A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.

ADVERTENCIA.

Principio 134 para ver y entender Manga: Si el líder se transforma en el otro sexo o en otra criatura, va a usar esto para su propio beneficio, sin importar que después se arrepienta de sus acciones.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 9:

Curiosidad Femenina.

Casa de Escorpión.

Día Siguiente.

"¡Sois Un Bravo Guerrero! Las Ciudades Tiemblan Ante Vos, Las Murallas Caen. ¡A Que Eres Tan Valiente! ¡Qué Muchacho Tan Valiente!"

Serra estaba pasando un buen rato. Parecía que estaba echada sobre una hamaca imaginaria, cuando en verdad flotaba en el aire a unos 70 centímetros del suelo. Kyrus estaba con ella y se reía de gusto cada vez que la extraterrestre le hacía alguna gracia: toda la atención de Serra estaba concentrada en el bebé, lo cuál tenía al pequeño feliz.

"No vayas a soltar al bebé, Serra, ten cuidado." Le pidió Marin. La amazona le sonrió traviesa. "Te aseguro que las agujas de Milo no son simples piquetes."

"¡Perded Cuidado Marin! Kyrus está seguro conmigo. Y si se llega a lastimar bajo mi supervisión, no es al señor Milo a quien más temo, mas la ira de Alisa es de lo que hay que cuidarse." Rió la extraterrestre. Marin miró de reojo a Alisa, que reía para sus adentros.

"Es verdad. Puedo hacer mucho con un hacha y un extintor. Además tengo a mi disposición un camión de bomberos." Alisa se sopló el flequillo y tomó una galleta. "¿Seguro estás cómoda allí?"

"Si me canso, me sentaré en vuestro sofá." Aseguró Serra, que no había dejado de jugar con el niño. Kyrus hacía sonidos guturales con la garganta, feliz de la vida. "Vuestro niño es muy fuerte Alisa: tiene mucho potencial."

"¡Por Supuesto Que Es Fuerte! Ya Verás Que Se Convertirá En El Más Hábil De Los Dorados Cuando Crezca." Afirmó Alisa.

"Dices eso con orgullo de madre." Marin bebió un sorbo de agua. "¿A quién esperamos?"

"A Alsacia e Isabella. Debe estar por…" Comenzó a responder Alisa, pero en ese momento, llamaron a la puerta. "Allí están."

Alisa se puso de pie y caminó el corto trecho hasta la puerta. La abrió de lleno, esperando encontrarse con sus amigas faltantes, pero quien la miraba expectante y contenta no era otra que Saori.

"¡HOLA ALISA! ¿Puedo pasar?" Preguntó jugando con sus dedos. "Es que Shion me dejó salir temprano y pensé que quizás…"

"¡Saori! Claro, pasa."

Cuando la diosa entró, tanto Marin como Serra se pusieron de pie y rápidamente se dispusieron a saludarla. Jovial como siempre, Saori respondió el saludo con protestas contra el formalismo de ambas y tratando de hacer la situación algo más ligera. Alisa iba a cerrar la puerta cuando una mano la detuvo.

"¡Oye Alisa, que vamos pasando!" Protestó Isabella fingiendo reproche. En eso Alsacia se abrió paso.

"¡Abran paso que voy con todo!" Exclamó a viva voz. "¡TRAJE BOCADILLOS!"

Como siempre, Alsacia irrumpió cuál huracán dentro de la casa y luego de dejar pasar a Isabella, el grupo de mujeres procedió a los saludos que eran requeridos. Como los dorados mantenían reuniones semanales para tratar los asuntos del Santuario, las chicas habían decidido también hacer las suyas para arreglar los problemas que causaban sus chicos y además chismear un buen rato. En esta ocasión, el grupo era bastante grande: había semanas en que sólo Alisa y Alsacia podían reunirse.

A medida que hubo más chicas relacionadas con dorados, más numeroso se había hecho el grupo. Esto había ayudado a crear cierta complicidad entre las chicas… más aún porque los dorados todavía no se percataban de estas reuniones. Casi sin darse cuenta, habían pasado a convertirse en un influyente centro de poder tras bambalinas.

"Debí haberle dicho a Idril que viniera conmigo." Suspiró Saori de pronto. "La noto muy sola."

"Yo la invité esta mañana cuando la vi." Admitió Alisa. "Pero se excusó: me dijo que tenía ganas de ir al bosque."

"La elfa esa no se me hace mala leche." Dijo Alsacia. "Lástima que no quiera venir: si la veo la próxima semana, la traigo a rastras. Se encierra mucho en el Templo Principal."

"Entonces te deseo mucha suerte: Idril es muy fuerte." Le dijo Marin con ojos muy grandes. "El otro día la vi entrenando con Saga y le puso unos tortazos que me dieron escalofríos."

"La Señora Idril es muy hábil: ayer me detectó muy rápido en las escaleras." Comentó Serra, que nuevamente flotaba en el aire como si estuviera en una hamaca imaginaria. Esta vez, Kyrus dormía recostado sobre su pecho. "Veo en sus ojos un poder muy grande… y también una esencia como etérea, unos ojos llenos de algo que no puedo describir… y conste que ni siquiera puedo verle los ojos. Quisiera verle el rostro sin la máscara."

"Eso debe ser porque es elfa." Isabella se sopló el flequillo. "Que bueno que no vino."

"¿Por qué dices eso, Isa?" Le reprochó Alisa. Isa la miró tranquila.

"Porque necesita descansar." Le dijo Isabella. "Ayer la llevé conmigo a Monastiraki, a pasear. Todo estuvo perfecto hasta que entramos al ágora y fuimos a la Stoa… se puso muy… muy mala: el lugar le recordó el sitio en que murió."

"¡Que Fuerte!"

"¿Te dijo como murió?" Preguntó Saori con los ojos grandes. "El otro día le pregunté a Shion y casi se me muere de la impresión: no me quiso decir nada." Isabella se incorporó de un respingo.

"¿Shion dices?" Preguntó curiosa y con los ojos abiertos.

"Isabella… si no me dices que te llama la atención, no te dejaré salir hasta que me lo digas todo." Le dijo de pronto Marin.

"Bueno… Idril habló algo de un ataque a traición y que ella murió… que había otro dorado cerca y cuando le pregunté quién, me dijo que era el Maestro Shion. ¿Pasa Algo Marin?"

"¡Todo! ¿Acaso no has visto como se tratan Su Excelencia Shion con la Señora Idril?"

"Amor apache Y DEL fuerte." Respondió Alsacia. "Aunque más apache que amor. También me he fijado, y no solo yo: Mi osito polar me dijo algo a respecto de una sospecha suya el otro día."

"Puede ser posible, mas, no nos adelantemos." Dijo Serra. "Ayer… acompañé a Idril por las escaleras y nos topamos con su Excelencia: mantuvieron un intercambio… bastante especial. Se coquetearon, estoy segura." Los dichos de la chica causaron silencio. "Al menos con lenguaje corporal del que dudo se hayan percatado."

"Eso explica los cambios de humor del Maestro Shion." Afirmó Alisa. "Todos estos días o ha estado MUY feliz o MUY enojado, cuando de normal es común que esté MUY deprimido. Él no es tan errático."

"No es posible que estemos con esta duda." Bufó Saori de pronto. "Deberíamos hacer algo por aclararla."

"¿Algo como qué? No tenemos ni idea por donde comenzar. No tenemos más pistas de las que podamos ver." Alisa se puso de pie y tomó a un dormido Kyrus de la panza de Serra, para que por fin pudiera sentarse. "Dudo mucho que el Maestro Shion o Idril nos quieran decir qué ocurrió entre ellos." Dijo mientras lo acunaba.

"De sus actitudes podemos leer mucho, pero solo llegaríamos a conjeturas. ¡Necesitamos un testigo!" Explicó Isabella con firmeza.

"¿Alguna sugerencia?" Preguntó Marin.

Nuevamente el grupo cayó en silencio… hasta que Alsacia se volvió hacia Saori con ojos grandes y suplicantes.

"Saori, niña, ¿No puedes estrujar tus sesos un poco? Tú misma dijiste que cuando viste a Idril, recuperaste muchos de los recuerdos que tenías de tu previa encarnación."

"Cierto, pero no funciona así." Athena se cruzó de brazos. "Hasta le pregunté a Mnemosine: sólo puedo acceder a mis recuerdos previos, siempre y cuando los necesite." Saori puso un mohín. "Lo he intentado mucho, pero por más que trato, no puedo."

"No comas ansias que no vale la pena." Suspiró Alisa mientras mecía a su bebé. "Si me esperan unos momentos, iré a recostar a este futuro santo de Escorpión." Alisa dejó a las chicas solas unos instantes, en lo que se tardaba en ir a acostar a su bebé, pero la conversación siguió su curso.

"Esos recuerdos llegarán a su debido momento, Gracia." Le dijo Serra a Athena, muy pensativa. Se volvió a las demás. "¿De verdad no hay nadie más a quien preguntar? Quizás el Maestro Docko… tengo entendido que él también fue uno de los antiguos compañeros de armas de su Excelencia Shion y el Anciano Maestro."

"Es cierto, pero dudo que nos cuente nada. El Maestro Docko es muy reservado y leal con los secretos." Marin negó con la cabeza. "Seguramente Su Excelencia le ha pedido discreción, y creánme que solo por eso será muy difícil que nos cuente algo."

"¿Y si se lo pido yo?" Preguntó Saori expectante.

"Sería muy injusto." Le dijo Alsacia. "Abuso de autoridad. No lo pongas en esa situación, chiquilla." Le explicó brevemente.

"Es verdad, Alsacia, tienes razón." Lloriqueó la diosa.

"Entonces tenemos que tomar la sartén por el mango." Afirmó Isabella.

"¿A qué os referís?"

"Pues…"

En eso, quiso la casualidad que en el momento en que Alisa salía del cuarto de Kyrus, llamaran a la puerta. Alisa echó un rápido vistazo a sus amigas, quienes echaron mano de las máscaras que tenían que usar. La bombero se asomó por la mirilla de la puerta y vio nada más ni nada menos que a Docko, que tenía un manual en sus manos y le prestaba mucha atención: algo de las instrucciones parecía tenerlo confundido.

Al parecer, el Destino, con su negro humor, también estaba curioso… ha de tener algunos problemas de memoria.

"Chicas… ¡Es el Maestro Docko!" Le dijo Alisa con los ojos muy abiertos. Isabella y Marin corrieron hasta ella.

"Es hora que apliquemos algunas técnicas de interrogación de testigos." Dijo Isa en voz muy baja y con una traviesa sonrisa. "A ver que nos puede decir el Maestro Docko al respecto."

El femenil grupo puso sonrisas cómplices y cuando Docko volvió a llamar a la puerta, se escondieron detrás de los sillones, excepto Isabella, que corrió hasta esconderse detrás de Alisa. Entonces, la esposa de Milo abrió la puerta con toda la normalidad del mundo.

"¡Maestro Docko! Que sorpresa." Le dijo Alisa con una sonrisa dulce. "¿Qué lo trae por aquí?"

"¡Ah, hija!" Docko se rascó la cabeza, con las mejillas algo sonrosadas por la vergüenza. "Veras, necesito ayuda con las instrucciones de mi secadora, parece que la conecté mal. ¿Podrías…?" Docko entrecruzó las cejas. Como que algo le daba mala espina. Además, tan tonto no es, no en balde nació en 1725. "¿Todo bien Alisa?"

Alisa alzó las cejas y se dispuso a responderle, pero en ese momento, Isabella salió de su escondite, estiró la mano y sujetó al santo por la solapa, jalándolo hacia dentro del piso residencial de Escorpión en una sencilla maniobra. De la sorpresa, Docko apenas pudo reaccionar y no le quedó de otra más que dejarse llevar.

"Todo está estupendo, Joven Maestro de Libra, pero se pondrá mejor cuando acabemos con usted." Le dijo Isa con una sonrisa digna de un comercial de pasta dental.

Estancias de Niké.

La pequeña diosa de la victoria dormía en su cama. Por primera vez en la semana que Idril lograba que la pequeña durmiese su siesta. La elfa apenas la arropó con una delgada manta, pues estaba haciendo mucho calor, y acarició sus delgados cabellos con suavidad. También le arregló algunas plumas rebeldes en sus alitas.

La habitación se hallaba a oscuras, Idril había tenido el cuidado de cerrar las cortinas para que entrara el mínimo de luz posible, pero estaba bien ventilada. Cuidando de no despertar a la pequeña, la elfa se retiró de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con mucho cuidado. Caminar sin hacer nada de ruido era algo muy natural en ella. La ex amazona dorada de Cáncer decidió salir de las Estancias de Niké: la pequeña niña dormiría por al menos una hora y tenía tiempo de sobra para… terminar cierto asunto pendiente.

Le debía una excusa a Shion… por lo de la pelea con la escoba y el trapero. Es que había estado pensando en lo que Docko le había dicho y bueno, como que había entrado en razón.

"¿Idril?" La llamó Shion de pronto. La elfa tensó todos los músculos, pero hizo como si nada.

"Buenas Tardes, Excelencia. ¿A dónde va?"

"Jejeje, iba a buscarte." Le dijo Shion con una afable sonrisa. Idril ladeó la cabeza.

"¿A buscarme?" Le preguntó curiosa. "¿A qué se debe el honor?" Shion tomó aire.

"Te estaba buscando para darte una excusa por lo del otro día. Ya sabes… la pelea con la escoba y el trapero." Le dijo avergonzado y sincero. "En verdad me porté como un crío y…"

"Bah. Yo tampoco ayudé mucho." Idril también se sentía apenada por esa pelea, más aún luego que lo hubo meditado bien. Entonces le pasó por el lado y caminó con paso suave hacia el interior del corredor. Se detuvo ni bien hubo dado unos 10 pasos. "¿Vienes conmigo o te quedas allí como menso?"

Shion no se tardó ni medio hipo en dar las 3 zancadas necesarias para alcanzar a Idril, le ofreció el brazo, pero la elfa se negó con cortesía. Caminaron un buen trecho en silencio.

"También me porté como una niña. No fue algo muy propio." Dijo Idril al cabo de un rato. "Te perdonaré si me perdonas."

"Trato hecho. Te perdono." Le respondió Shion sonriente. "¿A dónde ibas?"

"A ningún sitio en especial. Niké duerme su siesta. No había dormido en las tardes desde que llegamos."

"Ojalá no se desvele en la noche."

"Para ser honesta, se ha desvelado estos días en que se saltó su siesta."

"Eso no se lo recomiendo a nadie." Suspiró Shion.

Continuaron caminando en silencio, sin pensar en nada. Ocasionalmente, Shion miraba de reojo a la elfa, quien tenía la visa fija al frente. Su máscara de Mithril tenía una expresión calmada, pero se hallaba estática. El Patriarca se sopló el flequillo y se llevó los brazos detrás de la nuca. Este gesto, que estaba repitiendo bastante seguido desde que Idril había llegado, difícilmente lo había mostrado en los últimos 262 años. Entonces, de pronto, descubrió que Idril le estaba mirando.

"¿En qué piensas, Aries?"

"En lo mucho que he cambiado, Cáncer." Respondió Shion. "También me estaba preguntando de qué estaba hecha tu máscara. Parece un material muy… interesante."

"Es mithril." Respondió Idril con una sonrisa, que pareció dibujarse en la máscara. "Me regaló el Señor Mahtan, el padre de la señora Nerdanel, quien nos acogió a mi y a la niña Niké en su casa estos 3 años."

"¿Eran elfos?"

"Sí, eran elfos."

"¡Vaya! ¿Qué se sintió estar entre los de tu especie?"

"Extraño. No fue exactamente lo que creí: El reino de Aman… ¡Es maravilloso!" Idril endulzó su tono de voz. "Lassi lantar laurie súrinen, Vardo nu luini tellumar." Añadió volviendo al élfico casi sin querer. Shion la miró curioso.

"¿Qué acabas de decir?" Le preguntó con los ojos grandes.

"Te lo diré si me haces un favor." Le respondió muy traviesa.

"¡Hey! Eso no es necesario: tu me pides cualquier cosa y yo…" El Patriarca se detuvo al ver la expresión de reproche que de pronto se había dibujado en la máscara de Idril. "Está bien, dime, ¿qué necesitas?"

"Que me expliques eso de las Guerras Napoleónicas: me pierdo entre algunos tratados y no logro seguir el hilo. Si me explicas bien, te diré lo que te dije."

"Trato hecho." Shion se puso contento: pro primera vez en su vida tenía la posibilidad de pasar mucho rato con Idril y no porque estuviese entrenando con ella… y aunque solo fuera por una lección de historia, trataría de hacer lo mejor posible. "Vamos a la biblioteca."

La alta figura del Patriarca, que caminaba acompañado de una elfa una cabeza más baja que él, avanzó en silencio por los corredores.

Casa de Escorpión.

En esos momentos, en que a Shion y a Idril parecía irles un poco mejor, las cosas se desarrollaban muy diferentes en la Octava Casa del Zodiaco. Docko no tenía tanta suerte y en esos momentos, estaba a merced de 6 mujeres, entre ellas la misma Saori, sentado en una silla y arrinconado por desvergonzada emboscada.

Tal situación le traía malos recuerdos y sus defensas quedaban reducidas a nada. Y no porque perdiera fuerza precisamente.

"Esto será rápido e indoloro si coopera con nosotros." Anunció Isabella, mientras le apuntaba con una linterna a la cara. "Esto funciona del siguiente modo: Tenemos algunas preguntas que hacer, usted nos responde rápido y le dejaremos ir."

"¡Pero, pero, pero…!" Balbuceó Docko, tragando saliva y sin saber qué hacer. Bien podría abrirse paso entre estas mujeres, era un santo dorado y de los más experimentados, pero ¡Vaya Que Se Sentía Indefenso!

"Es tan solo una preguntita, eso es todo. NO queremos hacerte daño." Le aseguró Athena con ojos de cachorro.

"Además queremos terminar pronto." Añadió Marin. "No quiero que Aioria se meta a la cocina a prepararse la cena. Últimamente lo que prepara me causa indigestión."

Docko miró a las chicas, sintiéndose como animal enjaulado. ¿Pero qué demonio las había poseído? Esto no le gustaba, no le gustaba, le traía recuerdos y de los malos, de aquellos que son capaces de producir psicosis de las más intensas. Quiso ponerse de pie, pero en eso Serra se sentó en su regazo para evitar su escape.

"El Anciano Maestro de Rozan debe decirnos qué tal se llevaban su Excelencia Shion con la Señora Idril hace tantos años atrás." Le explicó la Senescal con severa amabilidad. "Eso no debe ser difícil, a menos que vos sufráis de alguna dolencia propia de vuestra edad… ¿Cómo le dicen aquí?"

"Alzheimer, Demencia Senil, Chochera, Amnesia, Parkinson. ¡Uff! Tenemos de todo y para todos los gustos." Enumeró Alsacia con una sonrisa.

"¿Qué pretenden ustedes 6?" Preguntó Docko frunciendo el ceño. "¡Déjenme ir! No les he hecho nada." Gruñó… pero de pronto se vio enfrentado a 6 caras de niñas buenas, con ojos grandes y vidriosos, que tenían el aspecto más inocente y dolido de la faz de la tierra.

¿Saben lo que esa mirada le puede hacer a un viejito de 280 años?

"No sean así: no me pongan esas caras que me da cosa…" Gimió Docko.

"¿Entonces nos va a responder qué relación llevaban el Maestro Shion con Idril?" Preguntó Alisa.

"Si no lo recuerda, Anciano Maestro, siempre podemos llevarlo a la PLAYA para que tome aire fresco y se refresque la memoria." Dijo Marin con un picaron tono de voz, poniendo especial énfasis en la palabra playa.

Toda expresión, buena o mala, se borró del rostro del santo de Libra, excepto por el espanto más absoluto. Blanco fue el color que adquirieron sus mejillas, y un tono verde azul ocupó sus ojos.

"Pero… pero… ¿qué les he hecho para merecer eso?" Gimoteó asustado. "¿Han estado charlando con Idril? ¿Qué clase de complot es este?" Quiso saber. En eso, Serra le revolvió los cabellos.

"Entonces será mejor que nos digáis lo que queremos saber." Le dijo con dulzura. Docko suspiró derrotado, aunque el color azul no se le borró tan fácilmente.

"Entre Shion e Idril nunca pasó nada." Dijo sin faltar a la verdad, pero las chicas le miraron incrédulas. "Así como lo oyen, nada pasó entre esos dos… ¿Acaso quieren que invente?"

"Docko… por fis…" Suplicó Athena con ojos grandes. "Tú conoces detalles que nosotras queremos saber."

"Pero no pasó nada… No pasó nada." el santo de Libra desvió la mirada al suelo. "Eso no quiere decir que no hayan tenido ganas."

"A eso le llamo yo un chisme." Dijo Alsacia, frotándose las manos. "Ya suelte la pepa que ya no nos puede dejar con la duda a flor de piel."

"¿Qué quiere decir con eso de que se tenían ganas?" Preguntó Alisa, aunque ya intuía la respuesta. "¿No se correspondían?"

"… No sé… qué tal era la cosa por parte de Idril, no tengo idea. Eso solo lo sabía Parminder de Virgo… pero… bueno… ¿En serio tengo que decirles?"

"¡Sí!" Dijeron a coro las 6 chicas.

"…"

"…"

Minuto de tenso silencio… bueno, más bien fueron más de 6 minutos. Docko se sintió derrotado: no podía contra tanto despliegue de estrógeno insistente, por muy santo dorado que fuera.

"ú.u… Al menos Shion adoraba a Idril… solo que… nunca supo como expresarlo… y… sospecho que lo mismo le pasaba a ella." Docko suspiró apenado, y se quedó viendo a Isabella todo lo fijo que pudo sin arrugar los ojos. "Isabella, hija querida, ¿Quieres alejar eso de mi?"

"¿Qué cosa?" Preguntó mientras prendía y apagaba la linterna, para molestia del libriano. "¿La linterna? No hasta que nos diga todo."

"Niñas, entiendan que no puedo hablar libremente de esto."

"¡Ay, NO MANCHE!" Exclamó Alsacia. "No Es Un Secreto De Estado."

"No le hará daño a nadie." Aseguró Marin. "Solo queremos saber, eso es todo."

"¿Y porqué esta encerrona?"

"Porque no nos habrías dicho nada de otro modo." Le aseguró Saori. Docko tomó aire.

"Entonces hasta aquí llegamos, que no hay más que saber." El santo de Libra se puso de pie de súbito, empujando de paso a Serra, pero Isabella y Marin le obligaron a sentarse de nuevo. Esta vez, Serra y Alsacia se sentaron en el regazo de Docko.

"No sea travieso, Maestro. Ud. sabe más de lo que nos quiere decir y lo sabemos." Dijo Alsacia muy divertida. "Díganos, ¿Por qué dice que el Maestro Shion e Idril no se sabían corresponder?

"No nos diga que tiene alzheimer." Advirtió Alisa.

"Ni nos obliguéis a tomar medidas más severas." Secundó Serra.

"Usted sabe cuáles medidas." Terminó Isabella. "Recuerde aquél lugar que está junto al mar…" Docko la miró espantado.

"Ya, ya, ya voy, no presionen de ese modo." Por enésima vez en menos de una hora, Docko suspiró derrotado. "Ni modo, solo espero que sean discretas."

"¿Por qué pide eso Maestro?" Gimió Alsacia. "¿Acaso cree que iremos con el chisme a todo el Santuario?"

"No, pero prefiero prevenir." Docko arrugó el rostro en meditabunda expresión. "Además la discreción es necesaria, pues quienes están involucrados no son cualquier persona. Hasta 1743… digamos que Shion… err… no era como ustedes lo ven ahora." El santo de Libra tomó aire: no estaba muy convencido de seguir. "Shion era… más alegre… mucho más alegre de lo que es ahora. Ustedes no lo reconocerían, era una persona muy diferente a la que es ahora: Siempre estaba haciendo bromas, siempre tenía un chiste a la mano, nos hacía reír. El mismo vivía lleno alegría… Carpe Diem."

"No me imagino así a Su Excelencia Shion." Dijo Marin muy sorprendida, tras un largo minuto de silencio. "No hay muchas cosas que lo hagan reír, es muy serio y melancólico."

"Por no decir un amargado." Añadió Isabella, de brazos cruzados, que todavía recordaba la vez en que la había excluido de cierto plan que tenía mucha relación con ella.

"Así como no te lo imaginas a él despertando cada mañana con una chica distinta en la cama." Gruñó Docko.

Esto produjo que 6 pares de ojos se abrieran a más no poder de la sorpresa, que boquiabiertos observaron a Docko, que las miraba de vuelta con toda la inocencia del mundo.

"Perdonad mi interrupción." Pidió Serra curiosa. "Pero… ¿Estamos hablando del mismo Maestro, Su Excelencia Shion, Patriarca del Santuario de Athena, en Atenas, país, Grecia, continente, Europa, Hemisferio norte, Planeta Tierra?"

"Sí… y eso no es algo que lo enorgullezca." Docko se encogió de hombros. "Sé que esa etapa de su vida le avergüenza y bastante." El Anciano Maestro, que ahora era joven, suspiró de alivio cuando Alsacia y Serra se pusieron de pie. "úù Shion era muy mujeriego… y encima de todo, un soberano idiota…"

"Que usted lo diga, siendo que es su mejor amigo…" Comentó Isabella impactada. Docko la miró y asintió.

"Era un idiota redomado. Ya les dije que estaba prendado de Idril, pero se le ocurrió la peor y más estúpida forma de ganar su afecto." Docko se sonrojó hasta las orejas. "Creía que si conquistaba muchas chicas parecidas a Idril, y si se pavoneaba de sus logros… ella le tomaría en cuenta."

En un efecto de anime, todas las chicas cayeron al suelo de la sorpresa y no se recuperaron en seguida. Saori y Alisa fueron las primeras en ponerse de pie y miraron de hito en hito a Docko, quien se moría de la vergüenza ajena.

"Se me acaba de caer del pedestal…" Balbuceó Alisa.

"¿Va en serio?" Preguntó Saori.

"Muy en serio… pero tengan en cuenta que Shion cambió mucho… maduró en forma atroz, y muchísimo, no se imaginan cuánto… de la noche a la mañana." Docko tenía una expresión melancólica. "Podrá haber sobrevivido a la Guerra de 1743, pero… esa alegría, esa chispa que tenía… se murió junto con ella…"

"¿Qué le pasó al Maestro Shion?" Preguntó Alsacia.

"… El Patriarca está muy enamorado de Idril, siempre lo ha estado y a esa edad, no pensaba muy claro. Idril tampoco le daba mucha chance: es muy cerrada, como podrán haber notado… pero creo que sentía lo mismo por Shion."

"Entonces tan reprobable actitud de su Excelencia debió haberla irritado mucho." Comentó Serra. Docko asintió.

"No tienes idea cómo. No sé si la elfa sentía fuerte por Shion en esos días, pero sí sé que hacía algunas cosas que nadie mas hacía por él. Idril era más sutil. Mucho más sutil… Shion la irritaba mucho y ella obviamente no se iba a meter en ese juego… menos en líos de faldas."

"¿Me equivoco al pensar que se sentía en desventaja?" Preguntó Marin.

"No lo sé. Por parte de Idril no sé nada, pero por Shion sí y sé que no estaba llegando a ningún lado… Es una lástima."

"… y ¿que más…?" Insistió Alisa.

"¿Qué más qué?" Preguntó Docko.

"¿Qué ocurrió después?" Preguntó Alisa. "Sé que hay algo más, lo siento en los huesos."

"¿No me van a dejar tranquilo, verdad?" Tras la pregunta de Docko, la respuesta no fue necesaria: las 6 chicas le miraron con una sonrisa. No le quedó otra más que responder. "Süe. La aprendiza de Idril."

"¿La que se metió con Shion?" Preguntó Saori con ojos grandes.

"Ajá… pero de ese lío no sé mucho, excepto que Idril se deprimió muchísimo los meses subsiguientes y no hubo forma de animarla con nada… Entonces estalló la guerra… e Idril falleció por sus heridas."

Docko se detuvo largo rato, y una sombra de dolorosa pena se estacionó en sus ojos en forma involuntaria, logrando conmover a un par de chicas, entre ellas Marin, quien sintió una lagrimita en la esquina de uno de sus ojos. Últimamente estaba llorando por cualquier cosa. Entonces Docko suspiró largamente y se puso de pie.

"Niñas… No quiero hablar más de ello, por favor…"

Alisa cruzó miradas con Docko y luego la chica recorrió con los ojos a sus demás amigas. Todas parecían pensar lo mismo: suficiente interrogatorio por un día. La esposa de Milo asintió con la cabeza.

"Gracias Maestro, por aguantar nuestra curiosidad. ¿Quiere que lo acompañe a ver su secadora? Quizás la puedo reparar…"

"Eso sería muy bueno… aunque todas ustedes me deben un kilo de galletas por la pena que me hicieron pasar." Comentó con jovialidad.

Todas sintieron una GOTOTA orbitándoles la cabeza.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo capítulo: El Día Negro.

Un jaloncito en la parte inferior de su túnica fue la evidencia de que algo muy pequeño había detenido una caída a tiempo. Shion miró hacia abajo con sorpresa, solo para encontrarse con la pequeña Niké, quien tenía el claro aspecto de haberse llevado un buen susto. La niña lo miró con sus claros ojos celestes y con un enorme puchero. Shion se agachó a su altura.

PS: Este capítulo me salió largo y a propósito. Estuve a un tris de cortarlo a la mitad y apenas sí me contuve… espero que no se les haya hecho muy tedioso leerlo. Ya me dirán qué tan malo o bueno estuvo. Docko resultó ser muy manejable para sacar secretos, lo sé, pero tengan en cuenta que el tipo estaba asustado. Por otro lado, y ya sé que les voy a caer mal… en teoría debería haberles puesto desde ya el omake con la boda de Marin y Aioria, que les debo desde hace FUUUU, pero mi Musa tan bonita se le ocurrió hacer otro proyecto pequeño, que mostrarán las bodas perdidas del Santuario (sí, podrán ver la de Camus y Alsacia, si Dios quiere) y que irán después de este fic. A partir de ahora, piensen en Aioria y Marin como marido y mujer. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ UNA LIMONADA FRESCA Y ANTI RESFRÍOS!

Brújula Cultural.

Lassi lantar laurie súrinen: Sip. Saqué de nuevo mi librito de élfico. Esto significa "Las hojas caen doradas al viento."

Vardo nu luini tellumar: Jejeje, sí, ¡Tengo librito de élfico y ustedes no!… Y mejor dejo de burlarme, porque para este fic tuve que buscar frases preconstruidas Un.n. Esto significa: "Bajo las cúpulas azules de Varda."