A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.
ADVERTENCIA.
Principio 125 para ver y entender Manga: El personaje más antipático NUNCA se muere.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 6:
¿Saori Detective?
Salón de Estudios.
Una Semana después.
Idril era muy especial, sin lugar a dudas. En menos de una semana ya había probado tener un carácter volátil y sutil al mismo tiempo. Los dorados ya habían experimentado en carne propia lo que significaba entrenar con ella y estaban contentos, pues aprendían mucho sin siquiera proponérselo. Aunque, debo decir, no todo era color de rosa. Se sentían algo extraños de ser, literalmente, arrojados de cara al suelo y tragar arena por una mujer en apariencia frágil y delicada.
La elfa también estaba contenta: como que necesitaba el entrenamiento regular, aunque le hubiera gustado más desafío. Hasta ahora, los únicos que realmente hacían un esfuerzo por no dejarse vencer eran Docko (obvio), Aioria (mero orgullo) y Saga (desconcierto).
A algunos, esto de ser arrastrados por una elfa les pateaba más que a otros, pero todos coincidieron en lo mismo: era genial tenerla cerca. Entrenar con ella resultó ser una práctica excelente y un buen desafío, lo cuál era bienvenido. Era buena persona, aunque pésima dando consejos (siempre decía que sí y que no al mismo tiempo). Hacerla rabiar era divertido, mucho más fácil que hacer rabiar a Máscara de la Muerte, y además de representar en sí una buena dosis de adrenalina. Idril hizo muy buenas migas con Shaina y Alisa casi en forma instantánea y Niké…
Niké es cuento aparte. ¿Recuerdan como se portó este lote de hombres cuando Milo tuvo que cuidar de Helena? Pues digamos que tuvieron la misma reacción en cadena. Camus, Alsacia y Alde estaban especialmente encariñados con la nena.
Sin embargo, y por otro lado, pese a la buena aceptación de Idril, en el Templo Principal las cosas eran más bien erráticas. Docko les puede dar viva fe. Vaya a saber Athena por qué, y les aseguro que la mocosa no lo sabe, Shion e Idril tenían un trato muy especial el uno con el otro y definitivamente ambos estaban Amenazados por Convivencia: O se ladraban, o se ignoraban o charlaban, en forma gélida o animada (pasando de un extremo a otro, y no siempre en los mejores términos) o se mataban con la mirada o compartían largas sesiones de silencio que tenían un gustito a miel muy especial. Esta semana, había sido muy intensa para estos dos.
Alisa sabía que Idril se indigestaba cada vez que tenía a Shion cerca, y que su inquebrantable templanza, se derrumbaba cada vez que tenía que interactuar con el Patriarca. Eran los nervios los que traicionaban a la elfa y su mecanismo de defensa era cerrarse como almeja… y digamos que Shion…
¡Ay Shion! Como que pasaba por una crisis de madurez y había retomado algunas mañas de su adolescencia, que por fortuna no incluían la de coquetear con chicas. El Patriarca, que sabía exactamente qué hilos jalar para sacarla de casillas, no ayudaba mucho a la causa y su pasatiempo favorito de la última semana había sido hacer rabiar a la elfa. Se arrepentía en el acto o un segundo demasiado tarde, lo cuál lo tenía también bastante tenso a Shion. Es que no podía evitar hacerla enojar, por más que se lo propusiera, y las reacciones que sacaba de la elfa, no eran precisamente las que quería. Ergo, él también terminaba de mal humor… y para peor, de pronto pasaba de una eufórica alegría a la más miserable de las depresiones, en cosa de minutos.
Nuevamente tenemos el mismo problema de hacía 262 años. Ambos tenían algo que decirse, pero que no se lo decían.
Saori masticó la punta de su lápiz y entrecerró los ojos. La diosa se sentía totalmente fuera de onda por esta situación. Es que Shion parecía haber cambiado de la noche a la mañana: se despertaba alegre, hacía chistes más seguido (todos de un notable humor negro y no pocos de doble sentido), de pronto se deprimía, montaba en cólera, etc. Estaba preocupada: nunca creyó ver a su Patriarca tan inestable. E Idril iba por las mismas: era una elfa muy simpática, a menos que Shion estuviera dando vueltas. ¡Retrataban Pésimo! Esto era raro, se supone que los dos habían sido amigos, y por muy mal que ambos pudieran haberse caído, lo cuál no era el caso, no explicaba su amistad actual… ¿Qué tan agria o intensa había sido la relación entre Idril y Shion como para que estos dos se portasen así?
Por más que Athena rebuscase en sus recuerdos para responder esta simple pregunta o para saber a qué se debían estos erráticos cambios de humor, menos respuestas encontraba. Los recuerdos de su encarnación pasada, sobre todo los que contenían información sobre esta probable relación, estaban sellados y si lograba acceder a uno, éste estaba fragmentado. Incluso había recurrido a la Titánide Mnemosine para acceder a la memoria completa de Aldonza, pero nada…
Flashback.
"Entonces… ¿Dices que no puedo ver la memoria de Aldonza? ¡Pero si esa es mi encarnación previa! También es mi memoria."
"Lo sé, Athena, pero…" Mnemosine se mordió el labio inferior. "Recuerda que tú misma me pediste que si esto llegase a ocurrir, pues… que sellara tus recuerdos, regresándote sólo los más necesarios, para que así las cosas pudieran darse en forma natural."
"¿Eso te dije?" Preguntó derrotada. "¿Pero En Qué Rayos Estaba Pensando Cuando Te Pedí Eso?" Añadió Saori. Mnemosine se encogió de hombros.
Fin de Flashback.
Saori se sopló el flequillo. Ni modo: si quería averiguar algo, esto tendría que ser del modo difícil. Miró de reojo a un ceñudo Shion, que intentaba leer un libro de aspecto sesudo, mientras esperaba a que la diosa terminase su tarea. Athena resopló y dejó el lápiz a un lado.
"Shion… Creí que Idril y tú eran amigos." Comentó casual, apoyando los codos sobre la mesa y la cabeza en las palmas de sus manos.
El Patriarca levantó un ojo del libro y su expresión cambió a una más cauta.
"Lo somos. Idril y yo, somos amigos. Hermanos de armas para ser más exactos."
"¿Estás Seguro? Feh. Habría jurado que se llevaban mal. Creí que se tratarían mejor." Athena puso una expresión inocente. "O al menos más cordialmente… en todo caso, después de haberte metido con su aprendiza no me sorprende que sea así." Añadió en broma, pero a Shion no le causó gracia. Saori carraspeó. "¿No crees que es muy fría para ser amiga tuya? Después de todo… casi se criaron juntos… Aunque tú también te portas muy infantil con ella."
"¿Tiene problemas con el ejercicio que le propuse?" Le preguntó Shion con un resoplido, hastiado de tantas preguntas.
"No." Respondió la diosa. "¿Por qué lo preguntas?" Añadió con ojos grandes. El Patriarca suspiró resignado.
"Porque cada vez que la Princesa no quiere hacer un ejercicio, suele preguntar cosas que nos distraen por un rato."
Saori tragó saliva y puso ojos llorosos. Shion regresó la vista a su libro y a su lectura, avisándole con este sencillo gesto que no respondería preguntas que no aludieran a las ecuaciones de segundo grado. La diosa suspiró y prefirió no seguir con sus preguntas, que bien molestas eran.
Ya tendría otras oportunidades.
Estancias de Niké.
Más tarde, ese mismo día.
"¿Cómo vamos a regar las flores, Wendy?"
"Con mi regadera: así podremos regar todas las flores para que no se sientan mal."
"¡Qué Divertido!"
Niké estaba literalmente pegada a la pantalla, con los ojos muy abiertos, mientras observaba un programa infantil que Saori le había sintonizado al cabo de un rato. Aquellos dibujos animados, diseñados para niños de no más de 4 años, tenían completamente hipnotizada a la niña, que seguía los colores con atención. Hasta trataba de seguir la canción que los personajes cantaban y aplaudía de tanto en tanto.
Saori, al ver la facilidad con la que la niña aprendía la canción… se juró a sí misma hacer lo imposible para que Niké nunca se topara con el programa del dinosaurio morado y que abraza a todo el mundo. Entonces sonrió y se volvió hacia Idril, con quien compartía un té de manzana, y que también tenía la vista fija en la televisión. Al haber solo mujeres allí, la joven diosa tenía la oportunidad de verle el asombrado rostro al descubierto a la elfa sin ningún problema.
"¡Que aparato tan… extraño!" Exclamó Idril pestañeando. "Tanta tec-no-logía me marea."
"Tómatelo con calma y trata de acostumbrarte." Le dijo Saori con una sonrisa. "Aunque con tanto adelanto tecnológico, tan rápido, pierde la capacidad de asombro."
Idril la miró inocente. Honestamente, la elfa se sentía muy pequeña con todas las cosas nuevas, que antes no había visto. Se había asustado hasta de la ducha, pero debido a su camaleónica capacidad de ocultar sus impresiones, nadie se daba cuenta que nuestro mundo moderno la tenía ABRUMADA.
"Espero poder acostumbrarme sin problemas… Y créame que mi capacidad de asombro no se verá mermada." Confesó Idril con un suspiro. "Aunque de algunas cosas prefiero mantenerme alejada: este mundo va muy rápido."
"Sí, y eso que aquí en el Santuario, todo es mucho más calmado. Atenas es un caos y ni te cuento como es Tokio." Saori dirigió su mirada hacia el horizonte. "Así como avanza todo tan rápido, también la gente."
"Princesa, si todo es tan rápido, ¿En qué momento las personas se detienen a meditar?"
Saori suspiró para no tener que responder, pero con ese sencillo gesto, Idril comprendió y tomó un sorbo de su té.
"Creo que comprendiste lo que quería decir, Idril… y por favor, llámame Saori." Le pidió la diosa, quien al cabo de unos segundos, la miró con curiosidad. "A propósito… ¿Te sientes cómoda aquí? Es que ya has pasado una semana en el Santuario y te siento algo… distante."
"Pierda cuidado, Princesa." Le pidió Idril con una sonrisa. "Aquí me siento muy bien… el Santuario ha cambiado mucho, pero eso es lo de menos. Estoy en mi hogar, al que tanto anhelaba regresar."
"Me alegra saber eso, aunque tengo una duda…" Athena la miró con atención. "Docko y Shion fueron tus compañeros en 1743, pero… creo que te has portado algo… no sé…" Saori se mordió los labios. "Iré al grano. ¿Por qué tan fría con Shion? Creí que eran amigos, pero apenas le hablas, si no es para pelearte con él por cualquier cosa." Exageró la diosa. Idril endureció el rostro.
"Nunca consideré a Shion como mi amigo." Explicó la elfa, claro, omitiendo el pequeño detalle que le quería más que a un amigo, pero de eso, Saori no necesitaba enterarse. "Además, siempre le he tratado igual a como lo trato ahora. Aries se lo merece."
"¿Se lo merece?" Preguntó Saori con los ojos muy abiertos. "¿Qué te hizo para merecer tal trato?"
Si hay una pregunta capaz de erizarle la espalda a una elfa como Idril, tal era la que Saori acababa de formular. La elfa se cruzó de brazos y contorsionó el rostro en una mueca de enfado, celos y asco.
"Se Metió Con Mi Aprendiza, Con Casi Todas En El Recinto De Amazonas Y Con Cuanta Meretriz Se Le Cruzaba Por Delante En Atenas. ¿Le Parece Suficiente?"
Corto, preciso y militar. Idril expuso su punto en forma concisa y clara. Saori irguió la espalda: como que se arrepintió de ser tan directa al fin y al cabo… en todo caso, también era otra la causa de su incomodidad.
"Creo que me acabo de enterar de un detalle que no necesitaba saber."
"Muy cierto."
Ambas mujeres cerraron los ojos y con elegantes posturas, tomaron sus tazas de té y bebieron tranquilas.
Casa de Libra.
Shiryu y Shunrei lo habían dejado solo esa tarde para ir a pasear a la ciudad de Atenas, que Shunrei se moría por conocer. Docko aprovechó esta oportunidad para mimar sus bonsáis, atendiéndolos como el mejor de los jardineros, con paciencia y todo el cariño que le podía brindar a sus plantas.
Sin embargo, Saori tenía otros planes. Primero, no había podido sacarle noticias a Shion y con Idril todo casi termina en un desastre. Entonces, ¿Qué mejor idea que preguntarle al testigo ocular de los hechos? Mientras Docko repartía su concentración en un 40 por ciento en Saori y el 60 restante en sus Bonsáis, la diosa se balanceaba en una silla cercana con sus preguntas, que ya llevaban un buen rato.
¿A qué se debía tan repentino interés de Saori en averiguar cómo se habían llevado Idril y Shion en el pasado y por qué tanta frialdad? Fácil: es una adolescente aburrida que ha visto muchas telenovelas.
"Docko, ya dime de una vez… ¿Qué onda entre Shion e Idril?"
"Son amigos muy especiales, eso es todo." Aclaró Docko algo fastidiado. Como buen amigo, Docko optó por la cautela. "Siempre se han tratado así… aunque antes era peor."
"¿Cómo que fue peor? Por último que fueran más cordiales."
"Pero Son Muy Cordiales El Uno Con El Otro." Aseguró el Anciano Maestro. "Antes se llevaban a los golpes, se lo aseguro. Al menos ahora están más relajados y hasta diría que contentos."
"Pero Shion está de un humor muy volátil e Idril… bueno, no la conozco mucho, pero ambos podrían tratarse mejor. Estoy segura que esos dos tienen una historia." Insistió Saori. Docko puso los ojos blancos: ¡Athena tenía Mucha Razón! "Ya sé que Shion no hace mucho esfuerzo por llevarse mejor con ella, pero Idril lo trata como trataría un Demonio de Tasmania a su pareja."
"Siempre se han tratado así, Princesa. Lo de esos dos es complicado." Insistió Docko. "Nunca han podido manejar bien su relación, si es que se la puede llamar así." El santo de Libra se encogió de hombros. "No pierda su tiempo: esos dos ya están bastante grandes como para lidiar con sus problemas."
"Como que con eso no me explicas nada." Rezongó Saori con un mohín. Docko se detuvo unos momentos, y la quedó mirando.
"Y al mismo tiempo, le explico todo."
Saori se sopló el flequillo: esto no le estaba resultando.
Casa de Aries.
Taller de las Armaduras.
Aquiles, o mejor dicho, la armadura dorada de Leo, ronroneaba de gusto, como un gatito mimado. De poder haberse echado panza arriba lo habría hecho, pero no. Mu la estaba puliendo y poniendo a punto para la próxima boda de Aioria y Marin, que se llevaría a cabo dentro de los próximos días. De hecho, ya había acabado con la armadura de Águila hacia un par de horas.
Mu estaba trabajando tranquilo y concienzudo, no obstante, no perdía de vista a Kiki, a quien había asignado algunos ejercicios de dibujo técnico más avanzado… pese a su más que evidente fastidio. Si todo salía bien, quizás el próximo mes estaría en condiciones de ayudarle a reparar alguna armadura.
En todo caso, Kiki podía considerarse afortunado, dado que estaba contando con una ayuda bastante fuera de lo común, a la que no siempre podía acceder.
"Vas mal Kiki, estas líneas no deberían ir allí. Recuerda los cálculos que hiciste." Le dijo Shion con paciencia.
"¡Lo hice bien! Es solo que usted está viendo mal. Esta línea está como…" Kiki se detuvo a media frase, como derrotado. "Sí está mal."
"Vaya, entonces no soy el cegatón." Shion se puso de pie y le revolvió el cabello a un aproblemado Kiki. El Patriarca caminó hasta Mu, quien seguía acicalando a Aquiles, digo, la armadura de Leo.
"Justo ahí… Justo ahí… ¡Aaah! Tengo un borde abollado… justo allí…" Ronroneó Aquiles. Mu le sonrió.
"Tú no cambias, ¿verdad Aquiles?" Le preguntó Shion a la armadura. "¿Sabes Mu, desde que conozco esta armadura que se queja del mismo borde."
"Que ninguno de los dos ha sabido reparar, debo añadir." Protestó la armadura.
"Lo sé, siempre me reclama lo mismo." Mu detuvo su trabajo unos momentos para volverse hacia su maestro. Shion se sentó en una silla, mientras abría y cerraba el puño izquierdo con disimulo. "Maestro, ¿Se siente bien?"
"¿Por qué la pregunta?" Le preguntó a su vez Shion.
"Lo noto algo cansado." Le dijo Mu, aunque el actual santo de Aries, también lo había notado con el humor errático. Saori, como ven, no era la única preocupada.
"Sí, estoy un poco cansado." Reconoció Shion, pero le sonrió de buen ánimo. "Pierde cuidado, Mu: aún tienes maestro para rato."
"Maestro… me gustaría perder cuidado, pero no puedo." Le dijo Mu con mucha seriedad. "La última vez que se sintió cansado, su corazón nos dio un buen susto. Alisa me contó que el otro día, tuvo una subida de presión en las…"
"Tranquilo estoy bien. Admito que estoy cansado, pero sólo eso." Shion, de estar muy tranquilo y contento, de pronto, así de la nada, se puso muy, muy triste. Se puso de pie y Mu le imitó en el acto: se sentía muy inquieto por él.
"¿Maestro?"
"Sabes Mu… creo que hoy me acostaré temprano."
Shion salió del taller a paso lento, observado de cerca por Mu y Kiki. El vivaz aprendiz miró a su maestro lleno de curiosidad y frunció el ceño.
"A mi no me parece que esté bien." Comentó preocupado. Mu asintió.
"Concuerdo contigo. Kiki, por favor termina esos ejercicios… Yo seguiré al Maestro Shion por si acaso."
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo capítulo: Ensayo y Error.
"Y yo tan orgulloso creí que esos dos ya habían madurado." Comentó Docko, indignadísimo, casi sin poder creer lo que veían sus ojos. Athena se sopló el flequillo.
"Oye Docko… ¿Eso es amor apache? Que no se me ocurre mejor ejemplo."
PS: Nada como un descansito de 4 días sin escribir para terminar este capítulo. NO me salió tan mal, aunque necesitó una fuerte manito de gato. Ojalá les haya gustado y que no los decepcione. Lamento la demora en actualizar el fic, pero no fue culpa mía: FF Net no quería subir el capítulo… al parecer Naraku estaba jugando en los servidores. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ HELADO DE DULCE DE LECHE!
Brújula Cultural.
Mnemosine: Esta es la Titánide de la Memoria. Literalmente no se le olvida nada. En algunas versiones es la tía de Zeus. Para celebrar la victoria contra los Titanes, Mnemosine y Zeus (este no tiene remedio) concibieron 9 hijas, las cuales serían las Musas. Estas diosas protegen e inspiran a los artistas, intelectuales y científicos: son amigas de Apolo y forman parte de su cortejo.
