lo que estaba el pobre! Sin embargo no hubo tiempo de respuestas, dado que Idril, aprovechando la conmoción, hizo algo que nunca en su vida había hecho y que tomó a todos por sorpresa. Antes que Shion pudiera emitir algún argumento en defensa propia… la elfa le abrazó con cariño y ternura.
"Pese a eso, me alegro mucho de verte, Aries." Le dijo antes de soltarlo y darle la espalda. "Mucho sentimentalismo por hoy." Añadió con una fría indiferencia. "¿A dónde íbamos?"
"Este… por aquí. Síganme." Anunció Saori, perpleja.
La diosa salió por fin del Salón Principal, seguida de la comitiva, en dirección a alguna sala de estar. Shion se dispuso a seguir tras los pasos del grupo, pero Docko le detuvo por el brazo y le forzó a rezagarse más.
"¿Con Süe?" Preguntó incrédulo. "Shion, ¡Eso Es Caer Muy Bajo, Incluso Para Tu Gusto! ¿Te Metiste Con SÜE?"
"¡Argh! No me molestes Docko." Protestó Shion, mientras se daba topecitos ligeros en su lastimada nariz. "No me digas eso que lo sé perfectamente." Gruñó lleno de remordimiento. "Bah. Fue lo más cerca que llegué de Idril, te lo aseguro… ¡Así Como También Te Aseguro Que A Los 18 Era Todo Un Imbécil!"
"Feh. Al menos lo reconoces." Le dijo Docko lleno de incredulidad. El santo de Libra gesticuló con las manos. "¿PERO CON SÜE? Por último que te hubieras metido con Parminder, ¿Pero CON SÜE?"
"¿Parminder?" Shion dio un asustado respingo. "¿ESTÁS LOCO? Lynus Me Habría Dejado Como Queso Gruyere Si La Hubiera Llegado A Ver De Mala Manera. Tuve una muy mala experiencia con ciertas prendas que se llevó el río." El malhumorado Patriarca se soltó del agarre de su amigo. "Vamos que se nos adelantan y ya me he salido demasiado del protocolo por hoy."
Shion comenzó a caminar a zancadas largas, seguido por Docko, quien todavía no se podía creer que su amigo se hubiera metido con la aprendiza de Idril hacía 262 años. Bah. Sin duda había muchas cosas que él no sabía, pero que esperaba no tener que averiguar nunca. Estaba por hacerle otro comentario al respecto, cuando…
… Desde la Cuarta Casa de Cáncer un estruendoso alarido capaz de despertar a los muertos se elevó hacia las alturas y se pegó en el cielo con sublime firmeza, al tiempo que el cosmos de Máscara de la Muerte de Cáncer se encendía lleno de furia.
"¿QUIÉN LE HIZO ESTO A MI CASA?" Logró comprenderse entre la sarta de maldiciones en italiano que prefiero no reproducir por decencia.
Sip. Tal como había hecho de las suyas en Libra, Idril había dejado su firma en la Casa de Cáncer… dado que no le había gustado verla tan lúgubre…
Y ya saben lo gritón que puede llegar a ser Máscara.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo capítulo: Pequeña Niké.
"¿Qué tal su nariz, Excelencia?" Preguntó Idril de pronto, como si estuviera comentando el clima.
"¡Me has dado golpes peores!" Reconoció Shion con una sonrisa. Se volvió hacia Idril amable. "Y no me digas 'Excelencia.' Eres mi amiga."
"Eres el Patriarca." Le dijo Idril, marcando un más que evidente límite. "Y para empezar, nunca te consideré como un amigo."
PS: Otro día, otro capítulo, y nuevamente gocé escribiendo esto. Claro, me interrumpieron como nunca, pero valió la pena. Idril ya llegó al Santuario y ahora solo falta que las cosas se asienten y sigan el curso que deben seguir. Les agradezco que lean mi pequeño monstruo. Vamos a ver que saco de mi bolsa de golosinas… ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ GALLETAS DE MIEL!
