A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.
ADVERTENCIA.
Principio 131 para ver y entender Manga: Boomerangs gigantes, capaces de cortar o noquear cualquier cosa, son muy livianos.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 8:
Salida de Chicas.
Comedor Templo Principal.
Desayuno. Dos días después.
¿Qué tenía de especial su desayuno? Docko le había dicho que debía prestarle más atención, por lo que los últimos dos días se había fijado mucho en lo que comía o dejaba de comer. Largamente había meditado el significado oculto de aquellas palabras del Santo de Libra referidas a la comida más importante del día. ¿Qué querría decir Docko?
Shion bebió un sorbo de su café, bien amargo, como le gustaba, y observó la comida que estaba presentada delante de él. Mermelada, huevos revueltos, tocino, cereales, mucha fruta¡KIWIS¡Cómo le gustaban los Kiwis, pan fresco, mantequilla, quesos… leche… Hmm. Todo parecía muy normal. El Patriarca estaba curioso. Bebió otro sorbo de café y tomó otro trozo de su pastel de moras.
Por cierto… ahora que lo pensaba… hacía años que no comía pastel de moras. Shion observó el pastel con atención y se llevó otro trozo a su boca. ¡Vaya que estaba bueno! Curioso. Años que no comía este pastel, pero hacía SIGLOS que no probaba esta preparación. ¿Acaso la cocinera había estado escarbando en los viejos libros de recetas? Que bueno: un cambio de este tipo era siempre bienvenido. Bebió otro sorbo de café… como recordando algo.
"… eta." Terminó de decir Saori, mientras comía con entusiasmo del mismo pastel. La diosa se quedó mirando a Shion y en ese momento se dio cuenta que su Patriarca no la estaba tomando en cuenta. "Shion¿Me Estás Escuchando?" Esto sacó al lemuriano de su burbuja.
"Perdone, princesa no estaba poniendo atención. ¿Qué me decía?"
"¿Dónde tienes la cabeza? Estos días has estado muy distraído… y enojón." Rió Saori por lo bajo. "Te dije que voy a tener que pedirle a Idril que me enseñe esta receta. ¡Este Pastel de Moras Está Increíble!"
"¿A Idril?" Shion alzó ambos puntos. Sintió en ese momento, una alegre mariposita en su corazón. "¿Por qué a Idril?"
"Porque ella preparó este pastel." Afirmó Saori inocente. "Ayer la vi en la cocina en la tarde. Niké estaba cubierta de harina. Cuando me acerqué, me dijo que estaba preparando pastel de moras para el desayuno." Athena se detuvo. La sensación de ser observaba con ahínco se apoderó de ella y se sintió avergonzada. Shion la miraba atento.
"O sea… Idril preparó este pastel."
"Sí… me dijo que ha estado preparando pasteles para el desayuno desde que llegó. Me prometió que si mañana me levantaba temprano, me enseñaría…" Aseguró Saori, jugando con sus dedos. La diosa parpadeó perpleja cuando en el rostro de su Patriarca, se había dibujado la más simpática de las sonrisas, una tan amplia… que competiría con las de Kiki.
"Idril preparó el pastel." Shion se acomodó en su silla sin dejar de sonreír. "¡Eso Era!"
El lemuriano cerró los ojos, haciendo memoria y encontrando una explicación a muchas cosas. Se veía complacido y contento. Saori iba a hacer una pregunta, pero en ese momento, Shion abrió los ojos… y se concentró en acabarse su trozo de pastel, saboreando con cuidado cada bocado.
Si tan distraído no es. Además, ha madurado.
Escaleras entre Tauro y Géminis.
Flashback.
"Estoy Decepcionado. ¿Se Puede Saber Qué Pretendías, Idril, Liándote A Patadas Con Shion?" Le regañó Docko de brazos cruzados.
"¡Él Empezó!"
"¡Escúchate! Pareces Una Niña De 5 Años."
"No Tengo Porque Seguir Escuchándote, Docko." Idril se puso de pie y se dirigió hacia la salida.
"¡No Te Va A Matar!" Exclamó Docko con voz firme. Idril giró sobre sus talones.
"¿Qué Es Lo Que No Me Va A Matar?" Preguntó molesta.
"Ser más amable con él." Afirmó Docko. La máscara de mithril sufrió una curiosa transformación, de verse enojada a sorprendida y compungida. Idril se mordió los labios.
"No sé a qué te refieres." Mas, su voz sonaba agria. ¡Qué contraste había entre su rostro y su voz!
"Sí lo sabes. Feh." El santo de Libra se cruzó de brazos. "Al Menos Shion Está Intentando Ser Más Simpático Contigo."
"¡Dices Eso Porque Eres Su Amigo!"
"Y También El Tuyo."
Fin de Flashback.
"… Pero sí estoy siendo más simpática… ¿verdad?" Se lamentó Idril algo molesta consigo misma, con Docko y con el mundo.
En verdad que la elfa tenía un serio conflicto de intereses en su interior. Haber regresado al Santuario y encontrarlo tan cambiado, la había afectado más de lo que había podido sospechar en un principio. Sentía que no encajaba, aunque todos la trataban muy bien. Eran las mismas cosas, y al mismo tiempo diferentes. Incluso Docko y Shion estaban cambiados: para ellos, los últimos dos siglos no habían pasado en balde y se les notaba.
¿Y ella? Apenas había envejecido 3 años desde que la habían revivido. Se sentía una extraña, fuera de lugar, intrusa en algunas ocasiones. Sin embargo, eso no era lo que la tenía saltona… era otra cosa…
… Una demasiado melancólica mirada de ojos rosa que ocupaba un lugar en el que no debería estar, y que había perdido un brillo especial… que de momentos refulgía por instantes para luego desaparecer. ¿Qué le había pasado a Shion para estar tan triste? Idril suspiró y siguió subiendo los escalones. Aún le quedaban al menos 10 casas que atravesar, con su buena cantidad de escalones para colmo.
"¿Mami¿Ta vien? Niké ve kon penita tú." Dijo de pronto Niké, mientras le jalaba el veraniego y élfico vestido que tenía puesto.
"Estoy bien, Ranita. Solo suspiraba."
"¿Pod ke?"
"Porque… ¡No comí pastel al desayuno!"
"o.o ¿Doy el mío mañana?" Ofreció Niké con toda inocencia. Idril la tomó en brazos.
"No es necesario, Ranita: ya comeré pastel esta tarde en…"
"Hola." La saludó de pronto una chica que llevaba máscara de visitante. Ésta venía desde la Casa de Géminis y se veía mayor que Alisa. Algo en su mirada le dio la impresión que le sonreía. "¿Ya te vas a encerrar de nuevo al Templo Principal?"
"¿Huh?"
"Soy Isabella, Tu debes ser Idril¿no?"
"Así es." Idril ladeó la cabeza curiosa. Isabella bajó hasta ella con pequeños trotes. "Discúlpame, No recuerdo haberte…"
"¿Conocido? Por supuesto que no, si ni siquiera sales del Templo Principal." Afirmó Isabella con las manos en las caderas. "Soy la chica de Kanon."
"¿La quien?"
"La novia de Kanon. El menor de los gemelos." Isa alzó ambas cejas. "Sé que conociste a mi cuñado, Saga, y hace unos 3 días conociste a Kanon en el coliseo… ya sabes, el que usaba muletas."
"Por supuesto: el santo de Géminis que está convaleciendo de un accidente." Dijo Idril, que sonrió al ver a Isabella asentir con la cabeza. "Entonces tú eres su novia. ¿Te vas a casar con él?"
"¿Eh? JAJAJA. No, Aunque Ya Quisiera." Rió Isa de buena gana. "Los que se casan son Aioria y Marin. Mañana es su boda." Explicó a la rápida. "Kanon y yo solo nos estamos cortejando."
"Ya veo." Idril asintió con la cabeza lentamente. "¿Te trata bien…?"
"¡Hola, zoy Niké!" Interrumpió de pronto la niña, agitando sus manitos hacia Isabella. "¡Tengo Alitaz!"
"Eso veo, cría, pero no te vayas volando, que nadie más tiene alas para perseguirte." Le aleccionó Isabella tranquila, mientras le revolvía el cabello. "Y sí. Kanon será un tarado, pero tierno y paciente como pocos."
"Niké, sabes que no debes interrumpir a los adultos." Ordenó Idril sin perder más tiempo, con tono firme, pero amable.
Niké la miró con ojos grandes y asintió. Al menos la pequeña era muy obediente.
"Tranquila, pierde cuidado Idril, que no hay problema." Le dijo Isabella al tiempo que miraba hacia arriba, al Templo Principal. "¿Ya te encerrarás?"
"No, tan solo voy al Templo Principal. Estuve un rato en el Coliseo y…"
"Como decía. Te encerrarás." Isa resopló. "No sé que tanto haces allá arriba, pero te aseguro que te aburres mucho. ¿Quieres venir conmigo?"
Esto tomó a Idril por sorpresa y no supo responder de inmediato. Tal invitación logró confundirla. Justo cuando Isa iba a hablar por ella, la elfa logró sacar la voz a flote.
"Pero…"
"¡Nada!" La interrumpió Isabella. "Vamos de compras y así ambas nos hacemos compañía: además así aprovechas de reconocer Atenas, que bien cambiada tiene que estar desde 1743." La policía la tomó del brazo y comenzó a arrastrarla escaleras abajo.
"¡Pero no puedo llevar a Niké conmigo!" Exclamó Idril, un poco en vano, ya que Isa apenas se detuvo. "¡Tampoco le he dicho a nadie donde…!"
"Tonterías. ¿Acaso Tienes 9 Años Que Tienes Que Avisarle A Un Tutor Donde Estás?" Gruñó isa, decidida a sacar a pasear a Idril. "Por la pequeña no te preocupes. Niké puede venir con nosotros."
"Pero… ¿Y sus alas?"
"¿Qué alas? Es un disfraz de ángel que le gusta usar."
En vista que poco podía hacer Idril para detener a Isabella, se dejó llevar por ella escaleras abajo. De haber querido, una simple sacudida hubiera bastado para sacarse el problema de encima, pero bueno… ¿qué perdía con ir a Atenas acompañando a esta chica de cabello negro y ojos rosa? Nada. A ver qué pasaba.
Atenas. Barrio de Monastiraki.
14:32 pm.
Las calles, la gente, los olores, los sonidos. Idril estaba fascinada. La elfa había creído por momentos que se sentiría abrumada, pero no fue así. El barrio de Monastiraki no era como ella le recordaba, sino totalmente diferente y divertido. Isabella le había explicado que este barrio era muy turístico y que se pasaba muy bien allí. Ella y Kanon iban con cierta regularidad a comer Gyros o Souvlakis o de paseo, cuando ambos podían. Había muchos restaurantes y negocios, la gente estaba muy animada.
"No puedo creer lo cambiado que está todo. ¡Está Muy Lindo! Y Mira eso… ¿qué es eso?" preguntó Idril, al apoyarse en una reja y ver pasar un tren. La elfa tenía a Niké bien segura de la mano, y la niña también miraba con creciente interés al tren que pasaba delante de sus ojos.
"Es el metro. La Línea 1." Explicó Isabella. "Son trenes que recorren toda la ciudad… ¿Sabes que es un tren, verdad?"
"Sí… creo… sólo había leído de ellos. Shion me recomendó que leyera sobre la Revolución Industrial el otro día." La elfa volvió la mirada hacia las ruinas de la antigua ágora griega. "¡La Stoa de Attalus¡La reconstruyeron!" Exclamó Idril sorprendida. "¡Qué lindas se ven las ruinas! Mira el templo de Hefestos… ¡El Partenón!"
"Si quieres podemos ir allá." Comentó Isabella. "Nos dejarán entrar gratis, sobre todo a ti, que traes máscara." La chica sonrió traviesa. "Aunque te aseguro que serás el centro de atención de los turistas."
"¿Podemos?"
"Claro que podemos."
Isabella tomó a Niké en los brazos y comenzó a caminar hacia la entrada del recinto de las ruinas del ágora. Por ser griegas, y en el caso de Idril una amazona de Athena, las dejarían entrar sin pagar ni medio euro, lo cuál era bueno, pues la entrada no es nada barata y se los digo por experiencia. Idril siguió a Isa y ambas traspasaron la entrada sin mayores dificultades. Algunos turistas se quedaron viendo a la elfa, no por sus orejas, sino por la máscara que llevaba y que la delataba como amazona: hubo algunos que quisieron sacarle fotos, pero fueron rescatados por los hábiles reflejos de los cuidadores del recinto arqueológico, que conocían muy bien las violentas reacciones de las amazonas. Una vez dentro, se adentraron en las ruinas y se pasearon por entre los árboles. Isa dejó a Niké en el suelo.
"A ver, cría, dame la manito y cuidado con tus pasos."
"Vien… ¡Mida¡Tdritontes!" Exclamó Niké entusiasmada. Con lo que le gustaba ver estatuas, la pequeña estaba muy contenta.
"Tritones, enana, Son tritones."
Idril se había detenido bajo una de las estatuas de los tritones, y recorría su mirada desde la Stoa de Attalus hasta el templo de Hefestos, para luego quedarse viendo hacia la Acrópolis. Isabella se le acercó.
"La Stoa la reconstruyeron en los años '50. Fue un filántropo americano. Dijo que quería ver el edificio como se debió haber visto hace 2000 años." Explicó Isabella mientras soltaba unos instantes a Niké, quien se acercó a las estatuas. "Usaron material original y nuevo: ahora allí funciona el Museo del Ágora. El templo de Hefestos… pues el que se conserva en mejores condiciones en toda Grecia."
"No me extraña. El Señor Hefestos tenía un cariño muy especial por ese templo." Explicó Idril. "¿Podemos ver el museo?"
"Claro."
Ambas chicas comenzaron a caminar entre las tranquilas ruinas, hacia la Stoa. El edificio prometía un aire más fresco o al menos corriente de aire, sin embargo, no tomaron el camino corto, sino el más largo. Isabella, que había estado ya varias veces allí, apenas le prestó atención a las ruinas, sino que estaba más al pendiente de Niké, que correteaba por ahí sin alejarse mucho. Entonces subieron por unos peldaños y se adentraron al interior de edificio. La columnata interna las saludó con elegancia. Una amplísima terraza, en la que se exhibían distintas estatuas clásicas, apenas se perturbó por la presencia del trío. Entonces, Niké comenzó a correr frenética hacia una estatua que estaba hacia el otro costado de la Stoa.
"No corras Niké y espéranos." Le ordenó Idril. La pequeña se detuvo y giró sobre sus talones.
"Vaya que la tienes bien enseñada." Comentó Isa admirada. "Ya sé porqué quiere ir a ver esa estatua… Es una de sus representaciones." Le aseguró Isabella. Niké llegó junto a los faldones de su tutora y le jaló.
"¡Bamoz Mami, bamoz! Date Pdriza. ¡KIERO BED!"
"Tranquila, Ranita, ya vamos." Idril se volvió a Isa. "Esta niña es muy buena y obediente. Me siento muy honrada de haber sido elegida para cuidarla."
"¿En serio?"
"Claro. Es muy gratificante cuidar de un niño… además me recuerda que tengo lado maternal."
"Jajaja, si es por eso, tienes razón. Me pasó algo parecido cuando tuve que cuidar de Anita."
Idril se detuvo unos momentos. Observaba el edificio con calma y atención, sin descuidar nada en los 360 grados alrededor suyo. Entonces de pronto tensó todos los músculos y su actitud… pasó de ser muy seria a muy nostálgica. Isabella sintió curiosidad.
"¿Ocurre algo, Idril?"
"Es este lugar." Dijo con suavidad. "Se parece… a las oficinas de ingreso de aprendices."
"¿A esa oficina? Nada que ver, ese es un edificio nuevo y nada parecido a este. He estado allí muchas veces." Explicó Isa con soltura. "Kanon es el dorado a cargo de esa oficina: a veces le ayudo con el papeleo, que el pobre se hace bolas."
"No… tienes razón, pero me refería al que había antes… a las antiguas oficinas de ingreso… el edificio fue destruido en la Guerra de 1743. Lo redujeron a escombros: nada quedó en pie… Yo… fallecí en sus ruinas." Afirmó Idril. Isabella abrió los ojos como platos y tragó saliva. La elfa tomó aire. "Aquél Juez de Hades destruyó el edificio de un solo golpe y mató a todos los aprendices que se habían refugiado allí. Casi todos eran niños no mayores de 10 años. Hubo otros aprendices que salieron a defender terreno, pero ellos también murieron. Escuché y vi la explosión. Me vine corriendo, le planté pelea y lo maté."
"¿Dices eso tan tranquila? Menudo temple te gastas." Preguntó Isa impresionada con la frialdad con la que Idril narraba el suceso. "¿Falleciste… después de esa pelea?"
"Sí, pero no por culpa de esa batalla. Había otro juez de Hades en el lugar… así como había otro dorado. Creo que ambos lo estábamos rastreando al mismo tiempo… Wyvern atacó a traición. ¡Por La Espalda El Muy Maldito!" Idril se quedó en silencio, sujetándose el costado derecho por inercia. "… recibí el impacto de lleno… creo… que eso fue lo que me mató."
"Ay madre… ¿Y qué pasó con el otro dorado?"
"Mató a Wyvern." Idril reinició la marcha hacia la estatua que Niké quería ver, a zancadas. Isabella le siguió de cerca: no hacía falta ser un genio que la elfa estaba afectada por el recuerdo.
"¿Quién era aquél dorado?"
"Shion."
Y sin decir más, Idril se dedicó a contemplar la estatua, alzando a Niké por encima de sus hombros, para que la pudiera ver mejor. Isabella decidió que de momento no haría más preguntas y se dedicó a contemplar la estatua.
Aunque oficialmente estaba curiosa.
Santuario de Athena.
Escaleras entre Leo y Virgo.
19:45 pm.
Tenía que admitir que había pasado una buena tarde. Isabella resultó ser una gran compañía y ambas hicieron buenas migas. Es que en verdad tenían mucho en común y sus respectivas personalidades no hicieron cortocircuito; congeniaron muy bien. Eso era bueno: las amistades nunca están de sobra.
Ahora Idril subía los escalones en dirección del templo principal, pero no subía como siempre. Desde que había dejado a Isabella en Géminis, tenía la sensación que alguien la seguía de cerca, por lo que estaba muy al pendiente. Ese cosquilleo en la espalda y su instinto de amazona le pedían cautela y que se mantuviera atenta. No solo eso, hasta Niké parecía ver algo y le perseguía con insistencia.
"¡Mami Idril! Mira… ¡Azul, azul!" Exclamaba la niña muy contenta de tanto en tanto. Idril estaba muy tensa y aprehensiva: Niké perseguía algo con perseverancia, lo cual insistía en ocultarse a su vista.
Idril por lo tanto subía recelosa, fijándose en cada escalón, en sus alrededores, en cada sombra, sonido, respiro, paso y… la elfa se puso alerta cuando vio un punto azul aparecer de pronto, algunos escalones más arriba. ¿Qué sería eso?
"¡EIA!"
Serra se materializó de pronto y la saludó con alegría. Idril dio un pequeño saltito y de inmediato empujó a Niké detrás de sus piernas. Ante ella, la extraterrestre, que por primera vez en mucho tiempo lucía su armadura, la miraba con una jovial sonrisa, muy propia de ella. Ambas cruzaron miradas, soportando un intenso y mutuo escrutinio. Serra nunca había visto un elfo y ciertamente Idril jamás había visto un extraterrestre. Ambas reconocieron en la otra una naturaleza parecida y se hicieron una cortés venia con la cabeza. Niké aplaudió de gusto.
"¡HOLA!"
"Tenga usted buenas tardes." Saludó Idril. "Niké, saluda como una linda señorita." Le pidió. La niña la miró con ojos grandes y parpadeó, para luego volverse a Serra y hacer una encantadora reverencia.
"vuenaz tardres." Dijo con cierta dificultad. Serra le respondió el saludo.
"Lo mismo digo, pequeña Gracia." Le dijo con toda la formalidad del caso. Serra se volvió hacia Idril. "Es todo un gusto. Por favor, perdonad mi grosería. Soy Sierra de Secrela, Senescal de la Tradición de Auralis, mas mis amigos me llaman Serra. Vos debéis ser la Señora Idril de quien tanto me han hablado." Dijo con su omnipresente sonrisa. "No parecéis muy mayor. Os imaginaba de más edad."
"Eso depende de la perspectiva." Comentó Idril, aun muy cauta. "No creo haber oído hablar de…"
"¡MIRAME!" Exclamó la pequeña, gesticulando con las manos. "Soy Niké y tengo alitas."
"Niké, van dos." La regañó Idril con firmeza. La niña la miró con cara de no haber hecho nada. "Por favor, discúlpala."
"Perded cuidado, Señora Idril." Serra se volvió hacia Niké. "La pequeña señorita tiene un par de alas muy lindas, mas no debéis usarlas aún ni interrumpir a vuestros mayores." La extraterrestre se volvió hacia Idril. "¿Ya os recogéis a vuestras estancias?"
"Así es. Hemos tenido una tarde agitada. Ambas vamos de regreso. Aún tengo que darle a Niké su baño." Idril la miró con curiosidad. "¿Qué hacéis en las 12 Casas?"
"Espero que no os moleste que os responda mientras os acompaño parte del trecho." Las tres chicas se volvieron hacia los escalones. "Voy hacia Sagitario: sentí que veníais, y como no me gusta subir sola, creí que sería buena idea hacernos un poco de compañía." Idril asintió.
"No parece tan mala idea." Entonces las tres reanudaron el camino. "¿A que vas a Sagitario? Si no es mucha indiscreción." Preguntó algo más tranquila. Serra no le daba mala espina en lo absoluto. La extraterrestre se sonrojó un poco.
"Le daré una sorpresa a mi buen señor Aioros." Confesó traviesa. "Nos estamos cortejando y hoy no me espera. Espero que no se moleste con mi interrupción." Le explicó. Entonces juntó sus palmas con entusiasmo. "No sabéis cuanto ansiaba por conoceros: los árboles hablan muy bien de vos."
"¿Es en serio?" Preguntó Idril con una gran sonrisa. "Entonces has sido tú quien ha mantenido el bosque."
"Eso intento: se me ha dicho que aunque no hago un mal esfuerzo, vos lo manteníais mejor." Explicó Serra muy alegre. "¿Quién os ha dicho eso¿Ha sido su Excelencia Shion?"
"No. Shion no me ha dicho nada." Dijo Idril muy sincera. "Ha sido el mismo bosque quien me lo ha dicho."
"¿También podéis oír los susurros? ¡QUÉ ALEGRÍA! Nunca creí encontrar en este mundo alguien que pudiera hacerlo." Serra se veía en serio muy alegre con la noticia. "Bueno, eso ya es bastante complicado en mi hogar."
Serra hablaba con mucho ánimo. Era una chica muy alegre y extraña, a Idril no se le hizo mala leche. Ni siquiera el sonsonete y acento que esgrimía Serra al hablar le desagradó. Con tanta charla y casi sin darse cuenta, habían llegado a los pies de Escorpión y por lo visto aún les quedaba mucha cuerda.
Niké miraba a las adultas ya un poco fastidiada que no la tomaran en cuenta. La pequeña diosa bostezó: se había saltado su siesta.
Mientras subían hacia Sagitario, se encontraron con Shion que iba bajando. Al parecer, el Patriarca había estado de muy buen humor todo el día, pues se notaba en su rostro esa marca que suele dejar la felicidad en las expresiones. Idril no pudo evitar sonreír al verlo. ¡Ay de ella! Por muy brava que estuviera con el lemuriano, no podía evitar sino quererlo.
"Buenas Tardes, Excelencia Shion." Le saludó Serra con formalidad. "Os veo muy alegre hoy. Eso es extraño en vos."
"¿Eso lo dices en serio, Serra? Jejeje, entonces debo practicar más seguido: me dijeron una vez que no sirvo para ir melancólico por la vida."
"Ciertamente Iñaki tenía razón." Dijo Idril con tranquilidad.
"¿Cómo sabes que fue Iñaki?"
"Porque le decía eso a todo el mundo cuando quería levantar ánimos." Confesó Idril. Shion rió de buena gana.
"JAJAJA. Eso es verdad. ¡El buen Iñaki!" Shion e Idril suspiraron al mismo tiempo. Serra les observó curiosa. "¿Hacia donde se dirigen?"
"Voy hacia Sagitario, Excelencia. Quiero darle una sorpresa a mi señor Aioros."
"Voy camino de nuestras habitaciones." Dijo Idril, mirando hacia Niké, quien emitía un nuevo bostezo. "Tengo que darle un baño y acostarla."
"Ya veo. Entonces las dejo: Serra, Aioros está en la parte posterior de Sagitario." Shion continuó su camino, aunque no sin antes mirar a la elfa. "Por si surge algún problema, yo estoy en Libra."
"Lo tendré en mente." Dijo Idril.
El trío de chicas reanudó la marcha hacia arriba, mientras Shion bajaba los peldaños, silbando una alegre tonadas de su pueblo. Entonces el Patriarca se detuvo, ex profeso, y giró sobre sus talones.
"¡Idril! Por cierto y antes que se me olvide."
"¿Qué quieres, Aries?"
"Tu Pastel de moras de esta mañana, estaba de antología." Le dijo mientras le dedicaba un alegre guiño. "Te quedó muy, muy bueno." Idril sintió como toda la sangre de su cuerpo se volteaba en su rostro. ¿SE HABÍA DADO CUENTA! Era como para no creerlo. Serra levantó ambas cejas, llena de curiosidad.
"¿T… Te gustó?" Preguntó con timidez.
"¡Claro!" Exclamó Shion, dándose la vuelta para continuar con la bajada. "Tendría que ser un tonto: realmente estaba delicioso."
El Patriarca siguió su camino e Idril no pudo quitarle los ojos de encima por algunos momentos. Serra, quien estaba llena de curiosidad, tuvo que carraspear para llamar su atención.
"Hoy definitivamente fue un buen día." Comentó la elfa mientras alzaba a Niké en sus brazos y reanudaba la marcha.
Serra sonrió, se dio la media vuelta para observar al Patriarca, que bajaba hacia Libra, y luego se volvió a mirar a Idril, que ya había avanzado un buen trecho hasta Sagitario. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro: iba a necesitar refuerzos.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo capítulo: Curiosidad Femenina.
"¿Entonces nos va a responder qué relación llevaban el Maestro Shion con Idril?" Preguntó Alisa.
"Si no lo recuerda, Anciano Maestro, siempre podemos llevarlo a la PLAYA para que tome aire fresco y se refresque la memoria." Dijo Marin con un picaron tono de voz, poniendo especial énfasis en la palabra playa.
PS: Nada como un poco de presión a la hora de escribir. Nada como un hombro dolorido para manejar la inspiración. Este capítulo me fue algo aburrido: no me dio guerra, pero me aburrí montones. Espero que luego de la edición que le dé, quede más decente. ¡QUE BUENO VERLOS POR AQUÍ! Ojalá que este monstruo no los haya aburrido. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ UNA TARTA DE NUEZ!
Brújula Cultural.
Stoa de Attalus: En este capítulo, Isabella explicó muy bien qué es este edificio. Se encuentra a un costado del Ágora ateniense y originalmente era la sede de distintas oficinas de gobierno. Obviamente el paso de los años la redujo a ruinas, pero hacia los años '50, un filántropo norteamericano pagó por la restauración total del edificio, usando el material original en la medida de lo posible, y nuevo. Actualmente se le puede ver tal cuál se veía en la antigüedad y funciona como el Museo del Ágora: se exhiben las piezas originales encontradas en el recinto arqueológico.
Templo de Hefestos: Templo dedicado a Hefestos que se encuentra a un extremo del Ágora ateniense. No es una ruina cualquiera, sino el mejor templo conservado en toda Grecia. Aguantó mucho mejor que los otros el embate del tiempo y prácticamente se le puede ver entero.
Ágora: Centro de la vida pública y de la ciudad. Aquí se ubicaban el mercado y las oficinas del gobierno.
Partenón: Templo dedicado a la diosa Athena Parthenos, diseñado y construido bajo la dirección de Fidias, ubicado en la cima de la Acrópolis de Atenas, parte más alta de la ciudad. De un valor arquitectónico gigantesco, el templo contenía los más bellos frisos y las más caras decoraciones. La construcción del monumento fue realizada casi exclusivamente en mármol blanco del Pentélico, iniciada por Pericles y desarrollada entre los años 447 y 432 a. C. Los arquitectos encargados fueron Ictino y Calícrates, siendo dirigidos /y colaborando en algunos casos) con el escultor ateniense Fidias, quien se encargó de la decoración escultórica y de la estatua de Athena en oro y marfil (situada como pieza central del templo, midiendo 12 metros de altura: se necesitaron 1.200 Kg. de oro para su elaboración).
Era el orgullo de la ciudad. Reemplazó un templo anterior en el mismo emplazamiento, el Pre-Partenón (Hecatonpedón, que medía 100 pies), destruido en las Guerras Médicas por los persas hacia el 480-479 a. C. aprox. El Partenón conservó su carácter religioso en los siglos siguientes: se usó como Iglesia bizantina, Iglesia Latina, y Mezquita Musulmana, resistiendo bastante bien el paso del tiempo, PERO en 1687, los turcos lo utilizaron como polvorín durante el sitio veneciano de la ciudad, bajo el mando del almirante Morosini… TToTT… Una de las bombas venecianas cayó en el Partenón y bueno… TTOTT imaginen no más tamaña explosión. Gran parte de la edificación preservada en buenas condiciones hasta ese entonces fue destruida, dándole el decaído aspecto que hoy conocemos.
Por si fuera poco, su destrucción no culminó allí. A principios de siglo XIX, el embajador británico en Constantinopla, Lord Elgin (mugre lord o ) decidió quitar la mayor parte de la decoración escultórica del monumento (frisos, metopas, pedimentos), no más porque se le ocurrió. :Misao hiper indignada: Se llevó estas esculturas a su casa en Inglaterra (sin comentarios… :la indignación de Misao aumenta, donde las mantuvo como colección privada el muy egoísta, antes de venderlas al Museo Británico (como si fueran suyas y no robadas), en donde todavía se exhiben, siendo una de las colecciones más significativas del museo en la actualidad… y no, pese a que el tipo literalmente se robó esta decoración para goce personal y luego monetario, los ingleses no quieren devolver los frisos a donde pertenecen… pues el Museo Británico pagó por ellos… No se nota que estoy a favor de que devuelvan los frisos a Grecia.
En 1835 comenzaron los trabajos de reconstrucción, aunque les digo que es un trabajo de hormiga y hasta el día de hoy trabajan. Al menos la fachada occidental del Partenón está conservada relativamente intacta. No obstante la destrucción de la que es víctima, y la cuál hace enchinar la piel) el Templo no ha perdido magnificencia y apenas puedo imaginar como se debió haber visto en sus días de gloria. Quita el aliento y te deja muda. Se los dice alguien que estuvo al menos 15 minutos con la boca abierta, con 43 grados de calor, sin poder reaccionar de la emoción (porque dicho sea de paso, no hay ni un solo mísero árbol en la acrópolis que dé sombra, excepto un olivo junto al Elefterión, al que no se puede uno acercar). TToTT Casi me pongo a llorar.
Gyros y Souvlakis¡COMIDA! Estos son dos platos de comida griega. UN SUEÑO. Tan solo pensar en esto se me hace agua la boca. Los gyros son una suerte de tortilla, que lleva ensaladas, carne de cerdo y papas cocidas o fritas. Se parece al taco mexicano, pero al mismo tiempo es diferente. Los soublakis, son tiras de carne de cerdo, aliñada con aceite de oliva, limón y especias, que se sirven atravesadas por un palito. ¡ES LO MEJOR! Volvería a Grecia solo para comer esto… y el yogur con miel, y el mousaká ¡Y EL QUESO FETA:Misao se va a llorar a un rincón en recuerdo de aquellas delicias: TTOTT Volvería a Grecia solo por la comida.
Monastiraki: Es un barrio típico de Atenas. Colinda con el recinto arqueológico del Ágora y es un lugar bien turístico, aunque más lleno de griegos y más accesible que Plaka, que es otro barrio turístico, típico y colindante con Monastiraki, aunque CARÍSIMO. Al menos es bonito para conocer. Está lleno de negocios, restaurantes y bares: es precioso. Me lo recorrí entero a pie. Un sueño: es lo típico que uno desea ver de Atenas cuando está por allá.
…
Creo que debería buscar trabajo como agente de viajes n.n: de todo esto que les acabo de contar, pueden encontrar imágenes en mi blog.
